JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 5-42
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era cerca de mediodía.
Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dijo:
"Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida).
La samaritana
le contestó:
"¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?"
(porque los judíos no se trababan con los samaritanos).
Jesús le dijo:
"Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a Él, y Él te daría agua viva".
La mujer le respondió:
"Señor, si no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Eres Tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del que bebieron él y sus hijos y sus ganados?"
Jesús le contestó:
"El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna".
La mujer le dijo:
"Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.
Ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén".
Jesús le dijo:
"Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la
salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo:
"Sé que va a venir el Mesías, Cristo; cuando venga Él nos lo explicará todo"
Jesús le dijo:
"Soy yo, el que habla contigo".
Cuando los samaritanos llegaron a verlo, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra, y decían a la mujer:
"Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es de verdad el Salvador del mundo".
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
3er. Dom de cuaresma Ciclo A
Antífona de Entrada
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque Él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración Colecta
Oremos:
Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración
y las obras de misericordia; mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias y estamos agobiados por
nuestras culpas.
Por nuestro, Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Danos agua para beber
Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés:
"¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?"
Moisés clamó al Señor y dijo:
"¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen".
Respondió el Señor a Moisés:
"Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el bastón con que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo".
Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor diciendo:
"¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?"
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 94
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a Él, llenos de júbilo, y démosle gracias
.Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la revelación en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras".
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Segunda Lectura
Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8
Hermanos:
Ya que hemos sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido con la fe la entrada al mundo de la gracia en que nos encontramos; y podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado.
En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá quién quiera morir por un justo; aunque puede haber alguno dispuesto a morir por una persona sumamente buena.
Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos
pecadores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a Ti, Señor Jesús.
Señor, Tú eres el Salvador del mundo. Dame de tu agua viva para que no vuelva a tener sed.
Honor y gloria a Ti, Señor Jesús.
Evangelio
Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 5-42
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era cerca de mediodía.
Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dijo:
"Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida).
La samaritana
le contestó:
"¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?"
(porque los judíos no se trababan con los samaritanos).
Jesús le dijo:
"Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a Él, y Él te daría agua viva".
La mujer le respondió:
"Señor, si no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Eres Tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del que bebieron él y sus hijos y sus ganados?"
Jesús le contestó:
"El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna".
La mujer le dijo:
"Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.
Ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén".
Jesús le dijo:
"Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la
salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo:
"Sé que va a venir el Mesías, Cristo; cuando venga Él nos lo explicará todo"
Jesús le dijo:
"Soy yo, el que habla contigo".
Cuando los samaritanos llegaron a verlo, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra, y decían a la mujer:
"Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es de verdad el Salvador del mundo".
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.
Oración de los fieles
Celebrante:
Instruidos por el ejemplo de Jesús, el Señor, que en el desierto se entrega a la oración, oremos también nosotros con insistencia a nuestro Dios:
(Respondemos a cada petición: Te lo pedimos Padre, escúchanos.)
Para que todos los fieles, por medio de las penitencias y prácticas cuaresmales, sean purificados de sus culpas y vean fortalecida su vida cristiana, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Para que todos los pueblos alcancen la paz, la tranquilidad y el bienestar necesario, y puedan así buscar más fácilmente los bienes del cielo, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Para que el Señor conceda su fuerza a los que se ven tentados o se sienten turbados, infunda el deseo de la conversión a los pecadores y otorgue el consuelo del cielo a los que están tristes o abatidos, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Para que el Señor infunda en todos nosotros el deseo de una verdadera conversión, a fin de que nos preparemos a celebrar debidamente el sacramento pascual de la penitencia, roguemos al Señor.
Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Celebrante:
Señor Dios nuestro, fuente de todo bien, que nunca dejas de ofrecernos el agua viva de la gracia que brota de la roca, que es Cristo, el Salvador; escucha nuestras oraciones y concédenos el don del Espíritu, para que manifestemos con valentía nuestra fe y anunciemos con gozo a nuestros hermanos las maravillas de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que esta eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu perdón, la gracia de saber perdonar a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La samaritana
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, al pedir agua a la samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer fue para encender en ella el fuego del amor divino.
Por eso,
Señor, te damos gracias y proclamamos tu
grandeza cantando con los ángeles:
Antífona de la Comunión
El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente que salta hasta la vida eterna.
Oración después de la Comunión
Alimentados ya desde esta vida con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos
nuestros actos el misterio de tu eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. Tercer domingo
EL SENTIDO DE LA MORTIFICACIóN
— Para seguir de verdad a Cristo es necesario llevar una vida mortificada y estar cerca de la Cruz. Quien rehúye el sacrificio, se aleja de la santidad.
— Con la mortificación nos elevamos hasta el Señor. Perder el miedo al sacrificio.
— Otros motivos de la mortificación.
I. Si todos los actos de la vida de Cristo son redentores, la salvación del género humano culmina en la Cruz, hacia la que Cristo encamina toda su vida en la tierra: Tengo que recibir un bautismo, y ¡cómo me siento urgido hasta que se cumpla!1, dirá a sus discípulos camino de Jerusalén. Les revela las ansias incontenibles de dar su vida por nosotros, y nos da ejemplo de su amor a la Voluntad del Padre muriendo en la Cruz. Y es en la Cruz donde el alma alcanza la plenitud de la identificación con Cristo. Ese es el sentido más profundo que tienen los actos de mortificación y penitencia.
Para ser discípulo del Señor es preciso seguir su consejo: el que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame2. No es posible seguir al Señor sin la Cruz. Las palabras de Jesús tienen vigencia en todos los tiempos, ya que fueron dirigidas a todos los hombres pues el que no toma su cruz y me sigue –nos dice a cada uno– no puede ser mi discípulo3. Tomar la cruz –la aceptación del dolor y de las contrariedades que Dios permite para nuestra purificación, el cumplimiento costoso de los propios deberes, la mortificación cristiana asumida voluntariamente– es condición indispensable para seguir al Maestro.
«¿Qué sería un Evangelio, un cristianismo sin Cruz, sin dolor, sin el sacrificio del dolor? –se preguntaba Pablo VI–. Sería un Evangelio, un Cristianismo sin Redención, sin Salvación, de la cual –debemos reconocerlo aquí con sinceridad despiadada– tenemos necesidad absoluta. El Señor nos ha salvado con la Cruz; con su muerte nos ha vuelto a dar la esperanza, el derecho a la Vida...»4. Sería un cristianismo desvirtuado que no serviría para alcanzar el Cielo, pues «el mundo no puede salvarse sino con la Cruz de Cristo»5.
Unida al Señor, la mortificación voluntaria y las mortificaciones pasivas adquieren su más hondo sentido. No son algo dirigido primariamente a la propia perfección, o una manera de sobrellevar con paciencia las contrariedades de esta vida, sino participación en el misterio de la Redención.
La mortificación puede parecer a algunos locura o necedad, residuo de otras épocas que no engarzan bien con los adelantos y el nivel cultural de nuestro tiempo. También puede ser signo de contradicción o piedra de escándalo para aquellos que viven olvidados de Dios. Pero todo esto no debe sorprender: ya San Pablo escribía que la Cruz era escándalo para los judíos, locura para los gentiles6 y en la medida en que los mismos cristianos pierden el sentido sobrenatural de sus vidas se resisten a entender que a Cristo solo le podemos seguir a través de una vida de sacrificio, cerca de la Cruz. «Si no eres mortificado nunca serás alma de oración»7. Y Santa Teresa señala: «Creer que (el Señor) admite a Su amistad a gente regalada y sin trabajos es disparate»8.
Los mismos Apóstoles que siguen a Cristo cuando es aclamado por multitudes, aunque le amaban profundamente e incluso estaban dispuestos a dar su vida por Él, no le siguen hasta el Calvario, pues aún –por no haber recibido al Espíritu Santo– eran débiles. Existe un largo camino entre ir en pos de Cristo cuando este seguimiento no exige mucho, y el identificarse plenamente con Él, a través de las tribulaciones, pequeñas y grandes, de una vida mortificada.
El cristiano que va por la vida rehuyendo sistemáticamente el sacrificio, que se rebela ante el dolor, se aleja también de la santidad y de la felicidad, que está muy cerca de la Cruz, muy cerca de Cristo Redentor.
II. El Señor pide a cada cristiano que le siga de cerca, y para esto es necesario acompañarle hasta el Calvario. Nunca deberíamos olvidar estas palabras: el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí9. Mucho antes de padecer en la Cruz, ya Jesús hablaba a sus seguidores de que habrían de cargar con ella.
Hay en la mortificación una paradoja, un misterio, que solo puede comprenderse cuando hay amor: detrás de la aparente muerte está la Vida; y el que con egoísmo trata de conservar la vida para sí, la pierde: el que quiera salvar su vida la perderá: y el que la pierda por mí la hallará10. Para dar frutos, amando a Dios, ayudando de una manera efectiva a los demás, es necesario el sacrificio. No hay cosecha sin sementera: si el grano de trigo no muere al caer en la tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto11. Para ser sobrenaturalmente eficaces debe uno morir a sí mismo mediante la continua mortificación, olvidándose por completo de su comodidad y de su egoísmo. «—¿No quieres ser grano de trigo, morir por la mortificación, y dar espigas bien granadas? —¡Que Jesús bendiga tu trigal!»12.
Debemos perder el miedo al sacrificio, a la voluntaria mortificación, pues la Cruz la quiere para nosotros un Padre que nos ama y sabe bien lo que más nos conviene. Él quiere siempre lo mejor para nosotros: Venid a mí los que estáis fatigados y cargados, nos dice, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es suave, y mi carga, ligera13. Junto a Cristo, las tribulaciones y penas no oprimen, no pesan, y por el contrario disponen al alma para la oración, para ver a Dios en los sucesos de la vida.
Con la mortificación nos elevamos hasta el Señor; sin ella quedamos a ras de tierra. Con el sacrificio voluntario, con el dolor ofrecido y llevado con paciencia y amor nos unimos firmemente al Señor. «Como si dijera: todos los que ardáis atormentados, afligidos y cargados con la carga de vuestros cuidados y apetitos, salid de ellos, viniendo a mí, y yo os recrearé, y hallaréis para vuestras almas el descanso que os quitan vuestros apetitos»14.
III. Para decidirnos a vivir con generosidad la mortificación, interesa comprender bien las razones que le dan sentido. A algunos les puede costar ser más mortificados porque no han entendido o descubierto ese sentido. Son varios los motivos que impulsan al cristiano hacia la mortificación. El primero es el que hemos considerado anteriormente: desear identificarse con el Señor y seguirle en su afán de redimir en la Cruz, ofreciéndose a Sí mismo en sacrificio al Padre. Nuestra mortificación tiene así los mismos fines de la Pasión de Cristo y de la Santa Misa, y se traduce en una unión cada vez más plena a la Voluntad del Padre.
Pero la mortificación es también medio para progresar en las virtudes. El sacerdote, en el diálogo que precede al Prefacio de la Misa, alza sus manos al cielo mientras dice: —Levantemos el corazón, y se oye al pueblo fiel: —¡Lo tenemos levantado hacia el Señor! Nuestro corazón debe estar permanentemente dirigido hacia Dios. El corazón del cristiano debe estar lleno de amor, con la esperanza siempre puesta en su Señor. Para eso es preciso que no esté atrapado y prisionero de las cosas de la tierra, que vaya quedando más purificado. Y esto no es posible sin la penitencia, sin la continua mortificación, que es «medio para ir adelante»15. Sin ella, el alma queda sujeta por las mil cosas en que tienden a desparramarse los sentidos: apegamientos, impurezas, aburguesamiento, deseos de inmoderada comodidad... La mortificación nos libera de muchos lazos y nos capacita para amar.
La mortificación es medio indispensable para hacer apostolado, extendiendo el Reino de Cristo: «La acción nada vale sin la oración: la oración se avalora con el sacrificio»16. Muy equivocados andaríamos si quisiéramos atraer a otros hacia Dios sin apoyar esa acción con una oración intensa, y si esa oración no fuese reforzada con la mortificación gustosamente ofrecida. Por eso se ha dicho, de mil modos diferentes, que la vida interior, manifestada especialmente en la oración y la mortificación, es el alma de todo apostolado17.
No olvidemos, por último, que la mortificación sirve también como reparación por nuestras faltas pasadas, hayan sido pequeñas o grandes. De ahí que en muchas ocasiones le pidamos al Señor que nos ayude a enmendar la vida pasada: «emendationem vitae, spatium verae paenitentiae... tribuat nobis omnipotens et misericors Dominus»: Que el Señor omnipotente y misericordioso nos conceda la enmienda de nuestra vida y un tiempo de verdadera penitencia18. De este modo, por la mortificación, hasta las mismas faltas pasadas se convierten en fuente de nueva vida. «Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias, ofensas y pecados. —Así entierra el labrador, al pie del árbol que los produjo, frutos podridos, ramillas secas y hojas caducas. —Y lo que era estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva fecundidad.
»Aprende a sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida»19.
Le pedimos al Señor que sepamos aprovechar nuestra vida, a partir de ahora, del mejor de los modos: «Cuando recuerdes tu vida pasada, pasada sin pena ni gloria, considera cuánto tiempo has perdido y cómo lo puedes recuperar: con penitencia y con mayor entrega»20. Y, cuando algo nos cueste, vendrá a nuestra mente alguno de estos pensamientos que nos mueva a la mortificación generosa: «¿Motivos para la penitencia?: Desagravio, reparación, petición, hacimiento de gracias: medio para ir adelante...: por ti, por mí, por los demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia... Y mil motivos más»21.
1 Cfr. Lc 12, 50. — 2 Mt 16, 24. — 3 Lc 14, 27. — 4 Pablo VI, Alocución, 24-III-1967. — 5 San León Magno, Sermón 51. — 6 1 Cor 1, 23. — 7 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 172. — 8 Santa Teresa, Camino de perfección, 18, 2. — 9 Mt 10, 38. — 10 Mt 16, 24 ss. — 11 Jn 12, 24-25. — 12 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 199. — 13 Mt 11, 28-30. — 14 San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, 1, 7, 4. — 15 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 232. — 16 Ibídem, n. 81. — 17 Cfr. J. B. Chautard, El alma de todo apostolado, Ed. Palabra, 5ª ed., Madrid 1978 — 18 Misal Romano, fórmula de intención de la Misa. — 19 San Josemaría Escrivá, loc. cit., n. 211. — 20 ídem, Surco n. 996. — 21 ídem, Camino, n. 232.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santo Toribio de Mogrovejo
Arzobispo de Lima
(año 1606)
Nació en Mayorga, España, en 1538.
Los datos acerca de este Arzobispo, personaje excepcional en la historia de Sur América, producen asombro y maravilla.
Los historiadores dicen que Santo Toribio fue uno de los regalos más valiosos que España le envió a América. Las gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa Benedicto XIV dijo de él que era sumamente parecido en sus actuaciones a San Carlos Borromeo, el famoso Arzobispo de Milán.
Toribio era graduado en derecho, y había sido nombrado Presidente del Tribunal de Granada (España) cuando el emperador Felipe II al conocer sus grandes cualidades le propuso al Sumo Pontífice para que lo nombrara Arzobispo de Lima. Roma aceptó y envió en nombramiento, pero Toribio tenía mucho temor a aceptar. Después de tres meses de dudas y vacilaciones aceptó.
El Arzobispo que lo iba a ordenar de sacerdote le propuso darle todas las órdenes menores en un solo día, pero él prefirió que le fueran confiriendo una orden cada semana, para así irse preparando debidamente a recibirlas.
En 1581 llegó Toribio a Lima como Arzobispo. su arquidiócesis tenía dominio sobre Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y parte de Argentina. Medía cinco mil kilómetros de longitud, y en ella había toda clase de climas y altitudes. Abarcaba más de seis millones de kilómetros cuadrados.
Al llegar a Lima Santo Toribio tenía 42 años y se dedicó con todas sus energías a lograr el progreso espiritual de sus súbditos. La ciudad estaba en una grave situación de decadencia espiritual. Los conquistadores cometían muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban haciendo, decían que esa era la costumbre. El arzobispo les respondió que Cristo es verdad y no costumbre. Y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y escándalos. A los pecadores públicos los reprendía fuertemente, aunque estuvieran en altísimos puestos.
Las medidas enérgica que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron muchos persecuciones y atroces calumnias. El callaba y ofrecía todo por amor a Dios, exclamando, "Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor".
Tres veces visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima. En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a pie. A veces en mula, por caminos casi intransitables, pasando de climas terriblemente fríos a climas ardientes. Eran viajes para destruir la salud del más fuerte. Muchísimas noches tuvo que pasar a la intemperie o en ranchos miserabilísmos, durmiendo en el puro suelo. Los preferidos de sus visitas eran los indios y los negros, especialmente los más pobres, los más ignorantes y los enfermos.
Logró la conversión de un enorme número de indios. Cuando iba de visita pastoral viajaba siempre rezando. Al llegar a cualquier sitio su primera visita era al templo. Reunía a los indios y les hablaba por horas y horas en el idioma de ellos que se había preocupado por aprender muy bien. Aunque en la mayor parte de los sitios que visitaba no había ni siquiera las más elementales comodidades, en cada pueblo se quedaba varios días instruyendo a los nativos, bautizando y confirmando.
Celebraba la misa con gran fervor, y varias veces vieron los acompañantes que mientras rezaba se le llenaba el rostro de resplandores.
Santo Toribio recorrió unos 40,000 kilómetros visitando y ayudando a sus fieles. Pasó por caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que nunca habían visto un hombre blanco.
Al final de su vida envió una relación al rey contándole que había administrado el sacramento de la confirmación a más de 800,000 personas.
Una vez una tribu muy guerrera salió a su encuentro en son de batalla, pero al ver al arzobispo tan venerable y tan amable cayeron todos de rodillas ante él y le atendieron con gran respeto las enseñanzas que les daba.
Santo Toribio se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de América en Sínodos o reuniones generales para dar leyes acerca del comportamiento que deben tener los católicos. Cada dos años reunía a todo el clero de la diócesis para un Sínodo y cada siete años a los de las diócesis vecinas. Y en estas reuniones se daban leyes severas y a diferencia de otras veces en que se hacían leyes pero no se cumplían, en los Sínodos dirigidos por Santo Toribio, las leyes se hacían y se cumplían, porque él estaba siempre vigilante para hacerlas cumplir.
Nuestro santo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: "Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo".
Fundó el primer seminario de América. Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el número de parroquias o centros de evangelización en su arquidiócesis. Cuando él llegó había 150 y cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.
Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: "Váyase rapidito, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme".
Cuando llegó una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a los enfermos, y él mismo recorrió las calles acompañado de una gran multitud llevando en sus manos un gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la cruz, pidiendo a Dios misericordia y salud para todos.
El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de los indios, en una lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los indígenas.
Estaba a 440 kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo prometió a sus acompañantes que le daría un premio al primero que le trajera la noticia de que ya se iba a morir. Y repetía aquellas palabras de San Pablo: "Deseo verme libre de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a encontrarme con Jesucristo".
Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el salmo que dice: "De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor. Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor".
Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: "En tus manos encomiendo mi espíritu".
Su cuerpo, cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte, todavía se hallaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.
Después de su muerte se consiguieron muchos milagros por su intercesión. Santo Toribio tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres.
El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.
Y toda América del Sur espera que este gran santo e infatigable apóstol, quizás el más grande obispo que ha vivido en este continente, siga rogando para que nuestra santa religión se mantenga fervorosa y creciente en todos estos países.
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Fuente: ACI Prensa
José Oriol, Santo Confesor, Marzo 23
Confesor Martirologio Romano: En Barcelona, en España, san José Oriol, presbítero, quien, con la mortificación corporal, el cultivo de la pobreza y la continua oración, mantuvo una constante unión con Dios, enriquecido de dones celestiales (1702) Nació en Barcelona, España, y quedó huérfano de padre siendo todavía muy pequeño. Jovencito fue admitido como monaguillo y cantor en una iglesia, y viendo los sacerdotes su gran piedad y devoción se propusieron costearle los estudios de seminario. Pasaba muchas horas rezando ante el Santísimo Sacramento en el templo. |
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Fuente: Rafca.org
Rebeca Pierrette (Rafqa Pietra Choboq) Ar-Rayès, Santa Monja Maronita, Marzo 23
Monja Martirologio Romano: En el lugar de ad-Dahr, en el Líbano, santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyès, virgen de la Orden Libanense de San Antonio de los Maronitas, que ciega a los treinta años, y paralizada después en todos los miembros, permaneció en oración, fija sólo en Dios (1914). (n. Himlaya, 29 de junio de 1832 - m. Batroun, 23 de marzo de 1914) |
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Victoriano, Frumencio y compañeros, Santos |
Mártires
Martirologio Romano: Conmemoración de los santos mártires Victoriano, procónsul de Cartago, y dos hermanos de la ciudad de Aguas Regias, y también de Frumencio y otro Frumencio, mercaderes, que en la persecución desencadenada por los vándalos bajo el rey Hunerico, que era arriano, todos ellos padecieron atroces suplicios por su constancia en confesar la fe cristiana, hasta ser coronados con ilustre martirio (484).
Etimológicamente: Victoriano = Aquel que obtiene la victoria, es de origen latino.
Victoriano era un católico rico en Adrumento. Le nombraron procónsul Hunerico. Se portó siempre con una gran fidelidad con el rey. Un día le envió un mensaje pidiéndole que se pusiera de acuerdo con Arrio, el hereje. Le respondió en seguida diciéndole: "Confío siempre en Cristo. Si su majestad me quiere condenar, hágalo. Jamás renunciaré a mi fe en la Iglesia católica en la que he sido bautizado"...
El rey lo sometió a torturas hasta que murió mártir.
El Martirologio recuerda a otros cuatro mercaderes que fueron martirizados el mismo día.
Dos eran de Cartago, llamados Frumencio. Otros dos eran hermanos de la ciudad de Agua Regia. Los cogieron y los llevaron a la Tebaida.
Los dos prometieron a Dios que les permitiera morir juntos por defender su fe .
Los perseguidores los colgaron al aire libre con pesos gruesos en sus pies.
Uno de ellos no podía aguantar el dolor y les pidió que lo soltaran un momento.
Su hermano temía que no fuera fiel a su fe en el Señor. Le dijo:"Hermano, ¿es eso lo que prometiste a Jesucristo?, ¿cómo te acusará en su tribunal?
Estas palabras animaron al hermano. Y entonces dijo a los verdugos: No, no me suelten. Y murieron mártires. Era en el año 484.
¡Felicidades a quienes lleven estos nombres!
Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com
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Fuente: Redentoristas.org
Metodio Domingo Trcka, Beato Mártir Redentorista, Marzo 23
Presbítero Redentorista Martirologio Romano: En Leopoldvara, ciudad de Eslovaquia, beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de persecución por causa de la fe, cambió su peregrinar terreno en vida eterna con su glorioso martirio (1959). Dominick Trcka nace el 6 de julio en Frydlant nad Ostravici (actualmente Republica Checa), ultimo de los siete hijos de Františka Šterbova y Tomaš Trcka. Fue bautizado el día siguiente de su nacimiento, el 7 de julio de 1886. Crece en una familia católica donde recibe una buena educación cristiana. Una de sus hermanas fue religiosa. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Gualterio (Walter) de Pontoise, Santo Abad, Marzo 23
Abad Martirologio Romano: En Pontoise, cerca de París, en Francia, san Gualterio, primer abad del monasterio del lugar, que, renunciando a su amor por la soledad, enseñó con su ejemplo a los monjes la disciplina de la Regla y fustigó en el clero las costumbres simoníacas (c. 1095). San Gualterio o Walter, alcanza celebridad en el norte de Francia, por su caridad y espíritu religioso. |
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Fuente: santiebeati.it
Anunciata Colcchetti, Beata Virgen, Marzo 23
Superiora del Instituto de Hermanas Martirologio Romano: En el pueblo de Cemmo, de Lombardía, en Italia, beata Anunciata Cocchetti, virgen, que con fortaleza y humildad dirigió el Instituto de Hermanas de Santa Dorotea, recientemente fundado (1882). Fundadora de las Monjas Doroteas de Cemmo, la madre Anunciata Cocchetti nació en Rovato (Brescia) el 9 de mayo de 1800; cuando tenía siete años de edad murieron sus dos padres y fue su abuela paterna quien la crió, logrando que no le faltara cariño, cuidados, educación y grandes ideales. traducido por Xavier Villalta Nota:Valcamonica es uno de los valles más extensos de los Alpes, con cerca de 90 kilómetros de largo y 1347 Km. cuadrados. Comienza en la Corna Trentapassi cerca de Pisogne, sobre el lago Iseo, y acaba en el Passo del Tonale, a 1883 metros sobre el nivel del mar. Pertenece a la región italiana de Lombardía, en las provincias de Brescia y Bérgamo. |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día, Marzo 23
San Fingar o Guignero, mártir |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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