JMJ
Pax
† Lectura del santo            Evangelio según san Mateo 23, 1-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús          dijo a la gente y a sus          discípulos: 
          "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los          fariseos. Obedézcanles          y hagan lo que les digan, pero no imiten su ejemplo, porque no          hacen lo que          dicen. Atan cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre          los hombros de la          gente; pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas. Todo lo          hacen para que          los vea la gente: exageran sus distintivos religiosos y alargan          los adornos del          manto; les gusta el primer lugar en los banquetes y los asientos          de honor en          las sinagogas, el ser saludados por la calle y que los llamen          maestros.
          Ustedes, en cambio, no se dejen llamar maestro, porque uno es su          maestro, y          todos ustedes son hermanos. Ni llamen a nadie padre en la          tierra, porque uno          solo es su Padre: el del cielo. Ni se dejen llamar jefes, porque          uno solo es          quien los conduce: el Mesías. El primero de ustedes será el que          sirva a los          demás.
          Porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla          será          engrandecido".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
mar 2a. Sem cuaresma
      Antífona de Entrada
      Da luz a mis ojos, Señor, para que no              caiga en el sueño de la muerte;              para que no diga mi enemigo: "He triunfado sobre él".
Oración Colecta
      Oremos:
            Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia; y ya que sin            ti no puede            sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana,            protégela en los peligros            y guíala a la salvación eterna. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      Aprendan a hacer el bien; busquen la              justicia
Lectura del libro del profeta Isaías 1,              10.16-20
Escuchen            la palabra del Señor, jefes de Sodoma, atiendan a la enseñanza            de nuestro Dios,            pueblo de Gomorra: 
            "Lávense, purifíquense; aparten de mi vista sus malas            acciones. Dejen de            hacer el mal, aprendan a hacer el bien.
            Busquen el derecho, protejan al oprimido, socorran al            huérfano, defiendan a la            viuda.
            Luego vengan y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados            sean de un rojo            intenso, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos            como la púrpura,            quedarán como lana blanca. Si obedecen y hacen el bien,            comerán los frutos de            la tierra; si se resisten y son rebeldes, los devorará la            espada.
            Lo ha dicho el Señor".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 49, 8-9.16bc-17.21 y 23
Muéstranos, Señor, el camino de la              salvación.
No te reprendo por tus sacrificios, pues            tus holocaustos están siempre            ante mí; pero no aceptaré un novillo de tu casa, ni un cabrito            de tus corrales.
            Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
"¿Por qué recitas mis mandamientos, y            tienes siempre en tu boca mi            alianza, tú que detestas la corrección y no tienes en cuenta            mis palabras?
            Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
Esto haces tú, ¿y me voy a quedar callado?            ¿Piensas quizás que soy como            tú? Yo te acuso y te lo echo en cara.
            Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
El que me ofrece un sacrificio de            alabanza, es el que me da gloria; al            que rectifique su camino yo le mostraré la salvación de Dios".
            Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
Aclamación antes del            Evangelio
      Honor y              gloria a ti, Señor Jesús. 
            Purifíquense de todas sus maldades; renueven su corazón y su            espíritu, dice el Señor.
            Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
      Los              fariseos dicen una cosa y hacen otra
† Lectura              del santo Evangelio según san Mateo 23,              1-12
Gloria a              ti, Señor.
En            aquel tiempo, Jesús dijo a            la gente y a sus discípulos: 
            "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los            fariseos.            Obedézcanles y hagan lo que les digan, pero no imiten su            ejemplo, porque no            hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas e insoportables, y las            ponen sobre los            hombros de la gente; pero ellos no mueven ni un dedo para            llevarlas. Todo lo            hacen para que los vea la gente: exageran sus distintivos            religiosos y alargan            los adornos del manto; les gusta el primer lugar en los            banquetes y los            asientos de honor en las sinagogas, el ser saludados por la            calle y que los            llamen maestros.
            Ustedes, en cambio, no se dejen llamar maestro, porque uno es            su maestro, y            todos ustedes son hermanos. Ni llamen a nadie padre en la            tierra, porque uno            solo es su Padre: el del cielo. Ni se dejen llamar jefes,            porque uno solo es            quien los conduce: el Mesías. El primero de ustedes será el            que sirva a los            demás.
            Porque el que se engrandece será humillado, y el que se            humilla será            engrandecido".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las            Ofrendas
      Por            estos misterios que            estamos celebrando, dígnate santificarnos, Señor; purifícanos            de nuestros            egoísmos terrenales y condúcenos a los bienes celestiales.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Los              frutos de las privaciones voluntarias
En            verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Porque con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a            reconocer y agradecer            tus dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir            nuestros bienes            con los necesitados, imitando así tu generosidad.
            Por eso, 
            con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos            diciendo:
Antífona de la Comunión
      Proclamo todas tus maravillas, me alegro              y canto salmos a tu nombre, ¡oh              Altísimo!
Oración después de la            Comunión
      Oremos:
            Señor, te rogamos que esta Eucaristía nos ayude a vivir más            cristianamente y            nos obtenga el auxilio continuo de tu misericordia. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 2ª          semana. Martes
HUMILDAD Y          ESPÍRITU DE SERVICIO
—          Sin humildad no es posible servir a los demás, y podemos hacer          desgraciados a          quienes nos rodean.
—          Imitar el servicio de Jesús, ejemplo supremo de humildad y de          entrega a los          demás.
—          De modo particular hemos de servir a aquellos que el Señor ha          puesto junto a          nosotros. Aprender de la Virgen.
I. En el          Evangelio de la Misa de hoy          plantea el Señor, con toda su cruda realidad, cómo los escribas          y fariseos se            habían sentado en la cátedra de            Moisés y,          preocupados solo de          sí mismos, habían abandonado a quienes se les había encomendado,          a las gentes          sencillas que andaban maltratadas  y            abatidas como ovejas sin pastor1. Ellos andan          preocupados de los primeros          puestos en los banquetes, de sus filacterias y franjas, de ser          saludados en las          plazas, de ser llamados maestros2. Habían sido          constituidos sal y            luz para el          pueblo de Israel, y dejaron al          pueblo sin la sal y sin la luz. También ellos mismos se han          quedado a oscuras.          Cambiaron la gloria de Dios por su propia gloria: Hacen todas sus obras            para ser            vistos por los hombres. La soberbia personal y la búsqueda          de la vanagloria          les habían hecho perder la humildad y el espíritu de servicio          que caracteriza a          quienes desean seguir al Señor.
Cristo          advierte a sus discípulos: Vosotros,  en            cambio, no queráis que os llamen maestros: ... el mayor entre            vosotros sea vuestro            servidor3. Y Él mismo          nos señaló repetidamente el          camino: Porque            ¿quién es el            mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que            está a la mesa? Sin            embargo, yo estoy en medio de vosotros como quien sirve4.
Sin          humildad y espíritu de servicio no hay eficacia, no es posible          vivir la          caridad. Sin humildad no hay santidad, pues Jesús no quiere a su          servicio          amigos engreídos: «los instrumentos de Dios son siempre los          humildes»5.
En          el apostolado y en los pequeños servicios que prestamos a los          demás no hay          motivo de complacencia ni de altanería, ya que es el Señor quien          hace          verdaderamente las cosas. Cuando servimos, nuestra capacidad no          guarda relación          con los frutos sobrenaturales que buscamos. Sin la gracia, de          nada servirían          los mayores esfuerzos:nadie, si no es por el Espíritu Santo,            puede decir            Señor Jesús6. La gracia es          lo único que puede          potenciar nuestros talentos humanos para realizar obras que          están por encima de          nuestras posibilidades. Y Diosresiste a los soberbios y da su            gracia a los            humildes7.
Cuando          luchamos por alcanzar esta virtud somos eficaces y fuertes. «La          humildad nos          empujará a que llevemos a cabo grandes labores; pero a condición          de que no          perdamos de vista la conciencia de nuestra poquedad, con un          convencimiento de          nuestra pobre indigencia que crezca cada día»8.
Debemos          estar vigilantes, porque la peor ambición es la de buscar la          propia excelencia,          como hicieron los escribas y los fariseos; la de buscarnos a          nosotros mismos en          las cosas que hacemos o proyectamos. «Arremete (la soberbia) por          todos los          flancos y su vencedor la encuentra en todo cuanto le circunda»9.
Si          no somos humildes podemos hacer desgraciados a quienes nos          rodean, porque la          soberbia lo inficiona todo. Donde hay un soberbio, todo acaba          maltratado: la          familia, los amigos, el lugar donde trabaja... Exigirá un trato          especial porque          se cree distinto, habrá que evitar con cuidado herir su          susceptibilidad... Su          actitud dogmática en las conversaciones, sus intervenciones          irónicas –no le importa          dejar en mal lugar a los demás por quedar él bien–, la tendencia          a poner punto          final a las conversaciones que surgieron con naturalidad,          etcétera, son          manifestaciones de algo más profundo: un gran egoísmo que se          apodera de la          persona cuando ha puesto el horizonte de la vida en sí misma.
Estos          momentos de oración pueden servirnos para examinar, en la          presencia del Señor,          cómo es nuestro trato con los demás y si está lleno de espíritu          de servicio.
II.          Jesús es el ejemplo supremo de          humildad y de entrega a los demás. Nadie tuvo jamás dignidad          comparable a la de          Él, nadie sirvió con tanta solicitud a los hombres: yo estoy en medio de            vosotros como            quien sirve. Sigue siendo esa su actitud hacia cada uno de          nosotros.          Dispuesto a servirnos, a ayudarnos, a levantarnos de las caídas.          ¿Servimos nosotros          a los demás, en la familia, en el trabajo, en esos favores          anónimos que quizá          jamás van a ser agradecidos? El Señor, por boca del profeta          Isaías, nos dice          hoy en la primera lectura de la Misa10: Discite            benefacere: Aprended a hacer el bien... Y solo          aprenderemos si nos fijamos          en Jesús, nuestro Modelo, si meditamos frecuentemente su ejemplo          constante y          sus enseñanzas.
Ejemplo            os he dado –dice el Señor          después de lavarles los          pies a sus discípulos– para  que            como yo he hecho con vosotros, así hagáis vosotros11. Nos deja una          suprema lección para que          entendamos que si no somos humildes, si no estamos dispuestos a          servir, no          podemos seguir al Maestro.
El          Señor nos invita a seguirle y a imitarle, y nos deja una regla          sencilla, pero          exacta, para vivir la caridad con humildad y espíritu de          servicio: Todo lo            que queráis que hagan los            hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos12. La          experiencia de lo que me agrada o me          molesta, de lo que me ayuda o me hace daño, es una buena norma          de aquello que          debo hacer o evitar en el trato con los demás.
Todos          deseamos una palabra de aliento cuando las cosas no han ido          bien, y comprensión          de los demás cuando, a pesar de la buena voluntad, nos hemos          vuelto a          equivocar; y que se fijen en lo positivo más que en los          defectos; y que haya un          tono de cordialidad en el lugar donde trabajamos o al llegar a          casa; y que se          nos exija en nuestro trabajo, pero de buenas maneras; y que          nadie hable mal a          nuestras espaldas; y que haya alguien que nos defienda cuando se          nos critica y          no estamos presentes; y que se preocupen de verdad por nosotros          cuando estamos          enfermos; y que se nos haga la corrección fraterna de las cosas          que hacemos          mal, en vez de comentarlas con otros; y que recen por nosotros          y... Estas son          las cosas que, con humildad y espíritu de servicio, hemos de          hacer por los          demás. Discite            benefacere.
Si          nos comportamos así, sigue diciendo el profeta Isaías, entonces:Aunque  vuestros            pecados fueran como la grana, quedarán blancos como la nieve.            Aunque            fueren rojos como la púrpura quedarán como la blanca lana13.
III. El primero entre            vosotros sea            vuestro servidor14, nos dice el          Señor. Para eso hemos de          dejar nuestro egoísmo a un lado y descubrir esas manifestaciones          de la caridad          que hacen felices a los demás. Si no lucháramos por olvidarnos          cada vez más de          nosotros mismos, pasaríamos una y otra vez al lado de quienes          nos rodean y no          nos daríamos cuenta de que necesitan una palabra de aliento,          valorar lo que          hacen, animarles a ser mejores y servirles.
El          egoísmo ciega y nos cierra el horizonte de los demás; la          humildad abre          constantemente camino a la caridad en detalles prácticos y          concretos de          servicio. Este            espíritu alegre,          de apertura a los demás, y            de            disponibilidad es          capaz de          transformar cualquier ambiente. La caridad cala, como el agua en          la grieta de          la piedra, y acaba por romper la resistencia más dura. «Amor          saca amor», decía          Santa Teresa15, y San Juan          de la Cruz aconsejaba: «Donde          no hay amor, pon amor y sacarás amor»16.
Os            tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os            teníamos tanto            cariño que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios,            sino hasta            nuestras propias personas17, manifestaba          San Pablo a los cristianos          de Tesalónica. Si le imitamos, tendremos frutos parecidos a los          suyos.
De          modo particular hemos de vivir este espíritu del Señor con los          más próximos, en          la propia familia: «el marido no busque únicamente sus          intereses, sino también          los de su mujer, y esta los de su marido; los padres busquen los          intereses de          sus hijos y estos a su vez busquen los intereses de sus padres.          La familia es          la única comunidad en la que todo hombre "es amado por sí          mismo", por lo que es          y no por lo quetiene (...).
»El          respeto de esta norma fundamental explica, como enseña el mismo          Apóstol, que no          se haga nada por espíritu de rivalidad o por vanagloria, sino          con humildad, por          amor. Y este amor, que se abre a los demás, hace que los          miembros de la familia          sean auténticos servidores de la "iglesia doméstica", donde          todos desean el          bien y la felicidad a cada uno; donde todos y cada uno dan vida          a ese amor con          la premurosa búsqueda de tal bien y tal felicidad»18.
Si          actuamos así no veremos, como en tantas ocasiones sucede, la paja en el ojo            ajeno sin ver la viga en el propio19. Las faltas          más pequeñas del otro se ven          aumentadas, las mayores faltas propias tienden a disminuirse y a          justificarse.
Por          el contrario, la humildad nos hace reconocer en primer lugar los          propios          errores y las propias miserias. Estamos en condiciones entonces          de ver con          comprensión los defectos de los demás y de poder prestarles          ayuda. También          estamos en condiciones de quererles y aceptarlos con esas          deficiencias.
La          Virgen, Nuestra Señora, Esclava  del            Señor, nos enseñará a entender que servir a los demás es          una de las          formas de encontrar la alegría en esta vida y uno de los caminos          más cortos          para encontrar a Jesús. Para eso hemos de pedirle que nos haga          verdaderamente          humildes.
1 Mt 9, 36.          — 2 Cfr. Mt 23, 1-12. — 3 Cfr. Mt 23, 8-11. — 4 Lc 22,          27. — 5 San Juan            Crisóstomo, Homilías            sobre San Mateo, 15. — 6 1            Cor 12, 3.          — 7 Sant 4, 6.          — 8 San            Josemaría Escrivá, Amigos            de Dios, 106. — 9 Casiano, Instituciones,          11, 3. — 10 Is1, 17. — 11 Jn 13,          15. — 12 Mt 7, 12.          — 13 Is 1, 18.          — 14 Mt 23,          11. — 15 Santa            Teresa, Vida, 22, 14. — 16 San Juan            de la Cruz, Carta            a la M. Mª de la Encarnación,          en Vida, BAC,          Madrid 1950,          p. 1322. — 17 1            Tes 2,          7-8. — 18 Juan Pablo            II, Homilía en la Misa            para las            familias, Madrid 2-XI-1982. — 19 Mt 7,          3-5.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San            Cirilo de Jerusalén
          Doctor          de la Iglesia
          (año 386)
San Cirilo nació cerca de          Jerusalem y fue Arzobispo de          esa ciudad durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en          destierro. 5 veces          fue desterrado: tres por los de extrema izquierda y dos por los          de extrema          derecha. 
Era un          hombre suave de carácter, enemigo          de andar discutiendo, que deseaba más instruir que polemizar, y          trataba de          permanecer neutral en las discusiones. Pero por eso mismo una          vez lo          desterraban los de un partido y otra vez los del otro.
Aunque los          de cada partido extremista lo          llamaban hereje, sin embargo San Hilario (el defensor del dogma          de la Santísima          Trinidad) lo tuvo siempre como amigo, y San Atanasio (el          defensor de la          divinidad de Jesucristo) le profesaba una sincera amistad, y el          Concilio          general de Constantinopla, en el año 381, lo llama "valiente          luchador para          defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de          nuestra religión".
Una de las          acusaciones que le hicieron          los enemigos fue el haber vendido varias posesiones de la          Iglesia de Jerusalem          para ayudar a los pobres en épocas de grandes hambres y          miserias. Pero esto          mismo hicieron muchos obispos en diversas épocas, con tal de          remediar las graves          necesidades de los pobres.
El emperador          Juliano, el apóstata, se          propuso reconstruir el templo de Jerusalem para demostrar que lo          que Jesús          había anunciado en el evangelio ya no se cumplía. San Cirilo          anunció mientras          preparaban las grandes cantidades de materiales para esa          reconstrucción, que          aquella obra fracasaría estrepitosamente. Y así sucedió y el          templo no se          reconstruyó.
San Cirilo          de Jerusalem se ha hecho          célebre y ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por          unos escritos suyos          muy importantes que se llaman "Catequesis". Son 18 sermones          pronunciados en Jerusalem, y en ellos habla de la penitencia,          del pecado, del          bautismo, y del Credo, explicándolo frase por frase. Allí          instruye a los recién          bautizados acerca de las verdades de la fe y habla          bellísimamente de la          Eucaristía.
En sus          escritos insiste fuertemente en          que Jesucristo sí esta presente en la Santa Hostia de la          Eucaristía. A los que          reciben la comunión en la mano les aconseja: "Hagan de su mano          izquierda          como un trono en el que se apoya la mano derecha que va a          recibir al Rey          Celestial. Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así          como no          dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los llevamos          con gran          cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos de Hostia          Consagrada".
Al volver de          su último destierro que          duró 11 años, encontró a Jerusalem llena de vicios y desórdenes          y divisiones y          se dedicó con todas sus fuerzas a volver a las gentes al fervor          y a la paz, y a          obtener que los que se habían pasado a las herejías volvieran          otra vez a la          Santa Iglesia Católica.
A los 72          años murió en Jerusalem en el          año 386.
En 1882 el          Sumo Pontífice lo declaró          Doctor de la Iglesia.
Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Anselmo II de Lucca,            Santo          Obispo, Marzo 18   
              
 Patrono de Mantua Martirologio                    Romano: En Mantua, en Lombardía, tránsito de                    san Anselmo, el cual, siendo obispo de Lucca, en la                    controversia de las investiduras, fidelísimo a la Sede                    de Roma, puso en manos del papa san Gregorio VII el                    anillo y el báculo pastoral que, de mala gana, había                    recibido de manos del emperador Enrique IV, y                    expulsado de la sede por los canónigos que rechazaban                    la vida comunitaria, fue enviado a Lombardía como                    legado del Papa, de quien fue un valiente colaborador                    (1086).  San Anselmo nació                  en Mantua en el año 1036, y ya en 1073 su tío, el Papa                  Alejandro II, lo nombró candidato al obispado de Lucca,                  que había quedado vacante cuando el Pontífice ocupó el                  trono de San Pedro. Siguiendo la lamentable costumbre de                  su tiempo, el Papa mandó a Anselmo a recibir de manos                  del emperador Enrique IV el báculo pastoral y el anillo.                  Anselmo estaba tan convencido de que un poder secular no                  podía conferir dignidades eclesiásticas, que no aceptó                  recibir la investidura del emperador y regresó a Italia.                    |           
Eduardo II el Martir, Santo Rey de          Inglaterra, Marzo 18   
              
 Rey de Inglaterra Martirologio                    Romano: En Wareham, en Inglaterra, san                    Eduardo, rey, que, todavía adolescente, fue asesinado                    dolosamente por los criados de la madrastra (978).                   Eduardo el Mártir                  nació en el año 962, siendo el primogénito de Edgar el                  Pacífico, rey de Inglaterra, y de su primera esposa                  Ethelfleda, hija del caballero Ordmaer.  |           
Fuente: Franciscanos.org 
        Salvador de Horta, Santo          Franciscano Profeso, Marzo 18   
              
 Religioso Franciscano Martirologio                    Romano: En Cagliari, en Cerdeña, san Salvador                    de Horta Grionesos, religioso de la Orden de los                    Hermanos Menores, que para la salvación de cuerpos y                    almas se hizo humilde instrumento de Cristo (1567).                   A principios del                  siglo XVI vivían en la aldea de Bruñola, de la diócesis                  de Gerona, dos esposos jóvenes, propietarios de una                  masía llamada Masdevall, y regularmente ricos y buenos                  cristianos. El porvenir se presentaba a sus ojos                  apacible y lleno de esperanzas; pero por circunstancias                  que ignoramos, los dos esposos se vieron completamente                  arruinados, y de allí a poco hubieron de ser admitidos                  por caridad, enfermos y sin recursos, en el hospicio de                  Santa Coloma de Farnés.  |           
Fuente: Escolapios.es 
        Celestina de la Madre de            Dios (Mariana) Donati, Beata          Fundadora, Marzo 18   
              
 Fundadora de la Congregación de                    las Hijas Pobres de San José de Calasanz Etimológicamente: Celestina = Aquella que es caida del                    cielo, es de origen latino. Nació el 26 de                  Octubre de 1848 en Florencia, Italia.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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