JMJ
Pax
†            Lectura del santo Evangelio        según san            Mateo (18,          1-5. 10) 
Gloria              a ti, Señor.
En          cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús          y le preguntaron: "¿Quién          es más grande en el Reino          de los cielos?" Jesús          llamó a un niño, lo puso          en medio de ellos y les          dijo: "Yo les aseguro a ustedes          que si no cambian y no          se hacen como los niños, no          entrarán en el Reino de los cielos.          Así pues, quien se haga pequeño          como este niño, ése es el          más grande en el Reino de los          cielos. Y el que reciba a un          niño como éste en mi nombre,          me recibe a mí.
Cuidado          con despreciar a uno de estos pequeños, pues          yo les digo que sus ángeles,          en el cielo, ven continuamente          el rostro de mi          Padre, que está en el cielo".
Palabra            del Señor.
Gloria              a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Santos              Ángeles Custodios
Memoria
No              me abandones, Dios mío
 
Antífona          de Entrada
Ángeles          del Señor, bendecid al Señor; alabadlo y          glorificadlo eternamente.
Oración          Colecta 
Oremos: Dios            nuestro, que con amorosa            providencia has enviado            a tus santos ángeles para            que nos guarden, concédenos            experimentar su protección            aquí en la tierra y disfrutar,            junto con ellos, la felicidad            del cielo.
Por            nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
  
Primera            Lectura Lectura del libro de Job (19,          21-27) 
Job          tomó la palabra y dijo: "Tengan compasión de mí, amigos          míos, tengan compasión de mí,          pues me ha herido la mano          del Señor. ¿Por qué se ensañan          contra mí, como lo hace          Dios, y no se cansan de escarnecerme? Ojalá          que mis palabras se          escribieran; ojalá que se grabaran          en láminas de bronce o con          punzón de hierro se esculpieran          en la roca para siempre.
Yo          sé bien que mi defensor está vivo y que al final          se levantará          a favor del humillado; de          nuevo me revestiré de mi piel y          con mi carne veré a mi Dios;          yo mismo lo veré y no otro,          mis propios ojos lo contemplarán.          Esta es la firme          esperanza que tengo".
Palabra            de Dios.
Te              alabamos, Señor.
  
Salmo              Responsorial Salmo            26 
No              me abandones, Dios mío.
Oye,            Señor, mi voz y mis clamores y tenme            compasión; el            corazón me dice que te busque            y buscándote esto.
yNo              me abandones, Dios mío.
No            rechaces con cólera a tu siervo, tú eres mi            único auxilio;            no me abandones ni            me dejes solo, Dios y salvador            mío.
No              me abandones, Dios mío.
La            bondad del Señor espero ver en esta misma vida.            Ármate de valor y fortaleza            y en el Señor confía.
No              me abandones, Dios mío.
  
Aclamación          antes del Evangelio 
Aleluya,            aleluya.
Que          bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores          fieles que cumplen          su voluntad.
Aleluya.
  
Evangelio 
†            Lectura del santo Evangelio        según san            Mateo (18,          1-5. 10) 
Gloria              a ti, Señor.
En          cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús          y le preguntaron: "¿Quién          es más grande en el Reino          de los cielos?" Jesús          llamó a un niño, lo puso          en medio de ellos y les          dijo: "Yo les aseguro a ustedes          que si no cambian y no          se hacen como los niños, no          entrarán en el Reino de los cielos.          Así pues, quien se haga pequeño          como este niño, ése es el          más grande en el Reino de los          cielos. Y el que reciba a un          niño como éste en mi nombre,          me recibe a mí.
Cuidado          con despreciar a uno de estos pequeños, pues          yo les digo que sus ángeles,          en el cielo, ven continuamente          el rostro de mi          Padre, que está en el cielo".
Palabra            del Señor.
Gloria              a ti, Señor Jesús.
  
Oración          sobre las Ofrendas 
Recibe,            Señor, las ofrendas que te presentamos en la festividad            de tus santos ángeles,            y concédenos que            su continua protección nos            libre de los peligros presentes            y nos guíe a la vida            eterna.
Por            Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio            de los Ángeles 
Venerar            a los ángeles es glorificar a Dios El          Señor esté con ustedes.
Y              con tu espíritu.
Levantemos          el corazón.
Lo              tenemos levantado hacia el Señor.
Demos          gracias al Señor, nuestro Dios.
Es              justo y necesario.
En          verdad es justo y necesario, es nuestro          deber y          salvación darte gracias siempre          y en todo lugar, Señor,          Padre santo, Dios todopoderoso          y eterno.
Y          alabarte, celebrando a tus ángeles y          arcángeles, ya que          el honor que tributamos a los          que te fueron fieles, redunda          en tu gloria y proclama tu          grandeza; pues, si es digna de          admiración la creatura angélica,          lo es inmensamente más          aquel que la creó.
Por          Cristo nuestro Señor.
Por          él, adoran tu majestad todos los ángeles, y          nosotros, a una          con ellos, te adoramos llenos          de júbilo, diciendo: Santo,              Santo, Santo...
Antífona          de la Comunión 
En          presencia de los ángeles cantaremos, Dios nuestro,          tu alabanza.
Oración después          de la Comunión 
Oremos: Señor,            tu que nos has alimentado            con el Cuerpo y la Sangre            de nuestro Redentor, condúcenos            por medio de tus santos            ángeles, al encuentro glorioso            con Cristo, que vive y            reina por los siglos de los siglos.
Amén.
† Meditación          diaria
26ª          semana. Jueves
LA MIES          ES MUCHA
—          Urgencia de nuevos apóstoles para reevangelizar el mundo.
— La          caridad, fundamento del apostolado.
— La          alegría que ha de acompañar al mensaje de Cristo.
I.          Entre los que seguían a Jesús había un numeroso grupo de          discípulos1.          Entre ellos se contaban quienes acompañaron a Jesús desde el          bautismo de Juan          hasta la Ascensión: de algunos nos dan noticias los Hechos            de los Apóstoles,          como José, llamado Barsabas, y Matías2; también          estarían en este          grupo Cleofás y su compañero, a quienes Cristo resucitado se les          apareció en el          camino de Emaús3. Sin pertenecer al círculo de los          Doce, estos          discípulos llegaron a formar una categoría especial entre los          oyentes y amigos          de Jesús, siempre dispuestos para lo que el Maestro los          necesitase4.          Con toda seguridad formaron el núcleo de la primitiva Iglesia          después de Pentecostés.          En el Evangelio de la Misa5 leemos que, de estos que          le seguían con          plena disponibilidad, Jesús designó a setenta y dos para que          fueran delante de          Él, preparando las almas para la llegada de Cristo. Y les dijo:          La mies es            mucha y los obreros pocos.
Hoy,          también, el campo apostólico es inmenso: países de tradición          cristiana que es          necesario evangelizar de nuevo, naciones que han sufrido durante          tantos años la          persecución a causa de la fe y que necesitan nuestra ayuda, los          nuevos pueblos          sedientos de doctrina... Basta echar una mirada a nuestro          alrededor –al lugar          de trabajo, a la Universidad, a los medios de comunicación...–          para darnos          cuenta de todo lo que falta por hacer. La mies es mucha...          "Enteros          países y naciones, en los que en un tiempo la religión y la vida          cristiana          fueron florecientes y capaces de dar origen a comunidades de fe          viva y          operativa, están ahora sometidos a dura prueba e incluso alguna          que otra vez          son radicalmente transformados por el continuo difundirse del          indiferentismo,          del secularismo y del ateísmo. Se trata, en concreto, de países          y naciones del          llamado Primer Mundo, en el que el bienestar económico y el          consumismo –si bien          entremezclado con espantosas situaciones de pobreza y miseria–          inspiran y          sostienen una existencia vivida "como si no hubiera Dios". Ahora          bien, el          indiferentismo religioso y la total irrelevancia práctica de          Dios para resolver          los problemas, incluso graves, de la vida, no son menos          preocupantes y          desoladores que el ateísmo declarado. Y también la fe cristiana          –aunque          sobrevive en algunas manifestaciones tradicionales y          ceremoniales– tiende a ser          arrancada de cuajo de los momentos más significativos de la          existencia humana,          como son los momentos del nacer, del sufrir y del morir. De ahí          proviene el          afianzarse de interrogantes y de grandes enigmas, que, al quedar          sin respuesta,          exponen al hombre contemporáneo a inconsolables decepciones, o a          la tentación          de suprimir la misma vida humana que plantea esos problemas"6.          Ahora          es tiempo de esparcir la semilla divina y también de cosechar.          Hay lugares en          los que no se puede sembrar por falta de operarios, y mieses que          se pierden          porque no hay quien las recoja. De ahí la urgencia de nuevos          apóstoles. La            mies es mucha; los obreros, pocos.
En los          primeros tiempos del Cristianismo, en un mundo con una situación          parecida a la          nuestra –con abundancia de recursos materiales pero          espiritualmente          menesteroso–, la naciente Iglesia tuvo el necesario vigor, no          solo para          protegerse de ser paganizada desde fuera, sino para transformar,          desde dentro,          una civilización tan alejada de Dios. No parece que el mundo de          hace dos mil          años estuviera mejor o peor preparado que el nuestro para ser          evangelizado. A          primera vista podía presentarse cerrado al mensaje de Cristo,          como el de ahora;          pero aquellos primeros cristianos, apóstoles todos, con las          mismas armas que          nosotros, el espíritu de Jesús, supieron transformarlo. ¿No          vamos a poder          nosotros cambiar el mundo que nos rodea: la familia, los amigos,          los compañeros          de trabajo...?
El          mundo actual quizá esté necesitado de muchas cosas, pero ninguna          otra le es          precisa con más urgencia que la de apóstoles santos, alegres,          convencidos,          fieles a la doctrina de la Iglesia, que con sencillez den a          conocer que Cristo          vive. Es el mismo Señor quien nos indica el camino para          conseguir nuevos          operarios que trabajen en su viña: Rogad, pues, al Señor de            las mies que            envíe operarios a su mies. Rogad..., nos dice. "La oración          es el medio más          eficaz de proselitismo"7. Nuestro afán apostólico ha          de traducirse,          en primer lugar, en una petición continuada, confiada y humilde          de nuevos          apóstoles. La oración ha de ir siempre por delante.
"Desgarra          el corazón aquel clamor –¡siempre actual!– del Hijo de Dios, que          se lamenta          porque la mies es mucha y los obreros son pocos.
"—Ese          grito ha salido de la boca de Cristo, para que también lo oigas          tú: ¿cómo le          has respondido hasta ahora?, ¿rezas, al menos a diario, por esa          intención?"8.
II. La            mies es mucha... "Para la mies abundante –comenta San          Gregorio Magno– son          pocos los obreros – cosa que no podemos decir sin gran          tristeza–; porque si          bien no faltan los que oyen las cosas buenas, faltan sin embargo          quienes las          difundan"9. El Señor quiere servirse ahora de          nosotros, como lo hizo          en aquella ocasión con quienes le acompañaban y después con          todos aquellos que          le han querido seguir de cerca,
El          Maestro, antes de enviar a los suyos al mundo entero, les hizo          vivir como          amigos en su intimidad, les dio a conocer al Padre, les reveló          su amor y, sobre          todo, se lo comunicó. Como el Padre me amó, Yo también os he            amado a            vosotros10; os he llamado amigos, porque            todo lo que he oído            a mi Padre os lo he dado a conocer. Y añadió, a modo de          conclusión: os            he destinado para que vayáis y deis fruto11.          Con esta caridad          hemos de ir a todos los lugares, pues el apostolado consiste          sobre todo en          "manifestar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y          pueblos"12,          esa caridad con la que nos ama el Señor y con la que quiere que          amemos a todos.          El cristiano será apóstol en la medida en que sea amigo de Dios          y viva esa          amistad con quien se encuentra cada día en su camino. En un          mundo en el que la          desconfianza y la agresividad parecen ir ganando terreno,          nuestra primera          preocupación ha de ser la de vivir con esmero la caridad en          todas sus          manifestaciones. Cuando quienes nos tratan –por muy alejados que          se encuentren          de Dios– vean que nos fiamos de ellos, que estamos dispuestos a          prestar una          ayuda, a sacrificarnos por el bien de personas que incluso no          conocemos, que no          guardamos rencor, que no somos negativos ni hablamos nunca mal          de nadie, que          siempre nos encontrarán dispuestos a colaborar..., pensarán que          los cristianos          somos muy diferentes, porque seguimos a Alguien, a          Cristo, muy          particular. No quiere decir esto que nunca tengamos diferencias          con los demás,          sino que las manifestamos sin aire de agravio, sin poner en duda          la buena fe de          las personas, sin atacar, aunque estemos muy lejos de sus ideas.          Cuando nadie          queda excluido de nuestro trato y de nuestra ayuda, entonces          estamos dando          testimonio de Cristo.
III.          Junto a la caridad, hemos de manifestar al mundo nuestra          alegría. Aquella que          el Señor nos prometió en la Última Cena13, la que          nace del olvido de          nuestros problemas y de la intimidad con Dios. La alegría es          esencial en el          apostolado, pues ¿quién puede sentirse atraído por una persona          triste,          negativa, que se queja continuamente? Si la doctrina del Señor          se propagó como          un incendio en los primeros siglos fue, en buena parte, porque          los cristianos          se mostraban con la seguridad y la alegría de ser portadores de          la Buena Nueva:          eran los mensajeros gozosos de Aquel que había traído la          salvación al mundo,          Ciertamente constituían un pueblo feliz en medio de un mundo          triste, y su          alegría transmitía su fe en Cristo, era portadora de la verdad          que llevaban en          el corazón y de la que hablaban en el hogar, en la intimidad de          la amistad...,          en todo momento, porque era la razón de su vida.
La          alegría del cristiano tiene un fundamento bien firme, el sentido          de su filiación          divina, el saberse hijos de Dios en cualquier circunstancia.          "Como sugiere          Chesterton, es alegría no porque el mundo pueda colmar todas          nuestras          aspiraciones, sino al revés. No estamos donde hemos de          permanecer: estamos en          camino. Habíamos perdido la senda y Alguien ha venido a          buscarnos y nos lleva          de vuelta al hogar paterno. Es alegría no porque todo lo que nos          sucede esté          bien –no es así–, sino porque Alguien sabe aprovecharlo para          nuestro bien. La          alegría cristiana es consecuencia de saber enfrentarse con el          único hecho          auténticamente triste de la vida, que es el pecado: y de saber          contrarrestarlo          con un hecho gozoso aun más real y más fuerte que el pecado: el          amor y la misericordia          de Dios"14,
Hemos          de preguntarnos si realmente reflejamos en nuestra vida          ordinaria tantos          motivos como tenemos para estar alegres: el gozo de la filiación          divina, del          arrepentimiento y el perdón, de sentirnos en camino hacia una          felicidad sin          fin..., ¡la inmensa alegría de poder comulgar con tanta          frecuencia! "El primer          paso para acercar a otros a los caminos de Cristo es que te vean          contento,          feliz, seguro en tu andar hacia Dios"15.
Y,          junto a la alegría y la caridad de Cristo, hemos de saber          expresar la posesión          de la única verdad que puede salvar a los hombres y hacerlos          felices. "Solo los          cristianos convencidos tienen la posibilidad de convencer a los          demás. Los          cristianos convencidos a medias no convencerán a nadie"16.
1 Cfr. Mc          2, 15. — 2 Cfr. Hech 1, 21-26. — 3 Cfr.          Lc 24,          13-35. — 4 Cfr. P. R. Bernard, El misterio de Jesús,          J. Flors,          Barcelona 1965, vol. I,  pp.          88 ss. — 5 Lc 10, 1-12. — 6 Juan Pablo          II, Exhort.          Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988. 34. — 7          San Josemaría Escrivá, Camino, n. 800. — 8 ídem,          Forja. n,          906. — 9 San Gregorio Magno, Homilías sobre los            Evangelios, 17,          3. — 10 Jn 15, 9. — 11 Jn 15,          16. — 12 Conc.          Vat. II, Decr. Ad gentes, 10. — 13 Cfr. Jn          16, 22. — 14          C. Burke, Autoridad y libertad en la Iglesia, p. 223. —          15 San          Josemaría Escrivá, Forja, n. 858. — 16 C. Burke,          o. c., p.          219.
2 de          octubre
SANTOS          ÁNGELES CUSTODIOS*
Memoria
—          Existencia.
—          Continuos servicios que nos prestan los Ángeles 
          Custodios.
—          Tratarlos como a amigos entrañables.
I. Ángeles            del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los            siglos1.
Los          Ángeles aparecen frecuentemente en la Sagrada Escritura como          ministros          ordinarios de Dios. Son las criaturas más perfectas de la          Creación, penetran          con su inteligencia donde nosotros no podemos, y contemplan cara          a cara a Dios,          como criaturas ya glorificadas.
En los          momentos más importantes de la historia humana, un ángel,          manifestándose a          veces en forma corpórea, ha sido embajador de Dios para anunciar          sus designios,          para señalar un camino, para comunicar la voluntad divina. Los          vemos          constantemente actuar como mensajeros del Altísimo, iluminando,          exhortando,          intercediendo, preservando del peligro, castigando. El mismo          significado de la          palabra Ángel enviado expresa su función de mensajero de          Dios ante los          hombres2. Siempre recibieron veneración y respeto en          el Pueblo          elegido. ¿Acaso no son todos ellos espíritus destinados al            servicio,            enviados para asistir a los que han de heredar la salvación?3.
La fe          en esta misión protectora de los ángeles, vinculados a personas          particulares,          es lo que hizo exclamar a Israel, en el momento de bendecir a          sus nietos, los          hijos de José: que el Ángel que me ha librado de todo mal,            bendiga a estos            niños4. Y la Primera lectura de la Misa5          recoge las palabras del Señor a Moisés, que hoy podemos ver como          dirigidas a          cada uno de nosotros: Yo mandaré un Ángel ante ti para que            te defienda en el            camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto. Y el          Profeta Eliseo          dirá a su sirviente, asustado al ver los enemigos que les          rodeaban por todas          partes: Nada temas, que los que están con nosotros son más            que los que están            con ellos. Eliseo oró y dijo: ¡Oh Yahvé!, ábrele los ojos para            que vea. Y Yahvé            abrió los ojos del siervo, y vio la montaña llena de caballos            y carros de fuego            que rodeaban a Eliseo6. ¡Qué seguridad nos          tiene que dar la          presencia en nuestra vida de los Ángeles Custodios! Ellos nos          consuelan, nos          iluminan, pelean en favor nuestro: en lo más duro del combate se            le            aparecieron en el cielo a los adversarios cinco varones            resplandecientes,            montados en caballos con frenos de oro, que poniéndose a la            cabeza de los            judíos y tomando dos de ellos en medio al Macabeo, le            protegían con sus armas,            le guardaban incólume y lanzaban flechas y rayos contra el            enemigo, que, herido            de ceguera y espanto, caía7. De formas y modos          muy diferentes,          los santos ángeles intervienen todos los días en nuestra vida          corriente. ¡Qué          providencia tan singular y llena de bondad y cuánta solicitud la          de Dios con          nosotros, sus hijos, a través de estos santos protectores!          Busquemos en ellos          fortaleza en la lucha ascética ordinaria y ayuda para que          enciendan en nuestros          corazones las llamas del Amor de Dios.
II. Delante            de los ángeles tañeré para Ti, Dios mío8.
La vida          y la enseñanza de Jesús está poblada de la presencia ministerial          de los          ángeles. Gabriel comunica a María que va a ser Madre del          Salvador. Un ángel          ilumina y serena el alma de José; también hay ángeles que          anuncian el          Nacimiento de Jesús a los pastores de Belén. La huida a Egipto,          las tentaciones          del Señor en el desierto, los sufrimientos de Getsemaní, la          Resurrección y la          Ascensión son presenciadas igualmente por estos servidores de          Dios, que, a su          vez, velan constantemente por la Iglesia y por cada uno de sus          miembros, como          atestiguan los Hechos de los Apóstoles9 y la          Tradición          primitiva. En verdad os digo que veréis abrirse los cielos y            a los ángeles            de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre10.
Muchos          santos y muchas almas que han estado muy cerca de Dios se          distinguieron en su          vida aquí en la tierra por su amistad con su Ángel Custodio, al          que acudían muy          frecuentemente11. San Josemaría Escrivá tuvo una          particular devoción          a los Ángeles Custodios. Y precisamente en la fiesta que hoy          celebra la          Iglesia, el Señor le hizo ver con toda claridad la fundación del          Opus Dei, a          través del cual resonaría en gentes de toda condición humana y          social la          llamada a la santidad en el mundo, en medio de sus quehaceres, a          través de las          circunstancias en las que se desarrolla una vida normal. Trataba          a su Ángel          Custodio y saludaba al de la persona con la que conversaba12,          decía          del Ángel Custodio que era "un gran cómplice" en las tareas          apostólicas, y le          pedía también favores materiales. En una época de su vida, le          llamó en alguna          ocasión mi relojerico, pues su reloj se le paraba con          frecuencia y,          careciendo del dinero necesario para arreglarlo, le encargaba          que lo pusiera en          marcha13. Dedicaba un día de la semana el martes a          tratarle con más          empeño14. En cierta ocasión, viviendo en Madrid, en          medio de un          ambiente de persecución religiosa, difícil y agresivamente          anticlerical, se le          abalanzó en la calle un sujeto de mal aspecto con clara          intención de agredirle.          De improviso, se interpuso inexplicablemente otra persona, que          repelió al          agresor. Fue cosa de un instante. Ya a salvo, su protector,          acercándose, le          dijo quedamente al oído: "¡burrito sarnoso, burrito sarnoso!",          palabras con las          que San Josemaría Escrivá se definía a sí mismo, con humildad,          en la intimidad          de su alma, y que solo conocía su confesor. La paz y el gozo de          reconocer la          visible intervención de su Custodio le llenaron el alma15.          "Te          pasmas escribía más tarde- porque tu Ángel Custodio te ha hecho          servicios          patentes. Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor          junto a ti"16.          Hoy puede ser un día para reafirmar nuestra devoción al Ángel          Custodio, pues es          mucha la necesidad que tenemos de él: Oh Dios, que en tu            providencia amorosa            te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos            ángeles le decimos          al Señor con una oración de la Liturgia de la Misa, concédenos,            atento a            nuestras súplicas, vernos siempre defendidos por su protección            y gozar            eternamente de su compañía17.
III. A            sus ángeles ha dado orden para que te guarden en tus            caminos... Y comenta          San Bernardo en una de las lecturas de la Liturgia de las            Horas de hoy:          "Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben          infundirte una gran          devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la          presencia de los          ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su          custodia. Porque ellos          estarán junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes          para protegerte,          lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les          ha dado esta          orden, no por ello debemos de estarles menos agradecidos, pues          cumplen con          tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que          son tan grandes"18.
Te            llevarán en sus manos para que no tropiece tu pie en piedra            alguna19. Nos          sostienen en sus manos como un preciado tesoro que Dios les ha          encomendado.          Como los hermanos mayores cuidan de los pequeños, así los          ángeles nos asisten a          nosotros hasta introducirnos felizmente en la casa paterna.          Entonces habrán          cumplido su misión. Nuestro trato con el Ángel Custodio ha de          tener un carácter          amistoso, que reconozca a la vez su superioridad en naturaleza y          gracia. Aunque          su presencia sea menos sensible que la de un amigo de la tierra,          su eficacia es          mucho mayor. Sus consejos y sugerencias vienen de Dios y          penetran más          profundamente que la voz humana. Y, a la vez, su capacidad para          oírnos y          comprendernos es muy superior a la del amigo más fiel; no solo          porque su          permanencia a nuestro lado es continua, sino porque entra más          hondo en nuestras          intenciones, deseos y peticiones. El Ángel puede llegar a          nuestra imaginación          directamente sin palabra alguna, suscitando imágenes, recuerdos,          impresiones,          que nos señalan el camino a seguir. ¡Cuántas veces nos habrán          ayudado a          continuar nuestro camino como a Elías que, perseguido por          Jezabel, se disponía          a morir, tal era su cansancio, bajo un arbusto del trayecto! Es          bien seguro que          nuestro Ángel, como el de Elías, se acercará a nosotros y nos          hará entender: levántate            y come porque te queda todavía mucho camino20.
Nunca          nos sentiremos solos si nos acostumbramos a tratar a ese amigo          fiel y generoso,          con el que podemos conversar familiarmente21. Él,          además, une su          oración a la nuestra y la presenta a Dios22. Es          necesario, sin embargo,          que mentalmente le hablemos, porque no puede penetrar en nuestro          entendimiento          como lo hace Dios. Y entonces, él podrá deducir de nuestro          interior más de lo          que nosotros mismos somos capaces. "No podemos tener la          pretensión de que los          Ángeles nos obedezcan... Pero tenemos la absoluta seguridad de          que los Santos          Ángeles nos oyen siempre"23. Ya es suficiente.
Nuestro          Ángel Custodio nos acompañará hasta el final del camino y, si          somos fieles, con          él contemplaremos a Nuestra Señora, Reina de los ángeles,          a quien todos          alaban en una eternidad sin fin. A ese coro angélico, con la          ayuda de la          gracia, nos uniremos también nosotros.
1 Antífona            de entrada. Dan 3, 58. — 2 cfr. Juan Pablo II, Audiencia            general          30-VII-1986. — 3 Heb 1, 14. — 4 Gen          48, 16. — 5          Ex 23, 20-23. — 6 4 Rey 6, 16-17. — 7          4 Rey          10, 29-30. — 8 Antífona de comunión — 9          Hch 5,          19-20; 12, 7-17. — 10 Jn 1, 51. — 11          Cfr. G. Huber, Mi            ángel marchará delante de ti, Palabra, 7.ª ed., Madrid          1985, pp. 33 y ss. —          12 A. Vázquez de Prada, El fundador del Opus Dei,          Rialp, Madrid          1983, p. 121. — 13 Ibídem. — 14 Ibídem,          p. 502,          nota 40. — 15 Cfr. ibídem, p. 136 — 16          San Josemaría          Escrivá, Camino, n. 565. — 17 Oración            colecta. — 18          Liturgia de las Horas, Segunda lectura, San Bernardo, Sermón            12 sobre            el Salmo "Qui habitat", 3, 6-8. — 19 Sal          90, 12. — 20 1            Rey 19, 7, — 21 Cfr. Tanquerey, Compendio de            Teología ascética y            mística, Palabra, Madrid 1990, n. 187, pp. 131-132. — 22          Cfr.          Orígenes, Contra Celso, 5, 4. — 23 San Josemaría          Escrivá, Forja,          n. 339.
* La          devoción a los Ángeles Custodios está atestiguada desde los          mismos comienzos          del Cristianismo. La fiesta con carácter universal para toda la          Iglesia fue          instituida por el Papa Clemente X en el siglo xvii. Los Ángeles          Custodios son          los mensajeros del Señor encargados de velar por cada uno de          nosotros,          protegiendo nuestro camino en la tierra y compartiendo con los          cristianos el          afán apostólico de acercar las almas a Dios.
___________________________________________________________________________________________
† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Los            Santos Ángeles de la Guarda
Angel            de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche            ni de día, 
            hasta que me pongas en los brazos de Jesús, José y María.
En la          S. Biblia la palabra Ángel          significa "Mensajero". Un espíritu purísimo que está cerca de          Dios          para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los          seres humanos.        
Ya          en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: "Los cristianos          creemos que a          cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".
Y          se basa esta creencia en la frase del Salmo 90: "A sus ángeles          ha dado          órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos". Y en aquella          otra frase          tan famosa de Jesús: "Cuidad de no escandalizar a ninguno de          estos          pequeñuelos, porque sus ángeles están siempre contemplando el          rostro de mi          Padre Celestial". Y Judit en la Biblia al ser recibida como          libertadora de          Betulia exclamaba: "El ángel del Señor me acompañó en el viaje          de ida, en          mi estadía allá , y en el viaje de venida".
En          el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno          tiene un ángel          custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega          a llamar a la          puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús,          ellos creen al          principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su          ángel"          (Hechos 12, 15).
Ya          en el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los          Ángeles de la Guarda          y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la          Guarda. Dice así:          "Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres          mi          guardián, custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi          entendimiento,          dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás          ofenda a Dios          Señor. Amen.
En          el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia          universal la fiesta de          los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.
Consejos          de un santo: San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy          célebre acerca del          Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases: Respetemos su          presencia          (portándonos como es debido). Agradezcámosle sus favores (que          son muchos más de          los que nos podemos imaginar). Y confiemos en su ayuda (que es          muy poderosa          porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a          nuestras pasiones          que nos traicionan).
San          Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda,          un dos de          octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de          peligro invocaran a          su Ángel Custodio y que en esa semana dos jóvenes obreros          estaban en un andamio          altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y          se vinieron          abajo. Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: "Ángel de          mi          guarda!". Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo          encontraron          muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había invocado al          Ángel          Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la escalera          del andamio          como si nada le hubiera pasado. Preguntado luego exclamó:          "Cuando vi que          me venía abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y sentí como si          me pusieran por          debajo una sábana y me bajaran suavecito. Y después ya no          recuerdo más".          Así lo narra el santo.
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Saturio, Santo Eremita, Octubre 2   
              
 Eremita Martirologio                    Romano: En Numancia, en la Hispania Cartaginense,                      san Saturio, eremita (606).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          Franciscanos.net 
          Antonio Chevrier, Beato Presbitero y Fundador, Octubre 2            
              
 Fundador de la                    Obra de la Providencia del Prado Martirologio                    Romano: En Lyon, en Francia, beato Antonio                      Chevrier, presbítero, que instituyó la Obra de la                      Providencia del Prado, para preparar sacerdotes                      destinados a enseñar la doctrina cristiana a jóvenes                      pobres (1879).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          Vatican.va 
          Juan Beyzym, Beato Presbítero Jesuita, 2 de octubre   
              
 Apóstol de los                    lebrosos en Madagascar Martirologio                    Romano: En Fianarantsoa, en la isla de                    Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero de la                    Compañía de Jesús, que ejerció su ministerio junto a                    los leprosos, a los que prodigó una obra de caridad en                    favor de sus cuerpos y de sus espíritus (1912).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Leodegario de Autun, Santo Obispo y Mártir, Octubre 2   
              
 Obispo y Mártir Martirologio                    Romano: n Sarcing, en el territorio de Arras, en                      Neustria, Francia septemtrional, muerte de san                      Leodegario, obispo de Autun, el cual, sometido a                      varios suplicios y cegado, fue condenado a muerte                      injustamente por Ebroino, mayordomo de palacio del                      rey Teodorico. Con él se venera la memoria de su                      hermano Gerino, mártir, que dos años antes, por                      orden del mismo Ebroino, había sido lapidado (679-                      680 y 677).  |           
___________________________________________________________________________________________
Jeanne            Emilie de Villeneuve, Beata Fundadora, 2 de octubre          
              
 Fundadora de la                    Congregación 
  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este          día, Octubre 2            
___________________________________________________________________________________________
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
Si NO desea el evangelio,          santoral y meditación diaria          y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la          mayoría), unos 4 por          semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de          confirmación).
Para de-suscribirse          escribir desde su casilla de email          a:
Evangelio+unsubscribe@googlegroups.com
Si no se desuscribe es          porque recibe el mensaje en su          otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese          otro email.









