JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 11, 37-41
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a          comer. Jesús fue a su casa          y se sentó a la mesa. 
          El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la          ceremonia de lavarse          las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo: 
          "Ustedes, los fariseos, limpian por fuera el vaso y el plato,          mientras por          dentro están llenos de robos y maldades. 
          ¡Insensatos! El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de          dentro? Den limosna          de lo de dentro, y entonces quedarán limpios".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus          intenciones de          Misa! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          ¿Qué            pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo,            pero no quiero            verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama            realmente? Estamos en            el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse con el            Sacerdote al menos una vez al            año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del matrimonio            por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera, drogas, comer            a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver            pornografía, robo            importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
mar          28a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Tengo              los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo              peligro. Mírame, Dios              mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se equivoca; y            te pedimos            humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas            aquello que pueda            contribuir a nuestro bien.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      La              circuncisión no tiene valor, solamente la fe, que se              manifiesta por medio de la              caridad
Lectura              de la carta del apóstol según Pablo a los Gálatas 5, 1-6
Hermanos: Para vivir en            libertad, Cristo nos ha liberado. Por eso, manténganse firmes,            y no se sometan            de nuevo al yugo de la esclavitud.
            Soy yo, Pablo, quien les advierto: Si se circuncidan, Cristo            no les servirá de            nada. Y vuelvo a declarar: Todo el que se deja circuncidar,            queda obligado a            cumplir la ley entera. Los que buscan alcanzar la salvación            por medio de la            ley, han perdido a Cristo, han rechazado la gracia.
            Nosotros, en cambio, movidos por el Espíritu, esperamos            ansiosamente la            salvación por medio de la fe. Porque para los cristianos da lo            mismo estar            circuncidados que no estarlo; lo único que vale es la fe que            actúa por medio            del amor.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal              118, 41.4344.45.47.48
Señor,              ten misericordia de mí.
Dame,            Señor, tu amor y tu salvación conforme a tu promesa. Déjame            hablar con sinceridad,            pues confío en tus mandamientos.
            Señor, ten misericordia de mí.
Cumpliré            tu ley continuamente, por siempre. Caminaré con libertad,            porque busco tus            decretos.
            Señor, ten misericordia de mí.
Me            deleitaré en tus mandatos, los amo profundamente. Extiendo mis            manos hacia ti,            y medito tus normas.
            Señor, ten misericordia de mí.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los            pensamientos e intenciones            del corazón.
            Aleluya.
Evangelio
      Den limosna de lo que tienen              y todo lo de ustedes quedará limpio
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 11, 37-41
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, un fariseo            invitó a Jesús a comer. Jesús fue a su casa y se sentó a la            mesa. 
            El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la            ceremonia de            lavarse las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo: 
            "Ustedes, los fariseos, limpian por fuera el vaso y el plato,            mientras por            dentro están llenos de robos y maldades. 
            ¡Insensatos! El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de            dentro? Den limosna            de lo de dentro, y entonces quedarán limpios".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Confiados en tu misericordia,            Señor, venimos a tu altar con nuestros dones, a fin de que te            dignes            purificarnos por este memorial que estamos celebrando. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      La salvación por Cristo
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que por amor            creaste al hombre,            y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu            misericordia, por Cristo,            Señor nuestro.
            Por él, 
            los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales            celebran tu gloria,            unidos en común alegría. 
            Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu            alabanza: 
Antífona de la Comunión
      Yo les              aseguro, dice el Señor, que todo cuanto pidan en la oración,              si tienen fe en              obtenerlo, les será concedido.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Padre Santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la            Sangre de tu Hijo,            guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con            palabras, sino con            toda nuestra vida, podamos 
            demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de            los cielos.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
Dia          14/10 San Calixto (papa          y mártir, blanco)
      Antífona          de Entrada
      Este hombre es un verdadero mártir, ya que            derramó su sangre por Cristo;            no temió las amenazas de quienes lo juzgaron y mereció así el            Reino de los            cielos.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios todopoderoso y eterno, que otorgaste a san Calixto, la          gracia de luchar          por la fe hasta el martirio; concédenos, por su intercesión,          soportar por tu amor          todas las adversidades y caminar incansablemente hacia ti, que          eres nuestra          vida.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Apacienten el rebaño de Dios que él les ha            confiado
Lectura de la primera carta del apóstol            san Pedro 5, 1-4
Hermanos: Me dirijo ahora a los pastores de          las comunidades de ustedes,          yo, que también soy pastor como ellos y además he sido testigo          de los          sufrimientos de Cristo y participante de la gloria que se va a          manifestar.
          Apacienten el rebaño que Dios les ha confiado y cuiden de él no          como obligados          por la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por          ambición de dinero,          sino con entrega generosa; no como si ustedes fueran los dueños          de las          comunidades que se les han confiado, sino dando buen ejemplo. Y          cuando aparezca          el Pastor supremo, recibirán el premio inmortal de la gloria.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Con una gran confianza esperé en el Señor;          él se inclinó hacia mí y          escuchó mi clamor. El me puso en la boca un canto nuevo, un          himno a nuestro          Dios.
          Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas ya no quieres, en          cambio me has dejado oír tu          voz; no pides expiaciones ni holocaustos, así que dije: "Aquí          estoy".
          Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En el libro sagrado se me ordena cumplir lo          que tú mandas. Me agrada          hacer tu voluntad, Dios mío, pues tu ley es la entraña de mi          entraña.
          Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He dado a conocer tu salvación ante todo tu          pueblo; tú bien sabes,          Señor, que no guardé silencio.
          Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a          conocer todo lo          que le he oído a mi Padre.
          Aleluya.
Evangelio
      Yo les voy a dar el Reino como mi Padre me            lo dio a mí
†Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 22, 24-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron          a discutir sobre cuál de          ellos debería ser considerado como el más importante. Jesús les          dijo:
          "Los reyes de los paganos los dominan, y los que ejercen la          autoridad se          hacen llamar bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo          lo contrario:          que el mayor entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el          que gobierna,          como si fuera un servidor. Porque, ¿quién vale más, el que está          a la mesa o el          que sirve? ¿Verdad que es el que está a la mesa? Pues yo estoy          en medio de          ustedes como el que sirve. Ustedes han perseverado conmigo en          mis pruebas, y yo          les voy a dar el Reino, como mi Padre me lo dio a mí, para que          coman y beban a          mi mesa en el Reino, y se siente cada uno en un trono, para          juzgar a las doce          tribus de Israel".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Padre misericordioso, bendice nuestros dones          y fortalécenos en la fe que          tu santo mártir san Calixto, atestiguó con su propia sangre.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Testimonio y ejemplo de los mártires
En verdad es justo y necesario, es nuestro          deber y salvación, darte          gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios          todopoderoso y          eterno, por Cristo, Señor nuestro.
          Porque la sangre del glorioso mártir san Calixto, derramada como          la de Cristo          para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder,          que convierte          la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que          sea testigo          tuyo.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la          tierra te aclamamos,          diciendo sin cesar:
Antífona          de la Comunión
      Yo soy la vid y vosotros los sarmientos,            dice el Señor; el que permanece            en mí y en el cual yo permanezco, ese dará fruto abundante.
Oración          después de la          Comunión
      Oremos:
          Concédenos, Señor, imitar, confortados con este sacramento, la          admirable          entereza de san Calixto, a fin de obtener así el premio eterno,          prometido a los          que sufren por causa de tu nombre.
        Por          Jesucristo,          nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación diaria
28ª          semana. Martes
EL          PERDÓN DE NUESTRAS OFENSAS
— Somos          pecadores. El pecado es siempre y ante todo una ofensa a Dios.
— Al          Señor le encontramos siempre dispuesto para el perdón. Todo          pecado puede ser          perdonado si el pecador se arrepiente.
— Una          condición para ser perdonados: perdonar de corazón a los demás.          Cómo ha de ser          nuestro perdón.
I.          Padre, perdónanos nuestras ofensas, pedimos todos los          días en el Padrenuestro.
Somos          pecadores, y si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos            a nosotros            mismos, y la verdad no está en nosotros1,          escribe San Juan en su          primera Carta. La universalidad del pecado aparece con          frecuencia en el          Antiguo Testamento2 y es enseñada también en el Nuevo3.          Cada día tenemos necesidad de pedir perdón al Señor por nuestras          faltas y          pecados. Le ofendemos quizá en cosas pequeñas y sin una expresa          voluntariedad actual,          con nuestras acciones y con omisiones; de pensamiento, de          palabra y de obra. "Lo          que la revelación nos dice coincide con la experiencia. El          hombre, cuando          examina su corazón, comprueba su tendencia al mal, se ve anegado          por muchos          males. Esto explica la división íntima del hombre"4.
Hoy,          mientras hacemos nuestra oración con el Señor, y a lo largo del          día, podemos          hacer nuestra aquella jaculatoria del publicano que no se          atrevía a levantar la          vista en el Templo, y que reconocía, como nosotros, haber          ofendido al Señor:          ¡Oh Dios! –decía, lleno de humildad y de arrepentimiento–, ¡ten            compasión de            mí, que soy un pecador!5. ¡Cuánto bien nos          puede hacer esta          breve oración, repetida con un corazón humilde! La puso el Señor          en boca del          publicano de la parábola, pero para que la repitiéramos          nosotros.
Muchas          veces, los hombres suelen confundir el pecado con sus          consecuencias. Y les          entristece entonces el fracaso que introduce en su vida          personal, o la          humillación de haber faltado a un deber o los daños producidos a          otras          personas. Ven el pecado en relación a su propio ideal roto o al          mal causado a          otros. Sin embargo, no hay pecado sino en cuanto ofensa a Dios;          secundariamente, también en relación a uno mismo, a los demás y          a toda la          sociedad. He pecado contra Yahvé6, afirma el          rey David cuando          se da cuenta del delito que cometió contra Urías. Había cometido          un adulterio,          procurando después la muerte, de forma vergonzosa, al marido de          la adúltera, un          amigo y uno de sus mejores generales. Sin embargo, el adulterio,          el crimen          perpetrado, el abuso de poder, el escándalo dado al pueblo, por          graves que          hubieran sido, los juzgaba superados en malicia por la ofensa a          Dios.
Del          incumplimiento de la ley pueden derivarse desastres y          sufrimientos, pero pecado          propiamente solo existe ante Dios. He pecado contra el Cielo            y contra Ti7,          proclamará el hijo pródigo cuando vuelve arrepentido a la casa          paterna. "Sin          estas palabras: He pecado, el hombre no puede entrar          verdaderamente en          el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo, para          sacar de ella los          frutos de la redención y de la gracia. Estas son palabras-clave.          Evidencian          sobre todo la gran apertura interior del hombre hacia Dios: Padre,            he pecado            contra Ti (...).
"El          Salmista habla aún más claramente: Tibi soli peccavi,          contra Ti solo          pequé (Sal 50, 6).
"Ese          "Tibi soli" no anula las demás dimensiones del mal moral, como          es el pecado en          relación a la comunidad humana. Sin embargo, "el pecado" es un          mal moral de          modo principal y definitivo en relación con Dios mismo, con el          Padre en el          Hijo. Así, pues, el mundo (contemporáneo) y el            príncipe de este mundo          trabajan muchísimo para anular y aniquilar este aspecto en el          hombre,
"En          cambio, la Iglesia (...) trabaja sobre todo para que cada uno de          los hombres se          encuentre a sí mismo con el propio pecado ante Dios solo, y en          consecuencia          para que acoja la penitencia salvífica del perdón contenida en          la pasión y en          la resurrección de Cristo"8.
¡Qué          gran don del Cielo es poder reconocer nuestros pecados, sin          excusas ni          mentiras, y acercarnos hasta la fuente inagotable de la          misericordia divina y          poder decir: Padre, perdónanos nuestras ofensas! ¡Qué          paz tan grande da          el Señor!
II. No          basta con reconocer nuestros pecados, "es preciso que su          recuerdo sea doloroso          y amargo, que hiera el corazón, que mueva el alma al          arrepentimiento; de modo          que, sintiéndonos angustiados interiormente, nos movamos a          recurrir a Dios          nuestro Padre, pidiéndole con humildad que nos saque las espinas          de los          pecados, clavadas en nuestra alma"9.
El          Señor está dispuesto a perdonarlo todo de todos. Al que            viene a Mí -nos          dice- Yo no lo echaré fuera10. No es            voluntad de vuestro            Padre que está en los cielos -nos enseña en otro lugar- que            se pierda ni            uno solo de estos pequeñuelos11. Es más: como          enseña Santo          Tomás, la Omnipotencia de Dios se manifiesta, sobre todo, en el          hecho de          perdonar y usar de misericordia, porque la manera que Dios tiene          de mostrar que          tiene el supremo poder es perdonar libremente12. En          el Evangelio          aparece la misericordia de Jesús para con los pecadores como una          constante que          se repite una y otra vez: los recibe, los atiende, se deja          invitar por ellos,          los comprende, los perdona. A veces los fariseos lo criticaban          por esto, pero          Él los recrimina diciéndoles que no necesitan médico los            sanos sino los            enfermos, y que el Hijo del hombre ha venido a buscar            lo que estaba            perdido13.
La          ofensa ha de ser perdonada por el ofendido. El pecado solamente          puede ser          perdonado por el mismo Dios. Así lo hicieron notar a Jesús unos          fariseos: ¿Quién            puede perdonar los pecados sino solo Dios?14.          El Señor no rechazó          estas palabras, sino que se sirvió de ellas para mostrarles que          Él tiene ese          poder precisamente porque es Dios. Después de la Resurrección,          lo transmitió a          su Iglesia, para que Ella, por medio de sus ministros, lo          pudiese ejercer hasta          el fin de los tiempos: Recibid el Espíritu Santo -dijo          a los Apóstoles-;          a quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, a            quienes se los            retuvierais les serán retenidos15.
Al          Señor le encontramos siempre dispuesto al perdón y a la          misericordia en el          sacramento de la Confesión. "Podemos estar absolutamente ciertos          –enseña el          Catecismo Romano– de que Dios está inclinado hacia nosotros de          tal modo que con          muchísimo gusto perdona a los que de veras se arrepienten. Es          verdad que          pecamos contra Dios (...), pero también es verdad que pedimos          perdón a un Padre          cariñosísimo, que tiene poder para perdonarlo todo, y no solo          dijo que quería          perdonar, sino que además anima a los hombres para que le pidan          perdón, y hasta          nos enseña con qué palabras lo hemos de pedir. Por consiguiente,          nadie puede          tener duda de que –porque Él lo ha dispuesto– en nuestra mano          está, por así          decir, recobrar la gracia divina"16.
III. Perdona            nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que            nos ofenden,          rezamos cada día, quizá muchas veces. El Señor espera esta          generosidad que nos          asemeja al mismo Dios. Porque si vosotros perdonáis a otro            sus faltas,            también os perdonará vuestro Padre celestial17.          Esta disposición          forma parte de una norma frecuentemente afirmada por el Señor a          lo largo del          Evangelio: Absolved y seréis absueltos. Dad y se os dará...            La medida que            uséis con otros, esa se usará con vosotros18.
Dios          nos ha perdonado mucho, y no debemos guardar rencor a nadie.          Hemos de aprender          a disculpar con más generosidad, a perdonar con más prontitud.          Perdón sincero,          profundo, de corazón. A veces nos sentimos heridos sin una razón          objetiva; solo          por susceptibilidad o por amor propio lastimado por pequeñeces          que carecen de          verdadera entidad. Y si alguna vez se tratara de una ofensa real          y de          importancia, ¿no hemos ofendido nosotros mucho más a Dios? Él          "no acepta el          sacrificio de quienes fomentan la división: los despide del          altar para que          vayan primero a reconciliarse con sus hermanos: Dios quiere ser          aplacado con          oraciones de paz. La mayor obligación para Dios es nuestra paz,          nuestra          concordia, la unidad de todo el pueblo fiel en el Padre, el Hijo          y el Espíritu          Santo"19.
Con          frecuencia debemos hacer examen para ver cómo son nuestras          reacciones ante las          molestias que en alguna ocasión la convivencia puede llevar          consigo. Seguir a          Cristo en la vida corriente es encontrar, también en este punto,          el camino de          la paz y de la serenidad. Debemos estar vigilantes para evitar          la más pequeña          falta de caridad externa o interna. Las pequeñeces diarias          –normales en toda          convivencia– no pueden ser motivo para que disminuya la alegría          en el trato con          quienes nos rodean. Si alguna vez tenemos que perdonar alguna          ofensa real,          entendamos que esa es una ocasión muy particular de imitar a          Jesús, que pide          perdón para los que le crucifican; nos hará saborear el amor de          Dios, que no          busca su propia ventaja; se enriquece el propio corazón, que se          hace más          grande, con mayor capacidad de amar. No debemos olvidar entonces          que "nada nos          asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos al perdón"20.          La          generosidad con los demás conseguirá que la misericordia divina          perdone tantas          flaquezas nuestras.
1 1 Jn 8.          — 2 Cfr.          Job 9, 2; 14, 4; Prov 20, 9; Sal 13, 1-4;          50, 1 ss.; etc.          — 3 Cfr. Rom 3, 10-18. — 4 Conc. Vat. II,          Const. Gaudium et spes, 13. — 5 Lc 18,          13. — 6 2            Sam 12, 13. — 7 Lc 15, 18, — 8          Juan Pablo II, Ángelus          16-III-1980. — 9 Catecismo Romano, IV, 14, n. 6. — 10          Jn          10, 37. — 11 Mt 18, 14. — 12 Santo          Tomás, Suma            Teológica, 1. q. 25 a. 3 ad 3. — 13 Lc 19,          10. — 14          Cfr. Lc 5, 18-25. — 15 Cfr. Jn 20,          19-23. — 16          Catecismo Romano, IV, 24, n. 11. — 17 Mt 14, 15.          — 18 Cfr.          Lc 6, 37-38. — 19 San Cipriano, Tratado de la            oración del            Señor, 23. — 20 San Juan Crisóstomo, Homilías            sobre San Mateo,          19, 7.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
|                San Calixto Señor: envíanos tu Espíritu Santo que nos                  vuelva   |           
Calixto es un          nombre que en griego quiere          decir: "muy hermoso".
Este          Pontífice se ha hecho famoso          por Las Catacumbas de San Calixto, en Roma, que él organizó          (catacumba          significa: cueva subterránea). Estas catacumbas son las más          famosas de Roma          (según decía Juan XXIII). Tienen 4 pisos sobrepuestos, y más de          20 kilómetros          de corredores. Allí se encuentran el famoso sepulcro de Santa          Cecilia y los          sepulcros de muchísimos mártires de los primeros siglos.
Dicen          que era un esclavo que un          tiempo estuvo condenado a trabajos forzados en las minas.          Recobrada la libertad          se dedicó a estudiar la religión de Cristo y a enseñarla a sus          vecinos. El Papa          San Ceferino lo nombró como su hombre de confianza en el año 199          y le encomendó          la dirección de las Catacumbas donde sepultaban a los          cristianos. Calixto          ensanchó notablemente estas catacumbas y las organizó muy bien.
Al          morir San Ceferino, el pueblo de          Roma eligió como Sumo Pontífice a Calixto, como el mejor          preparado para ello.          Pero se le opuso terriblemente un tal Hipólito, aduciendo como          razones para          pedir que lo destituyeran del Pontificado, el que Calixto          afirmaba que si un          pecador hacía penitencias y dejaba sus maldades se le podía          volver a admitir          entre los fieles cristianos católicos, y que a un obispo no se          le podía          destituir por un grave pecado que hubiera cometido, si se          arrepentía y empezaba          una vida de conversión y penitencia. Calixto sabía ser          comprensivo.
Este          Santo Pontífice convirtió a          muchos romanos al cristianismo, curó a varios enfermos que          padecían de enfermedades          muy graves, y defendió cuanto más pudo a los creyentes          perseguidos.
Nuestro          santo ayunaba días y          semanas y hasta 40 días seguidos. Cuando los perseguidores lo          llevaron preso          por proclamar su fe en Jesucristo, lo echaron a un oscuro          calabozo, esperando          que se desesperaría por hambre. Pero después de unos días lo          encontraron muy          tranquilo. Le preguntaron cómo lograba mantenerse sereno sin          comer ni beber y          les dijo: "Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin          comer ni          beber, y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy          capaz de resistir          sin desesperarme".
En la          cárcel consiguió con sus          oraciones la sanación de la esposa del carcelero cuando ya la          pobre mujer          estaba agonizando. En acción de gracias, el carcelero y toda su          familia se          hicieron bautizar por él.
Entonces          el jefe pagano de Roma          ordenó que lo echaran en un pozo profundo y que cubrieran la          boca del pozo con          tierra y escombros. Todavía en Roma señalan a los turistas el          pozo de San          Calixto, desde donde su alma voló al cielo a recibir el premio          prometido por          Cristo Jesús a los que lo proclaman en la tierra.
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Domingo Loricato, Santo Eremita, Octubre 14   
              
 Eremita Martirologio Romano: En San Severino                      Marche, del Piceno, en Italia, santo Domingo,                      llamado Loricato, por la coraza de hierro que                      llevaba ceñida al cuerpo, presbítero de la Orden                      Camaldulense, el cual, habiendo sido ordenado                      simoníacamente, se hizo monje eremita y, discípulo                      de san Pedro Damiani, llevó una vida austera y                      disciplinada (1060).  |           
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Román            Lysko, Beato          Sacerdote y Mártir, 14 de octubre   
              
 Mártir Ucraniano Martirologio Romano: En Lviv, de                      Ucrania, beato Román Lysko, presbítero y mártir, que                      durante la persecución contra la fe, siguiendo de                      cerca las huellas de Cristo, por su gracia llegó al                      reino celestial (1949).  |           
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Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste          día, Octubre 14            
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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