JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12,            54-59
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a la multitud: 
          "Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el          poniente,          enseguida dicen que va a llover y, en efecto, llueve. 
          Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así          sucede.          ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo          y la tierra,          ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente?          ¿Por qué,          pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer          ahora? 
          Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad,          haz todo lo posible          por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que no te          lleve ante el juez,          el juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la          cárcel. Yo te          aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último          centavo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos            su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería          posible sin sus oraciones: al          menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te          salve María, llena          eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas          las mujeres y          bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de          Dios, ruega por          nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.          ¡Recuérdenos en          sus intenciones y misas! 
Aclaración: una relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras          de vida eterna"          (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta          charlar por teléfono          (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver          a Jesús, que          está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a          Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a)          co-reparamos el          daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye          los Corazones          de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b)          adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras          necesidades y para la          salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5          minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a            verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la            Eucaristía: "si no coméis la              carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis              vida en vosotros" (Jn 6,53;            1 Jn 5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos            hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva            Alianza de Amor. Si            faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia            (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios,            que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados            personales, nos            auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia            falta a su boda, es            ella la que se aparta del amor del Novio para siempre,            sabiendo que Él da la            Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos            a Él (descanso,            comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal            faltar sin causa            grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16,            18-19; Ex 20,8-10;            Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte            todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le            dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para            ser felices para            siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del            amor, es necesaria            la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la            Cátedra de Pedro, el            representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            "quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros            pecados mortales? no confesarse            con el Sacerdote al menos una            vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual            (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos),            promover el aborto            (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación            artificial),            planificación natural sin causa grave, deseo o actividad            sexual fuera del            matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños,            privar de Misa a niños            en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar,            envidia, calumnia, odio o            deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o            burla de lo            sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo            antes posible y nos sorprende            la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno            eterno (Catecismo            1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48,            etc.). Estos son pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia.            Pero ahora que            lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
vie          29a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      El              Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis              enemigos y me salvó,              porque me ama.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del            mundo se            desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y            que tu Iglesia            pueda servirte con tranquilidad y alegría.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      ¿Quién              me librará de este cuerpo, esclavo de la muerte?
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 7, 18-25
Hermanos: Bien sé            yo que nada bueno hay en mí, es decir, en mi naturaleza humana            deteriorada por            el pecado. En efecto, yo puedo querer hacer el bien, pero no            puedo realizarlo,            puesto que no hago el bien que quiero sino el mal que no            quiero; y si hago lo que            no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado, que            habita en mí. 
            Descubro, pues, en mí esta realidad: cuando quiero hacer el            bien, me encuentro            con el mal. Y aunque en lo más íntimo de mi ser me agrada la            ley de Dios,            percibo en mi cuerpo una tendencia contraria a mi razón que me            esclaviza a la            ley del pecado, que está en mi cuerpo. 
            ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, esclavo de la            muerte? ¡La            gracia de Dios, por medio de Jesucristo, nuestro Señor!
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 118
Enséñame,              Señor, a gustar tus mandamientos.
Enséñame            Señor, a gustar y a comprender tus preceptos, pues yo me fío            de ellos. Tú, que            eres bueno y haces beneficios, instrúyeme en tus leyes. 
            Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Señor,            que tu amor me consuele conforme a las promesas que me has            hecho. Muéstrame tu            ternura y viviré, porque en tu ley he puesto mi contento.
            Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Jamás            olvidaré tus mandamientos pues con ellos me diste vida. Soy            tuyo, sálvame, pues            voy buscando tus leyes.
            Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque            has revelado los            misterios del Reino a la gente sencilla.
            Aleluya.
Evangelio
      Si saben              interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por              qué no interpretan              entonces los signos del tiempo presente?
† Lectura del              santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
Gloria a ti,              Señor.
En aquel tiempo dijo            Jesús a la multitud: 
            "Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el            poniente,            enseguida dicen que va a llover y, en efecto, llueve. 
            Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así            sucede.            ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el            cielo y la tierra,            ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo            presente? ¿Por qué,            pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer            ahora? 
            Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la            autoridad, haz todo lo            posible por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que            no te lleve ante            el juez, el juez te entregue a la policía, y la policía te            meta en la cárcel.            Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el            último centavo".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Que este pan y            este vino, que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden,            Señor,            convertidos en Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el            premio de la            felicidad eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio            
      Alabanza a Dios              por la creación y redención del género humano
En verdad es            justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias            siempre y en            todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
            Porque has querido ser, por medio de tu amado Hijo, no sólo el            creador del            género humano, sino también el autor bondadoso de la nueva            creación.
            Por eso, 
            con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te            alaban todos los            redimidos y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, unidos            a los ángeles,            nosotros queremos celebrarte y te alabamos diciendo:
Antífona de la Comunión
      Cantaré              al Señor por el bien que me ha hecho; y entonaré un himno de              alabanza al Dios              altísimo.
Oración después de la            Comunión
      Oremos:
            Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con            que ahora nos            fortaleces, nos hagas algún día participar de la vida eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
29ª semana. Viernes
LOS SIGNOS Y LOS TIEMPOS
— Reconocer a Cristo que          pasa cerca de nuestra vida.
— La fe y la limpieza de          alma.
— Encontrar a Jesús y          darlo a conocer.
I. Desde siempre los          hombres se han interesado por el          tiempo y por el clima. De modo muy particular, los labradores y          los hombres de          la mar han interrogado el estado del cielo, la dirección del          viento, la forma          de las nubes, para aventurar un pronóstico en razón de sus          tareas. Nuestro          Señor, en el Evangelio de la Misa1, lo hace notar a          quienes le          escuchan, pescadores y gentes del campo en su mayoría: Cuando          veis que sale una          nube por el poniente, en seguida decís: va a llover. Y cuando          sopla el sur,          decís: viene bochorno. Jesús se encara con ellos, pues saben          prever la lluvia y          el buen tiempo a través de los signos que aparecen en el          horizonte y, sin          embargo, no saben discernir las señales, más abundantes y más          claras, que Dios          envía para que averigüen y conozcan que ha llegado ya el Mesías:          ¿cómo no          sabéis interpretar este tiempo?, les interpela. A muchos les          faltaba buena voluntad          y rectitud de intención, y cerraban sus ojos a la luz del          Evangelio. Las          señales de la llegada del Reino de Dios son suficientemente          claras en la          Palabra de Dios, que les llega tan directamente, en los milagros          tan abundantes          que realizó el Señor, y en la Persona misma de Cristo que tienen          ante sus ojos2.          A pesar de tantos signos, muchos de ellos ya anunciados por los          Profetas, no          supieron enjuiciar la situación presente. Dios estaba en medio          de ellos y          muchos no se dieron cuenta.
El Señor sigue pasando          cerca de nuestra vida, con          suficientes referencias, y cabe el peligro de que en alguna          ocasión no le          reconozcamos. Se hace presente en la enfermedad o en la          tribulación, que nos          purifica si sabemos aceptarla y amarla; está, de modo oculto          pero real, en las          personas que trabajan en la misma tarea y que necesitan ayuda,          en aquellas          otras que participan del calor del propio hogar, en las que cada          día          encontramos por motivos tan diversos... Jesús está detrás de esa          buena noticia,          y espera que vayamos a darle las gracias, para concedernos otras          nuevas. Son          muchas las ocasiones en que se hace encontradizo... ¡Qué pena si          no supiésemos          reconocerle por ir excesivamente preocupados o distraídos, o          faltos de piedad,          de presencia de Dios!
¿No sería nuestra vida          bien distinta si fuéramos más          conscientes de esa presencia divina? ¿No es cierto que          desaparecería mucha          rutina, malhumor, penas y tristezas...? ¿Qué nos importaría          entonces          representar un papel u otro, si sabemos que a Dios le gusta y          aprecia el que          nos ha tocado? "Si viviéramos más confiados en la Providencia          divina, seguros          –¡con fe recia!– de esta protección diaria que nunca nos falta,          cuántas          preocupaciones o inquietudes nos ahorraríamos. Desaparecerían          tantos          desasosiegos que, con frase de Jesús, son propios de los          paganos, de los          hombres mundanos (Lc 12, 30), de las personas que carecen de          sentido          sobrenatural"3, de quienes viven como si el Maestro          no se hubiera          quedado con nosotros.
II. La fe se hace más          penetrante cuanto mejores son          las disposiciones de la voluntad. Quien quisiere hacer la          voluntad de Él (de mi          Padre) conocerá si mi doctrina es de Dios o si es mía4,          dirá el          Señor en otra ocasión a los judíos. Cuando no se está dispuesto          a cortar con          una mala situación, cuando no se busca con rectitud de intención          solo la gloria          de Dios, la conciencia se puede oscurecer y quedarse sin luz          para entender          incluso lo que parece evidente. "El hombre, llevado por sus          prejuicios, o          instigado por sus pasiones y mala voluntad, no solo puede negar          la evidencia,          que tiene delante, de los signos externos, sino resistir y          rechazar también las          superiores inspiraciones que Dios infunde en las almas"5.          Si falta          buena voluntad, si esta no se orienta a Dios, entonces la          inteligencia          encontrará muchas dificultades en el camino de la fe, de la          obediencia o de la          entrega al Señor6. ¡Cuántas veces hemos experimentado          en el          apostolado personal cómo han desaparecido muchas dudas de fe en          amigos nuestros          cuando por fin se han decidido a hacer una buena Confesión!          "Dios se deja ver          de los que son capaces de verle, porque tienen abiertos los ojos          de la mente.          Porque todos tienen ojos, pero algunos los tienen bañados. en          tinieblas y no          pueden ver la luz del sol. Y no porque los ciegos no la vean          deja por eso de          brillar la luz solar, sino que ha de atribuirse esta oscuridad a          su defecto de          visión"7.
Para percibir la claridad          penetrante de la fe, "hacen          falta las disposiciones humildes del alma cristiana: no querer          reducir la          grandeza de Dios a nuestros pobres conceptos, a nuestras          explicaciones humanas,          sino comprender que ese misterio, en su oscuridad, es una luz          que guía la vida          de los hombres (...). Con este acatamiento, sabremos comprender          y amar; y el          misterio será para nosotros una enseñanza espléndida, más          convincente que          cualquier razonamiento humano"8.
Son tan importantes las          disposiciones morales (la          limpieza de corazón, la humildad, la rectitud de intención...)          que a veces se          puede decir que la oscuridad ante la voluntad de Dios, el          desconocimiento de la          propia vocación, las dudas de fe, incluso la misma pérdida de          esta virtud          teologal, tienen sus raíces en el rechazo de las exigencias de          la moral o de la          voluntad divina9. Cuenta San Agustín su experiencia          cuando aún          estaba lejos del Señor: "Yo llegué a encontrarme –afirma el          Santo– sin deseo          alguno de los alimentos incorruptibles; pero no porque estuviera          lleno de          ellos, sino porque mientras más vacío me encontraba, más los          rechazaba"10.          Purifiquemos nosotros la mirada, aun de esas motas que dañan la          visión, aunque          sean pequeñas; rectifiquemos muchas veces la intención –¡para            Dios toda la            gloria!–, con el fin de ver a Jesús que nos visita con          tanta frecuencia.
III. El Evangelio de la          Misa de hoy termina con estas          palabras de Jesús: Cuando vayas con tu adversario al            magistrado, procura            ponerte de acuerdo con él en el camino, no sea que te obligue            a ir al juez, y            el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la            cárcel... Todos          vamos por el camino de la vida hacia el juicio. Aprovechemos          ahora para olvidar          agravios y rencores, por pequeños que sean, mientras queda algo          de trayecto por          recorrer. Descubramos los signos que nos señalan la presencia de          Dios en          nuestra vida. Luego, cuando llegue la hora del juicio, será ya          demasiado tarde          para poner remedio. Este es el tiempo oportuno de rectificar, de          merecer, de          amar, de reparar. El Señor nos invita hoy a descubrir el sentido          profundo del          tiempo, pues es posible que todavía tengamos pequeñas deudas          pendientes: deudas          de gratitud, de perdón, incluso de justicia...
A la vez, hemos de ayudar          a otros que nos acompañan en          el camino de la vida a interpretar esas huellas que señalan el          paso del Señor cerca          de sus familias, de sus lugares de trabajo... Es posible que          algunos, quizá los          más alejados, no sigan al Maestro porque le ven con una mirada          miope, como          muchos de aquellos que le rodeaban en Palestina, pues "lo que          muchos combaten          no es al verdadero Dios, sino la falsa idea que se han hecho de          Dios: un Dios          que protege a los ricos, que no hace más que pedir y acuciar,          que siente          envidia de nuestro progreso, que espía continuamente desde          arriba nuestros          pecados para darse el placer de castigarlos (...). Dios no es          así: es justo y          bueno a la vez; Padre también de los hijos pródigos, a los que          desea ver no          mezquinos y miserables, sino grandes, libres, creadores de su          propio destino.          Nuestro Dios es tan poco rival del hombre, que ha querido          hacerle su amigo,          llamándole a participar de su misma naturaleza divina y de su          misma eterna          felicidad. Ni tampoco es verdad que nos pida demasiado; al          contrario, se          contenta con poco, porque sabe muy bien que no tenemos gran cosa          (...). Este          Dios se hará conocer y amar cada vez más; y de todos, incluidos          los que hoy lo          rechazan, no porque sean malos (...), sino porque le miran desde          un punto de          vista equivocado. ¿Que ellos siguen sin creer en Él? Él les          responde: soy Yo el          que cree en vosotros"11. Dios, como buen Padre, no se          desanima ante          sus hijos. No perdamos la esperanza nosotros: mostremos a los          demás tantas          indicaciones y referencias como Él deja a su paso. Si el          campesino conoce bien          la evolución del tiempo, los cristianos hemos de saber descubrir          a Jesús, Señor          de la historia, presente en el mundo, en medio de los grandes          acontecimientos          de la humanidad, y en los pequeños sucesos de los días sin          relieve. Entonces          sabremos darlo a conocer a los demás.
1 Lc 12, 54-59. — 2          Cfr. Conc. Vat. II,          Const. Lumen gentium, 5. — 3 San Josemaría          Escrivá, Amigos de            Dios, 116. — 4 Jn 7, 17. — 5 Pío          XII, Enc. Humani            generis, 12-VIII-1950. — 6 Cfr. J. Pieper, La            fe, hoy,          Palabra, Madrid 1968, pp. 107-117. — 7 San Teófilo de          Antioquía, Libro            1, 2, 7. — 8 San Josemaría Escrivá, Es Cristo            que pasa, 13. —          9 Cfr. J. Pieper, loc. cit. — 10 San          Agustín, Confesiones,          3, 1, 1. — 11 A. Luciani, Ilustrísimos señores,          pp. 18-19.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
|                Autor:                  P. Felipe Santos | Fuente:                  Catholic.net   |           |
|                Mártires,                  patronos de los zapateros, 25 de octubre  |           |
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|                40 Mártires de Inglaterra y Gales, Santos  |           |
|                Mártires, 25 de octubre  |           |
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|                Autor:                  Magnificat.ca | Fuente:                  Magnificat.ca   |           |
|                Esposos y mártires, 25 Octubre  |           |
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|                Canna,                      Santa  |           |
|                Esposa                  y madre, Siglo VI, 25 Octubre  |           |
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|                Autor:                  P. Felipe Santos | Fuente:                  Catholic.net   |           |
|                Viuda, 25 de octubre  |           |
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|                Obispo, 25 Octubre  |           |
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|                Autor:                  Archimadrid.com | Fuente:                  Archimadrid.com   |           |
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com,          Catholic.net
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