JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Marcos 12, 28-34
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, uno de los escribas se          acercó a Jesús y le preguntó: 
          "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?" 
          Jesús le respondió: 
          "El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el          único          Señor; amarás al Señor tu Dios 
          con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con          todas tus          fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti          mismo. No hay otro          mandamiento mayor que éstos".
          El escriba replicó: 
          "Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es          único y no          hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo          el          entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a          uno mismo vale          más que todos los holocaustos y sacrificios".
          Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: 
          "No estás lejos del reino de Dios". 
          Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos            su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería          posible sin sus oraciones: al          menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te          salve María, llena          eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas          las mujeres y          bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de          Dios, ruega por          nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.          ¡Recuérdenos en          sus intenciones y misas! 
Aclaración: una relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras          de vida eterna"          (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta          charlar por teléfono          (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver          a Jesús, que          está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a          Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a)          co-reparamos el          daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye          los Corazones          de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b)          adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras          necesidades y para la          salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5          minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a            verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la            Eucaristía: "si no coméis la              carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis              vida en vosotros" (Jn 6,53;            1 Jn 5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos            hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva            Alianza de Amor. Si            faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia            (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios,            que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados            personales, nos            auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia            falta a su boda, es            ella la que se aparta del amor del Novio para siempre,            sabiendo que Él da la            Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos            a Él (descanso,            comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal            faltar sin causa            grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16,            18-19; Ex 20,8-10;            Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte            todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le            dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para            ser felices para            siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del            amor, es necesaria            la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la            Cátedra de Pedro, el            representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse            con el Sacerdote al menos una            vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual            (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del            matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños,            privar de Misa a niños            en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar,            envidia, calumnia, odio            o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste            o burla de lo            sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo            antes posible y nos sorprende            la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno            eterno (Catecismo            1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48,            etc.). Estos son pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia.            Pero ahora que            lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
vie 3a. Sem cuaresma
      Antífona            de Entrada
      Señor, no hay otro dios igual a ti, porque sólo              tú              eres grande y haces maravillas; porque sólo tú eres Dios.
Oración            Colecta
      Oremos: 
            Infunde Señor, en nosotros tu gracia para que podamos dominar            nuestras pasiones            y permanecer fieles a tus palabras de vida eterna. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Nunca llamaremos ya "dios nuestro" a las              obras de nuestras manos
Lectura del libro del profeta Oseas 14, 2-10
Esto            dice el Señor:
            "Conviértete, Israel, al Señor tu Dios, pues tu culpa te ha            hecho caer.            Busquen las palabras apropiadas y conviértanse al Señor;            díganle:
            "Perdona todos nuestros pecados y acepta el pacto; como            ofrenda te            presentamos las palabras de nuestros labios. Asiria no nos            salvará, no            volveremos a montar a caballo, y no llamaremos más dios            nuestro a la obra de            nuestras manos, pues en ti encuentra compasión el huérfano".
            Yo sanaré su infidelidad, los amaré gratuitamente, pues ha            cesado mi ira. Seré            como rocío para Israel; él florecerá como el lirio, y echará            raíces como los            árboles del Líbano. Se extenderán sus ramas, tendrá el            esplendor del olivo, y            como el del Líbano será su perfume.
            El Señor volverá a ser su protector, volverán a cultivar el            trigo, florecerán            como la parra, y serán famosos como el vino del Líbano. Efraín            no tendrá ya            nada que ver con los ídolos. Yo escucho su plegaria y cuido de            él; yo soy como            un ciprés siempre joven, y de mí proceden todos tus frutos.
            ¿Quién es tan sabio como para entender esto? ¿Quién tan            inteligente como para            comprenderlo? Los caminos del Señor son rectos, por ellos            caminan los            inocentes, y en ellos tropiezan los culpables".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo            Responsorial
      Sal 80, 6c-8a.8bc-9.10-11ab.14 y 17
Yo soy tu Dios, escúchame.
Oigo un lenguaje desconocido para mí; yo quité la            carga de sus hombros, y sus manos quedaron libres de peso,            clamaste en la            aflicción y te libré.
            Yo soy tu Dios, escúchame.
Te respondí escondido en la tormenta, te puse a            prueba            junto a las aguas de Meribá. Escucha, pueblo mío, que doy            testimonio contra ti.            ¡Ojalá me escucharas, Israel!
            Yo soy tu Dios, escúchame.
No tendrás un dios extraño, no adorarás a un dios            extranjero. Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la            tierra de Egipto.
            Yo soy tu Dios, escúchame.
¡Ojalá me escuchara mi pueblo y siguiera Israel            mi            camino! Yo alimentaría a Israel con lo mejor del trigo, lo            saciaría con miel            silvestre.
            Yo soy tu Dios, escúchame.
Aclamación            antes del Evangelio
      Honor              y gloria a ti, Señor Jesús. 
            Conviértanse, dice el Señor, porque está cerca el Reino de los            cielos.
            Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
      El              Señor tu Dios es el único Dios: ámalo
†              Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12,              28-34
Gloria              a ti, Señor.
En            aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le            preguntó: 
            "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?" 
            Jesús le respondió: 
            "El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el            único            Señor; amarás al Señor tu Dios 
            con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con            todas tus            fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti            mismo. No hay otro            mandamiento mayor que éstos".
            El escriba replicó: 
            "Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es            único y no            hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con            todo el            entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como            a uno mismo vale            más que todos los holocaustos y sacrificios".
            Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: 
            "No estás lejos del reino de Dios". 
            Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Mira,            Señor, con benevolencia los dones que te presentamos; que te            sean agradables y            se conviertan para nosotros en fuente de salvación. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Los              frutos del ayuno
En            verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación,            darte gracias            siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso            y eterno.
            Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones,            elevas nuestro            espíritu, nos fortaleces y recompensas, por Cristo, Señor            nuestro.
            Por él, 
            los ángeles y arcángeles y todos los coros celestiales            celebran tu gloria,            unidos en común alegría. 
            Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu            alabanza:
Antífona            de la Comunión
      Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo              como a              uno mismo, vale más que todos los sacrificios.
Oración            después de la Comunión
      Señor, que la fuerza de tu Espíritu vigorice todo            nuestro ser, para que podamos obtener plenamente la salvación            cuya prenda hemos            recibido en esta Eucaristía.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 3ª semana. Viernes
EL AMOR DE          DIOS
— El amor infinito de Dios por cada hombre.
— El Señor nos ama siempre. También cuando          le ofendemos, tiene          misericordia de nosotros.
— Nuestra correspondencia. El primer          mandamiento. Amor a Dios en las          incidencias de cada día.
I. En toda la          Sagrada Escritura se habla continuamente del amor de Dios por          nosotros. Nos lo          hace saber de muchas maneras. Nos asegura que, aunque una madre          se olvidara del          hijo de sus entrañas, Él jamás se olvidará de nosotros, pues nos            lleva            escritos en su manopara tenernos siempre a la vista1.
La Primera lectura de la Misa, del libro del          profeta Oseas, es uno de          esos textos que muestran el triunfo emocionante del amor de Dios          sobre las          infidelidades y las conversiones hipócritas de su pueblo. Israel          reconoce al          fin que no le salvarán alianzas humanas, ni dioses fabricados          por sus manos2, ni          holocaustos vacíos, sino el amor, expresado en la fidelidad a la          Alianza. Se          vislumbra entonces una felicidad sin límites. La misma          conversión es obra del          amor de Dios, pues todo nace de Él, que nos ama con largueza. Yo            curaré            sus extravíos –leemos–, los amaré sin que lo merezcan,            mi cólera            se apartará de ellos. Seré rocío para Israel, florecerá como            azucena, arraigará            como el álamo. Brotarán sus vástagos, como el olivo será su            esplendor, su aroma            como el Líbano. Volverán a descansar a su sombra: cultivarán            el trigo,            florecerán como la viña, será su fama como la del vino del            Líbano3.
Jamás podremos imaginar lo que Dios nos ama.          Para salvarnos, cuando          estábamos perdidos, envió a su Unigénito para que, dando su          vida, nos redimiera          del estado en que habíamos caído: tanto amó Dios al mundo que            le dio a            su Hijo Unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca,            sino que tenga            la vida eterna4. Este mismo          amor le mueve a dársenos por entero de un modo habitual,          habitando en nuestra          alma en gracia: Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi            Padre lo            amará, y vendremos a él y en él haremos morada5, y a          comunicarse con nosotros en lo más íntimo de nuestro corazón,          durante estos          ratos de oración y en cualquier momento del día.
«Hasta te serviré, porque vine a servir y            no a ser servido.          Yo soy amigo, y miembro y cabeza, y hermano y hermana, y madre;          todo lo soy, y          solo quiero contigo intimidad. Yo, pobre por ti, mendigo por ti,          crucificado          por ti, sepultado por ti; en el cielo intercedo por ti ante Dios          Padre; y en la          tierra soy legado suyo ante ti. Todo lo eres para Mí, hermano y          coheredero,          amigo y miembro. ¿Qué más quieres?»6. ¿Qué más podemos          desear? Cuando contemplamos al Señor en cada una de las escenas          del Vía            Crucis es fácil que desde el corazón se nos venga a los          labios el          decir: «¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y... no me he          vuelto loco?»7.
II. No            tienes otros iguales, Señor: Grande eres y haces maravillas,            tú eres el único            Dios8. Una de las          mayores maravillas es el amor que nos tiene. Nos ama con amor          personal e          individual, a cada uno en particular. Jamás ha dejado de          amarnos, de ayudarnos,          de protegernos, de comunicarse con nosotros; ni siquiera en los          momentos de          mayor ingratitud por nuestra parte o cuando cometimos los          pecados más graves.          Quizá, en esas tristes circunstancias, ha sido cuando más          atenciones hemos          recibido de Dios, como nos muestra en las parábolas en las que          quiso expresar          de modo singular su misericordia: la oveja perdida es la única          que es llevada a          hombros, la fiesta del padre de familia es para el hijo que          dilapidó la          herencia pero que supo volver arrepentido, la dracma perdida es          cuidadosamente          buscada por su dueña hasta encontrarla...9.
A lo largo de nuestra vida, la atención de          Dios y su amor para cada uno          de nosotros han sido constantes. Ha tenido presentes todas las          circunstancias y          sucesos por los que habíamos de pasar. Está junto a nosotros en          cada situación          y en todo momento: Yo estaré con vosotros siempre hasta la            consumación            del mundo10, hasta el          último instante de nuestra vida.
¡Tantas veces se ha hecho el encontradizo!          En la alegría y en el dolor,          a través de lo que al principio nos pareció una gran desgracia,          en un amigo, en          un compañero de trabajo, en el sacerdote que nos atendía...          «Considerad conmigo          esta maravilla del amor de Dios: el Señor que sale al encuentro,          que espera,          que se coloca a la vera del camino, para que no tengamos más          remedio que verle.          Y nos llama personalmente, hablándonos de nuestras cosas, que          son también las          suyas, moviendo nuestra conciencia a la compunción, abriéndola a          la          generosidad, imprimiendo en nuestras almas la ilusión de ser          fieles, de          podernos llamar sus discípulos»11.
Como muestra de amor nos dejó los          sacramentos, «canales de la          misericordia divina». Entre ellos, por recibirlos con más          frecuencia, le          agradecemos ahora de modo particular la Confesión, donde nos          perdona los          pecados, y la Sagrada Eucaristía, donde quiso quedarse como una          muestra          singularísima de amor por los hombres.
Por amor nos ha dado a su Madre por Madre          nuestra. Como manifestación de          este amor nos ha dado también un Ángel para que nos proteja, nos          aconseje y nos          preste infinidad de favores hasta que llegue el fin de nuestro          paso por la          tierra, donde Él nos espera para darnos el Cielo prometido, una          felicidad sin          límites y sin término. Allí tenemos preparado un lugar.
A Él le decimos, con una de las oraciones de          la Misa de hoy: Señor,            que la acción de tu Espíritu en nosotros penetre íntimamente            nuestro ser, para            que lleguemos un día a la plena posesión de lo que ahora            recibimos en la            Eucaristía12. Y le damos          gracias por tanto Amor, por tanta atención, que no merecemos. Y          procuramos          encendernos en deseos: Amor, con amor se paga. Poéticamente          expresa esta idea          Francisca Javiera del Valle: «Mil vidas si las tuviera daría por          poseerte, y          mil... y mil... más yo diera... por amarte si pudiera... con ese          amor puro y          fuerte con que Tú, siendo quien eres... nos amas continuamente»13.
III. Nos dice          el Evangelio de la Misa: Uno de los letrados se acercó a            Jesús y le            preguntó: ¿Qué mandamiento es el primero de todos?
Respondió Jesús: El            primero es: Escucha, Israel, el            Señor nuestro Dios es el único Señor, y amarás al Señor tu            Dios con todo tu            corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser14. Él espera de          cada hombre una respuesta sin condiciones a su amor por          nosotros.
Nuestro amor a Dios se muestra en las mil          pequeñas incidencias de cada          día: amamos a Dios a través del trabajo bien hecho, de la vida          familiar, de las          relaciones sociales, del descanso... Todo se puede convertir en          obras de amor.          «Mientras realizamos con la mayor perfección posible, dentro de          nuestras          equivocaciones y limitaciones, las tareas propias de nuestra          condición y de          nuestro oficio, el alma ansía escaparse. Se va hacia Dios, como          el hierro          atraído por la fuerza del imán. Se comienza a amar a Jesús, de          forma más          eficaz, con un dulce sobresalto»15.
Cuando correspondemos al amor a Dios los          obstáculos se vencen; y al          contrario, sin amor hasta las más pequeñas dificultades parecen          insuperables.          Todo se hace llevadero si hay unión con el Señor. «Todas estas          cosas, sin          embargo, hállanlas difíciles los que no aman; los que aman, al          revés, eso mismo          les parece liviano. No hay padecimiento, por cruel y desaforado          que sea, que no          lo haga llevadero y casi nulo el amor»16. La alegría          mantenida aun en medio de las dificultades es la señal más clara          de que el amor          de Dios informa todas nuestras acciones, pues –como comenta San          Agustín– «en          aquello que se ama, o no se siente la dificultad o se ama la          misma dificultad          (...). Los trabajos de los que aman nunca son penosos»17.
El amor a Dios ha de ser supremo y absoluto.          Dentro de este amor caben          todos los amores nobles y limpios de la tierra, según la          peculiar vocación          recibida, y cada uno en su orden. «No sería justo decir: "O Dios          o el hombre".          Deben amarse "Dios y el hombre"; a este último, nunca más que a          Dios o contra          Dios o igual que a Dios. En otras palabras: el amor a Dios es          ciertamente          prevalente, pero no exclusivo. La Biblia declara a Jacob santo y          amado por          Dios; lo muestra empleando siete años en conquistar a Raquel          como mujer, y le          parecen pocos años, aquellos años –tanto era su amor por ella–.          Francisco de          Sales comenta estas palabras: "Jacob –escribe– ama a Raquel con          todas sus          fuerzas y con todas sus fuerzas ama a Dios; pero no por ello ama          a Raquel como          a Dios, ni a Dios como a Raquel. Ama a Dios como su Dios sobre          todas las cosas          y más que a sí mismo; ama a Raquel como a su mujer sobre todas          las otras          mujeres y como a sí mismo. Ama a Dios con amor absoluto y          soberanamente sumo, y          a Raquel con su amor marital; un amor no es contrario al otro,          porque el de          Raquel no viola las supremas ventajas del amor de Dios"»18.
El amor a Dios se manifiesta necesariamente          en el amor a los demás. La          señal externa de nuestra unión con Dios es el modo como vivimos          la caridad con          quienes están junto a nosotros. En esto conocerán todos que            sois mis            discípulos...19, nos dejó          dicho el Señor: en la delicadeza en el trato, en el respeto          mutuo, en el pensar          del modo más favorable de los otros, en las pequeñas ayudas en          el hogar o en el          trabajo, en la corrección fraterna amable y oportuna, en la          oración por el más          necesitado...
Pidámosle hoy a la Virgen que nos enseñe a          corresponder al amor de su          Hijo, y que sepamos también amar con obras a sus hijos, nuestros          hermanos.
1 Is 49,          15-17. — 2 Cfr. Os 14,          4. — 3 Primera            lectura. Os 14, 2-10. — 4 Jn 3,          16. —5 Jn 14,          23. — 6 San Juan            Crisóstomo, Homilías            sobre San Mateo, 76. — 7 San            Josemaría Escrivá, Camino,          n. 425. — 8 Antífona            de entrada. Sal 85, 8. 10. — 9 Cfr.Lc 15,          1 ss. — 10 Mt 28,          20. — 11 San            Josemaría Escrivá, Es Cristo            que pasa, 59. —12 Oración            después de la comunión. — 13 Francisca            Javiera del Valle, Decenario            al Espíritu Santo, Rialp, Madrid 1974, 4ª edic., p. 139.          — 14 Mc 12,          28-30. — 15 San            Josemaría Escrivá, Amigos de            Dios, 296. — 16 San Agustín, Sermón            70.          — 17 ídem,De            bono viduitatis, 21, 26.          — 18 Juan Pablo I, Audiencia            general,          27-9-1978. — 19 Jn13,          35.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Beato Enrique Susso
          Religioso
Fue un prodigio de santidad en un          ambiente muy corrompido. Nació en 1296 en Suabia, Alemania. 
A los 15 años          fue admitido como religioso en el convento de los Padres          Dominicos en          Constanza. Su apellido era Von Berg, pero como su padre era          descuidado borrachín          y en cambio la mamá era una santa, el joven tomó el apellido          materno que era          Susso.
En la          comunidad encontró como profesor un místico muy famoso que          influyó en él de          manera inmensa. Era el Padre Eckart, cuyos consejos seguían          muchas personas con          gran entusiasmo. Enrique decía: "El Padre Eckart demuestra tan          gran          sabiduría que parece como si Dios no le hubiera ocultado nada".
Los datos que          vamos a narrar enseguida están extraídos de la "Autobiografía"          del propio          Enrique Susso.
Los primeros          años de religioso no fue muy fervoroso, pero luego un día empezó          a oír          continuamente este mandato: "Renuncie a todo lo que no lo ayude          a          conseguir la santidad". Y se repetía tan frecuentemente este          mandato en su          mente que se propuso empezar una vida espiritual verdaderamente          seria.
El demonio          intentó disuadirlo y desanimarlo con consideraciones de          prudencia humana,          haciéndole ver que esa conversión era demasiado rápida y que no          sería capaz de          perseverar en el bien. El se dedicó a pedir a Dios la sabiduría          celestial. Y          repetía las palabras del libro de la Sabiduría: "Señor, envíame          la          sabiduría que procede de tu trono. Tú sabes que soy muy joven,          sin experiencia          y de pocos años. Pero si Tú me mandas la sabiduría podré          perseverar". Y          pedía al Espíritu Santo el don de Consejo y la virtud de la          prudencia, y así          logro perseverar. En adelante durante toda su vida será un          admirador constante          de la Sabiduría Eterna, y recomendará a sus discípulos el pedir          mucho a Dios el          don de la sabiduría. Y les repetía las palabras del Libro Santo:          "Sabiendo          que no tendría la sabiduría si Dios no me la concedía, me          dediqué a pedirla en          oración, y me fue concedida".
Su amor a la          Virgen María era inmenso y predicaba constantemente su devoción.
Publicó el          libro titulado "Sabiduría Eterna", el cual fue sumamente famoso          y muy          popular por varios siglos.
Al principio          de su conversión, creyó Enrique que debía dedicarse a          mortificaciones muy          fuertes y así lo hizo. Sus ayunos, vigilias, azotes y demás          penitencias          llegaron a causar asombro y casi acaban con su vida. Pero según          cuenta en su          "Autobiografía", una iluminación del cielo le comunicó que en          vez de          estas mortificaciones buscadas por él, debía más bien dedicarse          a aceptar con          buena voluntad los sufrimientos que Dios iba a permitir que le          llegaran. Y fue          entonces cuando empezaron a llegarle penas tremendas.
Los enemigos          del alma trataban de atacarle de mil maneras. Le llegaban los          pensamientos más          impuros y las imaginaciones más indecentes. Y una melancolía o          sentimiento          continuo de tristeza que trataba de desanimarlo del todo. Y          luego las          tentaciones contra la fe. Y como si no bastara todo esto, le          llegó la          convicción de que él estaba destinado a condenarse para siempre.
Afortunadamente          había tenido un buen profesor y se fue en busca del sabio Padre          Eckart y le          contó todo. "El famoso místico me consoló y logró sacarme de          aquel          infierno en el cual estaba viviendo". Y volvió a su alma la paz.          Una vez          más se cumplía lo que dice el Libro de los Proverbios:          "Triunfarán los que          saben pedir consejos". Pero ahora le iba a llegar un tercer          tormento.
Una voz          interior le dijo: "Hasta ahora has sufrido ataques venidos del          interior.          Ahora empezarán los ataques que llegan desde el exterior". Y así          sucedió.          Pronto empezó a experimentar la ingratitud y la pérdida de los          amigos y de la          buena fama. Sus paisanos se dividían en dos clases: los          fervorosos y los          relajados. Los fervorosos querían que se cumpliera exactamente          los deberes de          piedad. Entre ellos estaban Enrique Susso, su profesor Eckart y          el gran          predicador Taulero. Pero los otros eran mayoría y empezaron a          perseguir a          Susso.
Durante 37          años había recorrido campos y ciudades predicando. Había          obtenido curaciones          milagrosas. En pleno sermón vieron su rostro rodeado de          resplandores. Pero          insistía muy fuertemente en que había que dedicarse con toda          seriedad a la          santidad, y esto no agradaba a los relajados. Y entonces se          valieron de la          calumnia.
Se valieron          de un muchacho mentiroso para inventar que él había cometido          sacrilegios. Logró          comprobar que era inocente. Luego inventaron que Enrique había          tratado de          envenenar a una persona. Pronto se supo que eso era mentira. Lo          acusaron de          haber inventado un milagro, pero los mentirosos quedaron al          descubierto. Fueron          tantas las acusaciones que tuvo que huir por un tiempo a          Holanda. Allá lo          acusaron de haber escrito herejías contra la fe. El logró probar          que todo lo          que había escrito estaba de acuerdo con nuestra santa religión.
Luego le          llegó otro sufrimiento: su hermana, que era religiosa, perdió el          fervor y se          retiró de su comunidad. Enrique ofreció por ella una grave          enfermedad que él          tuvo que sufrir, y con este sufrimiento logró que la prófuga          volviera otra vez          al convento donde pasó santamente sus últimos años.
Enrique estaba          dirigiendo espiritualmente a una mujer que lo engañaba          diciéndole que ella se          estaba convirtiendo de su mala vida. Pero cuando el santo          sacerdote se dio          cuenta de que aquella mujer le mentía, se negó a seguirle dando          dirección          espiritual. Entonces ella en venganza inventó el cuento de que          él era el padre          de una criatura que ella tenía. Y algunos hasta creyeron porque          el religioso          demostraba mucha caridad para con el pobre niño. Entonces el          Superior General          de la Comunidad mandó hacer una severa investigación y se supo          que todo eran          cuentos de aquella perversa mujer.
Fue nombrado          Enrique como superior de un convento de Padres Dominicos y aquel          convento          estaba terriblemente endeudado. El nuevo superior en vez de          dedicarse a pedir          limosnas o a conseguir empréstitos lo que hizo fue recomendar a          sus religiosos          que se dedicaran a celebrar con mayor fervor la santa misa y a          rezar con mayor          fe y devoción. Muchos se burlaban de él diciendo que era un          hombre que no ponía          los pies en la tierra y que se imaginaba que con rezos se          pagaban las deudas.          Pero poco después un hombre rico sintió una inspiración interior          de que debía          ayudar a aquel convento y llegó con veinte libras de monedas de          plata y con          esto se pagaron todas las deudas.
Los últimos          años los pasó el Padre Enrique dedicado a dar dirección          espiritual a las          religiosas, especialmente a las dominicas, las cuales lo          consideraban un          verdadero hombre de Dios y un guía espiritual sumamente          acertado.
Le ofrecieron          altos puestos pero una iluminación interior le dijo que si          quería llegar a          altos puestos en la santidad tenía que huir de los cargos que          producen muchos          honores. Y por eso se mantuvo siempre entre los más humildes y          desconocidos          aunque su sabiduría y sus escritos y su santidad lo hacían          resplandecer ante          muchísimas gentes piadosas que lo admiraban fervorosamente.
Murió en          1365, y dicen que su cuerpo permaneció muchos años incorrupto.          Pero después el          templo donde estaba enterrado pasó a poder de los protestantes y          no se volvió a          saber de sus restos.
Tuvo muchas          visiones y se le apareció la Santísima Virgen María a traerle          mensajes          celestiales. En una de sus visiones preguntó qué medios debería          emplear para          alcanzar más fácilmente la santidad y la salvación y le fue          respondido:          "Negarse a sí mismo; no apegarse a las criaturas; recibir todo          lo que          sucede, como venido de la mano de Dios, y ser infinitamente          paciente y amable          con todos, aún con los que son ásperos e injustos en su modo de          tratarlo a          uno".
San Alfonso          de Ligorio al meditar en las mortificaciones y en los          sufrimientos de este          hombre de Dios exclamaba: "Qué pequeños nos sentimos nosotros          ante estos          campeones tan valerosos para sufrir todo por amor de Dios y por          la salvación de          las almas".
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Fuente:          VidasEjemplares.org 
          Juana María de Maillé Viuda, Marzo 28   
              
 Terciaria Franciscana La Beata Juana María de Maillé es un                  ejemplo ideal de mujer noble terciaria. Viuda y virgen                  de un valiente, el barón de Silly.   |           
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Doroteo de            Gaza, Santo Asceta,          Marzo 28   
              
 Asceta Etimológicamente significa " don de Dios".                  Viene de la lengua griega. 
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Fuente:          Vatican.va 
          José Sebastián Pelczar, Santo Obispo, Marzo 28   
              
 Obispo de Przemyśl Fundador de la Congregación de las 
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Guntrano, Santo Laico, 28 de marzo   
              
 Rey de Borgoña y Orleáns. Era nieto de Santa Clotilde. Hermano de los                  reyes Charibert y Sigebert.   |           
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Fuente: ACI          Prensa 
          Esteban Harding, Santo Abad, Marzo 28
              
 Tercer abad de Cîster Martirologio Romano: En el monasterio de Cister, en Borgoña                    (hoy Francia), san Esteban Harding, abad, que junto                    con otros monjes vino de Molesmes y, más tarde, estuvo                    al frente de este célebre cenobio, donde instituyó a                    los hermanos conversos, recibió a san Bernardo con                    treinta compañeros y fundó doce monasterios, que unió                    con el vínculo de la Carta de Caridad, para que no                    hubiese discordia alguna entre ellos, sino que los                    monjes actuasen con unidad de amor, de Regla y con                    costumbres similares (1134).  Nació en Sherborne en Dorsetshire,                  Inglaterra, a mediados del siglo XI; murió el 28 de                  Marzo de 1134.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com,          Catholic.net
Mensajes          anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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