viernes, 25 de octubre de 2013

Domingo por la Santísima Trinidad. 27/10/2013. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado a las 15 o 16:00 hs según diócesis

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, despreciaban a los demás:

"Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro un publicano.

El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

"Dios mío, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias".

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:

"Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador".

Pues bien, les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

30a. Dom Ord Ciclo C

Antífona de Entrada

Yo quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo en tu presencia.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:

Señor, tú que iluminas a los extraviados con la luz de tu Evangelio, para que vuelvan al camino de la verdad; concede a cuantos nos llamamos cristianos imitar fielmente a Cristo y rechazar lo que pueda alejarnos de él.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

La oración del humilde llega hasta el cielo

Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12-14.16-18

El Señor es un Dios justo que no hace distinción de personas; no menosprecia a nadie por ser pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano, ni las quejas insistentes de la viuda.

Dios escucha al que sirve de corazón, su plegaria llega hasta el cielo. La oración del humilde atraviesa las nubes y no se detiene hasta alcanzar su destino. No se detiene hasta que el Altísimo le atiende, y el justo juez le hace justicia.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 33

El Señor no está lejos de sus fieles.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor. Que se alegra su pueblo al escucharlo.

El Señor no está lejos de sus fieles.

En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.

El Señor no está lejos de sus fieles.

El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Salva el Señor la vida de sus siervos. No morirán quienes en él esperan.

El Señor no está lejos de sus fieles.

Segunda Lectura

Ahora sólo espero la corona merecida

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8.16-18

Querido hermano: Para mí ha llegado la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que esperan con amor su glorioso advenimiento.

La primera vez que me defendí ante el tribunal nadie me ayudó; todos me abandonaron.

Que Dios los perdone.

Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, para que por mi medio se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos.

Fui librado de las fauces del león.

El Señor seguirá librándome de todos los peligros y me llevará salvo a su Reino celestial. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Dios ha reconciliado conmigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación.

Aleluya.

Evangelio

El publicano regresó a su casa justificado y el fariseo no

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, despreciaban a los demás:

"Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro un publicano.

El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

"Dios mío, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias".

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:

"Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador".

Pues bien, les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:

Confiando en que la oración de los pobres llega hasta el Señor, elevemos con humildad nuestras peticiones a Dios.

Para que el Señor conceda el espíritu de consejo, fortalezca, ciencia y piedad a nuestro obispo. Y a todos los pastores de la Iglesia, roguemos al Señor.

Respondemos:

Escúchanos Señor.

Para que los gobiernos de las naciones edifiquen sus comunidades en la paz, equilibrando toda desigualdad injusta, roguemos al Señor.

Escúchanos Señor.

Para que el Señor alivie los dolores de los que sufren en el cuerpo o en espíritu y les dé fuerzas para no desfallecer ante la tribulación, roguemos al Señor.

Escúchanos Señor.

Para que mantenga a nuestras familias firmes en la concordia y seguras en su gracia y amistad, roguemos al Señor.

Escúchanos Señor.

Celebrante:

Dios nuestro que no miras la fama de los hombres ni te dejas influir por nadie en perjuicio de los pobres. míranos a nosotros los siervos, que como el publicano, no nos atrevemos a levantar la mirada hacia ti, y haz que, humillados como él, seamos enaltecidos en tu reino.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Mira bondadosamente, Señor, las ofrendas de tu Iglesia suplicante; y conviértelas en alimento espiritual que ayude a crecer en santidad a todos tus fieles.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio

La prenda de nuestra Pascua eterna

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

En ti vivimos, nos movemos y existimos; y, todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos.

Por eso,

Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza cantando con los ángeles:

Antífona de la Comunión

El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.

 

Oración después de la Comunión

Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que hemos recibido nos ayude a amarte más y a servirte mejor cada día.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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Meditación diaria

Trigésimo Domingo

ciclo c

LA ORACIÓN VERDADERA

— Necesidad de la oración.

— Oración humilde y confiada. Parábola del fariseo y del publicano.

— Fidelidad a la oración. Dificultades.

I. La oración es, de nuevo, en este domingo el tema del Evangelio de la Misa1. Jesús comienza la parábola del publicano y del fariseo insistiendo en que es preciso orar en todo tiempo2. En sus enseñanzas, de lo que tal vez más nos habla el Señor –junto a la fe y a la caridad– es de la oración. De muchas maneras nos quiere decir el Maestro que la oración nos es absolutamente necesaria para seguirle y para cualquier obra que permanezca más allá de esta vida pasajera. En los comienzos de su Pontificado, el Papa Juan Pablo II declaraba: «la oración es para mí la primera tarea y como el primer anuncio; es la primera condición de mi servicio a la Iglesia y al mundo». Y añadía: «también todo creyente debe considerar siempre la oración como la obra esencial e insustituible de la propia vocación, el opus divinum que antecede –como en la cumbre de todo su vivir y actuar– a cualquier tarea. Sabemos bien que la fidelidad a la oración o su abandono son la prueba de la vitalidad o de la decadencia de la vida religiosa, del apostolado, de la fidelidad cristiana»3. Sin oración no podríamos seguir a Cristo en medio del mundo. Nos es tan indispensable como el alimento o la respiración para la vida corporal. De aquí el empeño del demonio en que los cristianos abandonemos o descuidemos la oración, con excusas que parecen nobles.

Pocos días antes, recordaba el Pontífice que un peligro para los sacerdotes, aun celosos, «es sumergirse de tal manera en el trabajo del Señor, que se olviden del Señor del trabajo»4. Es un peligro para cada cristiano, pues nada vale la pena, ni siquiera el apostolado más extraordinario que se pudiera imaginar, si se hiciera a costa de nuestro trato con el Señor, pues al final todo resultaría estéril. Habríamos llevado a cabo una obra puramente humana, en la que, quizá inconscientemente, nos habríamos buscado a nosotros mismos. El remedio de ese peligro no está en abandonar el trabajo o la tarea apostólica, sino en «crear el tiempo para estar con el Señor en la oración»5, que «hoy como ayer es imprescindible»6.

Examinemos hoy si la oración, el trato diario con Jesús vivifica nuestro trabajo, la vida familiar, la amistad, el apostolado... Bien sabemos que todo es distinto cuando lo hemos hablado antes con el Maestro. Es ahí «donde el Señor da luz para entender las verdades»7. Y sin esa luz, caminamos a oscuras. Con ella, penetramos en el misterio de Dios y de la vida.

II. La finalidad de la parábola que hoy leemos en el Evangelio de la Misa es distinguir la piedad auténtica de la falsa. La oración verdadera atraviesa las nubes del cielo, según leemos en la Primera lectura8, sube siempre a Dios y baja llena de frutos.

Antes de narrar la parábola, San Lucas se preocupa de señalar que Jesús hablaba a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás. El Señor habla de dos personajes bien conocidos por todos los oyentes: Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo, y el otro publicano. Enseguida nos damos cuenta de que, aunque los dos hombres se dirigieron al Templo con el mismo fin, uno de ellos no hizo oración. No habla con Dios en un diálogo amoroso, sino consigo mismo. No hay amor en su oración, ni tampoco humildad. El fariseo está de pie, da gracias por lo que hace, está satisfecho. Se compara con los demás y se considera más justo, mejor cumplidor de la Ley. Parece no necesitar de Dios.

El publicano «se quedó lejos, y por eso Dios se le acercó más fácilmente. No atreviéndose a levantar los ojos al cielo, tenía ya consigo al que hizo los cielos... Que el Señor esté lejos o no, depende de ti. Ama y se acercará»9. Y estará atentísimo, como nadie lo ha estado nunca, a todo aquello que queramos decirle. El publicano conquistó a Dios con su humildad y su confianza, pues Él resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes10, y nos enseña cómo ha de ser nuestra oración: humilde, atenta –con la mente fija en la persona a quien hablamos–, confiada, procurando que no sea un monólogo –como la del fariseo– en el que nos demos vueltas a nosotros mismos, a las virtudes que creemos poseer...

En la parábola late la idea de la humildad como fundamento de nuestro trato con Dios. Él quiere que acudamos a la oración como hijos pobres y necesitados siempre de su misericordia. «A Dios –enseña San Alfonso Mª de Ligorio– le gusta que tratéis familiarmente con Él. Tratad con Él vuestros asuntos, vuestros proyectos, vuestros trabajos, vuestros temores y todo lo que os interese. Hacedlo todo con confianza y el corazón abierto, porque Dios no acostumbra a hablar al alma que no le habla»11. Huyamos en la oración de la autosuficiencia, de la complacencia en los aparentes o posibles frutos en el apostolado, en la propia lucha ascética... y también de las actitudes negativas, pesimistas, que reflejan falta de confianza en la gracia de Dios, y que son frecuentemente manifestaciones de una soberbia oculta. La oración es siempre tiempo de alegría, de confianza y de paz.

III. Preparemos con especial esmero el rato que dedicamos a la oración, «estando a solas con quien sabemos nos ama»12, pues de ahí hemos de sacar fuerzas para santificar nuestro quehacer diario, para convertir en gracia las contradicciones diarias y para vencer todas las dificultades. Somos tan fuertes como sea de verdadero nuestro trato con el Señor. Al comenzarla «es necesario aparejar el corazón para este santo ejercicio, que es como quien templa la vihuela para tañer»13. En esta preparación nos ayudan el ofrecimiento de nuestro trabajo al Señor a lo largo del día, las pequeñas mortificaciones, el recogimiento interior... y, en el momento en que la comenzamos, el acto de presencia de Dios, en el que nos recogemos interiormente y nos ponemos ante su mirada. Este acto de presencia de Dios será normalmente una breve oración vocal que nos introducirá en el diálogo con Dios; muchas veces, ella sola nos dará materia para ese rato de conversación con el Señor. Nos puede ayudar el recitar despacio esas palabras, con la mente atenta: Creo firmemente que estás aquí..., que me ves..., que me oyes... Le miramos y nos mira. Y ese sentirnos junto a Él ya es oración, aunque no formulemos expresamente ninguna palabra. Él nos entiende y nosotros le entendemos. Le pedimos y Él nos pide: más generosidad, más amor, más lucha...

No nos preocupe si algunas veces, ¡o siempre!, no tenemos un especial sentimiento en la oración. «Para quien se empeña seriamente en hacer oración, vendrán tiempos en los que le parecerá vagar en un desierto y, a pesar de todos sus esfuerzos, no sentir nada de Dios. Debe saber que estas pruebas no se le ahorran a ninguno que tome en serio la oración (...). En esos períodos, debe esforzarse firmemente por mantener la oración, que aunque podrá darle la impresión de una cierta artificiosidad se trata en realidad de algo completamente diverso: es precisamente entonces cuando la oración constituye una expresión de su fidelidad a Dios, en presencia del cual quiere permanecer incluso a pesar de no ser recompensado por ninguna consolación subjetiva»14. Muchos días en los que, con lucha por estar con el Señor, nos había parecido que pasaba el tiempo sin sacar fruto, quizá ante Él resultó ser una oración espléndida. El Señor nos recompensa siempre con su paz y sus fuerzas para pelear todas las batallas que tengamos por delante. No dejemos nunca la oración. «No me parece otra cosa perder el camino –escribe Santa Teresa de Jesús, con su habitual claridad– sino dejar la oración»15. En no pocas ocasiones, puede ser la tentación más grave que sufra un alma que un día decidió seguir a Cristo de cerca: abandonar ese diálogo diario con Dios porque cree que no saca fruto, porque considera más importantes otras cosas, incluso empresas apostólicas..., y nada es más importante que esa cita diaria, en la que Jesús nos espera. «A toda costa –escribe un autor espiritual– debe tomarse y cumplirse inflexiblemente la determinación de perseverar en dedicar a diario un tiempo conveniente a la oración privada. No importa si no se puede hacer más que permanecer de rodillas durante ese tiempo y combatir con absoluta falta de éxito contra las distracciones: no se está malgastando el tiempo»16. Por el contrario, no existe tiempo mejor ganado que aquel que hemos «perdido» junto al Señor.

Pidamos hoy ayuda a Nuestra Señora para que nos enseñe a tratar a su Hijo como Ella lo trató en Nazaret y durante su vida pública. Y hagamos el propósito de no cometer la torpeza de abandonar la oración jamás y de no consentir distracciones voluntarias en ese tiempo en el que el Señor nos mira y nos escucha con tanta atención.

1 Lc 18, 9-14. — 2 Cfr. Lc 18, 1. — 3 Juan Pablo II, Alocución 7-X-1979. — 4 ídem, Alocución en Maynooth (Irlanda), 1-X-1979. — 5 Ibídem. — 6 ídem, Alocución en Guadalupe (México), 27-I-1979. — 7 Santa Teresa, Fundaciones, 10, 13. — 8 Ecclo 35, 19. — 9 San Agustín, Sermón 9, 21. — 10 Sant 4, 6. — 11 San Alfonso Mª de Ligorio, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios, en Obras ascéticas de... BAC, vol. I, pp. 316-3 17. — 12 Santa Teresa, Vida, 8, 2.— 13 San Pedro de Alcántara, Tratado de la oración y de la meditación, 1, 3. — 14 S. C. Para la Doctrina de la Fe, Sobre algunos aspectos de la meditación cristiana, 15-X-1989, n. 30. — 15 Santa Teresa, Vida, 19, 5. — 16 E. Boylan, El amor supremo, Rialp, Madrid 194, vol. II, p. 141.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid

Vicente, Sabina y Cristeta, Santos Biografía, 27 de octubre  

Vicente, Sabina y Cristeta, Santos

Octubre 27

 

Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que es el mayor.

 

Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente.

 

El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera seguidores de Cristo.

 

Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud.

 

Llevado a la presencia del Presidente, encontramos halagos por parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el cristiano.

A Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año 304.

 

El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.

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Teresa Eustoquio, Santa Monja, 27 de octubre  

Teresa Eustoquio, Santa

Octubre 27

 

Etimológicamente significa "bella y ardiente como el sol del verano" o "mujer amable y fuerte". Viene de la lengua griega y alemana.

 

Cuando el creyente se pone en contacto con estos gigantes de la santidad, se queda alucinado. Ve que todos los males que pueden asolar a las personas tienen una terapia fenomenal con la práctica de la oración.

 

La chica Teresa tuvo la fortuna de tener unos padres que, aunque de fueran de la alta alcurnia, le dieron una educación muy cristiana

La educación primaria la hizo en casa teniendo como maestro a un canónigo amigo de la familia.

 

Era abierta, inteligente y sensible a los valores de la fidelidad y de la gracia.

 

Desde pequeña dejó que fuera el Espíritu Santo quien dirigiera los pasos de su existencia. Su afán se centraba en Dios solamente y, desde él, en los demás.

 

Sin embargo, le ocurrió como a la gran Teresa de Avila: tener la experiencia de la ausencia de Dios, aunque, aún sin sentirlo, jamás perdió su confianza.

 

Se metió a monja benedictina. Después de algunos años tuvo la inspiración divina de fundar una nueva congregación llamada las "Hijas del Sagrado Corazón de Jesús".

 

Le tocó vivir en tiempo difíciles por las revueltas políticas y sociales. A nivel eclesial, el jansenismo crecía mucho. Por eso, en la mitad del siglo XIX nacieron varias congregaciones con el nombre de esta fundación. Eran los años de la gran expansión de la devoción al Corazón de Jesús, al amor.

 

Se dedica esta congregación a la obra educativa, fruto de la persuasión y el respeto a la individualidad de cada uno.

 

Después de una vida de intenso trabajo por Dios y por los demás, murió el año 1852. Juan Pablo II la canonizo el diez de junio del 2001.

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Bartolomé de Braganza, Beato Obispo, 27 de octubre  

Bartolomé de Braganza, Beato

Octubre 27

Obispo

 

 

Etimológicamente significa "hijo del que detiene las aguas". Viene de la lengua hebrea.

 

No te mires ya como tierra reseca...Que caiga su rocío, las lágrimas de la mañana, y que en el desierto de tu alma se aplaque la sed de un amor.

 

Fue obispo en el siglo XIII. Cuando se visita París, se ve la santa Capilla que mandó construir el rey Luis IX para alojar las reliquias de la santa Cruz.

 

Todos los habitantes de Vicenza, Italia, conocen la bella iglesia de la santa Corona.

 

Es un monumento importante de la arquitectura gótica. También se hizo para guardar una espina de la Crucifixión del Señor.

 

Hay una gran amistad y relación entre la capilla gótica parisina y la de Vicenza.

 

Estas buenas relaciones comenzaron con el rey de Francia y Bartolomé, obispo de esta ciudad.

Había nacido aquí al comienzo del siglo XIII de una familia de condes, los de Braganza.

 

Estudió en Pádua. Aquí se unió a los compañeros de santo Domingo que se encontraban en Bolonia.

 

Inteligente y educado, le encargaron que predicara por Italia en unos tiempos agitados por mor de las herejías, luchas civiles y otras duras dificultades.

 

Creó una confraternidad de tipo religioso y semi - militar, "los alegres", para evangelizar a todo el mundo con gozo y con alegría.

 

En 1256 lo eligieron obispo. Pero, a pesar de su trabajo y celo apostólico, lo desterraron, y tuvo que irse de legado pontificio a Inglaterra y Francia.

 

Murió en 1270.

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Balsamia, Santa Biografía, 27 de octubre  

Octubre 27

 

Etimológicamente significa "bálsamo, perfume". Viene de la lengua latina.

 

Jeremías dice: "La palabra del Señor ha sido para mí fuente de burla. Yo me dije: No hablaré más en su nombre, no pensaré más en él, pero la sentía adentro como fuego ardiente que no podía contener".

 

Fue del siglo VI. Su trabajo ya ha pasado de moda en muchos lugares civilizados y de una fuerte economía.

 

En otros, por el contrario, se mantiene el papel dela mujer que sustenta a los niños, hasta con su propia leche.

 

En toda la misteriosa Edad Media y anterior incluso a ella, había una gran veneración por las santas que habían dado su vida en este precioso trabajo de nutrientes.

 

Fue ella la que alimentó en Reims a san Remigio, el obispo de aquella ciudad.

 

Remigio, con su cultura, sus buenas formas y su diplomacia, logró que se convirtiera al cristianismo Clodoveo, el rey francés.

 

Para los franceses es un segundo Juan Bautista, el precursor de la vida cristiana en Francia.

 

Hubo un tiempo en que se le llamaba en las Galias a santa Balsamia "la santa Nutriz".

 

Hoy prevalece el de Balsamia.

 

La leche es "bálsamo" dado a los niños. Ella había nacido en Roma.

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Fuente: Franciscanos.net

Salvador Mollar Ventura, Beato Religioso y mártir, 27 Octubre  

Salvador Mollar Ventura, Beato

Nacido en Manises, Valencia, el 27 de marzo de 1896, hijo de Bautista Mollar y María Muñoz, muy pobres pero piadosos.

 

De niño y joven se distinguió por su piedad, organizó la Asociación del Rosario en su barrio, formó parte de la Adoración Nocturna y la Conferencia de San Vicente de Paúl y enseñaba el catecismo a los niños.

 

Hizo el noviciado de los Hermanos Menores Franciscanos en 1921 y la Profesión solemne el 25 de enero de 1925. Alegre, jovial y optimista. Limpio y ordenado, devoto de la Santísima Virgen.

 

Al iniciarse la guerra civil, en 1936, era sacristán en el convento de Benisa. Al dispersarse los religiosos, se refugió primero donde unos bienhechores, y luego, para no comprometerlos, se fue a su familia, donde fue detenido y encarcelado a finales de octubre, y fusilado el 27 del mismo mes y año, en el "Picadero de Paterna", y enterrado en Valencia. Su cadáver mostraba signos de tortura.

 

Él es uno de los 233 mártires de la Guerra Civil española, para ver más sobre los 233 mártires en España haz "click" AQUI

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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