JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 23, 1-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes          y a sus discípulos:
          "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos.          Hagan,          pues, todo lo que les digan, 
          pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra.          Hacen fardos muy          pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de          los hombres,          pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para          que los vea la          gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les          agrada ocupar los          primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las          sinagogas; les          gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame          "maestros". 
          Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen "maestros", porque          no          tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún          hombre sobre          la tierra lo llamen "padre", porque el Padre de ustedes es sólo          el          Padre celestial. No se dejen llamar "guías", porque el guía de          ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea          su servidor,          porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla          será          enaltecido".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
31a.          Dom Ord Ciclo A
      Antífona de Entrada
      Señor,              no me abandones, no te me alejes, Dios mío. Ven de prisa a              socorrerme, Señor,              mi salvador.
Oración Colecta
      Oremos:
            Dios omnipotente y misericordioso, de cuya mano proviene el            don de servirte y            de alabarte, ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda            separarnos de ti.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Ustedes              se apartaron del camino y han hecho tropezar a muchos
Lectura              del libro del profeta Malaquías 1, 14; 2, 2b. 8-10
"Yo soy el rey            soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi nombre es temible            entre las naciones.            Ahora les voy a dar a ustedes, sacerdotes, estas advertencias:            Si no me            escuchan y si no se proponen de corazón dar gloria a mi            nombre, Yo mandaré            contra ustedes la maldición".
            Esto dice el Señor de los ejércitos:
            "Ustedes se han apartado del camino, han hecho tropezar a            muchos en la            ley; han anulado la alianza que hice con la tribu sacerdotal            de Leví. Por eso            yo los hago despreciables y viles ante todo el pueblo, pues no            han seguido mi            camino y han aplicado la ley con parcialidad".
            ¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un            mismo Dios? ¿Por            qué, pues, nos traicionamos entre hermanos, profanando así la            alianza de            nuestros padres?
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 130
Señor,              consérvame en tu paz.
Señor,            mi corazón no es ambicioso ni mis ojos soberbios; grandezas            que superan mis            alcances no pretendo. 
            Señor, consérvame en tu paz.
Estoy,            Señor, por lo contrario, tranquilo y en silencio, como niño            recién amamantado            en los brazos maternos.
            Señor, consérvame en tu paz.
Que            igual en el Señor esperen los hijos de Israel, ahora y            siempre.
            Señor, consérvame en tu paz.
Segunda            Lectura
      Queríamos              entregarles no sólo el Evangelio de Dios, sino nuestra              propia vida
Lectura              de la primera carta del apóstol san Pablo a los              Tesalonicenses 2, 7b-9.13
Hermanos: Cuando estuvimos            entre ustedes, los tratamos con la misma ternura con la que            una madre estrecha            en su regazo a sus pequeños. Tan grande es nuestro afecto por            ustedes, que            hubiéramos querido entregarles, no solamente el Evangelio de            Dios, sino también            nuestra propia vida, porque han llegado a sernos sumamente            queridos.
            Sin duda, hermanos, ustedes se acuerdan de nuestros esfuerzos            y fatigas, pues,            trabajando de día y de noche, a fin de no ser una carga para            nadie, les hemos            predicado el Evangelio de Dios.
            Ahora damos gracias a Dios continuamente, porque al recibir            ustedes la palabra            que les hemos predicado, la aceptaron, no como palabra humana,            sino como lo que            realmente es: palabra de Dios, que sigue actuando en ustedes,            los creyentes.
            Palabra de Dios.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Su Maestro es uno solo, Cristo, y su Padre es uno solo, el del            cielo, dice el            Señor. 
            Aleluya.
Evangelio
      Los fariseos dicen una cosa              y hacen otra
† Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 23, 1-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo            a las multitudes y a sus discípulos:
            "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y            fariseos. Hagan,            pues, todo lo que les digan, 
            pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra.            Hacen fardos muy            pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas            de los hombres,            pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen            para que los vea la            gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les            agrada ocupar los            primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en            las sinagogas; les            gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame            "maestros". 
            Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen "maestros", porque            no            tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A            ningún hombre sobre            la tierra lo llamen "padre", porque el Padre de ustedes es            sólo el            Padre celestial. No se dejen llamar "guías", porque el guía de            ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea            su servidor,            porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla            será            enaltecido".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
      Celebrante:
            Pidamos, hermanos y hermanas, al Señor, que escuche nuestras            oraciones y nos            conceda el auxilio que necesitamos:
            Respondemos: Te rogamos, Señor Jesús.
Para que Dios derrame en su            Iglesia el Espíritu de piedad y fortaleza, que suscite            numerosos y dignos            ministros del altar y testigos celosos y humildes del            Evangelio, roguemos al            Señor.
            Te rogamos, Señor Jesús.
Para que Dios infunda en el            corazón de los gobernantes la voluntad de promover el bien de            sus súbditos, a            fin de que todos puedan desarrollarse debidamente y reinen en            el mundo la            justicia y la igualdad, roguemos al Señor. 
            Te rogamos, Señor Jesús.
Para que el Señor fortalezca            a los moribundos que luchan en su último combate, los libre de            las tentaciones            y no permita que nosotros, al llegar la hora de abandonar este            mundo, caigamos            en manos del enemigo, roguemos al Señor. 
            Te rogamos, Señor Jesús.
Para que Dios conceda a            nuestros familiares y amigos el perdón de sus pecados, una            vida próspera y el            don de la caridad, roguemos al Señor. 
            Te rogamos, Señor Jesús.
Celebrante:
            Escucha, Señor, nuestras oraciones y haz que estemos siempre            atentos a honrar            tu nombre y acoger tu palabra como la única que salva; que no            nos limitemos a            proclamar el Evangelio, sino que lo vivamos también con            nuestras obras, para            ser así verdaderos discípulos de tu Hijo, que vive y reina por            los siglos de            los siglos. 
            Amén.
Oración            sobre las Ofrendas
      Que este sacrificio que            vamos a ofrecerte, en comunión con toda tu Iglesia, te sea            agradable, Señor, y            nos obtenga la plenitud de tu misericordia.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      El misterio pascual 
Demos gracias al Señor,            nuestro Dios. 
            Es justo y necesario.
            
            En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación,            darte gracias            siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso            y eterno, por            Cristo, Señor nuestro.
            Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de            llamarnos del            pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida,            sacerdocio real, nación            consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados
            de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo            tus maravillas. 
            Por eso, 
            con los ángeles y arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos sin            cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Me has              enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu              presencia.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Continúa, Señor, en nosotros tu obra de salvación por medio de            esta Eucaristía,            para que, cada vez más unidos a Cristo en esta vida,            merezcamos vivir con él            eternamente.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor. 
            Amén
† Meditación          diaria
|                Trigésimo primer Domingo UNO solo ES VUESTRO PADRE — Paternidad de Dios. — La participación en la paternidad                  divina. — Apostolado y paternidad del                  espíritu. I. Habla Jesús a las multitudes y a                  sus discípulos de la vanidad y deseos de gloria de los                  fariseos, que hacen sus obras para ser vistos de los                    hombres y apetecen los primeros puestos en los                    banquetes, los primeros asientos en las sinagogas, y                    los saludos en las plazas y que la gente les llame                    rabí. Pero solo hay un Maestro y un Doctor,                  Cristo. Y un solo Padre, el celestial1.                  De Cristo nace toda sabiduría; solo Él es "el Maestro                  que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla,                  que exige, que conmueve, que endereza, juzga, perdona,                  camina diariamente con nosotros en la historia; el                  Maestro que viene y que vendrá en la gloria"2.                  La enseñanza de la Iglesia es la de Cristo, los maestros                  lo son en la medida en que son imagen del Maestro, De manera semejante decimos que                  existe un solo Padre, el celestial, del que se                  deriva toda paternidad en el cielo y en la tierra: ex                    quo omnis paternitas in caelis et in terra nominatur3.                  Dios tiene la plenitud de la paternidad, y de ella                  participaron nuestros padres al darnos la vida, y                  también han participado los que de alguna manera nos han                  engendrado a la vida de la fe. San Pablo escribe a los                  primeros cristianos de Corinto como a hijos                    queridísimos. Pues -les dice- aunque tengáis                    diez mil pedagogos en Cristo, no tenéis muchos padres,                    porque yo os engendré en Cristo Jesús por medio del                    Evangelio. Por consiguiente, os suplico: sed                    imitadores míos4. Y aquellos primeros                  cristianos eran conscientes de que, al emular a San                  Pablo, se convertían en imitadores de Cristo. En el                  Apóstol veían reflejado el espíritu del Maestro y el                  cuidado amoroso de Dios sobre ellos. "De ahí que la palabra "Padre" pueda                  emplearse en un sentido real no solo para designar la                  paternidad física, sino también la espiritual. Al Romano                  Pontífice se le llama con toda propiedad, "Padre común                  de todos los cristianos""5. Cuando honramos a                  nuestros padres, que nos dieron la vida, y a quienes nos                  engendraron en la fe, damos mucha gloria a Dios, pues en                  ellos se refleja la paternidad divina. Una manera de ser                  buenos hijos de Dios es, precisamente, vivir bien la                  filiación con aquellos que Dios mismo constituyó                  "padres" en la tierra. II. San Pablo escribe a los primeros                  cristianos de Galacia con tonos de padre y de madre, al                  tener noticia de las dificultades que padecen en su fe y                  al experimentar la impotencia de no poder atenderles                  personalmente por encontrarse geográficamente lejos: Hijos                    míos -les dice-, por quienes sufro otra vez                    dolores de parto, hasta que Cristo esté formado en                    vosotros6, como un niño se forma en el                  seno materno. Sentía sobre sí el Apóstol el desvelo de                  un padre ante los hijos necesitados. En la Iglesia son                  considerados padres quienes nos engendran en la fe                  mediante la predicación y el Bautismo7. De                  esa paternidad espiritual participamos los cristianos                  sobre aquellos a quienes hemos ayudado –a veces también                  con dolor y fatiga– a encontrar a Cristo en su vida. La                  paternidad es más plena cuanto mayor es la entrega a                  esta tarea. Así manifiesta Dios su paternidad en los                  cristianos, "como un maestro que no solo enseña a sus                  discípulos, sino que los hace además capaces de enseñar                  a otros"8. Esta paternidad espiritual es una                  porción importante del premio que Dios da en esta vida a                  quienes le siguen, por vocación divina, en una entrega                  plena. "Él es generoso... Da el ciento por uno: y esto                  es verdad hasta en los hijos. —Muchos se privan de ellos                  por su gloria, y tienen miles de hijos de su espíritu.                  —Hijos, como nosotros lo somos del Padre nuestro, que                  está en los cielos"9. La Virgen Santa María ejerce su                  maternidad sobre los cristianos y sobre todos los                  hombres10. De Ella aprendemos a tener un alma                  grande para aquellos que continuamente tratamos de                  llevar a su Hijo, y que en cierto modo hemos engendrado                  en la fe. Recordemos que el amor "indica también esa                  cordial ternura y sensibilidad, de que tan                  elocuentemente nos habla la parábola del hijo pródigo                  (cfr. Lc 15, 11-32) o la de la oveja extraviada                  o la de la dracma perdida (cfr. Lc 15, 1-10).                  Por tanto, el amor misericordioso es sumamente                  indispensable entre aquellos que están más cercanos:                  entre los esposos, entre padres e hijos, entre amigos;                  es también indispensable en la educación y en la                  pastoral"11. San Ambrosio12 hace                  "unas consideraciones que a primera vista resultan                  atrevidas, pero que tienen un sentido espiritual claro                  para la vida del cristiano. Según la carne, una sola                    es la Madre de Cristo; según la fe, Cristo es fruto de                    todos nosotros (San Ambrosio, Expositio                    Evangelii secundum Lucam, 2, 26). "Si nos identificamos con María, si                  imitamos sus virtudes, podremos lograr que Cristo nazca,                  por la gracia, en el alma de muchos que se identificarán                  con Él por la acción del Espíritu Santo. Si imitamos a                  María, de alguna manera participaremos en su maternidad                  espiritual. En silencio, como Nuestra Señora; sin que se                  note, casi sin palabras, con el testimonio íntegro y                  coherente de una conducta cristiana, con la generosidad                  de repetir sin cesar un fiat que se renueva como algo                  íntimo entre nosotros y Dios"13. III. San Pablo, identificado con                  Cristo, hizo suyas las palabras del Señor: Yo soy el Buen                    Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas14.                  Por eso escribe sobre su solicitud por todas las iglesias15,                  por todos los convertidos a la fe a través de su                  predicación. Mantenerlos en el camino y ayudarles a                  progresar en él era una de sus mayores preocupaciones y,                  en ocasiones, uno de sus mayores sufrimientos. ¿Quién                    desfallece sin que yo desfallezca? ¿Quién tiene un                    tropiezo sin que yo me abrase de dolor?16.                  El Apóstol ha quedado como modelo siempre actual para                  todos los pastores de la Iglesia en su solicitud por las                  almas que Dios les ha confiado, y también para todos los                  cristianos en su apostolado constante, que "deben cuidar                  como padres en Cristo a los fieles que han engendrado                  por el bautismo y por la doctrina"17. El amor por quienes hemos acercado a                  Dios no es una simple amistad, "sino el amor de caridad,                  el mismo amor con el que les ama el Hijo encarnado. Es                  por esto, y solo por esto, por lo que el Hijo nos lo ha                  dado a cada uno de nosotros, para que podamos darlo a                  los demás (...). El amor hacia nuestros hermanos genera                  en nosotros el mismo deseo que genera el del Hijo: el de                  su santificación y salvación"18. Esto nos                  lleva a quererles más y a estar pendientes de aquello                  que puede facilitarles su santidad: la ejemplaridad, la                  corrección fraterna cuando sea oportuno, la palabra                  amable que anima, la alegría, el optimismo, el consejo                  que orienta ante las dificultades... Y siempre deberán                  contar con las ayudas más eficaces que les podemos                  prestar: la oración y la mortificación diaria. Este amor "comporta siempre una                  disponibilidad singular para volcarse sobre cuantos se                  hallan en el radio de su acción. En el matrimonio esta                  disponibilidad –aun estando abierta a todos– consiste de                  modo particular en el amor que los padres dan a sus                  hijos. En la virginidad esta disponibilidad está abierta                  a todos los hombres, abrazados por el amor de Cristo                  esposo"19. En la virginidad y en el celibato                  por amor a Dios, el Señor agranda el corazón del hombre                  y de la mujer para que la paternidad y la maternidad                  espiritual sea más extensa y profunda. La entrega a Dios                  de ninguna manera limita el corazón humano; por el                  contrario, lo enriquece y lo hace más capaz de realizar                  estos sentimientos profundos de paternidad y de                  maternidad que el Señor mismo ha puesto en la naturaleza                  humana. El cuidado de aquellos sobre los                  que, por circunstancias tan diversas de la vida, ha                  querido Dios que ejerzamos esa paternidad espiritual nos                  hará entender el desvelo que nuestro Padre Dios tiene                  sobre cada uno de nosotros. En muchas ocasiones será,                  además, un buen motivo para mantener firme nuestra                  propia fidelidad al Señor y un estímulo para procurar                  "ir delante" en el camino de la santidad, como el buen                  pastor. San José nos enseña cómo ha de ser                  ese desvelo por los demás. Puesto que su amor paterno                  "no podía dejar de influir en el amor filial de Jesús y,                  viceversa, el amor filial de Jesús no podía dejar de                  influir en el amor paterno de José, ¿cómo adentrarnos en                  la profundidad de esta relación singularísima? Las almas                  sensibles a los impulsos del amor divino ven con razón                  en José un luminoso ejemplo de vida interior"20.                  Aprendamos de él, en su trato con Jesús, a mirar con                  amor siempre creciente a quienes Dios ha puesto en                  nuestro camino. 1 Mt 23,                  1-12. — 2 Juan Pablo II, Exhort. Apost, Catechesi                    tradendae, 16-X-1979, 9. — 3 Ef 3,                  15. — 4 1 Cor 4, 14-16. — 5                  Sagrada Biblia, Epístolas de la cautividad, EUNSA,                  Pamplona 1986, nota a Ef 3, 15. — 6 Gal                  4, 19. — 7 Cfr. Catecismo Romano, III, 5, n. 8.                  — 8 Santo Tomás, Suma Teológica, 1, q.                  103, a. 6. — 9 San Josemaría Escrivá, Camino,                  n. 779. — 10 Conc. Vat. II, Const. Lumen                    gentium, 61. — 11 Juan Pablo II, Enc. Dives                    in misericordia, 30-XI-1980, 14. — 12 San                  Ambrosio, Comentarios al Evangelio de San Lucas,                  2, 26. — 13 San Josemaría Escrivá, Amigos de                    Dios, 281. — 14 Jn 10, 11. — 15                  2 Cor 11, 28. — 16 Ibídem, 29. —                  17 Conc. Vat. II, loc. cit., 28. — 18                  B. Perquin, Abba, Padre, Rialp, Madrid 1986, p.                  328. — 19 Juan Pablo II, Carta Apost. Mulieris                      dignitatem,                  15-VIII-1988, 21. — 20 ídem, Exhort. Apost. Redemptoris                    custos, 15-VIII-1989, 27.  |           
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Los Fieles Difuntos
"Una          flor sobre su tumba se          marchita, una lágrima sobre 
su          recuerdo se evapora. Una          oración por su alma, la recibe Dios." 
                                         -San              Agustín
"Cada          uno se presentará ante          el tribunal de Dios para 
darle          cuenta de lo que ha          hecho, de lo bueno y de lo malo." 
                                                  - Santa Biblia
Las tres Iglesias: Se llama Iglesia a la          asociación de los que creen en          Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos. Iglesia          triunfante: los que ya          se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer).          Iglesia militante:          los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar          el mal. E          Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio purificándose          de sus pecados,          de las manchas que afean su alma.
El          Catecismo de la Iglesia          Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un          texto de máxima          autoridad para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas          acerca del          Purgatorio:
1ª. Los que mueren en gracia          y amistad de Dios pero no          perfectamente purificados, sufren después de su muerte una          purificación, para          obtener la completa hermosura de su alma (1030).
2ª. La Iglesia llama          Purgatorio a esa purificación, y ha          hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de          Trento. La          Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se          basa en aquella          frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al          descubierto,          el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho          se probarán en          el fuego". (1Cor. 3, 14).
3ª.          La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El          libro 2º. de los          Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer          sacrificios por          los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12,          46).
4ª. La Iglesia desde los          primeros siglos ha tenido la          costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su          madre Santa          Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden          de ofrecer          oraciones por mi alma").
5ª. San Gregorio Magno          afirma: "Si Jesucristo dijo          que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el          otro, es señal          de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para          que Dios perdone          a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el          momento de su          muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su          eterno          descanso".
De          San Gregorio se narran dos          hechos interesantes. El primero, que él ofreció 30 misas por el          alma de un difunto,          y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias          porque por          esas misas había logrado salir del purgatorio. Y el segundo, que          un día estando          celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se          quedó con ella en          lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después          por qué se había          quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les          respondió:          "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios,          descansaban las          benditas almas del purgatorio". Desde tiempos de San Gregorio          (año 600) se          ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre de          ofrecer misas por          el descanso de las benditas almas.
La          respuesta de San Agustín: a          este gran Santo le preguntó uno: "¿Cuánto rezarán por mí cuando          yo me haya          muerto?", y él le respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por          los          difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno          emplea para dar a          los demás, esa medida se empleará para darle a él".
¿Vamos          a rezar más por los          difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a          los pobres y otras          buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie,          pero sí rezan          y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.
Novena                por las Benditas Almas del Purgatorio
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Margarita            de Lorena, Santa Biografía 2 de noviembre            
|                Noviembre 2  Etimológicamente significa " perla". Viene                  de la lengua griega. Dice Jeremías: "El Señor dijo a Jeremías:                  Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de                  salir del seno materno te consagre". Margarita fue una viuda del siglo XV. A los diez años, durante un paseo que daba                  por el bosque contemplando su belleza, la sobrina del                  rey Renato de Sicilia, duque de Angio y Lorena, se                  escondió con algunas amigas para entregarse a la vida                  eremítica. A tan corta edad, ya había leído la vida de                  los santos Padres que habían vivido en el desierto. Y se                  quedaba admirada de su perfección y de su santidad. En 1463 era todavía una chica adolescente.                  Sufrió un golpe muy grande cuando supo que su tío había                  muerto. Se volvió a Lorena, y contrajo matrimonio                  con el duque de Alençon. La vida de la pareja no fue nada fácil al                  principio por motivos extraños a su intimidad.  Eran los tiempos de la Guerra de los Cien                  Años. Su marido murió combatiendo en ella.  Margarita se quedó viuda a los 32 años, y                  con tres hijos. Se entregó a su labor educativa sin la                  intromisión de sus parientes. Una vez que ya los había educado y criado,                  quiso librarse del peso del ducado que había llevado                  durante 22 años. Se retiró al castillo de Essai. Lo                  convirtió en su monasterio particular. Después llegó a                  ser monasterio de las Clarisas, Tan abnegada y                  sacrificada llevó su vida de monja que el mismo obispo                  pidió que no hiciera ciertas penitencias. Murió en el                  año 1521.  |           
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Fuente:          Acoantioquena.com 
Acindino            y compañeros, Santos Mártires de Persia, 2          Noviembre   
              
 San Acindino sufrió el martirio en Persia                  juntamente con los Santos Pegaso, Aftonio, Elpidoforo,                  Anempodisto, y otros siete mil cristianos en tiempos del                  Rey Sapor II (310-381). Estos santos pertenecían a la                  corte de Sapor, y secretamente cristianos. Cuando el rey                  inició la persecución contra los cristianos, los paganos                  envidiosos los denunciaron. Convocados a la presencia de                  Sapor para el interrogatorio, los santos mártires                  confesaron su fe en la Santísima Trinidad valientemente.                  Entonces el rey ordenó que fueran castigados con                  latigazos.  Sapor decretó que Acindino, Pegaso,                  Anempodisto y Elpidoforo fueran decapitados, y que no se                  les permitiera a los cristianos enterrar sus cuerpos.  Una notable muchedumbre , glorificando a                  Cristo, acompañó a estos santos cuando eran conducidos a                  las afueras de la ciudad para la ejecución. Entonces por                  orden de Sapor, los soldados masacraron a todos los                  cristianos en la procesión (aproximadamente siete mil),                  incluso san Elpidoforo.  Acindino, Pegaso, y Anempodisto                  fueron quemados al día siguiente con la madre del                  emperador. Unos cristianos, fueron de noche secretamente                  al lugar de la ejecución, y encontraron los cuerpos de                  los santos mártires indemnes, y los sepultaron                  dignamente.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina04          
Marciano            de Siria, Santo Ermitaño, 2 Noviembre   
              
 San Marciano nació en Cyrrhus, en Siria. Su                  padre pertenecía a una familia patricia. Marciano                  abandonó la casa paterna y partió de su patria. Como no le gustaba hacer las cosas a                  medias, se retiró a un desierto entre Antioquía y el                  Eufrates. Ahí escogió el rincón más escondido y se                  encerró en una estrecha celda, tan baja y tan reducida                  de tamaño, que no podía estar de pie ni acostado sin                  encogerse. Tal soledad era como un paraíso para él,                  pues podía consagrarse enteramente al canto de los                  salmos, la lectura espiritual, la oración y el trabajo.                  Sólo se alimentaba de pan y aun eso en pequeña cantidad                  sin embargo, jamás pasaba el día entero sin comer, pues                  quería tener fuerzas para hacer lo que Dios le pedía que                  hiciera. La luz sobrenatural que recibía en la                  contemplación, le dio un amplio conocimiento de las                  grandes verdades y misterios de la fe. No obstante su                  gran deseo de vivir ignorado de los hombres, su fama                  llegó a otros países y, al fin, tuvo que admitir por                  discípulos Eusebio y Agapito. Con el tiempo, fue aumentando el número de                  sus discípulo y nombró abad a Eusebio. En cierta ocasión                  le visitaron a un tiempo San Flaviano patriarca de                  Antioquía y otros obispos para rogarle que les hiciese                  una exhortación, como tenía por costumbre. La dignidad                  de su auditorio impresionó a Marciano, quien no supo qué                  decir durante unos momentos. Como los obispos le                  incitasen a hablar, les dijo: "Dios nos habla a cada                  momento a través de las creaturas y del universo que nos                  rodea. Nos habla también por su Evangelio, en el que nos                  enseña a cumplir nuestro deber para con los demás y con                  nosotros mismos. ¿Qué otra cosa podría yo deciros?" San Marciano obró varios milagros y su fama                  de taumaturgo le molestaba mucho, de suerte que jamás                  prestaba oídos a quienes acudían a su intercesión para                  obtener un milagro. Así, en cierta ocasión en que un                  habitante le pidió que bendijese un poco de aceite para                  curar a su hija enferma, el santo se negó absolutamente,                  sin embargo, la enferma recobró la salud en ese mismo                  instante. Marciano vivió hasta edad muy avanzada. En                  sus últimos años, sufrió mucho a causa de la                  importunidad de los que querían conservar su cuerpo                  cuando muriese. Algunos de éstos, entre los que se                  contaba su sobrino Alipio, llegaron incluso a construir                  capillas en diferentes sitios para darle sepultura. San                  Marciano resolvió el problema al pedir a Eusebio que le                  enterrase en un sitio secreto. El sitio de su sepultura no fue descubierto                  sino hasta cincuenta años después de su muerte. Entonces                  se trasladaron sus reliquias a un sitio que se convirtió                  en lugar de peregrinación. Todo lo que sabemos acerca de San                  Marciano procede de la Historia Religiosa de Teodoreto.                  Puede verse el texto griego, con una traducción latina                  comentada, en Acta Sanctorum, nov., vol. I.  |           
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Fuente:          PasionChristi.org 
Pio            Campidelli, Beato Religioso Pasionista, 2          Noviembre   
              
 Los santos son como flores, hay rosas que                  se muestran bellamente en mayo, en los jardines y sobre                  las terrazas; hay violetas escondidas que hacen sentir                  su suave olor. Una de estas es el beato Pío Campidelli. Es el tercero de cinco hijos; nace en                  Romagna, en Trebbio de Poggio Berni, el 29 de abril de                  1869 con el nombre de Luis, llamado después                  familiarmente Luisito. El bautismo lo recibe el mismo                  día en que ha venido a la luz. Los padres José                  Campidelli y Filomena Belpani son campesinos. Es una                  familia tranquila dedicada al trabajo de los campos,                  temerosa de Dios. Con ellos vive también el tío Miguel,                  llamado "Bertoldo", al cual de vez en cuando dice alguna                  blasfemia. Luisito siente escalofríos y reza por él;                  también en el convento rezará muchas veces por el "tío                  Bertoldo" y el Señor le dará la alegría de saber que el                  tío no blasfema más. Participa en las fiestas de la cosecha; va                  con la familia a misa el domingo y habla con la mamá de                  la predicación que apenas han escuchado. A los 5 años                  recibe la confirmación y a los 10 la primera comunión.                  Es un muchacho como los otros, pero muy bueno. Ora                  mucho, por todos, por el abuelo muerto cuando él tenía                  seis años. Va a misa todos los días, haciendo cinco                  kilómetros a pié; tornado a casa da catecismo a los                  compañeros. Alguno lo critica juzgándolo demasiado                  mojigato, la mayoría lo aprecia e lo tiene en grande                  estima. Sobretodo la mamá se ocupa de estas buenas                  inclinaciones, lo sostiene y pide consejo al hermano                  sacerdote Don Felipe. Se muestran contentos y observan. Mientras tanto llegan al pueblo para dar                  misiones los pasionistas del vecino Santuario de la                  Virgen de Casale en S. Arcángel. Luisito tiene 10 años,                  va a escuchar junto con la mamá y queda atraído. Una voz                  interior le dice que debe hacerse pasionista y el acepta                  con alegría. Confía su deseo al padre superior, pero                  desgraciadamente su solicitud no puede ser aceptada                  antes de los 14 años. El dos de mayo de 1882 parte para el                  convento; el mismo mes viste el hábito religioso. Solo                  seis meses estará lejos de su tierra como novicio en San                  Eutizio de Soriano en la cumbre. Regresará después a                  Casale por los estudios iniciales y teológicos en                  preparación al sacerdocio. Es un novicio y un estudiante                  modelo, se hace apreciar por su profundo recogimiento,                  su modestia, la obediencia, la compostura exterior e                  interior. Es muy devoto de la Virgen. Desgraciadamente, para él que es                  constitución débil, en 1888, aparecen los primeros                  síntomas de la tuberculosis, que lo llevará a la muerte.                  Es la enfermedad de muchos jóvenes santos. Pío acepta                  morir con dócil obediencia a la voluntad de Dios,                  "ofreciendo la propia vida por la Iglesia, por el Papa,                  por la Congregación, por los pecadores, por su querida                  Romagna" Saluda a la mamá que va a encontrarlo con                  estas simples palabras: "¡Ánimo mamá, nos encontraremos                  en el paraíso!" Muere en un éxtasis de amor el 2 de                  noviembre de 1889 a los 21 años y medio. El 17 de                  noviembre de 1985 Juan Pablo II con una ceremonia                  trasmitida en mundo visión lo ha declarado beato y dijo                  de él: "En el año internacional de la juventud es                  elevado a la gloria de los altares el hermano Pío de San                  Luis, un joven que, como "sal deliciosa", ha dado la                  vida por su tierra, por su pueblo. El hermano Pío ha                  encontrado el valor fundamental de su vida religiosa en                  el don de sí mismo. Este rasgo esencial de su fisonomía                  interior aparece en su testimonio especialmente en el                  momento de la muerte, cuando, con plena conciencia de su                  próxima consumación se ofreció para cumplir                  perfectamente su sacrificio conformándose a la voluntad                  de su Dios. Desde pequeño había percibido su atracción a                  la oración, a la liturgia, a la instrucción religiosa y,                  sostenido del buen ejemplo de la familia, se adhirió con                  entusiasmo. Una vez entrado en la Congregación de los                  Pasionistas encontró el clima favorable para desarrollar                  su aspiración dominante de vivir en unión con Dios en el                  íntimo de sí mismo y para prepararse a implicar a los                  otros en esta experiencia apasionante en el ejercicio                  del ministerio sacerdotal. Pero no pudo llegar al                  sacerdocio porque Dios lo llamó a la edad de 21 años. En                  el voto particular de los Pasionistas de hacer memoria                  continua de la pasión, muerte y resurrección de Jesús,                  el supo implicar totalmente su propia vida, realizando                  así la misión de la vocación específica de su familia                  religiosa. Provenía de gente pobre, tenía salud frágil,                  inteligencia normal; pero no tenía como infortunada, ni                  sintió como frustración su pobreza ni sus límites; más                  bien realizó el máximo de sí. Así fue verdadera "sal de                  la tierra" para cuantos lo conocieron en vida y continúa                  siendo "sal" para cuantos se acercan al luminoso                  testimonio de su ejemplo" Es la verdadera santidad de lo                  cotidiano. La santidad extraordinaria de una vida                  ordinaria.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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