JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 10, 25-37
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un          doctor de la ley para ponerlo          a prueba y le preguntó: 
          "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?"
          Jesús le dijo: 
          "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" 
          El doctor de la ley contestó: 
          "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,          con todas          tus fuerzas y con todo tu ser; y a tu prójimo como a ti mismo".          
          Jesús le dijo: 
          "Has contestado bien; si haces eso vivirás".
          El doctor de la ley para justificarse, le preguntó a Jesús: 
          "¿Y quién es mi prójimo?"
          Jesús le dijo: 
          "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó          en manos          de unos ladrones los cuales le robaron, lo hirieron y lo dejaron          medio muerto.          Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo          vio y pasó de          largo. De igual modo un levita que pasó por allí, lo vio y          siguió adelante.          Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de          él, se le          acercó, ungió sus heridas con aceite y se las vendó; luego lo          puso sobre su          cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día          siguiente, sacó dos          denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: "Cuida de él          y lo que          gastes demás te lo pagaré a mi regreso". 
          ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del          hombre que fue          asaltado por los ladrones?"
          El doctor de la ley le respondió:
          "El que tuvo compasión de él". 
          Entonces Jesús le dijo: 
          "Anda y haz tú lo mismo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Dia 7/10          Nuestra Señora la del Rosario (blanco)
      Antífona          de Entrada
      Te            saludamos, María, la llena de gracia; el Señor está contigo.            Bendita tú entre            las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Señor, tú que nos has hecho conocer el misterio gozoso de la          Encarnación de tu          Hijo, concédenos tu gracia, por intercesión de la santísima          Virgen María, para          acompañar a Cristo en los misterios dolorosos de su pasión y          muerte y poder          participar así de su gloriosa resurrección.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Perseveraban            unánimes en la oración, Junto con María, la madre de Jesús
Lectura            del libro de los Hechos de los Apóstoles 1, 12-14
Después          de la ascensión de Jesús a los cielos, los apóstoles regresaron          a Jerusalén          desde el monte de los Olivos, que dista de la ciudad lo que se          permite caminar          en sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron al piso alto de          la casa donde          se alojaban: Pedro y Juan, Santiago, Andrés, Felipe, y Tomás,          Bartolomé y          Mateo, Santiago (el hijo de Alfeo), Simón el Cananeo y Judas, el          hijo de          Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto          con María, la          madre de Jesús, con los parientes de Jesús y algunas mujeres.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Lucas 1
Ha hecho            en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.
Mi alma          glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi          salvador,          porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Ha hecho en          mí grandes cosas          el que todo lo puede. Santo es su nombre. Desde ahora me          llamarán dichosa todas          las generaciones, porque
          ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es            su nombre. Y su            misericordia llega de generación en generación a los que lo            temen.
          Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es            su nombre.
Ha hecho          sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero.          Destronó a los          potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó          de bienes y a          los ricos los despidió sin nada.
          Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es            su nombre.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor esté contigo,          bendita tú entre          las mujeres.
          Aleluya.
Evangelio
      Vas a            concebir y a dar a luz un hijo
†Lectura            del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de          Galilea, llamada          Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de          David, llamado          José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella          estaba y le dijo:          "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo".
          Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba          qué querría decir          semejante saludo.
          El ángel le dijo:
          "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a          concebir y a          dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande          y será llamado          Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su          padre, y él          reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no          tendrá fin".
          María le dijo entonces al ángel:
          "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?"
          El ángel le contestó:
          "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo          te cubrirá          con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será          llamado Hijo de          Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez,          ha concebido un          hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no          hay nada          imposible para Dios".
          María contestó:
          "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has          dicho".
          Y el ángel se retiró de su presencia.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Que el          memorial de los misterios de nuestra redención, forme, Señor,          nuestra vida y          nos haga dignos de la salvación eterna.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Maternidad            de la virgen María
En verdad          es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte          gracias y proclamar          que eres admirable en la perfección de todos tus santos, y de un          modo singular          en la perfección de la Virgen María.
          Por eso, al celebrarla hoy, queremos exaltar tu generosidad          inspirados en su          propio cántico, pues en verdad has hecho maravillas por toda la          tierra, y          prolongaste tu misericordia de generación en generación, cuando,          complacido en          la humildad de tu sierva, nos diste por su medio al autor de la          vida,          Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
          Por él,
          los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente, gozosos en          tu presencia. Permítenos          unirnos a sus voces cantando tu alabanza:
        
Antífona          de la Comunión
      El ángel            Gabriel dijo a María: Vas a concebir y a dar a luz un Hijo, a            quien pondrás por            nombre Jesús.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Por medio de esta Eucaristía, en la que hemos proclamado la          muerte y          resurrección de tu Hijo, concédenos, Señor, la gracia de          participar con          nuestros sufrimientos en la pasión de Cristo, para que podamos          participar también          de su gloriosa resurrección.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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lun          27a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Señor              Dios, tú eres mi auxilio y el único apoyo de mi vida; te              ofrezco de corazón un              sacrificio y te daré gracias, Señor, porque eres bueno.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Míranos, Señor, con amor y multiplica en nosotros los dones de            tu gracia para            que, llenos de fe, esperanza y caridad, permanezcamos siempre            fieles en el            cumplimiento de tus mandatos. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Se              levantó Jonás para huir del Señor
Lectura              del libro del profeta Jonás 1, 1-16; 2, 1. 11
El Señor le dirigió la            palabra a Jonás, hijo de Amitay, y le dijo: 
            "Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella            que su            maldad ha llegado hasta mí". Se levantó Jonás para huir a            Tarsis, lejos            del Señor, y llegó a Jafa, donde encontró un barco que salía            para Tarsis; pagó            su pasaje y se embarcó para dirigirse a Tarsis, lejos del            Señor. 
            Pero el Señor desencadenó un gran viento sobre el mar y            provocó una tormenta            tan fuerte que el barco estaba a punto de naufragar. Los            marineros tuvieron            miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios; luego            echaron al mar la carga            para aligerar la nave. 
            Mientras tanto, Jonás había bajado al fondo del barco, se            había acostado y            dormía profundamente. 
            El capitán se le acercó y le dijo:
            "Qué haces aquí durmiendo? Levántate e invoca a tu Dios, a ver            si él se            compadece de nosotros y no perecemos".
            Luego se dijeron unos a otros: 
            "Echemos suertes para ver quién tiene la culpa de esta            desgracia". 
            Echaron suertes y le tocó a Jonás. Entonces le dijeron: 
            "Dinos por qué nos ha sobrevenido esta desgracia. ¿Cuál es tu            oficio? ¿De            dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?".
            Él les respondió:
            "Soy hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar            y la            tierra". Entonces aquellos hombres tuvieron mucho miedo y le            dijeron: 
            "¿Por qué has hecho esto?" (Pues él acababa de decirles que            iba huyendo            del Señor). Y como el mar seguía encrespándose, le            preguntaron:
            "¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se calme?" 
            El les respondió: 
            "Levántenme y arrójenme al mar, y el mar se calmará, pues sé            que por mi            culpa les ha sobrevenido esta tormenta tan fuerte".
            Los hombres se pusieron a remar para alcanzar la costa, pero            no pudieron,            porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos. Entonces            invocaron al            Señor, diciendo: 
            "Señor, no nos hagas morir por culpa de este hombre, no nos            hagas responsables            de la muerte de un inocente, ya que es clara tu voluntad". 
            Entonces levantaron a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar            calmó su furia. Y            aquellos hombres temieron mucho al Señor; le ofrecieron un            sacrificio y le            hicieron promesas. Dispuso el Señor que una ballena se tragara            a Jonás, el cual            estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches.            Entonces el Señor            le ordenó a la ballena que vomitara a Jonás en tierra firme.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              Salmo 2
En el peligro              grité al Señor y me atendió.
            En el peligro grité al Señor y me atendió. Desde el vientre              del abismo te              pedí auxilio y me escuchaste. 
            En el peligro grité al Señor y me atendió.
Me            habías arrojado al fondo, en alta mar, me rodeaba la            corriente, tus torrentes y            tus olas me arrollaban.
            En el peligro grité al Señor y me atendió.
Entonces            pensé: Me has arrojado de tu presencia; ¿quién pudiera ver            otra vez tu santo            templo? 
            En el peligro grité al Señor y me atendió.
Cuando            se me acababan las fuerzas, invoqué al Señor y llegó hasta ti            mi oración, hasta            tu santo templo.
            En el peligro grité al Señor y me atendió.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Les doy un mandamiento nuevo dice el Señor: que se amen los            unos a los otros,            como yo los he amado. 
            Aleluya.
Evangelio
      ¿Quién es mi prójimo?
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 10, 25-37
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se presentó            ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le            preguntó: 
            "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?"
            Jesús le dijo: 
            "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" 
            El doctor de la ley contestó: 
            "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu            alma, con todas            tus fuerzas y con todo tu ser; y a tu prójimo como a ti            mismo". 
            Jesús le dijo: 
            "Has contestado bien; si haces eso vivirás".
            El doctor de la ley para justificarse, le preguntó a Jesús: 
            "¿Y quién es mi prójimo?"
            Jesús le dijo: 
            "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó,            cayó en manos            de unos ladrones los cuales le robaron, lo hirieron y lo            dejaron medio muerto.            Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual            lo vio y pasó de            largo. De igual modo un levita que pasó por allí, lo vio y            siguió adelante.            Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció            de él, se le            acercó, ungió sus heridas con aceite y se las vendó; luego lo            puso sobre su            cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día            siguiente, sacó dos            denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: "Cuida de            él y lo que            gastes demás te lo pagaré a mi regreso". 
            ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del            hombre que fue            asaltado por los ladrones?"
            El doctor de la ley le respondió:
            "El que tuvo compasión de él". 
            Entonces Jesús le dijo: 
            "Anda y haz tú lo mismo".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Dios nuestro, que con la            muerte de tu Hijo llevaste a término y perfección los            sacrificios de la antigua            alianza, acepta y bendice estos dones, como aceptaste y            bendijiste los de Abel,            para que lo que cada uno te ofrece, sea de provecho para la            salvación de todos.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Jesús, buen samaritano
En verdad es justo darte            gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios            todopoderoso y eterno, en            todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y            en la enfermedad,            en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro            Redentor.
            Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando            a los oprimidos            por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a            todo hombre que            sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el            aceite del            consuelo y el vino de la esperanza.
            Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos            en la noche del            dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y            resucitado.
            Por eso,
            unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el            himno de tu gloria:
          
Antífona de la Comunión
      Para              perpetuar su amor, el Señor nos ha dejado el memorial de sus              prodigios, y ha              dado a sus amigos el signo de un banquete que les recuerde              para siempre su              alianza.
Oración después de la comunión
      Oremos:
            Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía,            míranos con            bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana para            poder vivir como            hijos tuyos.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
27ª semana. Lunes
Y CUIDÓ DE ÉL
— Cristo es el Buen          samaritano, que baja del Cielo para curarnos.
— Compasión efectiva          y práctica para quien nos necesita.
— Caridad con los más          próximos.
I. La parábola del          Buen Samaritano que leemos en la Misa1, y que solo          recoge San Lucas,          es uno de los relatos más bellos y entrañables del Evangelio. En          ella, el Señor          nos enseña quién es nuestro prójimo y cómo se ha de vivir la          caridad con todos.          Es posible que el Señor no se encontrara lejos de la ruta que          lleva de Jericó a          Jerusalén, pues muchas veces revestía sus enseñanzas con          detalles tomados de          las circunstancias que le rodeaban. Un hombre bajaba de            Jerusalén a Jericó y            cayó en manos de unos salteadores que, después de haberle            despojado, le cubrieron            de heridas y se marcharon, dejándolo medio muerto.
Muchos Padres de la          Iglesia y escritores cristianos antiguos identifican a Cristo          con el Buen          Samaritano2; el hombre que cayó en manos de los          ladrones es figura          de la humanidad herida y despojada de sus bienes por el pecado          original y los          pecados personales. "Despojaron al hombre de su inmortalidad, y          lo cubrieron de          llagas, inclinándole al pecado"3, afirma San Agustín.          Y San Beda          comenta que los pecados se llaman heridas porque por          ellos se destruye          la integridad de la naturaleza humana4. Los          salteadores del camino          son el demonio, las pasiones que incitan al mal, los          escándalos...; el levita y          el sacerdote que pasaron de largo simbolizan la Antigua Alianza,          incapaces de          curar. La posada era el lugar donde todos pueden refugiarse y          representa a la          Iglesia. "... ¿Qué le habría ocurrido al pobre judío, si el          samaritano se          hubiera quedado en su casa? ¿Qué habría ocurrido a nuestras          almas si el Hijo de          Dios no hubiera emprendido su viaje?"5. Pero Jesús,          movido por la          compasión y la misericordia, se acercó al hombre, a cada hombre,          para curar sus          llagas, haciéndolas suyas6. En esto se demostró            el amor de Dios            hacia nosotros, en que envió a su Hijo Unigénito al mundo para            que por Él            tengamos vida... Queridos –escribe San Juan a los primeros          fieles–, si            así nos amó Dios también nosotros debemos amarnos los unos a            los otros7.
"La parábola del Buen          Samaritano está en profunda armonía con el comportamiento de          Cristo mismo"8,          pues toda su vida en la tierra fue un continuo acercarse al          hombre para          remediar sus males materiales o espirituales. Esta misma          compasión hemos de          tener nosotros, de tal manera que nunca pasemos de largo ante el          sufrimiento          ajeno. Aprendamos de Jesús a pararnos, sin prisas, ante quien,          con las señales          de su mal estado, está pidiendo socorro físico o espiritual. En          la caridad          atenta, los demás verán a Cristo mismo que se hace presente en          sus discípulos.
II. La parábola tuvo          su origen en la pregunta de un doctor de la ley, que le          interpeló: ¿Quién es            mi prójimo? Para que a todos quedara claro, el Señor hizo          desfilar ante el          herido diversos personajes: Bajaba casualmente por el mismo            camino un            sacerdote; y viéndole pasó de largo. Asimismo, un levita,            llegando cerca de            aquel lugar, lo vio y pasó de largo. Pero un samaritano que            iba de camino llegó            hasta él, y al verlo se movió a compasión, y acercándose vendó            sus heridas            echando en ellas aceite y vino, lo hizo subir en su propia            cabalgadura, lo            condujo a la posada y él mismo lo cuidó.
Quiere enseñarnos          Jesús que nuestro prójimo es todo aquel que está cerca de          nosotros –sin          distinción de raza, de afinidades políticas, de edad...– y          necesite nuestro          socorro. El Maestro nos ha dado ejemplo de lo que debemos hacer          nosotros. "Este          Samaritano (Cristo) lavó nuestros pecados, sufrió por nosotros,          cargó con el          hombre medio muerto, llevándole a la posada, esto es, a la          Iglesia, que recibe          a todos y que no niega su auxilio a nadie, y a la cual nos          convoca Jesús          diciendo: Venid a Mí... (Mt 11, 28). Una vez que          le llevó a la          posada, no se marchó inmediatamente, sino que se quedó con él          una jornada          entera, cuidándole día y noche... Cuando a la mañana siguiente          quiere          marcharse, da de su buen dinero dos denarios y encarga al          posadero, a los          ángeles de su Iglesia, que cuiden y lleven al Cielo al que Él          había cuidado en          las angustias de este tiempo"9.
El Señor nos anima a          una compasión efectiva y práctica, que pone el remedio oportuno,          ante cualquier          persona que encontremos lastimada en el camino de la vida. Estas          heridas pueden          ser muy diversas: lesiones producidas por la soledad, por la          falta de cariño,          por el abandono; necesidades del cuerpo: hambre, vestido, casa,          trabajo...; la          herida profunda de la ignorancia...; llagas en el alma          producidas por el          pecado, que la Iglesia cura en el sacramento de la Penitencia,          pues Ella "es la          posada, colocada en el camino de la vida, que recibe a todos los          que llegan,          cansados del viaje o cargados con los sacos de sus culpas, en          donde, dejando la          carga de los pecados, el viajero fatigado descansa y, después          que ha          descansado, se repone con saludable alimento"10.
Debemos poner los          medios para remediar esas situaciones de indigencia, como Cristo          mismo lo haría          en esas circunstancias. ¡Qué buenos medios son la caridad y la          compasión para          identificarnos con el Maestro! "Bajo sus múltiples formas          –indigencia material,          opresión injusta, enfermedades físicas y psíquicas y, por          último, la muerte– la          miseria humana es el signo manifiesto de la debilidad congénita          en que se          encuentra el hombre tras el primer pecado y de la necesidad de          salvación. Por          ello, la miseria humana atrae la compasión de Cristo Salvador,          que la ha          querido cargar sobre sí mismo (Mt 8, 17) e identificarse          con los más            pequeños de sus hermanos (Mt 25, 40; 45). También          por ello, los          oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia          por parte de la          Iglesia, que, desde sus orígenes, y a pesar de los fallos de          muchos de sus          miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos          y liberarlos"11.
Cuando nos acerquemos          a quien padece necesidad hemos de hacerlo con una caridad eficaz          y poniendo el          corazón, haciendo nuestra aquella miseria que tratamos de          remediar. Advierte un          autor clásico castellano que "el que de veras desea acertar a          contentar a Dios,          entienda que una de las cosas principales que para esto sirven          es el          cumplimiento de este mandamiento de amor, con tal que este amor          no sea            desnudo y seco, sino acompañado de todos los afectos y          obras que del          verdadero amor se suelen seguir, porque de la otra manera no          merecería el nombre          de amor..."12. Y añade a continuación: "debajo de          este nombre de          amor, entre otras muchas cosas, se encierran señaladamente estas          seis, conviene          a saber: amar, aconsejar, socorrer, sufrir, perdonar y edificar"13.
III. La parábola del          Buen Samaritano nos indica "cuál debe ser la relación de cada          uno de nosotros          con el prójimo que sufre. No nos está permitido pasar de            largo, con          indiferencia, sino que debernos pararnos junto a él. Buen          samaritano es todo          hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de          cualquier género que          ese sea"14. Dios nos pone al prójimo con sus          necesidades y carencias          en el camino de la vida, y el amor hace lo que la hora y el          momento exigen. No          siempre son actos heroicos y difíciles; por el contrario, muchas          veces el Señor          nos pide una sonrisa, una palabra de aliento, un buen consejo,          saber callar          ante una palabra molesta o impertinente, visitar a un amigo que          se encuentra          enfermo o un poco solo, ejercitarnos en las muestras de          educación habituales,          como el saludo, dar las gracias... Hay profesiones –señalaba el          Papa Juan Pablo          II– que son una continua obra de misericordia, como en el caso          del médico o de          la enfermera15... Pero cualquier oficio exige un          trato atento,          compasivo y respetuoso con las personas con las que el trabajo          nos pone en          relación. Hemos de ejercitarnos en ver a Cristo en las personas          que tratamos.
A todos hemos de          acercarnos en sus necesidades espirituales y materiales, pero,          porque la          caridad es ordenada, debemos dirigirnos de modo muy particular a          quienes están          más próximos porque Dios los ha puesto –hermanos en la fe,          familia, amigos,          compañeros de trabajo...– o porque ha querido, a través de las          circunstancias          de la vida, que pasemos a su lado para cuidarles. "Pues si tan          misericordioso y          humano fue un samaritano hacia un desconocido, ¿quién nos          perdonará si          descuidamos a nuestros hermanos en males mayores?", se pregunta          San Juan Crisóstomo.          Y, después de aconsejar que no indaguemos por qué otros no lo          han hecho          –especialmente si son heridas del alma–, dice: "Cúrale tú y no          pidas a nadie          cuenta de su negligencia. Si encontrases una moneda de oro, a          buen seguro que          no pensarías: ¿por qué no la ha hallado otro? Al contrario,          correrías a tomarla          cuanto antes. Pues has de saber que cuando encuentras a tu          hermano herido, has          encontrado algo que vale más que un tesoro: el poder cuidarle"16.          No          dejemos de hacerlo.
1 Lc 10, 25-37.          — 2 Cfr. San Agustín, Sermón sobre las palabras del            Señor, 37. — 3          ídem, en Catena Aurea, vol. V, p. 513. — 4 Cfr.          San Beda, Comentario            al Evangelio de San Lucas, in loc. — 5 R.          A. Knox, Sermones            pastorales, Rialp, Madrid 1963, p. 140. — 6 Is          53, 4; Mt          8, 17; 1 Pdr 2, 24; 1 Jn 3, 5. — 7 1            Jn 4, 9-11. — 8          Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici doloris,          11-II-1984, 28. — 9          Orígenes, Homilía 34 sobre San Lucas. — 10 San          Juan Crisóstomo,          en Catena Aurea, vol. VI, p. 519. — 11 S. C.          para la Doctrina de          la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 22-III-1986, 68. —          12 Fray          Luis de Granada, Guía de pecadores, 1, 2, 16. — 13          Ibídem.          — 14 Juan Pablo II, loc. cit., 28. — 15          Ibídem, 29.          — 16 San Juan Crisóstomo, Contra ludeos, 8.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santo            Domingo de Guzmán.
          La          Madre de Dios, en una aparición          a Santo Domingo le enseño a rezar el rosario, en el año 1208. Le          dijo que          propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en          contra de los          enemigos de la Fe.
Domingo          de Guzmán era un santo          sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los          que se habían          apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña          que existen dos          dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo          espiritual. El malo,          todo lo material. Como consecuencia, para los albingenses, todo          lo material es          malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús          tuvo un          cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.
También          negaban los sacramentos y          la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a          reconocer al Papa y          establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los          Papas enviaron          sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero          sin mucho          éxito. También habían factores políticos envueltos.
Domingo          trabajó por años en medio          de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus          oraciones y sacrificios,          logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a          ser ridiculizados          y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos.          Domingo dio inicio a          una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su          convento se          encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la          Santísima Virgen. Fue          en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que          lo ayudara,          pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La            Virgen pide a Santo Domingo le            ayuda a propagar la devoción. 
          La          Virgen se le apareció en la          capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a          recitarlo. Dijo          que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos          pecadores se          convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo          salió de allí lleno de          celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y          con gran éxito          por que muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Lamentablemente          la situación entre          albingences y cristianos estaba además vinculada con la          política, lo cual hizo          que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente          del ejército          cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a          las tropas a          rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su          batalla más          importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había          sido un          verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de          gratitud, De          Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del          Rosario.
Las            promersa de la Virgen María a            los que recen devotamente el Santo Rosario. 
          Un          creciente número de hombres se          unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del          Santo Padre,          Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como          Dominicos). Con gran          celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A          medida que la          orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros          para la gloria          de Dios y de la Virgen.
El          rosario se mantuvo como la          oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción          empezó a disminuir,          la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera          dicha          devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían          volúmenes inmensos para          registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y          reiteró las          promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Promesas            de Nuestra Señora del            Rosario, según los escritos del Beato Alano. 
          1.            Quien rece          constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me          pida.
          2.   Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a          los          que devotamente recen mi Rosario.
          3.   El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el          vicio,          libra de los pecados y abate las herejías.
          4.   El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas          consigan la misericordia divina. Sustituye
          en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de          Dios y los eleva          a desear las cosas
          celestiales y eternas.
          5.   El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
          6.   El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus          sagrados          misterios, no se verá oprimido porla desgracia, ni morirá de          muerte          desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia          si
          es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
          7.   Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los          Sacramentos.
          8.   Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte          la          luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos          bienaventurados.
          9.   Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi          Rosario.
          10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria          singular.
          11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará          prontamente.
          12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
          13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades          y devotos
                tengan en vida y en muerte como hermanos a todos          los
                bienaventurados de la corte celestial.
          14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y          hermanos
               de mi Unigénito Jesús.
          15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de
               predestinación de gloria.
La            Virgen del Santo Rosario,            ¡Auxilio de los Cristianos!
          Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de          extinción.          Sabemos, por las promesas de Jesucristo, que eso no puede          ocurrir pero,          humanamente, no había solución para la amenaza del Islam. Los          Musulmanes se          proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo.          Ya habían          tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del          Norte y          España. En esas extensas regiones el cristianismo era          perseguido, y muchos          mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron          completamente.          Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y          Portugal pudieron          librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de          la Virgen de          Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los          reyes católicos,          Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los moros          de la          península en el 1492. ¡La importancia de esta victoria es          incalculable ya que          en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se          comienza a          propagar en el nuevo continente!.
La            Batalla de Lepanto: En ltiempos de Santo Padre          Pío V (1566 - 1572), los          musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la          invasión de la          Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban          divididos y parecían no          darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero no          le hicieron          mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión          era certera. El          17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario.          El 7 de octubre          de 1571 se encontraron las dos flotas, la crisitana y la          musulmana, en el Golfo          de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota          cristiana, compuesta          de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España          y comandada por          Don Juan de Austria entró en batalla contra un enemigo muy          superior en número y          buques de guerra. Se jugaba el destino de la Europa cristiana.          Antes del          ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha          devoción. La          batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al          final, los          cristianos resultaron victoriosos.
Mientras          la batalla transcurría,          en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el          Papa salió de su          capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los          presentes y con gran          calma que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a          los crisitanos.          Semanas mas tarde llegó el finalmente el mensaje de la victoria          de parte de Don          Juan de Austira, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo          de cristiano a          la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.          Agradecido con Nuestra          Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de          las Victorias y          agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de          "Auxilio de los          Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre          de la          fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.
El            sitio de Viena.
          Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo          siguiente,          invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes          territorios,          sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez mas, las tropas          enemigas eran muy          superiores. Si conquistaban la ciudad, el resto de Europa caería          rendida . El          emperador depositó su confianza y rogó protección a Nuestra          Señora del Rosario.          Hubo una gran batalla y gran derramamiento de sangre y ya,          cuando todo          parececía perdido, el alivio llegó el día de la fiesta del Santo          Nombre de          María, 12 de septiembre, de 1683, cuando el rey de Polonia, Jan          Sobieski, llegó          con al rescate al frente de un ejército crisitano, derrotando a          finalmente a          los turcos. 
La            batalla de Temevar.
          Los          turcos sufrieron otra gran          derrota a manos del Príncipe Eugenio de Saboya, comandante de          los ejércitos cristianos,          en Temesvar (en la Rumania moderna), el 5 de agosto de 1716, en          aquel entonces          era la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves. El          Papa Clemente          XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra          Señora del          Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo          Rosario fuera          celebrada por la Iglesia universal.
Los            Pontífices.
          A lo          largo de los siglos los Papas          han fomentado la pía devoción del rezo del rosario y le han          otorgado indulgencias.
Dijo          Nuestro Señor: "Donde          dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio          de ellos"          (Mt 18:20). El rosario en familia es algo maravilloso. Es un          modo práctico de          fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al          alcance de todos.          Los Papas, especialmente los más recientes, han hecho gran          énfasis sobre la          importancia del rosario en familia.
El          Papa dominico, San Pío V (1566          - 1572) dió el encargo a su congregación de propagar el santo          rosario. Desde          entonces los Papas han sido grandes devotos del rosario y de su          propagación. 
S.S            León XIII escribió doce encíclicas          referentes al rosario.          Insistió en el rezo del rosario en familia, consagró el mes de          octubre al          rosario e insertó el título de "Reina del Santísimo Rosario" en          la          Letanía de la Virgen. Por todo esto mereció el título de "El          Papa del          Rosario"
Todos            los Papas del siglo XX han            sido hijos devotísimosdel Santo Rosario.
          Su          Santidad Juan Pablo II insiste          en el rezo del Santo Rosario en familia, en grupos, en privado.          Pide que se          invite a todos a rezar, a no temer el compartir tan hermosa          devoción, que es          una catequesis de la fe. No alerta a que el mudno está en crisis          y nuestras          fuerzas humanas no  bastan. La victoria, dice el Papa, vendrá          nuevamente          de la mano de Virgen María. Es la victoria de Su Hijo          Jesucristo, el Señor, Rey          del Universo.
Recomendado            por la Virgen en            varias de sus apariciones más importantes.
          La          importancia del rosario como          medio eficaz de los creyentes ha sido confirmado no solo por los          pontífices,          sino por Nuestra Madre misma, la Virgen María. Es la oración de          los sencillos y          de los grandes, está al alcance de todos, en todo tiempo y          lugar. El rosario          honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial. En          Lourdes, la Virgen llevaba un          rosario en la mano cuando se le          apareció a Santa Bernardita. Y también llevaba un rosario cuando          se les          apareció a los tres pastorcitos de Fátima. Y fué en Fátima donde          ella misma se          reveló a los niños su título: "Nuestra                Señora del Rosario".
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Fuente:          ACI Prensa 
          Marcos I, Santo XXXIV Papa, Octubre 7   
              
 XXXIV Papa Martirologio Romano: En Roma, san                      Marcos, papa, que fundó el título "in Palacinis" y                      edificó una basílica en el cementerio de Balbina, en                      la vía Ardeatina, donde fue sepultado (336).  |           
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Sergio            y Baco, Santos Mártires, Octubre 7   
              
 Mártires en Siria Martirologio Romano: En Betsaloe, de                      la provincia de Augusta Eufratesia, en Siria, santos                      Sergio y Baco, mártires (s. III/IV).  |           
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Taide            (o Thais) de Egipto, Santa Penitente, Octubre 7   
              
 Penitente Etimología: Taide = habitante de                      Tebas. Viene de la lengua egipcia.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina01          
          Justina de Padua, Santa Virgen y mártir, Octubre 7   
              
 Mártir Martirologio Romano: En Padua, en los                      confines de Venecia, santa Justina, virgen y mártir                      (s. III/IV).  |           
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Fuente:          CaminoCatolico.org 
          Chiara (Clara) Badano, Beata Laica, 7 de octubre   
              
 Laica En Sassello (Italia), Beata Chiara                    Badano, laica, miembro del movimiento de los focolares                    u Obra de María. († 1990) Chiara Badano nace en Sassello (Savona), el                  29 de octubre de 1971, después de 11 años de espera de                  parte de sus padres. En el '81, con su papá y su mamá,                  participa en Roma en el Family Fest – una manifestación                  mundial del Movimiento de los Focolares: es el inicio,                  para los tres, de una vida nueva. En su pequeño pueblo,                  Chiara se lanza a amar a sus compañeras de escuela, a                  quien pasa a su lado, decidida a vivir con radicalidad                  el Evangelio que la ha fascinado. Se compromete en                  seguida y con pasión en el Movimiento, entre las                  muchachas de su edad.  |           
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Otros            Santos y Beatos del 7 de            octubre          Completando el santoral de este          día, Octubre 7   
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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