JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que          había hecho callar a los          saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para          ponerlo a          prueba:
          -Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
          El les dijo:
          "Amarás al Señor tu Dios como todo tu corazón, con toda tu alma,          con todo          tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo          es          semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Estos dos          mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas.
          Palabra de Dios.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
30a.          Dom Ord Ciclo A
      Antífona de Entrada
      Que se              alegren los que buscan al Señor, recurran al Señor y a su              poder, busquen              continuamente su rostro.
Oración Colecta
      Oremos:
            Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y            caridad; y, para            conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Si              explotan a las viudas y a los huérfanos, se encenderá mi ira              contra ustedes
Lectura              del libro del Éxodo 22, 21-27
Esto dice el Señor:
            -No oprimirás ni viajarás al forastero, porque forasteros            fueron ustedes en            Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si los            explotas y ellos            gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y los haré            morir a espada,            dejando a nuestras mujeres viudas y a nuestros hijos            huérfanos.
            Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita            contigo, no serás            con él un usurero cargándole intereses. Si tomas en prenda el            manto de tu            prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no            tiene otro vestido            para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? si            grita a mí, yo lo            escucharé, porque yo soy compasivo.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos Señor.
Salmo Responsorial
      Del              Salmo 17
Yo te              amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Yo te            amo, Señor; tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar,            mi libertador.
            Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Dios            mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora,            mi baluarte.            Invoco al Señor de mi alabanza, y quedo libre de mis enemigos.
            Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Viva el            Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador.            Tú diste gran            victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido.
            Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Segunda            Lectura
      Abandonaste              los índoles para servir a Dios y esperar la vuelta de su              Hijo
Lectura              de la primera carta del apóstol san Pablo a los              Tesalonicenses 1, 5c-10
            Hermanos: Saben cual fue nuestra actuación entre ustedes para            nuestro bien. Y            ustedes seguiste nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la            Palabra entre            tanta lucha con alegría del Espíritu Santo. Así llegaste a ser            un modelo para            todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde nuestra            comunidad, la            palabra del Señor del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y            en Acaya, sino            en todas partes; nuestra fe en Dios había corrido de boca en            boca, de modo que            nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos            mismos cuentan            los detalles de la visita que los hicimos: cómo abandonando            los ídolos, les            devolviste a Dios para servir al Dios vivo y verdadero y vivir            aguardando la vuelta            de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de            entre los muertos y            que los libra del castigo futuro.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y            haremos en él nuestra            morada, dice el Señor.
            Aleluya.
Evangelio
      Amarás al Señor tu Dios y a              tu prójimo como a ti mismo
† Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los            fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se            acercaron a Jesús y            uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
            -Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
            El les dijo:
            "Amarás al Señor tu Dios como todo tu corazón, con toda tu            alma, con todo            tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El            segundo es            semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Estos            dos mandamientos            sostienen la Ley entera y los Profetas.
            Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús. Se dice "Credo". 
Oración de los Fieles
      Celebrante:
            Confiados en que la oración de los pobres llega hasta el            Señor, elevemos con            humildad nuestras peticiones a Dios:
            A cada petición respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que el Señor conceda el            espíritu de consejo, fortaleza, ciencia y piedad a nuestro            obispo N. y a todos            los pastores de la Iglesia, roguemos al Señor.
            Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que los gobiernos de            las naciones edifiquen sus comunidades en la paz, equilibrando            toda desigualdad            injusta, roguemos al Señor. 
            Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que el Señor alivie los            dolores de los que sufren en el cuerpo o en el espíritu y les            dé fuerza para no            desfallecer ante la tribulación, roguemos al Señor. 
            Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que mantenga a nuestras            familias firmes en la concordia y seguras en su gracia y            amistad, roguemos al Señor.            
            Te rogamos, Señor, óyenos.
Celebrante:
            Dios nuestro, refugio en las adversidades, escucha nuestras            oraciones y haz            que, llenos de tu Espíritu, abandonemos los ídolos, nos            volvamos sinceramente a            ti y cumplamos plenamente el mandamiento de amarte a ti con            todo el corazón y            al prójimo como a nosotros mismos.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
oración            sobre las ofrendas
      Vuelve tu mirada, Señor,            sobre las ofrendas que te presentamos, para que nuestra            celebración sea para tu            gloria y tu alabanza.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      El misterio de la salvación
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo            nuestro Señor. El            cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer de            la Virgen;            sufriendo en la cruz, nos libró de eterna muerte y,            resucitando, nos dio vida            eterna. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos            los coros            celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de Comunión
      Que              podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios              alzar estandartes.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Lleva a su término en nosotros, Señor, lo que significan estos            sacramentos,            para que un día poseamos plenamente cuanto celebramos ahora en            estos ritos            sagrados.
          Por            Jesucristo, Señor nuestro.
            Amén
† Meditación          diaria
Trigésimo          Domingo
          ciclo a
CREADOS          PARA LA ALEGRÍA
— El          Señor quiere discípulos alegres. Lo necesario para conseguir la          felicidad "no          es una vida cómoda, sino un corazón enamorado".
— El          primer mandamiento y la alegría.
—          Llevar la alegría a quienes Dios ha puesto cerca de nuestra          vida.
I. La Antífona            de entrada de la Misa1 nos invita a la alegría          y nos señala el          camino para encontrarla: Que se alegren los que buscan al            Señor. Recurrid al            Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Cuando          no buscamos a          Dios es imposible estar contentos. La tristeza nace del egoísmo,          del afán de          compensaciones, del descuido de las cosas de Dios y de las de          nuestros hermanos          los hombres..., de estar pendientes de nosotros mismos, en          definitiva. Sin          embargo, el Señor nos ha creado para la alegría. Nos quiere más          alegres cuanto          más cerca de Sí nos llama. Ya en el Antiguo Testamento se          anuncia: No temas,            tierra; alégrate y gózate porque son muy grandes las cosas que            hace el Señor...            Alegraos y gozaos, hijos de Sión, en el Señor, vuestro Dios,            que os dará la            lluvia a su tiempo y hará descender sobre vosotros la temprana            y la tardía de            otras veces2.
Para          nosotros los cristianos, la alegría es una verdadera necesidad.          Cuando el alma          está alegre se vierte hacia fuera y tiene alas para volar hacia          Dios y para          excederse en el servicio a los demás; un corazón alegre está más          cerca de Dios,          se dispone para llevar a cabo empresas grandes y es estímulo          para sus hermanos.          La tristeza paraliza los mejores propósitos de santidad y de          apostolado, y          oscurece el ambiente. Es un gran mal. Por eso, San Pablo repetía          una y otra vez          a los primeros cristianos: Alegraos siempre en el Señor; de            nuevo os digo:            alegraos3. Por otra parte, en medio de las          fuertes          contradicciones que estaban padeciendo, la alegría era su          fortaleza y el mejor          medio para atraer a otros a la fe.
La          tristeza no se origina por dificultades o sufrimientos más o          menos graves, sino          por dejar de mirar a Jesús. Enseña Santo Tomás que este mal del          alma es un          verdadero vicio causado por el desordenado amor de sí mismo, y          es causa de          otros muchos males4. Es como una raíz enferma que          solo produce frutos          amargos. La tristeza origina muchas faltas de caridad, despierta          el afán de          compensaciones y permite, con frecuencia, que el alma no luche          con prontitud en          las tentaciones que provienen de la sensualidad.
"Lo que          se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda,          sino un corazón          enamorado"5, pues la alegría es el primer efecto del          amor, y la          tristeza el fruto estéril del egoísmo, de la pereza..., del          desamor, en definitiva.          "La tristeza mueve a la ira y al enojo; y así experimentamos          que, cuando          estamos tristes, fácilmente nos enfadamos y nos airamos por          cualquier cosa; y          más, hace al hombre sospechoso y malicioso, y algunas veces          turba de tal modo          que parece que quita el sentido y saca fuera de sí"6.          El alma          entristecida cae con facilidad en el pecado y se queda sin          fuerzas para el          bien; es camino cierto para la derrota. Como la polilla al            vestido, y la            carcoma a la madera, así la tristeza daña el corazón del            hombre7.
Si          alguna vez sentimos que nos ronda esta mala enfermedad del alma,          o que ya se ha          introducido dentro, examinemos dónde tenemos puesto el corazón.          ""Laetetur cor          quaerentium dominum". —Alégrese el corazón de los que buscan al          Señor.
"—Luz,          para que investigues en los motivos de tu tristeza"8.          ¡Qué difícil          es estar triste –aun en medio del dolor, de la pobreza, de la          enfermedad...–          cuando de verdad andamos con la mirada puesta en el Señor, y          somos generosos en          lo que nos está pidiendo en esa situación, quizá humanamente          difícil! Como San          Pablo, podremos decir siempre: estoy lleno de consuelo,            reboso de gozo en            medio de las tribulaciones9. Si buscamos          realmente al Señor en          nuestra vida, nada podrá quitarnos la paz y la alegría. El dolor          purificará el          alma, y las mismas penas se transformarán en gozo.
II. Laetetur            cor quaerentium Dominum... que se alegren los corazones          que buscan al          Señor.
El          Evangelio de la Misa de este domingo10 invita a la          alegría, porque          es una llamada al amor. El mandamiento del amor es a la vez el          de la alegría,          pues esta virtud "no es distinta de la caridad, sino cierto acto          y efecto suyo"11.          De aquí que el índice de nuestra unión con Dios venga señalado          por la alegría y          el buen humor que ponemos en el cumplimiento del deber, en el          trato con los          demás, en el modo como llevamos el dolor y las contradicciones.
Cuando          los fariseos se acercaron a Jesús para preguntarle por el          mandamiento principal          de la ley, Jesús les respondió: Amarás al Señor tu Dios con            todo tu corazón,            con toda tu alma, con todo tu ser. El segundo es semejante a            él: Amarás a tu            prójimo como a ti mismo. Esto es lo que necesitamos:          dirigirnos a Dios con          todo lo que tenemos y somos, servir al prójimo, abrirnos a él, y          olvidarnos de          nosotros mismos, huir de la preocupación por estar más cómodos,          dejar nuestra          vanidad y el orgullo a un lado, poner la mirada lejos de          nosotros..., amar.
Muchos          piensan que van a ser más felices cuando posean más cosas,          cuando sean más          admirados..., y se olvidan de que solo necesitamos "un corazón          enamorado". Y          ningún amor puede llenar nuestro corazón, que fue hecho por Dios          para alcanzar          su plenitud en los bienes eternos, sin el Amor. Los demás amores          limpios –los          otros no son amores– adquieren su verdadero sentido cuando          buscamos al Señor          sobre todas las cosas. Por el contrario, ni el egoísta, ni el          envidioso, ni          quien tiene puesta su alma en los bienes de la tierra...          gustarán de aquella          alegría que prometió Jesús a los suyos12, porque no          sabrá querer, en          el sentido más profundo y noble de la palabra. "Mas esta fuerza          tiene el amor,          si es perfecto: que olvidamos nuestro contento por contentar a          quien amamos. Y          verdaderamente es así, que, aunque sean grandísimos trabajos,          entendiendo          contentamos a Dios. se nos hacen dulces"13. Todas las          dificultades y          tribulaciones son llevaderas de la mano del Señor.
III. Dios            mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora,            mi baluarte... Yo            te amo, Señor, Tú eres mi fortaleza14, rezamos          al Señor con las          palabras del Salmo responsorial.
En Él          encontramos la seguridad y todo lo que necesitamos, también la          alegría y la paz          en cualquier situación por la que estemos pasando. Por eso, no          dejaremos nunca          de tratarlo personalmente, con intimidad, cada día. Mucho nos va          en ello.
La          alegría y la paz que bebemos en esa fuente inagotable que es          Cristo, hemos de          llevarlas a quienes Dios ha puesto más cerca de nosotros, a          nuestros hogares,          que no han de ser en ningún momento tristes, ni oscuros, ni          tensos por las          incomprensiones y los egoísmos, sino "luminosos y alegres"15,          como          fue aquel donde vivió Jesús con María y José. Cuando en el          lenguaje habitual se          dice "esa casa parece un infierno", enseguida se nos viene a la          mente un hogar          sin amor, sin alegría, sin Cristo. Un hogar cristiano debe ser          alegre porque en          él está el Señor que lo preside, y porque ser discípulos suyos          significa, entre          otras cosas, vivir esas, virtudes humanas y sobrenaturales a las          que tan          íntimamente está unida la alegría: generosidad, cordialidad,          espíritu de          sacrificio, simpatía, empeño por hacer la vida más amable a          quienes están          cerca...
Hemos          de llevar esta alegría serena, resultado de tratar diariamente          al Señor, a          nuestro lugar de trabajo, a la calle, a las relaciones con los          clientes, a          quien nos pregunta por una dirección en una ciudad que le es          desconocida...          Muchos se encuentran tristes e inquietos y necesitan, ante todo,          ver la alegría          que el Señor nos ha dejado para ponerse ellos también en camino.          ¡Cuántos han          descubierto el sendero que lleva a Dios a través de la alegría          cristiana, hecha          vida en un compañero de trabajo, en un amigo...!
Este          gozo cristiano es también el estado de ánimo necesario para el          cumplimiento de          las obligaciones propias. Y cuanto más elevadas sean estas,          tanto más habrá de          elevarse nuestra alegría16. Cuanto mayor sea nuestra          responsabilidad          (padres, sacerdotes, superiores, maestros...), mayor también la          obligación de          tener esa alegría para comunicarla. El rostro del Señor debía          resplandecer de          alegría, y su paz se manifestó incluso en su Pasión y Muerte.          También en esos          momentos quiso darnos ejemplo para que le imitáramos si el          camino de la vida se          nos hiciera cuesta arriba.
El          recurso a Nuestra Madre Santa María –Causa nostrae laetitiae,            Causa de            nuestra alegría– nos permitirá encontrar fácilmente el          camino de la paz y          del gozo verdadero, si alguna vez lo perdemos. Enseguida          comprenderemos que esa          senda que conduce a la alegría es la misma que lleva a Dios.
1 Antífona            de entrada. Sal 104, 34. — 2 Ioel 2,          21-23. — 3 Flp          4, 4 . — 4 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica,          2-2, q. 28, a. 4, — 5          San Josemaría Escrivá, Surco, n. 795. — 6 San          Gregorio Magno, Moralia,          1, 31, 31. — 7 Prov 25, 20. — 8 San          Josemaría Escrivá, Camino,          n. 666. — 9 2 Cor 7, 4. — 10 Mt          22, 34-40. — 11          Santo Tomás, o. c. 2-2, q. 28, a. 3. — 12 Cfr. Jn          16, 22.          — 13 Santa Teresa, Fundaciones, 5, 10. — 14          Salmo            responsorial. Sal 17, 2-4; 47; 51. — 15 Cfr. San          Josemaría Escrivá, Es            Cristo que pasa, 22. — 16 Cfr. P. A. Reggio, Espíritu  sobrenatural            y buen humor, p. 24.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Sierva de Dios Paulina            María Jaricot (¡reza por su pronta          canonización y pídele un          milagro!)
          Fundadora de la            Propagación de la Fe y            del Rosario Viviente
          Año 1862
Películas          en francés
http://www.gloria.tv/?search=jaricot
En cada parroquia del          mundo, el tercer domingo de          octubre se celebra el Día de las Misiones, una fecha para          ofrecer oraciones,          sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros de todo          el mundo. Hoy          vamos a hablar de la joven a la cual se le ocurrió esa idea.
La          idea feliz nació de una simple          charla con la sirvienta de la casa. Un día llegó Paulina Jaricot          de su trabajo,          cansada y con deseos de escuchar alguna narración que le          distrajera amenamente.          Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le contara          algo ameno y          agradable. La buena mujer le respondió: "si me ayuda a terminar          este          trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le          agradará          mucho". La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el          oficio la          cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones          se puso a          leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas          tierras, en medio de          terribles penurias económicas, y con grandes peligros y          dificultades, escribían          narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les          ayudaran con sus          oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con          éxito su difícil          labor misionera.
En ese          momento pasó por la mente          de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas          piadosas y obtener          que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas oraciones y          algún pequeño          sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar después          todo esto a los          que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Y se propuso          empezar a llevar a          cabo esa mima semana tan bella idea.
Paulina          había nacido en la ciudad          de Lyon (Francia) y desde muy niña había demostrado un gran          espíritu religioso.          Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser misionero y          (quizás por falta de          suficiente información) le pintaban las misiones como algo          terrorífico donde          los misioneros tenían que viajar por los ríos sobre el cuello de          terribles          cocodrilos y por las selvas en los hombros de feroces tigres.          Esto la          emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de          misionera. Sin embargo          sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de alguna          manera, y pedía          a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminó por medio de una          simple lectura          hecha por una sirvienta.
De          pequeñita aprendió que un gran          sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer las          propias          inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se          propuso          ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños          sacrificios.
Cuando          en 1814 el Papa Pío VII          quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el pueblo          entero salió          en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje hacia          Roma. Paulina tuvo          el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su casa la          bendijera y le          pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo bellísimo          que nunca          olvidó.
De          joven se hizo amiga de una          muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía          dedicarse a la          coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena          de adornos, de          coloretes y de joyas (pero nada de esto la satisfacía). Su mamá          rezaba por su          hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta          mundanidad. Y Dios la          escuchó.
Un día          en una fiesta social          resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un          golpe durísimo.          Quedó muda y con grave peligro de enloquecerse. Entonces la mamá          le hizo este          ofrecimiento a Dios: "Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio          esta          muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a          mí a la          eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la          vida".
Y Dios          le aceptó esta petición. La          mamá se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el habla, y la          salud física y          mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo.
Poco          después, un día entró a un          templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo          pasajeros que son los          goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades de          la vida. Después          del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le          aconsejó: "Deje          las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a ganarse          el cielo con          humildad y muchas buenas obras". Desde aquel día ya nunca más          Paulina          vuelve a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar dinero          en lo que          solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos son          sumamente modestos,          hasta el extremo que las antiguas amigas le critican por ello.          Ahora en vez de          ir a bailes se va a visitar enfermos pobres en los hospitales.
Y es          entonces cuando nace la nueva          obra llamada Propagación de la fe. Son grupitos de 10 personas,          las cuales se          comprometen a dar cada una alguna limosna para los misioneros, y          ofrecer          oraciones y pequeños sacrificios por ellos. Paulina va          organizando numerosos          grupos (llamados coros) entre sus amistades y las gentes de su          alrededor y          pronto empiezan ya a recoger buenas ayudas para enviar a lejanas          tierras.
Su          hermano, que se acaba de          ordenar de sacerdote, propone la idea de Paulina a otros          sacerdotes en París y          a muchos les agrada y empiezan a fundar coros de Propagación de          la Fe. La idea          se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los          misioneros se          aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la          fundadora de este          movimiento, pero lo importante era ayudar a extender nuestra          santa religión.
Para          poder conseguir más oraciones          con menos dificultad, Paulina formó grupitos de 15 personas, de          las cuales cada          una se comprometía a rezar un misterio del rosario al día por          los misioneros.          Así entre todos rezaban cada día un rosario completo por las          misiones. Fue una          idea muy provechosa.
Paulina          se fue a Roma a contarle          al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación de la Fe.          El Sumo          Pontífice aprobó plenamente tan hermosa idea y se propuso          recomendarla a toda          la Iglesia Universal.
Al          volver a Francia fue a          confesarse con el más famoso confesor de ese tiempo, el Santo          Cura de Ars. El          santo le dijo proféticamente: "Sus ideas misioneras son muy          buenas, pero          Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener          más éxito".          Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los          sufrimientos e          incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron          enormes.
Al          principio recogía ella misma          las limosnas para las misiones, pero varios avivados le robaron          descaradamente.          Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a sacerdotes y          laicos          especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente.
Después          recibió ayudas para fundar          obras sociales en favor de los obreros pobres, pero varios          negociantes sin          escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero. Paulina se          dio cuenta de          que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía          dejar la          administración de lo material a manos de expertos que supieran          mucho de eso.
En          1862, después de haber          perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y          hecho sufrir, y          contenta porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy          extendida          murió santamente y satisfecha de haber podido contribuir          eficazmente a favor de          las misiones católicas.
Veinte          años después, en 1882, el          Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la Fe a          todo el mundo, y          ahora cada año, el mes de octubre (y especialmente en el tercer          domingo de este          mes) los católicos fervorosos ofrecen oraciones, sacrificios y          limosnas por las          misiones y los misioneros del mundo entero.
¡Gracias          Paulina Jaricot!.
La          bendición de Dios será siempre          tu mejor recompensa 
          (S. Biblia Ecl. 11, 22).
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Evaristo, Santo 5to Papa y Mártir, 26 Octubre  
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Tadeo            Machar, Santo Obispo, 26 de octubre  
|                              Etimológicamente significa "el que alaba".                  Viene de la lengua hebrea.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina04          
          Damián de Finario, Beato Monje dominico, 26 Octubre  
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Celina            Chludzinska Borzecka, Beata Viuda y fundadora, 26          Octubre  
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Fuente:          Wikipédia 
          Alfredo el Grande, Santo Rey de Wessex, 26 Octubre  
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Fuente:          Vidasejemplares.org 
          Buenaventura de Potenza, Beato Franciscano conventual, 26          Octubre  
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Fuente:          Newadvent.org 
          Cedda (Cedd), San Obispo, 26 Octubre  
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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