JMJ
Pax
† Lectura del santo            Evangelio según san Mateo 9, 14-15
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los          discípulos de Juan fueron a ver a          Jesús y le preguntaron: 
          "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no          ayunan?" 
          Jesús les respondió: 
          "¿Es que pueden estar tristes los invitados a la boda mientras          el novio          está con ellos? Llegará un día en que les quitarán al novio;          entonces          ayunarán".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Viernes de Ceniza
      Antífona de Entrada
      Escucha, Señor, y ten piedad de mí;              Señor, socórreme.
Oración Colecta
      Oremos:
            Confírmanos, Señor, en el Espíritu de penitencia con que hemos            empezado la            Cuaresma; y que la austeridad exterior que practicamos vaya            siempre acompañada            por la sinceridad de corazón.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      Este es el ayuno que yo quiero
Lectura del libro del profeta Isaías 58,              1-9a
Esto dice            el Señor: 
            "Grita con fuerte voz, no te contengas, levanta la voz como            una trompeta,            denuncia a mi pueblo sus rebeldías, a la descendencia de Jacob            sus pecados.
            Me buscan a diario, desean conocer mi voluntad, como si fueran            un pueblo que se            comporta rectamente, que no quisiera apartarse de lo que Dios            considera justo.            Me piden sentencias justas, desean estar cerca de Dios. Y, sin            embargo, dicen:            "¿Para qué ayunar, si tú no te das cuenta? ¿Para qué            mortificarnos, si tú            no te enteras?"
            En realidad utilizan el día del ayuno para hacer lo que les da            la gana y            explotar a sus trabajadores. Ayunan entre pleitos y riñas            golpeando            criminalmente con el puño. No ayunen de esta manera, si            quieren que su voz se            escuche en el cielo. ¿Es acaso ése el ayuno que yo quiero            cuando alguien decide            mortificarse? Inclinan la cabeza como una caña, y se acuestan            sobre cenizas con            vestido de luto. ¿A eso le llaman ayuno, día grato al Señor?
            El ayuno que yo quiero es éste: que sueltes las cadenas            injustas, que desates            las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que            acabes con todas            las opresiones, que compartas tu pan con el hambriento, que            hospedes a los            pobres sin techo, que proporciones ropas al desnudo y que no            te desentiendas de            tus semejantes.
            Entonces brillará tu luz como la aurora y tus heridas sanarán            en seguida, tu            recto proceder
            caminará ante ti y te seguirá la gloria del Señor. 
            Entonces invocarás al Señor y él te responderá; pedirás            auxilio y te dirá:            "Aquí estoy"". 
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 50, 3-4.5-6a.18-19
A un corazón contrito, Señor, tú no lo              desprecias.
Ten piedad de mí, Dios mío, por tu amor,            por tu inmensa compasión, borra            mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado.
            A un corazón contrito, Señor, tú no lo desprecias.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre            presente mi pecado; contra ti,            contra ti solo pequé. A un corazón contrito, Señor, tú no lo            desprecias. No es            el sacrificio lo que te complace, y si ofrezco un holocausto            no lo aceptarías.            El sacrificio que Dios quiere es un espíritu arrepentido: un            corazón            arrepentido y humillado tú, Dios mío, no lo desprecias.
            A un corazón contrito, Señor, tú no lo desprecias.
Aclamación antes del            Evangelio
      Honor y              gloria a ti, Señor Jesús. 
            Busquen el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará            con ustedes.
            Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
      Cuando              les quiten al novio, entonces ayunarán
† Lectura              del santo Evangelio según san Mateo 9,              14-15
Gloria a              ti, Señor.
En            aquel tiempo, los            discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: 
            "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos            no            ayunan?" 
            Jesús les respondió: 
            "¿Es que pueden estar tristes los invitados a la boda mientras            el novio            está con ellos? Llegará un día en que les quitarán al novio;            entonces            ayunarán".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las            Ofrendas
      Señor,            que el sacrificio que            te ofrecemos en este tiempo de preparación para la Pascua, nos            haga agradables            a tus ojos y más generosos en la práctica de la penitencia. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Los              frutos del ayuno
En            verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
            Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones,            elevas nuestro            espíritu, nos das fuerza y recompensa, por Cristo, Señor            nuestro.
            Por él, 
            los ángeles y arcángeles y todos los coros celestiales            celebran tu gloria,            unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces            cantando            humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
      Señor, enséñanos tus caminos,              instrúyenos en tus sendas.
Oración después de la            Comunión
      Oremos:
            Te pedimos, Señor todopoderoso, que la participación en tus            sacramentos nos            purifique de todas nuestras culpas y nos disponga a recibir            los dones de tu            bondad. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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Dia 7/03 Santas Perpetua y Felicidad          (mártires, rojo)
      Antífona de Entrada
      Aquellos que siguieron            en la tierra las huellas de            Cristo, se alegran ahora en el cielo; y porque lo amaron hasta            morir con él,            con él se gozan eternamente.
Oración Colecta
      Oremos:
          Dios todopoderoso, por cuyo amor las santas mártires Perpetua y          Felícita fueron          capaces de resistir persecuciones y tormentos, concédenos por su          intercesión la          gracia de amarte más cada día.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera Lectura
      Ni la muerte ni la vida            podrá apartarnos del amor que            nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús
Lectura de la carta del            apóstol san Pablo a los            Romanos 8, 31-39
Hermanos: Si Dios está a          nuestro favor, ¿quién estará          en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino          que lo entregó          por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo          todo, junto con su          Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es          quien los          perdona, ¿quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo, que          murió, resucitó          y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros?
          ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las          tribulaciones?          ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El          peligro? ¿La          espada?
          Como dice la Escritura: "Por tu causa estamos expuestos a la          muerte todo          el día, nos tratan como ovejas llevadas al matadero".
          Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a          aquel que nos          ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida,          ni los ángeles          ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de          este mundo, ni          lo alto ni lo bajo, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor          que nos ha          manifestado Dios en Cristo Jesús.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del salmo 123
Nuestra alma se salvó            como un ave de la trampa del            cazador.
De no estar el Señor de          nuestra parte cuando nos          perseguían, nos habrían allí tragado vivos; contra nosotros          tanto ardía su ira.
          Nuestra alma se salvó como un ave de la trampa del cazador.
Las aguas nos habrían          arrollado, nos habría el          torrente sumergido; tragado nos habría el turbulento río.
          Nuestra alma se salvó como un ave de la trampa del cazador.
Las redes se rompieron y          escapamos de ellas. Nuestra          ayuda nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra.
          Nuestra alma se salvó como un ave de la trampa del cazador.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Dichosos los perseguidos por la justicia, porque de ellos es el          Reino de los          cielos, dice el Señor.
          Aleluya.
Evangelio
      No he venido a traer la            paz, sino la guerra
Lectura del santo            Evangelio según san Mateo 10, 34-39
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús          dijo a sus apóstoles:
          "No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he          venido a traer          la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su          padre, a la hija          con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada          uno serán los de          su propia familia.
          El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de          mí; el que ama a          su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no          toma su cruz y          me sigue, no es digno de mí.
          El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la          salvará".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Recibe, Padre santo, las          ofrendas que te presentamos          en honor de tus santos mártires, y concédenos permanecer firmes          en la confesión          de tu nombre.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Testimonio y ejemplo de            los mártires
En verdad es justo y          necesario, es nuestro deber y          salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre          santo, Dios          todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
          Porque la sangre de santa Perpetua y santa Felícita, derramada          como la de          Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable          poder, que          convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece          para que sea          testigo tuyo.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la          tierra te aclamamos          diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
      Ustedes son los que han            perseverado conmigo en mis            pruebas, y yo les preparo un Reino, dice el Señor, para que en            él coman y beban            en mi casa.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
          Señor y Dios nuestro, que admirablemente ilustraste el misterio          de la cruz con          el ejemplo de tus santas mártires, concédenos la gracia, ya que          hemos sido          alimentados con el Cuerpo de Cristo, de seguirlo con fidelidad          en la Iglesia          para la salvación de todos.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma.          Viernes después de Ceniza
TIEMPO DE          PENITENCIA
—          El ayuno y otras muestras de penitencia en la predicación de          Jesús y en la vida          de la Iglesia.
—          Contemplar la Humanidad Santísima del Señor en el Vía Crucis.          Afán          redentor.
—          La fuente de las mortificaciones pequeñas que nos pide el Señor          está en la          tarea cotidiana. Ejemplos. Las mortificaciones pasivas.          Importancia          del espíritu de penitencia en la mortificación de laimaginación,          de          la inteligencia y de los recuerdos.
I. Narra          el Evangelio de la Misa1 que los          discípulos de Juan el          Bautista le preguntaron a Jesús: ¿Por qué nosotros y los          fariseos ayunamos a          menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?
El          ayuno era, entonces y siempre, una muestra más del espíritu de          penitencia que          Dios pide al hombre. «En el Antiguo Testamento se descubre, cada          vez con una          riqueza mayor, el sentido religioso de la penitencia, como un          acto religioso,          personal, que tiene como término el amor y el abandono en Dios»2. Acompañado          de oración, sirve para          manifestar la humildad delante de Dios3: el que ayuna          se vuelve hacia el Señor en          una actitud de dependencia y de abandono totales. En la Sagrada          Escritura vemos          ayunar y realizar otras obras de penitencia antes de emprender          un quehacer          difícil4, para          implorar el perdón de una culpa5, obtener el          cese de una calamidad6, conseguir la          gracia necesaria en el          cumplimiento de una misión7, prepararse          al encuentro con Dios8, etc.
Juan          el Bautista, conocedor de los frutos del ayuno, enseñó a sus          discípulos la          importancia y la necesidad de esta práctica de penitencia. En          esto coincidía          con los fariseos piadosos y amantes de la Ley, a quienes les          sorprende que          Jesús no lo haya inculcado a los Apóstoles. Pero el Señor sale          en defensa de          los suyos:¿Acaso los amigos del esposo pueden andar afligidos            mientras el            esposo está con ellos?9. El esposo,          según los          Profetas, es el mismo Dios que manifiesta su amor a los hombres10.
Cristo          declara aquí, una vez más, su divinidad y llama a sus discípulos          los amigos del          esposo, sus amigos. Están con Él y no necesitan ayunar. Sin          embargo, cuando            les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán. Cuando          Jesús no esté          visiblemente presente, será necesaria la mortificación para          verle con los ojos          del alma.
Todo          el sentido penitencial del Antiguo Testamento «no era más que          sombra de lo que          había de venir. La penitencia –exigencia de la vida interior          confirmada por la          experiencia religiosa de la humanidad y objeto de un precepto          especial de la          revelación divina– adquiere en Cristo y en la Iglesia          dimensiones nuevas,          infinitamente más vastas y profundas»11.
La          Iglesia en los primeros tiempos conservó las prácticas          penitenciales, en el          espíritu definido por Jesús. Los Hechos de los Apóstoles mencionan  celebraciones          del culto acompañadas de ayuno12. San          Pablo, durante su desbordante          labor apostólica, no se contenta con padecer hambre y sed cuando          las circunstancias          lo exigen, sino que añade repetidos ayunos13. Y siempre la          Iglesia ha permanecido fiel          a esta práctica penitencial, determinando en cada época los días          en que los fieles          deben ayunar y recomendando esta práctica piadosa, con el          consejo oportuno de          la dirección espiritual.
Pero          el ayuno es solo una de las formas de penitencia. Existen otras          formas de          mortificación corporal que hemos de practicar, que nos facilitan          la conversión          y la unión con Dios. Podemos preguntarnos hoy cómo vivimos el          sentido          penitencial en toda nuestra vida, y de modo singular en este          tiempo litúrgico          de Cuaresma en que nos encontramos.
II. Haced            penitencia,          dice Jesús al comienzo de su vida pública, como había predicado          ya el Bautista,          y como luego hicieron los Apóstoles en el comienzo de la          Iglesia. Tenemos          necesidad de ella para nuestra vida de cristianos, y para          reparar por tantos          pecados propios y ajenos. Sin un verdadero espíritu de          penitencia y de          conversión sería imposible el trato con Jesucristo, y nos          dominaría el pecado.          No debemos rehuirla por miedo, por considerarla inútil, por          falta de sentido          sobrenatural. «¿Tienes miedo a la penitencia?... A la          penitencia, que te          ayudará a obtener la vida eterna. —En cambio, por conservar esta          pobre vida de          ahora, ¿no ves cómo los hombres se someten a las mil torturas de          una cruenta          operación quirúrgica?»14. Rehuir la          penitencia significaría          también rehuir la santidad y quizá, por sus consecuencias, la          misma salvación.
Nuestro          afán por identificarnos con Cristo nos llevará a aceptar su          invitación a          padecer con Él. La Cuaresma nos prepara a contemplar los          acontecimientos de la          Pasión y Muerte de Jesús. Sobre todo, los viernes de Cuaresma,          que tienen un          recuerdo especial del Viernes Santo en que Cristo consumó la          Redención, podemos          meditar los acontecimientos de aquel día, que han quedado          recogidos en la          tradicional devoción del Vía Crucis. Por eso aconseja San          Josemaría Escrivá:          «El Vía Crucis. —¡Esta sí que es devoción recia y jugosa! Ojalá          te habitúes a          repasar esos catorce puntos de la Pasión y Muerte del Señor, los          viernes. —Yo          te aseguro que sacarás fortaleza para toda la semana»15.
Con          esta devoción contemplaremos la Humanidad Santísima de Cristo,          que se nos          revela sufriendo como hombre en su carne sin perder la majestad          de Dios.          Acompañando a Jesús por la Vía Dolorosa, podremos revivir          aquellos momentos          centrales de la Redención del mundo y contemplar a Jesús          condenado a muerte que          carga con la Cruz (2ª estación) y emprende un camino que también          nosotros          debemos seguir. Cada vez que Jesús cae al suelo por el peso del          madero, hemos          de espantarnos, porque son nuestros pecados –los pecados de          todos los hombres–          los que agobian a Dios; y los deseos de conversión acudirán a          nuestro corazón:          «La Cruz hiende, destroza con su peso los hombros del Señor          (...). El cuerpo          extenuado de Jesús se tambalea ya bajo la Cruz enorme. De su          Corazón          amorosísimo llega apenas un aliento de vida a sus miembros          llagados (...). Tú y          yo no podemos decir nada: ahora ya sabemos por qué pesa tanto la          Cruz de Jesús.          Y lloramos nuestras miserias y también la ingratitud tremenda          del corazón          humano. Del fondo del alma nace un acto de contrición verdadera,          que nos saca          de la postración del pecado. Jesús ha caído para que nosotros          nos levantemos:          una vez y siempre»16.
La          contemplación de esos sufrimientos de Jesús, y las          mortificaciones voluntarias          que hagamos deseando unirnos al afán redentor de Cristo,          aumentarán también nuestro          espíritu apostólico en esta Cuaresma. Él dio su Vida para          acercar los hombres a          Dios.
III. La          fuente de las          mortificaciones que nos pide el Señor está casi siempre en la          tarea cotidiana.          Muchas nacen con el día: levantarnos a la hora prevista,          venciendo la pereza en          este primer momento; la puntualidad; el trabajo bien acabado en          los detalles;          las molestias del calor o del frío; sonreír, aunque estemos          cansados o sin          ganas; sobriedad en la comida y bebida; orden y cuidado en las          cosas que          tenemos y usamos; rendir el propio juicio... Pero para eso es          preciso, ante          todo, seguir este consejo: «Si de veras deseas ser alma          penitente –penitente y          alegre–, debes defender, por encima de todo, tus tiempos diarios          de oración –de          oración íntima, generosa, prolongada–, y has de procurar que          esos tiempos no          sean a salto de mata, sino a hora fija, siempre que te resulte          posible. No          cedas en estos detalles.
»Sé          esclavo de este culto cotidiano a Dios, y te aseguro que te          sentirás          constantemente alegre»17.
Además          de las mortificaciones llamadas pasivas, que se presentan sin          buscarlas, las          mortificaciones que nos proponemos y buscamos se llaman activas.          Entre estas,          tienen especial importancia para el progreso interior y para          lograr la pureza          de corazón las mortificaciones que hacen referencia a nuestros          sentidos          internos: mortificación de la imaginación, evitando el          monólogo          interior en el que se desborda la fantasía, y procurando          convertirlo en diálogo          con Dios, presente en nuestra alma en gracia; también, cuando          tendemos a dar          muchas vueltas en nuestro interior a un suceso en el que parece          que hemos          quedado mal, a una pequeña injuria (probablemente hecha sin mala          intención)          que, si no cortamos a tiempo, el amor propio y la soberbia van          haciendo cada          vez mayor hasta quitarnos la paz y la presencia de Dios. Mortificación  de            la memoria, evitando recuerdos inútiles, que nos hacen          perder el tiempo18 y quizá nos          podrían acarrear otras          tentaciones más importantes. Mortificación de la inteligencia,          para          tenerla puesta en aquello que es nuestro deber en ese momento19; también, en          muchas ocasiones, rindiendo          el juicio, para vivir mejor la humildad y la caridad con los          demás. En          definitiva, se trata de apartar de nosotros hábitos internos que          veríamos mal          en un hombre de Dios20, en una mujer          de Dios. Decidámonos a          acompañar de cerca al Señor en estos días, contemplando su          Humanidad Santísima          en las escenas del Vía Crucis: ver cómo voluntariamente recorre          el camino del          dolor por nosotros.
1 Mt 9,          14-15. — 2 Pablo            VI, Const. Paenitemini, 17-II-1966. — 3 Cfr. Lev 16,  29-31.          — 4 Cfr. Jue 20,          26; Est 4, 16. — 5 1 Re 21,          27. — 6 Jdt 4,          9-13. — 7Hech 13, 2. — 8 Ex 34,          28; Dan 9,          3. — 9 Mt 9,          15. — 10 Cfr. Is 54,          5.          — 11Pablo VI,          Const. Paenitemini,          17-II-1966. — 12 Cfr. Hech 13,          2          ss. — 13 Cfr. 2            Cor 6, 5;          11, 27. — 14 San            Josemaría Escrivá, Camino, n. 224. — 15 Ibídem,          n. 556. — 16 ídem, Vía            Crucis, III. — 17 ídem, Surco,          n. 994. — 18 Cfr. ídem,Camino, n. 13. — 19 Cfr. Ibídem,          n. 815.          — 20 Cfr. ídem, Camino, n. 938.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santas Felicidad y            Perpetua
          Mártires
          (año 203)
Estas dos santas murieron          martirizadas en Cartago          (África) el 7 de marzo del año 203.
Perpetua          era una joven madre, de          22 años, que tenía un niñito de pocos meses. Pertenecía a una          familia rica y          muy estimada por toda la población. Mientras estaba en prisión,          por petición de          sus compañeros mártires, fue escribiendo el diario de todo lo          que le iba          sucediendo.
Felicidad          era una esclava de          Perpetua. Era también muy joven y en la prisión dio a luz una          niña, que después          los cristianos se encargaron de criar muy bien.
Las          acompañaron en su martirio unos          esclavos que fueron apresados junto a ellas, y su catequista, el          diácono          Sáturo, que las había instruido en la religión y las había          preparado para el          bautismo. A Sáturo no lo habían apresado, pero él se presentó          voluntariamente.
Los          antiguos documentos que narran          el martirio de estas dos santas, eran inmensamente estimados en          la antigüedad,          y San Agustín dice que se leían en las iglesias con gran          provecho para los          oyentes. Esos documentos narran lo siguiente.
El año          202 el emperador Severo          mandó que los que siguieran siendo cristianos y no quisieran          adorar a los          falsos dioses tenían que morir.
Perpetua          estaba celebrando una          reunión religiosa en su casa de Cartago cuando llegó la policía          del emperador y          la llevó prisionera, junto con su esclava Felicidad y los          esclavos Revocato,          Saturnino y Segundo.
Dice          Perpetua en su diario:          "Nos echaron a la cárcel y yo quedé consternada porque nunca          había estado          en un sitio tan oscuro. El calor era insoportable y estábamos          demasiadas          personas en un subterráneo muy estrecho. Me parecía morir de          calor y de asfixia          y sufría por no poder tener junto a mí al niño que era tan de          pocos meses y que          me necesitaba mucho. Yo lo que más le pedía a Dios era que nos          concediera un          gran valor para ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa          religión".
Afortunadamente          al día siguiente          llegaron dos diáconos católicos y dieron dinero a los carceleros          para que pasaran          a los presos a otra habitación menos sofocante y oscura que la          anterior, y          fueron llevados a una sala a donde por lo menos entraba la luz          del sol,y no          quedaban tan apretujados e incómodos. Y permitieron que le          llevaran al niño a          Perpetua, el cual se estaba secando de pena y acabamiento. Ella          dice en su          diario: "Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, y a aquello no          me parecía          una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de alegría. Y el          niño también          recobró su alegría y su vigor". Las tías y la abuelita se          encargaron          después de su crianza y de su educación.
El          jefe del gobierno de Cartago          llamó a juicio a Perpetua y a sus servidores. La noche anterior          Perpetua tuvo          una visión en la cual le fue dicho que tendrían que subir por          una escalera muy          llena de sufrimientos, pero que al final de tan dolorosa          pendiente, estaba un          Paraíso Eterno que les esperaba. Ella narró a sus compañeros la          visión que          había tenido y todos se entusiasmaron y se propusieron          permanecer fieles en la          fe hasta el fin.
Primero          pasaron los esclavos y el          díacono. Todos proclamaron ante las autoridades que ellos eran          cristianos y que          preferían morir antes que adorar a los falsos dioses.
Luego          llamaron a Perpetua. El juez          le rogaba que dejara la religión de Cristo y que se pasara a la          religión pagana          y que así salvaría su vida. Y le recordaba que ella era una          mujer muy joven y          de familia rica. Pero Perpetua proclamó que estaba resuelta a          ser fiel hasta la          muerte, a la religión de Cristo Jesús. Entonces llegó su padre          (el único de la          familia que no era cristiano) y de rodillas le rogaba y le          suplicaba que no          persistiera en llamarse cristiana. Que aceptara la religión del          emperador. Que          lo hiciera por amor a su padre y a su hijito. Ella se conmovía          intensamente          pero terminó diciéndole: ¿Padre, cómo se llama esa vasija que          hay ahí en          frente? "Una bandeja", respondió él. Pues bien: "A esa vasija          hay que llamarla bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una          bandeja. Y yo          que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra          religión,          porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre".
Y          añade el diario escrito por          Perpetua: "Mi padre era el único de mi familia que no se          alegraba porque          nosotros íbamos a ser mártires por Cristo".
El          juez decretó que los tres          hombres serían llevados al circo y allí delante de la          muchedumbre serían          destrozados por las fieras el día de la fiesta del emperador, y          que las dos          mujeres serían echadas amarradas ante una vaca furiosa para que          las destrozara.          Pero había un inconveniente: que Felicidad iba a ser madre, y la          ley prohibía          matar a la que ya iba a dar a luz. Y ella sí deseaba ser          martirizada por amor a          Cristo. Entonces los cristianos oraron con fe, y Felicidad dio a          luz una linda          niña, la cual le fue confiada a cristianas fervorosas, y así          ella pudo sufrir          el martirio. Un carcelero se burlaba diciéndole: "Ahora se queja          por los          dolores de dar a luz. ¿Y cuando le lleguen los dolores del          martirio qué hará?          Ella le respondió: "Ahora soy débil porque la que sufre es mi          pobre          naturaleza. Pero cuando llegue el martirio me acompañará la          gracia de Dios, que          me llenará de fortaleza".
A los          condenados a muerte se les          permitía hacer una Cena de Despedida. Perpetua y sus compañeros          convirtieron su          cena final en una Cena Eucarística. Dos santos diáconos les          llevaron la          comunión, y después de orar y de animarse unos a otros se          abrazaron y se          despidieron con el beso de la paz. Todos estaban a cual de          animosos,          alegremente dispuestos a entregar la vida por proclamar su fe en          Jesucristo.
A los          esclavos los echaron a las          fieras que los destrozaron y ellos derramaron así valientemente          su sangre por          nuestra religión.
Antes          de llevarlos a la plaza los          soldados querían que los hombres entraran vestidos de sacerdotes          de los falsos          dioses y las mujeres vestidas de sacerdotisas de las diosas de          los paganos.          Pero Perpetua se opuso fuertemente y ninguno quiso colocarse          vestidos de          religiones falsas.
El          diácono Sáturo había logrado          convertir al cristianismo a uno de los carceleros, llamado          Pudente, y le dijo:          "Para que veas que Cristo sí es Dios, te anuncio que a mí me          echarán a un          oso feroz, y esa fiera no me hará ningún daño". Y así sucedió:          lo          amarraron y lo acercaron a la jaula de un oso muy agresivo. El          feroz animal no          le quiso hacer ningún daño, y en cambio sí le dio un tremendo          mordisco al          domador que trataba de hacer que se lanzara contra el santo          diácono. Entonces          soltaron a un leopardo y éste de una dentellada destrozó a          Sáturo. Cuando el          diácono estaba moribundo, untó con su sangre un anillo y lo          colocó en el dedo          de Pudente y este aceptó definitivamente volverse cristiano.
A          Perpetua y Felicidad las          envolvieron dentro de una malla y las colocaron en la mitad de          la plaza, y          soltaron una vaca bravísima, la cual las corneó sin          misericordia. Perpetua          únicamente se preocupaba por irse arreglando los vestidos de          manera que no          diera escándalo a nadie por parecer poco cubierta. Y se          arreglaba también los          cabellos para no aparecer despeinada como una llorona pagana. La          gente          emocionada al ver la valentía de estas dos jóvenes madres, pidió          que las          sacaran por la puerta por donde llevaban a los gladiadores          victoriosos.          Perpetua, como volviendo de un éxtasis, preguntó: ¿Y dónde está          esa tal vaca          que nos iba a cornear?
Pero          luego ese pueblo cruel pidió          que las volvieran a traer y que les cortaran la cabeza allí          delante de todos.          Al saber esta noticia, las dos jóvenes valientes se abrazaron          emocionadas, y          volvieron a la plaza. A Felicidad le cortaron la cabeza de un          machetazo, pero          el verdugo que tenía que matar a Perpetua estaba muy nervioso y          equivocó el          golpe. Ella dio un grito de dolor, pero extendió bien su cabeza          sobre el cepo y          le indicó al verdugo con la mano, el sitio preciso de su cuello          donde debía          darle el machetazo. Así esta mujer valerosa hasta el último          momento demostró          que si moría mártir era por su propia voluntad y con toda          generosidad.
Estas          dos mujeres, la una rica e instruida          y la otra humilde y sencilla sirvienta, jóvenes esposas y          madres, que en la          flor de la vida prefirieron renunciar a los goces de un hogar,          con tal de          permanecer fieles a la religión de Jesucristo, ¿qué nos          enseñarán a nosotros?          Ellas sacrificaron un medio siglo que les podía quedar de vida          en esta tierra y          llevan más de 17 siglos gozando en el Paraíso eterno. ¿Qué          renuncias nos cuesta          nuestra religión? ¿En verdad, ser amigos de Cristo nos cuesta          alguna renuncia?          Cristo sabe pagar muy bien lo que hacemos y renunciamos por El.
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María            Clotilde de Borbón,            Venerable Reina          de Cerdeña, Marzo 7   
              
 Reina de Cerdeña Etimológicamente: María =                    Aquella señora bella que nos guía, es de origen                    hebreo, La que todo el                  mundo llamaba la reina de Cerdeña, que algún día será                  llevada al honor de los altares, nació en Cerdeña.  |           
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Fuente:          Carmelnet.org 
          Teresa Margarita (Redi) del Corazón de Jesús, Santa          Virgen Carmelita,          Marzo 7   
              
 Virgen Carmelita Martirologio                    Romano: En Florencia,                    en la Toscana, santa Teresa Margarita Redi, virgen,                    que habiendo entrado en la Orden de Carmelitas                    Descalzas, avanzó por el arduo camino de la perfección                    y murió siendo aún joven (1770). Nació en Arezzo                  (Italia) de noble familia, el 15 de Julio de 1747.  |           
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Leonidas            Fedorov, Beato Sacerdote y Mártir, 7 de          marzo   
              
 Mártir Martirologio                    Romano: En la ciudad de Kirov, en Rusia, beato                      Leónidas Fëdorov, obispo y mártir, el cual, siendo                      exarca apostólico de los católicos rusos de rito                      bizantino, mereció ser discípulo fiel a Cristo hasta                      la muerte, bajo un régimen contrario a la religión                      (1934). El Beato mártir                    Leonid Fedorov, nació el día cuatro de noviembre del                    año 1879 en San Petersburgo (Rusia), en una familia                    ortodoxa rusa.  |           
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Fuente:          Vatican.va 
          José Olallo Valdés, Beato Religioso Hospitario, Marzo 7          
              
 Religioso de la                    Orden Hospitalaria El Beato José                  Olallo Valdés nació en La Habana, Isla de Cuba, el 12 de                  febrero de 1820. Hijo de padres desconocidos, fue                  confiado a la Casa Cuna San José de La Habana, donde el                  mismo día 15 de marzo de 1820 recibió el bautismo. Vivió                  y fue educado en la misma Casa Cuna hasta los 7 años, y                  después en la de Beneficencia, manifestándose un                  muchacho serio y responsable; a la edad de 13-14 años                  ingresó en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en                  la comunidad del hospital de los santos Felipe y                  Santiago, de la Habana.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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