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JMJ
Pax
El mundo te necesita: por cada email nuestro, favor de rezar un          minutito, un Padre nuestro o un Ave María DE CORAZÓN por el          triunfo del Inmaculado Corazón de María. ¡Dios no se deja ganar          en generosidad!
Dice María: "El Santo            Rosario es el arma a la cual le teme el enemigo, es también el            refugio de los que buscan alivio a sus pesares y es la puerta            para entrar en mi corazón" (San Nicolás, 10.04.86)
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En                una entrevista a                "infocatólica", el cardenal y arzobispo de Bolonia, S.E.R                Carlo                Caffarra, aborda en una entrevista para Il Foglio los                temas del orden del día                del Sínodo extraordinario que tendrá lugar en octubre, y                del Sínodo ordinario                del 2015: matrimonio, familia, doctrina de la Humanae                Vitae, penitencia. El                prelado italiano critica las palabras del cardenal Kasper                sobre el acceso a la                comunión de los divorciados vueltos a casar y advierte que                Juan Pablo II indicó                que la potestad papal no puede dar ningún tipo de                legitimidad a una segunda                unión mientras permanezca el vínculo matrimonial, que es                indisoluble. El                cardenal recuerda que tal hecho ni siquiera admite la                discusión entre los                teólogos y la duda entre los fieles.
-                La Familiaris Consortio de Juan                Pablo II se encuentra en medio de un fuego cruzado. Por                una parte se dice que                es el fundamento del Evangelio de la familia, por otra que                es un texto                superado. ¿Cabe pensar en una actualización?
-                Si hablamos de la ideología de                género y del denominado «matrimonio» homosexual, es verdad                que en los años de                la Familiaris Consortio no se hablaba de ello. Pero de                todos los demás                problemas, sobre todo de los divorciados vueltos a casar,                se habló largamente.                De esto soy testigo directo, porque fui uno de los                consultores del Sínodo de                1980. Decir que la Familiaris Consortio ha nacido en un                contexto histórico                completamente distinto del actual no es verdad. Después de                matizar esto, puedo                decir antes que nada que la FC nos ha enseñado un método                con el que se deben                afrontar las cuestiones sobre el matrimonio y la familia.                Usando ese método la                Familiaris Consortio ha llegado a una doctrina que sigue                siendo un punto de                referencia ineludible. ¿Cuál                  es el                  método? Cuando preguntan a Jesús en qué condiciones era                  lícito el divorcio no                  se discutía en ese momento sobre la licitud como tal;                  Jesús no entra en la                  problemática casuística de la que nacía la pregunta,                  sino que indica en qué                  dirección se debía mirar para entender qué es el                  matrimonio y en consecuencia                  cuál es la verdad de la indisolubilidad matrimonial. Fue                  como si Jesús hubiera                  dicho: «Mirad que debéis salir de esta lógica casuística                  y mirar en otra                  dirección: la del «Principio». Es decir: debéis mirar                  allá donde el hombre y la                  mujer vienen a la existencia, en la verdad plena de su                  ser hombre y mujer                  llamados a ser una sola carne. (…)
- ¿Cuál es el                significado más profundo y actual de la Familiaris                Consortio?
-                «Por tener ojos capaces de                conservar la luz del Principio», la Familiaris Consortio                afirma que la Iglesia                tiene un «sentido sobrenatural de la fe» que no consiste                única o necesariamente                en el consenso de los fieles. «La                  Iglesia, siguiendo a Cristo, busca la verdad que no                  siempre coincide con la                  opinión de la mayoría. Escucha a la conciencia y no al                  poder, en lo cual                  defiende a los pobres y despreciados. La Iglesia                puede recurrir también                a la investigación sociológica y estadística, cuando se                revele útil para captar                el contexto histórico dentro del cual la acción pastoral                debe desarrollarse y                para conocer mejor la verdad; no obstante tal                investigación por sí sola no debe                considerarse, sin más, expresión del sentido de la fe» (FC                5). He hablado de                «verdad del matrimonio». Querría precisar que esta                expresión no indica una                norma ideal del matrimonio. Indica lo que Dios con su acto                creador ha inscrito                en la persona del hombre y de la mujer. Cristo dice que                antes de considerar los                casos, conviene saber de qué cosa estamos hablando. No estamos hablando de una                  norma, que admita o no                  excepciones, de un ideal hacia el cual haya que ir.                  Estamos hablando de qué es                  el matrimonio y qué es la familia. (…) La Exhortación                  describe el sentido más                  profundo de la indisolubilidad matrimonial (FC 20). La Familiaris Consortio                  representa un desarrollo                  doctrinal grandioso, hecho posible también gracias al                  ciclo de catequesis de                  Juan Pablo II sobre el amor humano (…), dirigiendo su                  atención a las raíces                  profundas. (…) Y no ha ignorado los problemas concretos.                  Ha hablado también del                  divorcio, de las parejas de hecho, del problema de la                  admisión a la Eucaristía                  de los divorciados vueltos a casar. Por tanto la imagen                  de una Familiaris                  Consortio que pertenece al pasado, que no tiene nada que                  decir en el presente,                  o es una caricatura o es lo que consideran personas que                  no la han leído.
Se puede leer                  online o descargar pdf:
o Word:
Un resumen                  del magisterio de Juan Pablo II sobre la teología del                  cuerpo:
- Muchas conferencias                episcopales han destacado que las respuestas a los                cuestionarios en preparación                de los dos próximos Sínodos muestran que la doctrina de la                Humanae Vitae ya                sólo crea confusión. ¿Es así, o ha sido un texto                profético?
-                El 28 de junio de 1978, algo más                de un mes antes de morir, Pablo                  VI decía:                  «Por la Humanae Vitae, daréis gracias a Dios y a                mí». Después de 46                años, veamos sintéticamente qué ha sucedido a la                institución matrimonial y nos                daremos cuenta de cómo aquel                  documento                  fue profético. Negando                  la conexión                  inseparable entre la sexualidad conyugal y la                  procreación, es decir negando la enseñanza                  de la Humanae Vitae, se ha abierto el camino a la                  recíproca desconexión entre                  la procreación y la sexualidad conyugal: «from sex                  without babies to babies                  without sex» (NdR «del sexo sin niños al niños sin                  sexo»). Se ha ido                  oscureciendo progresivamente que el fundamento de la                  procreación humana está en                  el amor conyugal, y se ha construido gradualmente la                  ideología de que                  cualquiera puede tener un hijo, el hombre o la mujer                  solteros, los                  homosexuales, incluso mediante la «maternidad subrogada.                  Se ha pasado por tanto                  de la idea del hijo esperado como un don al hijo                  programado como un derecho: se                  dice que existe el derecho a tener un hijo. (...) Esto                  es increíble. Yo tengo                  el derecho a tener cosas, no personas. Se ha ido                progresivamente                construyendo un código simbólico, ético y jurídico, que                relega la familia y el                matrimonio a la pura afectividad privada, sin importar sus                efectos en la vida                social.
La                pregunta que hay que                hacerse no es si la                  Humanae Vitae es                  aplicable hoy o hasta qué punto es aplicable o si solo                  crea confusión. La                  pregunta qué conviene hacerse es ¿la Humanae Vitae dice                  la verdad sobre el bien                  propio de la relación conyugal? ¿Dice la verdad acerca                  del bien que está                  presente en la unión de las personas de los dos cónyuges                  en el acto sexual? En                  efecto, la esencia de las proposiciones normativas de la                  moral y del derecho se                  encuentra en la verdad del bien que en ellas es                  objetivada. Si                  no se razona con esta perspectiva, se cae en la                  casuística de los fariseos. Y ya                  no se vuelve a salir, porque se entra en un callejón al                  final del cual se                  encuentra la obligación de elegir entre la norma moral y                  la persona. Si se                  salva una, no se salva la otra. La pregunta del pastor                  es por tanto la siguiente:                  ¿cómo puedo orientar a los cónyuges para que vivan su                  amor conyugal en la                  verdad? El problema no es verificar si se                encuentran en una situación                que les exime de una norma, sino cuál es el bien de la                relación conyugal. Cuál                es su verdad íntima. Me sorprende que alguno diga que la                Humanae Vitae crea                confusión. ¿Qué quiere decir? ¿Conocen la fundamentación                que ha hecho Juan                Pablo II de la Humanae Vitae?
Añado                una consideración. Me                maravilla profundamente el hecho de que, en                  este debate, ni siquiera eminentísimos cardenales tengan                  en cuenta las 134                  catequesis sobre el amor humano. Nunca un Papa había                  hablado tanto de esto. Ese                  magisterio es ignorado, como si no existiese.                ¿Crea confusión? Quien                afirma esto ¿está al corriente de cuánto                  se ha hecho en el plano científico sobre la regulación                  natural de la concepción?                ¿Está al corriente de innumerables parejas que en el mundo                viven con alegría la                verdad de la Humanae Vitae?
-                El Cardenal Kasper subraya                también que hay grandes expectativas en la iglesia                respecto al Sínodo y que se                corre el riesgo de «una pésima desilusión» si aquellas                fueran desatendidas. ¿Es                un riesgo real, a su juicio?
No                soy profeta ni soy hijo de                profetas. Ocurre algo admirable. Cuando el pastor no                predica opiniones suyas o                del mundo, sino el Evangelio del matrimonio, sus palabras                golpean los oídos de                los que escuchan, pero en su corazón entra en acción el                Espíritu Santo                abriéndolo a las palabras del pastor. Me pregunto además                de qué expectativas                estamos hablando. Una gran cadena de televisión de Estados                Unidos ha realizado                una encuesta en comunidades católicas por todo el mundo,                que refleja una                realidad muy diferente de las respuestas al cuestionario                registradas en                Alemania, Suiza y Austria. Un solo ejemplo. El                  75 por ciento en la mayoría de los países africanos es                  contrario a la admisión                  a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar.                Repito de nuevo: ¿de                qué expectativas estamos hablando? ¿De las del occidente?                ¿Es entonces                occidente el paradigma fundamental sobre el que la Iglesia                debe evangelizar?                ¿Así estamos todavía? Vayamos                  y                  escuchemos también un poco a los pobres. Me quedo                muy perplejo y                pensativo cuando se dice que si no se avanza en una cierta                dirección sería                mejor no haber convocado el Sínodo. ¿En qué dirección? ¿La                dirección que, según                se dice, han indicado las comunidades de centroeuropa? ¿Y                por qué no en la                dirección indicada por las comunidades africanas?
-                El Cardenal Müller ha dicho                que es terrible que los                  católicos no                  conozcan la doctrina de la Iglesia y que esta carencia                  no puede justificar la                  exigencia de adecuar la enseñanza católica al espíritu                  de nuestro tiempo.                ¿Se echa en falta una pastoral familiar?
Ha                faltado esa pastoral. Es                  una gravísima responsabilidad de nosotros los                  pastores reducir todo a los cursos prematrimoniales. ¿Y                  la educación de la                  afectividad de los adolescentes, de los jóvenes? ¿Qué                  pastor de almas habla hoy                  de castidad? Un silencio casi total, desde hace años,                por lo que yo                conozco. Fijémonos en el acompañamiento de las parejas                jóvenes: preguntémonos                si hemos anunciado de verdad el Evangelio del matrimonio,                si lo hemos anunciado                como pidió Jesús. Y además, ¿por qué no nos preguntamos por qué los jóvenes ya no se                  casan? No                siempre es por razones económicas, como se suele decir.                Hablo de la situación en                Occidente. Si se hace una comparación con los jóvenes que                se casaban hasta hace                treinta años, las dificultades que tenían no eran menores                de las de hoy. Pero                aquellos construían un proyecto, tenían una esperanza. Hoy                tienen miedo y el                futuro da miedo; pero si                  hay una decisión                  que exige esperanza en el futuro, es la decisión de                  casarse. Estas son                las preguntas fundamentales, hoy. Tengo la impresión de                que si Cristo se                  presentase de pronto en una reunión de                  sacerdotes, obispos y cardenales que discuten sobre                  todos los graves problemas                  del matrimonio y la familia, y le preguntaran como                  hicieron los fariseos:                  «Maestro, ¿pero el matrimonio es disoluble o                  indisoluble? ¿O en algunos casos,                  después de una debida penitencia...?». ¿Qué respondería                  Jesús? Pienso que la                  misma respuesta que dio a los fariseos: «Mirad al                  «Principio».
El                hecho es que ahora se                  quieren curar los síntomas sin afrontar                  seriamente la enfermedad. El Sínodo, por tanto,                no podrá evitar tomar                posición frente a este dilema: la forma                  en que se está modificando la morfología del matrimonio                y de la familia                es positivo para la persona, para sus relaciones y para la                sociedad, o más                bien lleva a la                  decadencia de la persona,                  de sus relaciones, lo que puede tener efectos                  devastadores sobre toda una                  civilización? El Sínodo no puede evitar esta                pregunta.
-                Se habla de la posibilidad de                readmitir a la Eucaristía a los divorciados vueltos a                casar. Una de las                  soluciones propuestas por el Cardenal                  Kasper toma en consideración un período de penitencia                  que lleve al pleno                  acercamiento. ¿Es una necesidad ya ineludible o es una                  adecuación de la                  enseñanza cristiana según las circunstancias?
Quien                hace esa hipótesis, al menos                hasta ahora no ha respondido a una pregunta muy sencilla: ¿qué pasa con el primer                  matrimonio rato y consumado?                  Si la Iglesia admite a la Eucaristía, debe dar en                  cualquier caso un juicio de                  legitimidad de la segunda unión. Es lógico. Pero los                  Papas siempre han enseñado                  que la potestad del Papa no alcanza a esto: sobre el                  matrimonio rato y consumado                  el Papa no tiene ningún poder. La solución que se ha                  propuesto lleva a pensar                  que permanece el primer matrimonio, pero hay también una                  segunda forma de                  convivencia que la Iglesia legitima. En consecuencia,                  hay un ejercicio de la                  sexualidad humana extraconyugal que la Iglesia considera                  legítimo. Pero con                  esto se niega la columna que sostiene la doctrina de la                  Iglesia sobre la                  sexualidad. Y entonces uno podría preguntarse: ¿y por                  qué no se aprueban las                  uniones de hecho? ¿Y por qué no las relaciones entre                  homosexuales? La pregunta                  de fondo es por tanto sencilla: ¿qué pasa con el primer                  matrimonio? Pero                nadie responde. Juan Pablo II decía en el año 2000 en una                alocución a la Rota                que «se deduce claramente que el Magisterio de la Iglesia                enseña la no                extensión de la potestad del Romano Pontífice a los                matrimonios sacramentales                ratos y consumados como doctrina que se ha de considerar                definitiva, aunque no                haya sido declarada de forma solemne mediante un acto de                definición». La                fórmula es técnica, «doctrina                  que se ha                  de considerar definitiva» y quiere decir que sobre esto                  no se admite la                  discusión entre los teólogos y la duda entre los fieles.
- Entonces, ¿no es una                cuestión sólo de praxis, sino también de doctrina?
Sí,                en esto se toca la doctrina.                Inevitablemente. Se puede decir que no se hace, pero se                hace. Y no sólo eso. Se                introduce una costumbre que con el tiempo asienta esta                idea en el pueblo, no                solo cristiano: no existe ningún matrimonio absolutamente                indisoluble. Y esto                ciertamente va contra la voluntad del Señor. No hay                ninguna duda sobre esto.
-                ¿Pero no existe el riesgo de                considerar el sacramento solo como una especie de barrera                disciplinar y no como                un medio de curación?
Es                verdad que la gracia del                sacramento también sana, pero conviene ver en qué sentido.                La gracia del                matrimonio sana porque libra al hombre y a la mujer de su                incapacidad de amarse                para siempre con toda la plenitud de su ser. Esta es la                medicina del                matrimonio: la capacidad de amarse para siempre. (...). La indisolubilidad                  matrimonial es un don que hace                  Cristo al hombre y a la mujer que se casan en Él. Es un                  don, no es ante todo                  una norma que viene impuesta. No es un ideal al                que deben intentar                llegar. Es un don y Dios                  no se arrepiente                  nunca de sus dones. Por eso Jesús, respondiendo a                los fariseos, basa su                respuesta revolucionaria en un acto divino: «Lo que Dios                ha unido», dice Jesús.                Es Dios quien une, de lo contrario el carácter definitivo                sería solo un deseo                que es natural pero imposible de hacerse realidad. Dios                mismo lo cumple. El                  hombre puede también decidir no usar esta                  capacidad de amar definitivamente y totalmente.                (...) El matrimonio, el                  sacramento del matrimonio produce                  inmediatamente un vínculo que ya no depende de la                  voluntad de los cónyuges,                  porque es un don que Dios les ha hecho. Estas                cosas hoy no se dicen a                los jóvenes que se casan. Y luego nos asombramos de que                suceda lo que sucede.
- Se ha iniciado un                debate apasionado sobre el sentido de la misericordia.                ¿Qué valor tiene esta                palabra?
Tomemos                la página de Jesús y la                  adúltera. Para la mujer descubierta en                  adulterio, la ley de Moisés era clara: debía ser                  lapidada. Los fariseos en                  efecto preguntan a Jesús qué piensa sobre esto (...). Si                  hubiera dicho                  «lapidadla», enseguida habrían afirmado «ya veis,                  predica la misericordia, come                  con los pecadores, y a la hora de la verdad también dice                  que hay que                  lapidarla». Si hubiera respondido «no debéis lapidarla»,                  habrían dicho «a esto                  lleva la misericordia, a destruir la ley y todos los                  vínculos jurídicos y                  morales». Esta es la típica perspectiva de la moral                  casuística, que te lleva                  inevitablemente a un callejón al final del cual está el                  dilema entre la persona                  y la ley. Los fariseos querían llevar al Señor a ese                  callejón. Pero Él sale                  totalmente de esa perspectiva, y dice que el adulterio                  es una gran mal que                  destruye la verdad de la persona humana que traiciona. Y                  precisamente porque es                  un gran mal, Jesús, para quitarlo, no destruye a la                  persona que lo ha cometido,                  sino que la cura de este mal y le recomienda que no                  vuelva a caer en él.                  «Tampoco yo te condeno, vete y no peques más».                Esta es la misericordia                de la que solo el Señor es capaz. Esta es                  la misericordia que la Iglesia anuncia desde siempre. La                  Iglesia debe decir qué                  es lo que está mal. Ha recibido de Jesús el poder de                  curar, pero en las mismas                  condiciones. Es verdad que el perdón siempre es posible:                  lo es para el asesino,                  lo es también para el adúltero. Era una dificultad que                  planteaban los fieles a                  San Agustín: se perdona el homicidio, pero la víctima no                  resucita. ¿Por qué no                  perdonar el divorcio, este estado de vida, el nuevo                  matrimonio, cuando ya no es                  posible que el primero «reviva»? Pero es algo                  completamente diferente. En el                  homicidio se perdona a una persona que ha odiado a otra                  hasta matarla                  físicamente, y se pide el arrepentimiento de esto. (...)                  En el caso del                  divorciado vuelto a casar, la Iglesia dice: «este es el                  mal, el rechazo del don                  de Dios, la voluntad de despreciar el vínculo puesto por                  el mismo Señor».
La Iglesia                perdona, pero con la condición de que haya                arrepentimiento. Pero el                arrepentimiento significa volver al primer matrimonio. No                es serio decir: estoy                arrepentido pero permanezco en la misma situación que                constituye la ruptura del                vínculo de la cual me arrepiento. A menudo –se dice- no es posible. Hay                muchas circunstancias, es                cierto, pero en esas condiciones la persona está en un                estado de vida                objetivamente contrario al don de Dios.. La Familiaris                Consortio lo dice                explícitamente su estado                  y situación de                  vida contradicen objetivamente la unión de amor entre                  Cristo y la Iglesia,                  significada y actualizada en la Eucaristía» (FC 84).                La misericordia de                la Iglesia es la de Jesús, la que dice que ha sido                desfigurada la dignidad del                esposo, el rechazo del don de Dios. La misericordia no                dice: «Paciencia,                intentemos poner remedio como podamos». Esta es la                tolerancia, esencialmente                diversa de la misericordia. La tolerancia deja las cosas                como están por razones                superiores. La misericordia es el poder de Dios, que saca                del estado de                injusticia.(…)
-                Uno de los temas más citados por                quien desea una apertura de la Iglesia a las personas que                se encuentran en                situaciones irregulares es decir que la fe es una, pero                los modos para                aplicarla a las circunstancias particulares se deben                amoldar a los tiempos, como                ha hecho siempre la Iglesia. ¿Qué piensa usted?
¿Puede                limitarse la Iglesia a ir                allí donde la lleven los procesos históricos como si                fueran derivaciones                naturales? ¿En esto consiste anunciar el Evangelio? Yo no                lo creo, porque en                ese caso me pregunto como se hará para salvar al hombre.                Le cuento un                episodio. Una esposa                  todavía joven,                  abandonada por su marido, me dice que vive la castidad                  pero le cuesta un                  esfuerzo terrible. Porque, dice, «no soy una monja, sino                  una mujer normal».                  Pero me dice que no podría vivir sin la Eucaristía. Y                  por eso también el peso                  de la castidad es ligero, porque piensa en la                  Eucaristía. Otro caso. Una señora                  con cuatro hijos ha sido abandonada por su marido                  después de veinte años de                  matrimonio. La señora me dice que en aquel momento ha                  entendido que debía amar                  a su marido en la cruz, «como Jesús ha hecho conmigo».                  ¿Por qué no se habla de                  estas maravillas de la gracia de Dios? ¿Estas dos                  mujeres no se han amoldado a                  los tiempos? Ciertamente no se han amoldado a los                  tiempos. Le aseguro que me                  causa una gran pena comprobar el silencio, en estas                  semanas de discusión, sobre                  la grandeza de las esposas y esposos que, abandonados,                  permanecen fieles. (...)
Cuántos                párrocos y obispos podrían                contar episodios de fidelidad heroica. Después de un par                de años de estar aquí                en Bolonia, quise reunir a los divorciados vueltos a                casar. Eran más de                trescientas parejas. Hemos estado juntos toda una tarde de                domingo. Al                final, más de uno me dijo                  que había                  entendido que la Iglesia es verdaderamente madre cuando                  impide recibir la                  eucaristía. No pudiendo recibir la eucaristía,                  comprenden qué grande es el                  matrimonio cristiano, y que hermoso es el Evangelio del                  matrimonio.
-                Cada vez con más frecuencia se                habla de la relación entre el confesor y el penitente, así                como de una posible                solución para el sufrimiento de quien ha visto fracasar el                propio proyecto de                vida. ¿Qué piensa sobre esto?
La                tradición de la Iglesia ha                distinguido siempre –distinguido, no separado– su tarea                magisterial del                ministerio del confesor. Usando una imagen, podríamos                decir que ha distinguido                siempre el púlpito del confesionario. Una distinción que                no significa doblez,                sino que la Iglesia en el púlpito, cuando habla del                matrimonio, da testimonio                de una verdad que no es ante todo una norma o un ideal. En                ese momento                interviene con amor el confesor, que dice al penitente:                «Lo que has escuchado                en el púlpito, es tu verdad, que tiene que ver con tu                libertad, herida y                frágil». El confesor conduce al penitente en camino hacia                la plenitud de su                bien. (...) El drama del hombre no radica en pasar de lo                universal a lo                singular. Radica en la relación entre la verdad de su                persona y su libertad. Este                  es el núcleo del drama del hombre, porque yo                  con mi libertad puedo negar lo que acabo de afirmar con                  la razón. Veo el bien y                  lo apruebo, y luego hago el mal. Este es el drama. El                  confesor se sitúa dentro                  de este drama, no en el mecanismo universal-particular.                  Si lo hiciese                  inevitablemente caería en la hipocresía y diría: «de                  acuerdo, esta es la ley                  universal, pero como tu te encuentras en estas                  circunstancias, no estás                  obligado». (…) Hipócritamente, el confesor habría                  promulgado otra ley, al lado                  de la predicada en el púlpito. ¡Esto es hipocresía! Qué                  daño se causa si el                  confesor no recordase ya a la persona que se encuentra                  ante él que estamos en                  camino. Se correría el riesgo, en nombre del Evangelio                  de la misericordia, de                  hacer vano el Evangelio de la misericordia. (...) Al                  final el hombre podría                  convencerse de que no está enfermo, y que entonces no                  tiene necesidad de                  Jesucristo. Uno de mis maestros, gran profesor de                  derecho canónico, decía que                  cuando se entra en el confesionario no hay que seguir la                  doctrina de los                  teólogos, sino el ejemplo de los santos.
Lo que                faltó tratar:
¿Qué se puede                esperar del sínodo?
1. Pastoral familiar
ü  Adolescentes
ü  Relaciones que no llegan al noviazgo
ü  Noviazgos
ü  Jóvenes sin pareja
ü  Adultos sin pareja
ü  Matrimonios jóvenes
ü  Matrimonios
ü  Abuelos (para que asuman un mayor
rol pastoral en su familia)
ü  Noviazgos y matrimonios mixtos
(diferentes religiones o ausencia de ella)
¿Por qué
los novios, los testigos, los familiares, amigos, sacerdote, obispo y la
Iglesia permiten que se casen personas no aptas para ello y no ponen TODOS los
medios para evitarlo? ¡Porque falta caridad y falla la pastoral familiar!
 “Prevenir es curar”. Este principio de la
medicina también se aplica a la enfermedad mortal de la familia: el pecado
mortal, por ejemplo
·        
Vicios
graves (borrachera, droga, pornografía, masturbación)
·        
Infidelidad
(incluso imaginación o deseo de otra persona)
·        
Negación
del débito conyugal sin causa grave
·        
Planificación
familiar natural (cerrarse a la vida) sin causa grave
·        
Anticoncepción,
aún con causa grave
·        
Violencia
y abuso físico o verbal
·        
Discutir
sin caridad frente a los hijos, causándoles graves daños
·        
Deseo
separación parcial o total sin causa grave
·        
Odio,
deseo de venganza, deseo que muera el otro
·        
Maltrato
o abandono de los padres carnales o políticos
·        
No
confesarse y comulgar al menos una vez al año
·        
No
ir a Misas de precepto
·        
No
llevar a los niños en uso de razón a Misa de precepto o negarles o postergar
los sacramentos
Estos son
ejemplos objetivos (subjetivamente sólo Dios y la persona saben si hay
atenuantes como la ignorancia invencible).
El pecado
mortal mata la familia. Mata el amor… al Amor. Dios es Amor, fuente de todo
verdadero amor. Mata a Jesús, que paga supra-temporalmente en la Cruz cada uno
de nuestros pecados. 
Hasta que
no hay arrepentimiento y confesión sacramental, mata a) la gracia de estado que
une a los cónyuges y b) la gracia santificante que une a la persona con toda la
familia, incluyendo los hijos. Viviendo en pecado la familia está en una
situación vulnerable mucho peor que una familia según ley natural, que de haber
conocido el Evangelio, no lo hubiera rechazado.
Imagina que
te preguntan:
- Te invito
a nuestra fiesta. Comeremos, beberemos, bailaremos, reiremos…
Respondes:
- ¡Qué
bueno! pero perdón por mi ignorancia ¿qué festejaremos tan alegremente?
Contesta:
- Mi pareja
y yo hemos decidido vivir juntos y asesinar a Jesús cada día que estemos sin matrimonio
sacramental, clavándole en la Cruz con cada acto sexual, y cuando nos alcance
la Justicia, y nos den cadena perpetua, no nos importa padecer el infierno de
la cárcel… ¿vienes a la fiesta? Nos entristecería mucho que no lo hicieras
porque darías testimonio público que no quieres nuestro bien.
¿Por qué
hay Católicos que asisten a ceremonias de matrimonio civil donde uno de los
"novios" es "divorciado"? ¿Qué festejan? ¿la infidelidad a
un matrimonio Católico rato y consumado? ¿la posibilidad de que esas personas
se auto-condenen al infierno eterno si no se arrepienten?
Asistir es
dar testimonio público de que uno está de acuerdo. Una persona que les quiere
de veras, ofrecería oraciones y mortificaciones por ellos, les corregiría
fraternalmente mostrándoles que estarían arruinando sus vidas terrenas y
eternas, y muy posiblemente las de sus hijos, nietos y bisnietos. Si no cambian
de opinión, al menos el boycott servirá para que reflexionen, tanto ellos como
los demás, muchos de los cuales calumniarán al boicotero porque justamente
muestra lo que ellos son incapaces de hacer debido a su tibieza o maldad.
¿Por qué no
se corrige fraternalmente e incluso sanciona a quien es cómplice de estas
familias basadas en un simulacro de sacramento? ¿es que nadie piensa en los
hijos de esos matrimonios que fracasarán? Ojos que no ven, corazón que no
siente.
¿Cómo es
posible que un Sacerdote bendiga un concubinato entre bautizados o divorciados?
¿acaso esto no lleva a una terrible confusión sobre lo que es el sacramento del
matrimonio? No se puede bendecir la obra de Satanás.
2. Control de nulidad
No se
controla lo que no se mide. Por ejemplo, el obispo podría contar con la tasa de
matrimonios nulos y fallidos por Sacerdote como una forma de ver de cómo están
preparándose (charlas, convivencias, cursos, retiros separados) y controlándose
los noviazgos (control de nulidad antes del matrimonio).
Tal vez sería
bueno un control formal para prevenir defectos de formación y matrimonios nulos.
Por ejemplo este test (se agradecen correcciones y sugerencias):
3. Separación
Sería bueno
establecer mecanismos para prevenir o mitigar las separaciones:
ü  Formación para matrimonios (por
ejemplo, cuando algún hijos tome algún sacramento)
Aclarando que “separación” no sólo es el
abandono permanente del hogar sino también podría incluir varios grados:
o  
el
uso de abortivos (lo son todos los anticonceptivos no barrera) que fuerce a la
pareja a la abstinencia total
o  
la
negación del débito conyugal sin causa grave (separación de cuerpos)
o  
un
ultimátum para dejar el hogar por un plazo, aún si fuese un fin de semana
o  
la
búsqueda innecesaria de trabajo en otra ciudad, dejando la familia
o  
la
negación a mudarse a la ciudad donde trabaja el marido, etc.
ü  Consultorio familiar y mediación en
conflictos (incluso por Skype, G+, chat, etc.)
ü  Obligatoriedad de la aprobación
expresa y formal del obispo para poder separarse (a fin de saber si realmente
hay causa grave objetiva que lo amerite). En casos urgentes, por ejemplo de
violencia, se podría establecer un hotline y protocolo de urgencias.
4. Matrimonios nulos
El papa
Francisco, en el vuelo de retorno desde la JMJ de Río, recordó que su
predecesor en Buenos Aires, el cardenal Quarracino, decía: "Para mí la
mitad de los matrimonios son nulos, porque se casan sin tener la madurez
suficiente, sin darse cuenta que es para toda la vida, porque lo hacen por
conveniencia social".
Si los
matrimonios nulos son tan numerosos, ¿cómo podrán los tribunales diocesanos
examinarlos a todos, determinando jurídicamente su invalidez?
El Papa Francisco
ha permitido ad experimentum al
tribunal de la Rota Romana dictar sentencia definitiva sobre la nulidad de los
matrimonios en una única instancia en vez de dos como está prescrito en el
Derecho Canónico, lo cual reduce los plazos.
Por eso, se
espera un procedimiento para la declaración de nulidad más fácil de probar, más
veloz (aprovechando internet), más descentralizado y más económico.
Quienes más
necesitan y más dificultad tienen en acceder al tribunal son los más pobres y
alejados de los grandes centros urbanos. Es ilógico pretender que un obrero que
trabaja de sol a sol (incluso 2 trabajos), siquiera tenga la libertad de pedir
al jefe media jornada o jornada completa para viajar horas hasta el tribunal.
Se debiera descentralizar para que el párroco/parroquia haga parte del
procedimiento y prever oficiales o tribunales móviles que atiendan en cada parroquia
al menos una vez al mes. Se debería aprovechar esas visitas para hacer campañas
de oración y que los fieles expliquen sobre causales de nulidad y acerquen a los
que están en nueva unión.
También se
podría tener en cuenta vías excepcionales para casos excepcionales (excepciones
que confirman la regla): Ratzinger afirma que bajo San León Magno, buscaron
soluciones «pastorales» para raros casos límite.
5. Divorciados
¿Es cierto
que todos los divorciados que vivan solos pueden comulgar?
No, ya que
aún pueden estar en pecado grave, por ejemplo, al haber abandonado al cónyuge
sin causa grave o al desear a otra.
1 Corintios 7
10  En cuanto a los
casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido,
Mateo 5
31  «También se dijo: El
que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.
32  Pues yo os digo: Todo
el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser
adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.
28  Pues yo os digo: Todo
el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
29  Si, pues, tu ojo
derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que
se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la
gehenna.
Familiaris
Consortio #84:
“La
reconciliación en el sacramento de la penitencia -que les abriría el camino al
sacramento eucarístico- puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber
violado el signo de la alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente
dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del
matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer,
por motivos serios -como por ejemplo, la educación de los hijos-, no pueden
cumplir la obligación de la separación, "asumen el compromiso de vivir en
plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos”
6. Divorciados en nueva unión
No pueden comulgar quienes deseen o mantengan relaciones
matrimoniales fuera de su matrimonio sacramental, que no se hayan confesado con
propósito de enmienda y evitar ocasión de pecado. Ejemplos:
§  Un divorciado en nueva unión, porque
no puede abandonar a su nueva pareja (por estar grave y sin nadie que la
asista) o a hijos pequeños de la nueva unión, puede mantener la convivencia
sólo hasta que se solucione la causa excepcional, y podría comulgar siempre que
se haya confesado con propósito de abandonar la convivencia en cuanto sea
posible y de convivir como hermanos, y siempre que no tenga deseos de
relaciones sexuales con la que no es su mujer sacramental ya que es un pecado
grave.
§  Un divorciado en nueva unión cuya
esposa sacramental haya fallecido, no puede comulgar sin arrepentirse y confesarse
de su nueva unión y sin evitar las relaciones sexuales y la convivencia, hasta
que contraigan matrimonio sacramental.
§  Un divorciado en nueva unión cuya
nueva pareja fallece, no puede comulgar sin haberse arrepentido de dicha unión
y de proponerse no contraer una nueva.
Quien
mantenga la convivencia debe dejar muy en claro a su pareja de que lo hace con
autorización expresa del confesor y sólo mientras subsistan las razones graves
para mantenerla: no sea que la pareja muera sin arrepentirse también, porque a
fin de cuentas el otro comulgaba mientras avalaba esa unión.
¿Nuevas vías para acceder a la comunión?
Familiaris
Consortio #84 dice:
“hay
diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer
matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa
grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los
que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a
veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente
matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido válido”
En 1998 Ratzinger
escribió (por algo está citado en el sitio oficial del Vaticano):
1. Problemas procesales
“No se excluye, ciertamente, que en los procesos
matrimoniales sobrevengan errores. En algunas partes de la Iglesia no existen
todavía tribunales eclesiásticos que funcionen bien. Otras veces los procesos
se alargan excesivamente. En algunos casos se dictan sentencias problemáticas.
No parece que se excluya, en principio, la aplicación de la epikeia en el «fuero interno». La Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 1994 alude a este punto,
cuando dice que con las nuevas vías canónicas debería excluirse, «en la medida
de lo posible», toda divergencia entre la verdad verificable en el proceso y la
verdad objetiva (cf. Carta, n. 9). Muchos teólogos
opinan que los fieles deban de atenerse, también en el «fuero interno», a los
juicios del tribunal eclesiástico, aún cuando les parezcan falsos. Otros
sostienen que en el «fuero interno» cabe pensar en excepciones, porque en el
ordenamiento jurídico no se trata de normas de derecho divino, sino
eclesiástico. Este asunto exige más estudios y clarificaciones. A fin de evitar
arbitrariedades y proteger el carácter público del matrimonio —sustrayéndolo al
juicio subjetivo— deberían dilucidarse de modo muy preciso las condiciones para
dar por cierta una «excepción».”
Cabe
esperar novedades en este aspecto.
2. Nulidad por falta de fe
Recientes
estudios plantean la cuestión de si los cristianos no creyentes —bautizados qué
nunca han creído o que ya no creen en Dios— pueden verdaderamente contraer
matrimonio sacramental. En otras palabras, debería aclararse si todo matrimonio
entre bautizados es «ipso facto» sacramental. De hecho, el Código mismo
indica que sólo el contrato matrimonial «válido» entre bautizados es a la vez
Sacramento (Cfr. CIC, can. 1055§ 2). A la esencia del Sacramento
pertenece la fe; queda por aclarar la cuestión jurídica acerca de qué evidencia
de «no-fe» implica que no se realice un Sacramento[4].
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Escucha el testimonio impresionante de Marino Restrepo, secuestrado por las FARC y liberado por un Niño:
Invitación
Míralo y dile: 
"Jesús en Ti confío"
"Jesús en Ti confío"
"Jesús en Ti confío"
Jesús prometió misericordia a quien rece          esto ante esta imagen y prometió obrar milagros por esta imagen,          ¡difúndela y llénate de bendiciones!
No tengas vergüenza:
Marcos 9, 38          "Porque quien se          avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y          pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando          venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles." Ver          también Mt 10,33; Lc 12,9; 2 Tm 2, 12
Coloca esta invitación en todos sus          emails. 
En el email de tu empleador puedes poner          algo así: "A continuación,  sigue la firma personalizada de          quien le responde: no tiene relación con la empresa."
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