JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 4,            5-42
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo llegó Jesús a un pueblo de Samaria,          llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José:          allí estaba el          pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado          junto al pozo.          Era cerca de mediodía.
          Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le          dijo: 
          "Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar          comida). 
          La samaritana 
          le contestó: 
          "¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy          samaritana?"
          (porque los judíos no se trababan con los samaritanos). 
          Jesús le dijo: 
          "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de          beber, tú le          pedirías a Él, y Él te daría agua viva".
          La mujer le respondió: 
          "Señor, si no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo,          ¿cómo vas a          darme agua viva? ¿Eres Tú más que nuestro padre Jacob, que nos          dio este pozo          del que bebieron él y sus hijos y sus ganados?" 
          Jesús le contestó: 
          "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba          del agua          que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se          convertirá          dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida          eterna".
          La mujer le dijo: 
          "Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que          venir aquí a          sacarla. 
          Ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este          monte, y ustedes          dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén".
          Jesús le dijo: 
          "Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en          Jerusalén          adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros          adoramos a uno          que conocemos, porque la 
          salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está          aquí, en que los          que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y          en verdad,          porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es          espíritu, y los          que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
          La mujer le dijo: 
          "Sé que va a venir el Mesías, Cristo; cuando venga Él nos lo          explicará          todo"
          Jesús le dijo: 
          "Soy yo, el que habla contigo".
          Cuando los samaritanos llegaron a verlo, le rogaban que se          quedara con ellos. Y          se quedó dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra,          y decían a la          mujer: 
          "Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros          mismos lo          hemos oído y sabemos que Él es de verdad el Salvador del mundo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a Ti, Señor Jesús.
Suplicamos            su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería          posible sin sus oraciones: al          menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te          salve María, llena          eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas          las mujeres y          bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de          Dios, ruega por          nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.          ¡Recuérdenos en          sus intenciones y misas! 
Aclaración: una relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras          de vida eterna"          (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta          charlar por teléfono          (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver          a Jesús, que          está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a          Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a)          co-reparamos el          daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye          los Corazones          de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b)          adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras          necesidades y para la          salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5          minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a            verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la            Eucaristía: "si no coméis la              carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis              vida en vosotros" (Jn 6,53;            1 Jn 5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos            hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva            Alianza de Amor. Si            faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia            (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios,            que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados            personales, nos            auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia            falta a su boda, es ella            la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que            Él da la Vida            por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él            (descanso,            comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal            faltar sin causa            grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16,            18-19; Ex 20,8-10;            Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte            todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le            dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para            ser felices para            siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del            amor, es necesaria            la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la            Cátedra de Pedro, el            representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse            con el Sacerdote al menos una            vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual            (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del            matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños,            privar de Misa a niños            en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar,            envidia, calumnia, odio            o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste            o burla de lo            sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo            antes posible y nos sorprende            la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno            eterno (Catecismo            1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48,            etc.). Estos son pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia.            Pero ahora que            lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
3er.          Dom de cuaresma Ciclo A
      Antífona de Entrada
      Tengo              los ojos puestos en el Señor, porque Él me libra de todo              peligro. Mírame, Dios              mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración Colecta
      Oremos:
            Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has            propuesto como remedio            del pecado el ayuno, la oración 
            y las obras de misericordia; mira con piedad a quienes            reconocemos nuestras            miserias y estamos agobiados por 
            nuestras culpas.
            Por nuestro, Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Danos              agua para beber
Lectura              del libro del Éxodo 17, 3-7
En aquellos días,            el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés:
            "¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a            nosotros, a            nuestros hijos y a nuestro ganado?"
            Moisés clamó al Señor y dijo: 
            "¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me            apedreen". 
            Respondió el Señor a Moisés: 
            "Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos            de Israel;            lleva también en tu mano el bastón con que golpeaste el río y            vete, que allí            estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña            y saldrá de ella            agua para que beba el pueblo".
            Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel. Y            puso por nombre a            aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de            Israel y porque            habían tentado al Señor diciendo: 
            "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?"
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 94
Señor,              que no seamos sordos a tu voz.
Vengan,            lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva.            Acerquémonos a Él,            llenos de júbilo, y démosle gracias
            .Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan,            puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos            hizo, pues él es            nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y            nosotros, sus            ovejas.
            Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Hagámosle            caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como            el día de la            revelación en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí,            aunque habían visto            mis obras".
            Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Segunda            Lectura
      Dios              ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del              Espíritu Santo
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8 
              Hermanos: 
Ya que hemos sido            justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por mediación            de nuestro Señor            Jesucristo. Por Él hemos obtenido con la fe la entrada al            mundo de la gracia en            que nos encontramos; y podemos gloriarnos de tener la            esperanza de participar            en la gloria de Dios.
            La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en            nuestros            corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado. 
            En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del            pecado, Cristo            murió por los pecadores en el tiempo señalado.
            Difícilmente habrá quién quiera morir por un justo; aunque            puede haber alguno            dispuesto a morir por una persona sumamente buena. 
            Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por            nosotros, cuando            aún éramos 
            pecadores.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Honor y gloria a              Ti, Señor Jesús.
            Señor, Tú eres el Salvador del mundo. Dame de tu agua viva            para que no vuelva a            tener sed.
            Honor y gloria a Ti, Señor Jesús.
Evangelio            
      Un surtidor de              agua que salta hasta la vida eterna
† Lectura del              santo Evangelio según san Juan 4, 5-42
Gloria a Ti,              Señor.
En aquel tiempo            llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del            campo que dio            Jacob a su hijo José: allí estaba el pozo de Jacob. Jesús,            cansado del camino,            estaba allí sentado junto al pozo. Era cerca de mediodía.
            Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le            dijo: 
            "Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a            comprar            comida). 
            La samaritana 
            le contestó: 
            "¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy            samaritana?"
            (porque los judíos no se trababan con los samaritanos). 
            Jesús le dijo: 
            "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de            beber, tú le            pedirías a Él, y Él te daría agua viva".
            La mujer le respondió: 
            "Señor, si no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo,            ¿cómo vas a            darme agua viva? ¿Eres Tú más que nuestro padre Jacob, que nos            dio este pozo            del que bebieron él y sus hijos y sus ganados?" 
            Jesús le contestó: 
            "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba            del agua            que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré            se convertirá            dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida            eterna".
            La mujer le dijo: 
            "Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que            venir aquí a            sacarla. 
            Ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este            monte, y ustedes            dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén".
            Jesús le dijo: 
            "Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni            en Jerusalén            adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros            adoramos a uno            que conocemos, porque la 
            salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está            aquí, en que los            que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu            y en verdad,            porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es            espíritu, y los            que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
            La mujer le dijo: 
            "Sé que va a venir el Mesías, Cristo; cuando venga Él nos lo            explicará            todo"
            Jesús le dijo: 
            "Soy yo, el que habla contigo".
            Cuando los samaritanos llegaron a verlo, le rogaban que se            quedara con ellos. Y            se quedó dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su            palabra, y decían a la            mujer: 
            "Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros            mismos lo            hemos oído y sabemos que Él es de verdad el Salvador del            mundo".
            Palabra del Señor.
            Gloria a Ti, Señor Jesús.
Oración de los fieles
      Celebrante:
            Instruidos por el ejemplo de Jesús, el Señor, que en el            desierto se entrega a            la oración, oremos también nosotros con insistencia a nuestro            Dios: 
            (Respondemos a cada petición: Te lo pedimos Padre,            escúchanos.)
Para que todos            los fieles, por medio de las penitencias y prácticas            cuaresmales, sean            purificados de sus culpas y vean fortalecida su vida            cristiana, roguemos al            Señor.
            Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Para que todos            los pueblos alcancen la paz, la tranquilidad y el bienestar            necesario, y puedan            así buscar más fácilmente los bienes del cielo, roguemos al            Señor. 
            Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Para que el Señor            conceda su fuerza a los que se ven tentados o se sienten            turbados, infunda el deseo            de la conversión a los pecadores y otorgue el consuelo del            cielo a los que            están tristes o abatidos, roguemos al Señor. 
            Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Para que el Señor            infunda en todos nosotros el deseo de una verdadera            conversión, a fin de que nos            preparemos a celebrar debidamente el sacramento pascual de la            penitencia,            roguemos al Señor. 
            Te lo pedimos Padre, escúchanos.
Celebrante:
            Señor Dios nuestro, fuente de todo bien, que nunca dejas de            ofrecernos el agua            viva de la gracia que brota de la roca, que es Cristo, el            Salvador; escucha            nuestras oraciones y concédenos el don del Espíritu, para que            manifestemos con            valentía nuestra fe y anunciemos con gozo a nuestros hermanos            las maravillas de            tu amor.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Oración            sobre las Ofrendas
      Que esta            eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu perdón,            la gracia de            saber perdonar a nuestros hermanos.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      La samaritana
En verdad es            justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias            siempre y en            todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno,            por Cristo, Señor            nuestro.
            Quien, al pedir agua a la samaritana, ya había infundido en            ella la gracia de            la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer fue            para encender en            ella el fuego del amor divino.
            Por eso,
            Señor, te damos gracias y proclamamos tu 
            grandeza cantando con los ángeles:
Antífona de la Comunión
      El              que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más              tendrá sed; el agua              que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente que              salta hasta la vida              eterna.
Oración después de la            Comunión
      Alimentados            ya desde esta vida con el pan del cielo, prenda de nuestra            salvación,            concédenos, Señor, manifestar en todos 
            nuestros actos el misterio de tu eucaristía.
          Por            Jesucristo,            nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma.          Tercer domingo
EL SENTIDO DE          LA MORTIFICACIóN
— Para seguir          de verdad a Cristo es necesario llevar una vida mortificada y          estar cerca de la          Cruz. Quien rehúye el sacrificio, se aleja de la santidad.
— Con la          mortificación nos elevamos hasta el Señor. Perder el miedo al          sacrificio.
— Otros          motivos de la mortificación.
I. Si todos          los actos de la vida de Cristo son redentores, la salvación del          género humano          culmina en la Cruz, hacia la que Cristo encamina toda su vida en          la tierra:          Tengo que recibir un bautismo, y ¡cómo me siento urgido hasta          que se cumpla!1,          dirá a sus discípulos camino de Jerusalén. Les revela las ansias          incontenibles          de dar su vida por nosotros, y nos da ejemplo de su amor a la          Voluntad del          Padre muriendo en la Cruz. Y es en la Cruz donde el alma alcanza          la plenitud de          la identificación con Cristo. Ese es el sentido más profundo que          tienen los          actos de mortificación y penitencia.
Para ser          discípulo del Señor es preciso seguir su consejo: el que quiera          venir en pos de          mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame2. No es posible          seguir al Señor          sin la Cruz. Las palabras de Jesús tienen vigencia en todos los          tiempos, ya que          fueron dirigidas a todos los hombres pues el que no toma su cruz          y me sigue          –nos dice a cada uno– no puede ser mi discípulo3. Tomar la cruz          –la aceptación          del dolor y de las contrariedades que Dios permite para nuestra          purificación,          el cumplimiento costoso de los propios deberes, la mortificación          cristiana          asumida voluntariamente– es condición indispensable para seguir          al Maestro.
«¿Qué sería          un Evangelio, un cristianismo sin Cruz, sin dolor, sin el          sacrificio del dolor?          –se preguntaba Pablo VI–. Sería un Evangelio, un Cristianismo          sin Redención,          sin Salvación, de la cual –debemos reconocerlo aquí con          sinceridad despiadada–          tenemos necesidad absoluta. El Señor nos ha salvado con la Cruz;          con su muerte          nos ha vuelto a dar la esperanza, el derecho a la Vida...»4.          Sería un          cristianismo desvirtuado que no serviría para alcanzar el Cielo,          pues «el mundo          no puede salvarse sino con la Cruz de Cristo»5.
Unida al          Señor, la mortificación voluntaria y las mortificaciones pasivas          adquieren su          más hondo sentido. No son algo dirigido primariamente a la          propia perfección, o          una manera de sobrellevar con paciencia las contrariedades de          esta vida, sino          participación en el misterio de la Redención.
La mortificación          puede parecer a algunos locura o necedad, residuo de otras          épocas que no          engarzan bien con los adelantos y el nivel cultural de nuestro          tiempo. También          puede ser signo de contradicción o piedra de escándalo para          aquellos que viven          olvidados de Dios. Pero todo esto no debe sorprender: ya San          Pablo escribía que          la Cruz era escándalo para los judíos, locura para los gentiles6          y en la medida          en que los mismos cristianos pierden el sentido sobrenatural de          sus vidas se          resisten a entender que a Cristo solo le podemos seguir a través          de una vida de          sacrificio, cerca de la Cruz. «Si no eres mortificado nunca          serás alma de          oración»7. Y Santa Teresa señala: «Creer que (el Señor) admite a          Su amistad a          gente regalada y sin trabajos es disparate»8.
Los mismos          Apóstoles que siguen a Cristo cuando es aclamado por multitudes,          aunque le          amaban profundamente e incluso estaban dispuestos a dar su vida          por Él, no le          siguen hasta el Calvario, pues aún –por no haber recibido al          Espíritu Santo–          eran débiles. Existe un largo camino entre ir en pos de Cristo          cuando este          seguimiento no exige mucho, y el identificarse plenamente con          Él, a través de          las tribulaciones, pequeñas y grandes, de una vida mortificada.
El cristiano          que va por la vida rehuyendo sistemáticamente el sacrificio, que          se rebela ante          el dolor, se aleja también de la santidad y de la felicidad, que          está muy cerca          de la Cruz, muy cerca de Cristo Redentor.
II. El Señor          pide a cada cristiano que le siga de cerca, y para esto es          necesario          acompañarle hasta el Calvario. Nunca deberíamos olvidar estas          palabras: el que          no toma su cruz y me sigue no es digno de mí9. Mucho antes de          padecer en la          Cruz, ya Jesús hablaba a sus seguidores de que habrían de cargar          con ella.
Hay en la          mortificación una paradoja, un misterio, que solo puede          comprenderse cuando hay          amor: detrás de la aparente muerte está la Vida; y el que con          egoísmo trata de          conservar la vida para sí, la pierde: el que quiera salvar su          vida la perderá:          y el que la pierda por mí la hallará10. Para dar frutos, amando          a Dios,          ayudando de una manera efectiva a los demás, es necesario el          sacrificio. No hay          cosecha sin sementera: si el grano de trigo no muere al caer en          la tierra,          queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto11. Para ser          sobrenaturalmente eficaces debe uno morir a sí mismo mediante la          continua          mortificación, olvidándose por completo de su comodidad y de su          egoísmo. «—¿No          quieres ser grano de trigo, morir por la mortificación, y dar          espigas bien granadas?          —¡Que Jesús bendiga tu trigal!»12.
Debemos          perder el miedo al sacrificio, a la voluntaria mortificación,          pues la Cruz la          quiere para nosotros un Padre que nos ama y sabe bien lo que más          nos conviene.          Él quiere siempre lo mejor para nosotros: Venid a mí los que          estáis fatigados y          cargados, nos dice, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi          yugo y aprended          de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso          para vuestras          almas, pues mi yugo es suave, y mi carga, ligera13. Junto a          Cristo, las          tribulaciones y penas no oprimen, no pesan, y por el contrario          disponen al alma          para la oración, para ver a Dios en los sucesos de la vida.
Con la          mortificación nos elevamos hasta el Señor; sin ella quedamos a          ras de tierra.          Con el sacrificio voluntario, con el dolor ofrecido y llevado          con paciencia y          amor nos unimos firmemente al Señor. «Como si dijera: todos los          que ardáis          atormentados, afligidos y cargados con la carga de vuestros          cuidados y apetitos,          salid de ellos, viniendo a mí, y yo os recrearé, y hallaréis          para vuestras          almas el descanso que os quitan vuestros apetitos»14.
III. Para          decidirnos a vivir con generosidad la mortificación, interesa          comprender bien          las razones que le dan sentido. A algunos les puede costar ser          más mortificados          porque no han entendido o descubierto ese sentido. Son varios          los motivos que          impulsan al cristiano hacia la mortificación. El primero es el          que hemos          considerado anteriormente: desear identificarse con el Señor y          seguirle en su          afán de redimir en la Cruz, ofreciéndose a Sí mismo en          sacrificio al Padre.          Nuestra mortificación tiene así los mismos fines de la Pasión de          Cristo y de la          Santa Misa, y se traduce en una unión cada vez más plena a la          Voluntad del Padre.
Pero la          mortificación es también medio para progresar en las virtudes.          El sacerdote, en          el diálogo que precede al Prefacio de la Misa, alza sus manos al          cielo mientras          dice: —Levantemos el corazón, y se oye al pueblo fiel: —¡Lo          tenemos levantado          hacia el Señor! Nuestro corazón debe estar permanentemente          dirigido hacia Dios.          El corazón del cristiano debe estar lleno de amor, con la          esperanza siempre          puesta en su Señor. Para eso es preciso que no esté atrapado y          prisionero de          las cosas de la tierra, que vaya quedando más purificado. Y esto          no es posible          sin la penitencia, sin la continua mortificación, que es «medio          para ir          adelante»15. Sin ella, el alma queda sujeta por las mil cosas en          que tienden a          desparramarse los sentidos: apegamientos, impurezas,          aburguesamiento, deseos de          inmoderada comodidad... La mortificación nos libera de muchos          lazos y nos          capacita para amar.
La          mortificación es medio indispensable para hacer apostolado,          extendiendo el          Reino de Cristo: «La acción nada vale sin la oración: la oración          se avalora con          el sacrificio»16. Muy equivocados andaríamos si quisiéramos          atraer a otros          hacia Dios sin apoyar esa acción con una oración intensa, y si          esa oración no          fuese reforzada con la mortificación gustosamente ofrecida. Por          eso se ha          dicho, de mil modos diferentes, que la vida interior,          manifestada especialmente          en la oración y la mortificación, es el alma de todo          apostolado17.
No olvidemos,          por último, que la mortificación sirve también como reparación          por nuestras          faltas pasadas, hayan sido pequeñas o grandes. De ahí que en          muchas ocasiones          le pidamos al Señor que nos ayude a enmendar la vida pasada:          «emendationem          vitae, spatium verae paenitentiae... tribuat nobis omnipotens et          misericors          Dominus»: Que el Señor omnipotente y misericordioso nos conceda          la enmienda de          nuestra vida y un tiempo de verdadera penitencia18. De este          modo, por la          mortificación, hasta las mismas faltas pasadas se convierten en          fuente de nueva          vida. «Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra          tu humildad,          tus negligencias, ofensas y pecados. —Así entierra el labrador,          al pie del          árbol que los produjo, frutos podridos, ramillas secas y hojas          caducas. —Y lo          que era estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye          eficazmente a una          nueva fecundidad.
»Aprende a          sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida»19.
Le pedimos al          Señor que sepamos aprovechar nuestra vida, a partir de ahora,          del mejor de los          modos: «Cuando recuerdes tu vida pasada, pasada sin pena ni          gloria, considera          cuánto tiempo has perdido y cómo lo puedes recuperar: con          penitencia y con          mayor entrega»20. Y, cuando algo nos cueste, vendrá a nuestra          mente alguno de          estos pensamientos que nos mueva a la mortificación generosa:          «¿Motivos para la          penitencia?: Desagravio, reparación, petición, hacimiento de          gracias: medio          para ir adelante...: por ti, por mí, por los demás, por tu          familia, por tu          país, por la Iglesia... Y mil motivos más»21.
1 Cfr. Lc 12, 50. — 2 Mt 16, 24. — 3 Lc            14, 27. — 4 Pablo VI, Alocución, 24-III-1967. — 5 San León            Magno, Sermón 51. —            6 1 Cor 1, 23. — 7 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 172. — 8            Santa Teresa,            Camino de perfección, 18, 2. — 9 Mt 10, 38. — 10 Mt 16, 24 ss.            — 11 Jn 12,            24-25. — 12 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 199. — 13 Mt 11,            28-30. — 14 San            Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, 1, 7, 4. — 15 Cfr.            San Josemaría            Escrivá, Camino, n. 232. — 16 Ibídem, n. 81. — 17 Cfr. J. B.            Chautard, El alma            de todo apostolado, Ed. Palabra, 5ª ed., Madrid 1978 — 18            Misal Romano, fórmula            de intención de la Misa. — 19 San Josemaría Escrivá, loc.            cit., n. 211. — 20            ídem, Surco n. 996. — 21 ídem, Camino, n. 232.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santo Toribio de Mogrovejo
          Arzobispo de          Lima
          (año 1606)
Nació en Mayorga, España, en 1538. 
Los datos          acerca de este Arzobispo, personaje excepcional en la historia          de Sur América,          producen asombro y maravilla.
Los          historiadores dicen que Santo Toribio fue uno de los regalos más          valiosos que          España le envió a América. Las gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa Benedicto XIV dijo de él que          era sumamente parecido en sus actuaciones a San Carlos Borromeo, el famoso          Arzobispo de Milán.
Toribio era          graduado en derecho, y había sido nombrado Presidente del          Tribunal de Granada          (España) cuando el emperador Felipe II al conocer sus grandes          cualidades le          propuso al Sumo Pontífice para que lo nombrara Arzobispo de          Lima. Roma aceptó y          envió en nombramiento, pero Toribio tenía mucho temor a aceptar.          Después de          tres meses de dudas y vacilaciones aceptó.
El Arzobispo          que lo iba a ordenar de sacerdote le propuso darle todas las          órdenes menores en          un solo día, pero él prefirió que le fueran confiriendo una          orden cada semana,          para así irse preparando debidamente a recibirlas.
En 1581 llegó          Toribio a Lima como Arzobispo. su arquidiócesis tenía dominio          sobre Perú,          Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y parte de          Argentina. Medía cinco          mil kilómetros de longitud, y en ella había toda clase de climas          y altitudes.          Abarcaba más de seis millones de kilómetros cuadrados.
Al llegar a          Lima Santo Toribio tenía 42 años y se dedicó con todas sus          energías a lograr el          progreso espiritual de sus súbditos. La ciudad estaba en una          grave situación de          decadencia espiritual. Los conquistadores cometían muchos abusos          y los          sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse          del mal que          estaban haciendo, decían que esa era la costumbre. El arzobispo          les respondió          que Cristo es verdad y no costumbre. Y empezó a atacar          fuertemente todos los          vicios y escándalos. A los pecadores públicos los reprendía          fuertemente, aunque          estuvieran en altísimos puestos.
Las medidas          enérgica que tomó contra los abusos que se cometían, le          atrajeron muchos          persecuciones y atroces calumnias. El callaba y ofrecía todo por          amor a Dios,          exclamando, "Al único que es necesario siempre tener contento es          a Nuestro          Señor".
Tres veces          visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima. En la          primera vez gastó          siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en          la tercera          empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a pie. A          veces en mula,          por caminos casi intransitables, pasando de climas terriblemente          fríos a climas          ardientes. Eran viajes para destruir la salud del más fuerte.          Muchísimas noches          tuvo que pasar a la intemperie o en ranchos miserabilísmos,          durmiendo en el          puro suelo. Los preferidos de sus visitas eran los indios y los          negros,          especialmente los más pobres, los más ignorantes y los enfermos.
Logró la          conversión de un enorme número de indios. Cuando iba de visita          pastoral viajaba          siempre rezando. Al llegar a cualquier sitio su primera visita          era al templo.          Reunía a los indios y les hablaba por horas y horas en el idioma          de ellos que          se había preocupado por aprender muy bien. Aunque en la mayor          parte de los          sitios que visitaba no había ni siquiera las más elementales          comodidades, en          cada pueblo se quedaba varios días instruyendo a los nativos,          bautizando y          confirmando.
Celebraba la          misa con gran fervor, y varias veces vieron los acompañantes que          mientras          rezaba se le llenaba el rostro de resplandores.
Santo Toribio          recorrió unos 40,000 kilómetros visitando y ayudando a sus          fieles. Pasó por          caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que nunca          habían visto un          hombre blanco.
Al final de          su vida envió una relación al rey contándole que había          administrado el          sacramento de la confirmación a más de 800,000 personas.
Una vez una          tribu muy guerrera salió a su encuentro en son de batalla, pero          al ver al          arzobispo tan venerable y tan amable cayeron todos de rodillas          ante él y le          atendieron con gran respeto las enseñanzas que les daba.
Santo Toribio          se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de América en          Sínodos o reuniones          generales para dar leyes acerca del comportamiento que deben          tener los          católicos. Cada dos años reunía a todo el clero de la diócesis          para un Sínodo y          cada siete años a los de las diócesis vecinas. Y en estas          reuniones se daban          leyes severas y a diferencia de otras veces en que se hacían          leyes pero no se          cumplían, en los Sínodos dirigidos por Santo Toribio, las leyes          se hacían y se          cumplían, porque él estaba siempre vigilante para hacerlas          cumplir.
Nuestro santo          era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba          levantado y repetía          frecuentemente: "Nuestro gran tesoro es el momento presente.          Tenemos que          aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios          nos tomará          estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo".
Fundó el          primer seminario de América. Insistió y obtuvo que los          religiosos aceptaran          parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el número          de parroquias          o centros de evangelización en su arquidiócesis. Cuando él llegó          había 150 y          cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.
Su          generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que          poseía. Un día al          regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: "Váyase          rapidito, no          sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa          que tengo para          cambiarme".
Cuando llegó          una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a los          enfermos, y él mismo          recorrió las calles acompañado de una gran multitud llevando en          sus manos un          gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la cruz,          pidiendo a Dios          misericordia y salud para todos.
El 23 de          marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de los          indios, en una          lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los          indígenas.
Estaba a 440          kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo prometió a sus          acompañantes que le          daría un premio al primero que le trajera la noticia de que ya          se iba a morir.          Y repetía aquellas palabras de San Pablo: "Deseo verme libre de          las          ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a          encontrarme con          Jesucristo".
Ya moribundo          pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el salmo que          dice: "De          gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la          Casa del Señor.          Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor".
Las últimas          palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: "En          tus manos          encomiendo mi espíritu".
Su cuerpo,          cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte, todavía          se hallaba          incorrupto, como si estuviera recién muerto.
Después de su          muerte se consiguieron muchos milagros por su intercesión. Santo          Toribio tuvo          el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a          tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres.
El Papa          Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.
Y toda          América del Sur espera que este gran santo e infatigable          apóstol, quizás el más          grande obispo que ha vivido en este continente, siga rogando          para que nuestra          santa religión se mantenga fervorosa y creciente en todos estos          países.
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Fuente: ACI          Prensa 
          José Oriol, Santo Confesor, Marzo 23   
              
 Confesor Martirologio Romano: En Barcelona, en España, san José                    Oriol, presbítero, quien, con la mortificación                    corporal, el cultivo de la pobreza y la continua                    oración, mantuvo una constante unión con Dios,                    enriquecido de dones celestiales (1702) Nació en Barcelona, España, y quedó                  huérfano de padre siendo todavía muy pequeño. Jovencito                  fue admitido como monaguillo y cantor en una iglesia, y                  viendo los sacerdotes su gran piedad y devoción se                  propusieron costearle los estudios de seminario. Pasaba                  muchas horas rezando ante el Santísimo Sacramento en el                  templo.   |           
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Fuente:          Rafca.org 
          Rebeca Pierrette (Rafqa Pietra Choboq) Ar-Rayès, Santa          Monja Maronita,          Marzo 23   
              
 Monja Martirologio Romano: En el lugar de ad-Dahr, en el Líbano,                    santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyès, virgen de la Orden                    Libanense de San Antonio de los Maronitas, que ciega a                    los treinta años, y paralizada después en todos los                    miembros, permaneció en oración, fija sólo en Dios                    (1914).  (n. Himlaya, 29 de junio de 1832 - m.                  Batroun, 23 de marzo de 1914)   |           
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|                Victoriano, Frumencio y compañeros, Santos  |           
Mártires
Martirologio            Romano: Conmemoración            de los santos mártires Victoriano, procónsul de Cartago, y dos            hermanos de la            ciudad de Aguas Regias, y también de Frumencio y otro            Frumencio, mercaderes,            que en la persecución desencadenada por los vándalos bajo el            rey Hunerico, que            era arriano, todos ellos padecieron atroces suplicios por su            constancia en            confesar la fe cristiana, hasta ser coronados con ilustre            martirio (484). 
          
          Etimológicamente: Victoriano = Aquel que obtiene la            victoria, es de            origen latino.
          
          Victoriano era un católico rico en Adrumento. Le nombraron          procónsul Hunerico.          Se portó siempre con una gran fidelidad con el rey. Un día le          envió un mensaje          pidiéndole que se pusiera de acuerdo con Arrio, el hereje. Le          respondió en          seguida diciéndole: "Confío siempre en Cristo. Si su majestad me          quiere          condenar, hágalo. Jamás renunciaré a mi fe en la Iglesia          católica en la que he          sido bautizado"...
          
          El rey lo sometió a torturas hasta que murió mártir.
          
          El Martirologio recuerda a otros cuatro mercaderes que fueron          martirizados el          mismo día.
          
          Dos eran de Cartago, llamados Frumencio. Otros dos eran hermanos          de la ciudad          de Agua Regia. Los cogieron y los llevaron a la Tebaida.
          
          Los dos prometieron a Dios que les permitiera morir juntos por          defender su fe .
          
          Los perseguidores los colgaron al aire libre con pesos gruesos          en sus pies.
          
          Uno de ellos no podía aguantar el dolor y les pidió que lo          soltaran un momento.
          
          Su hermano temía que no fuera fiel a su fe en el Señor. Le          dijo:"Hermano, ¿es          eso lo que prometiste a Jesucristo?, ¿cómo te acusará en su          tribunal?
          
          Estas palabras animaron al hermano. Y entonces dijo a los          verdugos: No, no me          suelten. Y murieron mártires. Era en el año 484.
          
          ¡Felicidades a quienes lleven estos nombres!
          
          Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com
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Fuente:          Redentoristas.org 
          Metodio Domingo Trcka, Beato Mártir Redentorista, Marzo          23   
              
 Presbítero Redentorista Martirologio Romano: En Leopoldvara, ciudad de Eslovaquia,                    beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la                    Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en                    tiempo de persecución por causa de la fe, cambió su                    peregrinar terreno en vida eterna con su glorioso                    martirio (1959).  Dominick Trcka nace el 6 de julio en                  Frydlant nad Ostravici (actualmente Republica Checa),                  ultimo de los siete hijos de Františka Šterbova y Tomaš                  Trcka. Fue bautizado el día siguiente de su nacimiento,                  el 7 de julio de 1886. Crece en una familia católica                  donde recibe una buena educación cristiana. Una de sus                  hermanas fue religiosa.   |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Gualterio (Walter) de Pontoise, Santo Abad, Marzo 23   
              
 Abad Martirologio Romano: En Pontoise, cerca de París, en                    Francia, san Gualterio, primer abad del monasterio del                    lugar, que, renunciando a su amor por la soledad,                    enseñó con su ejemplo a los monjes la disciplina de la                    Regla y fustigó en el clero las costumbres simoníacas                    (c. 1095).  San Gualterio o Walter, alcanza celebridad                  en el norte de Francia, por su caridad y espíritu                  religioso.  |           
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Fuente:          santiebeati.it 
          Anunciata Colcchetti, Beata Virgen, Marzo 23   
              
 Superiora del Instituto de Hermanas Martirologio Romano: En el pueblo de Cemmo, de Lombardía,                    en Italia, beata Anunciata Cocchetti, virgen, que con                    fortaleza y humildad dirigió el Instituto de Hermanas                    de Santa Dorotea, recientemente fundado (1882).  Fundadora de las Monjas Doroteas de Cemmo,                  la madre Anunciata Cocchetti nació en Rovato (Brescia)                  el 9 de mayo de 1800; cuando tenía siete años de edad                  murieron sus dos padres y fue su abuela paterna quien la                  crió, logrando que no le faltara cariño, cuidados,                  educación y grandes ideales. traducido por Xavier Villalta Nota:Valcamonica es uno de los valles más                  extensos de los Alpes, con cerca de 90 kilómetros de                  largo y 1347 Km. cuadrados. Comienza en la Corna                  Trentapassi cerca de Pisogne, sobre el lago Iseo, y                  acaba en el Passo del Tonale, a 1883 metros sobre el                  nivel del mar. Pertenece a la región italiana de                  Lombardía, en las provincias de Brescia y Bérgamo.  |           
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Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día,          Marzo 23   
              
 San Fingar o Guignero, mártir  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com,          Catholic.net
Mensajes          anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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