JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 11, 15-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un          demonio, algunos dijeron: 
          "Expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de          los          demonios". 
          Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
          Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: 
          "Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina, y se          derrumba casa          por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo,          ¿cómo mantendrá su          reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder          de Satanás.          Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de          ustedes? Por eso,          ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios          por el poder de          Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. 
          Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus          bienes están seguros.          Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita          las armas en          que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está          conmigo, está          contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. 
          Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por          lugares áridos          en busca de reposo y, al no hallarlo, dice: "Volveré a mi casa,          de donde          salí". Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces          va por          otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí,          y así la          situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
vie          27a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Señor,              no me abandones, no te me alejes, Dios mío. Ven de prisa a              socorrerme, Señor,              mi salvador.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Dios omnipotente y misericordioso, de cuya mano proviene el            don de servirte y            de alabarte, ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda            separarnos de ti.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Ya              viene el día del Señor, día de oscuridad y de tinieblas
Lectura              del libro del profeta Joel 1, 13-15; 2, 1-2
Hagan penitencia y lloren,            sacerdotes; giman, ministros del altar; vengan, acuéstense en            el suelo vestidos            de sayal, ministros de mi Dios, porque el templo del Señor se            ha quedado sin            ofrendas y sacrificios. 
            Promulguen un ayuno, convoquen a la asamblea, reúnan a los            ancianos y a todos            los habitantes del país en el templo del Señor, nuestro Dios,            y clamen al            Señor: "¡Ay de nosotros en aquel día!" Porque ya está cerca el            día            del Señor, y llegará como el azote del Dios todopoderoso. 
            Toquen la trompeta en Sión, den la alarma en mi monte santo;            que tiemblen los            habitantes del país, porque ya viene, ya está cerca el día del            Señor: es un día            de oscuridad y de tinieblas, día de nubes y de tormenta; como            la aurora se va extendiendo            sobre todos los montes, así se extenderá el poderoso ejército            que viene: nunca            hubo uno como él ni habrá otro igual a él por muchas            generaciones.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 9
El Señor              juzga al mundo con justicia.
Te doy            gracias, Señor, de todo corazón y proclamaré todas tus            maravillas; me alegro y            me regocijo contigo y toco en tu honor, Altísimo.
            El Señor juzga al mundo con justicia.
Reprendiste            a los pueblos, destruiste al malvado y borraste para siempre            su recuerdo. Los            pueblos se han hundido en la tumba que hicieron, su pie quedó            atrapado en la            red que escondieron.
            El Señor juzga al mundo con justicia.
El            Señor reina eternamente, tiene establecido un tribunal para            juzgar; juzga al            orbe con justicia y rige a las naciones con rectitud.
            El Señor juzga al mundo con justicia.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo.
            Aleluya.
Evangelio
      Si Yo expulso a los demonios              con el poder de Dios, eso significa que el Reino de Dios ha              llegado a ustedes
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 11, 15-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando            Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: 
            "Expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe            de los            demonios". 
            Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
            Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: 
            "Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina, y se            derrumba casa            por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo,            ¿cómo mantendrá su            reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder            de Satanás.            Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de            ustedes? Por eso,            ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los            demonios por el poder de            Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.            
            Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus            bienes están            seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence,            entonces le quita las            armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que            no está conmigo,            está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. 
            Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por            lugares áridos            en busca de reposo y, al no hallarlo, dice: "Volveré a mi            casa, de donde            salí". Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces            va por            otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse            allí, y así la            situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Que este sacrificio que            vamos a ofrecerte en comunión con toda tu Iglesia, te sea            agradable, Señor, y            nos obtenga la plenitud de tu misericordia.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Nuestra misma acción de              gracias es un don de Dios
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Pues, aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo el            que seamos            agradecidos; y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu            gloria, nos            aprovechan para nuestra salvación, por Cristo, Señor nuestro.
            Por eso, 
            unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
Antífona de la Comunión
      Me has              enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu              presencia.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Continúa, Señor, en nosotros tu obra de salvación por medio de            esta Eucaristía,            para que, cada vez más unidos a Cristo en esta vida,            merezcamos vivir con él            eternamente.
            Por Jesucristo nuestro Señor.
            Amén
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Dia 11/10          Santa Soledad Torres Acosta (virgen, blanco)
      Antífona          de Entrada
      Celebremos            con alegría la fiesta de esta santa, porque el Señor del            universo la ha colmado            de su amor.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Tú que colmaste de dones celestiales a santa Soledad          Torres,virgen, concédenos,          Señor, imitar su entrega a ti, aquí en la tierra y compartir con          ella tu gloria          en el cielo.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Si nos            amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Lectura            de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16
Queridos          hermanos: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y          todo el que ama          ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a          Dios, porque          Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:          en que Dios          mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de          él. En esto          consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino          en que él nos          amó y nos envió a su Hijo, como propiciación por nuestros          pecados. Queridos          hermanos: si Dios nos amó de esta manera, también nosotros          debemos amarnos unos          a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a          otros, Dios          permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su          plenitud. En esto          conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha          dado de su          Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el          Padre envió a su          Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el          Hijo de Dios,          Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el          amor que Dios          nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor, y quien permanece          en el amor          permanece en Dios y Dios en él.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            130
Guarda mi            alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi          corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo          grandezas que          superan mi capacidad.
          Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Sino que          acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.
          Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Espere          Israel en el Señor, ahora y por siempre.
          Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los          aliviaré, dice el          Señor.
          Aleluya.
Evangelio
      Cada vez            que lo hicieron con cada uno de estos mis humildes hermanos,            conmigo lo hiciste
Lectura            del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
          "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los          ángeles con él,          se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él          todas las          naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las          ovejas de las          cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su          izquierda".
          Entonces dirá el rey a los de su derecha:
          Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado          para ustedes          desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de          comer; tuve          sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me hospedaron;          estuve desnudo, y me          vestisteis; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a          verme".
          Entonces los justos le contestarán:
          "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed          y te dimos          de beber?, ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo          y te          vestimos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a          verte?"
          Y el rey les dirá:
          "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos mis          humildes          hermanos, conmigo lo hicieron".
          Y entonces dirá a los de su izquierda:
          "Apártense de mí, malditos;vayan al fuego eterno preparado para          el diablo          y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve          sed, y no me          dieron de beber; fui forastero, y no me hospedaron; estuve          desnudo, y no me vistieron;          enfermo y en la cárcel, y no me visitaron".
          Entonces también éstos contestarán:
          "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o forastero, o          desnudo, o          enfermo, o en la cárcel, y no te asistimos?"
          Y él replicará:
          "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con uno de éstos,          los          humildes, tampoco lo hicieron conmigo".
          Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor.
Oración          sobre las Ofrendas
      Acepta,          Señor, los dones que te presentamos y haz que esta Eucaristía          nos ayude a          superar nuestra inclinación al pecado para que, a ejemplo de          santa Soledad          Torres, virgen, podamos vivir según el Evangelio.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      La vida            consagrada a Dios es un signo Del Reino de los cielos
En verdad          es justo y necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del          cielo y de la tierra.
          Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino de los          cielos se          consagraron a Cristo, reconocemos tu Providencia admirable, que          no cesa de          llamar al hombre a la santidad primera, para hacerlo participar          ya desde ahora          de la vida que gozará en el cielo, por Cristo nuestro Señor.
          Por eso,
          con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin          cesar:
Antífona          de la Comunión
      Las cinco            vírgenes prudentes llevaron frascos de aceite con las            lámparas. A medianoche se            oyó una voz: Ya viene el esposo; salgan al encuentro de            Cristo, el Señor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Señor que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos recibido,          S nos ayuden a          despegar nuestro corazón de las cosas terrenas para que, a          ejemplo de santa          Soledad Torres, virgen, podamos amarte más cada día.
        Por          Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
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† Meditación diaria
27ª semana. Viernes
LA VOLUNTAD DE DIOS
— El cumplimiento de          la voluntad divina.
— Purificar la propia          voluntad, inclinada excesivamente hacia uno mismo.
— Amar en todo el          querer de Dios.
I. Hágase tu            voluntad en la tierra como en el Cielo, rogamos a Dios en          la tercera          petición del Padrenuestro. Queremos alcanzar del Señor          las gracias          necesarias para que podamos cumplir aquí en la tierra todo lo          que Dios quiere,          como lo cumplen los bienaventurados en el Cielo. La mejor          oración es aquella          que transforma nuestro deseo hasta conformarlo, gozosamente, con          la voluntad          divina, hasta poder decir con Jesús: No se haga mi voluntad,            Señor, sino la            tuya: no quiero nada que Tú no quieras. Nada. este es el          fin principal de          toda petición: identificarnos plenamente con el querer divino.
Si es así nuestra          oración, siempre saldremos beneficiados, pues no hay nadie que          quiera tanto          nuestro bien y nuestra felicidad como el Señor. Casi sin darnos          cuenta, sin          embargo, deseamos en muchas ocasiones que se cumpla ante todo          nuestro querer,          que juzgamos muy acertado y conveniente, aunque deseemos, quizá          fervientemente,          que el querer divino coincida con el nuestro... No tenéis            porque no pedís.            Pedís y no recibís porque pedís mal1, escribe          el Apóstol          Santiago.
Cuando decimos:          Señor, hágase tu voluntad, no nos situamos ante un          acontecimiento o ante          una gestión..., en la peor de las posibilidades o en la          desgracia, sino en "la          mejor" de las posibles, porque, aun en el caso en que aquello          que Dios permite          parezca a primera vista un desastre, debemos trascender esa          visión puramente          humana y aprender que existe un plano más alto, donde Dios          integra aquel suceso          en un bien superior, que quizá en ese momento nosotros no vemos.          Aquella          situación que se nos presenta oscura es solo una sombra de un          cuadro luminoso y          lleno de belleza; pues la sabiduría divina ¿no es más sabia que          la nuestra?; su          amor por nosotros y por los nuestros, ¿no es infinitamente mayor          que el          nuestro? Si pedimos pan, ¿nos va a dar una piedra? ¿No          es acaso nuestro          Padre? Cuando oréis habéis de decir: Abba, Padre... Solo          en este clima          de amor y de confianza es posible la oración verdadera:          Señor, si            conviene, concédeme... Dios sabe más y es infinitamente          bueno, mejor          siempre de lo que nosotros podemos comprender. Él quiere lo          mejor; y lo mejor a          veces no es lo que pedimos. María de Betania le envió un mensaje          urgente para          que curara a su hermano Lázaro, que se encontraba a punto de          morir. Y Jesús no          lo curó, lo resucitó. Él es sabio, con una sabiduría divina, y          nosotros,          ignorantes. Él abarca la vida entera, la nuestra y la de          aquellos a quienes          amamos, y nosotros apenas vislumbramos un poco de lo inmediato.          Vemos esos          instantes con premura e impaciencia quizá, y Él ve toda la vida          y la eternidad...          No sabemos pedir lo que conviene, pero el Espíritu Santo aboga          por nosotros con          gemidos inefables2. No rogamos que Dios quiera,          sino que nos          enseñe y nos dé fuerzas para cumplir lo que Él quiere3.
Querer hacer la          voluntad de Dios en todo, aceptarla con gozo, amarla, aunque          humanamente          parezca difícil y dura, no "es la capitulación del más débil          ante el más          fuerte, sino la confianza del hijo en el Padre, cuya bondad nos          enseña a ser          plenamente hombre: lo cual implica el alegre descubrimiento de          la condición de          nuestra grandeza"4, la filiación divina.
II. Hágase tu            voluntad...
En muchos momentos,          nuestro querer natural coincide con el de Dios. Todo parece          entonces sereno y          suave, y se camina sin gran dificultad. Pero no debemos olvidar          que en el          progreso hacia la santidad tendremos que purificar el propio yo,          la propia          voluntad inclinada excesivamente hacia uno mismo, incluso en          asuntos nobles, y          dirigirla a la plena identificación con el querer divino. Este          es la verdadera          brújula que orienta los pasos directamente a Dios, y que nos          llevará en tantas          ocasiones por senderos distintos a los que nosotros, con un          criterio exclusivamente          humano, hubiéramos escogido. Y el Espíritu Santo quizá nos diga,          en la          intimidad de nuestro corazón: Mis caminos no son vuestros            caminos...5.
Del Señor debemos          aprender el camino seguro del cumplimiento de la voluntad de          Dios en todo. Es          esta una enseñanza continua a lo largo del Evangelio. Cuando los          Apóstoles          instan a Jesús, cansado después de una larga jornada, para que          tome algún          alimento de los que acaban de comprar en una ciudad de Samaria,          les dice: Mi            comida es hacer la voluntad del que me ha enviado y dar            cumplimiento a su obra6.          Nuestro alimento, lo que nos da fuerzas y firmeza para vivir          como hijos de          Dios, lo que da sentido a una vida, es saber que estamos          haciendo la voluntad          de Dios hasta en los detalles más pequeños del vivir diario. En          otras muchas          ocasiones repetirá Jesús esta misma enseñanza: no pretendo            hacer Mi            voluntad, sino la de Aquel que me ha enviado7.          ¡Si pudiéramos nosotros          decir siempre esto mismo! Yo no quiero, Señor –le decimos en          nuestro interior–,          hacer aquello que desean mis sentidos o mi inteligencia, aunque          sea lícito,          sino aquello que Tú quieres que lleve a cabo, aunque parezca          difícil y costoso.          Si alguna vez nos sucede esto, que nos cuesta aceptar la          voluntad de Dios,          iremos al Sagrario a ver a Jesús, y después de un rato de          oración          comprenderemos que nuestro querer más íntimo es precisamente          aceptar y amar la          voluntad de Dios. Será entonces el momento –especialmente si se          trata de un asunto          que nos resulta muy costoso y molesto– de hacer nuestra la          oración de Jesús en          los comienzos de la Pasión: Padre mío, si es de tu agrado,            aleja de Mí este            cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya8.          No se haga            mi voluntad... repetiremos despacio, sino lo que Tú          quieres.
Los Apóstoles          predicaron más tarde lo que aprendieron del Maestro: el            Reino de los Cielos            solo es accesible al que hace la voluntad de mi Padre            celestial9,          pues el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los            Cielos, ese es            mi hermano y mi hermana y mi madre10. Es ahí          –en el cumplimiento          del querer divino– donde la criatura encuentra su verdadera          felicidad, pues la          voluntad divina está orientada a que seamos plenamente felices          en esta vida y          en la otra, de un modo con frecuencia distinto al que nosotros          habíamos          proyectado: "a quien posee a Dios, nada le falta..., si él mismo          no le falta a          Dios"11.
Nuestra voluntad          tiene así una meta: hacer siempre, también en lo pequeño, en las          tareas          ordinarias, lo que Dios quiere que hagamos. Así, decidimos en          cada          circunstancia no aquello que nos es más útil o agradable, sino          según lo que          quiere el Señor en aquella situación concreta. Y como Dios          quiere lo mejor,          aunque de modo inmediato no lo experimentemos, estamos          ejerciendo la libertad          en el bien, que es donde verdaderamente se realiza12.          Por eso,          cuando ejercitamos nuestra libertad haciendo propio el querer          divino, estamos          convirtiendo nuestra vida en un continuo acto de amor.
III. Padre, hágase            tu voluntad en la tierra como en el Cielo... Y disponemos          el alma no solo          para llevar a cabo el querer divino, sino para amar lo que Dios          hace o permite.          Cuando los acontecimientos o las circunstancias no permiten que          escojamos          nosotros, es Dios quien ya ha elegido por nosotros. Es en esas          situaciones, a          veces humanamente difíciles, donde debemos decir con paz: "¿Lo          quieres,          Señor?... ¡Yo también lo quiero!"13. Pueden ser          ocasiones          extraordinarias para confiar más y más en Dios. Esa voluntad          divina que          aceptamos puede llamarse sufrimiento, enfermedad o pérdida de un          ser querido. O          quizá son hechos que nos llegan por los simples sucesos de cada          jornada o el          transcurrir de los días: aceptar el paso del tiempo que comienza          a dejar su          huella bien marcada en el cuerpo, el sueldo insuficiente, una          profesión          distinta de la que hubiéramos deseado ejercer pero que debemos          realizar con          amor porque las circunstancias nos han llevado a ella y que ya          no es posible          abandonar, el fracaso por un olvido o error ridículo, los          malentendidos, el          carácter de alguien con el que cada día hemos de pasar codo a          codo muchas          horas, los sueños nobles no realizados..., el aceptarse a uno          mismo con todas          sus limitaciones, sin que esto mate el deseo de superación y,          sobre todo, de          crecer en las virtudes. También podremos decir nosotros          entonces:
"Dadme riqueza o          pobreza,
          dad consuelo o desconsuelo,
          dadme alegría o tristeza (...).
          ¿Qué mandáis hacer de Mí?"14.
¿Qué quieres, Señor,          de mí en esta circunstancia concreta, y en aquella otra?
La aceptación alegre          de la voluntad divina nos dará siempre paz en el alma y, en lo          humano, evitará          desgastes inútiles, pero muchas veces no suprimirá el dolor. El          mismo Jesús          lloró como nosotros. En la Carta a los Hebreos leemos          que en los días            de su vida mortal ofreció oraciones y súplicas con poderosos            clamores y            lágrimas15. Nuestras lágrimas, cuando se trata          de un suceso          doloroso, no ofenden a Dios, sino que mueven a su compasión. "Me          has dicho:          Padre, lo estoy pasando muy mal.
"Y te he respondido          al oído: toma sobre tus hombros una partecica de esa cruz, solo          una parte          pequeña. Y si ni siquiera así puedes con ella, ...déjala toda          entera sobre los          hombros fuertes de Cristo. Y ya desde ahora, repite conmigo: Señor,            Dios            mío: en tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo            futuro, lo pequeño y lo            grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno.
"Y quédate tranquilo"16.
Quiere el Señor          además que, junto a la amorosa aceptación del querer divino,          pongamos todos los          medios humanos para salir de esa mala situación, si es posible.          Y si no lo es,          o tarda en resolverse, nos abrazaremos con fuerza a nuestro          Padre Dios y          podremos decir, como San Pablo en momentos muy difíciles: Reboso            de gozo en            todas nuestras tribulaciones17. Nada podrá          quitarnos la alegría.
Nuestra Madre Santa          María es el modelo que hemos de imitar, diciendo: Hágase en            mí según tu            palabra. Que se haga lo que Tú quieras, y como Tú quieras,          Señor.
1 Sant 4, 3. — 2          Cfr. Rom 8, 20. — 3 Cfr. San Agustín, Sermón            del Monte, 2,          6, 21. — 4 G. Chevrot, En lo secreto, Rialp,          Madrid 1960, p. 164.          — 5 Is 55, 8. — 6 Jn 6, 32. — 7          Jn 5,          30. — 8 Lc 22, 42. — 9 Mt 7, 21.          — 10 Mt          6, 10. — 11 San Cipriano, Tratado sobre la oración,          21. — 12          Cfr. C. Cardona, Metafísica del bien y del mal, EUNSA,          Pamplona 1987, p.          185. — 13 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n.          762. — 14          Santa Teresa, Poesías, 5. — 15 Heb 5, 7.          — 16 San          Josemaría Escrivá, Vía Crucis, VII, n. 3. — 17 2            Cor 7, 4.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
              Santa María                  Soledad Torres               |           
Esta es          la santa fundadora de las          hermanas Siervas de María, Ministras de los enfermos, que tienen          126 casas en el          mundo con 2,380 religiosas.
Nació          en 1826 en Madrid (España),          hija de modestos comerciantes que la instruyeron muy bien en la          religión.
Estudió          con las hermanas Vicentinas          y al ver la dedicación total de estas religiosas a los más          pobres, se          entusiasmó por la vida religiosa. Pero era muy débil de salud y          no fue admitida          en la comunidad. Solamente a la edad de 25 años logrará cumplir          su anhelo de          ser religiosa.
El          párroco de un barrio pobre de          Madrid se entristecía al ver que muchos enfermos morían en el          más completo          abandono y sin recibir los santos sacramentos. Y pensó en reunir          a un grupo de          mujeres piadosas que visitaran a los enfermos en sus domicilios          y les ayudaran          a bien morir.
Al          enterarse Soledad Torres de este          deseo del párroco se presentó a él para ofrecerse a ayudarle en          tan caritativa          misión. Ella desde niña había asistido a varios moribundos y          sentía un gusto          especial por asistir a enfermos y moribundos. Era una gracia que          le había          concedido el Espíritu Santo. Aunque el sacerdote le rechazó en          una primera          entrevista porque le parecía muy débil y enfermiza para esas          labores, después          se dio cuenta de que era un alma de Dios y con ella y seis          compañeras más,          fundó el 15 de agosto de 1851, la comunidad de Siervas de María          o Ministros de          los enfermos.
La          novedad de esta comunidad era          que ellas debían asistir a domicilio y totalmente gratis a los          enfermos que lo          solicitaran.
Por          aquellos tiempos llegó a Europa          la terrible epidemia del cólera y en los hospitales no cabían          los enfermos.          Muchos de ellos eran abandonados por sus familiares por temor al          contagio. Fue          entonces cuando María Soledad y sus religiosas se multiplicaron          por todas          partes para atender a los más abandonados.
El          fundador de la comunidad se fue          de misionero a lejanas tierras y el sucesor se dejó creer de          cuentos y habladurías          y destituyó a Soledad del cargo de superiora. Ella se alegró de          poder          asemejarse a Cristo en padecer incomprensiones y persecuciones.          En sus visitas          a Jesús Sacramentado obtenía fuerzas para sufrir con paciencia y          por amor a          Dios. Después se supo la verdad de todo y fue restablecida en su          cargo, y bajo          su dirección se extendió admirablemente su congregación. Murió          la santa el 11          de octubre de 1887 a la edad de 61 años. Fue canonizada por          Pablo VI en 1970.
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Fuente:          Vatican.va 
          Juan XXIII, Beato CCLXI Papa, Octubre 11   
              
 CCLXI Papa Nació en el seno de una numerosa familia                  campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto                  ingresó en el Seminario, donde profesó la Regla de la                  Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote, trabajó en                  su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de                  la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus                  cualidades humanas y cristianas le valieron el nombre de                  "papa bueno". Juan Pablo II lo beatificó el año 2000 y                  estableció que su fiesta se celebre el 11 de octubre.  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina04          
          Alejandro Sauli, Santo Obispo de Pavía, Octubre 11   
              
 Obispo  Se cuenta que Alejandro Sauli era muy joven                  todavía cuando se presentó un día con un crucifijo en la                  mano ante una multitud que asistía a un espectáculo de                  acróbatas y saltimbanquis, y predicó severamente contra                  ese tipo de diversiones frívolas, con gran asombro de                  todos los presentes. Aunque el santo exageró tal vez un                  tanto al proceder así; ese gesto puede considerarse como                  un símbolo de su vida, ya que se consagró por entero a                  la restauración del orden cristiano en la atmósfera de                  negligencia y fríaldad religiosas de mediados del siglo                  XVI. Alejandro nació en Milán en 1535, pero su familia                  era originaria de Génova. A los diecisiete años, ingresó                  en la congregación de los clérigos regulares barnabitas.                  Sus superiores le enviaron a proseguir sus estudios en                  el colegio que la congregación tenía en Pavía, y el                  santo pagó de su bolsillo la obra de ensanchamiento de                  la biblioteca del establecimiento. En 1556, después de                  su ordenación sacerdotal, empezó a enseñar filosofía y                  teología en la Universidad. El obispo de la ciudad le                  tomó pronto por teólogo suyo, y la reputación de                  Alejandro como predicador empezó a crecer rápidamente.                  El éxíto que tuvo en Pavía fue tan grande, que San                  Carlos Borromeo le invitó a predicar en la catedral; a                  sus sermones asistieron el propio San Carlos y el                  cardenal Sfondrati quien fue más tarde Papa con el                  nombre de Gregorio XIV. Las ardientes palabras del joven                  barnabita arrancaron lágrimas a ambos personajes,                  quienes le tomaron por confesor; San Carlos Borromeo                  siguió dirigiéndose con él muchos años. En 1567, el P.                  Sauli fue elegido preboste general de su congregación.                  Aunque no tenía más que treinta y ocho años, parecía                  bastante seguro de sí mismo como para oponerse al                  parecer de San Pío V y de san Borromeo. En efecto, el                  cardenal Borromeo, quien era protector de los                  "Humiliati" que quedaban, había recibido la misión de                  reformarlos, ya que dichos frailes eran tan ricos como                  de costumbres poco edificantes. Para ello decidió fundir                  a los "Humiliati" con la fervorosa congregación de los                  barnabitas, recientemente fundada. Pero San Alejandro,                  aunque estaba dispuesto hacer cuanto pudiera por ayudar                  a los "Humiliati", no se sentía oblígado a aceptar una                  medida que podía hacer daño a sus hijos, y San Carlos                  Borromeo tuvo que renunciar a su propósito.  |           
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Zenaida, Santa Biografía, 11 de octubre   
|                Octubre 11  Etimológicamente significa "la que recibe                  la vida de Zeus". Viene de la lengua griega.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina04          
          Jaboco de Ulm, Beato Religioso, 11 Octubre   
              
 El Beato Jacobo nació en 1407, en Ulm de                  Alemania, en el seno de la respetable familia de los                  Griesinger. A los veinticinco años partió de su patria a                  Italia, donde se enroló como soldado en Nápoles; pero,                  disgustado por las costumbres licenciosas de sus                  compañeros de filas y al comprobar que su buen ejemplo                  no les hacía mella, abandonó el ejército y entró a                  servir como secretario a un abogado de Capua.  |           
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Meinardo            de Letonia, Santo Primer Obispo de Letonia,          11 Octubre   
              
 San Meinardo (1134/36-1196). 
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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