JMJ
Pax
† Lectura del santo            Evangelio según san Mateo 5, 20-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús          a sus discípulos: 
          "Les aseguro que si no son mejores que los escribas y los          fariseos, ustedes          no entrarán en el Reino de los cielos.
          Han oído que se dijo a nuestros antepasados: No matarás; y el          que mate será          llevado a juicio. Pero yo les digo que todo el que se enoje con          su hermano será          llevado a juicio; el que lo llame estúpido será llevado a juicio          ante el          tribunal supremo, y el que lo llame imbécil será condenado al          fuego que no se          apaga.
          Así pues, si en el momento de llevar tu ofrenda al altar          recuerdas que tu          hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar          y ve primero a          reconciliarte con tu hermano; luego regresa y presenta tu          ofrenda. Trata de          ponerte de acuerdo con tu adversario mientras vas de camino con          él; no sea que          te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la          cárcel. Te aseguro          que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último          centavo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
vie 1a. Sem          cuaresma
      Antífona            de Entrada
      Señor, sálvame de todas mis angustias.              Mira mis trabajos y mis penas y              perdona todos mis pecados.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Que tu pueblo, Señor, como preparación a las fiestas de Pascua            se entregue a            las penitencias cuaresmales, y que nuestra austeridad sirva            para la renovación            espiritual de tus fieles. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      ¿Acaso quiero yo la muerte del pecador y              no más bien que enmiende su              conducta y viva?
Lectura del libro del profeta Ezequiel              18, 21-28
Esto dice            el Señor: 
            "Si el malvado se arrepiente de los pecados cometidos, guarda            mis            preceptos y practica la rectitud y la justicia, ciertamente            vivirá, no morirá.            Ninguno de los pecados cometidos le será recordado, sino            vivirá por haberse            comportado honradamente. ¿Acaso quiero yo la muerte del            pecador, dice el Señor,            y no que enmiende su conducta y viva?
            Si el honrado se aparta de su honradez, y comete maldades,            imitando las            abominaciones del malvado, ninguna de las obras buenas que            hizo le será            recordada. Por el mal que hizo y por el pecado cometido,            morirá.
            Ustedes dicen: "No es justo el proceder del Señor". Escucha,            pueblo            de Israel: ¿Acaso no es justo mi proceder? ¿No es más bien su            proceder el que            es injusto? Si el honrado se aparta de su honradez, comete la            maldad y muere,            muere por la maldad que ha cometido. Y si el malvado se aparta            de la maldad            cometida, y se comporta recta y honradamente, vivirá. Si            recapacita y se            convierte de los pecados cometidos, vivirá y no morirá".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo            Responsorial
      Sal 129, 1-2.3-4ab.4c-6.7-8
Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde lo más profundo clamo a ti, Señor:            Señor mío, escucha mi voz. Estén            tus oídos atentos a mi voz suplicante.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,            ¿quién podrá resistir? Pero en ti            se encuentra el perdón, por eso te respetamos.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Yo espero en el Señor con toda mi alma,            confío en su palabra; espero en            el Señor más que los centinelas la aurora.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Espera, Israel, en el Señor, porque suyo            es el amor y la plena            liberación. El librará a Israel de todas sus culpas.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Aclamación            antes del Evangelio
      Honor y              gloria a ti, Señor Jesús. 
            Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y            su espíritu, dice            el Señor.
            Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
      Ve              primero a reconciliarte con tu hermano
† Lectura              del santo Evangelio según san Mateo 5,              20-26
Gloria a              ti, Señor.
En            aquel tiempo dijo Jesús a            sus discípulos: 
            "Les aseguro que si no son mejores que los escribas y los            fariseos,            ustedes no entrarán en el Reino de los cielos.
            Han oído que se dijo a nuestros antepasados: No matarás; y el            que mate será            llevado a juicio. Pero yo les digo que todo el que se enoje            con su hermano será            llevado a juicio; el que lo llame estúpido será llevado a            juicio ante el            tribunal supremo, y el que lo llame imbécil será condenado al            fuego que no se            apaga.
            Así pues, si en el momento de llevar tu ofrenda al altar            recuerdas que tu            hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el            altar y ve primero a            reconciliarte con tu hermano; luego regresa y presenta tu            ofrenda. Trata de            ponerte de acuerdo con tu adversario mientras vas de camino            con él; no sea que            te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la            cárcel. Te aseguro            que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último            centavo".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta,            Señor, estas ofrendas            por medio de las cuales has querido misericordiosamente            devolvernos tu amistad            y darnos la salvación eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Los              frutos del ayuno
En            verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones,            elevas nuestro            espíritu, nos fortaleces y recompensas, por Cristo, Señor            nuestro.
            Por él, 
            los ángeles y arcángeles y todos los coros celestiales            celebran tu gloria,            unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces            cantando            humildemente tu alabanza:
Antífona            de la Comunión
      Por mi vida dice el Señor, no quiero la              muerte del pecador, sino que se              convierta y viva.
Oración            después de la Comunión
      Oremos:
            Señor, que esta Eucaristía nos renueve y, purificándonos de la            corrupción del            pecado, nos haga entrar en comunión con el misterio que nos            salva.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 1ª semana.          Viernes
LA CUARESMA, TIEMPO DE          PENITENCIA
— El pecado es personal.          Sinceridad para reconocer          nuestros errores y flaquezas. Necesidad de la penitencia.
— El pecado personal tiene          efectos en los demás.          Reparar por los pecados del mundo. Penitencia y Comunión de los          Santos.
— Penitencia en la vida          ordinaria, en el servicio a          las personas que nos rodean.
I. La eficacia de la          auténtica penitencia, que es la conversión          del corazón a Dios, puede perderse si se cae en la tentación,          frecuente antes y          ahora, de soslayar que el pecado es personal. En la Primera          lectura de la Misa,          el profeta Ezequiel pone en guardia a los judíos de su época          para que no          olviden la gran lección del destierro, pues lo veían como algo          inevitable y          fraguado de antiguo por los pecados de otros. El Profeta declara          que el castigo          es consecuencia de los pecados actuales de cada individuo. El          Espíritu Santo          nos habla, a través de sus palabras, de la responsabilidad          individual y, por          tanto, de la penitencia y de la salvación personal. Así dice            el Señor: El            que peca, ese morirá; el hijo no cargará con la culpa del            padre, el padre no            cargará con la culpa del hijo; sobre el justo recaerá su            justicia, sobre el            malvado recaerá su maldad1.
Dios quiere que el pecador          se convierta y viva2,          pero este ha de cooperar con su arrepentimiento y sus obras de          penitencia. "El          pecado –dice Juan Pablo II–, en sentido verdadero y propio, es          siempre un acto          de la persona, porque es un acto libre de la persona individual,          y no          precisamente de un grupo o una comunidad"3. Descargar          al hombre de          esta responsabilidad "supondría eliminar la dignidad y la          libertad de las          personas, que se revelan –aunque sea de modo tan negativo y tan          desastroso–          también en esta responsabilidad por el pecado cometido. Y así,          en cada hombre          no existe nada tan personal e intransferible como el mérito de          la virtud o la          responsabilidad de la culpa"4.
Por eso, es una gracia del          Señor no dejar de arrepentirnos          de nuestros pecados pasados ni enmascarar los presentes, aunque          sean solo          imperfecciones, faltas de amor... Que podamos decir nosotros          también: porque            yo conozco mi iniquidad, y mi pecado está siempre delante de            mí5.          Es cierto que confesamos un día nuestras culpas y el Señor nos          dijo: Anda,            vete y no peques más6. Pero los pecados dejan          una huella en el          alma. "Perdonada la culpa, permanecen las reliquias del pecado,          disposiciones          causadas por los actos precedentes; quedan, sin embargo,          debilitadas y          disminuidas de manera que no dominan al hombre, y están más en          forma de          disposición que de hábito"7. Además existen pecados y          faltas no          advertidas por falta de espíritu de examen, por falta de          delicadeza de          conciencia... Son como malas raíces que han quedado en el alma y          que es          necesario arrancar mediante la penitencia para impedir que          generen frutos          amargos.
Son muchos los motivos          para hacer penitencia en este          tiempo de Cuaresma, y debemos concretarla en cosas pequeñas:          mortificación en          las comidas –como la abstinencia que manda la Iglesia–, vivir la          puntualidad,          guardar la imaginación... Y también, con el consejo del director          espiritual,          del confesor, otras mortificaciones de más relieve, que nos          ayuden a purificar          nuestra alma y a desagraviar por los pecados propios y ajenos.
II. El pecado deja una          huella en el alma que es          preciso borrar con dolor, con mucho amor. Por otra parte, aunque          el pecado es          siempre una ofensa personal a Dios, no deja de tener sus efectos          en los demás.          Para bien o para mal estamos constantemente influyendo en          quienes nos rodean,          en la Iglesia, en el mundo. No solo por el buen o el mal ejemplo          que damos o          por los resultados directos de nuestras acciones. "Es esta la          otra cara de          aquella solidaridad que, a nivel religioso, se desarrolla en el          misterio          profundo y magnífico de la comunión de los santos,          merced a la cual se          ha podido decir que "toda alma que se eleva, eleva al mundo". A          esta ley de            la elevación corresponde, por desgracia, la ley del            descenso, de          suerte que puede hablarse de una comunión del pecado,          por el que un alma          que se abaja por el pecado abaja consigo a la Iglesia y, en          cierto modo, al          mundo entero. En otras palabras, no existe pecado alguno, aun el          más íntimo y          secreto, el más estrictamente individual, que afecte          exclusivamente a aquel que          lo comete. Todo pecado repercute, con mayor o menor intensidad,          con mayor o          menor daño, en todo el conjunto eclesial y en toda la familia          humana"8.
Nos pide el Señor que          seamos motivo de alegría y luz          para toda la Iglesia. Será una gran ayuda en medio de nuestro          trabajo y de          nuestros quehaceres pensar en los demás, sabernos ayuda –también          en la          penitencia– para todo el Cuerpo Místico de Cristo, y en especial          para aquellas          personas que, en el caminar de la vida, el Señor ha puesto junto          a nosotros y          con las que mantenemos una especial unión: "Si sientes la          Comunión de los          Santos –si la vives–, serás gustosamente hombre penitente. —Y          entenderás que la          penitencia es "gaudium, etsi laboriosum"-alegría, aunque          trabajosa-: y te          sentirás "aliado" de todas las almas penitentes que han sido,          son y serán"9.          "Tendrás más facilidad para cumplir tu deber al pensar en la          ayuda que te          prestan tus hermanos y en la que dejas de prestarles, si no eres          fiel"10.
La penitencia que nos pide          el Señor, como cristianos          en medio del mundo, ha de ser discreta, alegre...; que quiere          pasar          inadvertida, pero no deja de traducirse en abundantes hechos            concretos.          Por lo demás, tampoco importa mucho si alguna vez se advierte.          "Si han sido          testigos de tus debilidades y miserias, ¿qué importa que lo sean          de tu          penitencia?"11. Si otras personas han sido testigos          de nuestro mal          genio o falta de amor, o de nuestra pereza, o de otros pecados,          no nos debe          importar que sepan y vean que estamos reparando esas          debilidades.
III. La vida del cristiano          puede estar llena de esta          penitencia que Dios ve: ofrecimiento de la enfermedad o del          cansancio,          rendimiento del propio juicio, trabajo acabado y bien hecho por          amor a Dios,          orden en las cosas personales.
Una penitencia          especialmente grata al Señor es aquella          que recoge muchas muestras de caridad y que tiende a facilitar          hacia otros el          camino hacia Dios, haciéndoselo más amable.
En el Evangelio de la Misa          de hoy nos dice el Señor: si            cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí            mismo de que tu            hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el            altar y ve primero            a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar            tu ofrenda12.          Nuestro ofrecimiento al Señor debe ir acompañado de la caridad.          Entre las          mejores muestras de penitencia están las que hacen referencia al          amor a los          demás: el saber pedir perdón cuando hemos ofendido a los demás;          el sacrificio          que supone la formación de alguien que tenemos a nuestro cargo;          la paciencia;          el saber perdonar con prontitud y generosidad... A este respecto          dice San León          Magno: "Aunque en todo tiempo haga falta aplicarse a santificar          el cuerpo,          ahora sobre todo, durante los ayunos de la Cuaresma, debéis          perfeccionaros por          la práctica de una piedad más activa. Dad limosna, que es muy          eficaz para          corregirnos de nuestras faltas; pero perdonad también las          ofensas, abandonad          las quejas contra aquellos que os han hecho algún mal"13.          "Perdonemos siempre, con la sonrisa en los labios. Hablemos          claramente, sin          rencor, cuando pensemos en conciencia que debemos hablar. Y          dejemos todo en las          manos de Nuestro Padre Dios, con un divino silencio –Iesus            autem tacebat          (Mt 26, 63), Jesús callaba–, si se trata de ataques          personales, por          brutales e indecorosos que sean"14.
Acerquémonos al altar de          nuestro Dios sin el menor          peso de enemistad o de rencor. Por el contrario, procuremos          llevar muchas          muestras de comprensión, de cortesía, de generosidad, de          misericordia.
Así seguiremos a Cristo          por el Vía Crucis que Él nos          marcó y que le llevó a ser clavado en la Cruz: "—Padre,            perdónales porque no            saben lo que hacen (Lc 23, 34).
"Es el Amor lo que ha          llevado a Jesús al Calvario. Y          ya en la Cruz, todos sus gestos y todas sus palabras son de          amor, de amor          sereno y fuerte (...).
"Y nosotros, rota el alma          de dolor, decimos          sinceramente a Jesús: soy tuyo, y me entrego a Ti, y me clavo en          la Cruz          gustosamente, siendo en las encrucijadas del mundo un alma          entregada a Ti, a tu          gloria, a la Redención, a la corredención de la humanidad          entera"15.
Nuestra Madre Santa María          nos enseñará a encontrar          muchas ocasiones para ser generosos en la entrega a quienes          están a nuestro          lado en el quehacer de todos los días.
1 Ez 18, 21. — 2          Cfr. Ez 18, 23. —          3 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Reconciliatio et            Paenitentia,          2-XII-1984, 16. — 4 Ibídem. — 5 Sal          50, 5. — 6          Cfr. Jn 8, 11. —7 Santo Tomás, Suma Teológica,          3, q. 86,          a. 5 c. — 8 Juan Pablo II, loc. cit. — 9          San Josemaría          Escrivá, Camino, n. 548. — 10 Ibídem, n.          549. — 11 Ibídem,          n. 197. — 12 Mt 5, 23-24. — 13 San León          Magno, Sermón            45 sobre la Cuaresma. — 14 San Josemaría Escrivá,          Es Cristo que pasa,          72. — 15 ídem, Vía Crucis, XI.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa Matilde
          Reina
Matilde significa:          "valiente en la batalla" 
Era          descendiente del famoso          guerrero Widukind e hija del duque de Westfalia. Desde niña fue          educada por las          monjas del convento de Erfurt y adquirió una gran piedad y una          fortísima inclinación          hacia la caridad para con los pobres.
Muy          jóven se casó con Enrique,          duque de Sajonia (Alemania). Su matrimonio fue excepcionalmente          feliz. Sus          hijos fueron: Otón primero, emperador de Alemania; Enrique,          duque de Baviera;          San Bruno, Arzobispo de Baviera; Gernerga, esposa de un          gobernante; y Eduvigis,          madre del famoso rey francés, Hugo Capeto.
Su          esposo Enrique obtuvo          resonantes triunfos en la lucha por defender su patria,          Alemania, de las          invasiones de feroces extranjeros. Y él atribuía gran parte de          sus victorias a          las oraciones de su santa esposa Matilde.
Enrique          fue nombrado rey, y          Matilde al convertirse en reina no dejó sus modos humildes y          piadosos de vivir.          En el palacio real más parecía una buena mamá que una reina, y          en su piedad se          asemejaba más a una religiosa que a una mujer de mundo. Ninguno          de los que          acudían a ella en busca de ayuda se iba sin ser atendido.
Era          extraordinariamente generosa          en repartir limosnas a los pobres. Su esposo casi nunca le pedía          cuentas de los          gastos que ella hacía, porque estaba convencido de que todo lo          repartía a los          más necesitados. Tampoco se disgustaba por las frecuentes          prácticas de piedad a          que ella se dedicaba, la veía tan bondadosa y tan fiel que          estaba convencido de          que Dios estaba contento de su santo comportamiento.
Después          de 23 años de matrimonio          quedó viuda, al morir su esposo Enrique. Cuando supo la noticia          de que él había          muerto repentinamente de un derrame cerebral, ella estaba en el          templo orando. Inmediatamente          se arrodilló ante el Santísimo Sacramento y ofreció a Dios su          inmensa pena y          mandó llamar a un sacerdote para que celebrara una misa por el          descanso eterno          del difunto. Terminada la misa, se quitó todas sus joyas y las          dejó como un          obsequio ante el altar, ofreciendo a Dios el sacrificio de no          volver a emplear          joyas nunca más.
Su          hijo Otón primero fue elegido          emperador, pero el otro hermano Enrique, deseaba también ser          jefe y se declaró          en revolución. Otón creyó que Matilde estaba de parte de Enrique          y la expulsó          del palacio. Ella se fue a un convento a orar para que sus dos          hijos hicieran          las paces. Y lo consiguió. Enrique fue nombrado Duque de Baviera          y firmó la paz          con Otón. Pero entonces a los dos se les ocurrió que todo ese          dinero que Matilde          afirmaba que había gastado en los pobres, lo tenía guardado. Y          la sometieron a          pesquisas humillantes. Pero no lograron encontrar ningún dinero.          Ella decía con          humor: "Es verdad que se unieron contra mí, pero por lo menos se          unieron".
Y          sucedió que a Enrique y a Otón          empezó a irles muy mal y comenzaron a sucederles cosas muy          desagradables.          Entonces se dieron cuenta de que su gran error había sido tratar          tan mal a su          santa madre. Y fueron y le pidieron humildemente perdón y la          llevaron otra vez          a palacio y le concedieron amplia libertad para que siguiera          repartiendo          limosnas a cuantos le pidieran.
Ella          los perdonó gustosamente. Y          le avisó a Enrique que se preparara a bien morir porque le          quedaba poco tiempo          de vida. Y así le sucedió.
Otón          adquirió tan grande          veneración y tan plena confianza con su santa madre, que cuando          se fue a Roma a          que el Sumo Pontífice lo coronara emperador, la dejó a ella          encargada del          gobierno de Alemania.
Sus          últimos años los pasó Matilde          dedicada a fundar conventos y a repartir limosnas a los pobres.          Otón, que al          principio la criticaba diciendo que era demasiado repartidora de          limosnas,          después al darse cuenta de la gran cantidad de bendiciones que          se conseguían          con las limosnas, le dio amplia libertad para dar sin medida.          Dios devolvía          siempre cien veces más.
Cuando          Matilde cumplió sus 70 años          se dispuso a pasar a la eternidad y repartió entre los más          necesitados todo lo          que tenía en sus habitaciones, y rodeada de sus hijos y de sus          nietos, murió          santamente el 14 de marzo del año 968.
Matilde:          reina santa y generosa:          haz que todas las mujeres del mundo que tienen altos puestos o          bienes de fortuna,          sepan compartir sus bienes con los pobres con toda la          generosidad posible, para          que así se ganen los premios del cielo con sus limosnas en la          tierra.
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Arnaldo, Beato Abad, 14 Marzo   
              
 Abad de Santa Justina de Padua  |           
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Giacomo Cusmano, Beato Fundador,          14 Marzo            
              
 El Beato Giacomo Cusmano nació el día 15 de                  marzo del año 1834 en la ciudad de Palermo, Italia.   |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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