JMJ
Pax
†Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12
Gloria a ti Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos los y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:
"La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; los envío como corderos en medios de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan primero:
"Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos nuestra paz; si no, volverá a ustedes. Coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No anden cambiando de casa. Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de nosotros el Reino de Dios". Cuando entren en un pueblo y no les reciban, salgan a la plaza y digan: "Hasta el polvo de su pueblo, que se nos ha pagado a los pies, no los sacudimos sobre ustedes. De todos modos, salgan que está cerca el Reino de Dios". Les digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
jue 26a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Acuérdate, Señor de tu alianza; no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa; no olvides las voces de los que te buscan.
Oración Colecta
Oremos:
Dios eterno y todopoderoso a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro, haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que podamos gozar, después de esta vida, de la herencia que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Esdras abrió el libro de la ley, bendijo al Señor y todos respondieron: ¡Amén!
Lectura del libro de Nehemías 8, 1-4. 5-6. 8-12
En aquellos días, todo el pueblo, como si fuera un solo hombre, se reunió en la plaza que está ante la puerta del Agua y pidió a Esdras, el sacerdote y escriba, que trajera el libro de la ley de Moisés que el Señor había prescrito a Israel. Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la ley ante la asamblea formada por hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón.
Era el día primero del mes séptimo y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley.
Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera, levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y, cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡Amén!" e, inclinándose, adoraron al Señor. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura. Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras el sacerdote y escriba y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo:
"Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios: no estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. ¡No estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza!".
Y los levitas consolaban al pueblo diciéndole:
"No lloren ni estén tristes, ya que éste es un día santo".
Y el pueblo entero se fue a comer y a beber. Mandó comida a los que no tenían nada e hizo grandes festejos, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 18
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas son las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
Aleluya.
Evangelio
Su deseo de paz se cumplirá
†Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12
Gloria a ti Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos los y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:
"La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; los envío como corderos en medios de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan primero:
"Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos nuestra paz; si no, volverá a ustedes. Coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No anden cambiando de casa. Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de nosotros el Reino de Dios". Cuando entren en un pueblo y no les reciban, salgan a la plaza y digan: "Hasta el polvo de su pueblo, que se nos ha pagado a los pies, no los sacudimos sobre ustedes. De todos modos, salgan que está cerca el Reino de Dios". Les digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, con bondad, estos dones que has puesto en manos de tu Iglesia, y con tu poder conviértelos en el sacramento de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio de nuestra salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que , hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:
Antífona de la Comunión
Alaba, Jerusalén, al Señor, porque te alimenta con lo mejor de su trigo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que la recepción de esta Eucaristía nos confirme, Señor, en tu amor y nos ayude a conseguir la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 3/10 San Francisco de Borja ( religioso, blanco)
Antífona de Entrada
Estos son los santos que recibieron la bendición la bendición del Señor, a los que hizo justicia el Dios de salvación; éste es el grupo que busca al Señor.
Oración Colecta
Oremos:
¡Oh Dios!, que has llamado a san Ignacio de Borja para que buscase tu reino sobre todas las cosas por el camino de la caridad perfecta; concédenos que, fortalecidos por su intercesión, avancemos con espíritu de alegría en el camino del amor.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lo que para mí era ganancia, lo he estimado como perdida
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 7-14
Hermanos: Lo que para mí era ganancia, por Cristo, lo he estimado como pérdida. Y más todavía: Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo. Y aunque poseo el premio, porque Cristo Jesús me lo ha entregado, hermanos, yo a mí mismo me considero corno si aún no hubiera conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba me llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 22
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Vengan conmigo, dice el Señor, y los haré pescadores de hombres.
Aleluya.
Evangelio
El que se humilla será enaltecido
†Lectura de l santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos, y despreciaban a los demás:
"Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era un fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador".
Les digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, escucha con bondad nuestra súplica y protégenos con la intercesión de tus santos, para que tributemos siempre un culto digno a tu divina Majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Prefacio
La gloria de los santos
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo.
Porque tu gloria resplandece en cada uno de los Santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones. Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por este sacramento que hemos recibido, concédenos, Señor, imitar a san Francisco de Borja en su caridad y en su celo apostólico, para que gustemos los frutos de tu amor y no entreguemos a la salvación de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
26ª semana. Jueves
LA MIES ES MUCHA
— Urgencia de nuevos apóstoles para reevangelizar el mundo.
— La caridad, fundamento del apostolado.
— La alegría que ha de acompañar al mensaje de Cristo.
I. Entre los que seguían a Jesús había un numeroso grupo de discípulos1. Entre ellos se contaban quienes acompañaron a Jesús desde el bautismo de Juan hasta la Ascensión: de algunos nos dan noticias los Hechos de los Apóstoles, como José, llamado Barsabas, y Matías2; también estarían en este grupo Cleofás y su compañero, a quienes Cristo resucitado se les apareció en el camino de Emaús3. Sin pertenecer al círculo de los Doce, estos discípulos llegaron a formar una categoría especial entre los oyentes y amigos de Jesús, siempre dispuestos para lo que el Maestro los necesitase4. Con toda seguridad formaron el núcleo de la primitiva Iglesia después de Pentecostés. En el Evangelio de la Misa5 leemos que, de estos que le seguían con plena disponibilidad, Jesús designó a setenta y dos para que fueran delante de Él, preparando las almas para la llegada de Cristo. Y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos.
Hoy, también, el campo apostólico es inmenso: países de tradición cristiana que es necesario evangelizar de nuevo, naciones que han sufrido durante tantos años la persecución a causa de la fe y que necesitan nuestra ayuda, los nuevos pueblos sedientos de doctrina... Basta echar una mirada a nuestro alrededor –al lugar de trabajo, a la Universidad, a los medios de comunicación...– para darnos cuenta de todo lo que falta por hacer. La mies es mucha... «Enteros países y naciones, en los que en un tiempo la religión y la vida cristiana fueron florecientes y capaces de dar origen a comunidades de fe viva y operativa, están ahora sometidos a dura prueba e incluso alguna que otra vez son radicalmente transformados por el continuo difundirse del indiferentismo, del secularismo y del ateísmo. Se trata, en concreto, de países y naciones del llamado Primer Mundo, en el que el bienestar económico y el consumismo –si bien entremezclado con espantosas situaciones de pobreza y miseria– inspiran y sostienen una existencia vivida "como si no hubiera Dios". Ahora bien, el indiferentismo religioso y la total irrelevancia práctica de Dios para resolver los problemas, incluso graves, de la vida, no son menos preocupantes y desoladores que el ateísmo declarado. Y también la fe cristiana –aunque sobrevive en algunas manifestaciones tradicionales y ceremoniales– tiende a ser arrancada de cuajo de los momentos más significativos de la existencia humana, como son los momentos del nacer, del sufrir y del morir. De ahí proviene el afianzarse de interrogantes y de grandes enigmas, que, al quedar sin respuesta, exponen al hombre contemporáneo a inconsolables decepciones, o a la tentación de suprimir la misma vida humana que plantea esos problemas»6. Ahora es tiempo de esparcir la semilla divina y también de cosechar. Hay lugares en los que no se puede sembrar por falta de operarios, y mieses que se pierden porque no hay quien las recoja. De ahí la urgencia de nuevos apóstoles. La mies es mucha; los obreros, pocos.
En los primeros tiempos del Cristianismo, en un mundo con una situación parecida a la nuestra –con abundancia de recursos materiales pero espiritualmente menesteroso–, la naciente Iglesia tuvo el necesario vigor, no solo para protegerse de ser paganizada desde fuera, sino para transformar, desde dentro, una civilización tan alejada de Dios. No parece que el mundo de hace dos mil años estuviera mejor o peor preparado que el nuestro para ser evangelizado. A primera vista podía presentarse cerrado al mensaje de Cristo, como el de ahora; pero aquellos primeros cristianos, apóstoles todos, con las mismas armas que nosotros, el espíritu de Jesús, supieron transformarlo. ¿No vamos a poder nosotros cambiar el mundo que nos rodea: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo...?
El mundo actual quizá esté necesitado de muchas cosas, pero ninguna otra le es precisa con más urgencia que la de apóstoles santos, alegres, convencidos, fieles a la doctrina de la Iglesia, que con sencillez den a conocer que Cristo vive. Es el mismo Señor quien nos indica el camino para conseguir nuevos operarios que trabajen en su viña: Rogad, pues, al Señor de las mies que envíe operarios a su mies. Rogad..., nos dice. «La oración es el medio más eficaz de proselitismo»7. Nuestro afán apostólico ha de traducirse, en primer lugar, en una petición continuada, confiada y humilde de nuevos apóstoles. La oración ha de ir siempre por delante.
«Desgarra el corazón aquel clamor –¡siempre actual!– del Hijo de Dios, que se lamenta porque la mies es mucha y los obreros son pocos.
»—Ese grito ha salido de la boca de Cristo, para que también lo oigas tú: ¿cómo le has respondido hasta ahora?, ¿rezas, al menos a diario, por esa intención?»8.
II. La mies es mucha... «Para la mies abundante –comenta San Gregorio Magno– son pocos los obreros – cosa que no podemos decir sin gran tristeza–; porque si bien no faltan los que oyen las cosas buenas, faltan sin embargo quienes las difundan»9. El Señor quiere servirse ahora de nosotros, como lo hizo en aquella ocasión con quienes le acompañaban y después con todos aquellos que le han querido seguir de cerca,
El Maestro, antes de enviar a los suyos al mundo entero, les hizo vivir como amigos en su intimidad, les dio a conocer al Padre, les reveló su amor y, sobre todo, se lo comunicó. Como el Padre me amó, Yo también os he amado a vosotros10; os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Y añadió, a modo de conclusión: os he destinado para que vayáis y deis fruto11. Con esta caridad hemos de ir a todos los lugares, pues el apostolado consiste sobre todo en «manifestar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y pueblos»12, esa caridad con la que nos ama el Señor y con la que quiere que amemos a todos. El cristiano será apóstol en la medida en que sea amigo de Dios y viva esa amistad con quien se encuentra cada día en su camino. En un mundo en el que la desconfianza y la agresividad parecen ir ganando terreno, nuestra primera preocupación ha de ser la de vivir con esmero la caridad en todas sus manifestaciones. Cuando quienes nos tratan –por muy alejados que se encuentren de Dios– vean que nos fiamos de ellos, que estamos dispuestos a prestar una ayuda, a sacrificarnos por el bien de personas que incluso no conocemos, que no guardamos rencor, que no somos negativos ni hablamos nunca mal de nadie, que siempre nos encontrarán dispuestos a colaborar..., pensarán que los cristianos somos muy diferentes, porque seguimos a Alguien, a Cristo, muy particular. No quiere decir esto que nunca tengamos diferencias con los demás, sino que las manifestamos sin aire de agravio, sin poner en duda la buena fe de las personas, sin atacar, aunque estemos muy lejos de sus ideas. Cuando nadie queda excluido de nuestro trato y de nuestra ayuda, entonces estamos dando testimonio de Cristo.
III. Junto a la caridad, hemos de manifestar al mundo nuestra alegría. Aquella que el Señor nos prometió en la Última Cena13, la que nace del olvido de nuestros problemas y de la intimidad con Dios. La alegría es esencial en el apostolado, pues ¿quién puede sentirse atraído por una persona triste, negativa, que se queja continuamente? Si la doctrina del Señor se propagó como un incendio en los primeros siglos fue, en buena parte, porque los cristianos se mostraban con la seguridad y la alegría de ser portadores de la Buena Nueva: eran los mensajeros gozosos de Aquel que había traído la salvación al mundo, Ciertamente constituían un pueblo feliz en medio de un mundo triste, y su alegría transmitía su fe en Cristo, era portadora de la verdad que llevaban en el corazón y de la que hablaban en el hogar, en la intimidad de la amistad..., en todo momento, porque era la razón de su vida.
La alegría del cristiano tiene un fundamento bien firme, el sentido de su filiación divina, el saberse hijos de Dios en cualquier circunstancia. «Como sugiere Chesterton, es alegría no porque el mundo pueda colmar todas nuestras aspiraciones, sino al revés. No estamos donde hemos de permanecer: estamos en camino. Habíamos perdido la senda y Alguien ha venido a buscarnos y nos lleva de vuelta al hogar paterno. Es alegría no porque todo lo que nos sucede esté bien –no es así–, sino porque Alguien sabe aprovecharlo para nuestro bien. La alegría cristiana es consecuencia de saber enfrentarse con el único hecho auténticamente triste de la vida, que es el pecado: y de saber contrarrestarlo con un hecho gozoso aun más real y más fuerte que el pecado: el amor y la misericordia de Dios»14,
Hemos de preguntarnos si realmente reflejamos en nuestra vida ordinaria tantos motivos como tenemos para estar alegres: el gozo de la filiación divina, del arrepentimiento y el perdón, de sentirnos en camino hacia una felicidad sin fin..., ¡la inmensa alegría de poder comulgar con tanta frecuencia! «El primer paso para acercar a otros a los caminos de Cristo es que te vean contento, feliz, seguro en tu andar hacia Dios»15.
Y, junto a la alegría y la caridad de Cristo, hemos de saber expresar la posesión de la única verdad que puede salvar a los hombres y hacerlos felices. «Solo los cristianos convencidos tienen la posibilidad de convencer a los demás. Los cristianos convencidos a medias no convencerán a nadie»16.
1 Cfr. Mc 2, 15. — 2 Cfr. Hech 1, 21-26. — 3 Cfr. Lc 24, 13-35. — 4 Cfr. P. R. Bernard, El misterio de Jesús, J. Flors, Barcelona 1965, vol. I, pp. 88 ss. — 5 Lc 10, 1-12. — 6 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 34. — 7 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 800. — 8 ídem, Forja, n. 906. — 9 San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, 17, 3. — 10 Jn 15, 9. — 11 Jn 15, 16. — 12Conc. Vat. II, Decr. Ad gentes, 10. — 13 Cfr. Jn 16, 22. — 14 C. Burke, Autoridad y libertad en la Iglesia, p. 223. — 15 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 858. — 16 C. Burke, o. c., p. 219.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Francisco de Borja
Año 1572
Señor: que como tu amigo Francisco de Borja sepamos dominar el cuerpo y el orgullo
y dedicarnos con todas nuestras fuerzas y cualidades a obtener
que las gentes te amen más y te sirvan mejor. Amén.
Domino mi cuerpo para no ser descalificado en el día final (San Pablo).
La familia española Borja o Borgia se hizo célebre cuando Alfonso Borgia fue elegido papa con el nombre de Calixto III y luego cuando otro Borgia fue nombrado Pontífice y se llamó Alejandro VI. Este Borgia antes de ser Pontífice había tenido cuatro hijos, y uno de ellos fue el padre de nuestro santo.
Francisco de Borja era nieto del Papa Alejandro VI por parte del padre; nieto del rey Fernando de Aragón por parte de la madre, primo del emperador Carlos Quinto e hijo del Duque de Gandía.
En su familia se preocuparon porque el joven recibiera la mejor educación posible y fue enviado a la corte del emperador para que allí aprendiera el arte de gobernar. Esto le fue de gran utilidad para los cargos que tuvo que desempeñar más tarde.
Contrajo matrimonio con Leonor de Castro, una joven de la corte del emperador y tuvo seis hijos. Su matrimonio duró 17 años y fue un modelo de armonía y de fidelidad.
El emperador Carlos V lo nombró virrey de Cataluña (con capital Barcelona) región que estaba en gran desorden y con muchas pandillas de asaltantes. Francisco puso orden prontamente y demostró tener grandes cualidades para gobernar. Más tarde cuando sea Superior General de los jesuitas dirá: "El haber sido gobernador de Cataluña me fue muy útil porque allá aprendí a tomar decisiones importantes, a hacer de mediador entre los que se atacan, y a ver los asuntos desde los dos puntos de vista, el del que ataca y el del que es atacado".
La reina de España era especialmente hermosa, pero murió en plena juventud, y Francisco fue encargado de hacer llevar su cadáver hasta la ciudad donde iba a ser sepultada. Este viaje duró varios días, y al llegar al sitio de su destino, abrieron el ataúd para constatar que sí era ese el cadáver de la reina. Pero en aquel momento el rostro de la difunta apareció tan descompuesto y maloliente, por la putrefacción que Francisco se conmovió hasta el fondo de su alma, y se propuso firmemente: "Ya nunca más me dedicaré a servir a jefes que se me van a morir". En adelante se propone dedicarse a servir únicamente a Cristo Jesús que vive para siempre.
La gente empezó a notar que la vida y el comportamiento del virrey Francisco cambiaban de manera sorprendente. Ya no le interesaban las fiestas mundanas, sino los actos religiosos. Ya no iba a cacerías y a bailes, sino a visitar pobres y a charlar con religiosos y sacerdotes. Un obispo escribía de él en ese tiempo: "Don Francisco es modelo de gobernantes y un caballero admirable. Es un hombre verdaderamente humilde y sumamente bondadoso. Un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra. Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por el bienestar de sus empleados. Nada le agrada tanto como la compañía de sacerdotes y religiosos". Algunos criticaban diciendo que un gobernador no debería ser tan piadoso, pero la mayor parte de las personas estaban muy contentas al verlo tan fervoroso y lleno de sus virtudes.
En 1546 murió su santa esposa, la señora Leonor. Desde entonces ya Francisco no pensó sino en hacerse religioso y sacerdote. Escribió a San Ignacio de Loyola pidiéndole que lo admitiera como jesuita. El santo le respondió que sí lo admitiría, pero que antes se dedicara a terminar la educación de sus hijos y que aprovechara este tiempo para asistir a la universidad y obtener el grado en teología. Así lo hizo puntualmente (San Ignacio le escribió recomendándole que no le contara a la gente semejante noticia tan inesperada, "porque el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo").
En 1551, después de dejar a sus hijos en buenas posiciones y herederos de sus muchos bienes, fue ordenado como sacerdote, religioso jesuita. Esa fue "la noticia del año" y de la época, que el Duque de Gandía y gobernador de Barcelona lo dejaba todo, y se iba de religioso, y era ordenado sacerdote. El gentío que asistió a su primera misa fue tan extraordinario que tuvo que celebrarla en una plaza.
En 1554 fue nombrado por San Ignacio como superior de los jesuitas en España. Dicen que él fue propiamente el propagador de dicha comunidad en esas tierras. Con sus cualidades de mando organizó muy sabiamente a sus religiosos y empezó a enviar misioneros a América. El número de casas de su congregación creció admirablemente.
Lo primero que se propuso fue dominar su cuerpo por medio de fuertes sacrificios en el comer y beber y en el descanso. Era gordo y robusto y llegó a adelgazar de manera impresionante. Al final de su vida dirá que al principio de su vida religiosa y de su sacerdocio exageró demasiado sus mortificaciones y que llegaron a debilitar su salud.
Otro de sus grandes sacrificios consistió en dominar su orgullo. Los primeros años de su vida religiosa los superiores lo humillaron más de lo ordinario, para probar si en verdad tenía vocación. A él, que había sido Duque y gobernador, le asignaron en la comunidad el oficio de ayudante del cocinero, y su oficio consistía en acarrear el agua y la leña, en encender la estufa y barrer la cocina. Cuando se le partía algún plato o cometía algún error al servir en el comedor, tenía que pedir perdón públicamente de rodillas, delante de todos. Y jamás se le oyó una voz de queja o protesta. Sabía que si no dominaba su orgullo nunca llegaría a la santidad.
Una vez el médico le dijo al hacerle una curación dolorosa: "Lo que siento es que a su excelencia esto le va a doler". Y él respondió: "Lo que yo siente es que usted le diga excelencia a semejante pecador".
Cuando la gente lo aplaudía o hablaba muy bien de él, se estremecía de temor. Un día afirmaba: "Soy tan pecador, que el único sitio que me merezco es el infierno". A otro le decía: "Busqué un puesto propio para mí en la Biblia, y vi que el único que me atrevería a ocupar sería a los pies de Judas el traidor. Pero no lo pude ocupar, porque allí estaba Jesús lavándole los pies". Así de humildes son los santos.
Al morir San Ignacio lo reemplazó el Padre Laínez. Y al morir éste, los jesuitas nombraron como Superior General a San Francisco de Borja. Durante los siete años que ocupó este altísimo cargo se dedicó con tan grande actividad a su oficio, que ha sido llamado por algunos, "el segundo fundador de los jesuitas". Por todas partes aparecieron casas y obras de su comunidad, y mandó misioneros a los más diversos países del mundo. El Papa y los Cardenales lo querían muchísimo y sentían por él una gran admiración. Organizó muy sabiamente los noviciados para sus religiosos y con su experiencia de gobernante dio a la Compañía de Jesús una organización admirable.
El Sumo Pontífice envió un embajador a España y Portugal a arreglar asuntos muy difíciles y mandó a San Francisco que lo acompañara. La embajada fue un fracaso, pero por todas partes las gentes lo aclamaron como "el santo Duque" y sus sermones producían muchas conversiones.
Al volver a Roma se sintió muy debilitado. Se había esforzado casi en exceso por cumplir sus deberes y se había desgastado totalmente. Y el 30 de septiembre de 1572 entregó su alma al Creador. Uno de los que trataron con él exclamó al saber la noticia de su muerte: "Este fue uno de los hombres más buenos, más amables y más notables que han pisado nuestro pobre mundo".
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Dionisio el Areopagita, Santo Discípulo de San Pablo, Octubre 3
Discípulo de San Pablo Martirologio RomanoConmemoración de san Dionisio Areopagita, que se adhirió a Cristo al escuchar al apóstol san Pablo hablando ante el Areópago, y fue primer obispo de Atenas (s. I). |
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Juliano de Palermo, Beato Monje, Octubre 3
Monje del siglo XV Etimología: Juliano = de cabellera abundante y rizada. Viene de la lengua griega. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Domingo Spadafora, Beato Presbítero dominíco, Octubre 3
Presbítero Dominico Martirologio Romano: En Montecerignone, de la Romagna, beato Domingo Spadafora, presbítero de la Orden de Predicadores, que trabajó diligentemente en el ministerio de la predicación (1521). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Gerardo de Brogne, Santo Abad, Octubre 3
Abad Martirologio Romano: En la región de Namur, en Lotaringia, san Gerardo, primer abad del monasterio de Brogne, que él mismo había fundado. Trabajó para instaurar la disciplina monástica en Flandes y Lotaringia, y ayudó a muchos monasterios a recuperar la observancia primitiva (959). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Quintín, San Mártir, Octubre 3
Mártir Martirologio Romano: En la región de la Galia Turonense, san Quintín, mártir (s. VI) |
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Ambrosio Francisco Ferro y 29 compañeros mártires, Beatos Mártires de Brasil, 3 de octubre
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Evaldo el Blanco y Evaldo el Negro, Santos Presbíteros y Mártires, Octubre 3
Presbíteros y Mártires Martirologio Romano: Entre los sajones, dos santos mártires de nombre Ewaldo, uno llamado Negro y el otro Blanco, ambos presbíteros y oriundos de Inglaterra, que,siguiendo el ejemplo de san Willibrordo y sus compañeros, pasaron a evangelizar a los sajones y, habiendo comenzado a predicar a Cristo, fueron apresados por los paganos, consumando el martirio (695). |
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Fuente: MadreGuadalupe.com
María Guadalupe (María Francisca) Ricart Olmos, Beata Religiosa y Mártir, Octubre 3
Primera Mártir Servita Martirologio Romano: En la aldea de Silla, cerca de Valencia, en España, beata María Guadalupe (María Francisca) Ricart Olmos, religiosa de la Orden de los Siervos de María y mártir, que en la misma persecución recibió el martirio por su testimonio en favor de Cristo (1936). Oración
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Szilard Ignác Bogdánffy, Venerable Obispo y Mártir, 3 de octubre
Obispo y Mártir En la prisión de Aiud, Transilvania (Rumania), venerable Szilard Ignác Bogdánffy, Obispo Auxiliar de Satu Mare y Oradea, mártir durante la ocupación comunista en Rumania († 1953) Szilard Ignác Bogdánffy nació el 21 de febrero 1911 en la localidad de Feketetó de Banat del Norte (después condado Torontál de Hungría, hoy en Serbia), donde su padre ejerció la función docente. En 1920 la familia se trasladó a Cruceni, donde su padre Szilard Bogdánffy recibió un nuevo puesto de profesor. En 1925 se trasladaron a Timisoara. |
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Fuente: Martirologio Romono
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Octubre 3
Santa Cándida, mártir |
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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