JMJ
Pax
† Lectura del santo            Evangelio según san Lucas 18, 9-14
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, a unos          que presumían de ser hombres          de bien y despreciaban a los demás, Jesús les dijo esta          parábola:
          "Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el          otro un recaudador          de impuestos. El fariseo, de pie, hacía interiormente esta          oración:
          "Dios mío, te doy gracias, porque no soy como el resto de los          hombres:          ladrones, injustos, adúlteros; ni como ése que recauda impuestos          para Roma.          Ayuno dos veces por semana, y pago los diezmos de todo lo que          poseo".
          Por su parte, el recaudador de impuestos, manteniéndose a          distancia, no se          atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se          golpeaba el pecho,          diciendo:
          "Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador".
          Les digo que éste bajó a su casa reconciliado con Dios, y el          otro no. Porque el          que se engrandece será humillado, y el que se humilla será          engrandecido".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
sab 3a. Sem          cuaresma
      Antífona            de Entrada
      Bendice, alma mía, al Señor, y no              olvides sus beneficios: él perdona              todas tus culpas.
Oración            Colecta
      Oremos: 
            Concédenos, Señor, que celebrando con alegría esta Cuaresma,            de tal modo            penetremos el significado del misterio pascual, que obtengamos            la plenitud de            sus frutos. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Yo quiero misericordia y no sacrificios
Lectura del libro del profeta Oseas 5,              15c; 6, 1-6
Esto dice            el Señor:
            "En su angustia me buscarán y me dirán:
            "Vengan, regresemos al Señor; él nos ha despedazado y él nos            sanará; él            nos ha herido y él nos vendará. Después de dos días nos            devolverá la vida, al            tercero nos levantará, y viviremos en su presencia.            Esforcémonos en conocer al            Señor; su venida es tan segura como la aurora; como aguacero            descenderá sobre            nosotros, como lluvia primaveral que riega la tierra".
            ¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo,            Judá? Tu amor es            como nube mañanera, como rocío que pronto se disipa. Por eso            los he herido por            medio de los profetas; los he aniquilado con las palabras de            mi boca, y mi            juicio resplandece como la luz. Porque quiero amor, y no            sacrificios, y            prefiero el conocimiento de Dios, más que los holocaustos".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo            Responsorial
      Sal 50, 3-4.18-19.20-21ab
Misericordia quiero y no sacrificios.
Ten piedad de mí, Dios mío, por tu amor,            por tu inmensa compasión, borra            mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado.
            Misericordia quiero y no sacrificios.
No es el sacrificio lo que te complace, y            si ofrezco un holocausto no lo            aceptarías. El sacrificio que Dios quiere es un espíritu            arrepentido: un            corazón arrepentido y humillado tú, Dios mío, no lo            desprecias.
            Misericordia quiero y no sacrificios.
Favorece a Sión por tu bondad, reconstruye            las murallas de Jerusalén;            entonces te agradarán los sacrificios prescritos, holocaustos            y ofrenda            perfecta.
            Misericordia quiero y no sacrificios.
Aclamación            antes del Evangelio
      Honor y              gloria a ti, Señor Jesús. 
            Hagámosle caso al Señor que nos dice: "No endurezcan su            corazón".
            Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
      El              publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no
† Lectura              del santo Evangelio según san Lucas 18,              9-14
Gloria a              ti, Señor.
En            aquel tiempo, a unos que            presumían de ser hombres de bien y despreciaban a los demás,            Jesús les dijo            esta parábola:
            "Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el            otro un            recaudador de impuestos. El fariseo, de pie, hacía            interiormente esta oración:
            "Dios mío, te doy gracias, porque no soy como el resto de los            hombres:            ladrones, injustos, adúlteros; ni como ése que recauda            impuestos para Roma.            Ayuno dos veces por semana, y pago los diezmos de todo lo que            poseo".
            Por su parte, el recaudador de impuestos, manteniéndose a            distancia, no se            atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se            golpeaba el pecho,            diciendo:
            "Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador".
            Les digo que éste bajó a su casa reconciliado con Dios, y el            otro no. Porque el            que se engrandece será humillado, y el que se humilla será            engrandecido".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Tú            que nos purificas con tu            gracia para que nos acerquemos dignamente a tu Eucaristía,            concédenos, Señor,            celebrarla de tal modo que podamos rendirte una alabanza            perfecta. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Significado              espiritual de la Cuaresma
En            verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo,            Señor nuestro.
            Por él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo            de habernos            purificado, la solemnidad de la Pascua, para que dedicados con            mayor entrega a            la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de            los misterios que            nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de            Dios.
            Por eso, 
            con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos            sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona            de la Comunión
      El publicano, manteniéndose a distancia,              se golpeaba el pecho y decía:              "Señor, ten piedad de mí, porque soy un pecador".
Oración            después de la Comunión
      Oremos:
            Dios de misericordia, que no cesas de alimentarnos con tu            santa Eucaristía,            concédenos venerarla siempre con respeto y recibirla con fe            profunda. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 3ª semana.          Sábado
EL FARISEO Y EL PUBLICANO
— Necesidad de la          humildad. La soberbia lo pervierte          todo.
— La hipocresía de los          fariseos. Manifestaciones de la          soberbia.
— Aprender del publicano          de la parábola. Pedir la          humildad.
I. Misericordia, Dios            mío... Los sacrificios no te            satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi            sacrificio es un            espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú            no lo desprecias1.          El Señor se conmueve y derrocha sus gracias ante un corazón          humilde.
Nos presenta San Lucas en          el Evangelio de la Misa de          hoy2 a dos hombres que subieron al Templo a orar: uno          fariseo y          publicano el otro. Los fariseos se consideraban a sí mismos como          puros y          perfectos cumplidores de la ley; los publicanos se encargaban de          recaudar las          contribuciones, y eran tenidos por hombres más amantes de sus          negocios que de          cumplir con la ley. Antes de narrar la parábola, el Evangelista          se preocupa de          señalar que Jesús se dirigía a ciertos hombres que presumían            de ser justos y            despreciaban a los demás.
En seguida se pone de          manifiesto en la parábola que el          fariseo ha entrado al Templo sin humildad y sin amor. Él es el          centro de sus          propios pensamientos y el objeto de su aprecio: Oh Dios, te            doy gracias            porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos,            adúlteros, ni como            ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de            todo lo que poseo.          En vez de alabar a Dios, ha comenzado, quizá de modo sutil, a          alabarse a sí          mismo. Todo lo que hacía eran cosas buenas: ayunar, pagar el          diezmo...; la          bondad de estas obras quedó destruida, sin embargo, por la          soberbia: se          atribuye a sí mismo el mérito, y desprecia a los demás. Faltan          la humildad y la          caridad, y sin ellas no hay ninguna virtud ni obra buena.
El fariseo está de pie.          Ora, da gracias por lo que          hace. Pero hay mucha autocomplacencia, está "satisfecho". Se          compara con los          demás y se considera superior, más justo, mejor cumplidor de la          ley. La          soberbia es el mayor obstáculo que el hombre pone a la gracia          divina. Y es el          vicio capital más peligroso: se insinúa y tiende a infiltrarse          hasta en las          buenas obras, haciéndoles perder su condición y su mérito          sobrenatural; su raíz          está en lo más profundo del hombre (en el amor propio          desordenado), y nada hay          tan difícil de desarraigar e incluso de llegar a reconocer con          claridad.
""A mí mismo, con la          admiración que me debo". —Esto          escribió en la primera página de un libro. Y lo mismo podrían          estampar muchos          otros pobrecitos, en la última hoja de su vida.
"¡Qué pena, si tú y yo          vivimos o terminamos así!          —Vamos a hacer un examen serio"3. Pedimos al Señor          que tenga siempre          compasión de nosotros y no nos deje caer en ese estado.          Imploremos cada día la          virtud de la humildad y hagamos hoy el propósito de estar          atentos a las          diversas y variadas expresiones en que se pone de manifiesto el          pecado capital          de la soberbia, y a rectificar la intención en nuestras obras          cuantas veces sea          necesario.
II. Algunos fariseos se          convirtieron, y fueron amigos          y fieles discípulos del Señor, pero muchos otros no supieron          reconocer al          Mesías, que pasaba por sus calles y plazas. La soberbia hizo que          perdieran el          norte de su existencia y que su vida religiosa, de la que tanto          alardeaban,          quedara hueca y vacía. Sus prácticas de piedad se consumían en          formalismos y          meras apariencias, realizadas de cara a la galería. Cuando          ayunan, demudan su          rostro para que los demás lo sepan4; cuando oran,          gustan de hacerlo          de pie y con ostentación en las sinagogas o en medio de las          plazas5;          cuando dan limosna, lo pregonan con trompetas6.
El Señor recomendará a sus          discípulos: No hagáis            como los fariseos. Y les explica por qué no deben seguir          su ejemplo: Todas            sus obras las hacen para ser vistos por los hombres7.          Con          palabra fuerte, para que reaccionen, les llama hipócritas,          semejantes a          sepulcros blanqueados: vistosos por fuera, repletos de          podredumbre por dentro8.
La vanagloria "fue la que          los apartó de Dios; ella les          hizo buscar otro teatro para sus luchas y los perdió. Porque,          como se procura          agradar a los espectadores que cada uno tiene, según son los          espectadores,          tales son los combates que se realizan"9. Para ser          humildes no          podemos olvidar jamás que quien presencia nuestra vida y          nuestras obras es el          Señor, a quien hemos de procurar agradar en todo momento.
Los fariseos, por la          soberbia, se volvieron duros,          inflexibles y exigentes con sus semejantes, y débiles y          comprensivos consigo          mismos: Atan pesadas cargas a los demás y ellos ni siquiera            ponen un dedo            para moverlas10. A nosotros el Señor nos dice:          El mayor entre            vosotros ha de ser vuestro servidor11. Y el          Espíritu Santo, por          medio de San Pablo: llevad los unos las cargas de los otros            y así cumpliréis            la ley de Cristo12. Una de las manifestaciones          más claras de la          humildad es el servir y ayudar a los demás, no ya en acciones          aisladas sino de          modo constante.
Quizá uno de los reproches          más duros que les hace el          Señor es este: Vosotros no habéis entrado y a los que iban a            entrar se lo            habéis impedido13. Han cerrado el camino a          aquellos a quienes          tenían que guiar. ¡Guías ciegos!14 les          llamará en otro lugar.          La soberbia hace perder la luz sobrenatural para uno mismo y          para los demás.
La soberbia tiene          manifestaciones en todos los          aspectos de la vida. "En las relaciones con el prójimo, el amor          propio nos hace          susceptibles, inflexibles, soberbios, impacientes, exagerados en          la afirmación          del propio yo y de los propios derechos, fríos, indiferentes,          injustos en          nuestros juicios y en nuestras palabras. Se deleita en hablar de          las propias          acciones, de las luces y experiencias interiores, de las          dificultades, de los          sufrimientos, aun sin necesidad de hacerlo. En las prácticas de          piedad se          complace en mirar a los demás, observarlos y juzgarlos; se          inclina a compararse          y a creerse mejor que ellos, a verles defectos solamente y          negarles las buenas          cualidades, a atribuirles deseos e intenciones poco nobles,          llegando incluso a          desearles el mal. El amor propio (...) hace que nos sintamos          ofendidos cuando          somos humillados, insultados o postergados, o no nos vemos          considerados, estimados          y obsequiados como esperábamos"15.
Nosotros hemos de          alejarnos del ejemplo y de la          oración del fariseo y aprender del publicano: Dios mío, ten            misericordia de            mí, que soy un pecador. Es una jaculatoria para repetirla          mucha veces, que          fomenta en el alma el amor a la humildad, también a la hora de          rezar.
III. El Señor está            cerca de aquellos que tienen el            corazón contrito, y a los humillados de espíritu los salvará16.          El publicano dirige a Dios una oración humilde, y confía, no en          sus méritos,          sino en la misericordia divina: quedándose lejos, ni            siquiera se atrevía a            levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho            diciendo: Oh Dios,            ten compasión de mí que soy un pecador.
El Señor, que resiste            a los soberbios pero a los            humildes da su gracia17, lo perdona y          justifica. Os digo que            este bajó a su casa justificado, y aquel no.
El publicano "se quedó            lejos, y por eso Dios se          acercó más fácilmente... Que esté lejos o que no lo esté,          depende de ti. Ama y          se acercará; ama y morará en ti"18.
También podemos aprender          de este publicano cómo ha de          ser nuestra oración: humilde, atenta, confiada. Procurando que no            sea un            monólogo en el que nos damos vueltas a nosotros mismos, a          las virtudes que          creemos poseer.
En el fondo de toda la          parábola late una idea que el          Señor quiere inculcarnos: la necesidad de la humildad como          fundamento de toda          nuestra relación con Dios y con los demás. Es la primera piedra          de este          edificio en construcción que es nuestra vida interior. "No          quieras ser como          aquella veleta dorada del gran edificio: por mucho que brille y          por alta que          esté, no importa para la solidez de la obra.
"—Ojalá seas como un viejo          sillar oculto en los          cimientos, bajo tierra, donde nadie te vea: por ti no se          derrumbará la casa"19.
Cuando una persona se          siente postergada, herida en          detalles pequeñísimos, debe pensar que todavía no es humilde de          verdad: es la          ocasión de aceptar la propia pequeñez y ser menos soberbios: "no          eres humilde          cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por          Cristo"20.
La ayuda de la Virgen          Santísima es nuestra mejor          garantía para ir adelante en esta virtud. "María es, al mismo          tiempo, una Madre          de misericordia y de ternura, a la que nadie ha recurrido en          vano; abandónate          lleno de confianza en el seno materno, pídele que te alcance          esta virtud (de la          humildad) que Ella tanto apreció; no tengas miedo de no ser          atendido, María la          pedirá para ti de ese Dios que ensalza a los humildes y reduce a          la nada a los          soberbios; y como María es omnipotente cerca de su Hijo, será          con toda          seguridad oída"21. Después de considerar las          enseñanzas del Señor, y          de contemplar el ejemplo humilde de Santa María, podemos acabar          nuestra oración          con esta petición: "Señor, quita la soberbia de mi vida;          quebranta mi amor          propio, este querer afirmarme yo e imponerme a los demás. Haz          que el fundamento          de mi personalidad sea la identificación contigo"22.
1 Salmo responsorial.          — 2 Lc 18,          9-14. — 3 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 719.          — 4 Cfr. Mt          6, 16. — Cfr. Mt 6, 5. — 6 Cfr. Mt 6, 2.          — 7 Mt          23, 5. — 8 Cfr. Mt 23, 27. — 9 San Juan          Crisóstomo, Hom.            sobre San Mateo, 72, 1. — 10 Lc 11, 46. —          11 Mt          23, 11. — 12 Gal 6, 2. — 13 Lc          11, 53. — 14 Mt          15, 14. — 15 B. Baur, En la intimidad con Dios,          p. 89. — 16          Sal 33. — 17 Sant 4, 6. — 18 San          Agustín, Sermón            9, 21. — 19 San Josemaría Escrivá, Camino,          n. 590. — 20          Ibídem, n. 594. — 21 J. Pecci -León XIII-, Práctica            de la            humildad, 56. — 22 San Josemaría Escrivá, Es            Cristo que pasa,          31.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
SANTOS JONAS Y            BARAQUICIO
          Mártires
Sapor,          rey de Persia, emprendió          una recia persecución contra los cristianos. Jonás y          Barraquicio, dos monjes de          Beth-Iasa, sabiendo que varios cristianos estaban sentenciados a          muerte fueron          a alentarlos y servirlos. Después de la ejecución, los dos          santos fueron          aprehendidos por haber exhortado los mártires a perseverar hasta          morir.
El rey          empezó instando a los dos          hermanos y urgiéndoles a que obedecieran al monarca persa y que          adoraran al          sol. Ellos se mantuvieron fieles en su fe a Cristo, por lo que          Barraquicio fue          arrojado a un estrecho calabazo, mientras que Jonás se le ordenó          a adorar a los          dioses, pero ante su negativa fue azotado y arrojado a un          estanque de agua          helada. Posteriormente, Jonás fue atormentado con muchas          torturas, para después          ser prensado en un molino de madera hasta provocarle la muerte.          Los jueces le          aconsejaron a Barraquicio que salvara su propio cuerpo, pero el          santo jamás          renegó su fe; fue entonces sujeto de nuevo a tormentos y          finalmente se le dio          muerte, vertiéndoles pez y azufre ardientes en la boca.
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Gladys, Santa Reina          de Gales, Marzo 29   
              
 Reina de Gales              Etimológicamente significa "lirio,                  gladiolo". Viene de la lengua galesa.  |           
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Gundleus (Gundleius o Gwynnllyw),            Santo Rey de Gales, Marzo 29          
              
 Jefe y hombre común.   |           
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Marcos de Aretusa, Santo          Obispo, Marzo 29   
              
 La Iglesia oriental conmemora en                    este día a San Marco, obispo de Aretusa en el Monte                    Líbano, Baronio. Ver el Acta Sanctorum, marzo, vol.                  III y Delehaye, Synax. Constant., pp. 565568             |           
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Fuente:            ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Betoldo del Monte            Carmelo, Beato          Fundador, Marzo 29   
              
 San Bertoldo nació en Francia y estudió                    teología en París, donde fue elevado al sacerdocio.   |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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