JMJ
Pax
†            Lectura del santo Evangelio        según san            Lucas (10,          25-37) 
Gloria              a ti, Señor.
En          aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley          para ponerlo a prueba y le preguntó:          "Maestro, ¿qué debo hacer          para conseguir la vida eterna?"          Jesús le dijo: "¿Qué es lo          que está escrito en la ley? ¿Qué          lees en ella?" El doctor de la ley          contestó: "Amarás al            Señor tu Dios, con todo tu            corazón, con            toda tu alma, con todas tus fuerzas            y con todo tu ser, y a tu            prójimo como a ti mismo".
Jesús          le dijo: "Has contestado bien; si haces eso,          vivirás".
El          doctor de la ley, para justificarse, le preguntó          a Jesús: "¿Y          quién es mi prójimo?" Jesús le          dijo: "Un hombre que bajaba por el          camino de Jerusalén a          Jericó, cayó en manos de unos          ladrones, los cuales lo robaron,          lo hirieron y lo dejaron medio          muerto. Sucedió que por el          mismo camino bajaba un          sacerdote, el cual lo vio y pasó          de largo. De igual modo, un          levita que pasó por ahí, lo vio y          siguió adelante. Pero un samaritano          que iba de viaje, al verlo,          se compadeció de él, se le          acercó, ungió sus heridas con          aceite y vino y se las vendó;          luego lo puso sobre su cabalgadura,          lo llevó a un mesón y          cuidó de él. Al día siguiente sacó          dos denarios, se los dio al          dueño del mesón y le dijo: 'Cuida          de él y lo que gastes de más,          te lo pagaré a mi regreso'.
¿Cuál          de estos tres te parece que se portó como prójimo          del hombre que fue asaltado          por los ladrones?" El          doctor de la ley le respondió: "El          que tuvo compasión de él".
Entonces          Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo".
Palabra            del Señor.
Gloria              a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Alabemos              al Señor de todo corazón
Lunes.              Feria de la 27a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre              de san Bruno,              presbítero
Dichosos              los que se acercan a tu altar, Señor
 
Antífona          de Entrada
Yo          quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo          en tu presencia.
Oración          Colecta 
Oremos: Señor,            tú que iluminas a los extraviados            con la luz de tu Evangelio            para que vuelvan al camino            de la verdad, concede a            cuantos nos llamamos cristianos            imitar fielmente a Cristo            y rechazar lo que pueda alejarnos            de él.
Por            nuestro Señor Jesucristo… Amén.
  
Primera            Lectura Lectura de la carta del            apóstol san            Pablo a los gálatas (1,          6-12) 
Hermanos:          Me extraña mucho que tan fácilmente hayan abandonado          ustedes a Dios Padre,          quien los llamó a vivir en la          gracia de Cristo y que sigan          otro Evangelio. No es que exista          otro Evangelio; lo que pasa          es que hay algunos que los perturban          a ustedes, tratando de cambiar          el Evangelio de Cristo.
Pero,          sépanlo bien: si alguien, yo mismo o un ángel          enviado del cielo,          les predicara un Evangelio distinto          del que les hemos predicado,          que sea maldito.
Se          lo acabo de decir, pero se lo repito: si alguno les          predica un          Evangelio distinto del que ustedes          han recibido, que sea maldito.
¿A          quién creen que trato de agradar con lo que acabo          de decir?          ¿A Dios o a los hombres? ¿Acaso          es ésta la manera de congraciarse          con los hombres? Si          estuviera buscando agradarles a          ustedes no sería servidor de Cristo.
Quiero          que sepan, hermanos, que el Evangelio predicado por mí          no es un invento humano,          pues no lo he recibido ni          aprendido de hombre alguno,          sino por revelación de Jesucristo.
Palabra            de Dios.
Te              alabamos, Señor.
  
Salmo              Responsorial Salmo            110 
Alabemos              al Señor de todo corazón.
Quiero            alabar a Dios, de corazón, en las            reuniones de los justos.            Grandiosas son las obras del            Señor y para todo fiel, dignas de            estudio.
Alabemos              al Señor de todo corazón.
Justas            y verdaderas son sus obras, son dignos de            confianza sus            mandatos, pues nunca pierden            su valor y exigen ser fielmente            ejecutados.
Alabemos              al Señor de todo corazón.
El            redimió a su pueblo y estableció su alianza            para siempre.            Dios es santo y terrible y su            gloria perdura eternamente.
Alabemos              al Señor de todo corazón.
Aclamación          antes del Evangelio 
Aleluya,            aleluya.
Les          doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que          se amen          los unos a los otros, como          yo los he amado.
Aleluya.
  
Evangelio 
†            Lectura del santo Evangelio        según san            Lucas (10,          25-37) 
Gloria              a ti, Señor.
En          aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley          para ponerlo a prueba y le preguntó:          "Maestro, ¿qué debo hacer          para conseguir la vida eterna?"          Jesús le dijo: "¿Qué es lo          que está escrito en la ley? ¿Qué          lees en ella?" El doctor de la ley          contestó: "Amarás al            Señor tu Dios, con todo tu            corazón, con            toda tu alma, con todas tus fuerzas            y con todo tu ser, y a tu            prójimo como a ti mismo".
Jesús          le dijo: "Has contestado bien; si haces eso,          vivirás".
El          doctor de la ley, para justificarse, le preguntó          a Jesús: "¿Y          quién es mi prójimo?" Jesús le          dijo: "Un hombre que bajaba por el          camino de Jerusalén a          Jericó, cayó en manos de unos          ladrones, los cuales lo robaron,          lo hirieron y lo dejaron medio          muerto. Sucedió que por el          mismo camino bajaba un          sacerdote, el cual lo vio y pasó          de largo. De igual modo, un          levita que pasó por ahí, lo vio y          siguió adelante. Pero un samaritano          que iba de viaje, al verlo,          se compadeció de él, se le          acercó, ungió sus heridas con          aceite y vino y se las vendó;          luego lo puso sobre su cabalgadura,          lo llevó a un mesón y          cuidó de él. Al día siguiente sacó          dos denarios, se los dio al          dueño del mesón y le dijo: 'Cuida          de él y lo que gastes de más,          te lo pagaré a mi regreso'.
¿Cuál          de estos tres te parece que se portó como prójimo          del hombre que fue asaltado          por los ladrones?" El          doctor de la ley le respondió: "El          que tuvo compasión de él".
Entonces          Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo".
Palabra            del Señor.
Gloria              a ti, Señor Jesús.
  
Oración          sobre las Ofrendas 
Mira            bondadosamente, Señor, las ofrendas de tu            Iglesia suplicante, y conviértelas            en alimento espiritual            que ayude a crecer en            santidad a todos tus fieles.
Por            Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio            Común VIII Jesús, buen samaritano.
El          Señor esté con ustedes.
Y              con tu espíritu.
Levantemos          el corazón.
Lo              tenemos levantado hacia el Señor.
Demos          gracias al Señor, nuestro Dios.
Es              justo y necesario.
En          verdad es justo darte gracias, y deber nuestro          alabarte, Padre          santo, Dios todopoderoso y          eterno, en todos los momentos y          circunstancias de la vida, en la salud          y en la enfermedad, en el sufrimiento          y en el gozo, por tu siervo,          Jesús, nuestro Redentor.
Porque          él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y          curando a los          oprimidos por el mal.
También          hoy, como buen samaritano, se acerca a          todo hombre          que sufre en su cuerpo o en su          espíritu, y cura sus heridas con el          aceite del consuelo y el vino          de la esperanza.
Por          este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos          en la noche del dolor, vislumbramos          la luz pascual en tu Hijo,          muerto y resucitado.
Por          eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a          una voz el          himno de tu gloria: 
Santo,              Santo, Santo… 
Antífona          de la Comunión 
Dichosos          los que se acercan a tu altar, Señor.          Dichosos los que          viven en tu casa y pueden alabarte          siempre, Rey mío y Dios mío.
Oración después          de la Comunión 
Oremos: Te            suplicamos, Señor, que esta            Eucaristía que hemos recibido,            nos ayude a amarte más            y a servirte mejor cada día.
Por            Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Témporas              de Acción de Gracias y de Petición.
Lunes          de la 27ª semana de Tiempo          Ordinario.
PRIMERA          LECTURA
Dios          te da la fuerza para crearte          estas riquezas
Lectura          del libro del Deuteronomio          8, 7-18
Habló Moisés al pueblo,          diciendo:
-«Cuando el Señor, tu          Dios, te introduzca en la tierra          buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el          monte y la          llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y          granados, tierra de          olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en          que no carecerás          de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas, y de cuyos montes          sacarás cobre,          entonces comerás hasta hartarte, y bendecirás al Señor, tu Dios,          por la tierra          buena que te ha dado.
Pero cuidado, no te          olvides del Señor, tu Dios, siendo          infiel a los preceptos, mandatos y decretos que yo te mando hoy.
No sea que, cuando comas          hasta hartarte, cuando te          edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y          ovejas,          aumenten tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas          engreído y te olvides          del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que          te hizo          recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y          alacranes, un          sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca          de pedernal;          que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus          padres, para          afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final.
Y no digas: "Por mi fuerza          y el poder de mi brazo          me he creado estas riquezas. "
Acuérdate del Señor, tu          Dios: que es él quien te da la          fuerza para crearte estas riquezas, y así mantiene la promesa          que hizo a tus          padres, como lo hace hoy.»
Palabra de Dios.
1 Cro 29, 10. 11 abc. 11          d- l2a. 12bcd 
R. Tú eres Señor del          universo.
Bendito eres, Señor, 
Dios de nuestro padre          Israel, 
por los siglos de los          siglos. R.
Tuyos son, Señor, la          grandeza y el poder, la gloria, 
el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay          en cielo y tierra. R.
Tú eres rey y soberano de          todo. 
De ti viene la riqueza y          la gloria. R.
Tú eres Señor del          universo, 
en tu mano está el poder y          la fuerza, 
tú engrandeces y confortas          a todos. R.
SEGUNDA LECTURA
Os pedimos que os          reconciliéis con Dios
Lectura de la segunda          carta del apóstol san Pablo a          los Corintios 5, 17-21
Hermanos:
El que es de Cristo es una          criatura nueva. Lo antiguo          ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Todo esto viene de Dios,          que por medio de Cristo nos          reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la          reconciliación.
Es decir, Dios mismo          estaba en Cristo reconciliando al          mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros          nos ha confiado          la palabra de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos          como enviados de Cristo, y          es corno si Dios mismo os exhortara por nuestro medio.
En nombre de Cristo os          pedimos que os reconciliéis con          Dios.
Al que no había pecado          Dios lo hizo expiación por          nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la          justificación de          Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Quien pide recibe
Lectura del santo          evangelio según san Mateo 7, 7-11
En aquel tiempo, dijo          Jesús a sus discípulos:
-«Pedid y se os dará,          buscad y encontraréis, llamad y          se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y          al que llama se          le abre.
Si a alguno de vosotros le          pide su hijo pan, ¿le va a          dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente?          Pues si          vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros          hijos, ¡cuánto más          vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»
Palabra del Señor.
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Dia 6/10          San Bruno (presbítero, blanco)
      Antífona          de Entrada
      El            Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para            llevar la Buena            Nueva a los pobres y anunciar su liberación a los cautivos.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios nuestro, luz y pastor de los creyentes, que confiaste a san          Bruno la          misión de instruir a tus ovejas con la palabra y el ejemplo;          concédenos, por su          intercesión, ser fieles a la fe que enseñó con su palabra e          imitar el ejemplo que          nos dio con su vida.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Me lanzo            hacia adelante, en busca de la meta y del trofeo al que Dios,            por medio de            Cristo Jesús, nos llama desde el cielo
Lectura            de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14
Hermanos:          Pienso que nada vale la pena en comparación con el bien supremo,          que consiste          en conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor he renunciado          a todo y todo          lo considero como basura, con tal de ganar a Cristo y de estar          unido a él, no          porque haya obtenido la justificación que proviene de la ley,          sino la que          procede de la fe en Cristo Jesús, con la que Dios hace justos a          los que creen.
          Y todo esto para conocer a Cristo, experimentar la fuerza de su          resurrección,          compartir sus sufrimientos y asemejarme a él en su muerte, con          la esperanza de          resucitar con él de entre los muertos.
          No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o que sea ya          perfecto, pero me          esfuerzo en conquistarlo, porque Cristo Jesús me ha conquistado.          No, hermanos,          considero que todavía no lo he logrado. Pero eso sí, olvido lo          que he dejado          atrás, y me lanzo hacia adelante, en busca de la meta y del          trofeo al que Dios,          por medio de Cristo Jesús, nos llama desde el cielo.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            1
Dichoso            quien ama la ley de Dios.
Dichoso          aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en          malos pasos ni se          burla del bueno; que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus          mandamientos.
          Dichoso quien ama la ley de Dios.
Es como          un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca          se marchita.          En todo tendrá éxito.
          Dichoso quien ama la ley de Dios.
En cambio          los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el          Señor protege          el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.
          Dichoso quien ama la ley de Dios.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me siga tendrá la          luz de la          vida.
          Aleluya.
Evangelio
      Te            seguiré a dondequiera que vayas
† Lectura            del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien          le dijo:
          "Te seguiré a dondequiera que vayas".
          Jesús le respondió:
          "Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros, nidos; pero el          Hijo del          hombre no tiene en donde reclinar la cabeza".
          A otro, Jesús le dijo:
          "Sígueme".
          Pero él le respondió:
          "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre".
          Jesús le replicó:
          "Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia          el Reino de          Dios".
          Otro le dijo:
          "Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi          familia".
          Jesús le contestó:
          "El que empuña el arado y mira hacia atrás no sirve para el          Reino de          Dios".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre          las Ofrendas
      Que estos          dones, Señor, que te presentamos en honor de tus santos y que          van a dar          testimonio de tu poder y de tu gloria, nos alcancen de ti la          salvación eterna.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      La gloria            de los santos
En verdad          es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre          santo.
          Porque tu gloria resplandece en cada uno de los Santos, ya que,          al coronar sus          méritos, coronas tus propios dones. Con su vida, nos          proporcionas ejemplo;          ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos          haces participar de          sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes,          lleguemos          victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la          corona inmortal de          la gloria, por Cristo, Señor nuestro.
          Por eso,
          con los ángeles y arcángeles, y con la multitud de los santos,          te cantamos un          himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona          de la Comunión
      Yo estaré            con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo, dice el            Señor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Te rogamos, Señor, que el sacramento que hemos recibido nos          encamine al cielo          que ya mereció obtener san Bruno, sirviéndote con fidelidad.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
† Meditación          diaria
27ª          semana. Lunes
Y CUIDÓ          DE ÉL
—          Cristo es el Buen samaritano, que baja del Cielo para curarnos.
—          Compasión efectiva y práctica para quien nos necesita.
—          Caridad con los más próximos.
I. La          parábola del Buen Samaritano que leemos en la Misa1,          y que solo          recoge San Lucas, es uno de los relatos más bellos y entrañables          del Evangelio.          En ella, el Señor nos enseña quién es nuestro prójimo y cómo se          ha de vivir la          caridad con todos. Es posible que el Señor no se encontrara          lejos de la ruta          que lleva de Jericó a Jerusalén, pues muchas veces revestía sus          enseñanzas con          detalles tomados de las circunstancias que le rodeaban. Un            hombre bajaba de            Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos salteadores que,            después de haberle            despojado, le cubrieron de heridas y se marcharon, dejándolo            medio muerto.
Muchos          Padres de la Iglesia y escritores cristianos antiguos          identifican a Cristo con          el Buen Samaritano2; el hombre que cayó en manos de          los ladrones es          figura de la humanidad herida y despojada de sus bienes por el          pecado original          y los pecados personales. "Despojaron al hombre de su          inmortalidad, y lo          cubrieron de llagas, inclinándole al pecado"3, afirma          San Agustín. Y          San Beda comenta que los pecados se llaman heridas          porque por ellos se          destruye la integridad de la naturaleza humana4. Los          salteadores del          camino son el demonio, las pasiones que incitan al mal, los          escándalos...; el          levita y el sacerdote que pasaron de largo simbolizan la Antigua          Alianza,          incapaces de curar. La posada era el lugar donde todos pueden          refugiarse y          representa a la Iglesia. "... ¿Qué le habría ocurrido al pobre          judío, si el          samaritano se hubiera quedado en su casa? ¿Qué habría ocurrido a          nuestras almas          si el Hijo de Dios no hubiera emprendido su viaje?"5.          Pero Jesús,          movido por la compasión y la misericordia, se acercó al hombre,          a cada hombre,          para curar sus llagas, haciéndolas suyas6. En            esto se demostró el            amor de Dios hacia nosotros, en que envió a su Hijo Unigénito            al mundo para que            por Él tengamos vida... Queridos –escribe San Juan a los          primeros fieles–, si            así nos amó Dios también nosotros debemos amarnos los unos a            los otros7.
"La parábola          del Buen Samaritano está en profunda armonía con el          comportamiento de Cristo          mismo"8, pues toda su vida en la tierra fue un          continuo acercarse al          hombre para remediar sus males materiales o espirituales. Esta          misma compasión          hemos de tener nosotros, de tal manera que nunca pasemos de          largo ante el          sufrimiento ajeno. Aprendamos de Jesús a pararnos, sin prisas,          ante quien, con          las señales de su mal estado, está pidiendo socorro físico o          espiritual. En la          caridad atenta, los demás verán a Cristo mismo que se hace          presente en sus discípulos.
II. La          parábola tuvo su origen en la pregunta de un doctor de la ley,          que le          interpeló: ¿Quién es mi prójimo? Para que a todos          quedara claro, el          Señor hizo desfilar ante el herido diversos personajes: Bajaba            casualmente            por el mismo camino un sacerdote; y viéndole pasó de largo.            Asimismo, un            levita, llegando cerca de aquel lugar, lo vio y pasó de largo.            Pero un            samaritano que iba de camino llegó hasta él, y al verlo se            movió a compasión, y            acercándose vendó sus heridas echando en ellas aceite y vino,            lo hizo subir en            su propia cabalgadura, lo condujo a la posada y él mismo lo            cuidó.
Quiere          enseñarnos Jesús que nuestro prójimo es todo aquel que está          cerca de nosotros          –sin distinción de raza, de afinidades políticas, de edad...– y          necesite          nuestro socorro. El Maestro nos ha dado ejemplo de lo que          debemos hacer          nosotros. "Este Samaritano (Cristo) lavó nuestros pecados,          sufrió por nosotros,          cargó con el hombre medio muerto, llevándole a la posada, esto          es, a la Iglesia,          que recibe a todos y que no niega su auxilio a nadie, y a la          cual nos convoca          Jesús diciendo: Venid a Mí... (Mt 11, 28). Una          vez que le llevó a          la posada, no se marchó inmediatamente, sino que se quedó con él          una jornada          entera, cuidándole día y noche... Cuando a la mañana siguiente          quiere          marcharse, da de su buen dinero dos denarios y encarga al          posadero, a los          ángeles de su Iglesia, que cuiden y lleven al Cielo al que Él          había cuidado en          las angustias de este tiempo"9.
El          Señor nos anima a una compasión efectiva y práctica, que pone el          remedio          oportuno, ante cualquier persona que encontremos lastimada en el          camino de la          vida. Estas heridas pueden ser muy diversas: lesiones producidas          por la          soledad, por la falta de cariño, por el abandono; necesidades          del cuerpo:          hambre, vestido, casa, trabajo...; la herida profunda de la          ignorancia...;          llagas en el alma producidas por el pecado, que la Iglesia cura          en el sacramento          de la Penitencia, pues Ella "es la posada, colocada en el camino          de la vida,          que recibe a todos los que llegan, cansados del viaje o cargados          con los sacos          de sus culpas, en donde, dejando la carga de los pecados, el          viajero fatigado          descansa y, después que ha descansado, se repone con saludable          alimento"10.
Debemos          poner los medios para remediar esas situaciones de indigencia,          como Cristo          mismo lo haría en esas circunstancias. ¡Qué buenos medios son la          caridad y la          compasión para identificarnos con el Maestro! "Bajo sus          múltiples formas          –indigencia material, opresión injusta, enfermedades físicas y          psíquicas y, por          último, la muerte– la miseria humana es el signo manifiesto de          la debilidad          congénita en que se encuentra el hombre tras el primer pecado y          de la necesidad          de salvación. Por ello, la miseria humana atrae la compasión de          Cristo Salvador,          que la ha querido cargar sobre sí mismo (Mt 8, 17) e          identificarse con          los más pequeños de sus hermanos (Mt 25, 40; 45).          También por          ello, los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de          preferencia por          parte de la Iglesia, que, desde sus orígenes, y a pesar de los          fallos de muchos          de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos,          defenderlos y          liberarlos"11.
Cuando          nos acerquemos a quien padece necesidad hemos de hacerlo con una          caridad eficaz          y poniendo el corazón, haciendo nuestra aquella miseria que          tratamos de          remediar. Advierte un autor clásico castellano que "el que de          veras desea          acertar a contentar a Dios, entienda que una de las cosas          principales que para          esto sirven es el cumplimiento de este mandamiento de amor, con          tal que este          amor no sea desnudo y seco, sino acompañado de todos los          afectos y obras          que del verdadero amor se suelen seguir, porque de la otra          manera no merecería          el nombre de amor..."12. Y añade a continuación:          "debajo de este          nombre de amor, entre otras muchas cosas, se encierran          señaladamente estas          seis, conviene a saber: amar, aconsejar, socorrer, sufrir,          perdonar y edificar"13.
III. La          parábola del Buen Samaritano nos indica "cuál debe ser la          relación de cada uno          de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido pasar            de largo,          con indiferencia, sino que debernos pararnos junto a él. Buen          samaritano es          todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de          cualquier          género que ese sea"14. Dios nos pone al prójimo con          sus necesidades          y carencias en el camino de la vida, y el amor hace lo que la          hora y el momento          exigen. No siempre son actos heroicos y difíciles; por el          contrario, muchas          veces el Señor nos pide una sonrisa, una palabra de aliento, un          buen consejo,          saber callar ante una palabra molesta o impertinente, visitar a          un amigo que se          encuentra enfermo o un poco solo, ejercitarnos en las muestras          de educación          habituales, como el saludo, dar las gracias... Hay profesiones          –señalaba el          Papa Juan Pablo II– que son una continua obra de misericordia,          como en el caso          del médico o de la enfermera15... Pero cualquier          oficio exige un trato          atento, compasivo y respetuoso con las personas con las que el          trabajo nos pone          en relación. Hemos de ejercitarnos en ver a Cristo en las          personas que          tratamos.
A todos          hemos de acercarnos en sus necesidades espirituales y          materiales, pero, porque          la caridad es ordenada, debemos dirigirnos de modo muy          particular a quienes          están más próximos porque Dios los ha puesto –hermanos en la fe,          familia,          amigos, compañeros de trabajo...– o porque ha querido, a través          de las          circunstancias de la vida, que pasemos a su lado para cuidarles.          "Pues si tan          misericordioso y humano fue un samaritano hacia un desconocido,          ¿quién nos          perdonará si descuidamos a nuestros hermanos en males mayores?",          se pregunta          San Juan Crisóstomo. Y, después de aconsejar que no indaguemos          por qué otros no          lo han hecho –especialmente si son heridas del alma–, dice:          "Cúrale tú y no          pidas a nadie cuenta de su negligencia. Si encontrases una          moneda de oro, a          buen seguro que no pensarías: ¿por qué no la ha hallado otro? Al          contrario,          correrías a tomarla cuanto antes. Pues has de saber que cuando          encuentras a tu          hermano herido, has encontrado algo que vale más que un tesoro:          el poder          cuidarle"16. No dejemos de hacerlo.
1 Lc          10, 25-37. — 2 Cfr. San Agustín, Sermón sobre las            palabras del Señor,          37. — 3 ídem, en Catena Aurea, vol. V, p. 513. —          4 Cfr.          San Beda, Comentario al Evangelio de San Lucas, in loc.          — 5          R. A. Knox, Sermones pastorales, Rialp, Madrid 1963, p.          140. — 6 Is          53, 4; Mt 8, 17; 1 Pdr 2, 24; 1 Jn 3, 5.          — 7 1            Jn 4, 9-11. — 8 Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici            doloris,          11-II-1984, 28. — 9 Orígenes, Homilía 34 sobre San            Lucas. — 10          San Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. VI, p. 519. —          11 S. C.          para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia,          22-III-1986,          68. — 12 Fray Luis de Granada, Guía de pecadores,          1, 2, 16. — 13          Ibídem. — 14 Juan Pablo II, loc. cit.,          28. — 15 Ibídem,          29. — 16 San Juan Crisóstomo, Contra ludeos, 8.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
              San Bruno             |           
Bruno significa: "fuerte          como una coraza o          armadura metálica" (Brunne, en alemán es coraza).
Este santo se hizo famoso          por haber fundado la          comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes          cartujos, que viven en          perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas          alcohólicas.
Nació en Colonia, Alemania,          en el año 1030. Desde joven          demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y          especialísimas aptitudes          para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era          director          espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus          dirigidos fue el          futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote fue          profesor de teología durante 18          años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir          éste, un hombre          indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa          ciudad, y ante sus          comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión          de obispos, y el          Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de          Arzobispo a          nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía          indigno de tan alto          cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos          sus bienes y          quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo          oyó Bruno una narración que          le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía          fama de ser buena          persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando          le estaban celebrando          su funeral, habló tres veces. La primera dijo: "He sido          juzgado". La          segunda: "He sido hallado culpable". La tercera: "He sido          condenado". Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo          y habían          huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un          río caudaloso.          Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían          en su mente,          llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse          totalmente a la vida          de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes          riquezas y gozando de la          amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la          gente, y          pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno          renunció a todo          esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes.          Pero luego          sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos,          sin embargo lo          que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo          del mundo. Por          eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una          nueva fundación.
San Hugo, obispo de          Grenoble, vio en un sueño que siete          estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá          construían un          faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente          llegaron Bruno y          seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado          para ellos          dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en          ellos los que          había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había          sido indicado en          la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos          religiosos recibieron          el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus          monjes un reglamento que es          quizás el más severo que ha existido para una comunidad.          Silencio perpetuo.          Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30          de la mañana          ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo          mismo a          mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar          licores. Recibir visitas          solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al          estudio o a          labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente          incomunicados          con el mundo... Es un reglamento propio para hombres que quieren          hacer gran          penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de          santidad.
San Hugo llegó a admirar          tanto la sabiduría y la          santidad de San Bruno, que lo eligió como su director          espiritual, y cada vez          que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en          silencio y          oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde          Rogerio, quien          desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió          hacia él una          veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía          problemas muy          graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le          tenían preparada          una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a          decirle que          tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido          nombrado Papa Urbano II, el          cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su          santidad y su          gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que          le sirviera de          consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía          que dejar su          vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en          medio del mundo y          sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la          tristeza tan          grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas          tierras. Varios de          ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a          acompañarlo a          Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en          Italia y allá fundó          el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La          Cartuja.
Los últimos años del santo          los pasó entre misiones que          le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el          convento dedicado a la          contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy          grande.
Murió el 6 e octubre del          año 1101 dejando en la tierra          como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo          el mundo por          su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el          ser capaces de          apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a          lo que es          espiritual y lleva a la santidad.
Que sean pocas tus palabras          (S. Biblia).
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Fe (Foy), Santa Virgen          y Mártir, Octubre 6   
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Fuente: ACI Prensa 
        María Francisca de las            Cinco Llagas de Jesús, Santa Religiosa,          Octubre 6   
              
 María Francisca de Nápoles              Nació en Nápoles, Italia en 1715.                    Su padre era un tejedor, hombre de terrible mal genio,                    y la madre era una mujer extraordinariamente piadosa.                    Desde muy pequeñita fue obligada por su padre a                    trabajar muchas horas cada día en su taller de                    hilados, pero la mamá aprovechaba todo rato libre para                    leerle libros piadosos y llevarla al templo a orar. El                    párroco, admirado de su piedad y viendo que se sabía                    de memoria el catecismo, la admitió a los 8 años a la                    Primera Comunión, y al año siguiente la encargó de                    preparar a varios niños.   |           
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04 
        Magno Obispo de Odezzo,            Santo Obispo          y Confesor, 6 Octubre   
              
 Según la tradición, Magno nació en                    Altino en una familia noble, probablemente en el                    último cuarto del siglo VI. Después de realizar                    estudios humanísticos en su ciudad natal, se retiró                    para hacer vida eremítica a una isla de una laguna                    cercana, donde se preparó para el sacerdocio. Fue                    ordenado en la ciudad de Oderzo, donde ejerció su                    sacerdocio combatiendo a los últimos propagadores del                    paganismo y a la infiltración arriana proveniente de                    la diócesis (Ceneda), ocupada por los Lombardos.  |           
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Fuente: Passiochristi.org 
        Isidoro de San José De            Loor, Beato          Presbítero Pasionista, 6 Octubre   
              
 Los santos pueden parecer todos                    iguales, pero al final vemos que no existe uno igual a                    otro. También Isidoro ofrece su vida al Señor en                    sacrificio y escribe a los suyos: "Los he dejado para                    vivir solo para el Señor y trabajar mucho por la                    salvación de mi alma, de la de ustedes y de las de                    muchos otros".  |           
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Maria Rosa Durocher, Beata          Virgen, Fundadora, 6 Octubre   
              
 Batizada con el nombre de Eulalie                    Durocher nació en San Antoine-sur-Richelieu (Canadá)                    el 6 de octubre de 1811. Ella vió la gran necesidad de                    instrucción para la juventud. Sobre todo las jóvenes                    recibían muy poca instrucción.  |           
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Fuente: Santiebeati.it 
        Artaldo de Belley, Santo Monje          y Obispo, 6 de octubre   
              
 Monje y Obispo              Martirologio Romano: En la Cartuja de Arvières, en                      la Borgoña, fundada por él mismo, san Artaldo,                      obispo de Belley, que tenía cerca de noventa años                      cuando, a pesar suyo, fue elegido obispo, pero a los                      dos años renunció, volviendo a la vida monástica, y                      falleció a la edad de ciento seis años (1206).  El "Martyrologium Romanum" lo                    recuerda al 6 de octubre con el nombre de Artaldo, en                    Francia se lo conoce como Arthaud o Arthold. Nació                    hacia el 1101 en el castillo de Sothonod, parroquia de                    Songieu, en Valromey (Departamento francés de Ain cuya                    capital es Bourg-en-Bresse).   |           
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 San Román, obispo  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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