JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 10, 38-42
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado,          y una mujer, llamada Marta,          lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la          cual se sentó          a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta,          entre tanto, se          afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús,          le dijo: 
          "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado          sola con          todo el quehacer? 
          Dile que me ayude".
          El Señor le respondió: 
          "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo          así que          una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se          la          quitará".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti Señor, Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
mar          27a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Que se              postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten              himnos en tu honor y              alabanzas a tu nombre.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos            y la tierra,            escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los            días de nuestra            vida transcurran en tu paz.
            Por nuestro Señor Jesucristo.
            Amén.
Primera            Lectura
      Los              habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala conducta, y              Dios se apiadó de              ellos
Lectura              del libro de profeta Jonás 3, 1-10
En aquellos días, el Señor            volvió a hablar a Jonás y le dijo: 
            "Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar            allí el mensaje            que te voy a indicar".
            Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el            Señor. Nínive era            una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla.            Jonás caminó por la            ciudad durante un día, pregonando: 
            "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida".
            Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se            vistieron de sayal,            grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se            levantó del            trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre            ceniza y en nombre            suyo y de sus ministros mandó proclamar en Nínive el siguiente            decreto: 
            "Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado,            que no pasten            ni beban. Que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a            Dios, y que cada            uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer            injusticias. Quizá Dios se            arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así            no            moriremos".
            Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala            vida, cambió de            parecer y no les mandó el castigo que había determinado            imponerles.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 129
Perdónanos,              Señor, y viviremos.
Desde            el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor;            que estén            atentos tus oídos a mi voz suplicante.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Si            conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor,            que se salvara?            Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Como            aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor,            porque del Señor            viene la misericordia y la abundancia de la redención; y él            redimirá a su            pueblo de todas sus iniquidades.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en            práctica, dice el            Señor.
            Aleluya.
Evangelio
      María escogió la mejor parte              y nadie se la quitará
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 10, 38-42
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús            en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su            casa. Ella tenía            una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de            Jesús y se puso a            escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en            diversos quehaceres,            hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: 
            "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado            sola con            todo el quehacer? 
            Dile que me ayude".
            El Señor le respondió: 
            "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan,            siendo así que            una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se            la            quitará".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti Señor, Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Concédenos, Señor,            participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que            celebramos el            memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de            nuestra            redención.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      El misterio de la salvación
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo,            Señor nuestro.
            El cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer            de la Virgen;            sufriendo la cruz, nos libró de eterna muerte y, resucitando,            nos dio vida            eterna.
            Por eso,
            con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos            sin cesar el himno de tu gloria:
          
Antífona de la Comunión
      Para              mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta              los bordes.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad para que,            alimentados del mismo            pan del cielo, permanezcamos siempre unidos por el mismo amor.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
27ª          semana. Martes
EN          BETANIA
— Los          quehaceres de la vida corriente, medio y ocasión para encontrar          a Dios.
—          Unidad de vida.
— Solo          una cosa es necesaria, la santidad personal.
I.          Refiere San Lucas en su Evangelio que Jesús marchaba hacia          Jerusalén, y unos          pocos kilómetros antes de llegar a la ciudad entró a descansar          en casa de unos          amigos en la pequeña localidad de Betania1. Son tres          hermanos          –Lázaro, Marta y María– a los que Jesús mostró un particular          aprecio, como          podemos leer en otros lugares del Evangelio2. El          Maestro se siente          bien en aquel hogar, rodeado de amigos. Marta se dispuso a dar          algún refrigerio          a Jesús y a sus acompañantes, cansados después de una larga          andadura por          caminos duros y polvorientos. Por eso, se afanaba en los            múltiples            quehaceres de la casa. Su hermana María, sentada a los            pies del Señor,            escuchaba sus palabras.
Durante          mucho tiempo se ha considerado a Marta como figura e imagen de          la vida activa,          mientras que María ha sido el símbolo de la contemplativa.          Sin embargo,          para la mayoría de los cristianos que han de santificarse en          medio de las          tareas seculares, no pueden considerarse como dos modos          contrapuestos de vivir          el cristianismo. En primer lugar, porque no tendría sentido una          vida de          trabajo, metida en los negocios, en el estudio, o preocupada de          los problemas          del hogar, que se olvide de Dios; por otro, porque habría serios          motivos para          dudar de la sinceridad de una vida de oración que no se          manifestara en una          caridad más fina, en un trabajo mejor realizado, en una amistad          leal. El          trabajo, el estudio, los problemas que se presentan en una vida          normal, lejos          de ser obstáculos, han de ser medio y ocasión de un trato          afectuoso con Nuestro          Señor3. "En esta tierra, la contemplación de las          realidades          sobrenaturales, la acción de la gracia en nuestras almas, el          amor al prójimo          como fruto sabroso del amor a Dios, suponen ya un anticipo del          Cielo, una          incoación destinada a crecer día a día. No soportamos los          cristianos una doble          vida: mantenemos una unidad de vida, sencilla y fuerte en la que          se fundan y          compenetran todas nuestras acciones (...). Seamos almas          contemplativas, con un          diálogo constante, tratando al Señor a todas horas; desde el          primer pensamiento          del día al último de la noche, poniendo de continuo nuestro          corazón en Jesucristo          Señor Nuestro, llegando a Él por Nuestra Madre Santa María y,          por Él, al Padre          y al Espíritu Santo"4.
El          quehacer profesional, las dificultades corrientes que lleva          consigo toda          existencia, las ilusiones nobles, las preocupaciones... han de          alimentar          nuestra conversación diaria con Jesús. Si no fuera así, ¿de qué          hablaríamos con          Él? Aquellos amigos de Betania, como también hacían los          Apóstoles, le contaban          al Maestro las pequeñas incidencias de su vivir diario, le          preguntaban lo que          no entendían. Alguno de estos diálogos de Jesús con sus más          íntimos ha quedado          plasmado en el Evangelio: Maestro -le dicen los          Apóstoles en una          ocasión-, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre            y se lo hemos            prohibido porque no es de nuestro grupo... Otras veces le          confiesan          sencillamente sus inquietudes: Mira, nosotros lo hemos            dejado todo y te            hemos seguido, ¿qué será de nosotros?... Su vida misma era          el tema de          conversación con Jesús. Así hemos de hacer nosotros.
A la          vez, la oración ha de enriquecer todas las circunstancias por          las que hemos de          pasar. Cerca de Jesús aprenderemos a ser mejores amigos de          nuestros amigos, a          vivir con plenitud la justicia y la lealtad en la tarea          profesional, a ser más          humanos, a permanecer abiertos y disponibles para atender las          necesidades de          otros.
II. Es          muy posible que Marta, ante la urgencia y el aumento del trabajo          doméstico,          prestara mayor atención y estuviera más preocupada de sus          quehaceres que del          Señor mismo. Además, parece como si María, sentada a los pies de          Jesús, le          quitara la paz. Por eso, poniéndose delante dijo: Señor,            ¿nada te importa            que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? Dile,            pues, que me ayude.          Podemos imaginar fácilmente al Maestro dirigiéndole esta          afectuosa          reconvención: Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas            por muchas cosas.            En verdad una sola cosa es necesaria. Solo una es          necesaria: el amor a          Dios, la santidad personal. Cuando Cristo es el objetivo de          nuestra vida las          veinticuatro horas del día, trabajamos más y mejor. Este es el          hilo fuerte          –como en un collar de perlas finas– que une todas las obras del          día; así          evitamos la doble vida: una para Dios y otra dedicada a          las tareas en          medio del mundo: a los negocios, a la política, al descanso...
En la          existencia del cristiano, enseña el Papa Juan Pablo II, "no          puede haber dos          vidas paralelas: por una parte, la denominada vida espiritual,          con sus          valores y exigencias; y por otra, la denominada vida secular,          es decir,          la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, del          compromiso          político y de la cultura. El sarmiento arraigado en la vid que          es Cristo, da          fruto en cada sector de su actividad y de su existencia. En          efecto, todos los          distintos campos de la vida laical entran en el designio de          Dios, que los          quiere como el lugar histórico del revelarse y          realizarse de la caridad          de Jesucristo para gloria del Padre y servicio a los hermanos.          Toda actividad,          toda situación, todo esfuerzo concreto –como por ejemplo, la          competencia          profesional y la solidaridad en el trabajo, el amor y la entrega          a la familia y          a la educación de los hijos, el servicio social y político, la          propuesta de la          verdad en el ámbito de la cultura– son ocasiones providenciales          para "un ejercicio          continuo de la fe, de la esperanza y de la caridad" (Apostolicam            actuositatem, 4)"5.
El          acontecer diario, la intensidad del trabajo, el cansancio, las          relaciones con          los demás, son circunstancias que se presentan para ejercitar no          solo las          virtudes humanas, sino también las sobrenaturales. A Jesús le          tenemos muy cerca          de nosotros, como Marta. Nos acompaña en el hogar, en la          oficina, en el          laboratorio, cuando vamos por la calle. No dejemos de referir a          Él todo lo que          sucede a lo largo de la jornada. Porque entonces, metidos de          lleno en los          diferentes quehaceres que nos ocupan durante todo el día,          sabremos decir, con          palabras de un Salmo que hoy se reza en la Liturgia de las            Horas: ¡Cuánto            amo tu voluntad!: todo el día la estoy meditando; tu mandato            me hace más sabio            que mis enemigos, siempre me acompaña; soy más docto que todos            mis maestros            porque medito tus preceptos6.
III. Solo            una cosa es necesaria: la amistad creciente con el Señor.          "Este debe ser el          objetivo y el designio constante de nuestro corazón... Todo lo          que le aparte de          esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener un lugar          secundario o, por          mejor decir, el último de todos. Inclusive debemos considerarlo          como un daño          positivo"7, un gran mal. El mayor bien que podemos          prestar a la familia,          al trabajo, a nuestros amigos..., a la sociedad, es el cuidado          de esos medios          que nos unen al Señor: la presencia de Dios durante el día, el          empeño en la          oración diaria, la Confesión frecuente llena de contrición... El          mayor mal, el          descuido de estos medios que nos acercan a Jesús. Esto puede          suceder por          desorden, por tibieza, incluso por una aparente eficacia mayor          en otras actividades          que pueden presentarse como más urgentes o importantes. San          Ignacio de          Antioquía escribía a San Policarpo que hemos de desear esta          amistad con Dios          "de la misma forma que el piloto anhela vientos favorables y el          marinero          sorprendido por la tempestad suspira por el puerto"8.
El          trato sincero con el Señor enriquece todas las demás          actividades, de la misma          manera que la pobreza interior se refleja también en todo          aquello que          realizamos. Cuando veamos que la multiplicidad de quehaceres          tiende a ahogar          estos tiempos que dedicamos especialmente al Señor, hemos de oír          en la          intimidad de nuestra alma que, como a Marta, el Señor nos dice:          una sola            cosa es necesaria. La búsqueda de la santidad es lo          primero que se debe          intentar en esta vida, lo que ha de estar siempre en primer          lugar. Buscad,            pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás            se os dará por            añadidura9, anunció en otra ocasión el Maestro.
"Agradece          al Señor el enorme bien que te ha otorgado, al hacerte          comprender que "solo una          cosa es necesaria". —Y, junto a la gratitud, que no falte a          diario tu súplica,          por los que aun no le conocen o no le han entendido"10.          ¡Qué alegría          tan grande poder tener siempre presente que el gran objetivo de          nuestra vida es          crecer en amor a Jesucristo! ¡Qué gozo poder comunicarlo a          muchos! Pidamos a          Nuestra Señora que no perdamos nunca de vista al Señor mientras          procuramos          llevar a cabo con perfección, acabadamente, nuestras tareas          profesionales.
1 Lc          10, 38-42. — 2 Cfr. Jn 11, 1-45; 12, 1-9. — 3          Cfr. Sagrada          Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, in loc.          — 4 San          Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 126. — 5          Juan Pablo II,          Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 59. —          6          Liturgia de las Horas, Hora intermedia. Sal 119, 97-99.          — 7          Casiano, Colaciones, 1. — 8 San Ignacio de          Antioquía, Epístola            a San Policarpo. — 9 Mt 6, 33. — 10          San Josemaría          Escrivá, Surco, n. 454.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Pelagia            (+ 468), penitente
La          antigüedad cristiana se alimentó con el encanto de estas dos          historias que de          algún modo llevan al corazón cristiano la añoranza de la          inocencia perdida y          animan a la vuelta. Es un consuelo encontrar en la tierra los          rastros de          quienes, habiendo sido presa del desarreglo, de la mala vida que          por algún          tiempo juzgaron como buena, del desorden y la lejanía de Dios,          pues, mira...          resulta que han sido gente que se salva. Sí, son una gran luz en          la oscuridad          que alienta la esperanza de los que somos más, de los pecadores.          Estas          actitudes están personificadas en Pelagia y Tais.
Pelagia.
Se          la presenta como una de las más insignes pecadoras del mundo,          allá por la          segunda mitad del siglo V. En Antioquía -este era el escenario          de sus danzas          sensuales y altaneras- se la llamaba "Margarita" que es la          traducción          de "gema", quizá porque, en ocasiones, lo único que cubría las          carnes          de la extrahermosa eran collares de perlas.
Tuvo,          en el marco de la Providencia, la suerte de toparse, en el año          453, con Nono,          anacoreta de Tabenas, sacado de allí para hacerlo obispo de          Edesa y trasladado          a Heliópolis de Siria, que por el momento participaba en un          concilio provincial          convocado por Máximo. Bastó oírlo para que Dios la moviera a          sincera          conversión, pidiera el bautismo y cambiara sus danzas, sus          máscaras y abalorios          por la penitencia. Termina el relato de su historia diciendo que          murió          penitente en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, en el año          468, disimulando          con un máscara su condición de mujer, habiéndose hecho llamar          Pelagio.
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Felix            de Como, Santo          Obispo, 8 de octubre   
              
 Obispo Etimológicamente                  significa "feliz". Viene de la lengua latina.  |           
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Hugo            de Génova, Santo          Religioso, Octubre 8   
              
 Religioso Martirologio                    Romano: En Génova, de la provincia de Liguria, san                      Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo                      tiempo en Tierra Santa, fue designado para regir la                      Encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén en                      esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su                      caridad hacia los pobres (c. 1233).  |           
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Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste          día, Octubre 8            
              
 Santa Reparada,                    virgen y mártir  |           
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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