JMJ
Pax
† Lectura del santo            Evangelio según san Lucas 13, 31-35
Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos          fariseos y le dijeron:          "Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte". El les contestó:          "Vayan a decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y          haciendo          curaciones hoy y mañana; que al tercer día terminaré mi obra.          Sin embargo, hoy,          y mañana, y pasado tengo que seguir mi camino, porque no          conviene que un          profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que          matas y apedreas a          los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir          a tus hijos,          como la gallina reúne a los pollitos bajo sus alas! Pero ustedes          no han          querido. Así pues, su casa quedará abandonada. Y les digo que no          me volverán a          ver hasta el día en que proclamen: ¡Bendito el que viene en          nombre del          Señor!" 
Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús. 
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
jue          30a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      El              Señor es mi protector: me libró de las manos de mis enemigos              y me salvó, porque              me ama.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del            mundo se desenvuelva            según tu voluntad; gocen las naciones de justicia y paz y tu            Iglesia pueda            servirte con tranquilidad y alegría.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Revístanse              con la armadura de Dios para que puedan quedar              definitivamente victoriosos
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 6, 10-20
Hermanos: Busquen su            fortaleza en el Señor y en su invencible poder. Utilicen las            armas que Dios les            ha dado, para poder resistir a las asechanzas del diablo,            porque no estamos            luchando contra fuerzas humanas, sino contra las fuerzas            espirituales y            sobrehumanas del mal, que dominan y gobiernan este mundo de            tinieblas.
            Por eso, para que puedan resistir en los momentos difíciles y            quedar            definitivamente victoriosos, revístanse con la armadura de            Dios: que su            cinturón sea siempre la verdad, su coraza la justicia; su            calzado, la prontitud            para anunciar el Evangelio de la paz. La fe les servirá            siempre de escudo, para            protegerlos y apagar las flechas incendiarias del enemigo            malo.
            Pónganse el casco de la salvación y empuñen la espada del            Espíritu, que es la            palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración.
            Velen en oración constantemente por todo el pueblo cristiano.            Pidan también por            mí, a fin de que Dios me conceda hablar con toda libertad y            pueda anunciar el            misterio de Cristo contenido en el Evangelio, del cual soy            embajador entre            cadenas. Pidan que tenga valor para predicarlo como debo.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 143
Bendito              sea el Señor, mi fortaleza.
Bendito            sea el Señor, mi roca firme; él adiestró mis manos y mis dedos            para luchar.
            Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
El es            mi amigo fiel, mi fortaleza, mi seguro escondite; escudo en            que me amparo, el            que los pueblos a mis plantas rinde.
            Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
Dios            mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa; tú            das a los reyes la            victoria y salvas a David, tu siervo humilde.
            Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
Aclamación            antes del Evangelio
Aleluya,            aleluya.
¡Bendito            el que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en            las alturas! 
Aleluya.            
Evangelio            
No conviene que un profeta muera fuera              de Jerusalén 
† Lectura del santo Evangelio según san              Lucas 13, 31-35
Gloria            a ti, Señor. 
En            aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:            "Vete de            aquí, porque Herodes quiere matarte". El les contestó: "Vayan            a            decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo            curaciones hoy y            mañana; que al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy,            y mañana, y            pasado tengo que seguir mi camino, porque no conviene que un            profeta muera            fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y            apedreas a los profetas            que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus            hijos, como la            gallina reúne a los pollitos bajo sus alas! Pero ustedes no            han querido. Así            pues, su casa quedará abandonada. Y les digo que no me            volverán a ver hasta el            día en que proclamen: ¡Bendito el que viene en nombre del            Señor!" 
Palabra            del Señor. 
Gloria            a ti, Señor Jesús. 
Oración            sobre las Ofrendas 
Que            este pan y este vino, que tú mismo nos das para ofrecértelos            nos ayuden, Señor,            convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el            premio de la            felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 
Prefacio            Proclamación del misterio de Cristo 
El            Señor esté con ustedes. 
Y con            tu espíritu. 
Levantemos            el corazón. 
Lo            tenemos levantado hacia el Señor. 
Demos            gracias al Señor, nuestro Dios. 
Es            justo y necesario. 
En            verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación,            darte gracias            siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso            y eterno, por            Cristo, Señor nuestro. Cuya muerte celebramos unidos en            caridad, cuya            resurrección proclamamos con viva fe, y cuyo advenimiento            glorioso aguardamos            con firmísima esperanza. Por eso, con todos los ángeles y            santos, te alabamos            proclamando sin cesar: 
Santo,            Santo, Santo ...
 Antífona            de la Comunión 
Cantaré            al Señor por el bien que me ha hecho, entonaré himnos de            alabanza al Dios            altísimo. 
Oración            después de la Comunión 
Oremos:            
Te            pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que            ahora nos            fortaleces, nos hagas algún día participar de la vida eterna.            Por Jesucristo,            nuestro Señor. 
Amén. 
† Meditación          diaria
30ª          semana. Jueves
EL AMOR          DE JESúS
—          Nuestro refugio y protección están en el amor a Dios. Acudir al          Sagrario.
— Jesús          Sacramentado nos prestará todas las ayudas necesarias.
— Cerca          del Sagrario, ganaremos todas las batallas. Almas de            Eucaristía,
I. En          el camino hacia Jerusalén, que con tanto detalle describe San          Lucas, Jesús dejó          escapar del fondo de su corazón esta queja hacia la Ciudad Santa          que rehusó su          mensaje: Jerusalén, Jerusalén..., cuántas veces he querido            reunir a tus            hijos como la gallina a sus polluelos bajo las alas...1.          Así nos          sigue protegiendo el Señor: como la gallina a sus polluelos          indefensos.          Desde el Sagrario, Jesús vela nuestro caminar y está atento a          los peligros que          nos acechan, cura nuestras heridas y nos da constantemente su          Vida. Muchas          veces le hemos repetido: Pie pellicane, Iesu Domine, me            immundum munda tuo            sanguine... Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí,            inmundo, con tu            Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los            crímenes al mundo            entero2. En Él está nuestra salud y nuestro          refugio.
La          imagen del justo que busca protección en el Señor "como los          polluelos se          cobijan bajo las alas de su madre" se encuentra con frecuencia          en la Sagrada          Escritura: Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme            bajo la sombra de            tus alas3, pues Tú eres mi refugio, la            torre fortificada            frente al enemigo. Sea yo tu huésped por siempre en tu            tabernáculo, me acogeré            bajo el amparo de tus alas4, leemos en los Salmos.          El          Profeta Isaías recurre a esta imagen para asegurar al Pueblo          elegido que Dios          lo defenderá contra los sitiadores. Así como los pájaros            despliegan sus alas            sobre sus hijos, así el Eterno todopoderoso protegerá a            Jerusalén5.
Al          final de nuestra vida, Jesús será nuestro Juez y nuestro Amigo.          Mientras vivía          aquí en la tierra, y también mientras dure nuestro peregrinar,          su misión es          salvarnos, dándonos todas las ayudas que necesitemos. Desde el          Sagrario Jesús          nos protege de mil formas. ¿Cómo podemos tener la imagen de un          Jesús          distanciado de las dificultades que padecemos, indiferente a lo          que nos          preocupa?
Ha          querido quedarse en todos los rincones del mundo para que le          encontremos          fácilmente y hallemos remedio y ayuda al calor de su amistad.          "Si sufrimos          penas y disgustos, Él nos alivia y nos consuela. Si caemos          enfermos, o bien          será nuestro remedio, o bien nos dará fuerzas para sufrir, a fin          de que          merezcamos el cielo. Si nos hacen la guerra el demonio y las          pasiones, nos dará          armas para luchar, para resistir y para alcanzar victoria. Si          somos pobres, nos          enriquecerá con toda suerte de bienes en el tiempo y en la          eternidad"6.          No dejemos cada día de acompañarle. Esos pocos minutos que dure          la Visita          serán los momentos mejor aprovechados del día. "¡Ah!, y ¿qué          haremos,          preguntáis algunas veces, en la presencia de Dios Sacramentado?          Amarle,          alabarle, agradecerle y pedirle. ¿Qué hace un pobre en la          presencia de un rico?          ¿Qué hace un enfermo delante del médico? ¿Qué hace un sediento          en vista de una          fuente cristalina?"7.
II.          Nuestra confianza en que saldremos adelante en todas las          pruebas, peligros y          padecimientos no está en nuestra fuerzas, siempre escasas, sino          en la          protección de Dios, que nos ha amado desde la eternidad y no          dudó en entregar a          su Hijo a la muerte para nuestra salvación. El mismo Jesús se ha          quedado cerca,          en el Sagrario, quizá a no mucha distancia de donde vivimos o          trabajamos, para          ayudarnos, curar las heridas y darnos nuevos ánimos en ese          camino que ha de          acabar en el Cielo. Basta que nos acerquemos a Él, que espera          siempre. Nada de          lo que nos puede ocurrir podrá separarnos de Dios, como nos          enseña San Pablo en          una de las lecturas de la Misa8, pues si Dios            está con nosotros,            ¿quién contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo,            sino que lo entregó            por todos nosotros, ¿cómo no nos dará en Él todas las            cosas?... ¿Quién nos            apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o            la persecución,            o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada?          Nada nos podrá separar          de Él, si nosotros no nos alejamos.
"Revestidos          de la gracia, cruzaremos a través de los montes (cfr. Sal          103, 10), y          subiremos la cuesta del cumplimiento del deber cristiano, sin          detenernos.          Utilizando estos recursos, con buena voluntad, y rogando al          Señor que nos          otorgue una esperanza cada día más grande, poseeremos la alegría          contagiosa de          los que se saben hijos de Dios: si Dios está con nosotros,            ¿quién nos podrá            derrotar? (Rom 8, 31)"9.
Aunque          el Señor permita tentaciones muy fuertes o que crezcan las          dificultades          familiares, y llegue la enfermedad o se haga más costoso el          camino..., ninguna          prueba por sí misma es lo suficientemente fuerte para separarnos          de Jesús. Es          más, con una visita al Sagrario más próximo, con una oración          bien hecha, nos          encontraremos con la mano poderosa de Dios y podremos decir: Omnia            possum in            eo qui me confortat10. Todo lo puedo en Aquel          que me conforta. Porque            estoy convencido –continúa San Pablo en la Primera            lectura de la          Misa– de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni            los principados,            ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, ni            la altura, ni la            profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del            amor de Dios, que            está en Cristo Jesús. Es un canto de confianza y de          optimismo que hoy          podemos hacer nuestro.
San          Juan Crisóstomo nos recuerda que "Pablo mismo tuvo que luchar          contra numerosos          enemigos. Los bárbaros le atacaban, sus propios guardianes le          tendían trampas,          hasta los fieles, a veces en gran número, se levantaron contra          él, y sin          embargo Pablo triunfó de todo. No olvidemos que el cristiano          fiel a las leyes          de su Dios vencerá tanto a los hombres como a Satanás mismo"11.          Si          nos mantenemos muy cerca de Jesús, presente en la Eucaristía,          venceremos en          todas las batallas, aunque a veces parezca que perdemos... El          Sagrario será          nuestra fortaleza, pues Jesús se ha querido quedar para          ampararnos, para          ayudarnos en cualquier necesidad. Venid a Mí... nos          llama todos los          días.
III. La          serenidad que hemos de tener no nace de cerrar los Ojos a la          realidad o de          pensar que no tendremos tropiezos y dificultades, sino de mirar          el presente y          el futuro con optimismo, porque sabemos que el Señor ha querido          quedarse para          socorrernos.
De las          mismas pruebas de la vida resultará un gran bien, y nunca          estaremos solos en          las circunstancias más difíciles. Si en estas ocasiones se          agradece tanto la          cercanía de un amigo, ¿cómo será la paz que alcanzaremos junto          al Amigo, en el          Sagrario más próximo? Allí hemos de ir enseguida a encontrar el          consuelo, la          paz y las fuerzas necesarias. "¿Qué más queremos tener al lado          que un tan buen          Amigo, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como          hacen los del          mundo?"12, escribe Santa Teresa de Jesús.
Cuando          ya podía vislumbrarse que iba a ser perseguido, Santo Tomás Moro          fue llamado a          comparecer ante el tribunal de Lambeth. Moro se despidió de los          suyos, pero no          quiso que le acompañaran, como era su costumbre, hasta el          embarcadero. Solo          iban con él William Roper, esposo de su hija mayor y predilecta,          Margaret, y algunos          criados. Nadie en el bote se atrevía a romper el silencio. Al          cabo de un rato,          y de improviso, susurró Tomás al oído de Roper: Son Roper, I            thank our Lord            the field is won: "Hijo mío Roper, doy gracias a Dios,          porque la batalla          está ganada". Roper confesaría más tarde no haber entendido bien          el significado          de esas palabras. Más tarde comprendió que el amor de Moro había          crecido tanto          que le daba esta seguridad de triunfar sobre cualquier obstáculo13.          Era la certeza del que, sabiéndose cercano a su último combate,          esperaba que el          Señor no le abandonaría en el momento supremo. Si nos mantenemos          cerca de          Jesús, si somos almas de Eucaristía, Él nos cobijará,          como las aves a          sus polluelos, y siempre, ante los mayores obstáculos, podremos          decir de          antemano: la batalla está ganada.
"¡Sé          alma de Eucaristía!
"—Si el          centro de tus pensamientos y esperanzas está en el Sagrario,          hijo, ¡qué          abundantes los frutos de santidad y de apostolado!"14.
Santa          María, que tantas veces habló con Él aquí en la tierra y ahora          le contempla          para siempre en el Cielo, nos pondrá en los labios las palabras          oportunas si          alguna vez no sabemos muy bien qué decirle. Ella acude siempre          prontamente para          remediar nuestra torpeza.
1 Lc          13, 34. — 2 Himno Adoro te devote. — 3 Sal          17, 8. —          4 Sal 61, 45. — 5 Is 31, 5. — 6          Santo cura          de Ars, Sermón sobre el Jueves Santo. — 7 San          Alfonso Mª de          Ligorio, Visitas al Santísimo Sacramento, 1. — 8          Primera lectura.          Año I. Rom 8, 31-39. — 9 San Josemaría Escrivá,          Amigos de            Dios, 219. — 10 Fil 4, 13. — 11          San Juan Crisóstomo, Homilías            sobre la Epístola a los Romanos, 15. — 12 Santa          Teresa, Vida,          22, 6-7. — 13 Cfr. Santo Tomás Moro, La agonía de            Cristo, Rialp,          Madrid 1988, Introducc., p. XXXII. — 14 San Josemaría          Escrivá, Forja,          n. 835.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San            Alonso Rodríguez
        Viudo          y portero
          Año 1617
Gracias            Señor por estos modelos            admirables que nos presentas en tus santos. 
            Haz que queramos imitarlos y que seamos capaces de seguir sus            buenos ejemplos.
Alonso significa: "pronto          para hacer el          bien" (del germano al: el bien. Ons: prontitud). 
El santo de          hoy es un caso típico. Viudo,          comerciante, portero por 45 años de un colegio. Poco instruido          en las ciencias          del mundo, pero un verdadero místico.
San Alonso          nació en Segovia (España) en          1533, hijo de un comerciante acaudalado.
Cuando          nuestro santo aún era un niño,          tuvo la suerte de que llegó a su ciudad a predicar el Beato          Pedro Fabro          (discípulo muy amado de San Ignacio de Loyola) y se hospedó en          la casa de los          padres de Alonso y luego en compañía del jovencito se fue a una          finca que          poseía la familia Rodríguez, y allá lo preparó a la Primera          Comunión. Esta          amistad con un gran apóstol le fue de enorme provecho para su          santificación.
Alonso fue          después a estudiar en un          colegio de los Padres Jesuitas, pero al morir su padre tuvo que          volverse a casa          para administrar los negocios. Sin embargo el destino que Dios          le tenía          preparado no era el de negociante y como no poseía las          suficientes cualidades          para ese oficio, sus negocios fueron decayendo poco a poco. Era          como una          llamada que Dios le hacía para que se dedicara a otra labor          donde sí iba a          conseguir la santidad.
Alonso se          casó con una mujer muy buena y          piadosa y tuvieron un hijo. Pero luego cuando iba a nacer el          segundo niño, la          esposa murió, dejándolo viudo y con un hijito muy pequeño. En          seguida murió          también su madre y los negocios empezaron a quebrar. Esta serie          de infortunios          hizo pensar a Alonso si no sería que Dios quería de él otro modo          de vivir.          Hasta entonces había sido un honrado comerciante, pero le          faltaba todavía ser          un creyente fervoroso y heroico
Vendió          entonces los pocos bienes que le          quedaban y se fue con su hijito a vivir junto a dos hermanas          suyas que eran          extraordinariamente piadosas, las cuales le enseñaron el arte de          rezar bien, y          de hacer meditación y oración mental. Las enseñanzas de estas          dos sencillas          mujeres le fueron de inmensa importancia para su vida. Alonso          meditaba dos          horas diarias por la mañana, y por la tarde rezaba el rosario          pensando en los          misterios. Pronto empezó a descubrir la imperfección de su vida          pasada,          viéndola a la luz de las enseñanzas de Jesucristo. En un momento          de meditación          alcanzó a contemplar un poco los goces que nos esperan en el          cielo, y en esos          días hizo una confesión general de toda su vida y empezó una          existencia          totalmente dedicada a la oración, a la mortificación, a la          meditación y a obras          de caridad a favor de los pobres.
Luego murió          su único hijo. Alonso sintió          una agonía de muerte, pero en seguida Nuestro Señor le iluminó          con la lectura          de una página del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia          (Capítulo 4) que dice          que a muchos jóvenes se los lleva Dios a la otra vida para          evitarles terribles          peligros que les podían llegar en esta vida contra su santidad y          su salvación.          Con esto Alonso se consoló inmensamente porque comprendía que su          hijito tan          amado, al morir tan joven se había librado de muchos peligros de          ofender a          Dios. Y esa muerte tan dolorosa lo movió a renunciar a todo e          irse de          religioso.
Alonso pidió          a los padres jesuitas que          lo aceptaran en su comunidad, pero nadie quería recibirlo porque          tenía ya casi          40 años, no había hecho estudios y además era viudo. No se          acostumbraba recibir          gente de esa clase. Pero de pronto el superior sin saber por          qué, cambió de          parecer, y lo aceptó como hermano lego. Esa iba a ser la          profesión que lo iba a          llevar a la santidad.
Los          superiores lo enviaron a la isla de          Mallorca como portero del colegio de los jesuitas de Montesión.          Allí en ese          cargo se ganará la gloria del cielo atendiendo durante 45 años          con la más          exquisita bondad a toda clase de huéspedes y transeúntes.
Ser portero          en un gran colegio no es          tarea fácil, y menos lo era en aquellos tiempos en los que no          había ni teléfono,          ni otros medios de fácil comunicación de que disponemos hoy en          día. Y los que          lo conocieron y trataron dejaron constancia de que jamás alguien          recibió del          hermano Alonso un trato hosco o maleducado o frío, sino que por          el contrario,          todos se sentían tratados como si fueran grandes personajes.          Allí llegaban          montones de alumnos (con su algarabía juvenil), padres de          familia, proveedores          del colegio, religiosos viajeros que venían a pedir hospedaje          por unos días,          visitantes, médicos, obispos, militares, empleados del gobierno,          vendedores y          multitud de pordioseros y cada cual se sentía tratado por el          hermano Alonso con          una amabilidad que no estaban acostumbrados a recibir en otras          partes.
Alonso          Rodríguez se propuso ver a Jesús          en cada visitante que llegaba, y tratar muy bien a Jesús que          llegaba disfrazado          de prójimo. Cuando alguien le preguntaba por qué no era más duro          y áspero con          ciertos tipos inoportunos, le respondía: "Es que a Jesús que se          disfraza          de prójimo, nunca lo podemos tratar con aspereza o mala          educación".          Seguramente que Nuestro Señor al llegar al cielo le habrá          repetido aquello que          en el Evangelio prometió que dirá a quienes tratan bien a los          demás: "Ven          siervo bueno y fiel. Entra en el gozo de tu Señor, porque cuando          me disfracé de          huésped me tratase sumamente bien. El buen trato que les diste a          los demás, aún          a los más humildes, lo recibo como si me lo hubieras dado a Mí          en persona"          (Mt. 25, 40).
Sus          compañeros jesuitas dejaron escrita          esta observación verdaderamente admirable: "Declaramos que jamás          vimos en          el hermano Alonso Rodríguez un comportamiento que no fuera el de          un verdadero          santo". Algo admirable en verdad.
De entre          tantísimos amigos que Alonso          trató en su oficio de portero en los 45 años en Montesión, el          más santo e          importante de todos fue San Pedro Claver. Este gran apóstol          vivió tres años con          Alonso en aquella casa, y una noche el fervoroso portero oyó en          visión que le          decían: "Pedro Claver está destinado a hacer un gran bien en          Sudamérica". Desde entonces el santo portero se propuso animar a          Pedro a          que viajara como misionero a América, y lo logró. Pedro Claver          bautizó a más de          300,000 negros en Cartagena, y nunca pudo olvidar los buenísimos          consejos que          le dio su fiel amigo Alonso, en Mallorca.
San Pablo          decía que para que no se          llenara de orgullo Dios le permitió ataques terribles en su          carne. Y así le sucedió          también al buen Alonso. De vez en cuando le llegaban sequedades          tan espantosas          en la oración que para él, rezar era un verdadero tormento. Todo          lo que fuera          piedad le producía repulsión. Pero así y con esas sequedades          seguía rezando.          Rezaba todo el día, viajando de un sitio a otro de la casa          llevando razones y mensajes,          o atendiendo en su portería a todo el que llegaba. Alonso rezaba          siempre.
Un día          cuando sus tentaciones impuras se          le habían vuelto casi enloquecedoras, al pasar por frente a una          imagen de la          Sma. Virgen le gritó en latín: "Sancta Maria, Mater Dei, memento          mei"          (Santa María Madre de Dios, acuérdate de mí) e inmediatamente          sintió que las          tentaciones desaparecían. Desde entonces se convenció de que la          Santísima          Virgen tiene gran poder para alejar a los espíritus impuros, y          se dedicó a          encomendase a Ella con mayor fervor. Le rezaba varios rosarios          cada día y en          honor de la Madre de Dios rezaba salmos diarios. Y la Virgen          María fue su gran          Protectora y defensora hasta la hora de su muerte y se le          apareció varias          veces, llenándolo de increíble felicidad.
En sus          dolorosas enfermedades se sentía          asistido por Jesús y María y decía que había días en que los          sentía tan          presentes junto a él como si hubiera vivido en Nazaret cuando          ellos los dos          estaban viviendo allá. Esto le producía intensas alegrías          espirituales.
Con          autorización de sus superiores fue          escribiendo todo lo que recordaba de sus experiencias          espirituales, y en esa su          autobiografía hay detalles que demuestran cómo este sencillo e          ignorante          porterito de un colegio llegó a altísimos grados en la vida          mística. Con razón          las gentes de toas las clases sociales iban al colegio a pedirle          sus consejos,          a consultarle sus dudas y a recibir consuelos para sus penas.
Cuando ya          era muy anciano y estaba          sumamente enfermo, un día el superior para ver qué tanta era su          obediencia le          dijo: "Le ordeno que se vaya de misionero a América del Sur".          Inmediatamente Alonso empacó sus pocas ropas y salió por la          portería, listo a          embarcarse en el primer barco que llegara. El superior tuvo que          mandarle otra          vez que se volviera a su puesto.
Otro día el          superior, que sufría de un          reumatismo sumamente doloroso le dijo: " Hermano Alonso, pídale          a Dios y a          la Virgen que me curen de este mal tan molesto". El santo estuvo          toda la          noche rezando, y no dejó de rezar pidiendo aquel favor, sino          cuando al amanecer          supo que el Padre Superior había amanecido totalmente curado.
El 29 de          octubre de 1617 sintiéndose          sumamente lleno de dolores y de angustias, al recibir la Sagrada          Comunión,          inmediatamente se llenó de paz y de alegría, y quedó como en          éxtasis. Dos días          estuvo casi sin sentido y el 31 de octubre despertó, besó con          toda emoción su          crucifijo y diciendo en alta voz: "Jesús, Jesús, Jesús" expiró.
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Fuente: Archidiócesis de            Madrid 
        Marcelo, Santo          Mártir, 30 de octubre   
              
 Mártir                |           
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Bienvenida  Bolani,            Santa          Virgen, 30 Octubre   
              
 Virgen              Etimológicamente                  significa " acogedora". Viene de la lengua latina.  |           
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Ángel de Acri, Beato          Sacerdote Capuchino, 30 Octubre   
              
 Etimológicamente significa                    "mensajero". Viene de la lengua griega.  |           
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Gerardo de Potenza, Santo          Obispo, 30 Octubre   
              
 En Potenza, ciudad de la Lucania,                    san Gerardo, obispo (1122).   |           
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Terencio Alberto O'Brien,            Beato Obispo, 30 Octubre   
              
 Nacido en Limerick, a los 21 años                    ingresó a la Orden Dominica, fue enviado a España                    donde recibe la orden sacerdotal.  |           
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Fuente: Vatican.va 
        Alejandro Zaryckyj,            Beato          Sacerdote y mártir, 30 de octubre   
              
 Sacerdote de la archieparquía de                    Lvov de los ucranios (1912-1963). Mártir  |           
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Dorotea de Montau, Beata Viuda,          Octubre 30   
              
 La célebre contemplativa Beata                    Dorotea Swartz de Montau, nació en Montau, el 6 de                    febrero del año 1347, murió en Marienwerder, el 25                    junio de 1394.   |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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