JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Marcos 10, 17-27
Gloria a ti Señor.
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al          camino, se le acercó corriendo un          hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: 
          "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" 
          Jesús le contestó: 
          "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya          sabes los          mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no          levantarás falso          testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu          madre".
          Entonces él le contestó: 
          "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo          miró con          amor y le dijo: 
          "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero          a los          pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y          sígueme". 
          Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue          apesadumbrado,          porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dijo          entonces a sus          discípulos: 
          "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de          Dios!" 
          Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero          Jesús insistió: 
          "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas          entrar en          el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo          de una aguja          que a un rico entrar en el Reino de Dios".
          Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: 
          "Entonces, ¿quién puede salvarse?" 
          Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: 
          "Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo          es          posible".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario          visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan          presente en la          Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser            felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la            perfección del amor,            es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como            pide la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
lun          8a. Ord. año Par
      Antífona de Entrada
      Entremos              y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él              es nuestro Dios.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos            hijos tuyos, que            han puesto en tu gracia toda su esperanza.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Ustedes              no han visto a Cristo, y, sin embargo, lo aman; al creer              ahora en él se llenan              de una alegría indescriptible
Lectura              de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9
Bendito sea Dios, Padre de            nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al            resucitar a            Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la            esperanza de una            vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que él nos            tiene reservada            como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios,            él los protege con            su poder, para que alcancen la salvación que les tiene            preparada y que él            revelará al final de los tiempos.
            Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir            un poco por            adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a            la prueba, sea            hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la            manifestación de            Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y            el oro se            acrisola por el fuego.
            A Cristo Jesús no lo han visto ustedes y, sin embargo, lo            aman; al creer en él            ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e            indescriptible, seguros            de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la            fe.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 110
El              Señor recuerda siempre su alianza.
Doy            gracias al Señor de todo corazón, en las reuniones de los            justos. Grandiosas            son las obras del Señor, dignas de estudio para los fieles.
            El Señor recuerda siempre su alianza.
El            Señor ha hecho prodigios inolvidables, es piadoso y clemente:            recordando            siempre su alianza, él da de comer a sus fieles.
            El Señor recuerda siempre su alianza.
Redimió            a su pueblo, estableció su alianza para siempre: Dios es            sagrado y terrible; su            gloria perdura eternamente.
            El Señor recuerda siempre su alianza.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con            su pobreza.
            Aleluya.
Evangelio
      Ve y vende lo que tienes y              sígueme
† Lectura del santo              Evangelio según san Marcos 10, 17-27
Gloria a ti Señor.
En aquel tiempo, cuando            salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se            arrodilló ante él y            le preguntó: 
            "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"            
            Jesús le contestó: 
            "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya            sabes los            mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás,            no levantarás            falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y            a tu madre".
            Entonces él le contestó: 
            "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo            miró con            amor y le dijo: 
            "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el            dinero a los            pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y            sígueme". 
            Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue            apesadumbrado,            porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor,            dijo entonces a sus            discípulos: 
            "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de            Dios!" 
            Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero            Jesús insistió: 
            "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas            entrar en            el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el            ojo de una aguja            que a un rico entrar en el Reino de Dios".
            Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: 
            "Entonces, ¿quién puede salvarse?" 
            Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: 
            "Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios            todo es            posible".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Señor, Dios nuestro, tú que            nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras            fuerzas, conviértelos            para nosotros en sacramento de vida eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Jesús, buen samaritano
En verdad es justo darte            gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios            todopoderoso y eterno, en            todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y            en la enfermedad,            en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro            Redentor.
            Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando            a los oprimidos            por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a            todo hombre que            sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el            aceite del            consuelo y el vino de la esperanza. 
            Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos            en la noche del            dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y            resucitado.
            Por eso, 
            unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el            himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Demos              gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que              hace por su              pueblo; porque da de beber a los sedientos y da de comer a              los hambrientos.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan            y de un mismo            cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que            nuestro trabajo sea            eficaz para la salvación del mundo.
            El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
            Amén.
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† Meditación diaria
8ª SEMANA. LUNES
64. EL JOVEN RICO
- Dios llama a todos.          Necesidad de desprendimiento          para seguir a Cristo.
- La respuesta a la          personal vocación.
- Pobreza y          desprendimiento en nuestra vida corriente.
I. Nos dice el Evangelio          de la Misa (1) que salía ya          Jesús de una ciudad y se ponía en camino hacia otro lugar,          cuando vino un joven          corriendo y se detuvo ante el Señor. Los tres Evangelistas que          nos relatan el          suceso nos dicen que era de buena posición social. Se arrodilló          a los pies de          Cristo, y le hizo una pregunta fundamental para todo hombre:          Maestro, le dice,          ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? Jesús está de          pie, rodeado de          sus discípulos, que contemplan la escena; el joven, de rodillas.          Es un diálogo          abierto, en el que el Señor comienza dándole una respuesta          general: Guarda los          mandamientos. Y los enumera: no matarás, no cometerás adulterio,          no robarás...          Él respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi          adolescencia... ¿Qué          me falta aún?, recoge San Mateo (2). Es la pregunta que todos          nos hemos hecho          alguna vez ante el desencanto íntimo de las cosas que siendo          buenas no acaban          de llenar el corazón, y ante la vida que va pasando sin apagar          esa sed oculta          que no se sacia. Y Cristo tiene una respuesta personal para cada          uno, la única          respuesta válida.
Jesús sabía que en el          corazón de aquel joven se          hallaba un fondo de generosidad, una capacidad grande de          entrega. Por eso lo          miró complacido, con amor de predilección, y le invitó a          seguirle sin condición          alguna, sin ataduras. Se quedó mirándolo fijamente, como sólo          Cristo sabe          mirar, hasta lo más profundo del alma. "Él mira con amor a todo          hombre. El Evangelio          lo confirma a cada paso. Se puede decir también que en esta          "mirada amorosa"          de Cristo está contenida casi como en resumen y síntesis toda la          Buena Nueva          (...). Al hombre le es necesaria esta "mirada amorosa"; le es          necesario saberse amado, saberse amado eternamente y haber sido          elegido desde          la eternidad (cfr. Ef 1, 4). Al mismo tiempo, este amor eterno          de elección          divina acompaña al hombre durante su vida como la mirada de amor          de Cristo"          (3). Así nos ve el Señor ahora y siempre, con amor hondo, de          predilección.
El Maestro, con una voz          que tendría una entonación          particular, le dijo: Una cosa te falta aún. Una sola. ¡Con qué          expectación          aguardaría aquel joven la respuesta del Maestro! Era, sin duda,          lo más          importante que iba a oír en toda su existencia. Anda, vende          cuanto tienes y          dáselo a los pobres... Luego ven y sígueme. Era una invitación a          entregarse por          entero al Señor. No esperaba esto aquel joven. Los planes de          Dios no siempre          coinciden con los nuestros, con aquellos que hemos forjado en la          imaginación,          en nuestros sueños. Los proyectos divinos, de una forma u otra,          siempre pasan          por el desprendimiento de todo aquello que nos ata. Para seguir          a Cristo          necesitamos tener el alma libre. Las muchas riquezas de este          joven fueron el          gran obstáculo para aceptar el requerimiento de Jesús, lo más          grande que          ocurrió en su vida.
Dios llama a todos: a          sanos y a enfermos; a personas          con grandes cualidades y a las de capacidad modesta; a los que          poseen riquezas          y a los que sufren estrecheces; a los jóvenes, a los ancianos y          a los de edad          madura. Cada hombre, cada mujer debe saber descubrir el camino          peculiar al que          Dios le llama. Y a todos nos llama a la santidad, a la          generosidad, al          desprendimiento, a la entrega; a todos nos dice en nuestro          interior: ven y          sígueme. No cabe la mediocridad ante la invitación de Cristo; Él          no quiere          discípulos de "media entrega", con condicionamientos.
Este joven ve de repente          su vocación: la llamada a una          entrega plena. Su encuentro con Jesús le descubre el sentido y          el quehacer          fundamental de su vida. Y ante Él se pone al descubierto su          verdadera          disponibilidad. Había creído realizar la voluntad de Dios porque          cumplía los          mandamientos de la Ley. Cuando Cristo le pone delante una          entrega completa, se          descubre lo mucho que está apegado a sus cosas y el poco amor a          la voluntad de          Dios. También hoy se repite esta escena. "Me dices, de ese amigo          tuyo, que          frecuenta sacramentos, que es de vida limpia y buen estudiante.          -Pero que no          "encaja": si le hablas de sacrificio y apostolado, se entristece          y se          te va.
"No te preocupes. -No es          un fracaso de tu celo: es, a          la letra, la escena que narra el Evangelio: "si quieres ser          perfecto, anda          y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres" (sacrificio)... "y          ven          después y sígueme" (apostolado).
"El adolescente "abiit          tristis" -se retiró          también entristecido: no quiso corresponder a la gracia" (4). Se          marchó lleno          de tristeza, porque la alegría sólo es posible cuando hay          generosidad y          desprendimiento. Entonces la vida se llena de gozo en esa          disponibilidad          absoluta ante el querer de Dios que se manifiesta cada día en          cosas pequeñas y          en momentos bien precisos de nuestra vida. Digámosle hoy al          Señor que nos ayude          con su gracia para que, en todo momento, pueda contar          efectivamente con          nosotros para lo que quiera, sin condiciones ni ataduras.          "Señor, no tengo otro          fin en la vida que buscarte, amarte y servirte... Todos los          demás objetivos de          mi existencia a esto se encaminan. No quiero nada que me separe          de Ti", le          decimos en este diálogo con Él.
II. "La tristeza de este          joven -comenta el Papa Juan          Pablo II- nos lleva a reflexionar. Podremos tener la tentación          de pensar que          poseer muchas cosas, muchos bienes de este mundo, puede hacernos          felices. En          cambio, vemos en el caso del joven del Evangelio que las muchas          riquezas se          convirtieron en obstáculo para aceptar la llamada de Jesús a          seguirlo: ¡no          estaba dispuesto a decir sí a Jesús, y no a sí mismo, a decir sí          al amor, y no          a la huida! El amor verdadero es exigente (...). Porque fue          Jesús -nuestro mismo          Jesús- quien dijo: Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os          mando (Jn 15,          14). El amor exige esfuerzo y compromiso personal para cumplir          la voluntad de          Dios. Significa sacrificio y disciplina, pero significa también          alegría y          realización humana (...). Con la ayuda de Cristo y a través de          la oración,          vosotros podréis responder a su llamada (...). Abrid vuestros          corazones a este          Cristo del Evangelio, a su amor, a su verdad, a su alegría. ¡No          os vayáis          tristes!" (5).
La llamada del Señor a          seguirle de cerca exige una          actitud de respuesta continua, porque Él, en sus diferentes          llamamientos, pide          una correspondencia dócil y generosa a lo largo de la          existencia. Por eso          debemos ponernos con frecuencia delante del Señor -cara a cara          con Él, sin          anonimato- y preguntarle, como este joven: ¿Qué me falta?, ¿qué          exigencias          tiene hoy, en estas circunstancias mi vocación de cristiano?,          ¿qué caminos          quieres que siga? Seamos sinceros: quien tiene verdaderos deseos          de llegar,          llega a conocer con claridad los caminos de Dios. "El cristiano          va descubriendo          así, en medio de su vida corriente, cómo su vocación debe          desplegarse a través          de un tejido menudo y cotidiano de llamadas y sugerencias          divinas (...), de          instantes significativos, de "vocaciones" concretas, para          realizar,          por amor a su Señor, pequeñas o grandes tareas en el mundo de          los hombres. Es          en medio de este diálogo con el Señor como un hombre puede          escuchar esa voz          divina que le pide tomar unas decisiones definitivas, radicales          (...). La          palabra de Dios puede llegar con el huracán o con la brisa (1          Rey 19, 22)" (6).          Pero para seguirla debemos estar desprendidos de toda atadura:          sólo Cristo          importa. Todo lo demás, en Él y por Él.
III. Aquel joven se          levantó del suelo, esquivó aquella          mirada de Jesús y su invitación a una vida honda de amor, y se          marchó -todos se          dieron cuenta- con la tristeza señalada en el rostro. "El          instinto nos indica          que la negativa de aquel momento fue definitiva" (7). El Señor          vio con pena          cómo se alejaba; el Espíritu Santo nos revela el motivo de aquel          rechazo a la          gracia: tenía muchos bienes, y estaba muy apegado a ellos.
Después de este incidente,          la comitiva emprende su          camino. Pero antes, o quizá mientras recorren los primeros          pasos, Jesús,          mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícilmente          entrarán en el          reino de Dios los que tienen riquezas! Ellos quedaron          impresionados por sus          palabras. Y el Señor repitió con más fuerza: Es más fácil a un          camello pasar          por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino. Hemos          de considerar          con atención la enseñanza de Jesús y aplicarla a nuestra vida:          no se pueden          conciliar el amor a Dios, el seguirle de cerca, y el apegamiento          a los bienes          materiales: en un mismo corazón no caben esos dos amores. El          hombre puede orientar          su vida proponiéndose como fin a Dios, al que se alcanza, con la          ayuda de la          gracia también a través de las cosas materiales, usándolas como          medios, que eso          son; o puede, desgraciadamente, poner en las riquezas la          esperanza de su          plenitud y felicidad: deseo desmedido de bienes, de lujo, de          comodidad,          ambición, codicia...
Hoy puede ser una buena          ocasión para que examinemos          valientemente en la intimidad de nuestra oración qué nos mueve          en nuestro          actuar, dónde tenemos puesto el corazón: si tenemos planteado un          verdadero empeño          por andar desprendidos de los bienes de la tierra, o bien si,          por el contrario,          sufrimos cuando padecemos necesidad; si estamos vigilantes para          reaccionar ante          un detalle que manifieste aburguesamiento y comodidad, servidos          a menudo por          los reclamos de la sociedad de consumo; si somos parcos en las          necesidades          personales, si frenamos la tendencia a gastar, si evitamos los          gastos          superfluos, si no nos creamos falsas necesidades de las que          podríamos          prescindir con un poco de buena voluntad, si nos esforzamos por          no ceder en los          caprichos, si cuidamos con esmero las cosas de nuestro hogar y          los bienes que          usamos; si actuamos con la conciencia clara de ser sólo          administradores que han          de dar cuenta a su verdadero Dueño, Dios nuestro Señor; si          llevamos con alegría          las incomodidades y la falta de medios; si somos generosos en la          limosna a los          más necesitados y en el sostenimiento de obras buenas          privándonos de cosas que          nos agradaría poseer... Sólo así viviremos con la alegría y la          libertad          necesaria para ser discípulos del Señor en medio del mundo.
Seguir de cerca a Cristo          es nuestro supremo ideal; no          queremos marcharnos como aquel joven, con el alma impregnada de          profunda          tristeza porque no supo desprenderse de unos bienes de escaso          valor ante la          riqueza inmensa de Jesús.
(1) Mc 10, 17-27.- (2) Mt          19, 20.- (3) JUAN PABLO II,          Carta a los jóvenes, 31-III-1985, n. 7.- (4) J. ESCRIVA DE          BALAGUER, Camino, n.          807.- (5) JUAN PABLO II, Homilía en el Boston Common, 1-X-1979.-          (6) P.          RODRIGUEZ, Fe y vida de fe, pp. 82-83.- (7) R. A. KNOX,          Ejercicios para          seglares, Rialp, 2ª ed., Madrid 1962, p. 141.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San Emeterio y SAN            Celedonio
            Mártires (s. III) 
El poeta hispano Prudencio          recogió en verso los          relatos de la muerte de Emeterio y Celedonio. 
Calahorra está unida a          estos soldados por el hecho de          su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento.          Otros señalan a          León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios,          leccionarios y          breviarios del siglo XIII- al interpretar "ex legione" como          lugar de su          proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor          referida a la          Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo          acampada cerca de          la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento          histórico          denominado "Actas de Tréveris" del siglo VII.
En la parte alta de          Calahorra está la iglesia del          Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho          martirial- por          donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la          primitiva catedral          visigótica que debió construirse, según la costumbre de la          época, junto a la          residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue          destruida por          los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice          primero del          archivo catedralicio.
No se conocen las          circunstancias del martirio de estos          santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador          Diocleciano          ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de          su tiempo! Con          ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara          constancia ni          sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se          extendiera el          incendio. Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una          aproximación. ¿Fue          al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano?          Parece mejor          inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de          Valeriano,          contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo          II. Cierto es          que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la          historia antes          del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de          suceso muy remoto          y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304)          porque esta época ya          fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder          de vista que          el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los          hechos como la          actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco          respetuosos con          la historia.
El caso es que Emeterio y          Celedonio -hermanos de sangre          según algunos relatores- que fueron honrados con la          condecoración romana de          origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo          guerrero y          disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir          entre la apostasía          de la fe o el abandono de la profesión militar. Así son de          cambiantes los galardones          de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por          Jesucristo,          primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el          cabello. En la          soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos,          glosando la          frase del Evangelio, que era el momento de "dar a Dios lo que es          de Dios" después          de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre          castrense les          ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles,          amenazas y          tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y          momento del          ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el          martirio ven,          asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el          pañuelo de Celedonio          como señal de su triunfo señero.
Muy pronto el pueblo          calagurritano comenzó a dar culto          a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del          Salvador; con el          tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y          medio día de          Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que          recogió la          sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos.          Hoy Emeterio y          Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y          recordados por sus          compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que          los tiene por          hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de          ideal, de          profesión, de fe, de martirio y de gloria. 
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Fuente: Vatican.va 
        Catalina Drexel, Santa          Fundadora, Marzo 3   
              
 Fundadora de la Congregación Martirologio                    Romano: En Filadelfia, del estado de                    Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica,                    santa Catalina Drexel, virgen, que fundó la                    Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento                    y utilizó los bienes de su herencia con largueza y                    benignidad, en educar y ayudar a indios y negros                    (1955).  |           
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Ticiano de Brescia, Santo          Obispo, Marzo 3   
              
 Obispo              Martirologio Romano: En Brescia, en la región de Venecia,                      san Ticiano, obispo (c. 526).  |           
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Fuente: Vicenziani.com 
        Pedro Renato Rogue,            Beato          Mártir, Marzo 3   
              
 Martirologio                    Romano: En Vannes, de la Bretaña Menor, en                    Francia, beato Pedro Renato Rogue, presbítero de la                    Congregación de la Misión y mártir, que en tiempo de                    la Revolución Francesa, rechazando el injusto                    juramento impuesto al clero, permaneció secretamente                    en la ciudad, para atender con su ministerio a los                    fieles, y finalmente, condenado a la pena capital,                    descansó en la misericordia del Señor en la misma                    iglesia donde celebraba los sagrados misterios (1796).  |           
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Fuente: Op.org.ar 
        Pedro Geremía, Beato          Sacerdote Dominíco, Marzo 3   
              
 Presbítero Dominico Martirologio                    Romano: En Palermo, en Sicilia, beato Pedro                    Geremia, presbítero de la Orden de Predicadores, que,                    confirmado por san Vicente Ferrer en el ministerio de                    la palabra de Dios, se entregó del todo a la salvación                    de las almas (1452).  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina02 
        Teresa Eustochio            Verzeri, Santa          Fundadora, Marzo 3   
              
 Virgen y Fundadora Martirologio                    Romano: En Brescia, en Lombardía, santa Teresa                    Eustoquio (Ignacia) Verzeri, virgen, fundadora del                    Instituto de las Hijas del Sacratísimo Corazón de                    Jesús (1852).  |           
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Fuente: Franciscanos.net 
        Inocencio de Berzo,            Beato          Presbítero Capuchino, Marzo 3   
              
 Presbítero Capuchino Martirologio                    Romano: En Bérgamo, también de Lombardía, en                    Italia, beato Inocencio de Berzo (Juan) Scalvinoni,                    presbítero de la Orden de los Hermanos Menores                    Capuchinos, que brilló por su eximia caridad                    difundiendo la palabra de Dios y escuchando las                    confesiones (1890).  |           
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Fuente: Mercaba.org 
        Cunegunda, Santa          Emperatriz de Alemania, Marzo 3   
              
 Emperatriz de                  Alemania               |           
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Fuente: Carmelnet.org 
        Jacobino de Canepacis,            Beato          Religioso Carmelita, Marzo 3   
              
 Religioso Carmelita Martirologio                    Romano: En Vercelli, en el Piamonte, beato                    Jacobino de' Canepacci, religioso de la Orden de los                    Carmelitas, preclaro por su dedicación a la oración y                    la penitencia (1508).  |           
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Fuente: Franciscanos.org 
        Liberato Weiss y            compañeros, Beatos          Mártires, Marzo 3   
              
 Mártires Franciscanos Martirologio                    Romano: En Gondar, en Etiopía, beatos Liberato                    Weiss, Samuel Marzorati, y Miguel Pío Fasoli da Zerbo,                    presbíteros, de la Orden de los Hermanos Menores y                    mártires, que murieron lapidados a causa de la fe                    católica (1716).  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Anselmo de Nonántola,            Santo Abad,          Marzo 3   
              
 Abad Martirologio                    Romano: En Nonántola, en la Emilia, san                    Anselmo, fundador y primer abad de este monasterio, en                    el que durante cincuenta años promovió la disciplina                    monástica, tanto con sus preceptos como en el                    ejercicio de las virtudes (803).  |           
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Fuente: Martirologio          Romano 
        Otros Santos y Beatos          Completando santoral de este día, Marzo 3   
              
 Santos Marino y                    Asterio, mártires  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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