JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 11, 47-54
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y          doctores de la ley: 
          "¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que          los          padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están          de acuerdo con          lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les          construyen el          sepulcro. 
          Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y          apóstoles, y los          matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a          esta generación de          la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la          creación del          mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue          asesinado entre el          atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le          pedirán cuentas. 
          ¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave          de la puerta          del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les          han cerrado el          paso". 
          Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos          comenzaron a acosarlo          terriblemente con muchas preguntas, y a ponerle trampas para ver          si podían          acusarlo con alguna de sus propias palabras.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
jue          28a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Canten              al Señor un cántico nuevo, pueblos de toda la tierra, canten              al Señor. Hay brillo              y esplendor en su presencia, belleza y majestad en su              templo.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Dios eterno y todopoderoso, conduce nuestra vida por el camino            de tus mandamientos            para que, unidos a tu Hijo amado, podamos producir frutos            abundantes.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      El              hombre es justificado por la fe y no por cumplir la ley de              Moisés
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 3, 21-30
Hermanos: La actividad            salvadora de Dios, atestiguada por la ley y los profetas, se            ha manifestado            ahora 
            independientemente de la ley. Por medio de la fe en            Jesucristo, la actividad            salvadora de Dios llega sin distinción alguna a todos los que            creen en él. 
            En efecto, como todos pecaron, todos están privados de la            presencia salvadora            de Dios; pero todos son justificados gratuitamente por su            gracia, en virtud de            la redención llevada a cabo por medio de Cristo Jesús, al cual            Dios expuso            públicamente como la víctima que nos consigue el perdón por la            ofrenda de su            sangre, por medio de la fe. 
            Así nos enseña Dios lo que es su actividad salvadora: perdona            los pecados            cometidos anteriormente, que soportó con tanta paciencia, y            nos da a conocer,            en el tiempo actual, que él es el justo que salva a todos los            que creen en            Cristo Jesús. 
            ¿En dónde quedó, pues, tu derecho a gloriarte? Ha sido            eliminado. ¿Por cumplir            la ley? De ninguna manera, sino por aceptar la fe. Porque            sostenemos que el            hombre es justificado por la fe y no por hacer lo que            prescribe la ley de            Moisés. ¿Acaso Dios lo es sólo de los judíos? ¿No lo es            también de los demás            pueblos? Evidentemente que sí, puesto que no hay más que un            solo Dios, que            justifica por medio de la fe tanto a los judíos como a los no            judíos.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 129
Perdónanos,              Señor, y viviremos.
Desde            el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor;            que estén            atentos tus oídos a mi voz suplicante.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Si            conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor,            que se salvara?            Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Confío            en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma            aguarda al Señor,            mucho más que la aurora el centinela.
            Perdónanos, Señor, y viviremos.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, si            no es por mí, dice            el Señor.
            Aleluya.
Evangelio
      Les pedirán cuentas de la              sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de              Zacarías
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 11, 47-54
Gloria  a              ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo            a los fariseos y doctores de la ley: 
            "¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas            que los            padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están            de acuerdo con            lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes            les construyen el            sepulcro. 
            Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y            apóstoles, y los            matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a            esta generación de            la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la            creación del            mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue            asesinado entre el            atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le            pedirán cuentas. 
            ¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la            llave de la puerta            del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar            les han cerrado el            paso". 
            Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos            comenzaron a acosarlo            terriblemente con muchas preguntas, y a ponerle trampas para            ver si podían            acusarlo con alguna de sus propias palabras.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor, con bondad,            los dones que te presentamos y santifícalos por medio de tu            Espíritu para que            se nos conviertan en sacramento de salvación.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Jesús, buen samaritano
En verdad es justo darte            gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios            todopoderoso y eterno, en            todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y            en la enfermedad,            en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro            Redentor.
            Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando            a los oprimidos            por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a            todo ser humano que            sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el            aceite del            consuelo y el vino de la esperanza.
            Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos            en la noche del            dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y            resucitado.
            Por eso,
            unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el            himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Yo soy              la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue no caminará              en tinieblas, sino              que tendrá la luz de la vida.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo            y la Sangre de            tu Hijo; y te pedimos que este don tuyo sea para nosotros            fuente inagotable de            vida.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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Dia 17/10          San Ignacio de Antioquía (obispo y mártir, rojo)
      Antífona          de Entrada
      Estoy            clavado con Cristo en la cruz; ya no soy yo quien vive, sino            que es Cristo            quien vive en mí; vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y            se entregó por            mí.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios eterno y todopoderoso, que has querido glorificar a tu          Iglesia con el          testimonio de tus mártires concédenos que, el glorioso martirio          que mereció a          san Ignacio una corona inmortal, fortalezca cada vez más nuestra          fe.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Somos            ciudadanos del cielo
Lectura            de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17-21;            4,1
Hermanos:          Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de          aquellos que viven          el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces          se lo he dicho          a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven          como enemigos de          la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque          su Dios es el          vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo          piensan en          cosas de la tierra.
          Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde          esperamos que venga          nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo          miserable en un          cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que          tiene para someter          a su dominio todas las cosas.
          Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes,          hermanos míos          amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles          al Señor.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            33
El Señor            me libró de todos mis temores.
Bendeciré          al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me          siento orgulloso          del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
          El Señor me libró de todos mis temores.
Proclamemos          qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al          Señor, me hizo          caso y me libró de todos mis temores.
          El Señor me libró de todos mis temores.
Vuélvanse          a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El          Señor siempre          escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
          El Señor me libró de todos mis temores.
A quien          teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben!          Verán qué bueno          es el Señor; dichoso quien en él confía.
          El Señor me libró de todos mis temores.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Dichoso el hombre que sufre la tentación porque, después de          haberla superado,          recibirá en premio la corona de la vida.
          Aleluya.
Evangelio
      Si el            grano de trigo muere, producirá mucho fruto
Lectura            del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26
Gloria            a ti, Señor.
En aquel          tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
          "Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra,          no muere,          queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se          ama a sí mismo,          se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se          asegura para la vida          eterna.
          El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté,          también esté mi          servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Señor          Dios, que después de purificar como trigo de Cristo a san          Ignacio de Antioquía,          lo aceptaste como pan inmaculado, dígnate aceptar los dones que          tu Iglesia te          presenta.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Significado            y ejemplaridad del martirio
En verdad          es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte          gracias siempre y en          todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
          Porque la sangre del glorioso mártir san Ignacio de Antioquía,          derramada, como          la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas          de tu poder;          pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil,          haciendo de la          fragilidad tu propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la          tierra te aclamamos          diciendo sin cesar:
Antífona          de la Comunión
      Soy trigo            de Cristo, escribió san Ignacio de Antioquía, seré triturado            por los dientes de            las fieras y transformado así en pan inmaculado.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo que hemos recibido, Señor,          al conmemorar el          martirio de san Ignacio, nos dé nuevas fuerzas para que, con las          palabras y con          las acciones, nos manifestemos auténticos cristianos.
        Por          Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación diaria
28ª semana. Jueves
ELEGIDOS DESDE LA          ETERNIDAD
— Una vocación          irrepetible.
— Nos da luz para          caminar, y las gracias necesarias para salir fortalecidos de          todas las          incidencias de nuestra vida.
— Perseverancia en la          propia vocación.
I. Desde la cárcel,          donde San Pablo sufre abandonos y soledad, dirige una carta a          los primeros          cristianos de Éfeso. Comienza con un canto alborozado de acción          de gracias por          todos los dones recibidos del Señor, de modo particular por la          vocación con que          Dios nos ha elegido personalmente desde la eternidad para ser          sus discípulos y          extender su Reino aquí en la tierra. El Apóstol pone de          manifiesto la radical          igualdad de la vocación con que todos somos llamados en Cristo          por iniciativa          de Dios Padre, pues en Él nos eligió antes de la creación            del mundo para que            fuéramos santos y sin mancha ante Él por el amor. Él nos ha            destinado en la            persona de Cristo –por pura iniciativa suya– a ser sus hijos,            para que la            gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en            su querido Hijo,            redunde en alabanza suya1.
Todo creyente, cada          uno de nosotros, ha sido llamado desde la eternidad a la más          alta vocación          divina. Dios Padre quiso expresamente llamarnos a la vida          (ningún hombre ha          nacido por azar), creó directamente nuestra alma única e          irrepetible, y nos          hizo participar de su vida íntima mediante el Bautismo. Con este          sacramento nos            ha ungido Dios con su unción, y también nos ha marcado con su            sello, y ha            puesto en nuestros corazones el Espíritu como prenda2.          Nos ha          designado en la vida un cometido propio, y nos ha preparado          amorosamente un          lugar en el Cielo, donde nos espera como un padre aguarda a su          hijo después de          un largo viaje.
Supuesta esta          vocación radical a la santidad y al apostolado, Dios hace a cada          uno un          llamamiento particular. A la inmensa mayoría, con una vocación          plena, les llama          a vivir en medio del mundo para que –desde dentro– lo          transformen y lo dirijan          a Él, y se santifiquen mediante las actividades terrenas. A          otros, siempre          pocos en relación con todos los bautizados, les pide un          alejamiento de esas          realidades, dando un testimonio público –como almas consagradas–          de su          pertenencia a Dios. El Señor, de un modo misterioso y delicado,          nos va dando a          conocer lo que quiere de nosotros. Incluso dentro de la propia          vocación          –casados, solteros, sacerdotes...–, el Señor señala un sendero          propio por donde          ir a Él, arrastrando a otros muchos con nosotros. "En efecto,          Dios ha pensado          en nosotros desde la eternidad y nos ha amado como personas          únicas e          irrepetibles, llamándonos a cada uno por nuestro nombre, como el          Buen Pastor          que a sus ovejas las llama a cada una por su nombre (Jn          10, 3).          Pero el eterno plan de Dios se nos revela a cada uno a través          del desarrollo          histórico de nuestra vida y de sus acontecimientos, y, por          tanto, solo gradualmente:          en cierto sentido día a día.
"Y para descubrir la          concreta voluntad del Señor sobre nuestra vida son siempre          indispensables la          escucha pronta y dócil de la palabra de Dios y de la Iglesia, la          oración filial          y constante, la referencia a una sabia y amorosa dirección          espiritual, la          percepción en la fe de los dones y talentos recibidos y, al          mismo tiempo, de          las diversas situaciones sociales e históricas en las que está          inmerso"3.
Así, en el transcurso          del tiempo, el Señor nos lleva de la mano a metas de santidad          cada vez más          altas. Si somos fieles, si tenemos el oído atento, el Espíritu          Santo nos          conduce a través de los acontecimientos normales de la vida, nos          enseña,          interpretándolos rectamente y sacando de ellos –sean del signo          que sean– más          amor a Dios.
II. La vocación es un          don inmenso, del que hemos de dar continuas gracias a Dios. Es          la luz que          ilumina el camino: el trabajo, las personas, los          acontecimientos... Sin ella,          sin el conocimiento de esa voluntad específica de Dios que nos          encamina derechamente          al Cielo, estaríamos con el débil candil de la voluntad propia,          con el peligro          de tropezar a cada paso. La vocación nos proporciona luz, y          también las gracias          necesarias para salir fortalecidos de todas las incidencias de          la vida. "En la          vocación, el hombre, de una manera definitiva, se conoce a sí          mismo, conoce al          mundo, y conoce a Dios. Es el punto de referencia a partir del          cual cada ser          humano puede juzgar con plenitud todas las situaciones por las          que haya          atravesado y atraviese su vida"4. Conocer cada vez          más profundamente          ese querer divino particular es siempre un motivo de esperanza y          de alegría.
Con la vocación          recibimos una invitación a entrar en la intimidad divina, al          trato personal con          Dios, a una vida de oración. Cristo nos llama a hacer de Él el          centro de la          propia existencia, a seguirle en medio de nuestras realidades          diarias: el          hogar, la oficina, el comercio...; y a conocer a los demás          hombres como          personas e hijos de Dios, es decir, como seres con valor en sí,          objetos del          amor de Dios, y a quienes hemos de ayudar en sus necesidades          materiales y          espirituales. Y esto no a seres ideales, sino a las personas          corrientes que          vemos todos los días, con sus virtudes y sus defectos.
El querer divino se          nos puede presentar de golpe, como una luz deslumbrante que lo          llena todo, como          fue el caso de San Pablo camino de Damasco, o bien se puede          revelar poco a          poco, en una variedad de pequeños sucesos, como Dios hizo con          San José. "De          todos modos, no se trata solo de saber lo que Dios          quiere de nosotros,          de cada uno, en las diversas situaciones de la vida. Es          necesario hacer          lo que Dios quiere, como nos lo recuerdan las palabras de María,          la Madre de          Jesús, dirigiéndose a los sirvientes de Caná: Haced lo que            Él os diga (Jn          2, 5). Y para actuar con fidelidad a la voluntad de Dios hay que          ser capaz          y hacerse cada vez más capaz (...). Esta es la tarea          maravillosa y          esforzada que espera a todos los fieles laicos, a todos los          cristianos, sin          pausa alguna: conocer cada vez más las riquezas de la fe y del          Bautismo y          vivirlas con creciente plenitud"5. Esta plenitud se          realizará día a          día, siendo fieles en lo pequeño, correspondiendo a las          gracias que el          Señor derrama cada jornada para que cumplamos con perfección,          con amor, los          deberes de cada momento. Y esto los días en que nos encontramos          con más          capacidad y también aquellos otros en los que todo parece que          cuesta más.
III. Elegit nos in            ipso ante mundi constitutionem..., nos eligió el Señor          antes de la          constitución del mundo. Y Dios no se arrepiente de las          elecciones que hace.          Esta es la esperanza y la seguridad de nuestra perseverancia a          lo largo del          camino, en medio de las tentaciones o dificultades que hayamos          de padecer. El          Señor es siempre fiel, y tendremos cada día la gracia necesaria          para mantener          nosotros esta fidelidad. "Nuestro Señor –enseña San Francisco de          Sales– tiene          un continuo cuidado de los pasos de sus hijos, es decir, de          aquellos que poseen          la caridad, haciéndoles caminar delante de Él, tendiéndoles la          mano en las          dificultades. Así lo declaró por Isaías: Soy tu Dios, que te            toma de la mano            y te dice: No temas, Yo te ayudaré (Is 41, 13). De          modo que, además          de mucho ánimo, debemos tener suma confianza en Dios y en su          auxilio, pues, si          no faltamos a la gracia, Él concluirá en nosotros la buena obra          de nuestra          salvación, que ha comenzado"6.
Junto a esta          confianza en la ayuda divina, es necesario el esfuerzo personal          por          corresponder a las sucesivas llamadas que realiza el Señor a lo          largo de una          vida. Porque la entrega a Dios que comporta toda vocación no se          agota en una          sola decisión ni en una determinada época de la vida. Dios sigue          llamando,          sigue pidiendo hasta el final... Alguna vez puede costar          mantenerse fiel al          Señor, pero si acudimos a Él comprendemos que su yugo es suave y          su carga ligera7,          y ese peso se torna alegre. Nunca nos pedirá Dios más de lo que          podamos dar. Él          nos conoce bien y cuenta con la flaqueza humana, los defectos y          las          equivocaciones. A la vez que supone nuestra sinceridad y la          humildad de          recomenzar.
En la Virgen, Nuestra          Madre, está puesta nuestra esperanza para salir adelante en los          momentos          difíciles y siempre. En Ella encontramos la fortaleza que          nosotros no tenemos.          "Ama a la Señora. Y Ella te obtendrá gracia abundante para          vencer en esta lucha          cotidiana. —Y no servirán de nada al maldito esas cosas          perversas, que suben y          suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su          podredumbre          bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que          Cristo mismo ha          puesto en tu corazón. —"Serviam!""8.
1 Primera lectura.          Año II. Ef 1, 4-6. — 2 2 Cor 1, 21-22. —          3 Juan          Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici,          30-XII-1988, 58. — 4          J. L. Illanes, Mundo y santidad, Rialp, Madrid 1984, p.          109. — 5          Juan Pablo II, loc. cit. — 6 San Francisco de          Sales, Tratado            del amor de Dios, III, 4. — 7 Cfr. Mt 11,          30. — 8 San          Josemaría Escrivá, Camino, n. 493.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San            Ignacio de Antioquía
          Mártir
          Año 107
Ignacio          significa: "lleno de          fuego" (Ingeus: fuego). 
Nuestro          santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.
Antioquía          era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de          Jerusalén. En esa          ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma          y Alejandría)          fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse          "cristianos".          De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre          porque cuando era          llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos          que le          ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar          sin destrozar,          porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.
Dicen          que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo          como obispo          ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más          importante para          los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.
Mandó          el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no          adoraran a los          falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos          ídolos, fue          llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el          siguiente          diálogo.
- ¿Por qué te niegas a adorar a mis dioses,            hombre malvado? 
 - No me llames malvado. Más bien llámame            Teóforo, que significa el que lleva a Dios dentro de sí. 
 - ¿Y por qué no aceptas a mis dioses? 
 - Porque ellos no son dioses. No hay sino un            solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a su único Hijo            Jesucristo, es a quien sirvo yo.
 
El          emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y          echado a las          fieras, para diversión del pueblo.
Encadenado          fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un          largo y          penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas          que se han          hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.
En          una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran          feroces como          leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más          amablemente          los trataba él, con más furia lo atormentaban.
El          barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades          salían el          obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a          escucharle sus          provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición.          Varios se          fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos          martirio.
Con          los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una          carta a los          cristianos de Roma diciéndoles: "Por favor: no le vayan a pedir          a Dios que          las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino          un mal. Yo          quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las          fieras para así          demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si          cuando yo llegue          allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya          no quiero          morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas,          mordiscos,          desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder          demostrarle mi          amor al Señor Jesús". ¡Admirable ejemplo!.
Al          llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y          algunos de ellos le          ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para          obtener que no lo          martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y          oró con ellos por          la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo.          Como al día          siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas          populares y el          pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente          que fueran          personajes importantes, fue llevado sin más al circo para          echarlo a las fieras.          Era el año 107.
Ante          el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios          y en seguida          fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo          destrozaron y          devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y          cruel. Así          consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por          proclamar su amor a          Jesucristo.
Algunos          escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús          colocó en medio          de los apóstoles para decirles: "Quien no se haga como un niño          no puede          entrar en el reino de los cielos" (Mc. 9,36).
San          Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre          Virgen. Él es el          primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica          significa:          universal).
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Juan de Licópolis, Santo Ermitaño, Octubre 17   
              
 Ermitaño Martirologio                    Romano: En Licópolis, de Egipto, san Juan,                    eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió                    por su espíritu profético (s. IV).  Nació en                  Licópolis, hoy Asiut, en los comienzos del siglo IV y                  pasó la mayor parte de su vida en la Tebaida, dedicado a                  la oración y a la penitencia. Parece ser que nació en el                  seno de una familia pobre y que tuvo en la juventud la                  profesión de carpintero.  |           
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Rodolfo,            Santo          Obispo de Gubbio, 17 Octubre   
|                Obispo de Gubbio Etimológicamente                  significa "lobo glorioso". Viene de la lengua alemana.  |           
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Fuente:          Franciscanos.org 
          Contardo Ferrini, Beato Jurista, 17 Octubre   
              
 Jurista 
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Celia            o Cilina, Santa          Virgen, Octubre 17   
|                Virgen Etimología: Celia                      = la que vino del cielo, viene de la lengua latina.  |           
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Fuente:          Foros.marianistas.org 
          Fidel Fuidio Rodriguez, Beato Mártir Marianista, 17          Octubre   
              
 Nació en Yécora                  (Alava) el 24 de abril de 1880. Hizo el Postulantado                  marianista en Vitoria (España) y en Pontacq (Francia) de                  1892 a 1896 y emitió sus primeros votos en la Compañía                  de María en 1897.  |           
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Isidoro Gagelin, Santo          Mártir, 17 Octubre   
              
 Nació en                  Montperreaux diócesis de Besancom (Francia) en 1799.  |           
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Fuente:          EWTN.com 
          Pedro Casani, Beato Sacerdote Escolapio, 17 Octubre   
              
 Nacido en Lucca,                  Italia, en 1572. Impresionado por la muerte ejemplar de                  su madre, él se sentía llamado entrar en la Congregación                  de la Virgen Bendita, fundado en Lucca por San Juan                  Leonardi. Antes de entrar en el noviciado había                  estudiado con los franciscanos en Lucca. Se ordenó en la                  Basílica de Lateran y se realizó su ministerio                  sacerdotal predicando, oyendo confesiones y en el                  cuidado pastoral de juventud para quienes fundó la                  Congregación de Nuestra Señora el Nieve en Lucca.   |           
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Raimondo            Stefano Bou Pascual, Beato Mártir español, 17          Octubre   
              
 Raimondo fue un                  sacerdote español nacido en Benimanteil, España, el 12                  de Octubre de 1903. Muerto en La Nucia el 17 de Octubre                  de 1936.  |           
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Fuente:          Catholic.org 
          Ricardo Gwyn, Santo Mártir Inglés, 17 Octubre   
              
 Uno de los                  cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales. también llamado                  Richard White, nació en Montgomeryshire, Gales, en 1547,                  y estudió en la Universidad de Cambridge, Inglaterra.  |           
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Tarsila            Cordoba Belda, Beata          Mártir española, 17 Octubre   
              
 Nació en Sollana                  en 1861, madre de tres hijos, viuda, asesinada en                  Algemesí el 17 de Octubre de 1936.  |           
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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