JMJ
Pax
† Lectura del santo            Evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús          dijo a los sumos sacerdotes y a          los ancianos del pueblo esta parábola: 
          "El dueño de una finca plantó una viña, la rodeó con una cerca,          construyó un          lugar para hacer el vino, edificó una torre, la alquiló a unos          viñadores, y se          ausentó.
          Al llegar la cosecha, envió sus criados a los viñadores para          recoger los          frutos. Pero los viñadores agarraron a los criados, hirieron a          uno, mataron a          otro y al otro lo apedrearon. De nuevo envió otros criados, en          mayor número que          la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Finalmente les          mandó a su hijo,          pensando: 
          "A mi hijo lo respetarán". 
          Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron: 
          "Este es el heredero. 
          Matémoslo y nos quedaremos con su herencia". 
          Lo capturaron, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
          ¿Qué les parece? Cuando regrese el dueño de la viña, ¿qué hará          con esos          viñadores?"
          Le respondieron:
          "Matará sin compasión a esos desalmados y alquilará la viña a          otros          viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo".
          Entonces Jesús les dijo: 
          "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que rechazaron          los          constructores se ha convertido en piedra fundamental; esto lo          hizo el Señor y          es realmente admirable?
          Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino de Dios y          se le          entregará a un pueblo que dé a su tiempo los frutos que al reino          corresponden".
          Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas,          se dieron          cuenta de que Jesús se refería a ellos. Querían capturarlo, pero          tuvieron miedo          de la gente, porque lo tenían por profeta.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
vie 2a. Sem cuaresma
      Antífona de Entrada
      En ti, Señor, he puesto mi confianza; no              quede yo defraudado eternamente;              sácame de la trampa que me han puesto, pues tú eres mi              protector.
Oración Colecta
      Oremos:
            Por medio de nuestras privaciones cuaresmales, purifícanos,            Señor todopoderoso,            a fin de que lleguemos limpios de pecado a las próximas            fiestas de Pascua. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      Ahí viene el soñador; démosle muerte
Lectura del libro del Génesis 37,              3-4.12-13a.17b-28
Jacob            amaba a José más que a los demás hijos, porque lo había tenido            siendo ya viejo,            y mandó que le hicieran una túnica de amplias mangas. Al ver            sus hermanos que            su padre lo amaba más que a sus demás hijos, empezaron a            odiarlo y ni siquiera            lo saludaban.
            Sus hermanos habían ido a cuidar las ovejas de su padre a            Siquén. Jacob dijo a            José: 
            "Tus hermanos están cuidando las ovejas en Siquén; ven, que            quiero            enviarte adonde están ellos". 
            José fue en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán.            Ellos lo vieron de            lejos y, antes que se acercara, se pusieron de acuerdo para            matarlo. Decían: 
            "Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo. Lo echaremos en            cualquiera de            estos pozos, y luego diremos que una fiera salvaje lo devoró.            A ver en qué            paran sus sueños".
            Al oír esto Rubén, intentando salvarlo de sus hermanos, dijo: 
            "¡No, matarlo no!"
            Y añadió:
            "No derramen su sangre; échenlo en este pozo que hay en el            desierto, pero            no le hagan daño".
            Lo dijo para librarlo de sus manos y devolverlo luego a su            padre.
            Cuando llegó José junto a sus hermanos, le quitaron su túnica,            la túnica de            amplias mangas que llevaba, lo agarraron y lo echaron en el            pozo. Era un pozo            seco en el que no había agua. Después se sentaron a comer. 
            Levantando la vista, divisaron una caravana de ismaelitas que            venían de Galaad            con camellos cargados de aromas, bálsamo y mirra, en ruta            hacia Egipto. 
            Entonces Judá propuso a sus hermanos:
            "¿Qué sacamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte?            Propongo            que se lo vendamos a lo ismaelitas sin hacerle ningún daño,            pues es nuestro            hermano y es carne nuestra".
            Sus hermanos aprobaron lo dicho; y cuando pasaban los            mercaderes madianitas,            sacaron a José del pozo, lo vendieron a los ismaelitas por            veinte monedas de            plata, y éstos se lo llevaron a Egipto.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 104, 16-17.18-19.20-21
Recuerden las maravillas que hizo el              Señor.
Trajo el hambre sobre aquel país, hizo que            se agotaran todas sus            reservas. Por delante había enviado a un hombre, José, que fue            vendido como            esclavo.
            Recuerden las maravillas que hizo el Señor.
Ataron sus pies con argollas, sujetaron su            cuello con cadenas, hasta que            se cumplió lo que él predijo, y la palabra del Señor lo            acreditó.
            Recuerden las maravillas que hizo el Señor.
Entonces mando el rey que lo soltaran, el            dueño de los pueblos, que lo            pusieran en libertad; lo nombró jefe de su casa, y gobernador            de todas sus            posesiones. 
            Recuerden las maravillas que hizo el Señor.
Aclamación antes del            Evangelio
      Honor y              gloria a ti, Señor Jesús. 
            Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para            que todo el que            crea en él tenga vida eterna.
            Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
      Este es              el heredero, vamos a matarlo
† Lectura              del santo Evangelio según san Mateo 21,              33-43.45-46
Gloria a              ti, Señor.
En            aquel tiempo, Jesús dijo a            los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta            parábola: 
            "El dueño de una finca plantó una viña, la rodeó con una            cerca, construyó            un lugar para hacer el vino, edificó una torre, la alquiló a            unos viñadores, y            se ausentó.
            Al llegar la cosecha, envió sus criados a los viñadores para            recoger los            frutos. Pero los viñadores agarraron a los criados, hirieron a            uno, mataron a            otro y al otro lo apedrearon. De nuevo envió otros criados, en            mayor número que            la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Finalmente les            mandó a su hijo,            pensando: 
            "A mi hijo lo respetarán". 
            Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron: 
            "Este es el heredero. 
            Matémoslo y nos quedaremos con su herencia". 
            Lo capturaron, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
            ¿Qué les parece? Cuando regrese el dueño de la viña, ¿qué hará            con esos            viñadores?"
            Le respondieron:
            "Matará sin compasión a esos desalmados y alquilará la viña a            otros viñadores            que le entreguen los frutos a su tiempo".
            Entonces Jesús les dijo: 
            "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que            rechazaron los            constructores se ha convertido en piedra fundamental; esto lo            hizo el Señor y            es realmente admirable?
            Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino de Dios            y se le            entregará a un pueblo que dé a su tiempo los frutos que al            reino            corresponden".
            Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron sus            parábolas, se dieron            cuenta de que Jesús se refería a ellos. Querían capturarlo,            pero tuvieron miedo            de la gente, porque lo tenían por profeta.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las            Ofrendas
      Que            tu misericordia, Señor,            nos prepare a celebrar esta Eucaristía y a vivirla con la fe y            con las obras. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Los              frutos de las privaciones voluntarias
En            verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Porque con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a            reconocer y agradecer            tus dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir            nuestros bienes            con los necesitados, imitando así tu generosidad.
            Por eso, 
            con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos            diciendo:
Antífona de la Comunión
      Dios nos amó y nos envió a su Hijo como              víctima por nuestros pecados.
Oración después de la            Comunión
      Oremos:
            Señor, que este sacramento que hemos recibido, prenda de la            salvación eterna,            nos dé fuerzas para vivir según tus mandamientos y alcanzar la            recompensa            prometida. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 2ª          semana. Viernes
ABORRECER EL          PECADO
—          Nuestros pecados y la Redención. El verdadero mal del mundo.
—          La Cuaresma, ocasión propicia que nos brinda la Iglesia para          aumentar la lucha          contra el pecado. La malicia del pecado venial.
—          La lucha contra el pecado venial deliberado. Sinceridad. Examen.          Contrición.
I. Dios            nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros            pecados1.
La          liturgia de estos días nos acerca poco a poco al misterio          central de la          Redención. Nos propone personajes del Antiguo Testamento que son          imágenes de Nuestro          Señor. Hoy, la Primera lectura de la Misa nos habla de José, que          mediante la          traición de sus hermanos llegó a ser, providencialmente, el          salvador de la          familia y de toda aquella región2. Es figura de          Cristo Redentor.
José          era el hijo predilecto de Jacob, y por encargo de su padre va en          busca de sus          hermanos. Recorre un largo camino hasta encontrarles: les lleva          buenas noticias          de su padre y también alimentos. Al principio sus hermanos –que          le envidian y          le odian por ser el predilecto– pensaron en matarle; más tarde          le venden como          esclavo, y así es conducido a Egipto. Dios se sirve de esta          circunstancia para,          años más tarde, darle un alto puesto en aquel país. En tiempos          de gran hambre          será el salvador de sus hermanos, a quienes no tiene en cuenta          su crimen, y la          tierra de Egipto donde se asentaron las tribus israelitas por          benevolencia de          José, se convirtió en cuna del pueblo elegido. Todos los que          acuden en demanda de          ayuda al faraón son enviados a José: id            a José, les decía siempre.
También          el Señor vino para traer la luz al mundo, enviado por el Padre: vino a su casa y los            suyos no le            recibieron3;... les            mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo. Pero            los labradores, al            ver al hijo, se dijeron: Este es el heredero. Venid, lo            matamos y nos quedamos con            la herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y            lo mataron4. Así hicieron          con el Señor: lo sacaron          fuera de la ciudad y lo crucificaron.
Los          pecados de los hombres han sido la causa de la muerte de          Jesucristo. Todo          pecado está relacionado íntima y misteriosamente con la Pasión          de Jesús. Solo          reconoceremos la maldad del pecado si, con la ayuda de la          gracia, sabemos          relacionarlo con el misterio de la Redención. Solo así podremos          purificar de          verdad el alma y crecer en contrición de nuestras faltas y          pecados. La          conversión que insistentemente nos pide el Señor, y de modo          particular en este          tiempo de Cuaresma, mientras nos acercamos a la Semana Santa,          debe partir de un          rechazo firme de todo pecado y de toda circunstancia que nos          ponga en peligro          de ofender a Dios. La renovación moral de la que tan necesitado          está el mundo,          parte de esta convicción profunda: «(...) en la tierra solo hay          un mal, que          habrás de temer, y evitar con la gracia divina: el pecado»5. Por el          contrario, «la pérdida del          sentido del pecado es una forma o un fruto de la negación de Dios (...). Si el pecado es          la ruptura de          la relación filial con Dios para vivir la propia existencia          fuera de la          obediencia a Él, entonces no es solamente negar a Dios, pecar es          también vivir          como si Él no existiera, es borrarlo de la propia existencia          diaria»6. Nosotros no          queremos borrar al Señor de          nuestra vida, sino que cada vez esté más presente en ella.
«Podemos          afirmar muy bien –dice el Santo Cura de Ars– que la Pasión que          los judíos          hicieron sufrir a Cristo era casi nada, comparada con la que le          hacen soportar          los cristianos con los ultrajes del pecado mortal (...). ¡Cuál          va a ser nuestro          horror cuando Jesucristo nos muestre las cosas por las cuales le          hemos          abandonado!»7. ¡Qué          necedades a cambio de tanto bien!          Por la misericordia divina, con la ayuda de la gracia, nosotros          no le vamos a dejar,          y procuraremos que muchos que están lejos se acerquen.
II. El          esfuerzo de conversión          personal que nos pide el Señor debemos ejercitarlo todos los          días de nuestra          vida, pero en determinadas épocas y situaciones –como es la          Cuaresma– recibimos          especiales gracias que debemos aprovechar. Este tiempo litúrgico          es una ocasión          extraordinaria para afinar en la lucha contra el pecado y para          aumentar la vida          de la gracia con el ejercicio de las buenas obras.
Para          comprender mejor la malicia del pecado debemos contemplar lo que          Jesucristo sufrió          por los nuestros. En la agonía de Getsemaní le vemos padecer,          hasta lo          indecible. Él, que            no conoció            pecado, se hizo pecado por nosotros8, dice San          Pablo; cargó con todos nuestros          horrores, llegando a derramar sudor de sangre. «Jesús, solo y          triste, sufría y          empapaba la tierra con su sangre.
»De          rodillas sobre el duro suelo, persevera en oración... Llora por          ti... y por mí:          le aplasta el peso de los pecados de los hombres»9. Es una          escena que debemos recordar          muchas veces, cada día, pero muy especialmente cuando las          tentaciones arrecien.
El          Señor nos ha llamado a la santidad, a amar con obras, y de la          postura que se          adopte ante el pecado venial deliberado depende el progreso de          nuestra vida          interior, pues los pecados veniales, cuando no se lucha por          evitarlos o no hay          suficiente contrición después de cometerlos, producen un gran          daño en el alma,          volviéndola insensible e indiferente a las inspiraciones y          mociones del          Espíritu Santo. Debilitan la vida de la gracia, hacen más          difícil el ejercicio          de las virtudes, y disponen al pecado mortal.
«Muchas          almas piadosas –dice un autor de nuestros días– están en una          infidelidad casi          continua en "pequeñas" cosas; son impacientes, poco caritativas          en sus          pensamientos, juicios y palabras, falsas en su conversación y en          sus actitudes,          lentas y relajadas en su piedad, no se dominan a sí mismas y son          demasiado          frívolas en su lenguaje, tratan con ligereza la buena fama del          prójimo. Conocen          sus defectos e infidelidades y los acusan quizá en confesión,          mas no se          arrepienten de ellos con seriedad ni emplean los medios con que          podrían          prevenirlos. No reflexionan que cada una de estas imperfecciones          es como un peso          de plomo que las arrastra hacia abajo, no se dan cuenta de que          van comenzando a          pensar de manera puramente humana y a obrar únicamente por          motivos naturales,          ni de que resisten habitualmente a las inspiraciones de la          gracia y abusan de          ella. El alma pierde así el esplendor de su belleza, y Dios va          retirándose cada          vez más de ella. Poco a poco pierde el alma sus puntos de          contacto con Dios: en          Él no ve al Padre amoroso y amado a quien se entregaba con          filial ternura; algo          se ha interpuesto entre los dos»10. Es el          camino, ya iniciado, de la          tibieza.
En          la lucha decidida por desterrar de nuestra vida todo pecado          demostraremos          nuestro amor al Señor, nuestra correspondencia a la gracia:          «¡Qué pena me das          mientras no sientas dolor de tus pecados veniales! —Porque,          hasta entonces, no          habrás comenzado a tener verdadera vida interior»11.
Pidamos          hoy a la Virgen que nos conceda aborrecer, no solo el pecado          mortal, sino          también el pecado venial deliberado.
III.          «Restablecer el sentido            justo del pecado es          la primera manera de afrontar la grave          crisis espiritual, que afecta al hombre de nuestro tiempo»12.
También          para afrontar decididamente la lucha contra el pecado venial es          preciso reconocerlo          como tal, como ofensa a Dios que retrasa la unión con Él. Es          preciso llamarlo          por su nombre, sin excusas, sin disminuir la trascendental          importancia que          tiene para el alma que verdaderamente quiere ir a Dios.          Movimientos de ira,          envidia o sensualidad no rechazados con prontitud; deseo de ser          el centro en          todo, de llamar la atención; no ocuparse más que de uno mismo,          de las propias          cosas e intereses, perdiendo la capacidad para interesarnos por          los demás;          prácticas de piedad hechas con rutina, con poca atención y poco          amor; juicios          hechos con ligereza y poco caritativos sobre los demás...,          constituyen pecados          veniales y no solamente faltas o imperfecciones.
Debemos          pedir al Espíritu Santo que nos ayude a reconocer con sinceridad          nuestras faltas          y pecados, a tener una conciencia delicada, que pide perdón y no          justifica sus          errores. «El que tiene sano el olfato del alma –decía San          Agustín–, sentirá          cómo hieden los pecados»13.
Los          santos han comprendido con entera claridad, a la luz de la fe y          del amor, que          un solo pecado –sobre todo mortal, pero también los pecados          veniales–          constituye un desorden mayor que el peor cataclismo que asolara          la tierra,          «pues el bien de la gracia de un solo hombre es mayor que el          bien natural del          universo entero»14.
Fomentemos          un sincero arrepentimiento de nuestras faltas y pecados,          luchemos por quitar          toda rutina al acudir al sacramento de la Misericordia divina.          «Ten verdadero          dolor de los pecados que confiesas, por leves que sean –aconseja          San Francisco          de Sales–, y haz firme propósito de la enmienda para en          adelante. Muchos hay          que pierden grandes bienes y mucho aprovechamiento espiritual          porque,          confesándose de los pecados veniales como por costumbre y          cumplimiento, sin pensar          enmendarse, permanecen toda la vida cargados de ellos»15.
La          Virgen Santa María, Refugio            de            los pecadores, nos ayudará a tener una conciencia delicada          para amar a          Cristo y a todos los hombres, a ser sinceros con nosotros mismos          y en la          Confesión, a contar con nuestras flaquezas y a saber          arrepentirnos de ellas con          prontitud.
1 Antífona            de la Comunión, 1 Jn 4, 10.          — 2 Gen 3-4;          12-13; 17-28. — 3 Jn 1, 11.          — 4Evangelio            de la Misa, Mt 21,          33-34; 45-46. — 5 San            Josemaría Escrivá, Camino,          n. 386. — 6 Juan Pablo            II,          Exhor. Apos. Reconciliatio            et Paenitentia,          2-XII-1984, 18. — 7Santo Cura de            Ars, Sermón sobre el            pecado. — 8 Cfr. 2 Cor 5, 21. — 9 San            Josemaría Escrivá, Santo            Rosario. Primer misterio            doloroso. — 10 B. Baur, En la intimidad con            Dios,          Herder. Madrid 1975, 10ª ed., p. 74. — 11 San Josemaría            Escrivá,Camino,          n. 330. — 12 Juan Pablo            II, loc. cit. — 13 San            Agustín, Coment. sobre el            Salmo 37. — 14 Santo            Tomás, Suma Teológica,          1-2, q. 113 a.          9 ad. 2. — 15 San            Francisco de Sales, Introd.            a la vida devota, II,          19.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa María Francisca de            las 5 llagas
          Mística (año 1791)
Nació en Nápoles (Italia)          en 1715. Su padre era un          tejedor, hombre de terrible mal genio. La mamá era una mujer          extraordinariamente piadosa, la cual antes del nacimiento de la          niña, ante los          tratos tan violentos de su esposo y ante el misteriosos sueños          que había          tenido, le consultó el caso a San Francisco Jerónimo, el cual le          profetizó que          tendría una hija a la cual Dios le hablaría por medio de          revelaciones. 
Desde          muy pequeñita fue obligada          por su padre a trabajar muchas horas cada día en su taller de          hilados. Pero la          mamá aprovechaba todo rato libre para leerle libros piadosos y          llevarla al          templo a orar. El párroco, admirado de su piedad y viendo que se          sabía de          memoria el catecismo, la admitió a los 8 años a la Primera          Comunión, y al año          siguiente la encargó de preparar a varios niños.
Las          demás obreras de la fábrica          comentaban: "María Francisca trabaja las mismas horas que          nosotras y hace          el doble de hilados que las demás. ¿Qué será? ¿Vendrá su ángel          de la guarda a          ayudarla?." Y empezó a correr la noticia de que esta jovencita          recibía          especiales ayudas del cielo. Lo cierto es que cada día dedicaba          cuatro o más          horas a rezar, leer y meditar. Y cada mañana asistía muy          devotamente a la Santa          Misa.
Un          domingo por la tarde, mientras          preparaba unos niños a la Primera Comunión, de pronto se quedó          callada como          mirando a lo lejos y luego dijo: "José, Josecito: corra a su          casa que su          mamá lo está necesitando. Vaya allá enseguida". El niño salió          corriendo y          encontró que a la mamá le había dado un ataque y al caer había          lanzado una          lámpara encendida sobre un poco de ropa y se iba a producir un          incendio. A          tiempo pudo apagar las llamas y salvar la vida de su mamá. La          noticia corrió          por todo el barrio, y la gente empezó a comentar que a esta          muchacha le enviaba          Dios mensajes extraordinarios.
Como          era hermosa, el papá le          consiguió un novio de clase rica. Pero María Francisca le dijo          que ella había          prometido a Dios conservarse soltera y virgen para dedicarse a          la vida          espiritual y a ayudar a salvar almas. El papá estalló en cólera          y le dio          violentos azotes. La encerró en una pieza a pan y agua por          varios días. La          jovencita aprovechó este encierro y este ayuno para dedicarse a          orar y a          meditar y a hacer penitencia. La mamá logró hacer que un padre          franciscano          viniera a la casa y convenciera al furibundo papá para que          dejara en libertad a          su hija para escoger el futuro que más le agradara. El religioso          logró          convencer a Don Francisco Galo a que permitiera que su hija se          dedicara a la          vida espiritual, en vez de obligarla a contraer matrimonio.
El 8          de septiembre de 1731 recibió          el hábito de Terciaria franciscana y siguió viviendo en su casa,          pero con comportamientos          de religiosa.
Como          la gente comentaba que esta          muchacha avisaba el futuro y leía las conciencias, un hombre de          negocios le          propuso a don Francisco que aprovechara las cualidades de su          hija para          conseguir mucho dinero. El papá le propuso entonces a María          Francisca que se          dedicara a adivinar la suerte a los demás y cobrara las          consultas. Ella le          dijo: "¿Papá, es qué has creído que yo soy adivina?" "No eres          adivina", le respondió él, "pero eres una santa y lograrás que          Dios          te comunique el futuro de la gente". La joven le dijo          humildemente: ¡Papá,          yo no soy una santa. Yo soy una pobre criatura que lo único que          hace es tratar          de rezar con fe, pero no soy la que tú te estas imaginando. Y          además nunca          negociaré con lo que es de la religión!
Entonces          el papá la castigó          ferozmente a latigazos y a duras penas la mamá logró sacarla de          sus manos. La          joven corrió aterrorizada a casa del Sr. Obispo, el cual se fue          ante el juez y          logró que a ese hombre le pusieran una sentencia de que si en          adelante azotaba          a su hija tendría que pagar una multa. Esto hizo que no la          azotara más.
María          Francisca era muy devota de          la Pasión de Cristo, por eso al hacerse terciaria Franciscana          tomó el nombre de          María Francisca de las Cinco llagas. Y pasaba horas y horas          meditando en la          Pasión y Muerte de Jesús.
Frecuentemente          mientras estaba en          oración entraba en éxtasis (suspensión de la actividad de los          nervios y de los          sentidos, acompañada con visiones sobrenaturales). La Sma.          Virgen se le          aparecía y le traía mensajes. Pero también el demonio se le          presentaba en forma          de perro rabioso que la aterrorizaba. Afortunadamente descubrió          que al hacer la          señal de la cruz, y al pronunciar los nombres de Jesús, José y          María lograba          que el demonio saliera huyendo. Este fue el consejo que le oyó          un día al          crucifijo: "Cuando te asalten los ataques de los enemigos del          alma haz la          señal de la cruz, y además de invocar los nombres de las tres          divinas personas          de la Sma. Trinidad, debes decir varias veces: "Jesús, José y          María".
Una          señora la invitó a visitar un          enfermo, pero la llevó a una casa en donde se efectuaba un baile          inmoral. Ella          huyó precipitadamente y se libró de la corrupción.
Cuando          la mamá se le murió, María          Francisca se dio cuenta de que ante el temperamento tan violento          de su padre,          ella tenía que abandonar el hogar. Y un santo sacerdote le          permitió que fuera          atenderle la casa cural. Allí estuvo los últimos 38 años de su          existencia, y          ese tiempo le sucedieron muchos hechos misteriosos.
Un día          estaba barriendo la          sacristía cuando oyó una voz que le decía: "María Francisca,          huya, salga          huyendo rápido". Ella salió corriendo y minutos después se          desplomó el          techo de la sacristía. Así salvó su vida.
Cuando          rezaba el viacrucis iba          sufriendo algunos dolores parecidos a los que Jesús sufrió en el          Huerto de los          Olivos, en la flagelación, en la coronación de espinas, al          llevar la cruz a          cuestas y al ser crucificado. Cada Viernes Santo entraba en          agonía como si          estuviera muriendo en una cruz. Y todo esto lo ofrecía por la          conversión de los          pecadores, y el descanso de las benditas almas del purgatorio.          Las gentes          decían: "María Francisca saca más almas del purgatorio ella sola          con sus          sufrimientos, que todos nosotros con nuestras oraciones".
Unos          de los fenómenos más          extraordinarios de esta santa sucedieron durante la comunión. En          tres ocasiones          la Santa Hostia voló a posarse en sus labios. Una vez mientras          el sacerdote          decía: Este es el Cordero de Dios… la hostia que él tenía en la          mano salió          volando y fue a colocarse en la boca de la santa. Otra vez voló          desde el Copón,          y una tercera vez, al partir el celebrante la hostia grande, un          pedazo de ella          voló hacia la fervorosa mística que estaba aguardando turno para          comulgar.
En la          Navidad de 1741, el Niño          Jesús le habló y le dijo: "Quiero que seamos amigos para          siempre".          Fue tan grande la emoción de ella al oírle esto a Nuestro Señor,          que quedó          ciega por 24 horas. Después recobró otra vez la vista y el resto          de su vida lo          dedicó por completo a amar a Jesús y a hacerlo amar por los          demás.
Le          aparecieron las cinco llagas o          heridas de Jesús en su cuerpo. Su salud era muy defectuosa y las          enfermedades          la hacían sufrir enormemente. Cuando su padre estaba moribundo          le pidió a Dios          que le pasara a ella los dolores que el pobre hombre estaba          padeciendo, y así          sucedió con espantables sufrimientos para la santa mujer. Pero          con estos          sufrimientos logró convertir a su papá y a muchos pecadores más.          En sueños veía          a varias almas del purgatorio que le suplicaban ofreciera por          ellas sus          sufrimientos ya sí lo hacía. Muchas personas la trataron muy mal          y ella ofrecía          con paciencia estos malos tratos rezando por quienes le          ofendían, y tratando          bien a quienes le trataban mal. Las gentes murmuraban contra          ella y le          inventaban lo que no era cierto, pero ella callaba, para          asemejarse a Jesús que          callaba en su Pasión. A su director espiritual le dijo un día:          "He sufrido          en mi vida todo lo que una persona humana puede sufrir. Pero          todo ha sido por          amor a Dios". Y le añadía: ¡Padre, sean muy bondadosos con las          personas          que los vienen a consultar. No sean duros con nadie!.
Anunció          que iban a llegar muy          pronto unos sufrimientos terribilísimos para la Iglesia Católica          (y en aquellos          años llegaron las feroces persecuciones de la Revolución          Francesa que          ocasionaron tantísimas muertes de católicos). Pidió a Dios que          no permitiera          que ella presenciara estos desastres, y murió cuando estaban          empezando.
El 6          de octubre de 1791 murió          santamente. Y al año 1867 el Sumo Pontífice la declaró santa.
A un          sacerdote le prometió que se          le aparecería pocos días antes de que él se muriera. Así lo          hizo. Se le          apareció y a los tres días murió el padre.
María          Francisca: enséñanos a amar          a Jesús Crucificado con el amor con el que lo amaste tú.
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Nicolás de Flüe, Santo Ermitaño, Marzo 21   
              
 Ermitaño San Nicolás de Flüe, más conocido como                  Hermano Klaus, es santo muy popular en Suiza. Pío XII lo                  proclamó Patrono de esa nación, en donde se celebra su                  fiesta el 25 de septiembre. Nació en 1417 en Flüe, cerca                  de Sachseln. Aunque se sentía llamado a la vida                  eremítica (a los 16 años tuvo la "visión de la torre"),                  tuvo que aceptar algunos cargos civiles (fue corregidor                  de Sachseln, consejero, juez y diputado) y militares.   |           
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Serapión            el Escolástico, Santo Obispo, Marzo 21   
              
 Obispo fr Thmuis Etimológicamente significa "perteneciente a                  la divinidad de Serapis". Viene de la lengua griega.  |           
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Filemón            y Donino de Roma, Santos Mártir, Marzo 21   
              
 Mártires Este joven con su amigo Donino, en tiempos                  de la duras y temibles persecuciones, confiando más en                  Dios que en ellos mismos, se dedicaron a recorrer                  Italia.  |           
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Fuente:          Corazones.org 
          Catalina (Fieschi) de Génova, Santa Viuda, 21 de marzo          
              
 Esposa, Viuda, Modelo de Cristiandad y                    Mística Martirologio Romano: En                    Génova, en la Liguria, de Italia, santa Catalina                    Fieschi, viuda, insigne por el desprecio de lo                    mundano, por sus frecuentes ayunos, amor de Dios y                    caridad para con los necesitados y enfermos. (1510) 
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Fuente:          Vatican.va 
          Benita Cambiagio Frassinello, Santa Fundadora, Marzo 21          
              
 Fundadora de la Congregación de las                    "Hermanas Benedictinas de la Providencia" En Benita Cambiagio Frassinello, la Iglesia                  nos muestra un ejemplo de Santa que fue esposa, madre,                  religiosa y fundadora.  |           
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Fuente:          Vatican.va 
          Miguel Gómez Loza, Beato Mártir laico, Marzo 21   
              
 Nació en Tepatitlán, Jalisco, el 11 de                  agosto de 1888.   |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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