JMJ
Pax
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
mie          30a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Sírveme              de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues              eres mi baluarte y              mi refugio, acompáñame y guíame.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los            corazones rectos y            sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos            hagan dignos de            esa presencia tuya.
            Por nuestro Señor Jesucristo.
            Amén...
Primera            Lectura
      Obedezcan              como quien sirve al Señor y no a los hombres
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 6, 1-9
Hijos, obedezcan a sus            padres por amor al Señor, porque eso es justo. Honrarás a tu            padre y a tu madre            es un mandamiento muy importante, que lleva consigo esta            promesa: Te irá bien y            vivirás largo tiempo en la tierra.
            Padres, no exasperen a sus hijos; más bien fórmenlos y            corríjanlos, para            educarlos bien, como el Señor quiere.
            Esclavos, obedezcan a sus amos de este mundo con docilidad,            respeto y sencillez            de corazón, como a Cristo; no sólo cuando los están mirando,            ni sólo para            quedar bien con ellos, sino como esclavos de Cristo, que            cumplen de corazón la            voluntad de Dios. 
            Sírvanles, pues, de buena gana, como quien sirve al Señor y no            a los hombres,            recordando que cada uno, sea esclavo o libre, será            recompensado por el Señor,            según el bien que haya hecho.
            Y ustedes, amos, correspondan a sus esclavos en una forma            semejante.            Absténganse, pues, de toda clase de amenazas, recordando que            tanto ellos como            ustedes tienen el mismo amo, que está en los cielos y en el            cual no hay            favoritismos por una persona o por otra.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 144
El              Señor es fiel a sus palabras.
Que te            alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te            bendigan. Que            proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus            maravillas.
            El Señor es fiel a sus palabras.
Que            muestren a los hijos de los hombres tus proezas, el esplendor            y la gloria de tu            reino. Tu reino, Señor, es para siempre y tu imperio, por            todas las            generaciones.
            El Señor es fiel a sus palabras.
El            Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus            acciones. Da su            apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
            El Señor es fiel a sus palabras.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el            Hijo del hombre.
            Aleluya.
Evangelio
      Vendrán del oriente y del              poniente y participarán en el banquete del Reino de Dios
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 13, 22-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús iba            enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a            Jerusalén. Alguien            le preguntó: 
            "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?"
            Jesús le respondió: 
            "Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta, pues yo            les aseguro            que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de            la casa se            levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán            afuera y se pondrán            a tocar la puerta, diciendo: 
            "Señor, ábrenos".
            Pero él les responderá: 
            "No sé quiénes son ustedes". 
            Entonces le dirán con insistencia: 
            "Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras            plazas".            
            Pero él replicará: 
            "Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes; apártense de mí            todos            ustedes los que hacen 
            el mal". 
            Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a            Abrahán, a Isaac, a            Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se            vean echados            fuera. Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y            del sur, y            participarán en el banquete del Reino de Dios.
            Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los            que ahora son los            primeros, serán los últimos".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Que este sacrificio, Señor,            que vamos a ofrecerte, nos purifique y nos ayude a obtener la            recompensa            eterna, prometida a quienes cumplen tu voluntad.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio            
      Proclamación del misterio de              Cristo
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo            Señor nuestro. Cuya            muerte celebramos unidos en caridad, cuya resurrección            proclamamos con viva fe,            y cuyo advenimiento glorioso aguardamos con firmísima            esperanza.
            Por eso, 
            con todos los ángeles y santos, te alabamos proclamando sin            cesar:
          
Antífona de la Comunión
      El              Señor colmó el deseo de su pueblo: comieron y quedaron              satisfechos.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Señor, aviva cada vez más en nosotros el deseo de recibir este            pan eucarístico,            por medio del cual nos comunicas tú la vida verdadera.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
† Meditación          diaria
30ª          semana. Miércoles
LO          ENTENDERÁS MÁS TARDE
—          Estamos en las manos de Dios. Todo los acontecimientos que Él          manda o permite          tienen su significado y están dirigidos a nuestro provecho.
— El          sentido de nuestra filiación divina. Omnia in bonum!,          todo es para bien.
— La          confianza en Dios no nos lleva a la pasividad, sino a poner los          medios a          nuestro alcance.
I. La          última noche que Jesús pasó con sus discípulos antes de su          Pasión y Muerte, en          un momento de aquella Cena entrañable, se levantó de la            cena, se quitó el            manto, tomó una toalla y se la ciñó1. San Juan,          el Evangelista          que nos ha dejado escritos sus recuerdos inolvidables del Jueves          Santo,          describe pausadamente aquellos acontecimientos, que con tanta          hondura se le          quedaron grabados para siempre: después echó agua en una            jofaina y comenzó a            lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la            toalla que se había            ceñido. Todo transcurría con normalidad, ante el asombro          de los Apóstoles,          que no se atrevían a decir palabra, hasta que el Señor llegó a          Pedro, que          mostró su sorpresa y su negativa: ¿Tú me vas a lavar a mí            los pies?          Jesús le respondió: Lo que Yo hago no lo entiendes ahora, lo            comprenderás            más tarde. Después de un afable forcejeo, Jesús lavará los          pies a Pedro          como a los demás Apóstoles. Con la venida del Espíritu Santo, al          rememorar de          nuevo aquellos sucesos, Simón comprendió el significado profundo          de aquel gesto          del Maestro, que quiso enseñar su misión de servicio a los que          iban a ser las          columnas de la Iglesia.
Lo que            Yo hago no lo entiendes ahora...          También a nosotros nos          ocurre lo mismo que a Pedro: no comprendemos a veces los          acontecimientos que el          Señor permite: el dolor, la enfermedad, la ruina económica, la          pérdida del          puesto de trabajo, la muerte de un ser querido cuando estaba en          los comienzos          de la vida... Él tiene unos planes más altos, que abarcan esta          vida y la          felicidad eterna. Nuestra mente apenas alcanza lo más inmediato,          una felicidad          a corto plazo. Incluso nos ocurre que no entendemos muchos          asuntos humanos que,          sin embargo, aceptamos. ¿No nos vamos a fiar del Señor, de su          Providencia          amorosa? ¿Solo vamos a confiar en Él cuando los acontecimientos          nos parezcan          humanamente aceptables? Estamos en sus manos, y en ningún otro          sitio podíamos          estar mejor. Un día, al final de la vida, el Señor nos explicará          con pormenores          el porqué de tantas cosas que aquí no entendimos, y veremos la          mano providente          de Dios en todo, hasta en lo más insignificante.
Si ante          cada fracaso, ante los sucesos que no sabemos discernir, ante la          injusticia que          nos subleva, oímos la voz consoladora de Jesús que nos dice: Lo            que Yo hago,            tú no lo entiendes ahora. Lo entenderás más tarde,          entonces no habrá lugar          para el resentimiento o la tristeza. "Porque todo cuanto sucede          está previsto          por Dios y ordenado a la salvación del hombre y su plena          realización en la          gloria; si lo que ocurre es bueno, Dios lo quiere; si es malo,          no lo quiere, lo          permite, porque respeta la libertad del hombre y el orden de la          naturaleza,          pero tiene en su mano el poder sacar bien y provecho para el          alma incluso del          mal"2. Ante los acontecimientos y sucesos que hacen          padecer, nos          saldrá del fondo del alma una oración sencilla, humilde,          confiada: Señor, Tú            sabes más, en Ti me abandono. Ya entenderé más tarde.
II. En          una de las lecturas previstas para la Misa de hoy, San Pablo          escribe a los          primeros cristianos de Roma: Diligentibus Deum omnia            cooperantur in bonum...          Todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios3.          "¿Penas?,          ¿contradicciones por aquel suceso o el otro?... ¿No ves que lo          quiere tu          Padre-Dios..., y Él es bueno..., y Él te ama –¡a ti solo!– más          que todas las          madres juntas del mundo pueden amar a sus hijos?"4.          El sentido de la          filiación divina nos lleva a descubrir que estamos en las manos          de un Padre que          conoce el pasado, el presente y el futuro, y que todo lo ordena          para nuestro          bien, aunque no sea el bien inmediato que quizá nosotros          deseamos y queremos          porque no vemos más lejos. Esto nos lleva a vivir con serenidad          y paz, incluso          en medio de la mayores tribulaciones. Por eso seguiremos siempre          el consejo de          San Pedro a los primeros fieles: Descargad sobre Él todas            vuestras            preocupaciones, porque Él cuida de vosotros5.          No existe nadie          que pueda cuidarnos mejor: Él jamás se equivoca. En la vida          humana, incluso          aquellos que más nos quieren, a veces no aciertan y, en vez de          arreglar,          descomponen. No pasa así con el Señor, infinitamente sabio y          poderoso, que,          respetando nuestra libertad, nos conduce suaviter et            fortiter6,          con suavidad y con mano de padre, a lo que realmente importa, a          una eternidad          feliz. Incluso las mismas faltas y pecados pueden acabar siendo          para bien, pues          "Dios endereza absolutamente todas las cosas para su provecho          (de sus hijos),          de suerte que aun a los que se desvían y extralimitan les hace          progresar en la          virtud, porque se vuelven más humildes y experimentados"7.          La          contrición conduce al alma a un amor más hondo y confiado, a una          mayor cercanía          de Dios.
Por          eso, en la medida en que nos sentimos hijos de Dios, la vida se          convierte en          una continua acción de gracias. Incluso detrás de lo que          humanamente parece una          catástrofe, el Espíritu Santo nos hace ver "una caricia de          Dios", que nos mueve          a la gratitud. ¡Gracias, Señor!, le diremos en medio de una          enfermedad dolorosa          o al tener noticia de un acontecimiento lleno de pesar. Así          reaccionaron los          santos, y así hemos de aprender nosotros a comportarnos ante la          desgracias de          esta vida. "Es muy grato a Dios el reconocimiento a su bondad          que supone          recitar un "Te Deum" de acción de gracias, siempre que acontece          un suceso algo          extraordinario, sin dar peso a que sea –como lo llama el mundo–          favorable o          adverso: porque viniendo de sus manos de Padre, aunque el golpe          del cincel          hiera la carne, es también una prueba de Amor, que quita          nuestras aristas para          acercarnos a la perfección"8.
III. El          abandono y la confianza en Dios no nos llevan de ninguna manera          a la pasividad,          que en muchos casos sería negligencia, pereza o complicidad.          Hemos de combatir          el mal físico y el moral con los medios que están a nuestro          alcance, sabiendo          que ese esfuerzo, con muchos resultados o aparentemente con          ninguno, es grato a          Dios y origen de muchos frutos sobrenaturales y humanos. Ante la          enfermedad,          además de aceptarla y ofrecer los padecimientos y dolores que          lleve consigo,          pondremos el remedio que el caso requiera: acudir al médico,          descansar, tomar          la medicina que nos indiquen... Y la injusticia, la desigualdad          social, la          penuria de tantos... nos llevarán a los cristianos, junto a          otros hombres de          buena voluntad, a buscar los recursos o las soluciones que nos          parezcan más          aptas, y lo mismo reaccionaremos ante la ignorancia y la falta          de formación de          tantas gentes... Nada más ajeno al espíritu cristiano que una          mal entendida          confianza en Dios que nos llevara a quedarnos inactivos ante el          sufrimiento y          la necesidad en cualquiera de las formas que se presente.
Dios es          nuestro Padre y cuida amorosamente de nosotros, pero cuenta con          la inteligencia          y el buen sentido de sus hijos para seguir en el camino por el          que Él nos          quiere llevar, y también con el amor fraterno para actuar a          través de nosotros          en la vida de otros hijos suyos. Nos ha dado unos talentos para          ponerlos          constantemente en juego. Nos santificamos aun cuando al poner          los medios que el          caso requería nos parece que hemos fracasado, que no han dado el          resultado          esperado. El Señor santifica los "fracasos" que se originan          después de haber          puesto los medios que parecían oportunos, pero no bendice las          omisiones, pues          nos trata como a hijos inteligentes, de quienes espera que          pongan en juego los          remedios adecuados.
Apliquemos          en cada caso lo que esté de nuestra parte, y después, omnia            in bonum!          todo será para bien. Los resultados, aparentemente buenos o          malos, nos llevarán          a amar más a Dios, nunca a separarnos de Él. En el sentido de la          filiación          divina encontraremos la protección y el calor paternal que todos          necesitamos. "Si          tenéis confianza en Él y ánimos animosos, que es muy amigo Su          Majestad de esto,          no hayáis miedo que os falte nada"9, escribe Santa          Teresa después de          una larga experiencia. Junto al Señor se ganan todas las          batallas, aunque, aparentemente,          algunas se pierdan.
1 Jn          13, 4 ss. — 2 F. Suárez, Después, p. 208. — 3          Primera            lectura. Año I. Rom 8, 28. — 4 San          Josemaría Escrivá, Forja,          n. 929. — 5 1 Pdr 5, 8. — 6 Sab          8, 1. — 7          San Agustín, Sobre la conversión y la gracia, 30. — 8          San Josemaría          Escrivá, o. c., n. 609. — 9 Santa Teresa, Fundaciones,          27,          12.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Beato Miguel          Rúa
          "Sucesor de Don Bosco: hijo, discípulo, apóstol"
          Año 1910
      Dios envíe a su santa          Iglesia muchos religiosos          y 
          sacerdotes tan observantes como él.
¿Has visto a uno que          cumple bien su deber? 
          Ése llegará a ser importante (S. Biblia. Proverbios).
En el          año 1852 San Juan Bosco se          encontró en la calle con un grupo de jovencitos que le pedían          les regalara alguna          medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y          delgaducho, de          noble mirada, al cual el santo haciendo como que partía su brazo          izquierdo con          la mano del derecho le dijo: "A ti sólo te doy esto". El          jovencito no          entendió qué significado podría tener esa acción, pero 30 años          más tarde, le          preguntará a Don Bosco: "¿Qué me quiso decir en mi niñez cuando          me ofreció          regalarme la mitad de su brazo?", y el santo le responderá: "Te          quise          decir que los dos obraríamos siempre ayudándonos el uno al otro          y que tú serías          mi mejor colaborador". Y así fue en verdad.
Miguel          Rúa nació en Turín (Italia)          de una modesta familia. Hizo sus estudios de primaria con los          Hermanos Cristianos          que lo apreciaron mucho porque era sin duda el alumno de mejor          conducta que tenían          en su escuela.
Y          resultó que al Instituto de los          Hermanos iba San Juan Bosco a confesar y los alumnos se          encariñaron de tal          manera con este amable santo que ya no aceptaban confesarse con          ningún          sacerdote que no fuera él. Y Rúa fue uno de los que se dejaron          ganar totalmente          por la impresionante simpatía y santidad del gran apóstol.
Al          quedar huérfano de padre, empezó          a frecuentar el Oratorio de Don Bosco, donde los muchachos          pobres de la ciudad          iban a pasar alegre y santamente los días festivos. Allí oyó un          día que el          santo le preguntaba: "Miguelín: ¿nunca has deseado ser          sacerdote?".          Al jovencito le brillaron los ojos de emoción y le respondió:          "Si, lo he          deseado mucho, pero no tengo cómo hacer los estudios".
"Pues te          vienes cada día a mi casa y          yo te daré clases de latín", le dijo Don Bosco. Y así empezó el          joven sus          clases de secundaria.
Más          tarde Don Bosco lo envió a que          recibiera clases de un excelente profesor de la ciudad, y cuando          le pidió informes          acerca de su alumno, el profesor respondió: "Es el mejor de la          clase en          todo: en aplicación, en conducta y en buenos modales".
San          Juan Bosco deseaba mucho fundar          una comunidad religiosa para educar a los jóvenes, y se propuso          formar a sus          futuros religiosos de entre sus propios alumnos. Y al primero          que eligió para          ello fue al joven Rúa. Le impuso la sotana y se interesó porque          fuera haciendo          sus estudios lo más completamente posible.
En 1856          Don Bosco hizo una curiosa          votación entre los centenares de alumnos de su Oratoria de Turín          (en el cual          había muchos internos). Las preguntas eran estas: 1ª. ¿Cuál es          el más santo y          piadoso de los oratorianos? 2ª. ¿Cuál es el más simpático y buen          compañero de          todo el Oratorio? La segunda pregunta la ganó Santo Domingo          Savio, porque en          simpatía y compañerismo no le ganaba ninguno. Pero la primera la          ganó por          amplia votación el joven Rúa. Según el parecer de sus compañeros          era el más          piadoso y santo de todo el gran colegio. Y esto es mucho decir,          porque allá          había muchos jóvenes sumamente piadosos y santos.
Rúa fue          el primer alumno de Don          Bosco que ordenado de sacerdote se quedó a colaborarle en su          obra. Fue también          el primer director de colegio salesiano y el hombre de confianza          que acompañó          durante 37 años al gran apóstol en todas sus empresas          apostólicas. En él depositaba          San Juan Bosco toda su confianza y era en todo como su mano          derecha.
Del          beato Miguel Rúa hizo San Juan          Bosco un elogio que envidiaría cualquier otro religioso o          sacerdote. Hablando          con algunos salesianos dijo el santo: "Si Dios me dijera: hágame          la lista          de las mejores cualidades que desea para sus religiosos, yo no          sé qué          cualidades me atrevería a decir, que ya no las tenga el Padre          Miguel Rúa".
Cuando          el Padre Rúa fue nombrado          para ser director del primer colegio salesiano que se fundaba          fuera de Turín,          le pidió a su maestro Don Bosco que le trazara un plan de          comportamiento, y el          santo le escribió lo siguiente: "Ante todo trate de hacerse          querer, más          que de hacerse temer. Recuerde lo que decía San Vicente de Paúl:          'Yo tenía un          carácter demasiado serio y un temperamento amargo, y me di          cuenta de que si no          hay amabilidad, se hace más mal que bien en el apostolado. Y me          propuse          adquirir un modo de ser amable y bondadoso'. Este sea su plan de          comportamiento". Miguel Rúa conservó toda su vida estos consejos          y llegó a          practicarlos de manera admirable.
San          Juan Bosco decía al final de su          vida: "Si el Padre Rúa quisiera hacer milagros, los haría,          porque tiene la          virtud suficiente para conseguirlos". Pero la humildad de este          santo          sacerdote era tan grande que jamás se atrevía a querer obtener          nada          extraordinario. Él nunca hablaba de sí mismo. Pero un día, ya          ancianito, le          preguntaron los religiosos jóvenes: "Padre, ¿nunca le ha          sucedido algún          hecho extraordinario?". Y él, por bromear, les dijo: "Sí, un día          me          dijeron: ya que está reemplazando a Don Bosco que era tan          milagroso, por favor          coloque sus manos sobre una enferma que está moribunda. Yo lo          hice, y tan          pronto como le coloqué las manos sobre la cabeza, en ese mismo          instante... ¡la          pobre mujer se murió!". Los seminaristas rieron ante semejante          final que          no esperaban, pero se dieron cuenta de que lo sucedido en          realidad era que no          le gustaba hablar a favor de sí mismo.
Cuando          San Juan Bosco era ya muy          ancianito, el Santo Padre León XIII le dijo: "Dígame cuál es su          sacerdote          de mayor reemplazo". El santo le dijo que era Miguel Rúa y este          recibió el          encargo Pontificio de reemplazar a Don Bosco cuando muriera. Y          así lo hizo en          1888 al morir el santo. Quedó Rúa elegido como Superior General          de los salesianos          y en los 22 años que dirigió la Congregación Salesiana, esta          multiplicó por          cinco el número de sus religiosos y abrió casas y obras sociales          en gran          cantidad de países.
Los          salesianos decían: "Si          alguna vez se perdiera nuestra Regla o nuestros Reglamentos,          bastaría observar          cómo se porta el Padre Rúa, para saber ya qué es lo que los          demás debemos          hacer". Su exactitud era admirable. Siempre amable y bondadoso,          comprensivo con todos y lleno de paciencia, pero exactísimo en          el cumplimiento          de todos sus deberes.
Cuando          Rúa tenía apenas unos 25          años, un día se enfermó muy gravemente y mandó llamar a San Juan          Bosco para que          le impusiera los santos óleos y le llevaran el viático. El santo          respondió:          "Miguel no se muere ahora, ni aunque lo lances de un quinto          piso". Y          después explicó el por qué decía esto. Es que en sueños había          visto que todavía          en el año 1906 (40 años después) estaría Miguel Rúa extendiendo          la comunidad          salesiana por muchos países del mundo. Y a él personalmente le          dijo después:          "Miguel: cuando ya seas muy anciano y al llegar a una casa          alguien te          diga: 'Ay padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamete?',          prepárate          porque ya habrá llegado la hora de partir para la eternidad". Y          así          sucedió. Al principio del año 1910, el Padre Rúa fue a Sicilia a          visitar un          colegio salesiano y un antiguo discípulo suyo, al verlo le dijo:          "Ay          padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamente?". El santo          sacerdote          palideció y se preparó a bien morir.
Y el 6          de abril de 1910, después de          exclamar: "Salvar el alma, eso es lo más importante", expiró          santamente. Había dedicado su existencia totalmente a tratar de          hacer amar más          a Dios y a colaborar totalmente a tratar de hacer amar más a          Dios y a colaborar          en la salvación de las almas.
Oración            para pedir la canonización del            beato Miguel Rua
Dios          omnipotente y misericordioso,
          tú pusiste sobre las huellas de san Juan Bosco
          al beato Miguel Rua, que imitó sus ejemplos,
          heredó su espíritu y propagó sus obras;
          ahora que con la beatificación
          lo has elevado a la gloria de los altares,
          dígnate multiplicar su patrocinio hacia los que lo invocan
          y apresurar su canonización.
          Te lo pedimos por intercesión de María Auxiliadora,
          a la que él amo y honró con corazón de hijo,
          y por mediación de Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Más          información:
1.Don                Rua "el fidelísimo de Don Bosco".
Las seis          palabras misteriosas que          vuelven.
          Dos asuntos urgentes: uno para Don Bosco y otro para Miguel.
          Una carta profética en su mesa.
          Ser Don Bosco en Mirabello Monferrato.
          "Hacerse Don Bosco aquí, en el Oratorio".
2. Don                Rua "la Regla viviente".
¿Acaba          también para Don Rua?
          Don Bosco le comunica su mente y su corazón.
          Hacerse Don Bosco día a día.
          Las 'Reglas' aprobadas se convierten en el camino de la          santidad.
          "Don Rua me estudiaba a mí y yo estudiaba a Don Rua".
          La mano de Don Bosco en la de Don Rua.
3. Don                Rua: la fidelidad a la vida                consagrada "para toda la vida".
Fidelidad          fecunda a Don Bosco.
          Jesús: alimento en la Eucaristía y amor misericordioso en su          Corazón.
          "Todo lo que tenemos se lo debemos a María Santísima          Auxiliadora".
          Obediencia.
          Pobreza.
          Castidad.
4. Don                Rua: "el evangelizador de los                jóvenes".
Nuevos          campos de trabajo pastoral.
          Entre los obreros y los hijos de los obreros.
          Entre los mineros de Suiza.
          Emigrante entre los emigrantes.
          Arriesgar todo lo que se puede arriesgar, como Don Bosco.
          "Aquella sencillez con la que trataba de acompañar sus obras".
Oración          para pedir la canonización          del Beato Miguel Rua.
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Narciso de Jerusalén, Santo Obispo, 29 octubre   
              
 Octubre 29  La envidia es mala. Son temibles para los                  padres los "celos" que muestran algunos pequeños cuando                  viene al hogar un nuevo hermano. Llenan la casa de                  disensiones y discordias entre los niños, ante el                  cuidado normal que los padres dan a sus otros hermanos.                  Esta situación llega a ser, en ocasiones, mortificante                  para los padres cuando se dan en una casa. Lo bueno del                  asunto es que de ordinario pasa pronto, basta con                  adquirir un mayor grado de madurez natural. Lo malo del                  caso es no cuidar las pequeñas envidiejas y permitir que                  se asienten en el hombre tomando el cariz de pecado.  |           
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Fuente:          ACI Prensa 
          Cayetano (Gaetano) Errico, Santo Sacerdote y Fundador, 29          de octubre            
              
 Presbítero y Fundador Martirologio Romano: En Secondigliano, cerca de                    Nápoles, en la Campania, san Cayetano Errico,                    presbítero, que fomentó los retiros espirituales y la                    devoción a la Eucaristía, para ganar almas para                    Cristo, fundando también la Congregación de los                    Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de                    María.  |           
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Honorato            de Vercelli, Santo          Obispo, 29 Octubre   
              
 El Obispo Honorato de Vercelli tiene unido                  su nombre al de su contemporaneo San Ambrosio.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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