JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, Pedro le dijo a Jesús: 
          "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte".
          Jesús le respondió: 
          "Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o          hermanas, o          padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,          dejará de recibir,          en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas,          madres e hijos y          tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida          eterna. Y muchos          que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora          son los 
          últimos, serán los primeros".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
mar 8a.          Ord. año Par
      Antífona de Entrada
      Sírveme de defensa,              Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi              baluarte y mi refugio,              acompáñame y guíame.
Oración Colecta
      Oremos:
            Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los            corazones rectos y            sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos            hagan dignos de            esa presencia tuya.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      Los profetas              predijeron la gracia destinada a ustedes. Pongan, pues, en              ella una esperanza              sin límites
Lectura de la primera              carta del apóstol san Pedro 1, 10-16
Hermanos:            Los profetas, cuando predijeron            la gracia destinada a ustedes, investigaron también            profundamente acerca de la            salvación de ustedes.
            Ellos trataron de descubrir en qué tiempo y en qué            circunstancias se habrían de            verificar las indicaciones que el Espíritu de Cristo, que            moraba en ellos, les            había revelado sobre los sufrimientos de Cristo y el triunfo            glorioso que los            seguiría. Pero se les dio a conocer que ellos no verían lo que            profetizaban,            sino que estaba reservado para nosotros. Todo esto les ha sido            anunciado ahora            a ustedes, por medio de aquéllos que les han predicado el            Evangelio con la            fuerza del Espíritu Santo, enviado del cielo, y ciertamente es            algo que los ángeles            anhelan contemplar.
            Por eso, viviendo siempre atentos y vigilantes, pongan toda su            esperanza en la            gracia que les va a traer la manifestación gloriosa de            Jesucristo.
            Como hijos obedientes, no vivan conforme a las pasiones que            tenían antes, en el            tiempo de su ignorancia. Al contrario, así como es santo el            que los llamó, sean            también ustedes santos en toda su conducta, pues la Escritura            dice: Sean            santos, porque yo, el Señor, soy santo.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del salmo 97
Cantemos al Señor un              canto nuevo.
Cantemos al Señor un            canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo            brazo le han dado            la victoria.
            Cantemos al Señor un canto nuevo.
El Señor ha dado a            conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia.            Una vez más ha            demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. Cantemos al            Señor un canto            nuevo. La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro            Dios. Que todos            los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.
            Cantemos al Señor un canto nuevo.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya,              aleluya.
            Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque            has revelado los            misterios del Reino a la gente sencilla. 
            Aleluya.
Evangelio
      Recibirán              cien veces más en esta vida,              junto con persecuciones; y en el otro mundo, la vida eterna
† Lectura              del santo Evangelio según san              Marcos 10, 28-31
Gloria a              ti, Señor.
En aquel            tiempo, Pedro le dijo a Jesús: 
            "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para            seguirte".
            Jesús le respondió: 
            "Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o            hermanas, o            padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,            dejará de recibir,            en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas,            madres e hijos y            tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida            eterna. Y muchos            que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que            ahora son los 
            últimos, serán los primeros".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Que este            sacrificio, Señor, que vamos a            ofrecerte, nos purifique y nos renueve y nos ayude a obtener            la recompensa            eterna, prometida a quienes cumplen tu voluntad.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio 
      La gloria              de Dios es el hombre viviente
En verdad es            justo y necesario, es nuestro            deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar,            Señor, Padre santo,            Dios todopoderoso y eterno.
            Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu            presencia, pero            sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre,            creado a tu imagen.
            Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el            proyecto de la creación            y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de            paz, en Cristo, el            hombre nuevo.
            Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con            alegría el himno de            tu alabanza:
          
Antífona de la Comunión
      Tanto amó Dios al              mundo, que le dio a su Hijo único para que todo el que crea              en él no perezca,              sino que tenga vida eterna.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Señor, aviva cada vez más en nosotros el deseo de recibir este            pan eucarístico,            por medio del cual nos comunicas tú la vida verdadera.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
8ª semana. Martes
GENEROSIDAD Y          DESPRENDIMIENTO
— Necesidad de un          desasimiento efectivo de los bienes materiales para seguir a          Cristo.
— Jesús es          infinitamente generoso en su recompensa a quienes le siguen.
— Siempre vale la            pena seguir a Cristo. El ciento por uno aquí en          la tierra y la vida          eterna junto a Dios en el Cielo.
I. Después del          encuentro con el joven rico que considerábamos ayer, Jesús y sus          discípulos          emprendieron de nuevo el camino hacia Jerusalén. En todos había          quedado grabada          la triste despedida de este adolescente que estaba muy apegado a          sus          posesiones, y las fuertes palabras de Jesús hacia aquellos que          por un          desordenado amor a los bienes de la tierra no son capaces –no          quieren– de seguirle.          Ahora, ya en el camino, probablemente para romper el silencio          que ha provocado          la escena anterior, Pedro dice a Jesús: Ya ves que nosotros            lo hemos dejado            todo y te hemos seguido1. San Mateo recogió con          toda claridad el          sentido de las palabras de Pedro: ¿qué recompensa tendremos?2.          ¿Qué vamos a recibir?
San Agustín, al          comentar este pasaje del Evangelio de la Misa de hoy, nos          interpela con estas          palabras: "Te pregunto a ti, alma cristiana. Si se te dijese lo          que a aquel          rico: Vete, vende también tú todas las cosas y            tendrás un tesoro en            el cielo, y ven y sigue a Cristo, ¿te irías triste          como él?"3.
Nosotros, como los          Apóstoles, hemos dejado lo que el Señor nos ha ido pidiendo,          cada uno según su          vocación, y tenemos el firme empeño de romper cualquier atadura          que nos impida          correr hasta Cristo y seguirle. Hoy podemos renovar el propósito          de poner al          Señor como centro de la propia existencia con un desasimiento          efectivo, con          hechos, de lo que tenemos y usamos para que, como San Pablo,          podamos decir: Todo            lo tengo por basura, con tal de ganar a Cristo4.          Ciertamente,          "el que conoce las riquezas de Cristo Señor nuestro, por ellas          desprecia todas          las cosas; para este son basuras las haciendas, las riquezas y          los honores.          Porque nada hay que pueda compararse con aquel tesoro supremo,          ni siquiera que          pueda ponerse en su presencia"5. Ninguna cosa tiene          valor en          comparación con Cristo.
Nosotros lo hemos            dejado todo... "¿Qué has dejado, Pedro? Una navichuela y          una red. Él, sin embargo,          podría responderme: He dejado todo el mundo, ya que nada he          guardado para mí          (...). Lo abandonaron todo (...) y siguieron a quien hizo el          mundo, y creyeron          en sus promesas"6, como queremos hacer nosotros.          Podemos decir que          lo hemos dejado todo cuando nada se interpone en nuestro amor a          Cristo. El          Señor exige –lo hemos considerado repetidamente, porque es un          punto esencial          para seguirle– la virtud de la pobreza a todos sus discípulos,          de cualquier          tiempo y en cualquier situación en la que los hayan colocado las          circunstancias          de la vida; también pide la austeridad real y efectiva en la          posesión y uso de          los bienes materiales, y ello incluye "mucha generosidad,          innumerables          sacrificios y un esfuerzo sin descanso"7, llega a          decir Pablo VI;          para ello es necesario aprender a vivir de modo práctico esta          virtud en la vida          corriente de todos los días: a la hora de ahorrar gastos          inútiles evitando los          caprichos personales, en el aprovechamiento del tiempo, al vivir          la virtud de          la generosidad en las cosas de Dios; igualmente, en el          sostenimiento de obras          buenas, en el cuidado de la ropa, de los muebles, de los          utensilios del          hogar...
También a quienes han          recibido en medio del mundo y en el ejercicio de su profesión          una llamada más          específica al apostolado –como aquellos Doce– les puede          pedir el Señor          un desprendimiento total de bienes, riquezas, tiempo, familia,          etc., en razón          de una más plena disponibilidad en servicio de la Iglesia y de          las almas.
II. Lo hemos            dejado todo... Cuántas veces hemos experimentado, al          responder con nueva          generosidad ante las exigencias de la vocación cristiana, que el          desprendimiento efectivo de los bienes lleva consigo la          liberación de un peso          considerable: como el soldado que se despoja de su impedimenta          al entrar en          combate para estar más ágil de movimientos. Saboreamos así, en          el servicio de          Dios, un señorío sobre las cosas que nos rodean: ya no se es          esclavo de ellas y          se vive con gozo aquello a lo que aludía San Pablo: estamos en          el mundo como            quienes nada tenemos, pero todo lo poseemos8.          El corazón del          cristiano que de esta manera se ha despojado del egoísmo se          llena más          fácilmente de la caridad, y con ella todas las cosas son suyas:          Todo es            vuestro, vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios9.
Pedro recuerda a          Jesús que, a diferencia del joven que acaban de dejar, ellos lo          abandonaron          todo por Él. Simón no mira atrás, pero parece tener necesidad de          unas palabras          del Maestro que les reafirme en que han salido ganando en el          cambio, que vale          la pena estar junto a Él, aunque no posean nada. El Apóstol se          manifiesta muy          humano, pero su pregunta expresa a la vez la confianza que le          unía al Señor.          Jesús se llenó de ternura ante aquellos que, a pesar de sus          defectos, le          seguían con fidelidad: En verdad os digo que no hay nadie            que habiendo            dejado casa, hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o            campos por mí y            por el Evangelio, no reciba en esta vida cien veces más en            casas, hermanos,            hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y, en el            siglo venidero,            la vida eterna... "¡A ver si encuentras, en la tierra,          quien pague con          tanta generosidad!"10. No se queda corto Jesús. Ni un          vaso de agua          fría –una limosna, un servicio, cualquier buena acción– dado por          Cristo quedará          sin su recompensa11. Seamos sinceros al examinar cómo          vivimos el          desprendimiento, la pobreza: ¿podemos afirmar ante Dios que lo          hemos dejado          todo?
Si es así, Jesús no          dejará de confirmarnos en el camino. Quien tiene en cuenta hasta          la más pequeña          de las acciones, ¿cómo podrá olvidar la fidelidad de día tras          día por puro          amor? Quien multiplicó panes y peces para una multitud que le          sigue unas          jornadas, quizá sin mucha rectitud de intención, ¿qué no hará          por los que hayan          dejado todo para seguirle siempre? Si estos que van en pos de Él          tuvieran          necesidad de una ayuda particular para seguir adelante, ¿cómo          podrá olvidarse          Jesús?, ¿qué nos negará nuestro Padre Dios cuando acudimos a Él          ante la falta          de medios? "Solo por volver a Él su hijo, después de          traicionarle, prepara una          fiesta, ¿qué nos otorgará, si siempre hemos procurado quedarnos          a su lado?"12.
Las palabras de          Cristo dieron seguridad a quienes le acompañaban aquel día          camino de Jerusalén,          y a cuantos a través de los siglos, después de haber entregado          todo al Señor,          de nuevo buscan en la enseñanza del Señor la firmeza de la fe y          de la entrega.          La promesa de Cristo rebasa con creces toda la felicidad que el          mundo puede          dar. Él nos quiere felices también aquí en la tierra: quienes le          siguen con          generosidad obtienen, ya en esta vida, un gozo y una paz que          superan con mucho          las alegrías y consuelos humanos. Y a este gozo y paz, anticipo          del Cielo, hay          que añadir la bienaventuranza eterna. "Son dos horas de vida y          grandísimo el          premio; y cuando no hubiera ninguno, sino cumplir lo que nos          aconsejó el Señor,          es grande la paga en imitar en algo a Su Majestad"13.
III. "A los            hombres y a los animales, Señor –dice el salmista–, aseguráis            la salud            en proporción a la extensión inmensa de vuestra compasiva            bondad (Sal          35, 7). Si Dios concede a todos, a los buenos y a los malos, a          los hombres y a          los animales, un don tan precioso, hermanos míos, ¿qué no          reservará a aquellos          que le son fieles?"14. Vale la pena seguir al Señor,          serle fieles en          todo momento, darlo todo por Él, ser generosos sin medida. Él          nos dice, a          través de San Juan Crisóstomo: "El oro que piensas prestar,          dámelo a mí, que te          pagaré más intereses y con más seguridad. El cuerpo que piensas          alistar en la          milicia de otro, alístalo en la mía, porque yo supero a todos en          paga y          retribución... Su amor es grande. Si deseas prestarle, Él está          dispuesto a          recibir. Si quieres sembrar, Él vende la semilla; si construir,          Él te dice:          edifica en mis solares. ¿Por qué corres tras las cosas de los          hombres, que son          pobres mendigos y nada pueden? Corre en pos de Dios, que por          cosas pequeñas te          da otras grandes"15.
No debemos olvidar          que a la recompensa el Señor añade con persecuciones,          porque estas          también son un premio para los discípulos de Cristo; la gloria          del cristiano es          asemejarse a su Maestro, tomando parte en su Cruz para            participar con Él en            su gloria16. Si llegan estas pruebas, en sus          formas más diversas          (la persecución sangrienta, la calumnia, la discriminación          profesional, la          burla...), debemos entender que podemos convertirlas en un bien,          parte del          premio, pues permite el Señor que participemos de su Cruz y nos          unamos más a          Él.
Quien es fiel a          Cristo tiene prometido el Cielo para siempre. Oirá la voz del          Señor, a quien ha          procurado servir aquí en la tierra, que le dice: Ven, bendito de          mi Padre, al          Cielo que tenía preparado desde la creación del mundo17.          Oír estas palabras          de bienvenida a la eternidad ya compensa todo aquello que          dejamos a un lado          para seguir mejor a Cristo, o lo poco que hubimos de padecer por          Él. Se entra          en la eternidad de la mano de Jesús.
Y aunque seguimos a          Cristo por amor, si llegara el momento en que todo parece costar          un poco más,          nos vendrá bien repetir despacio alguna jaculatoria que nos          ayude a pensar en          el premio: vale la pena, vale la pena, vale la pena.          Saldrá así          fortalecida la esperanza y se hará seguro el caminar.
Si tenemos a Jesucristo,          ninguna otra cosa echaremos en falta. De la vida de Santo Tomás          de Aquino se          cuenta que un día le dijo Nuestro Señor: "Has escrito bien de          mí, Tomás, ¿qué          recompensa deseas?". "Señor –respondió el Santo–, ninguna más          que a Ti."          Tampoco nosotros queremos otra cosa: con Jesús, cerca de Él,          andaremos por la          vida llenos de alegría.
Que Santa María          consiga para nosotros, con su intercesión poderosa,          disposiciones firmes de          desprendimiento y generosidad, y de esta forma, como Ella supo          hacerlo,          contagiemos a nuestro alrededor un clima alegre de amor a la          pobreza cristiana.
1 Mc 10, 28-31.          — 2 Mt 19, 27. — 3 San Agustín, Sermón            301 A, 5. — 4          Flp, 3, 8. — 5 Catecismo Romano, IV, 11, n. 15 —          6 San          Agustín, loc. cit., 4. — 7 Pablo VI, Enc. Populorum            progressio,          26-III-67. — 8 2 Cor 6, 10. — 9 1            Cor 3, 22-23. — 10          Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 670. — 11          Cfr. Mt          10, 42. — 12 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios,          309. — 13          Santa Teresa, Camino de perfección, 2, 7. — 14          San Agustín, Sermón            255, sobre el "alleluia". — 15 San Juan          Crisóstomo, Homilías            sobre San Mateo, 76, 4. — 16 Rom 8, 17. —          17 Cfr. Mt          25, 34.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San Emeterio y SAN            Celedonio
            Mártires (s. III) 
El poeta hispano Prudencio          recogió en verso los          relatos de la muerte de Emeterio y Celedonio. 
Calahorra está unida a          estos soldados por el hecho de          su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento.          Otros señalan a          León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios,          leccionarios y          breviarios del siglo XIII- al interpretar "ex legione" como          lugar de su          proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor          referida a la          Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo          acampada cerca de          la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento          histórico          denominado "Actas de Tréveris" del siglo VII.
En la parte alta de          Calahorra está la iglesia del          Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho          martirial- por          donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la          primitiva catedral          visigótica que debió construirse, según la costumbre de la          época, junto a la          residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue          destruida por          los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice          primero del          archivo catedralicio.
No se conocen las          circunstancias del martirio de estos          santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador          Diocleciano          ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de          su tiempo! Con          ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara          constancia ni          sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se          extendiera el          incendio. Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una          aproximación. ¿Fue          al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano?          Parece mejor          inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de          Valeriano,          contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo          II. Cierto es          que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la          historia antes          del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de          suceso muy remoto          y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304)          porque esta época ya          fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder          de vista que          el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los          hechos como la          actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco          respetuosos con          la historia.
El caso es que Emeterio y          Celedonio -hermanos de sangre          según algunos relatores- que fueron honrados con la          condecoración romana de          origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo          guerrero y          disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir          entre la apostasía          de la fe o el abandono de la profesión militar. Así son de          cambiantes los galardones          de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por          Jesucristo,          primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el          cabello. En la          soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos,          glosando la          frase del Evangelio, que era el momento de "dar a Dios lo que es          de Dios" después          de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre          castrense les          ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles,          amenazas y          tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y          momento del          ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el          martirio ven,          asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el          pañuelo de Celedonio          como señal de su triunfo señero.
Muy pronto el pueblo          calagurritano comenzó a dar culto          a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del          Salvador; con el          tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y          medio día de          Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que          recogió la          sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos.          Hoy Emeterio y          Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y          recordados por sus          compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que          los tiene por          hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de          ideal, de          profesión, de fe, de martirio y de gloria. 
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Fuente: Vatican.va 
        Catalina Drexel, Santa          Fundadora, Marzo 3   
              
 Fundadora de la Congregación Martirologio                    Romano: En Filadelfia, del estado de                    Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica,                    santa Catalina Drexel, virgen, que fundó la                    Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento                    y utilizó los bienes de su herencia con largueza y                    benignidad, en educar y ayudar a indios y negros                    (1955).  |           
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Ticiano de Brescia, Santo          Obispo, Marzo 3   
              
 Obispo              Martirologio Romano: En Brescia, en la región de Venecia,                      san Ticiano, obispo (c. 526).  |           
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Fuente: Vicenziani.com 
        Pedro Renato Rogue,            Beato          Mártir, Marzo 3   
              
 Martirologio                    Romano: En Vannes, de la Bretaña Menor, en                    Francia, beato Pedro Renato Rogue, presbítero de la                    Congregación de la Misión y mártir, que en tiempo de                    la Revolución Francesa, rechazando el injusto                    juramento impuesto al clero, permaneció secretamente                    en la ciudad, para atender con su ministerio a los                    fieles, y finalmente, condenado a la pena capital,                    descansó en la misericordia del Señor en la misma                    iglesia donde celebraba los sagrados misterios (1796).  |           
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Fuente: Op.org.ar 
        Pedro Geremía, Beato          Sacerdote Dominíco, Marzo 3   
              
 Presbítero Dominico Martirologio                    Romano: En Palermo, en Sicilia, beato Pedro                    Geremia, presbítero de la Orden de Predicadores, que,                    confirmado por san Vicente Ferrer en el ministerio de                    la palabra de Dios, se entregó del todo a la salvación                    de las almas (1452).  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina02 
        Teresa Eustochio            Verzeri, Santa          Fundadora, Marzo 3   
              
 Virgen y Fundadora Martirologio                    Romano: En Brescia, en Lombardía, santa Teresa                    Eustoquio (Ignacia) Verzeri, virgen, fundadora del                    Instituto de las Hijas del Sacratísimo Corazón de                    Jesús (1852).  |           
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Fuente: Franciscanos.net 
        Inocencio de Berzo,            Beato          Presbítero Capuchino, Marzo 3   
              
 Presbítero Capuchino Martirologio                    Romano: En Bérgamo, también de Lombardía, en                    Italia, beato Inocencio de Berzo (Juan) Scalvinoni,                    presbítero de la Orden de los Hermanos Menores                    Capuchinos, que brilló por su eximia caridad                    difundiendo la palabra de Dios y escuchando las                    confesiones (1890).  |           
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Fuente: Mercaba.org 
        Cunegunda, Santa          Emperatriz de Alemania, Marzo 3   
              
 Emperatriz de                  Alemania               |           
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Fuente: Carmelnet.org 
        Jacobino de Canepacis,            Beato          Religioso Carmelita, Marzo 3   
              
 Religioso Carmelita Martirologio                    Romano: En Vercelli, en el Piamonte, beato                    Jacobino de' Canepacci, religioso de la Orden de los                    Carmelitas, preclaro por su dedicación a la oración y                    la penitencia (1508).  |           
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Fuente: Franciscanos.org 
        Liberato Weiss y            compañeros, Beatos          Mártires, Marzo 3   
              
 Mártires Franciscanos Martirologio                    Romano: En Gondar, en Etiopía, beatos Liberato                    Weiss, Samuel Marzorati, y Miguel Pío Fasoli da Zerbo,                    presbíteros, de la Orden de los Hermanos Menores y                    mártires, que murieron lapidados a causa de la fe                    católica (1716).  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Anselmo de Nonántola,            Santo Abad,          Marzo 3   
              
 Abad Martirologio                    Romano: En Nonántola, en la Emilia, san                    Anselmo, fundador y primer abad de este monasterio, en                    el que durante cincuenta años promovió la disciplina                    monástica, tanto con sus preceptos como en el                    ejercicio de las virtudes (803).  |           
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Fuente: Martirologio          Romano 
        Otros Santos y Beatos          Completando santoral de este día, Marzo 3   
              
 Santos Marino y                    Asterio, mártires  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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