JMJ
Pax
†            Lectura del santo Evangelio        según san            Lucas (1,          26-38) 
Gloria              a ti, Señor.
En          aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por          Dios a una          ciudad de Galilea, llamada Nazaret,          a una virgen desposada con un          varón de la estirpe de David,          llamado José. La virgen se          llamaba María.
Entró          el ángel a donde ella estaba y le dijo:          "Alégrate, llena          de gracia, el Señor está contigo".          Al oír estas palabras, ella          se preocupó mucho y se preguntaba          qué querría decir semejante          saludo.
El          ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado          gracia ante          Dios. Vas a concebir y a dar a          luz un hijo y le pondrás por nombre          Jesús. El será grande y será          llamado hijo del Altísimo; el          Señor Dios le dará el trono de          David, su padre, y él reinará sobre          la casa de Jacob por los siglos          y su reinado no tendrá fin" María          le dijo entonces al ángel: "¿Cómo          podrá ser esto, puesto que yo          permanezco virgen?" El          ángel le contestó: "El Espíritu Santo          descenderá sobre ti y el poder          del Altísimo te cubrirá con su          sombra. Por eso, el Santo,          que va a nacer de ti, será llamado          hijo de Dios. Ahí tienes          a tu parienta Isabel, que a          pesar de su vejez, ha concebido          un hijo y ya va en el          sexto mes la que llamaban estéril,          porque no hay nada imposible          para Dios". María contestó:          "Yo soy la esclava del Señor;          cúmplase en mí lo que me has          dicho". Y el ángel se retiró          de su presencia.
Palabra            del Señor.
Gloria              a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Fiesta              de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario
Patrona              de Guatemala
Mi              alma glorifica al Señor
 
Antífona          de Entrada 
Te          saludamos, María, la llena de gracia; el Señor está          contigo.
Bendita          tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu          vientre.
Se              dice Gloria.
Oración          Colecta 
Oremos: Señor,            tú que nos has hecho conocer            el misterio gozoso de            la Encarnación de tu Hijo, concédenos            tu gracia, por intercesión            de la santísima Virgen            María, para acompañar a            Cristo en los misterios dolorosos            de su pasión y muerte            y poder participar así de            su gloriosa resurrección.
Por            nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera              Lectura Lectura del libro de los            Hechos de            los Apóstoles (1,          12-14) 
Después          de la ascensión de Jesús a los cielos, los apóstoles          regresaron a Jerusalén desde          el monte de los Olivos, que          dista de la ciudad lo que se          permite caminar en sábado.
Cuando          llegaron a la ciudad, subieron al piso alto de          la casa donde          se alojaban, Pedro y Juan,          Santiago y Andrés, Felipe y          Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago          (el hijo de Alfeo), Simón          el cananeo y Judas, el          hijo de Santiago. Todos ellos perseveraban          unánimes en la oración,          junto con María, la          madre de Jesús, con los parientes          de Jesús y algunas mujeres.
Palabra            de Dios.
Te              alabamos, Señor.
  
Salmo              Responsorial Lucas            1 
El              Señor se acordó de su misericordia.
Mi            alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de            júbilo en Dios,            mi salvador, porque puso sus            ojos en la humildad de su esclava.
El              Señor se acordó de su misericordia.
Desde            ahora me llamarán dichosa todas las            generaciones, porque            ha hecho en mí grandes cosas            el que todo lo puede.
Santo            es su nombre.
El              Señor se acordó de su misericordia.
Su            misericordia llega de generación en generación a            los que lo temen. A los hambrientos            los colmó de            bienes y a los ricos los despidió            sin nada.
El              Señor se acordó de su misericordia.
Acordándose            de su misericordia, vino en            ayuda de Israel,            su siervo, como lo había prometido            a nuestros padres, a            Abraham y a su descendencia, para            siempre.
El              Señor se acordó de su misericordia.
  
Aclamación          antes del Evangelio Aleluya, aleluya.
Yo          soy la esclava del Señor; que se cumpla en mí lo que          me has          dicho.
Aleluya.
  
Evangelio  
†            Lectura del santo Evangelio        según san            Lucas (1,          26-38) 
Gloria              a ti, Señor.
En          aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por          Dios a una          ciudad de Galilea, llamada Nazaret,          a una virgen desposada con un          varón de la estirpe de David,          llamado José. La virgen se          llamaba María.
Entró          el ángel a donde ella estaba y le dijo:          "Alégrate, llena          de gracia, el Señor está contigo".          Al oír estas palabras, ella          se preocupó mucho y se preguntaba          qué querría decir semejante          saludo.
El          ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado          gracia ante          Dios. Vas a concebir y a dar a          luz un hijo y le pondrás por nombre          Jesús. El será grande y será          llamado hijo del Altísimo; el          Señor Dios le dará el trono de          David, su padre, y él reinará sobre          la casa de Jacob por los siglos          y su reinado no tendrá fin" María          le dijo entonces al ángel: "¿Cómo          podrá ser esto, puesto que yo          permanezco virgen?" El          ángel le contestó: "El Espíritu Santo          descenderá sobre ti y el poder          del Altísimo te cubrirá con su          sombra. Por eso, el Santo,          que va a nacer de ti, será llamado          hijo de Dios. Ahí tienes          a tu parienta Isabel, que a          pesar de su vejez, ha concebido          un hijo y ya va en el          sexto mes la que llamaban estéril,          porque no hay nada imposible          para Dios". María contestó:          "Yo soy la esclava del Señor;          cúmplase en mí lo que me has          dicho". Y el ángel se retiró          de su presencia.
Palabra            del Señor.
Gloria              a ti, Señor Jesús.
  
Oración          sobre las Ofrendas 
Que            el memorial de los misterios de nuestra redención,            transforme, Señor,            nuestra vida y nos haga            dignos de la salvación eterna.
Por            Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio            de Santa María Virgen I 
Maternidad            de la santísima Virgen María 
El          Señor esté con ustedes.
Y              con tu espíritu.
Levantemos          el corazón.
Lo              tenemos levantado hacia el Señor.
Demos          gracias al Señor, nuestro Dios.
Es              justo y necesario.
En          verdad es justo y necesario, es nuestro deber y          salvación darte          gracias siempre y en todo lugar,          Señor, Padre santo, Dios todopoderoso          y eterno.
Y          alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la fiesta de          Santa María,          siempre virgen: Porque          ella concibió a tu único          Hijo por obra del Espíritu Santo          y sin perder la gloria de su          virginidad, hizo brillar sobre          el mundo          la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor.
Por          él, los ángeles y los arcángeles y todos los          coros celestiales,          celebran tu gloria, unidos          en común alegría.
Permítenos          asociarnos a sus voces, cantando humildemente          tu alabanza: Santo,              Santo, Santo...
Antífona          de la Comunión 
El          ángel Gabriel dijo a María: Vas a concebir y a dar a          luz un          Hijo, a quien pondrás por nombre          Jesús.
Oración después          de la Comunión 
Oremos: Por            medio de esta Eucaristía, en            la que hemos proclamado la            muerte y resurrección de            tu Hijo, concédenos, Señor,            la gracia de participar con            nuestros sufrimientos en            la pasión de Cristo, para que            podamos participar también            de su gloriosa resurrección.
Por            Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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Martes de la 27ª semana de          Tiempo Ordinario. Nuestra          Señora, la Virgen del Rosario
PRIMERA LECTURA
Reveló a su Hijo en mí,          para que yo lo anunciara a los          gentiles 
san Pablo a los Gálatas 1,          13-24
Hermanos:
Habéis oído hablar de mi          conducta pasada en el          judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la          asolaba, y me          señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza,          como partidario          fanático de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me          escogió desde el seno de mi          madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí,          para que yo lo          anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres,          sin subir a          Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a          Arabia, y después          volví a Damasco.
Más tarde, pasados tres          años, subí a Jerusalén para          conocer a Cefas, y me quedé quince días con él. Pero no vi a          ningún otro          apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Dios es          testigo de que no          miento en lo que os escribo. Fui después a Siria y a Cilicia.          Las Iglesias          cristianas de Judea no me conocían personalmente; sólo habían          oído decir que el          antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba          destruir, y          alababan a Dios por causa mía.
Palabra de Dios.
Sal 138, 1-3. 13-14ab.          14c-15
R. Guíame, Señor, por el          camino eterno.
Señor, tú me sondeas y me          conoces; 
me conoces cuando me          siento o me levanto, 
de lejos penetras mis          pensamientos; 
distingues mi camino y mi          descanso, 
todas mis sendas te son          familiares. R.
Tú has creado mis          entrañas, 
me has tejido en el seno          materno. 
Te doy gracias, 
porque me has escogido          portentosamente, 
porque son admirables tus          obras. R.
Conocías hasta el fondo de          mi alma, 
no desconocías mis huesos.          
Cuando, en lo oculto, me          iba formando, 
y entretejiendo en lo          profundo de la tierra. R.
EVANGELIO
Marta lo recibió en su          casa. María ha escogido la          parte mejor 
Lectura del santo          evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró          Jesús en una aldea, y una mujer          llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana          llamada María, que,          sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba          para dar abasto con el          servicio; hasta que se paró y dijo:
-«Señor, ¿no te importa          que mi hermana me haya dejado          sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó:
-«Marta, Marta, andas          inquieta y nerviosa con tantas          cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor,          y no se la          quitarán. »
Palabra del Señor.
† Meditación          diaria
7 de          octubre
NUESTRA          SEÑORA DEL ROSARIO*
Memoria
— El          Rosario, arma poderosa.
—          Contemplar los misterios del          Rosario.
— Las          letanías lauretanas.
I. Y          habiendo entrado donde ella          estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es          contigo1. Con          estas palabras el ángel saludó a Nuestra Señora, y nosotros las          hemos repetido          incontables veces en tonos y circunstancias bien diferentes.
En la          Edad Media se saludaba a la          Virgen María con el título de rosa (Rosa mystica) símbolo de          alegría. Se adornaban          sus imágenes como ahora con una corona o ramo de rosas (en latín          medieval          Rosarium), expresión de las alabanzas que nacían de un corazón          lleno de amor. Y          quienes no podían recitar los ciento cincuenta salmos del Oficio          divino lo          sustituían por otras tantas Avemarías, sirviéndose para          contarlas de granos          enhebrados por decenas o nudos hechos en una cuerda. A la vez,          se meditaba la          vida de la Virgen y del Señor. Esta oración del Avemaría,          recitada desde          siempre en la lglesia y recomendada frecuentemente por los Papas          y Concilios en          una forma más breve, adquiere más tarde su forma definitiva al          añadírsele la          petición por una buena muerte: ruega por nosotros, pecadores,          ahora y en la          hora de nuestra muerte. En cada situación, ahora, y en el          momento supremo de          encontrarnos con el Señor. Se estructuran también los misterios,          contemplándose          así los hechos centrales de la vida de Jesús y de María, como un          compendio del          año litúrgico y de todo el Evangelio. También se fijó el rezo de          las letanías,          que son un canto lleno de amor, de alabanzas a Nuestra Señora y          de peticiones,          de manifestaciones de gozo y de alegría.
San          Pío V atribuyó la victoria de          Lepanto, el 7 de octubre de 1571 con la cual desaparecieron          graves amenazas          para la fe de los cristianos, a la intercesión de la Santísima          Virgen, invocada          en Roma y en todo el orbe cristiano por medio del Santo Rosario,          y quedó          instituida la fiesta que celebramos hoy. Con este motivo, fue          añadida a las          letanías la invocación Auxilium christianorum. Desde entonces,          esta devoción a          la Virgen ha sido constantemente recomendada por los Romanos          Pontífices como          «plegaria pública y universal frente a las necesidades          ordinarias y          extraordinarias de la Iglesia santa, de las naciones y del mundo          entero»2.
En          este mes de octubre, que la          Iglesia dedica a honrar a Nuestra Madre del Cielo especialmente          a través de          esta devoción mariana, hemos de pensar con qué amor lo rezamos,          cómo          contemplamos cada uno de sus misterios, si ponemos peticiones          llenas de santa          ambición, como aquellos cristianos que con su oración          consiguieron de la Virgen          esta victoria tan trascendental para toda la cristiandad. Ante          tantas          dificultades como a veces experimentamos, ante tanta ayuda como          necesitamos en          el apostolado, para sacar adelante a la familia y para acercarla          más a Dios, en          las batallas de nuestra vida interior, no podemos olvidar que,          «como en otros          tiempos, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en          nuestra lucha          interior, y para ayudar a todas las almas»3.
II. El          nombre de Rosario, en la          lengua castellana, proviene del conjunto de oraciones, a modo de          rosas, dedicadas          a la Virgen4. También como rosas fueron los días de la Virgen:          «Rosas blancas y          rosas rojas; blancas de serenidad y pureza, rojas de sufrimiento          y amor. San          Bernardo aquel enamorado de Santa María dice que la misma Virgen          fue una rosa          de nieve y de sangre.
»¿Hemos          intentado alguna vez          desgranar su vida, día a día, en nuestras manos?»5. Eso hacemos          al contemplar          las escenas misterios de la vida de Jesús y de María que se          intercalan cada          diez Avemarías. En estas escenas del Rosario, divididas en tres          grupos,          recorremos los diversos aspectos de los grandes misterios de la          salvación: el          de la Encarnación, el de la Redención y el de la vida eterna6.          En estos          misterios, de una forma u otra, tenemos siempre presente a la          Virgen. En el          Santo Rosario no se trata solo de repetir las Avemarías a          Nuestra Señora, que,          como procuramos hacerlo con amor quizá poniendo peticiones en          cada misterio o          en cada Avemaría, no nos resultan monótonas. En esta devoción          vamos también a          contemplar los misterios que se consideran en cada decena. Su          meditación          produce un gran bien en nuestra alma, pues nos va identificando          con los          sentimientos de Cristo y nos permite vivir en un clima de          intensa piedad:          gozamos con Cristo gozoso, nos dolemos con Cristo paciente,          vivimos          anticipadamente en la esperanza, en la gloria de Cristo          glorificado7.
Para          realizar mejor esta          contemplación de los misterios puede ser práctico detenerse          «durante unos          segundos tres o cuatro en un silencio de meditación,          considerando el respectivo          misterio del Rosario, antes de recitar el Padrenuestro y las          Avemarías de cada          decena»8; acercarnos a la escena como un personaje más, imaginar          los          sentimientos de Cristo, de María, de José...
Así,          procurando con sencillez          «asomarnos» a la escena que se nos propone en cada misterio, el          Rosario «es una          conversación con María que, igualmente, nos conduce a la          intimidad con su          Hijo»9. Nos familiarizamos en medio de nuestros asuntos          cotidianos con las          verdades de nuestra fe, y esta contemplación que podemos hacer          incluso en medio          de la calle, del trabajo, nos ayuda a estar más alegres, a          comportarnos mejor          con quienes nos relacionamos. La vida de Jesús, por medio de la          Virgen, se hace          vida también en nosotros, y aprendemos a amar más a Nuestra          Madre del Cielo.          ¡Qué ciertas son las verdades que así expresó el poeta!: «Tú que          esta devoción          supones // monótona y cansada, y no la rezas // porque siempre          repite iguales          sones... // tú no entiendes de amores y tristezas: // ¿qué pobre          se cansó de          pedir dones, // qué enamorado de decir ternezas?»10.
III.          Después de contemplar los          misterios de la vida de Jesús y de Nuestra Señora con el          Padrenuestro y el Avemaría,          terminamos el Santo Rosario con la letanía lauretana y algunas          peticiones que          varían según las regiones, las familias o la piedad personal.
El          origen de las letanías se          remonta a los primeros siglos del cristianismo. Eran oraciones          breves,          dialogadas entre los ministros del culto y el pueblo fiel, y          tenían un especial          carácter de invocación a la misericordia divina. Se rezaban          durante la Misa y,          más especialmente, en las procesiones. Al principio se dirigían          al Señor, pero          muy pronto surgen también las invocaciones a la Virgen y a los          santos. Las          primicias de las letanías marianas son los elogios llenos de          amor de los          cristianos a su Madre del Cielo y las expresiones de admiración          de los Santos Padres,          especialmente en Oriente.
Las          que actualmente se rezan en el          Rosario comenzaron a cantarse solemnemente en el Santuario de          Loreto (de donde          procede el nombre de letanía lauretana) hacia el año 1500, pero          recogen una          tradición antiquísima. Desde allí se extendieron a toda la          Iglesia.
Cada          título es una jaculatoria          llena de amor que dirigimos a la Virgen y nos muestra un aspecto          de la riqueza          del alma de María. Estas invocaciones se agrupan según las          principales verdades          marianas: maternidad divina, virginidad perpetua, mediación,          realeza universal          y ejemplaridad y camino para todos sus hijos. Estas aclamaciones          vienen          expresadas en las primeras advocaciones, y son desarrolladas a          continuación.          Así, al invocarla como Sancta Dei Genitrix, profesamos          explícitamente la          maternidad; cuando la alabamos como Virgo virginum, reconocemos          su virginidad          perpetua, que la hace Virgen entre las vírgenes; al invocarla          con el título de          Mater Christi, profesamos su íntima e indisoluble unión con          Cristo, verdadero          Mediador y verdadero Rey, y la reconocemos, por tanto, como          Reina y          mediadora...
La          Virgen es Madre de Dios y Madre          nuestra, y es este el título supremo con que la honramos y el          fundamento de          todos los demás. Por ser Madre de Cristo, Madre del Creador y          del Salvador, lo          es de la Iglesia, de la divina gracia, es Madre purísima y          castísima, intacta,          incorrupta, inmaculada, digna de ser amada y de ser admirada.
En las          letanías se recogen          diversos aspectos de la virginidad perpetua de María: es Virgen          prudentísima,          digna de veneración, digna de alabanza, poderosa, clemente,          fiel...
La          Madre de Dios, Mediadora en          Cristo11 entre Dios y los hombres, se prodiga continuamente en          servicio nuestro.          Nos es presentada además bajo tres bellísimos símbolos y otros          aspectos de su          mediación universal: la Virgen María es la nueva Arca de la          alianza, la Puerta          del Cielo a través de quien llegamos a Dios, es la Estrella de          la mañana que          nos permite siempre orientarnos en cualquier momento de la vida,          Salud de los          enfermos, Refugio de los pecadores (¡tantas veces hemos tenido          que recurrir a          Ella!), Consoladora de los afligidos, Auxilio de los          cristianos...
María          es Reina de todo lo creado,          de los cielos y de la tierra, porque es Madre del Rey del          universo. La universalidad          de este reinado comienza en los ángeles y sigue en los santos          (los del Cielo y          los que en la tierra buscan la santidad): Santa María es Reina          de los ángeles,          de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los          mártires, de los          que confiesan la fe, de las vírgenes, de todos los santos.          Termina con cuatro          títulos de realeza: es Reina concebida sin pecado, asunta al          Cielo, del          santísimo Rosario y de la paz.
Después          de invocarla como ejemplo          acabado y perfecto de todas las virtudes, sus hijos la aclamamos          con estos          símbolos y figuras de admirable ejemplaridad: Espejo de          santidad, Trono de          sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso espiritual, Vaso          honorable, Vaso          insigne de devoción, Rosa mística, Torre de David, Torre de          marfil y Casa de oro.
Al          detenernos despacio en cada una          de estas advocaciones podemos maravillarnos de la riqueza          espiritual, casi          infinita, con que Dios la ha adornado. Nos produce una inmensa          alegría tener          una Madre así, y se lo decimos muchas veces a lo largo del día.          Cada una de las          advocaciones de las letanías nos puede servir como una          jaculatoria en la que le          decimos lo mucho que la amamos, lo mucho que la necesitamos.
1 Lc          1, 28. — 2 Juan XXIII, Carta          Apost. Il religioso convegno 29-IX-1961. — 3 San Josemaría          Escrivá, Santo Rosario,          p, 9, — 4 Cfr. J. Corominas, Diccionario crítico etimológico          castellano e          hispánico, Gredos, Madrid 1987, vol V, voz Rosa. — 5 J. M.          Escartín, Meditación          del Rosario, Palabra, 3.ª ed., Madrid 1971, p. 27. — 6 Cfr. R.          Garrigou-Lagrange,          La madre del Salvador. Rialp, Madrid 1976, p. 350. — 7 Cfr.          Pablo VI, Exhort,          Apost. Marialis cultus, 2-II-1974, 46, — 8 San Josemaría          Escrivá, o, c., p. 17.          — 9 R. Garrigou-Lagrange, o. c., p. 353. — 10 Cit. por A. Royo          Marín, La Virgen          María, BAC, Madrid 1968, pp. 470-471. — 11 Cfr. Juan Pablo II,          Enc. Redemptoris          Mater, 25-III-1987, n. 38.
* Esta          fiesta fue instituida por          San Pío V para conmemorar y agradecer a la Virgen su ayuda en la          victoria sobre          los turcos en Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Es famoso su          Breve Consueverunt          (14-IX-1569), que vio en el Rosario un presagio de aquella          victoria. Clemente          XI extendió la fiesta a toda la Iglesia el 3-X-1716. León XIII          le otorgó un          mayor rango litúrgico y publicó nueve admirables Encíclicas          sobre el Rosario. Con          San Pío X quedó definitivamente la fecha de su celebración el 7          de octubre. La          celebración de este día es una invitación para todos a rezar y          meditar los          misterios de la vida de Jesús y de María, que se contemplan en          esta devoción          mariana.
27ª semana.          Martes
EN BETANIA
— Los          quehaceres de la vida          corriente, medio y ocasión para encontrar a Dios.
— Unidad de          vida.
— Solo una          cosa es necesaria, la          santidad personal.
I. Refiere          San Lucas en su Evangelio          que Jesús marchaba hacia Jerusalén, y unos pocos kilómetros          antes de llegar a          la ciudad entró a descansar en casa de unos amigos en la pequeña          localidad de          Betania1. Son tres hermanos –Lázaro, Marta y María– a los que          Jesús mostró un          particular aprecio, como podemos leer en otros lugares del          Evangelio2. El          Maestro se siente bien en aquel hogar, rodeado de amigos. Marta          se dispuso a          dar algún refrigerio a Jesús y a sus acompañantes, cansados          después de una          larga andadura por caminos duros y polvorientos. Por eso, se          afanaba en los          múltiples quehaceres de la casa. Su hermana María, sentada a los          pies del          Señor, escuchaba sus palabras.
Durante          mucho tiempo se ha          considerado a Marta como figura e imagen de la vida activa,          mientras que María          ha sido el símbolo de la contemplativa. Sin embargo, para la          mayoría de los          cristianos que han de santificarse en medio de las tareas          seculares, no pueden          considerarse como dos modos contrapuestos de vivir el          cristianismo. En primer          lugar, porque no tendría sentido una vida de trabajo, metida en          los negocios,          en el estudio, o preocupada de los problemas del hogar, que se          olvide de Dios;          por otro, porque habría serios motivos para dudar de la          sinceridad de una vida          de oración que no se manifestara en una caridad más fina, en un          trabajo mejor          realizado, en una amistad leal. El trabajo, el estudio, los          problemas que se          presentan en una vida normal, lejos de ser obstáculos, han de          ser medio y          ocasión de un trato afectuoso con Nuestro Señor3. «En esta          tierra, la          contemplación de las realidades sobrenaturales, la acción de la          gracia en          nuestras almas, el amor al prójimo como fruto sabroso del amor a          Dios, suponen          ya un anticipo del Cielo, una incoación destinada a crecer día a          día. No          soportamos los cristianos una doble vida: mantenemos una unidad          de vida,          sencilla y fuerte en la que se fundan y compenetran todas          nuestras acciones          (...). Seamos almas contemplativas, con un diálogo constante,          tratando al Señor          a todas horas; desde el primer pensamiento del día al último de          la noche,          poniendo de continuo nuestro corazón en Jesucristo Señor          Nuestro, llegando a Él          por Nuestra Madre Santa María y, por Él, al Padre y al Espíritu          Santo»4.
El quehacer          profesional, las          dificultades corrientes que lleva consigo toda existencia, las          ilusiones          nobles, las preocupaciones... han de alimentar nuestra          conversación diaria con          Jesús. Si no fuera así, ¿de qué hablaríamos con Él? Aquellos          amigos de Betania,          como también hacían los Apóstoles, le contaban al Maestro las          pequeñas          incidencias de su vivir diario, le preguntaban lo que no          entendían. Alguno de          estos diálogos de Jesús con sus más íntimos ha quedado plasmado          en el          Evangelio: Maestro -le dicen los Apóstoles en una ocasión-,          hemos visto a uno          que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido porque          no es de          nuestro grupo... Otras veces le confiesan sencillamente sus          inquietudes: Mira,          nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué será de          nosotros?... Su          vida misma era el tema de conversación con Jesús. Así hemos de          hacer nosotros.
A la vez, la          oración ha de enriquecer          todas las circunstancias por las que hemos de pasar. Cerca de          Jesús aprenderemos          a ser mejores amigos de nuestros amigos, a vivir con plenitud la          justicia y la          lealtad en la tarea profesional, a ser más humanos, a permanecer          abiertos y          disponibles para atender las necesidades de otros.
II. Es muy          posible que Marta, ante la          urgencia y el aumento del trabajo doméstico, prestara mayor          atención y          estuviera más preocupada de sus quehaceres que del Señor mismo.          Además, parece          como si María, sentada a los pies de Jesús, le quitara la paz.          Por eso,          poniéndose delante dijo: Señor, ¿nada te importa que mi hermana          me deje sola en          el trabajo de la casa? Dile, pues, que me ayude. Podemos          imaginar fácilmente al          Maestro dirigiéndole esta afectuosa reconvención: Marta, Marta,          tú te preocupas          y te inquietas por muchas cosas. En verdad una sola cosa es          necesaria. Solo una          es necesaria: el amor a Dios, la santidad personal. Cuando          Cristo es el          objetivo de nuestra vida las veinticuatro horas del día,          trabajamos más y          mejor. Este es el hilo fuerte –como en un collar de perlas          finas– que une todas          las obras del día; así evitamos la doble vida: una para Dios y          otra dedicada a          las tareas en medio del mundo: a los negocios, a la política, al          descanso...
En la          existencia del cristiano, enseña          el Papa Juan Pablo II, «no puede haber dos vidas paralelas: por          una parte, la          denominada vida espiritual, con sus valores y exigencias; y por          otra, la          denominada vida secular, es decir, la vida de familia, del          trabajo, de las          relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura. El          sarmiento          arraigado en la vid que es Cristo, da fruto en cada sector de su          actividad y de          su existencia. En efecto, todos los distintos campos de la vida          laical entran          en el designio de Dios, que los quiere como el lugar histórico          del revelarse y          realizarse de la caridad de Jesucristo para gloria del Padre y          servicio a los          hermanos. Toda actividad, toda situación, todo esfuerzo concreto          –como por          ejemplo, la competencia profesional y la solidaridad en el          trabajo, el amor y          la entrega a la familia y a la educación de los hijos, el          servicio social y          político, la propuesta de la verdad en el ámbito de la cultura–          son ocasiones          providenciales para "un ejercicio continuo de la fe, de la          esperanza y de la          caridad" (Apostolicam actuositatem, 4)»5.
El acontecer          diario, la intensidad          del trabajo, el cansancio, las relaciones con los demás, son          circunstancias que          se presentan para ejercitar no solo las virtudes humanas, sino          también las          sobrenaturales. A Jesús le tenemos muy cerca de nosotros, como          Marta. Nos          acompaña en el hogar, en la oficina, en el laboratorio, cuando          vamos por la          calle. No dejemos de referir a Él todo lo que sucede a lo largo          de la jornada.          Porque entonces, metidos de lleno en los diferentes quehaceres          que nos ocupan          durante todo el día, sabremos decir, con palabras de un Salmo          que hoy se reza          en la Liturgia de las Horas: ¡Cuánto amo tu voluntad!: todo el          día la estoy          meditando; tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,          siempre me acompaña;          soy más docto que todos mis maestros porque medito tus          preceptos6.
III. Solo          una cosa es necesaria: la          amistad creciente con el Señor. «Este debe ser el objetivo y el          designio constante          de nuestro corazón... Todo lo que le aparte de esto, por grande          que pueda          parecernos, ha de tener un lugar secundario o, por mejor decir,          el último de          todos. Inclusive debemos considerarlo como un daño positivo»7,          un gran mal. El          mayor bien que podemos prestar a la familia, al trabajo, a          nuestros amigos...,          a la sociedad, es el cuidado de esos medios que nos unen al          Señor: la presencia          de Dios durante el día, el empeño en la oración diaria, la          Confesión frecuente          llena de contrición... El mayor mal, el descuido de estos medios          que nos          acercan a Jesús. Esto puede suceder por desorden, por tibieza,          incluso por una          aparente eficacia mayor en otras actividades que pueden          presentarse como más          urgentes o importantes. San Ignacio de Antioquía escribía a San          Policarpo que          hemos de desear esta amistad con Dios «de la misma forma que el          piloto anhela          vientos favorables y el marinero sorprendido por la tempestad          suspira por el          puerto»8.
El trato          sincero con el Señor          enriquece todas las demás actividades, de la misma manera que la          pobreza          interior se refleja también en todo aquello que realizamos.          Cuando veamos que          la multiplicidad de quehaceres tiende a ahogar estos tiempos que          dedicamos          especialmente al Señor, hemos de oír en la intimidad de nuestra          alma que, como          a Marta, el Señor nos dice: una sola cosa es necesaria. La          búsqueda de la          santidad es lo primero que se debe intentar en esta vida, lo que          ha de estar          siempre en primer lugar. Buscad, pues, primero el Reino de Dios          y su justicia,          y todo lo demás se os dará por añadidura9, anunció en otra          ocasión el Maestro.
«Agradece al          Señor el enorme bien que          te ha otorgado, al hacerte comprender que "solo una cosa es          necesaria". —Y,          junto a la gratitud, que no falte a diario tu súplica, por los          que aun no le          conocen o no le han entendido»10. ¡Qué alegría tan grande poder          tener siempre          presente que el gran objetivo de nuestra vida es crecer en amor          a Jesucristo!          ¡Qué gozo poder comunicarlo a muchos! Pidamos a Nuestra Señora          que no perdamos          nunca de vista al Señor mientras procuramos llevar a cabo con          perfección,          acabadamente, nuestras tareas profesionales.
1 Lc 10,          38-42. — 2 Cfr. Jn 11, 1-45;          12, 1-9. — 3 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA,          Pamplona 1983, in          loc. — 4 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 126. — 5          Juan Pablo II,          Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 59. — 6          Liturgia de las          Horas, Hora intermedia. Sal 119, 97-99. — 7 Casiano, Colaciones,          1. — 8 San          Ignacio de Antioquía, Epístola a San Policarpo. — 9 Mt 6, 33. —          10 San          Josemaría Escrivá, Surco, n. 454.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santo            Domingo de Guzmán.
          La          Madre de Dios, en una aparición          a Santo Domingo le enseño a rezar el rosario, en el año 1208. Le          dijo que          propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en          contra de los          enemigos de la Fe.
Domingo          de Guzmán era un santo          sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los          que se habían          apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña          que existen dos          dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo          espiritual. El malo,          todo lo material. Como consecuencia, para los albingenses, todo          lo material es          malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús          tuvo un          cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.
También          negaban los sacramentos y          la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a          reconocer al Papa y          establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los          Papas enviaron          sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero          sin mucho          éxito. También habían factores políticos envueltos.
Domingo          trabajó por años en medio          de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus          oraciones y sacrificios,          logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a          ser ridiculizados          y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos.          Domingo dio inicio a          una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su          convento se          encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la          Santísima Virgen. Fue          en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que          lo ayudara,          pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La            Virgen pide a Santo Domingo le            ayuda a propagar la devoción. 
          La          Virgen se le apareció en la capilla.          En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a          recitarlo. Dijo que lo          predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores          se convertirían          y obtendrían abundantes gracias.
Domingo          salió de allí lleno de          celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y          con gran éxito          por que muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Lamentablemente          la situación entre          albingences y cristianos estaba además vinculada con la          política, lo cual hizo          que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente          del ejército          cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a          las tropas a          rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su          batalla más          importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había          sido un          verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de          gratitud, De          Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del          Rosario.
Las            promersa de la Virgen María a            los que recen devotamente el Santo Rosario. 
          Un          creciente número de hombres se          unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del          Santo Padre,          Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como          Dominicos). Con gran          celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A          medida que la          orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros          para la gloria          de Dios y de la Virgen.
El          rosario se mantuvo como la          oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción          empezó a disminuir,          la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera          dicha          devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían          volúmenes inmensos para          registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y          reiteró las          promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Promesas            de Nuestra Señora del            Rosario, según los escritos del Beato Alano. 
          1.            Quien rece          constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me          pida.
          2.   Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a          los          que devotamente recen mi Rosario.
          3.   El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el          vicio,          libra de los pecados y abate las herejías.
          4.   El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas          consigan la misericordia divina. Sustituye
          en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de          Dios y los eleva          a desear las cosas
          celestiales y eternas.
          5.   El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
          6.   El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus          sagrados          misterios, no se verá oprimido porla desgracia, ni morirá de          muerte          desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia          si
          es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
          7.   Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los          Sacramentos.
          8.   Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte          la          luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos          bienaventurados.
          9.   Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi          Rosario.
          10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria          singular.
          11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará          prontamente.
          12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
          13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades          y devotos
                tengan en vida y en muerte como hermanos a todos          los
                bienaventurados de la corte celestial.
          14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y          hermanos
               de mi Unigénito Jesús.
          15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de
               predestinación de gloria.
La            Virgen del Santo Rosario,            ¡Auxilio de los Cristianos!
          Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de          extinción.          Sabemos, por las promesas de Jesucristo, que eso no puede          ocurrir pero,          humanamente, no había solución para la amenaza del Islam. Los          Musulmanes se          proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo.          Ya habían          tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del          Norte y          España. En esas extensas regiones el cristianismo era          perseguido, y muchos          mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron          completamente.          Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y          Portugal pudieron          librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de          la Virgen de          Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los          reyes católicos,          Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los moros          de la          península en el 1492. ¡La importancia de esta victoria es          incalculable ya que          en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se          comienza a          propagar en el nuevo continente!.
La            Batalla de Lepanto: En ltiempos de Santo Padre          Pío V (1566 - 1572), los          musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la          invasión de la          Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban          divididos y parecían no          darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero no          le hicieron          mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión          era certera. El          17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario.          El 7 de octubre          de 1571 se encontraron las dos flotas, la crisitana y la          musulmana, en el Golfo          de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota          cristiana, compuesta          de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España          y comandada por          Don Juan de Austria entró en batalla contra un enemigo muy          superior en número y          buques de guerra. Se jugaba el destino de la Europa cristiana.          Antes del          ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha          devoción. La          batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al          final, los          cristianos resultaron victoriosos.
Mientras          la batalla transcurría,          en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el          Papa salió de su          capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los          presentes y con gran          calma que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a          los crisitanos.          Semanas mas tarde llegó el finalmente el mensaje de la victoria          de parte de Don          Juan de Austira, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo          de cristiano a          la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.          Agradecido con Nuestra          Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de          las Victorias y          agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de          "Auxilio de los          Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre          de la          fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.
El            sitio de Viena.
          Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo          siguiente,          invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes          territorios,          sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez mas, las tropas          enemigas eran muy          superiores. Si conquistaban la ciudad, el resto de Europa caería          rendida . El          emperador depositó su confianza y rogó protección a Nuestra          Señora del Rosario.          Hubo una gran batalla y gran derramamiento de sangre y ya,          cuando todo          parececía perdido, el alivio llegó el día de la fiesta del Santo          Nombre de          María, 12 de septiembre, de 1683, cuando el rey de Polonia, Jan          Sobieski, llegó          con al rescate al frente de un ejército crisitano, derrotando a          finalmente a          los turcos. 
La            batalla de Temevar.
          Los          turcos sufrieron otra gran          derrota a manos del Príncipe Eugenio de Saboya, comandante de          los ejércitos cristianos,          en Temesvar (en la Rumania moderna), el 5 de agosto de 1716, en          aquel entonces          era la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves. El          Papa Clemente          XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra          Señora del          Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo          Rosario fuera          celebrada por la Iglesia universal.
Los            Pontífices.
          A lo          largo de los siglos los Papas          han fomentado la pía devoción del rezo del rosario y le han          otorgado indulgencias.
Dijo          Nuestro Señor: "Donde          dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio          de ellos"          (Mt 18:20). El rosario en familia es algo maravilloso. Es un          modo práctico de          fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al          alcance de todos.          Los Papas, especialmente los más recientes, han hecho gran          énfasis sobre la          importancia del rosario en familia.
El          Papa dominico, San Pío V (1566          - 1572) dió el encargo a su congregación de propagar el santo          rosario. Desde          entonces los Papas han sido grandes devotos del rosario y de su          propagación. 
S.S            León XIII escribió doce encíclicas          referentes al rosario.          Insistió en el rezo del rosario en familia, consagró el mes de          octubre al          rosario e insertó el título de "Reina del Santísimo Rosario" en          la          Letanía de la Virgen. Por todo esto mereció el título de "El          Papa del          Rosario"
Todos            los Papas del siglo XX han            sido hijos devotísimosdel Santo Rosario.
          Su          Santidad Juan Pablo II insiste          en el rezo del Santo Rosario en familia, en grupos, en privado.          Pide que se          invite a todos a rezar, a no temer el compartir tan hermosa          devoción, que es          una catequesis de la fe. No alerta a que el mudno está en crisis          y nuestras fuerzas          humanas no  bastan. La victoria, dice el Papa, vendrá nuevamente          de la          mano de Virgen María. Es la victoria de Su Hijo Jesucristo, el          Señor, Rey del          Universo.
Recomendado            por la Virgen en            varias de sus apariciones más importantes.
          La          importancia del rosario como          medio eficaz de los creyentes ha sido confirmado no solo por los          pontífices,          sino por Nuestra Madre misma, la Virgen María. Es la oración de          los sencillos y          de los grandes, está al alcance de todos, en todo tiempo y          lugar. El rosario          honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial. En          Lourdes, la Virgen llevaba un          rosario en la mano cuando se le          apareció a Santa Bernardita. Y también llevaba un rosario cuando          se les apareció          a los tres pastorcitos de Fátima. Y fué en Fátima donde ella          misma se reveló a          los niños su título: "Nuestra Señora del                Rosario".
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Fuente:          ACI Prensa 
          Marcos I, Santo XXXIV Papa, Octubre 7   
              
 XXXIV Papa Martirologio                    Romano: En Roma, san Marcos, papa, que fundó el                      título "in Palacinis" y edificó una basílica en el                      cementerio de Balbina, en la vía Ardeatina, donde                      fue sepultado (336).  |           
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Sergio            y Baco, Santos Mártires, Octubre 7   
              
 Mártires en                    Siria Martirologio                    Romano: En Betsaloe, de la provincia de Augusta                      Eufratesia, en Siria, santos Sergio y Baco, mártires                      (s. III/IV).  |           
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Taide            (o Thais) de Egipto, Santa Penitente, Octubre 7   
              
 Penitente Etimología: Taide                      = habitante de Tebas. Viene de la lengua egipcia.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina01          
          Justina de Padua, Santa Virgen y mártir, Octubre 7   
              
 Mártir Martirologio                    Romano: En Padua, en los confines de Venecia,                      santa Justina, virgen y mártir (s. III/IV).  |           
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Fuente:          CaminoCatolico.org 
          Chiara (Clara) Badano, Beata Laica, 7 de octubre   
              
 Laica En Sassello                    (Italia), Beata Chiara Badano, laica, miembro del                    movimiento de los focolares u Obra de María. (†                  1990) Chiara Badano nace                  en Sassello (Savona), el 29 de octubre de 1971, después                  de 11 años de espera de parte de sus padres. En el '81,                  con su papá y su mamá, participa en Roma en el Family                  Fest – una manifestación mundial del Movimiento de los                  Focolares: es el inicio, para los tres, de una vida                  nueva. En su pequeño pueblo, Chiara se lanza a amar a                  sus compañeras de escuela, a quien pasa a su lado,                  decidida a vivir con radicalidad el Evangelio que la ha                  fascinado. Se compromete en seguida y con pasión en el                  Movimiento, entre las muchachas de su edad.  |           
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Otros            Santos y Beatos del 7 de            octubre          Completando el santoral de este          día, Octubre 7   
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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