JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 10, 1-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros          setenta y dos y los mandó por          delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde          pensaba ir. Y les          decía: 
          "La mies es abundante y los obreros pocos: Rueguen, pues, al          dueño que          mande obreros a su cosecha. ¡Pónganse en camino! Miren que los          mando como corderos          en medio de lobos. No lleven bolsa, ni morral, ni sandalias; y          no se detengan a          saludar a nadie por el camino.
          Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a a esta casa. Y          si allí hay          gente de paz, 
          descansará sobre ellos su paz; si no, volverá a ustedes.          Quédense en esa casa,          coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su          salario. No anden          cambiando de casa. 
          Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les          pongan, curen a los          enfermos que haya, y digan: Está cerca de ustedes el Reino de          Dios.
          Pero si entran en un pueblo y no los reciben bien, salgan a la          plaza y digan:          Hasta el polvo de su pueblo que se nos ha pegado a los pies, lo          sacudimos sobre          ustedes en señal de protesta. Pero sepan de todas formas que          está llegando el          Reino de Dios.
          Les digo que el día del juicio será más tolerable para Sodoma          que para ese          pueblo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
San          Lucas, Evangelista (18          de oct)
      Antífona          de Entrada
      Qué hermoso es ver correr sobre los montes            al mensajero que anuncia la            paz, que trae buenas noticias, que anuncia la salvación.
Se dice "Gloria". 
Oración          Colecta
      Oremos:
          Señor, tú que elegiste a san Lucas para revelar al mundo,          mediante su          predicación y su Evangelio, el misterio de tu predilección por          los pobres; haz          que todos los que hemos recibido de ti la gracia de conocerte,          unidos por un          profundo espíritu de fraternidad, demos al mundo testimonio          claro de tu amor.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Sólo Lucas está conmigo
Lectura de la segunda carta del apóstol            san Pablo a Timoteo 4, 9-17a
Querido hermano: Haz lo posible por venir a          verme cuanto antes, pues          Dimas me ha abandonado prefiriendo las cosas de este mundo y se          ha ido a Tesalónica;          Crescencio se ha ido a Galacia; Tito, a Dalmacia. El único que          me acompaña es          Lucas. Trae a Marcos contigo, pues me ayuda en mis tareas. A          Tíquico lo envié a          Efeso. Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade en          casa de Carpo, y          también los libros, especialmente los pergaminos. Alejandro, el          herrero, me ha          hecho mucho daño; el Señor le dará su merecido. Cuídate de él,          pues se ha          opuesto tenazmente a nuestra predicación.
          La primera vez que me defendí en el tribunal, nadie me ayudó y          todos me          abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo          a mi lado y me          dio fuerzas para proclamar claramente el mensaje de salvación,          de modo que lo          oyeran todos los paganos.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Sal 144, 10-11.12-13ab.17-18
Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de            tu reinado.
Que todas tus criaturas te den gracias,          Señor; que te bendigan tus          fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus          hazañas.
          Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.
Explicando tus hazañas a los hombres, la          gloria y majestad de tu          reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de          edad en edad.
          Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.
El Señor es justo en todos sus caminos, es          bondadoso en todas sus          acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que          lo invocan          sinceramente.
          Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.
Aclamación          antes del          Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Soy yo quien los he elegido; y los he destinado para que vayan y          den fruto, y          su fruto dure, dice el Señor. 
          Aleluya.
Evangelio
      La mies es abundante y los obreros son            pocos
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 10, 1-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros          setenta y dos y los mandó por          delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde          pensaba ir. Y les          decía: 
          "La mies es abundante y los obreros pocos: Rueguen, pues, al          dueño que          mande obreros a su cosecha. ¡Pónganse en camino! Miren que los          mando como          corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni morral, ni          sandalias; y no se          detengan a saludar a nadie por el camino.
          Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a a esta casa. Y          si allí hay          gente de paz, 
          descansará sobre ellos su paz; si no, volverá a ustedes.          Quédense en esa casa,          coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su          salario. No anden          cambiando de casa. 
          Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les          pongan, curen a los          enfermos que haya, y digan: Está cerca de ustedes el Reino de          Dios.
          Pero si entran en un pueblo y no los reciben bien, salgan a la          plaza y digan:          Hasta el polvo de su pueblo que se nos ha pegado a los pies, lo          sacudimos sobre          ustedes en señal de protesta. Pero sepan de todas formas que          está llegando el          Reino de Dios.
          Les digo que el día del juicio será más tolerable para Sodoma          que para ese          pueblo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            de los Fieles
      Celebrante:
            Imploremos, hermanos y hermanas, la misericordia del Señor en            este día en que            el bienaventurado san Lucas, siguiendo el ejemplo de su            Maestro, derramó su            sangre para dar testimonio de la verdad, y pidámosle por las            necesidades de            todos los seres humanos.
            (Respondemos a cada petición: Escúchanos Señor).
Para que la Iglesia, fiel a            las enseñanzas de los apóstoles, sea en el mundo sacramento            visible de la            presencia invisible de su Señor, roguemos al Señor.
            Escúchanos Señor.
Para que Dios transforme            nuestro mundo y haga surgir el cielo nuevo y la tierra nueva            que anunciaron los            apóstoles de Jesucristo, roguemos al Señor. 
            Escúchanos Señor.
Para que la luz de la fe dé            ánimo a los que sufren, y la esperanza del reino anunciado por            los apóstoles            alivie el sufrimiento de los que lloran, roguemos al Señor. 
            Escúchanos Señor.
Para que a nosotros,            reunidos hoy para celebrar la fiesta de san Lucas, nos conceda            docilidad hacia            los obispos de la Iglesia, que ocupan hoy el lugar de los            apóstoles, roguemos            al Señor. 
            Escúchanos Señor.
Celebrante:
            Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia, y a los que hemos            recibido el anuncio            de la predicación apostólica, concédenos también el valor de            proclamar con            nuestra propia vida la Palabra que ilumina y salva.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Oración          sobre las Ofrendas
      Purifica, Señor, nuestros corazones, a fin          de que el sacrificio que          vamos a ofrecerte en la festividad de san Lucas, evangelista,          nos obtenga la          salud del espíritu y la salvación eterna.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Los apóstoles, cimientos de la Iglesia y            testigos de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro          deber y salvación, darte          gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios          todopoderoso y          eterno, por Cristo, Señor nuestro. 
          Porque cimentaste tu Iglesia sobre la roca de los Apóstoles,          para que ella          fuera en el mundo signo permanente de tu santidad y anunciara a          los hombres tu          mensaje de salvación.
          Por eso, 
          con todos los ángeles y llenos de profunda devoción, te alabamos          ahora y          siempre diciendo:
Antífona          de la Comunión
      El Señor envió a sus discípulos a anunciar            por todas partes la llegada            del Reino de Dios.
Oración          después de la          Comunión
      Oremos:
          Que esta sagrada comunión aumente, Señor, en nosotros el amor a          Cristo y nos          haga permanecer fieles al Evangelio, predicado y trasmitido por          san Lucas.
        Por          Jesucristo,          nuestro Señor.
          Amén
sab          28a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Dios es              mi auxilio, El Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un              sacrificio voluntario              dando gracias a tu nombre, que es bueno.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre            ellos los dones de            tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad,            perseveren            fielmente en el cumplimiento de tu ley.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Constituyó              a Cristo, como cabeza suprema de la Iglesia, que es su              cuerpo
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 15-23
Hermanos: Me he enterado de            su fe en el Señor Jesús y de su amor a todos los hermanos, por            lo cual no dejo            de dar gracias a Dios por ustedes, recordándolos en mis            oraciones. Que el Dios            de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les            conceda espíritu de            sabiduría y revelación para conocerlo. Que ilumine los ojos de            su corazón, para            que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento,            cuál es la            riqueza de la gloria otorgada en herencia a su pueblo, y cuál            la extraordinaria            grandeza de su poder para con nosotros, los que creemos, por            la eficacia de su            fuerza poderosa. Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre            los muertos y lo            hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los            ángeles,            principados, potestades, 
            virtudes y dominaciones; y por encima de cualquiera otra            dignidad que pueda            existir no sólo en este mundo, sino también en el venidero.
            Todo lo puso Dios bajo los pies de Cristo, constituyéndolo            cabeza suprema de la            Iglesia, que es su cuerpo, y plenitud del que lo consuma todo            en todos.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 8,              2-3a4-5.6-7
¡Qué              admirable, Señor, es tu poder!
¡Señor,            Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Tu            majestad se            levanta por encima de los cielos; de la boca de los niños de            pecho has sacado            una alabanza. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Al ver el            cielo, obra de tus            dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el            hombre para que te            acuerdes de él, el ser humano para que cuides de él?
            ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Lo            hiciste apenas inferior a un dios, coronándolo de gloria y            esplendor; le diste            poder sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus            pies.
            ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor, y            también ustedes            serán mis testigos. 
            Aleluya.
Evangelio
      El Espíritu Santo les              enseñará lo que convenga decir
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 12, 8-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a            sus discípulos:
            "Les aseguro que todo el que esté de mi parte ante los            hombres, también el            Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de            Dios; pero si uno me            niega ante los hombres, también yo lo negaré ante los ángeles            de Dios. Quien            hable mal del Hijo del hombre, podrá ser perdonado, pero el            que blasfeme contra            el Espíritu Santo, no será perdonado.
            Y cuando los lleven a las sinagogas, ante los jueces y            autoridades, no se            preocupen cómo defenderse, ni de lo que van a decir; el            Espíritu Santo les            enseñará en ese mismo momento lo que deben decir"
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Dios nuestro, que has llevado            a la perfección del sacrificio único los diferentes            sacrificios de la Antigua            Alianza; recibe y santifica las ofrendas de tus fieles, como            bendijiste la de            Abel, para que la ofrenda que ofrece cada uno de nosotros en            honor de tu nombre            sirva para la salvación de todos.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio            
      Nuestra misma acción de              gracias es un don de Dios
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras            bendiciones te            enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de            gracias, para que nos            sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
            A quien alaban los ángeles y los arcángeles, proclamando sin            cesar:
Antífona de la Comunión
      Estoy a              la puerta llamando dice el Señor. Si alguien oye y me abre,              entraré y comeremos              juntos.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Muéstrate propicio a tu pueblo, Señor, y a quienes has            iniciado en los            misterios del Reino concédeles abandonar el pecado y pasar a            una vida nueva.
          Por            Jesucristo nuestro Señor.
            Amén
† Meditación          diaria
|                18 de octubre SAN LUCAS, EVANGELISTA* Fiesta — El Evangelio de San Lucas. La                  perfección de nuestro trabajo. — Lo que el Evangelista nos                  transmite. El pintor de la Virgen. — Leer con piedad el Santo                  Evangelio. I. ¡Qué hermosos son sobre los                    montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que                    trae la buena nueva, que pregona la victoria!1. Hemos de agradecer hoy a San Lucas                  que sea para nosotros un buen mensajero que anuncia                    la paz, que trae la buena nueva, pues fue un fiel                  instrumento en manos del Espíritu Santo. Nos ha                  transmitido un precioso Evangelio y la historia de la                  primitiva Cristiandad en los Hechos de los Apóstoles,                  movido por la gracia de la inspiración divina, pero a la                  vez con el esfuerzo humano de un trabajo bien hecho,                  pues la ayuda de Dios no suplanta lo humano. Él mismo                  nos indica que redactó su obra después de haberse informado                    con exactitud de todo desde los comienzos, y que                  lo hizo de forma ordenada2, no de                  cualquier manera. Esto le debió suponer buscar                  cuidadosamente fuentes de primera mano, muy                  probablemente la Virgen, los Apóstoles, incluso las                  mismas personas que aún vivían y que fueron                  protagonistas de los milagros, sucesos y narraciones...                  Nos señala expresamente que recoge esas noticias conforme                      nos las transmitieron quienes desde el principio                    fueron testigos oculares3. Incluso su                  mismo estilo literario, como hace notar San Jerónimo4,                  indica la seguridad de las fuentes de las que se nutre.                  Gracias a este esfuerzo y a su correspondencia a las                  gracias que recibió del Espíritu Santo, hoy podemos                  leer, maravillados, los relatos de la infancia de Jesús,                  algunas bellísimas parábolas que solo él recoge, como la                  del hijo pródigo, la del buen samaritano, la del                  administrador infiel, la del pobre Lázaro y el mal                  rico... Propio también de San Lucas es el relato de los                  dos caminantes de Emaús, lleno de finura y acabado hasta                  en sus menores detalles. Ninguno de los Evangelistas nos ha                  mostrado la misericordia divina para con los más                  necesitados como lo hace San Lucas. Resalta el amor de                  Jesús por los pecadores, quien declara que ha venido a buscar                    y salvar lo que estaba perdido5, relata                  el perdón a la mujer pecadora6, el                  alojamiento en casa de un pecador como Zaqueo7,                  la mirada de Jesús que transforma el corazón de Pedro                  después de las negaciones8, la promesa del                  Reino al ladrón arrepentido9, la oración por                  los que le crucifican y le insultan en el Calvario10...                  Las mujeres y el empeño de Jesús por devolverles                  su dignidad, poco considerada en aquel tiempo, ocupan un                  lugar muy importante en su Evangelio: la viuda de Naín11,                  la pecadora arrepentida12, las mujeres                  galileas que ponen a disposición de Jesús sus bienes y                  van también en su seguimiento13, las visitas                  de Jesús a casa de las dos hermanas de Betania14,                  la curación de una mujer encorvada15, las                  mujeres de Jerusalén que dan a Jesús muestras de su                  compasión en el camino de la cruz16... son                  todas figuras nombradas y realzadas solo por este                  Evangelista. Es mucho lo que hemos de agradecer                  hoy a San Lucas. "Eres el único escribía el que más                  tarde había de ser el Papa Juan Pablo I en una carta                  figurada al Evangelista que nos ofrece un relato del                  nacimiento e infancia de Cristo, cuya lectura escuchamos                  siempre con renovada emoción en Navidad. Hay, sobre                  todo, una frase tuya que me llama la atención: Envuelto                    en pañales fue reclinado en un pesebre. Esta frase                  ha dado origen a todos los belenes del mundo y a                  miles de cuadros preciosos"17. Ha permitido                  que acompañemos, tantas veces, a la Sagrada Familia en                  Belén y en su vida cotidiana entre sus paisanos de                  Nazareth. También nosotros nos detenemos hoy a                  considerar la perfección humana con que debemos realizar                  nuestro trabajo, aunque nos parezca que quizá no tiene                  mucha trascendencia. Las obras bien hechas permanecen y                  resulta fácil ofrecerlas a Dios, que las acogerá como un                  don. El trabajo realizado con poco esfuerzo, sin                  interés, sin cuidar lo pequeño, no merece ser humano, y                  no permanecerá ni delante de Dios, ni de los hombres.                  Examinemos hoy cómo llevamos a cabo lo que tenemos entre                  manos, lo que debemos ofrecer cada día al Señor. II. En el Evangelio de San Lucas                  encontramos la doctrina fundamental del Señor sobre la                  humildad, la sinceridad, la pobreza, la penitencia, la                  aceptación de la cruz cada día, la necesidad de ser                  agradecidos... El gran amor que tenemos a Nuestra Señora                  nos mueve hoy a dar gracias a este Santo Evangelista que                  supo presentar la grandeza y hermosura de su alma con                  una exquisita delicadeza. Por eso, se le dio desde muy                  antiguo el título de pintor de la Virgen18,                  y de ahí se pasó más tarde a que se le atribuyera la                  autoría de algunas tallas y pinturas de Nuestra Señora.                  En cualquier caso, el Evangelio de San Lucas es                  fundamental para el conocimiento y la devoción a la                  Virgen, y ha servido de inspiración a una buena parte                  del arte cristiano. Ningún personaje de la historia                  evangélica fuera, naturalmente, de Jesús es descrito con                  tanto amor y admiración como Santa María. Nos enseña,                  inspirado por el Espíritu Santo, los dones y la fiel                  correspondencia de la Virgen Santísima: es la llena                    de gracia, el Señor está con ella; concibió por                  obra del Espíritu Santo, siendo Madre de Jesús sin dejar                  de ser Virgen; íntimamente unida al misterio redentor de                  la Cruz, será bendecida por todas las generaciones, pues                  el Todopoderoso hizo en Ella grandes cosas. Con razón                  una mujer del pueblo alabó entusiasmada y de forma muy                  expresiva a la Madre de Jesús19. De la misma                  forma nos enseña la fidelísima correspondencia de la                  Virgen: recibe con humildad el anuncio del Arcángel                  acerca de su dignidad de Madre de Dios; acepta                  rendidamente los planes divinos; se apresura a ayudar a                  los demás... Por dos veces20 nos muestra a                  Nuestra Señora que ponderaba estas cosas en su                    corazón... Son conocimientos que solo la Virgen                  pudo transmitir en momentos en que abrió su intimidad. En ese camino de las cosas bien                    hechas, acabadas con perfección, pidámosle a San                  Lucas dar a conocer a los demás la devoción a la Virgen,                  la riqueza casi infinita de su alma, como él lo hizo.                  Especialmente, en este mes de octubre, procuremos                  propagar esa devoción del Santo Rosario, que tantas                  gracias nos obtiene del Cielo. III. Honremos la memoria de San                  Lucas contemplando la atrayente y alentadora figura del                  Salvador que nos pone delante. Y pidámosle, al leer y                  meditar los Hechos de los Apóstoles el Evangelio del                    Espíritu Santo, como se le ha llamado-, la alegría                  y el espíritu apostólico de nuestros primeros hermanos                  en la fe que allí se refleja. Según una antigua                  costumbre cristiana, cuando alguien se encontraba en un                  apuro o en una duda abría al azar el Evangelio y leía el                  primer versículo encontrado. Muchas veces no se                  encontraba la respuesta adecuada, pero siempre se                  hallaba paz y serenidad; se había entrado en contacto                  con Jesús. Salía de Él una virtud que sanaba a todos21,                  comenta en cierta ocasión el Evangelista. Y esa virtud                  sigue saliendo de Jesús cada vez que entramos en                  contacto con Él. La obra de San Lucas, inspirada por                  Dios, nos enseña a mantener esa relación directa con el                  Señor, nos anima a acudir frecuentemente a su                  misericordia, a tratarle como al Amigo fiel que dio su                  vida por nosotros. A la vez, nos permite meternos de                  lleno en el misterio de Jesús, especialmente hoy, cuando                  tantas y tan confusas ideas circulan sobre el tema más                  trascendental para la Humanidad desde hace veinte                  siglos: Jesucristo, Hijo de Dios, piedra angular,                  fundamento de todo hombre. Ninguna lectura tiene la                  virtud de acercarnos tanto a Dios como la que está                  escrita bajo la misma inspiración divina. Por eso en el                  Santo Evangelio debemos aprender la ciencia suprema                    de Jesucristo22, como decía San Pablo a                  los Filipenses, "pues desconocer la Escritura es                  desconocer a Cristo"23. El Evangelio debe ser el primer                  libro del cristiano porque nos es imprescindible conocer                  a Cristo; hemos de mirarlo y contemplarlo hasta conocer                  de memoria todos sus rasgos. "Al abrir el Santo                  Evangelio, piensa que lo que allí se narra obras y                  dichos de Cristo no solo has de saberlo, sino que has de                  vivirlo. Todo, cada punto relatado, se ha recogido,                  detalle a detalle, para que lo encarnes en las                  circunstancias concretas de tu existencia. "-El Señor nos ha llamado a los                  católicos para que le sigamos de cerca y, en ese Texto                  Santo, encuentras la Vida de Jesús; pero, además, debes                  encontrar tu propia vida. "Aprenderás a preguntar tú también,                  como el Apóstol, lleno de amor: "Señor, ¿qué quieres que                  yo haga?..." ¡La Voluntad de Dios!, oyes en tu alma de                  modo terminante. "Pues, toma el Evangelio a diario, y                  léelo y vívelo como norma concreta. Así han procedido                  los santos"24. San Lucas, que tantas veces                  meditaría los hechos que relata, nos enseñará a amar,                  como lo hacían los primeros cristianos, el Santo                  Evangelio. En él encontraremos "el alimento del alma, la                  fuente límpida y perenne de la vida espiritual"25. 1 Antífona de                    entrada, Is 52, 7. — 2 Cfr. Lc 1,                  3. — 3 Lc 1, 2. — 4 Cfr. San                  Jerónimo, Epístola 20, 4. — 5 Lc                  19, 10. — 6 Lc 7, 36-50. — 7 Lc                  19, 1-10. — 8 Lc 22, 61. — 9 Lc                  23, 42 ss. — 10 Lc 23, 34. — 11                  Lc 7, 11-17. — 12 Lc 7, 36-50. —                  13 Lc 8, 1-3. — 14 Lc 10,                  38-42. — 15 Lc 13, 10-17. — 16 Lc                  23, 27-32. — 17 A. Luciani, Ilustrísimos                    señores, BAC, 2.ª ed., Madrid 1978, pp. 234-235. —                  18 Eusebio, Historia Eclesiástica, II,                  43. — 19 Cfr. Sagrada Biblia, Santos                    Evangelios, EUNSA, introd. a San Lucas, pp.                  706-707. — 20 Lc 2, 19; 51. — 21                  Cfr. Mc 6, 56. — 22 Flp 3, 8. —                  23 San Jerónimo, Comentarios sobre el Profeta                    Isaías, prol.: PL 24, 17. — 24 San                  Josemaría Escrivá, Forja, n. 754. — 25                  Conc. Vat. II, Const. Dei Verbum, 21. * San Lucas Evangelista nació en                  Antioquía, en el seno de una familia pagana. Era médico,                  según muchos indicios. Se convirtió a la fe hacia el año                  40, acompañó a San Pablo en su segundo viaje apostólico                  y estuvo a su lado en la última parte de la vida del                  Apóstol. Autor del tercer Evangelio y de los Hechos                    de los Apóstoles, es el Evangelista que mejor nos                  ha dado a conocer la infancia de Jesús y quien ha                  recogido algunas de las parábolas más conmovedoras de la                  misericordia divina. 28ª semana. Sábado EL PECADO CONTRA EL ESPÍRITU SANTO — Abiertos a la misericordia divina. — La pérdida del "sentido del                  pecado". — Junto a Cristo entendemos qué es                  verdaderamente el pecado. Delicadeza de conciencia. I. San Lucas recoge en el Evangelio                  de la Misa de hoy una fuerte sentencia de Jesús: Todo                    el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre,                    será perdonado; pero el que blasfeme contra el                    Espíritu Santo, no será perdonado1. San                  Marcos añade que esta blasfemia no tendrá perdón jamás;                  el que la cometa será reo de castigo eterno2. San Mateo sitúa esta sentencia en un                  contexto que explica mejor las palabras del Señor3.                  Relata este Evangelista que la multitud, asombrada ante                  tantas maravillas, se preguntaba: ¿No será este el                    Hijo de David?4. Pero los fariseos,                  ante tantos prodigios que no pueden negar, no quieren                  rendir sus inteligencias ante esos hechos que todo el                  mundo conoce; no encuentran otra salida que atribuir al                  mismo demonio la acción divina de Jesús. Es tal la                  dureza de su corazón que, con tal de no ceder, están                  dispuestos a tergiversar radicalmente lo que resulta                  evidente para todos. Por eso murmuraban: Este no                    expulsa los demonios sino por Beelzebul, príncipe de                    los demonios. En esa cerrazón a la gracia y                  tergiversación de los hechos sobrenaturales consiste la                  blasfemia imperdonable contra el Espíritu Santo: en                  excluir la misma fuente del perdón5. Todo                  pecado, por grande que sea, puede ser perdonado, porque                  la misericordia de Dios es infinita; pero para que se                  otorgue ese perdón divino es necesario reconocer el                  pecado y creer en el perdón y en la misericordia del                  Señor, cercano siempre a nuestra vida. La cerrazón de                  aquellos fariseos impedía que la poderosa acción divina                  llegara hasta ellos. Jesús llama a esta actitud pecado                    contra el Espíritu Santo. Y es imperdonable, no                  tanto por su gravedad y malicia, sino por la disposición                  interna de la voluntad, que anula toda posibilidad para                  el arrepentimiento. El que peca así, se sitúa, él mismo,                  fuera del perdón divino. El Papa Juan Pablo II nos advierte                  de la extrema gravedad de esta actitud ante la gracia,                  que lleva consigo una deformación de la conciencia, pues                  "la blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado                  cometido por el hombre que reivindica un pretendido                  "derecho a perseverar en el mal" –en cualquier pecado– y                  rechaza la Redención. El hombre encerrado en el pecado,                  haciendo imposible por su parte la conversión y, por                  consiguiente, también la remisión de sus pecados, que                  considera no esencial o sin importancia para su vida"6. Nosotros le pedirnos hoy al Señor                  una radical sinceridad y una verdadera humildad para                  reconocer nuestras faltas y pecados, también los                  veniales, que no nos acostumbremos a ellos, que seamos                  rápidos en acudir a Él y que nos perdone y deje nuestro                  corazón sensible a la acción del Espíritu Santo. Y a                  Nuestra Señora le pedimos el santo temor de Dios                  para no perder nunca el sentido del pecado, y la                  conciencia de los propios errores y flaquezas. "Cuando                  tenemos turbia la vista, cuando los ojos pierden                  claridad, necesitamos ir a la luz. Y Jesucristo nos ha                  dicho que Él es la Luz del mundo y que ha venido a curar                  a los enfermos"7. II. Jesucristo nos dio a conocer                  plenamente al Espíritu Santo como una Persona distinta                  del Padre y del Hijo, como el Amor personal dentro de la                  Trinidad Beatísima, que es la fuente y modelo de todo                  amor creado8. En todas las acciones de Jesús está                  presente el Espíritu, pero será en la Última Cena cuando                  el Señor hable de Él con más claridad, como de una                  Persona distinta del Padre y del Hijo, y muy cercano a                  la Redención del mundo. Jesús se refiere a Él como a un                  paráclito o consejero, esto es, un                  abogado y confortador. La palabra paráclito era                  usada en el mundo profano griego para referirse a una                  persona llamada a asistir o a hablar por otra,                  especialmente en los procesos legales. El Espíritu Santo                  tiene por eso una particular misión en lo que se refiere                  al juicio de la propia conciencia y a ese otro juicio                  tan especial de la Confesión, en el que el reo sale                  absuelto para siempre de sus culpas y lleno de una                  riqueza nueva. La misericordia divina, que se                  ejerce por esta acción misteriosa y salvífica del                  Espíritu Santo, "encuentra en el hombre que se halla en                  esta condición (de falta de apertura a la acción de la                  gracia) una resistencia interior, como una                  impermeabilidad de la conciencia, un estado de ánimo que                  podría decirse consolidado en razón de una libre                  elección: es lo que la Sagrada Escritura suele llamar dureza                    de corazón (cfr. Sal 81, 13; Jer                  7, 24; Mc 3, 5). En nuestro tiempo a esta                  actitud de mente y corazón corresponde quizá la pérdida                  del sentido del pecado"9. Lo contrario a la dureza de corazón                  es la delicadeza de conciencia, que tiene el alma cuando                  aborrece todo pecado, incluso venial, y procura ser                  dócil a las inspiraciones y gracias del Espíritu Santo,                  que son incontables a lo largo del día. "Cuando uno                  tiene sano el olfato del alma –hacía notar San Agustín–,                  al instante percibe el mal olor de los pecados"10.                  ¿Somos sensibles nosotros a las ofensas que se hacen a                  Dios? ¿Reaccionamos con prontitud ante nuestras faltas y                  pecados? III. En muchos hombres se va                  perdiendo el sentido del pecado, y, consiguientemente,                  el sentido de Dios. No es raro que en el cine, en la                  televisión, en comentarios de prensa se enjuicien ideas                  y hechos contrarios a la ley de Dios como asuntos                  normales, que a veces se deploran por sus consecuencias                  dañinas para la sociedad y para el individuo, pero sin                  referencia alguna al Creador. En otras ocasiones, se                  exponen estos hechos como sucesos que atraen la                  curiosidad pública, pero sin darles una mayor                  trascendencia: infidelidades matrimoniales, hechos                  escandalosos, difamaciones, faltas contra el honor,                  divorcios, estafas, prevaricaciones, cohechos... No                  faltan quienes, aun llamándose cristianos, se recrean en                  esas situaciones, las consideran con detenimiento,                  entrevistan a sus protagonistas... y parece como si no                  se atrevieran a llamarlas por su nombre. En todo caso,                  se suele olvidar lo más importante: la relación con                  Dios, que es lo que da el verdadero sentido a lo humano.                  Se juzga con criterios muy alejados del sentir de Dios,                  como si Él no existiera o no contara en los asuntos de                  la vida. Es un ambiente pagano generalizado, parecido al                  que encontraron los primeros cristianos, y que hemos de                  cambiar, como ellos hicieron. En nuestra propia vida sentiremos el                  peso de nuestros pecados solo cuando consideremos esas                  faltas, ante todo, como ofensas a Dios, que nos separan                  de Él y nos vuelven torpes y sordos para oír al                  Paráclito, al Espíritu Santo, en el alma. Cuando las                  propias debilidades no se relacionan con el Señor,                  ocurre lo que ya hacía notar San Agustín: hay –afirma el                  Santo– quienes, al cometer cierta clase de pecados, se                  imaginan no pecar, porque dicen que no hacen mal a nadie11.                  ¡Qué gracia tan grande, por el contrario, sentir el peso                  de nuestras faltas, que nos llevará a hacer actos                  reiterados de contrición y a desear ardientemente la                  Confesión frecuente, donde el alma se purifica y se                  dispone para estar cerca de Dios! "Si no andáis                  encorvado y entristecido por el pecado, no le habéis                  conocido (el mal cometido) –enseña San Juan de Ávila–.                  Pesa el pecado: sicut onus grave gravatae sunt super                    me (Sal 37, 5). Más pesa el pecado que                  yo... ¿Qué cosa es el pecado? Una deuda insoluble, una                  carga insoportable que ni quintales pesan tanto"12.                  Y más adelante dice el Santo: "No hay carga tan pesada,                  ¿por qué no la sentimos? Porque no hemos sentido la                  bondad de Dios"13. San Pedro descubrió en la                  pesca milagrosa la divinidad de Cristo y su propia                  poquedad. Por eso se echó a los pies de Jesús y le                    dijo: Apártate de mí, Señor, que soy un pobre pecador14.                  Pedía al Señor que se apartara, porque le parecía que,                  con la oscuridad de sus flaquezas, no podría soportar su                  radiante luz. Y mientras sus palabras declaraban su                  indignidad, los ojos y toda su actitud rogaban a Jesús                  fervientemente que lo tomaran con Él para siempre. La suciedad de los pecados necesita                  un término de referencia, y este es la santidad de Dios.                  El cristiano solo percibe el desamor cuando considera el                  amor de Cristo. De otro modo justificará fácilmente                  todas sus debilidades. Pedro, que ama a Jesús                  profundamente, sabrá arrepentirse de sus negaciones,                  precisamente con un acto de amor, que quizá nosotros                  también hemos empleado muchas veces: Domine -le                  dirá aquella mañana después de la segunda pesca                  milagrosa-, tu omnia nosti, tu scis quia amo te15.                  Señor, Tú sabes todas las cosas, Tú sabes que te amo.                  Así acudiremos al Señor con un acto de amor, cuando no                  hayamos correspondido al suyo. La contrición da al alma                  una gran fortaleza, devuelve la esperanza y proporciona                  una particular delicadeza para oír y entender a Dios. Pidamos con frecuencia a Nuestra                  Madre Santa María, que tan dócil fue a las mociones del                  Espíritu Santo, que nos enseñe a tener una conciencia                  muy delicada, que no nos acostumbremos al peso del                  pecado y que sepamos reaccionar con prontitud ante el                  más pequeño pecado venial deliberado. 1 Lc 12,                  10. — 2 Cfr. Mc 3, 29. — 3 Cfr.                  Mt 12, 32. — 4 Mt 12, 13. — 5                  Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 14, a.                  3. — 6 Juan Pablo II, Enc. Dominum et                    vivificantem, 18-V-1986, 46. — 7 San                  Josemaría Escrivá, Forja, n. 158. — 8                  Cfr. Conc. Vat. II, Const. Gaudium el spes, 24.                  — 9 Juan Pablo II, loc. cit., 47. — 10                  San Agustín, Comentarios a los Salmos, 37, 9. —                  11 Cfr. ídem, Sermón 278, 7. — 12                  San Juan de Ávila, Sermón 25, para el Domingo 21                    después de Pentecostés, en Obras completas,                  vol. II, p. 354.                  — 13 Ibídem, p. 355. — 14 Cfr. Lc                  5, 8-9. — 15 Jn 21, 17.  |           
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
              San Lucas Evangelista               |           
Lucas significa: "luminoso,          iluminado" (viene          del latín "luce" = luz).
San Lucas escribió dos          libros muy famosos: el tercer              Evangelio y Los              Hechos de          los apóstoles. Es un escritor          muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo          Testamento. Sus          dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.
Era médico. San Pablo lo          llama "Lucas, el médico          muy amado", y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del          gran          apóstol.
Era compañero de viajes de          San Pablo. En los Hechos de          los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla          en plural          diciendo "fuimos a... navegamos a..." Y va narrando con todo          detalle          los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en          sus 4 famosos          viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo          prisionero, primero dos          años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único          escritor del Nuevo          Testamento que no es israelita. Era griego.
El poeta Dante le dio a San          Lucas este apelativo:          "el que describe la amabilidad de Cristo". Y con razón el          Cardenal          Mercier cuando un alumno le dijo: "Por favor aconséjeme cuál es          el mejor          libro que se ha escrito acerca de Jesucristo", le respondió: "El          mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El          Evangelio de          San Lucas". Un autor llamó a este escrito: "El libro más          encantador          del mundo".
Como era médico era muy          comprensivo. Dicen que un          teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un          sociólogo las ve          peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal          cual es. San          Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad          buena voluntad)          y las amaba y las comprendía.
En su evangelio demuestra          una gran estimación por la          mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús          siempre les          demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.
Su evangelio es el más          fácil de leer, de todos los          cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo          literario. Lo han          llamado "el evangelio de los pobres", porque allí aparece Jesús          prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres          y a los          pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de          aquellos para          quienes la vida es más dura y angustiosa.
También se ha llamado: "el          evangelio de la          oración", porque presenta a Jesús orando en todos los grandes          momentos de          su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar          siempre y de no          cansarse de orar.
Otro nombre que le han dado          a su escrito es el          "evangelio de los pecadores", porque presenta siempre a Jesús          infinitamente          comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones          humanas. San Lucas          quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni          rechaza a quien          desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen          con tanto          agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito          pensando en          ellos.
Su evangelio es el que          narra los hechos de la infancia          de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para          representar en          imágenes tan amables escenas.
Dicen que murió soltero, a          la edad de 84 años, después          de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor          Jesucristo.
           
________________________________________________________________Fuente: Franciscanos.org 
        Pedro de Alcántara,            Santo          Penitente, Octubre 18   
              
 Penitente              Martirologio Romano: En la                        villa de Arenas, en la región española de                        Castilla, san Pedro de Alcántara, presbítero de la                        Orden de los Hermanos Menores, que adornado con el                        don de consejo y de vida penitente y austera,                        reformó la disciplina regular en los conventos de                        la Orden en España, siendo consejero de santa                        Teresa de Jesús en su obra reformadora de la Orden                        de los Carmelitas (1562).  |           
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Pedro de Tsetinia, Santo Obispo,          18 de octubre   
              
 Octubre 18               Etimológicamente significa "roca".                  Viene de la lengua hebrea.  |           
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Justo de Auxerre, Santo          Mártir, 18 de octubre   
              
 Mártir               |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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