JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 11, 42-46
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús:
          "¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan diezmo hasta de la          hierbabuena, de la          ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y          el amor de Dios!          Esto debían practicar, sin descuidar aquello. 
          ¡Ay de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar los lugares de          honor en las          sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de          ustedes, que son          como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la          gente sin darse          cuenta!"
          Tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: 
          "Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros". Jesús          le          respondió: 
          "¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, que abruman a la          gente con          cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta          del dedo!"
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Dia          15/10 Santa Teresa de          Jesús (virgen y doctora de la Iglesia, blanco)
      Antífona de Entrada
      Corno              el venado busca el agua de los ríos, así, cansada mi alma,              te busca a ti, Dios              mío.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Dios nuestro, que por medio de tu Espíritu impulsaste a santa            Teresa de Jesús a            renovar en la Iglesia la vida religiosa; concédenos, por su            intercesión, un            ardiente deseo de renovar nuestra vida cristiana y de servirte            con alegría.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      El              Espíritu intercede por nosotros con gemidos que no pueden              expresarse con              palabras
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 22-27
Hermanos: Sabemos que la            creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de            parto; y no sólo            ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias            del Espíritu,            gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente            nuestra condición de            hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
            Porque ya es nuestra la salvación, pero su plenitud es todavía            objeto de            esperanza. Esperar lo que ya se posee no es tener esperanza,            porque, ¿cómo se            puede esperar lo que ya se posee? En cambio, si esperamos algo            que todavía no            poseemos, tenemos que esperarlo con paciencia.
            El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no            sabemos pedir lo            que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por            nosotros con gemidos que            no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce            profundamente los            corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el            Espíritu ruega            conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 18
Los              mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
La ley            del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma;            inmutables son las            palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
            Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente              justos.
En los            mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón;            son luz los            preceptos del Señor para alumbrar el camino.
            Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente              justos.
La            voluntad de Dios es santa y para siempre estable;
            los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente              justos.
            Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente              justos.
Más            deseables que el oro y las piedras preciosas las normas del            Señor, y más dulces            que la miel de un panal que gotea.
            Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente              justos.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Permanezcan en mi amor, dice el Señor; el que permanezca en mí            y yo en él, ése            da fruto abundante.
            Aleluya.
Evangelio
      El que permanece en mí y yo              en él, ése da fruto abundante
† Lectura del santo              Evangelio según san Juan 15, 1-8
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo            a sus discípulos:
            "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al            sarmiento que no da            fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que            dé más fruto.
            Ustedes ya están purificados por las palabras que les he            dicho. Permanezcan en            mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por            sí mismo, si no            permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en            mí. Yo soy la            vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en            él, ése da fruto            abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no            permanece en mí se le            echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo            arrojan al fuego            y arde.
            Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes,            pidan lo que quieran            y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den            mucho fruto y se            manifiesten así como discípulos míos".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor, los dones que            te presentamos y concédenos celebrar esta Eucaristía, con el            mismo fervor con            que santa Teresa de Jesús se consagró a tu Hijo y al servicio            de la Iglesia.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      La vida consagrada a Dios es              un signo Del Reino de los cielos
En verdad es justo y            necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del cielo y de            la tierra.
            Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino de los            cielos se            consagraron a Cristo,
            reconocemos tu Providencia admirable, que no cesa de llamar al            hombre a la            santidad primera,
            para hacerlo participar ya desde ahora de la vida que gozará            en el cielo, por            Cristo, nuestro Señor.
            Por eso,
            con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin            cesar:
Antífona de la Comunión
      Cantaré              tus misericordias, Señor, eternamente y proclamaré tu              fidelidad de generación en              generación.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu            Hijo, concédenos,            Señor, que, a ejemplo de santa Teresa de Jesús, no nos            cansemos nunca de cantar            las maravillas de tu amor.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
mie          28a. Ordinario año Par
      Antífona          de Entrada
      Recordaremos, Señor, los dones de tu amor            en medio de tu templo. Que            todos los pueblos de la tierra te conozcan y alaben, porque es            infinita tu            justicia.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido          al mundo de la          esclavitud del pecado; concédenos participar ahora de una santa          alegría y,          después en el cielo, de la felicidad eterna. 
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Los que son de Jesucristo han crucificado            su egoísmo con sus pasiones
Lectura de la carta del apóstol san Pablo            a los Gálatas 5, 18-25
Hermanos: Si los guía el Espíritu, ya no          están bajo el dominio de la          ley.
          Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta:          lujuria, impureza,          libertinaje, idolatría, brujería, enemistades, pleitos,          rivalidades, ira,          rencillas, divisiones, discordias, envidias, borracheras, orgías          y otras cosas          semejantes. Respecto a ellas les advierto, como ya lo hice          antes, que quienes          así obran no conseguirán el Reino de Dios.
          En cambio, los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz,          generosidad,          tolerancia, bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio de sí          mismo. Ninguna ley          existe que vaya en contra de estas acciones.
          Y los que son de Jesucristo han crucificado su egoísmo con sus          pasiones y malos          deseos. Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese          mismo          Espíritu.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo 1
Dichoso quien confía en el Señor.
Dichoso quien no se guía por mundanos          criterios, ni anda en malos pasos,          ni se burla del bueno, sino que ama la ley de Dios y se goza en          cumplir sus          mandamientos.
          Dichoso quien confía en el Señor.
Será como un árbol plantado junto al río: da          fruto a su tiempo y nunca          se marchita; en todo tendrá éxito.
          Dichoso quien confía en el Señor.
En cambio, los malvados serán como la paja          barrida por el viento, porque          el Señor protege el camino del justo, pero al malo sus caminos          acaban por          perderlo.
          Dichoso quien confía en el Señor.
Aclamación          antes del          Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y          ellas me siguen.
          Aleluya.
Evangelio
      ¡Ay de ustedes, fariseos! 
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 11, 42-46
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús:
          "¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan diezmo hasta de la          hierbabuena, de la          ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y          el amor de Dios!          Esto debían practicar, sin descuidar aquello. 
          ¡Ay de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar los lugares de          honor en las          sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de          ustedes, que son          como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la          gente sin darse          cuenta!"
          Tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: 
          "Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros". Jesús          le          respondió: 
          "¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, que abruman a la          gente con          cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta          del dedo!"
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos          purifique, Señor, y nos          ayude a conformar cada día más nuestra vida con los ejemplos de          tu Hijo          Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
          Amén. 
Prefacio
      Restauración universal en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro          deber y salvación, darte          gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios          todopoderoso y          eterno, por Cristo, Señor nuestro. 
          A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste          que          participáramos todos.
          El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre          derramada en la          cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del          universo, es          fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
          Por eso, 
          con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros          celestiales, cantamos          sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona          de la Comunión 
      Prueben y vean qué bueno es el Señor;            dichoso el que se acoge a él.
Oración          después de la          Comunión
      Oremos:
          Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el          sacramento de tu amor;          concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente          tu          misericordia.
        Por          Jesucristo,          nuestro Señor.
          Amén
† Meditación          diaria
|                28ª semana. Miércoles LA TENTACIÓN Y EL MAL — Jesucristo quiso ser tentado,                  nosotros también sufriremos tentaciones y pruebas. En la                  tentación se muestra nuestro amor a Dios y la fidelidad                  a los compromisos que con Él tenemos. — Qué es la tentación. Bienes que                  puede producir. — Medios para vencer. I. No nos dejes caer en la                    tentación y líbranos del mal, rogamos al Señor en                  la última petición del Padrenuestro. Después de haber pedido a Dios que                  nos perdone los pecados, le suplicamos enseguida que nos                  dé las gracias necesarias para no volver a ofenderle y                  que no permita que seamos vencidos en las pruebas que                  vamos a padecer, pues "en el mundo la vida misma es una                  prueba (...). Pidamos, pues, que no nos abandone a                  nuestro arbitrio, sino que en todo momento nos guíe con                  piedad paterna y nos confirme en el sendero de la vida                  con moderación celestial. Y líbranos del mal.                  ¿De qué mal? Del diablo, de quien procede todo mal"1.                  El diablo, que existe, que no deja de rondar alrededor                  de cada criatura para sembrar la inquietud, la                  ineficacia, la separación de Dios. "Hay épocas –hacía                  notar el Papa Juan Pablo II– en las que la existencia                    del mal entre los hombres se hace singularmente                  evidente en el mundo. Aparece entonces con más claridad                  cómo los poderes de las tinieblas, que actúan en el                  hombre y a través de él, son mayores que el mismo                  hombre. Lo cercan, lo asaltan desde fuera. "Se tiene la impresión de que el                  hombre actual no quiere ver ese problema. Hace todo lo                  posible por eliminar de la conciencia general la                  existencia de esos "dominadores de este mundo                  tenebroso", esos "astutos ataques del diablo" de los que                  habla la Carta a los Efesios. Con todo, hay épocas                  históricas en las que esa verdad de la Revelación y de                  la fe cristiana, que tanto cuesta aceptar, se expresa                  con gran fuerza y se percibe de forma casi palpable"2. Jesús, nuestro Modelo, quiso ser                  tentado para enseñarnos a vencer y para que nos llenemos                  de ánimo y de confianza en todas las pruebas. No es                    nuestro Pontífice tal que no pueda compadecerse de                    nuestras flaquezas; antes, fue tentado en todo a                    semejanza de nosotros, fuera del pecado3.                  Seremos tentados de una forma u otra a lo largo de la                  vida. Quizá más cuanto mayor sea nuestro deseo de seguir                  a Cristo de cerca. La gracia que hemos recibido en el                  Bautismo y ha aumentado por nuestra correspondencia se                  verá amenazada hasta el último momento en que dejemos                  este mundo. Hemos de estar alerta, con la vigilia del                  soldado en el campamento. Y hemos de tener siempre                  presente que nunca seremos tentados más allá de nuestras                  fuerzas4. Podemos vencer en toda                  circunstancia si huimos de las ocasiones y pedimos los                  auxilios oportunos. Y "si alguno aduce la excusa de que                  la debilidad de la naturaleza le impide amar a Dios, se                  le debe enseñar que Él, que requiere nuestro amor, ha                  derramado en nuestros corazones la virtud de la caridad                  por medio del Espíritu Santo (Rom 5, 5); y                  nuestro Padre celestial da este buen espíritu a quienes                  se lo piden (cfr. Lc 9, 13); y así, con razón le                  suplicaba San Agustín: Da lo que mandas, y manda lo                    que quieras. Y ya que está a nuestra disposición                  el auxilio divino (...), no hay por qué asustarse por la                  dificultad de la obra; porque nada es difícil para el                  que ama"5. La tentación en sí misma no es mala;                  es más, es una ocasión de mostrar al Señor que le                  amamos, que le preferimos a cualquier otra cosa, y medio                  para crecer en las virtudes y en la gracia santificante.                  Bienaventurado el varón -enseña la Escritura- que                    soporta la tentación, porque, probado, recibirá la                    corona de la vida, que Dios prometió a los que le aman6.                  Pero, aunque la prueba en sí misma no es un mal, sería                  una presunción desearla o provocarla de alguna manera. Y                  en sentido contrario, sería un gran error temerla                  excesivamente, como si no confiáramos en las gracias que                  el Señor nos tiene preparadas para vencer, si acudimos a                  Él en nuestra debilidad. "No te turbes si al considerar                  las maravillas del mundo sobrenatural sientes la otra                  voz –íntima, insinuante– del hombre viejo. "Es "el cuerpo de muerte" que clama                  por sus fueros perdidos... Te basta la gracia: sé fiel y                  vencerás"7. II. Tentar –enseña Santo Tomás– no                  es otra cosa que tantear, poner a prueba. Tentar al                  hombre es poner a prueba su virtud8. La                  tentación es todo aquello –bueno o malo en sí mismo– que                  en un momento dado tiende a separarnos del cumplimiento                  amoroso de la voluntad de Dios. Podemos padecer                  tentaciones que vienen de la propia naturaleza, herida                  por el pecado original e inclinada al pecado: nacemos                  con el desorden de la concupiscencia y de los sentidos.                  El demonio incita al mal, aprovechando esa debilidad y                  prometiendo una felicidad que él no tiene ni puede dar.                  Estad alerta y velad, advierte San Pedro, que                    vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda                    rondando y buscando a quien devorar9.                  Solo "quien confía en Dios no teme al demonio"10. Junto al diablo están aliados el mundo                  y nuestras propias pasiones, que nos acompañarán                  siempre. El mundo, en este sentido, está                  constituido por todo aquello que aleja de Dios: las                  criaturas que parecen vivir exclusivamente para su amor                  propio, su vanidad y su sensualidad; los que tienen los                  ojos puestos solo en las cosas de la tierra: el dinero y                  un desordenado deseo de bienestar material, que se                  considera en la práctica como lo único que realmente                  vale la pena. Para ellos, son locura y algo propio de                  siglos atrás el necesario desprendimiento de las cosas                  de la tierra, la amable austeridad cristiana, la                  castidad... La mortificación voluntaria, sin la cual no                  se puede ir adelante en el seguimiento de Cristo, es                  mirada como necedad. Están incapacitados para entender                  las cosas de Dios, y querrían inculcar a los demás sus                  principios, un sentido de la vida en el que Dios no                  tiene lugar o bien ocupa un puesto muy alejado y                  secundario. Con palabras, y sobre todo con su ejemplo,                  se empeñan en llevar a otros por el camino ancho por el                  que ellos corren. A veces intentan desalentar al que                  quiere ser consecuente con los principios cristianos, y                  se burlan de su vida y de sus ideas. Dios permite que seamos tentados                  porque persigue un bien superior. En su Providencia ha                  dispuesto que también de las pruebas saquemos provecho.                  A veces son un medio insustituible para acercarnos                  filialmente a Él. La tentación es, frecuentemente,                  como una bengala que ilumina las profundidades del alma.                  En la tentación y en la dificultad podemos ver nuestra                  capacidad real de generosidad, de espíritu de                  sacrificio, de rectitud de intención..., y también la                  envidia oculta, la avaricia enmascarada bajo la fachada                  de falsas necesidades, la sensualidad, la soberbia...,                  la capacidad de mal que hay en cada uno. En esos                  momentos podemos crecer en el propio conocimiento y,                  como consecuencia, en la humildad. Nos hace ver lo                  débiles que somos y lo cerca que estaríamos del pecado                  si el Señor no nos ayudara. Es más fácil entonces pedir                  auxilio y amparo. ¡Cuántas veces hemos de rezar,                  conscientes de lo que decimos, a nuestro Padre Dios: no                    nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal!                  Las pruebas nos enseñan a disculpar con más facilidad                  los defectos de los demás y a darnos cuenta de que, al                  fin y al cabo, es una mota de polvo lo que llevan en el                  ojo, en comparación con la viga que hemos visto en el                  nuestro. Por eso, nos ayudan a vivir mejor la caridad, a                  comprender más y a estar dispuestos a rezar y a prestar                  la cooperación y el socorro que están a nuestro alcance. La tentación impulsa a crecer en las                  virtudes. Rechazar una duda contra la fe despierta un                  acto de fe; cortar una incipiente murmuración es crecer                  en el respeto a los demás; apartar con prontitud un mal                  pensamiento contra la castidad es ganar en finura en el                  trato con el Señor. Una época especialmente difícil en                  tentaciones, que se puede presentar en cualquier edad y                  momento de la vida interior, será una ocasión excelente                  para aumentar la devoción a la Virgen, para crecer en                  humildad, para ser más dóciles y sinceros en la                  dirección espiritual... No debemos asustarnos ni                  desanimarnos. Nada nos separa de Dios si la voluntad no                  lo permite. Nadie peca si no quiere. Ese tiempo difícil,                  si el Señor lo permitiera, es época de adelantar mucho                  en la vida interior y de purificar el corazón. La tentación puede ser una fuente                  inagotable de gracias y de méritos para la vida eterna.                  Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la                    tentación te probara11. Con estas                  palabras consoló el Ángel a Tobías en medio de su                  prueba. También han servido a muchos cristianos a la                  hora de sus tribulaciones. III. Para vencer, hemos de pedir                  ayuda a Nuestro Señor, que está siempre de nuestra parte                  en la pelea. Él lo puede todo: Confiad, Yo he                    vencido al mundo12. Y, junto a Cristo,                  nosotros podemos decir: Omnia possum in eo qui me                    confortat. Todo lo puedo en Aquel que me                  confortará13. Dominus illuminatio mea et                    salus mea, ¿quem timebo? El Señor es mi luz y mi                  salvación, ¿a quién temeré?14. Contamos en las tentaciones con el                  auxilio poderoso de los Ángeles Custodios, puestos por                  nuestro Padre Dios para que nos protejan siempre que lo                  necesitemos: Te enviará a sus ángeles para que no                    tropieces en piedra alguna15. A ellos                  acudiremos con mucha frecuencia, pidiéndoles ayuda, pero                  de modo especial en las tentaciones. El Ángel Custodio                  es un formidable amigo, presto a ayudarnos en los                  momentos de mayor peligro y necesidad. Estamos alerta contra las                  tentaciones cuando cuidamos la oración personal, que                  evita la tibieza, y no dejamos la mortificación, que nos                  mantiene despiertos en las cosas de Dios. Somos fuertes                  cuando huimos de las ocasiones de pecar, por pequeñas                  que parezcan, pues sabemos que quien ama el peligro                    perecerá en él16; cuando tenemos el día                  lleno de trabajo intenso, evitando la ociosidad y la                  pereza. Además, debemos tener en cuenta que es más fácil                  resistir al principio, cuando la tentación se insinúa,                  que si permitimos que vaya tomando cuerpo, "pues                  entonces no dejamos pasar al enemigo de la puerta del                  alma. Por esto se suele decir: "resiste a los                  principios; tarde viene el remedio cuando la llaga es                  vieja""17. Aunque, incluso cuando "la llaga                  es vieja", se puede, con humildad, encontrar el remedio                  oportuno. Combatimos eficazmente las                  tentaciones manifestándolas con toda sinceridad en la                  dirección espiritual, pues mostrarlas es ya casi                  vencerlas. Y si acudimos a la Virgen, Nuestra Señora,                  siempre saldremos vencedores, aun de las pruebas en que                  nos sentíamos más perdidos. 1 San Pedro                  Crisólogo, Sermón 67. — 2 Juan Pablo II,                  Homilía 3-V-1987. — 3 Heb 4, 15.                  — 4 Cfr. 1 Cor 10, 13. — 5                  Catecismo Romano III, 1, n. 7. — 6 Sant                  1, 12. — 7 San Josemaría Escrivá, Camino,                  n. 707. — 8 Cfr. Santo Tomas, Sobre el                    Padrenuestro, en Escritos de catequesis,                  p. 160. — 9 1 Pdr 5, 8. — 10                  Tertuliano, Tratado sobre la oración, 8. — 11                  Tob 12, 13. — 12 Jn 16, 23. — 13                  Flp 4, 13. — 14 Sal 26, 1. — 15                  Sal 90, 11. — 16 Eclo 3, 27.— 17 T.                  Kempis, Imitación de Cristo, 1, 13, 5.  |           
15 de          octubre
SANTA          TERESA DE JESÚS, 
          DOCTORA DE LA IGLESIA*
Memoria
—          Necesidad de la oración. Su importancia capital en la vida          cristiana.
— Trato          con la Humanidad Santísima de Jesús.
—          Dificultades en la oración.
I.          Santa Teresa nos ha dejado constancia de cómo con la oración          salen adelante los          "imposibles", aquello que humanamente parecía insuperable, y que          el Señor a          veces nos pide.
Más de          una vez a lo largo de su vida escuchó estas palabras del Señor:          ¿Qué temes?          Y aquella mujer mayor, enferma, cansada recibía ánimos para sus          empresas y          volvía a la brecha superando todos los obstáculos. Un día,          después de la          Comunión, cuando su cuerpo parecía resistirse a nuevas          fundaciones, oyó en su          interior a Jesús, que le decía: "¿Qué temes? ¿Cuándo te he          faltado Yo? El mismo          que he sido, soy ahora; no dejes de llevar a cabo esas dos          fundaciones" se          refería el Señor a Palencia y Burgos. La Madre Teresa exclamó:          "¡Oh, gran Dios,          cómo son diferentes vuestras palabras a las de los hombres!". Y          "así -prosigue          la Santa quedé determinada y animada que todo el mundo no          bastara a ponerme          contradicción"1. Años más tarde escribirá de la          fundación hecha en          Palencia, que se presentaba llena de dificultades: "En esta          fundación nos va          todo tan bien, que no sé en qué ha de parar"2. Y en          otro lugar:          "Cada día se entiende más cuán acertado fue hacer aquí esta          fundación"3.          Y lo mismo diría de la otra ciudad: "También en Burgos hay          tantas que quieren          entrar, que es lástima no haber dónde"4. Esto la          llenaba de gozo y          alegría, a pesar de lo mucho que le costó: "Porque ir yo a          Burgos con tantas enfermedades          (...), siendo tan frío, parecióme que no se sufriría"5.          Nunca la          dejó sola el Señor.
Es en          la oración donde sacamos fuerzas para ir adelante, para llevar a          cabo lo que el          Señor nos pide. Y esto se cumple igualmente en la vida del          sacerdote, de la          madre de familia, de la religiosa, del estudiante... Por eso es          grande el          empeño del demonio en que dejemos nuestra oración diaria, o en          que la hagamos          de cualquier manera, mal, pues "sabe el traidor que tiene          perdida al alma que          persevere en la oración y que todas las caídas que pueda tener          la ayudan          después, por la bondad de Dios, a dar un salto mayor en su          servicio al Señor:          algo le va en ello"6. Las almas que han estado cerca          de Dios siempre          nos han hablado de la importancia capital de la oración en la          vida cristiana.          "No nos extrañe, pues -enseñaba el Santo Cura de Ars, que el          demonio haga todo          lo posible para movernos a dejar la oración o a practicarla mal"7.
La          oración es el fundamento firme de la perseverancia, pues "el que          no deja de          andar e ir adelante -enseña la Santa, aunque tarde, llega. No me          parece es otra          cosa perder el camino sino dejar la oración"8. Por          eso hemos de          prepararla con tanto esmero: sabiendo que estamos delante de          Cristo vivo y          glorioso, que nos ve y que nos oye como a aquellos que se le          acercaban en los          años en que permaneció en la tierra visiblemente. ¡Qué distinto          es el día en el          que, con quietud, con amor, hemos cuidado bien ese rato diario          que dedicamos a          hablar con el Señor, que nos escucha atentísimo! ¡Qué alegría          poder estar ahora          junto a Cristo! "Mira qué conjunto de razonadas sinrazones te          presenta el          enemigo, para que dejes la oración: "me falta tiempo" cuando lo          estás perdiendo          continuamente; "esto no es para mí", "yo tengo el corazón          seco"...
"La          oración no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se          ama,          esforzándose en intentar decir algo al Señor, aunque no se diga          nada"9.
Hagamos          el propósito de no dejarla nunca, de dedicarle el mejor tiempo          que nos sea          posible, en el mejor lugar, delante del Sagrario cuando nuestros          quehaceres lo          permitan.
II.          Nuestra oración se hará más fácil si, junto al decidido empeño          de no consentir          distracciones voluntarias en ella, procuramos tratar a la          Humanidad Santísima          de Jesús, fuente inagotable de amor, que facilita tanto el          cumplimiento de la          voluntad divina.
La          propia Santa nos cuenta la importancia decisiva que tuvo en su          vida un pequeño          acontecimiento, que dejó una huella indeleble en su alma:          "Entrando un día en          el oratorio escribe, vi una imagen que habían traído allí a          guardar (...). Era          de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me          turbó de verle          tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue          tanto lo que sentí          de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón          me parece se me          partía y arrojéme cabe Él con grandísimo derramamiento de          lágrimas, suplicándole          me fortaleciese de una vez para no ofenderle"10. No          era sensiblería          lo que la hacía llorar, sino amor a Cristo, que tanto nos ama y          tanto padeció          por nosotros en prueba de amor. ¡Y resulta tan natural buscar en          una imagen, en          un retrato, el rostro que se ama! Por eso, añadirá más adelante:          "¡Desventurados          de los que por su culpa pierden este bien! Bien parece que no          aman al Señor,          porque si le amaran, holgáranse de ver su retrato, como acá aun          da contento ver          el de quien se quiere bien"11.
Nos          ayudará en muchas ocasiones servirnos también de la imaginación          para          representarnos con imágenes claras a Jesús que nace en Belén,          que anda en          compañía de María y de José, que aprende a trabajar... las          zozobras del Corazón          de María en la huida a Egipto... su dolor en el Calvario. Otras          veces nos          acercaremos al grupo de los íntimos, a quienes Jesús les          explica, a solas, una          parábola; le acompañaremos en aquellas largas caminatas de          ciudad en ciudad, de          pueblo en pueblo...; entraremos con Él en casa de sus amigos de          Betania y          contemplaremos el cariño con que le reciben aquellos hermanos, y          aprenderemos          nosotros a tratarle mejor en el Sagrario. No podemos tener una          figura          desdibujada y lejana de Jesús. Él es el Amigo siempre cercano y          atento.
En la          oración mental vamos a encontrarnos con Cristo vivo, que nos          espera. "Teresa          reaccionó contra los libros que proponían la contemplación como          un vago          engolfarse en la divinidad (cfr. Vida, 22, 1) o como un          "no pensar en          nada" (cfr. Castillo interior, 4, 3, 6), viendo en ello          un peligro de          replegarse sobre uno mismo, de apartarse de Jesús, del cual nos          "vienen todos          los bienes" (cfr. Vida, 22, 4). De aquí su grito:          "apartarse de          Cristo... no lo puedo sufrir" (Vida, 22, 1). Este grito          vale también en          nuestros días contra algunas técnicas de oración que no se          inspiran en el Evangelio          y que prácticamente tienden a prescindir de Cristo, en favor de          un vacío mental          que dentro del cristianismo no tiene sentido"12.
Muchas          dificultades desaparecen cuando nos ponemos en su presencia,          cuidando muy bien          la oración preparatoria que acostumbremos a hacer: Creo, Señor,          firmemente que          estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda          reverencia... Y si          estamos en su presencia, como aquellos que le escuchaban en          Nazareth o en Betania,          ya estamos haciendo oración. Le miramos, nos mira...; le          formulamos una          petición..., hacemos nuestro lo que quizá estamos leyendo,          deteniéndonos en un          párrafo, o sacando un propósito para nuestra vida ordinaria:          atender mejor a la          familia, sonreír aunque estemos cansados o con dificultades,          trabajar con más          intensidad y presencia de Dios, hablar con un amigo para que se          confiese... Nos          ocurrirá como a Santa Teresa, y como a todos aquellos que han          hecho oración          verdadera: "Siempre salía consolada de la oración y con nuevas          fuerzas"13,          nos confiesa.
III. No          nos desanimemos si, a pesar de todo, nos cuesta la oración, si          tenemos          distracciones, si nos parece que no obtenemos mucho fruto. El          desaliento es en          muchas ocasiones la mayor dificultad para perseverar en la          oración. Santa          Teresa también nos relata sus luchas y sus dificultades: "Muy          muchas veces,          algunos años, tenía más cuenta con desear se acabase la hora que          tenía por mí          de estar y escuchar cuando daba el reloj, que no en otras cosas          buenas; y          hartas veces no sé qué penitencia grave se me pusiera delante          que no la          acometiera de mejor gana que recogerme a tener oración"14.
Si          procuramos rechazar las distracciones y nos empeñamos en buscar          más al Señor            de los consuelos, que los consuelos de Dios, como han          señalado tantos          autores espirituales, nuestra oración terminará siempre llena de          frutos. En          muchas ocasiones será un gran bien incluso carecer de consuelos          sensibles, para          así buscar con más rectitud de intención a Jesús y unirnos más          íntimamente a          Él. A veces, esta aridez que se experimenta en la oración no es          una prueba de          Dios, sino el resultado de la falta de interés verdadero en          hablar con Él, de          no haber preparado el ánimo, de falta de generosidad en sujetar          la          imaginación... Hemos de saber rectificar con generosidad y con          prontitud. "En          todo caso, para quien se empeña seriamente vendrán tiempos en          los que le          parecerá vagar en un desierto y, a pesar de todos sus esfuerzos,          no "sentir"          nada de Dios. Debe saber que estas pruebas no se le ahorran a          ninguno que tome          en serio la oración. Pero no debe identificar inmediatamente          esta experiencia,          común a todos los cristianos que rezan, con la noche oscura          de tipo          místico. De todas maneras, en aquellos períodos debe esforzarse          firmemente por          mantener la oración que, aunque podrá darle la impresión de una          cierta          "artificiosidad", se trata en realidad de algo completamente          diverso: es          precisamente entonces cuando la oración constituye una expresión          de su          fidelidad a Dios, en presencia del cual quiere permanecer          incluso a pesar de no          ser recompensado por ninguna consolación subjetiva"15.
Ahora,          como en los tiempos revueltos de Santa Teresa, es "menester          mucha oración",          pues "su necesidad es grande"16. La necesita la          Iglesia, la          sociedad, las familias... y nuestra alma. La oración nos          permitirá salir          adelante en todas las dificultades y nos unirá a Jesús, que cada          día nos espera          en el trabajo, en nuestros deberes familiares..., pero de una          manera particular          en ese tiempo que le dedicamos solo a Él.
1 Santa          Teresa, Fundaciones, 29, 6. — 2 ídem, Carta          348, 3. — 3          ídem, Carta 354, 4. — 4 ídem, Carta 145,          8. — 5          ídem, Fundaciones, 28, 11. — 6 ídem, Vida          19, 2. — 7          Santo Cura de Ars, Sermón sobre la oración. — 8          Santa Teresa, Vida,          19, 5. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 646.          — 10          Santa Teresa, Vida, 9, 1. — 11 Ibídem,          9, 6. — 12          Juan Pablo II, Homilía en Ávila, 1-XI-1982. — 13          Santa Teresa, Vida,          29, 4. — 14 Ibídem, 8, 3. — 15 C. Para          la Doctrina de la          Fe, Carta Sobre algunos aspectos de la meditación cristiana,          15-X-1989,          n. 30. — 16 Cfr. Santa Teresa, Carta 184, 6.
* Santa          Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, nació en Ávila el 28 de          marzo de 1515.          Ingresó en el Carmelo a los 18 años. A los cuarenta y cinco,          respondiendo a las          gracias extraordinarias que recibía del Señor, emprendió la          reforma de la          Orden, ayudada por San Juan de la Cruz. Sufrió con entereza          muchas dificultades          y contradicciones. Sus escritos son un modelo seguro para          alcanzar a Dios.          Murió en Alba de Tormes el 4 de abril de 1582, Pablo VI la          declaró Doctora de          la Iglesia el 17 de septiembre de 1970.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa              Teresa de Jesús
              
            "Nada            te turbe, nada te espante. 
            Todo se pasa. Dios no se muda. 
            La paciencia todo lo alcanza. 
            Quien a Dios tiene, nada le falta. 
            Sólo Dios basta." 
 
Santa Teresa                de Jesús-película
Santa                Teresa de Jesús. Capitulo 1 y 2 de 8
Santa                Teresa de Jesús. Capitulo 3 Y 4 de 8
Yugo  27/11/2010 21:25:54
Santa Teresa de Jesús. Capitulo 4 Y 3          de 8 … Toda la obra de Teresa,          nació en el seno de Ávila, por ello sus calles y …
Santa                Teresa de Jesús. Capitulo 6 de 8
Santa                Teresa de Jesús. Capitulo 7 y 8
SANTA TERESA                DE AVILA-HISTORIETA-
SANTA TERESA                DE AVILA-HISTORIETA-2parte
            Virgen y Doctora de la Iglesia
          (1515-1582)
                                     
"En          la cruz está la gloria, Y el honor,
          Y en el padecer dolor, Vida y consuelo,
          Y el camino más seguro para el cielo."
           
Reformadora          del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los          Carmelitas Descalzos;          "mater spiritualium" (título debajo de su estatua en la          basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y          Doctora de la Iglesia          (1970): La primera mujer, que junto a Santa Catalina de Sena          recibe este          título.
             
Nació          en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515.
          
          Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de  Alonso Sánchez          de Cepeda y          Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del          primer matrimonio de          Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa.           Escribe en          su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y          medios          hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos          yo".
          
          De niños, ella y Rodrigo, su hermano,  eran muy aficionados a          leer vidas          de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida          por amor a          Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieronse          irse a tierras          de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser          martirizados para          conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el          camino se          encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces          dispusieronse          construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá          de vez en          cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.
          
          La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años.          Ella misma cuenta          en su autobiografía: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la          pérdida tan          grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera.          Entonces me          arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le          rogué con muchas          lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella          mi madre en          adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".
Sigue          diciendo ella: "Por aquel tiempo me aficioné a leer 
novelas.          Aquellas lecturas          enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé          a pintarme y a          buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino          cuando tenía una          novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y          desilusión".
          
          Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la          llevó a los 15          años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de          Ávila. Allí,          después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a          casa.
          
          Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos "Las          Cartas de San          Jerónimo", y allí supo por boca de tan grande santo, cuán          peligrosa es la          vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el          retirarse a la vida          religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día          sería religiosa.
Comunicó          a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Él, que          la quería          muchísimo, le respondió: "Lo harás, pero cuando yo ya me haya          muerto". La joven sabía que el esperar mucho tiempo y quedarse          en el mundo          podría hacerla desistir de su propósito de hacerse religiosa. Y          entonces se          fugó de la casa. Dice en sus recuerdos: "Aquel día, al abandonar          mi hogar          sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía          y la muerte no          podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento.          El amor de Dios          no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que          profesaba a mi          padre y a mis amigos".
          
          La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su          padre al verla          tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía          20 años. Un año          más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza          y obediencia y          entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.
Poco          después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se          agravó de un mal          que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no          lograban atajar el          mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue          quedando casi          paralizada. Pero esta enfermedad le consiguió un gran bien, y          fue que tuvo          oportunidad de leer un librito que iba a cambiar su vida. Se          llamaba "El          alfabeto espiritual", por Osuna, y siguiendo las instrucciones          de aquel          librito empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas          enseñanzas le          van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Ella decía          después que si          en este tiempo no hizo mayores progresos fue porque todavía no          tenía un          director espiritual, y sin esta ayuda no se puede llegar a          verdaderas alturas          en la oración.
          
          A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le          consiguiera la          gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la          salud. En          adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a          San José, Y          todos los conventos que fundará los consagrará a este gran          santo.
          
          Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía          impresionante, una alegría          contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento          que la llevaba a          corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la          estima de todos          los que la rodeaban. Empezar a tratar con ella y empezar a          sentir una inmensa          simpatía hacia su persona, eran una misma cosa.
          
          En aquellos tiempos había en los conventos de España la dañosa          costumbre de que          las religiosas gastaban mucho tiempo en la sala recibiendo          visitas y charlando          en la sala con las muchas personas que iban a gozar de su          conversación. Y esto          le quitaba el fervor en la oración y no las dejaba concentrarse          en la          meditación y se llegó a convencer de que ella no podía dedicarse          a tener          verdadera oración con Dios porque era muy disipada. Y que debía          dejar de orar          tanto.
          
          A ella le gustaban los Cristos bien chorreantes de sangre. Y un          día al          detenerse ante un crucifijo muy sangrante le preguntó: "Señor,          ¿quién te          puso así?", y le pareció que una voz le decía: "Tus charlas en          la          sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa".          Ella se          echó a llorar y quedó terriblemente impresionada. Pero desde ese          día ya no          vuelve a perder tiempo en charlas inútiles y en amistades que no          llevan a la          santidad. Y Dios en cambio le concederá enormes progresos en la          oración y unas          amistades formidables que le ayudarán a llegar a la santidad.
          
          Teresa tuvo dos ayudas formidables para crecer en santidad: su          gran inclinación          a escuchar sermones, aunque fueran largos y cansones y su          devoción por grandes          personajes celestiales. Además de su inmensa devoción por la          Santísima Virgen y          su fe total en el poder de intercesión de san José, ella rezaba          frecuentemente          a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Para          imitar a esta          santa que tanto amó a Jesús, se propuso meditar cada día en la          Pasión y Muerte          de Jesús, y esto la hizo crecer mucho en santidad. Y en honor de          San Agustín          leyó el libro más famoso del gran santo "las Confesiones", y su          lectura le hizo enorme bien.
          
          Como las sequedades de espíritu le hacían repugnante la oración          y 
el          enemigo del alma le aconsejaba          que dejara de rezar y de meditar porque todo eso le producía          aburrimiento, su          confesor le avisó que dejar de rezar y de meditar sería          entregarse          incondicionalmente al poder de Satanás y un padre jesuita le          recomendó que para          orar con más amor y fervor eligiera como "maestro de oración" al          Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno "Ven Creador          Espíritu".          Ella dirá después: "El Espíritu Santo como fuerte huracán hace          adelantar          más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad,          que lo que          nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con          nuestras solas          fuerzas".
          
          Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales.          Al principio se          asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales          el demonio engañó          con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su          vida con un          santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este          le dijo que se          trataba de gracias de Dios.
          
          Nuestro Señor le aconsejó en una de sus visiones: "No te          dediques tanto a          hablar con gente de este mundo. Dedícate más bien a comunicarte          con el mundo          sobrenatural". En algunos de sus éxtasis se elevaba hasta un          metro por los          aires (Éxtasis es un estado de contemplación y meditación tan          profundo que se          suspenden los sentidos y se tienen visiones sobrenaturales).          Cada visión le          dejaba un intenso deseo de ir al cielo. "Desde entonces – dice          ella – dejé          de tener medio a la muerte, cosa que antes me atormentaba          mucho". Después          de una de aquellas visiones escribió la bella poesía que dice:          "Tan alta          vida espero que muero porque no muero".
          
          Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran          en secreto,          pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar          todo esto a la          gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca          y otros la          acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.
San          Pedro Alcántara, uno de los santos más famosos de ese tiempo,          después de          charlar con la famosa carmelita, declaró que el Espíritu de Dios          guiaba a          Teresa.
          
          La transverberación. Esta palabra significa: atravesarlo a uno          con una gran          herida. Dice ella: "Vi un ángel que venía del tronco de Dios,          con una          espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y          clavó esa espada          en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande          amor a          Dios".
Desde          entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir:          demostrar a Dios          con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con          todo su          corazón. Y obtener que otros lo amen también.
Al          hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su          corazón una          cicatriz larga y profunda.
Para          corresponder a esta gracia la santa hizo el voto o juramento de          hacer siempre          lo que más perfecto le pareciera y lo que creyera que le era más          agradable a          Dios. Y lo cumplió a la perfección. Un juramento de estos no lo          pueden hacer          sino personas extraordinariamente santas.
          
          En aquella época del 1500 las comunidades religiosas habían          decaído de su          antiguo fervor. Las comunidades eran demasiado numerosas lo cual          ayudaba mucho          a la relajación. Por ejemplo el convento de las carmelitas de          Ávila tenía 140          religiosas. Santa Teresa exclamaba: "La experiencia me ha          demostrado lo          que es una casa llena de mujeres. Dios me libre de semejante          calamidad".
          
          Un día una sobrina de la santa le dijo: "Lo mejor sería fundar          una          comunidad en que cada casa tuviera pocas hermanas". Santa Teresa          consideró          esta idea como venida del cielo y se propuso fundar un nuevo          convento, con          pocas hermanas pero bien fervorosas. Ella llevaba ya 25 años en          el convento.          Una viuda rica le ofreció una pequeña casa para ello. San Pedro          de Alcántara,          San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad apoyaron la idea. El          Provincial de          los Carmelitas concedió el permiso.
          
          Sin embargo la noticia produjo el más terrible descontento          general y el          superior tuvo que retirar el permiso concedido. Pero Teresa no          era mujer débil          como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el          palacio del          emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó          encantado de la          personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella          tenía y ordenó          que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus          nuevos conventos          de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy pobres en cada casa,          pero          fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de          los demás.

          Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los          Carmelitas          descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835          conventos en el          mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.
Por          orden expresa de sus superiores Santa Teresa escribió unas obras          que se han          hecho famosas. Su autobiografía titulada "El libro de la vida";          "El libro de las Moradas" o Castillo interior; texto          importantísimo          para poder llegar a la vida mística. Y "Las fundaciones: o          historia de          cómo fue creciendo su comunidad. Estas obras las escribió en          medio de mareos y          dolores de cabeza. Va narrando con claridad impresionante sus          experiencias          espirituales. Tenía pocos libros para consultar y no había hecho          estudios especiales.          Sin embrago sus escritos son considerados como textos clásicos          en la literatura          española y se han vuelto famosos en todo el mundo.
Santa          Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día          siguiente, el 15 de          octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el          cambio del          calendario,  cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para          corregir un          error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por          años. 
               
Oración            a Santa Teresa de Jesús
           - de San Alfonso de Ligorio
Oh,          Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor          Crucificado, tú,          quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
           hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama          resplandeciente          en el paraíso, obtén para mi también,
          te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
          y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
          aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
          por todos los hombres. 
          
          Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
          sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
          la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor, 
          porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
          
           Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
          que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios.   
          
          Amén.
             
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Fuente:          Agustinos-es.org 
          Gonzálo de Lagos, Beato Presbítero Agustino, Octubre 15          
              
 Presbítero Martirologio Romano: En Torresvedras,                      en Portugal, beato Gonzalo de Lagos, presbítero de                      la Orden de Ermitaños de San Agustín, que se                      distinguió por su dedicación a enseñar los preceptos                      cristianos a los niños y a los incultos (1422).  |           
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Aurelia            de Estrasburgo, Santa Virgen, Octubre 15   
              
 Virgen Eremita Etimología: Aurelia = Aquella que                      brilla como el oro, viene del latín  |           
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Fuente:          Agustinos-es.org 
          Magdalena de Nagasaki, Santa Mártir, Octubre 15   
              
 Virgen y Mártir Martirologio Romano: En Nagasaki, de                      Japón, santa Magdalena, virgen y mártir, que, en                      tiempo del emperador Yemitsu, fue fuerte de ánimo                      tanto en mantener la fe como en soportar el suplicio                      de la horca durante trece días (1634).  |           
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Fuente:          Santiebeati.it 
          Sofía (Suia), Santa Mártir, Octubre 15   
              
 Mártir Etimología: Aquella que posee sabiduría. Viene de                    la lengua griega  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Tecla de Kitzingen, Santa Abadesa, Octubre 15   
              
 Abadesa Martirologio Romano: En Kitzingen, de                      Germania, santa Tecla, abadesa, que, enviada desde                      Inglaterra para ayudar a san Bonifacio, presidió                      primero el monasterio de Ochsenfurt y después el de                      Kitzingen (c. 790).  |           
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Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste          día, Octubre 15            
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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