JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Juan 9, 1.6-9.13-17.34-38
Gloria a ti, Señor 
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un          ciego de nacimiento. Escupió en          el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al          ciego, y le dijo: 
          "Ve a lavarte a la piscina de Siloé" (que significa          "Enviado"). 
          El fue, se lavó y volvió con vista. Y los vecinos y los que lo          habían visto          antes pidiendo limosna, comentaban:
          "¿No es ése el que se sentaba a pedir limosna?" 
          Unos decían:
          "Sí, es el mismo".
          Otros, en cambio, negaban que se trataba del mismo y decían:
          "No es él, sino uno que se le parece".
          Pero el ciego decía: 
          "Soy yo".
          Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, pues en un          sábado Jesús          hizo lodo con su saliva y le abrió los ojos. También los          fariseos le          preguntaban cómo había adquirido la vista. 
          El les contestó:
          "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo".
          Algunos de los fariseos comentaban:
          "Este hombre no puede venir de Dios, porque no respeta el          sábado".
          Otros replicaban:
          "¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?"
          Y estaban divididos, y volvieron a preguntarle al ciego:
          "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?"
          El contestó:
          "Que es un profeta".
          Le replicaron: 
          "¿ Es que pretendes darnos lecciones a nosotros, tú que estás          lleno de          pecado desde que naciste?"
          Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró          y le dijo:
          "¿Crees en el hijo del hombre?"
          El ciego preguntó:
          "Y quién es, Señor, para que crea en El?"
          Jesús le dijo:
          "Lo estás viendo: es el que está hablando contigo". 
          Entonces el hombre dijo:
          "Creo, Señor".
          Y se postró ante Jesús.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
4o.          Dom de cuaresma Ciclo A
      Antífona de Entrada
      Cuando              los haga ver mi santidad los reuniré de todos los países;              derramaré sobre              ustedes mi agua pura que los purificará de todos sus              inmundicias. Y les              infundiré un espíritu nuevo, dice el Señor.
Oración Colecta
      Oremos:
            Señor, Padre de misericordia y origen de todo bien, que            aceptas el ayuno, la            oración y la limosna como remedio de nuestros pecados; mira            con amor a tu            pueblo penitente y restaura con tu misericordia a los que            estamos hundidos bajo            el peso de las culpas.
            Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      David              es ungido como rey de Israel
Lectura              del primer libro de Samuel 16, 1b.6-7.10-13
En aquellos días, dijo el            Señor a Samuel: 
            "Llena tu cuerno de aceite y ve a la casa de Jesé, en Belén,            porque de            entre sus hijos me he escogido un rey".
            Cuando llegó a Belén y vio a Eliab, el hijo mayor de Jesé,            pensó: 
            "Seguramente éste es el ungido del Señor". 
            Pero el Señor dijo a Samuel: 
            "No mires su aspecto ni su gran estatura, pues yo le he            descartado. Dios            no juzga como juzga el hombre, pues el hombre mira en las            apariencias, pero el            Señor mira los corazones".
            Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel            dijo: 
            "A ninguno de éstos ha elegido el Señor". 
            Luego preguntó a Jesé: 
            "¿Son éstos todos tus hijos?" 
            El respondió: 
            "Falta el más pequeño, que está cuidando el rebaño". 
            Samuel dijo a Jesé: 
            "Hazlo venir, porque no comeremos hasta que haya venido".
            Jesé lo mandó llamar; era rubio, de ojos vivos y buena            presencia. Entonces el            Señor dijo a Samuel: 
            "Levántate y úngelo, porque éste es".
            Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió delante de sus            hermanos.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              Salmo 22
El              Señor es mi pastor, nada me falta.
El            Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace            reposar y hacia            fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Por ser            un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto;            así, aunque camine            por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo.Tu            vara y tu cayado me            dan seguridad.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Tú            mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me            unges la cabeza con            perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Tu            bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi            vida; y viviré en            la casa del Señor por años sin término.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Segunda            Lectura
      Levántate              de entre los muertos y Cristo será tu luz
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8-14
Hermanos: En otro tiempo            eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. Caminen como hijos            de la luz. Toda            bondad, justicia y verdad son frutos de la luz. Busquen lo que            agrada al Señor,            sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino            más bien            repruébenlas abiertamente, pues lo que ellos hacen en secreto,            hasta decirlo da            vergüenza.
            Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo            lo descubierto es            luz. 
            Por eso se dice:
            "Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y            Cristo será tu            luz".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Honor y gloria a ti, Señor              Jesús.
            Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá            la luz de la            vida.
            Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
      Fue, se lavó y volvió con              vista
† Lectura del santo              Evangelio según san Juan 9, 1.6-9.13-17.34-38
Gloria a ti, Señor 
En aquel tiempo, al pasar Jesús            vio a un ciego de nacimiento. Escupió en el suelo, hizo lodo            con la saliva, se            lo puso en los ojos al ciego, y le dijo: 
            "Ve a lavarte a la piscina de Siloé" (que significa            "Enviado"). 
            El fue, se lavó y volvió con vista. Y los vecinos y los que lo            habían visto            antes pidiendo limosna, comentaban:
            "¿No es ése el que se sentaba a pedir limosna?" 
            Unos decían:
            "Sí, es el mismo".
            Otros, en cambio, negaban que se trataba del mismo y decían:
            "No es él, sino uno que se le parece".
            Pero el ciego decía: 
            "Soy yo".
            Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, pues en un            sábado Jesús            hizo lodo con su saliva y le abrió los ojos. También los            fariseos le            preguntaban cómo había adquirido la vista. 
            El les contestó:
            "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo".
            Algunos de los fariseos comentaban:
            "Este hombre no puede venir de Dios, porque no respeta el            sábado".
            Otros replicaban:
            "¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?"
            Y estaban divididos, y volvieron a preguntarle al ciego:
            "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?"
            El contestó:
            "Que es un profeta".
            Le replicaron: 
            "¿ Es que pretendes darnos lecciones a nosotros, tú que estás            lleno de            pecado desde que naciste?"
            Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo            encontró y le dijo:
            "¿Crees en el hijo del hombre?"
            El ciego preguntó:
            "Y quién es, Señor, para que crea en El?"
            Jesús le dijo:
            "Lo estás viendo: es el que está hablando contigo". 
            Entonces el hombre dijo:
            "Creo, Señor".
            Y se postró ante Jesús.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús
Oración de los Fieles
      Celebrante:
            Oremos, hermanos y hermanas, al Señor, que no desea la muerte            del pecador, sino            que se convierta y viva, y pidámosle que tenga misericordia de            su pueblo            penitente:
            Respondemos a cada petición: Señor, ten piedad.
Para que Dios aumente la fe            y fortalezca la voluntad de los que se preparan a recibir en            estos días            cuaresmales el sacramento de la penitencia y les conceda un            verdadero            arrepentimiento de sus culpas, roguemos al Señor.
            Señor, ten piedad.
Para que el Señor abra la            inteligencia y el corazón de los incrédulos, de manera que            lleguen al            conocimiento de la verdad y en la fe encuentren aquel descanso            que tanto desea            su corazón, roguemos al Señor. 
            Señor, ten piedad.
Para que Dios conceda su            ayuda a los enfermos, a los pobres, a los que se sienten            tentados y a todos            aquellos que con su sufrimiento participan de la cruz de            Cristo, roguemos al            Señor. 
            Señor, ten piedad.
Para que todos nosotros            perseveremos en el esfuerzo cuaresmal y lleguemos, purificados            e iluminados, a            las fiestas de Pascua que se acercan, roguemos al Señor. 
            Señor, ten piedad.
Celebrante:
            Dios nuestro, Padre de la luz, que conoces hasta lo más            recóndito de nuestro            corazón; no permitas que nos domine el poder de las tinieblas,            antes bien, abre            nuestros ojos a la luz del Espíritu para que podamos ver a            Aquél que has            enviado para iluminar al mundo y creamos únicamente en            Jesucristo, tu Hijo y            Señor nuestro. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
            Amén.
Oración            sobre las Ofrendas
      Al ofrecerte, Señor, en la            celebración gozosa de este domingo, los dones que nos traen la            salvación, te            rogamos nos ayudes a celebrar estos santos misterios con fe            verdadera y saber            ofrecértelos por la salvación del mundo.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      El ciego de nacimiento
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo,            Señor nuestro.
            Que se hizo hombre para conducir al género humano, peregrino            en tinieblas, al            esplendor de la fe; y a los que nacieron esclavos del pecado,            los hizo renacer            por el bautismo, transformándolos en tus hijos adoptivos. 
            Por eso, 
            Señor, todas tus criaturas, en el cielo y en la tierra, te            adoran cantando un            cántico nuevo, y también nosotros, con los ángeles, te            aclamamos por siempre            diciendo:
Antífona de la Comunión
      El              Señor me untó los ojos, fui, me lavé y empecé a ver y a              creer en Dios.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Dios nuestro, luz que alumbra a todo humano que viene a este            mundo, ilumina nuestros            corazones con el resplandor de tu gracia, para que nuestros            pensamientos te            sean agradables y te amemos con toda sinceridad.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma.          Cuarto domingo
LA          ALEGRÍA EN LA CRUZ
— La          alegría es compatible con la mortificación y el dolor. Se le          opone la tristeza,          no la penitencia.
— La          alegría tiene un origen espiritual, surge de un corazón que ama          y se siente          amado por Dios.
— Dios            ama al que da con alegría.
I. Alégrate,            Jerusalén; alegraos con ella todos los que la amáis, gozaos de            su alegría...,          rezamos en la Antífona de entrada de la Misa: Laetare,            Ierusalem...1.
La          alegría es una característica esencial del cristiano, y la          Iglesia no deja de          recordárnoslo en este tiempo litúrgico para que no olvidemos que          debe estar          presente en todos los momentos de nuestra vida. Existe una          alegría que se pone          de relieve en la esperanza del Adviento, otra viva y radiante en          el tiempo de          Navidad; más tarde, la alegría de estar junto a Cristo          resucitado; hoy, ya          avanzada la Cuaresma, meditamos la alegría de la Cruz. Es          siempre el mismo gozo          de estar junto a Cristo: "solo de Él, cada uno de nosotros puede          decir con          plena verdad, junto con San Pablo: Me amó y se            entregó por mí (Gal          2, 20). De ahí debe partir vuestra alegría más profunda, de ahí          ha de venir          también vuestra fuerza y vuestro sostén. Si vosotros, por          desgracia, debéis          encontrar amarguras, padecer sufrimientos, experimentar          incomprensiones y hasta          caer en pecado, que rápidamente vuestro pensamiento se dirija          hacia Aquel que          os ama siempre y que con su amor ilimitado, como de Dios, hace          superar toda          prueba, llena todos nuestros vacíos, perdona todos nuestros          pecados y empuja          con entusiasmo hacia un camino nuevamente seguro y alegre"2.
Este          domingo es tradicionalmente conocido con el nombre de Domingo            "Laetare",          por la primera palabra de la Antífona de entrada. La severidad          de la liturgia          cuaresmal se ve interrumpida en este domingo que nos habla de          alegría. Hoy está          permitido que –si se dispone de ellos– los ornamentos del          sacerdote sean color          rosa en vez de morados3, y que pueda adornarse el          altar con flores,          cosa que no se hace los demás días de Cuaresma4.
La          Iglesia quiere recordarnos así que la alegría es          perfectamente          compatible con la mortificación y el dolor. Lo que se opone a la          alegría es la            tristeza, no la penitencia. Viviendo con hondura este          tiempo litúrgico que          lleva hacia la Pasión –y por tanto hacia el dolor–, comprendemos          que acercarnos          a la Cruz significa también que el momento de nuestra Redención          se acerca, está          cada vez más próximo, y por eso la Iglesia y cada uno de sus          hijos se llenan de          alegría: Laetare, alégrate, Jerusalén, y alegraos con ella            todos los que la            amáis.
La          mortificación que estaremos viviendo estos días no debe          ensombrecer nuestra          alegría interior, sino todo lo contrario: debe hacerla crecer,          porque nuestra          Redención se acerca, el derroche de amor por los hombres que es          la Pasión se          aproxima, el gozo de la Pascua es inminente. Por eso queremos          estar muy unidos          al Señor, para que también en nuestra vida se repita, una vez          más, el mismo          proceso: llegar, por su Pasión y su Cruz, a la gloria y a la          alegría de su          Resurrección.
II. Alegraos            siempre en el Señor, otra vez os digo: alegraos5.          Con una          alegría que es equivalente a felicidad, a gozo interior, y que          lógicamente          también se manifiesta en el exterior de la persona.
"Como          es sabido, existen diversos grados de esta "felicidad". Su          expresión más noble          es la alegría o "felicidad" en sentido estricto, cuando el          hombre, a nivel de          sus facultades superiores, encuentra la satisfacción en la          posesión de un bien          conocido y amado (...). Con mayor razón conoce la alegría y          felicidad          espiritual cuando su espíritu entra en posesión de Dios,          conocido y amado como          bien supremo e inmutable"6. Y continúa diciendo Pablo          VI: "La          sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de          placer, pero          encuentra muy difícil engendrar la alegría. Porque la alegría          tiene otro          origen: es espiritual. El dinero, el "confort", la higiene, la          seguridad material,          no faltan con frecuencia; sin embargo, el tedio, la aflicción,          la tristeza,          forman parte, por desgracia, de la vida de muchos"7.
El          cristiano entiende perfectamente estas ideas expresadas por el          Romano          Pontífice. Y sabe que la alegría surge de un corazón que se          siente amado por          Dios y que a su vez ama con locura al Señor. Un corazón que se          esfuerza además          para que ese amor a Dios se traduzca en obras, porque          sabe –con el          refrán castellano– que "obras son amores y no buenas razones".          Un corazón que          está en unión y en paz con Dios, pues, aunque se sabe pecador,          acude a la          fuente del perdón: Cristo en el sacramento de la Penitencia.
Al            ofrecerte, Señor, en la celebración gozosa del domingo, los            dones que nos traen            la salvación, te rogamos nos ayudes...8. Los          sufrimientos y las tribulaciones acompañan a todo hombre en la          tierra, pero el          sufrimiento, por sí solo, no transforma ni purifica; incluso          puede ser causa de          rebeldía y de desamor. Algunos cristianos se separan del Maestro          cuando llegan          hasta la Cruz, porque ellos esperan la felicidad puramente          humana, libre de          dolor y acompañada de bienes naturales.
El          Señor nos pide que perdamos el miedo al dolor, a las          tribulaciones, y nos          unamos a Él, que nos espera en la Cruz. Nuestra alma quedará más          purificada,          nuestro amor más firme. Entonces comprenderemos que la alegría          está muy cerca          de la Cruz. Es más, que nunca seremos felices si no nos unimos a          Cristo en la          Cruz, y que nunca sabremos amar si a la vez no amamos el          sacrificio. Esas          tribulaciones, que con la sola razón parecen injustas y sin          sentido, son          necesarias para nuestra santidad personal y para la salvación de          muchas almas.          En el misterio de la corredención, nuestro dolor, unido a los          sufrimientos de          Cristo, adquiere un valor incomparable para toda la Iglesia y          para la humanidad          entera. El Señor nos hace ver, si acudimos a Él con humildad,          que todo –incluso          aquello que tiene menos explicación humana– concurre para el          bien de los que          aman a Dios9. El dolor, cuando se le da su sentido,          cuando sirve          para amar más, produce una íntima paz y una profunda alegría.          Por eso, el Señor          en muchas ocasiones bendice con la Cruz.
Así          hemos de recorrer "el camino de la entrega: la Cruz a cuestas,          con una sonrisa          en tus labios, con una luz en tu alma"10.
III. El          cristiano se da a Dios y a los demás, se mortifica y se exige,          soporta las          contrariedades... y todo eso lo hace con alegría, porque          entiende que esas          cosas pierden mucho de su valor si las hace a regañadientes: Dios            ama al que            da con alegría11. No nos tiene que sorprender          que la mortificación          y la Penitencia nos cuesten; lo importante es que sepamos          encaminarnos hacia          ellas con decisión, con la alegría de agradar a Dios, que            nos ve.
""¿Contento?"          —Me dejó pensativo la pregunta.
"—No se          han inventado todavía las palabras, para expresar todo lo que se          siente –en el          corazón y en la voluntad– al saberse hijo de Dios"12.          Quien se          siente hijo de Dios, es lógico que experimente ese gozo          interior.
La          experiencia que nos transmiten los santos es unánime en este          sentido. Bastaría          recordar la confidencia que hace el apóstol San Pablo a los de          Corinto: ...            estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas nuestras            tribulaciones13.          Y conviene recordar que la vida de San Pablo no fue fácil ni          cómoda: Cinco            veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno; tres            veces fui azotado            con varas; una vez fui lapidado; tres veces naufragué; un día            y una noche pasé            náufrago en alta mar; en mis frecuentes viajes sufrí peligros            de ríos, peligros            de ladrones, peligros de los de mi raza, peligros de los            gentiles, peligros en            ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros            entre falsos            hermanos; trabajos y fatigas, frecuentes vigilias, con hambre            y sed, en            frecuentes ayunos, con frío y desnudez14. Pues          bien, con todo lo          que acaba de enumerar, San Pablo es veraz cuando nos dice: estoy            lleno de            consuelo, reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones.
Tenemos          cerca la Semana Santa y la Pascua, y por tanto el perdón, la          misericordia, la          compasión divina, la sobreabundancia de la gracia. Unas jornadas          más, y el          misterio de nuestra salud quedará consumado. Si alguna vez hemos          tenido miedo a          la penitencia, a la expiación, llenémonos de valor, pensando en          que el tiempo          es breve y el premio grande, sin proporción con la pequeñez de          nuestro          esfuerzo. Sigamos con alegría a Jesús, hasta Jerusalén, hasta el          Calvario,          hasta la Cruz. Además, "¿no es verdad que en cuanto dejas de          tener miedo a la          Cruz, a eso que la gente llama cruz, cuando pones tu voluntad en          aceptar la          Voluntad divina, eres feliz, y se pasan todas las          preocupaciones, los          sufrimientos físicos o morales?"15.
1 Is          66, 10-11. — 2 Juan Pablo II, Alocución,          1-III-1980. — 3          Misal Romano, Ordenación General, n. 308. — 4 Caeremoniale            Episcoporum, 1984, n. 48. — 5 Flp 4, 4. —          6 Pablo VI,          Exhor. Apos. Guadete in Domino, 9-V-1975, I. — 7          Ibídem. —          8 Oración sobre las ofrendas, Dom. IV de Cuaresma.          — 9          Cfr. Rom 8, 28. — l0 San Josemaría Escrivá, Vía            Crucis,          II, 3. — 11 2 Cor 9, 7. — 12 San          Josemaría Escrivá, Surco,          n. 61. — 13 2 Cor 7, 4. — 14 2 Cor          11, 24-27. — 15          San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, II.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Obispo            de Siracusa 
S.          ZOSIMO (417-418) Griego. Fue          elegido por señalación de Inocencio. Su pontificado fue breve y          atormentado,          debido a la herejía pelagiana que había seguido difunidiéndose.
          
          Este papa pecó de ingenuidad, rehabilitando una primera vez al          pelagiano          Celestio, que había sido condenado por S. Agustín y por los          obispos africanos          en el concilio de Cartago. Se mantuvo firme en su posición hasta          que un nuevo          concilio decretó la misma condena.
          
          Ahí Zósimo, con una carta llamada "Tractoria" tomó una postura,          condenó el pelagianismo, y defino el dogma del pecado original,          indicando en la          gracia divina el único medio para la salvación espiritual.
          
          Otra equivocación la cometió cuando estableció que los          sacerdotes y los          diáconos excomulgados por los obispos africanos podían acudir a          Roma o bien a          las iglesias cercanas para ser juzgados y rehabilitados. Una          disposición que          fue considerada una indebida ingerencia en campo disciplinario.          No hubo          secuelas, gracias a la actitud conciliadora de los obispos          africanos que no          levantaron ningún problema.
          
          Su cuerpo es conservado en la iglesia romana de S. Lorenzo          Extramuros. 
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            San Juan Clímaco
            Abad, año 649 
Clímaco          significa: escala para          subir al cielo.
El          apellido de este santo proviene          de un libro famoso que él escribió y que llegó a ser          inmensamente popular y          sumamente leído en la Edad Media. El nombre de tal libro era          "Escalera          para subir al cielo". Y eso mismo en griego se dice "Clímaco".
San          Juan Clímaco nació en          Palestina y se formó leyendo los libros de San Gregorio          Nazanceno y de San          Basilio. A los 16 años se fue de monje al Monte Sinaí. Después          de cuatro años          de preparación fue admitido como religioso. El mismo narraba          después que en sus          primeros años hubo dos factores que le ayudaron mucho a          progresar en el camino          de la perfección. El primero: no dedicar tiempo a conversaciones          inútiles, y el          segundo: haber encontrado un director espiritual santo y sabio          que le ayudó a          reconocer los obstáculos y peligros que se oponían a su          santidad. De su          director aprendió a no discutir jamás con nadie, y a no llevarle          jamás la          contraria a ninguno, si lo que el otro decía no iba contra la          Ley de Dios o la          moral cristiana.
Pasó          40 años dedicado a la          meditación de la Biblia, a la oración, y a algunos trabajos          manuales. Y llegó a          ser uno de los más grandes sabios sobre la Biblia de Oriente,          pero ocultaba su          sabiduría y en todo aparecía como un sencillo monje más, igual a          todos los          otros. En lo que sí aparecía distinto era en su desprendimiento          total de todo          afecto por el comer y el beber. Sus ayunos eran continuos y los          demás decían          que pareciera como si el comer y el beber más bien le produjera          disgusto que          alegría. Era su penitencia, ayunar, ayunar siempre.
Su          oración más frecuente era el          pedir perdón a Dios por los propios pecados y por los pecados de          la demás gente.          Los que lo veían rezar afirmaban que sus ojos parecían dos          aljibes de lágrimas.          Lloraba frecuentemente al pensar en lo mucho que todos ofendemos          cada día a          Nuestro Señor. Y de vez en cuando se entraba a una cueva a rezar          y allí se le          oía gritar: ¡Perdón, Señor piedad. No nos castigues como merecen          nuestros          pecados. Jesús misericordioso tened compasión de nosotros los          pobres pecadores!          Las piedras retumbaban con sus gritos al pedir perdón por todos.
El          principal don que Dios le          concedió fue el ser un gran director espiritual. Al principio de          su vida de          monje, varios compañeros lo criticaban diciéndole que perdía          demasiado tiempo          dando consejos a los demás. Que eso era hablar más de la cuenta.          Juan creyó que          aquello era un caritativo consejo y se impuso la penitencia de          estarse un año          sin hablar nada ni dar ningún consejo. Pero al final de aquel          año se reunieron          todos los monjes de la comunidad y le pidieron que por amor a          Dios y al prójimo          siguiera dando dirección espiritual, porque el gran regalo que          Dios le había          concedido era el de saber dirigir muy bien las almas. Y empezó          de nuevo a          aconsejar. Las gentes que lo visitaban en el Monte Sinaí decían          de él:          "Así como Moisés cuando subió al Monte a orar bajó luego hacia          sus          compañeros con el rostro totalmente iluminado, así este santo          monje después de          que va a orar a Dios viene a nosotros lleno de iluminaciones del          cielo para          dirigirnos hacia la santidad".
El          superior del convento le pidió          que pusiera por escrito los remedios que él daba a la gente para          obtener la santidad.          Y fue entonces cuando escribió el famoso libro del cual le vino          luego su          apellido: "Clímaco", o Escalera para subir al cielo. Se compone          de 30          capítulos, que enseñan los treinta grados para ir subiendo en          santidad hasta          llegar a la perfección. El primer peldaño o la primera escalera          es cumplir          aquello que dijo Jesús: "Quien desea ser mi discípulo tiene que          negarse a          sí mismo". El primer escalón es llevarse la contraria a sí          mismo,          mortificarse en algo cada día. El segundo es tratar de recobrar          la blancura del          alma pidiendo muchas veces perdón a Dios por pecados cometidos,          el tercero es          el plan o propósito de enmendarse y cambiar de vida. Los últimos          tres, los peldaños          superiores, son practicar la Fe, la Esperanza y la Caridad. Todo          el libro está          ilustrado con muchas frases hermosas y con agradables ejemplos          que lo hacen muy          agradable.
A San          Juan Clímaco le concedió          Dios otro gran regalo y fue el de lograr llevar la paz a          muchísimas almas angustiadas          y llenas de preocupaciones. Llegaban personas desesperadas a          causa de terribles          tentaciones y él les decía: "Oremos porque los malos espíritus          se alejan          con la oración". Y después de dedicarse a rezar por varios          minutos en su          compañía aquella persona sentía una paz y una tranquilidad que          antes no había          experimentado nunca. El santo decía a la gente: "Así como los          israelitas          quizás no habrían logrado atravesar el desierto si no hubieran          sido guiados por          Moisés, así muchas almas no logran llegar a la santidad si no          tienen un          director espiritual que los guíe". Y él fue ese guía          providencial para          millares de personas por 40 años.
Un          joven que era dirigido          espiritualmente por San Juan Clímaco, estaba durmiendo junto a          una gran roca, a          muchos kilómetros del santo, cuando oyó que este lo llamaba y le          decía:          "Aléjese de ahí". El otro despertó y salió corriendo, y en ese          momento se desplomó la roca, de tal manera que lo habría          aplastado si se          hubiera quedado allí.
En un          año en el que por muchos          meses no caía una gota de agua y las cosechas se perdían y los          animales se morían          de sed, las gentes fueron a donde nuestro santo a rogarle que le          pidiera a Dios          para que enviara las lluvias. El subió al Monte Sinaí a orar y          Dios respondió          enviando abundantes lluvias.
Era          tal la fama que tenían las          oraciones de San Juan Clímaco, que el mismo Papa San Gregorio le          escribió pidiéndole          que lo encomendara en sus oraciones y le envió colchones y camas          para que          pudiera hospedar a los peregrinos que iban a pedirle dirección          espiritual.
Cuando          ya tenía más de 70 años,          los monjes lo eligieron Abad o Superior del monasterio del Monte          Sinaí y ejerció          su cargo con satisfacción y provecho espiritual de todos. Cuando          sintió que la          muerte se acercaba renunció al cargo de superior y se dedicó por          completo a          preparar su viaje a la eternidad. Y al cumplir los 80 años murió          santamente en          su monasterio del Monte Sinaí. Jorge, su discípulo predilecto,          le pidió          llorando: "Padre, lléveme en su compañía al cielo". El oró y le          dijo:          "Tu petición ha sido aceptada". Y poco después murió Jorge          también.
San          Juan Clímaco, pídele a Dios          que nos envíe muchos escritores católicos que escriban libros          que lleven a la          santidad, y que nos envíe muchos santos y sabios directores          espirituales como          tú, que nos lleven hacia la perfección cristiana. Amen. 
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Pedro Regalado, Santo Patrono de Valladolid. Marzo 30   
              
 Santo Patrono de                    Valladolid  Martirologio                    Romano: En Aguilera,                    en la región española de Castilla, san Pedro de                    Valladolid Regalado, presbítero de la Orden de                    Hermanos Menores, conspicuo por la humildad y el rigor                    de la penitencia, que fundó dos conventos, para que en                    ellos viviesen sólo doce hermanos solitarios (1456). "Pisad despacio,                  que debajo de estas losas descansan los huesos de un                  santo" decía Isabel la Católica a las damas de su                  séquito aquel día veraniego del 1493, cuando visitaba el                  convento de la Aguilera. Se refería a la tumba que                  guardaba los restos de Pedro Regalado, fraile                  franciscano, pobre y humilde que había muerto aún no                  hacía cuarenta años. Antes que la reina había estado                  allí mismo el cardenal Cisneros en las postrimerías de                  la vida del santo. Luego vendrían también el emperador                  Carlos -el que decía que al salir de Aranda hacia La                  Aguilera debía ir el visitante con la cabeza                  descubierta-, don Juan de Austria, Felipe II y tantos                  obispos, nuncios y legados papales. Eran tiempos                  dorados; se habían unido las dos Castillas, se había                  descubierto el nuevo mundo, se reconquistó Granada y se                  había echado a los moros de España.   |           
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Amadeo            IX de Saboya, Beato Duque, Marzo 30   
              
 Duque Martirologio                    Romano: En Vercelli,                    en el Piamonte, beato Amadeo IX, duque de Saboya, que                    en el gobierno que se le había confiado fomentó de                    todas formas la paz y, con su ayuda y celo, sostuvo                    las causas de los pobres, viudas y huérfanos (1472).                   El Beato Amadeo de                  Saboya fue el noveno de este nombre y el tercer duque de                  aquel Estado; vivió treinta y siete años (1435-1472);                  reinó solamente siete (1465-1472); y fue inscrito en el                  catálogo de los bienaventurados dos siglos más tarde                  bajo el pontificado del Beato Inocencio XI.  |           
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Fuente:          Vatican.va 
          María Restituta Kafka, Beata Virgen y mártir, Marzo 30          
              
 Virgen y Mártir Martirologio                    Romano: Cerca de                    Viena, en Austria, beata María Restituta (Helena)                    Kafka, virgen, de la Congregación de las Hermanas                    Franciscanas de la Caridad Cristiana y mártir, que,                    nacida en Bohemia, trabajaba en un hospital, y durante                    la guerra fue detenida por los enemigos de la fe y                    decapitada (1943).  Nacida el 1 de                  mayo de 1894 en la República Checa, ingreso a la                  Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Caridad                  Cristiana en 1914, se desempeño como enfermera en                  hospitales públicos, y en 1942 fue tomada prisionera por                  el régimen nacionalsocialista (Nasi), por difundir la fe                  católica, los símbolos de la fe y el patriotismo.  |           
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Fuente:          Corazones.org 
          Leonardo Murialdo, Santo Fundador, Marzo 30   
              
 Fundador de la                    Pía Sociedad de San José Martirologio                    Romano: En Turín,                    también en Italia, san Leonardo Murialdo, presbítero,                    que fundó la Pía Sociedad de San José, para educar en                    la fe y la caridad cristianas a los niños abandonados                    (1900).  Leonardo Murialdo                  no es un hombre lejano: nace en Turín (Italia) el 26 de                  octubre de 1828 y muere en la misma ciudad el 30 de                  marzo de 1900. Es una persona dulce y noble, un hermano                  que se entrega todo a otros hermanos que no tienen casa                  y familia, que están solos y sin cariño, que non conocen                  a Dios.  |           
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Fuente:          Franciscanos.org 
          Ludovico de Casoria, Beato Fundador, Marzo 30   
              
 Fundador de Martirologio                    Romano: En Nápoles,                    beato Ludovico (Arcángel) Palmentieri de Casoria,                    Presbítero de la Orden de los Frailes Menores, que,                    empujado por amor y caridad hacia los pobres en                    Cristo, fundó las Congregaciones de los Hermanos de la                    Caridad y las Monjas Franciscanas de Santa Isabel.                   Ludovico de                    Casoria, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes                    Menores, fundador de la Congregación de los hermanos                    de la Caridad, llamados "Bigi", y de la Congregación                    de las religiosas Franciscanas de Santa Isabel,                    llamadas "Bigie", empeñó su vida en obras de caridad,                    asistencia y promoción en favor de los enfermos y los                    pobres, así como en proyectos misioneros. Nació en                    1814 y murió en Nápoles el año 1885.   |           
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Fuente:          ACIprensa.com 
          Julio Álvarez Mendoza, Santo Presbítero y Mártir, 30 de          marzo   
              
 Martirologio                    Romano: En la aldea                    de San Julián, en el territorio de Guadalajara, en                    México, san Julio Álvarez, presbítero y mártir, que en                    la cruel persecución religiosa atestiguó con su sangre                    su fidelidad a Cristo Señor y a su Iglesia (1927).                   Nació en                  Guadalajara el 20 de diciembre de 1866. Ayudado por                  bienhechores ingresó al seminario de Guadalajara, fue                  ordenado sacerdote en 1894. Luego se desempeñó como                  capellán de Mechoacanejo y se distinguió por su celo                  pastoral, la atención al catecismo y el fervor con que                  atendía al culto divino. Era un hombre amable, bondadoso                  con todos, muy comunicativo y sencillo. Cuando estalló                  la persecución y mientras podía dejar su parroquia y                  esconderse optó por permanecer al cuidado de sus fieles.                    |           
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Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este          día, Marzo 30            
              
 San Segundo,                    mártir  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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