JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 13, 1-9
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo algunos hombres fueron a ver          a Jesús y le contaron que          Pilato había mandado matar a unos galileos mientras estaban          ofreciendo sus          sacrificios. Jesús les hizo este comentario: "¿Piensan ustedes          que          aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores          que todos los          demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se          convierten, perecerán de          manera semejante.
          Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de          Siloé, ¿piensan acaso          que eran más culpables que todos los demás habitantes de          Jerusalén? Ciertamente          que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera          semejante".
          Entonces les dijo esta parábola: "Un hombre tenía una higuera          plantada en          su viñedo, fue a buscar higos y no los encontró. 
          Dijo entonces al viñador: 
          Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en          esta higuera y no          los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra          inútilmente? 
          El viñador le contestó: 
          Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra          alrededor y a echarle          abono para ver si da fruto; si no, el año que viene la cortaré".
          Palabra del Señor.
          Gloria a Ti, Jesús Señor.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
sab          29a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Tengo              los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo              peligro. Mírame, Dios              mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración            Colecta
      Nos acogemos, Señor, a            tu providencia, que nunca se            equivoca, y te pedimos humildemente que apartes de nosotros            todo mal y nos            concedas aquello que pueda contribuir a nuestro bien.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      El              Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos              habita en ustedes
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 1-11
Hermanos: Ya no hay            condenación que valga contra los que están unidos a Cristo            Jesús, porque ellos            ya no viven conforme al desorden egoísta del hombre. 
            Pues, si estamos unidos a Cristo Jesús, la ley del Espíritu            vivificador nos ha            librado del pecado y de la muerte. 
            En efecto, lo que bajo el régimen de la ley de Moisés era            imposible, cuando            envió a su propio Hijo, que se hizo hombre y tomó una            condición humana            semejante a la nuestra, que es pecadora, y para purificarnos            de todo pecado,            condenó a muerte al pecado en la humanidad de su Hijo. 
            De este modo, la salvación prometida por la ley se realiza            cumplidamente en            nosotros, puesto que ya no vivimos conforme al desorden y            egoísmo humanos, sino            conforme al Espíritu.
            Ciertamente, los hombres que llevan una vida desordenada y            egoísta piensan y            actúan conforme a ella; pero los que viven de acuerdo con el            Espíritu, piensan            y actúan conforme a éste. Las aspiraciones desordenadas y            egoístas conducen a            la muerte; las aspiraciones conformes al Espíritu conducen a            la vida y a la            paz. El desorden egoísta del hombre es enemigo de Dios: no se            somete, ni puede            someterse a la voluntad de Dios. 
            Por eso, los que viven en forma desordenada y egoísta no            pueden agradar a Dios.
            Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida            conforme al Espíritu,            puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en            ustedes.
            Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En            cambio, si Cristo            vive en ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte a            causa del pecado,            su espíritu vive a causa de la actividad salvadora de Dios. 
            Si el Espíritu del Padre que resucitó a Jesús de entre los            muertos habita en            ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los            muertos, también            les dará la vida a sus cuerpos mortales, por obra de su            Espíritu que habita en            ustedes.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 23
Haz,              Señor, que te busquemos.
Del            Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que            en él habitan;            pues Él lo edificó sobre los mares, Él fue quien lo asentó            sobre los ríos.
            Haz, Señor, que te busquemos.
¿Quién            subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su            recinto santo? El de            corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.
            Haz, Señor, que te busquemos.
Ése            obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará            justicia. Esta es            la clase de hombres que te buscan y vienen ante Ti, Dios de            Jacob.
            Haz, Señor, que te busquemos.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y            viva, dice el Señor. 
            Aleluya.
Evangelio
      Si no se arrepienten,              perecerán de manera semejante
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 13, 1-9
Gloria  a              ti, Señor.
En aquel tiempo algunos            hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había            mandado matar a            unos galileos mientras estaban ofreciendo sus sacrificios.            Jesús les hizo este            comentario: "¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque            les sucedió            esto, eran más pecadores que todos los demás galileos?            Ciertamente que no; y si            ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante.
            Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de            Siloé, ¿piensan            acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de            Jerusalén?            Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán            de manera            semejante".
            Entonces les dijo esta parábola: "Un hombre tenía una higuera            plantada en            su viñedo, fue a buscar higos y no los encontró. 
            Dijo entonces al viñador: 
            Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en            esta higuera y no            los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra            inútilmente? 
            El viñador le contestó: 
            Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra            alrededor y a echarle            abono para ver si da fruto; si no, el año que viene la            cortaré".
            Palabra del Señor.
            Gloria a Ti, Jesús Señor.
Oración            sobre las ofrendas
      Confiados en tu            misericordia, Señor, venimos a tu altar con nuestros dones a            fin de que te            dignes purificarnos por este memorial que estamos celebrando.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio            
      La alabanza, don de Dios
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Pues, aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo el            que seamos            agradecidos; y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu            gloria, nos            aprovechan para nuestra salvación,por Cristo, nuestro Señor.
            Por eso, 
            unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
Antífona de la Comunión
      Yo te              invoco, porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y              escucha mis              palabras. 
Oración después de la comunión
      Padre            Santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de            tu Hijo, guíanos por            medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con palabras, sino            con toda nuestra            vida podamos demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar            al Reino de los            cielos.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
29ª semana. Sábado
LA HIGUERA ESTÉRIL
— Dar fruto. La paciencia            de Dios. 
— Lo que Dios espera          de nosotros.
— Con las manos          llenas. Pacientes en el apostolado.
I. En las viñas de          Palestina se solían plantar árboles junto a las cepas. Y en un          lugar así sitúa          Jesús la parábola que leemos en el Evangelio de la Misa de hoy1:          Un            hombre tenía plantada una higuera en su viña, y vino a buscar            fruto en ella y            no encontró. Esto ya había ocurrido anteriormente: situada          en un lugar          apropiado del terreno, con buenos cuidados, la higuera, año tras          año, no daba          higos. Entonces mandó el dueño al hortelano que la cortara: ¿para            qué va a            ocupar terreno en balde?
La higuera simboliza          a Israel2, que no supo corresponder a los desvelos          que Yahvé, dueño          de la viña, manifestó una y otra vez sobre él, y representa          también a todo aquel          que permanece improductivo3 de cara a Dios. El Señor          nos ha colocado          en el mejor lugar, donde podemos dar más frutos según las          propias condiciones y          gracias recibidas, y hemos sido objeto de los mayores cuidados          del más experto          viñador, desde el momento mismo de nuestra concepción: nos dio          un Ángel          Custodio para que nos protegiera hasta el final de la vida,          recibimos, quizá a          los pocos días de nacer, la gracia inmensa del Bautismo, se nos          dio Él mismo          como alimento en la Sagrada Comunión, hemos tenido la          oportunidad de recibir          una formación cristiana... Incontables han sido las gracias y          favores del          Espíritu Santo. Sin embargo, es posible que el Señor encuentre a          veces pocos          frutos en nuestra vida, y quizá, en alguna ocasión, frutos          amargos. Es posible          que, alguna vez, nuestra situación personal haya podido recordar          la          desconsolada parábola que relata el Profeta Isaías: Voy a            cantar a mi amado            el canto de la viña de mis amores: Tenía mi amado una viña en            un fértil            recuesto. La cavó, la descantó y la plantó de vides selectas.            Edificó en medio            de ella una torre e hizo en ella un lagar, esperando que le            daría uvas, pero le            dio agrazones4, frutos agrios. ¿Por qué estos          malos resultados,          cuando todo estaba dispuesto para que fueran buenos? San          Ambrosio señala que          las causas de la esterilidad son, frecuentemente, la soberbia y          la dureza de          corazón5.
A pesar de todo, Dios          vuelve una y otra vez con nuevos cuidados: es la paciencia            de Dios6          con el alma. Él no se desanima ante nuestras faltas de          correspondencia, sabe          esperar, pues, junto a nuestras flaquezas y a la debilidad,          conoce a la vez la          capacidad de bien que hay en cada hombre, en cada mujer. El          Señor no da nunca a          nadie por perdido, confía en todos nosotros, aunque no siempre          hayamos          respondido a sus esperanzas.
Él mismo ha dicho que          no quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha que aún            humea7.          Y las páginas del Evangelio son un continuo testimonio de esta          consoladora          verdad: las parábolas del hijo pródigo, de la oveja perdida...,          el encuentro          con la samaritana, con Zaqueo...
II. Señor, déjala            todavía este año, y cavaré alrededor de ella y le echaré            estiércol, a ver si            así da fruto... Es Jesús que intercede ante Dios Padre por          nosotros, que          "somos como una higuera plantada en la viña del Señor"8.          "Intercede el          colono; intercede cuando ya el hacha está a punto de caer, para          cortar las          raíces estériles; intercede como lo hizo Moisés ante Dios... Se          mostró mediador          quien quería mostrarse misericordioso"9, comenta San          Agustín. Señor,            déjala todavía este año... ¡Cuántas veces se habrá          repetido esta misma          escena! ¡Señor, déjalo todavía un año...! "¿Saber que me quieres          tanto, Dios          mío, y... no me he vuelto loco?"10.
Cada persona tiene          una vocación particular, y toda vida que no responde a ese          designio divino se          pierde. El Señor espera correspondencia a tantos desvelos, a          tantas gracias          concedidas, aunque nunca podrá haber paridad entre lo que damos          y lo que          recibimos, "pues el hombre nunca puede amar a Dios tanto como Él          debe ser amado"11;          sin embargo, con la gracia sí que podemos ofrecerle cada día          muchos frutos de          amor: de caridad, de apostolado, de trabajo bien hecho... Cada          noche, en el          examen de conciencia, hemos de saber encontrar esos frutos          pequeños en sí          mismos, pero que han hecho grandes el amor y el deseo de          corresponder a tanta          solicitud divina. Y cuando salgamos de este mundo "tenemos que          haber dejado          impreso nuestro paso, dejando a la tierra un poco más bella y al          mundo un poco          mejor"12, una familia con más paz, un trabajo que ha          significado un          progreso para la sociedad, unos amigos fortalecidos con nuestra          amistad...
Examinemos en nuestra          oración: si tuviéramos que presentarnos ahora delante del Señor,          ¿nos          encontraríamos alegres, con las manos llenas de frutos para          ofrecer a nuestro          Padre Dios? Pensemos en el día de ayer..., en la última          semana..., y veamos si          estamos colmados de obras hechas por amor al Señor, o si, por el          contrario, una          cierta dureza de corazón o el egoísmo de pensar excesivamente en          nosotros          mismos está impidiendo que demos al Señor todo lo que espera de          cada uno. Bien          sabemos que, cuando no se da toda la gloria a Dios, se convierte          la existencia          en un vivir estéril. Todo lo que no se hace de cara a Dios,          perecerá.          Aprovechemos hoy para hacer propósitos firmes. "Dios nos concede          quizá un año          más para servirle. No pienses en cinco, ni en dos. Fíjate solo          en este: en uno,          en el que hemos comenzado..."13, en el que ya falta          poco para          terminar.
III. En esto será            glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis            discípulos míos14.          Esto es lo que Dios quiere de todos: no apariencia de frutos,          sino realidades          que permanecerán más allá de este mundo: gentes que hemos          acercado al          sacramento de la Penitencia, horas de trabajo terminadas con          hondura          profesional y rectitud de intención, pequeñas mortificaciones en          las comidas,          que manifiestan la presencia de Dios y el dominio del cuerpo por          amor al Señor,          vencimientos en el estado de ánimo, orden en los libros, en la          casa, en los          instrumentos de trabajo, empeño para que no influya a nuestro          alrededor el          cansancio de un día intenso, pequeños servicios, a quienes          estaban necesitados          de ayuda... No nos contentemos con las apariencias; examinemos          si nuestras          obras resisten, por el amor que hemos puesto en ellas y por la          rectitud de          intención, la penetrante mirada de Jesús. ¿Son mis obras en este          momento el          fruto que corresponde a las gracias que recibo?, podríamos          preguntarnos cada          uno en la intimidad de nuestra oración.
Si San Lucas sigue          realmente un orden temporal en los acontecimientos que narra,          "esta parábola          fue dicha inmediatamente después de la pregunta planteada acerca          de los          galileos, cuya sangre mezcló Pilato con sus sacrificios, y sobre          los dieciocho          hombres, encima de los cuales cayó la torre de Siloé (Lc          13, 4). ¿Debía          suponerse que esos hombres eran especialmente pecadores, para          merecer tal          suerte? Nuestro Señor contesta que no, y añade: Si no            hiciereis penitencia,            todos pereceréis igualmente. No es la muerte del cuerpo lo          que importa, es          la disposición del alma que la recibe, y el pecador que,          dándosele tiempo para          el arrepentimiento, no hace uso de la oportunidad, no sale mejor          librado que si          le hubieran lanzado repentinamente sobre la eternidad, como a          aquellos. Y en          este momento llega la parábola de la higuera, que nos advierte          de un límite a          la larga paciencia de Dios Todopoderoso. Pero parece,          por lo que oímos          del hortelano, que es posible una intervención para prolongar el          plazo de la          tolerancia divina. No cabe duda que esto es importante. ¿Pueden          nuestras          oraciones servir para ganar al pecador un plazo que le permita          arrepentirse?
"Claro que pueden"15.          Y nosotros mismos podemos interceder junto al Señor para que se          prolongue esa paciencia            divina con aquellas personas que quizá, con una constancia          de años,          pretendemos que se acerquen a Jesús. "Por tanto, no nos          apresuremos a cortar,          sino dejemos crecer misericordiosamente, no sea que arranquemos          la higuera que          aún puede dar mucho fruto"16. Tengamos también          nosotros paciencia y          procuremos poner más medios, humanos y sobrenaturales, en el          trato con esas          personas que parecen tardar en recorrer el camino que lleva          hasta Jesús.
Nuestra Madre Santa          María nos alcanzará, en este sábado del mes de octubre en el que          tantas veces          hemos acudido a Ella, la gracia abundante que necesitan nuestras          almas para dar          más frutos y la que precisan nuestros familiares y amigos para          que aceleren el          paso hacia su Hijo, que los espera.
1 Lc 13, 6-9. —          2 Cfr. Os 9, 10. — 3 Cfr. Jer 8,          13. — 4 Is          5, 1-3. — 5 Cfr. San Ambrosio, Tratado sobre el            Evangelio de San            Lucas, in loc. — 6 Cfr. 2 Pdr 3, 9. — 7          Mt 12,          20. — 8 Teofilacto, en Catena Aurea, vol. VI, p.          134. — 9          San Agustín, Sermón 254, 3. — 10 San Josemaría          Escrivá, Camino,          n. 425. — 11 Santo Tomás, Suma Teológica, 1-2,          q. 6, a. 4. — 12          G. Chevrot, El Evangelio al aire libre, Herder,          Barcelona 1961, p. 169.          — 13 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 47.          — 14 Jn          15, 8. — 15 R. A. Knox, Sermones pastorales, pp.          188-189. — 16          San Gregorio Nacianceno, Oración 26, en Catena Aurea,          vol. VI, p.          135.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Sierva de Dios Paulina            María Jaricot (¡reza por su pronta          canonización y pídele un          milagro!)
          Fundadora de la Propagación de la Fe y del Rosario Viviente
          Año 1862
En cada parroquia del          mundo, el tercer domingo de          octubre se celebra el Día de las Misiones, una fecha para          ofrecer oraciones,          sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros de todo          el mundo. Hoy          vamos a hablar de la joven a la cual se le ocurrió esa idea.
La          idea feliz nació de una simple          charla con la sirvienta de la casa. Un día llegó Paulina Jaricot          de su trabajo,          cansada y con deseos de escuchar alguna narración que le          distrajera amenamente.          Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le contara          algo ameno y          agradable. La buena mujer le respondió: "si me ayuda a terminar          este          trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le          agradará          mucho". La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el          oficio la          cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones          se puso a          leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas          tierras, en medio de          terribles penurias económicas, y con grandes peligros y          dificultades, escribían          narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les          ayudaran con sus          oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con          éxito su difícil          labor misionera.
En ese          momento pasó por la mente          de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas          piadosas y obtener          que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas oraciones y          algún pequeño          sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar después          todo esto a los          que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Y se propuso          empezar a llevar a          cabo esa mima semana tan bella idea.
Paulina          había nacido en la ciudad          de Lyon (Francia) y desde muy niña había demostrado un gran          espíritu religioso.          Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser misionero y          (quizás por falta de          suficiente información) le pintaban las misiones como algo          terrorífico donde          los misioneros tenían que viajar por los ríos sobre el cuello de          terribles          cocodrilos y por las selvas en los hombros de feroces tigres.          Esto la          emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de          misionera. Sin embargo          sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de alguna          manera, y pedía          a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminó por medio de una          simple lectura          hecha por una sirvienta.
De          pequeñita aprendió que un gran          sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer las          propias          inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se          propuso          ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños          sacrificios.
Cuando          en 1814 el Papa Pío VII          quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el pueblo          entero salió          en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje hacia          Roma. Paulina tuvo          el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su casa la          bendijera y le          pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo bellísimo          que nunca          olvidó.
De          joven se hizo amiga de una          muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía          dedicarse a la          coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena          de adornos, de          coloretes y de joyas (pero nada de esto la satisfacía). Su mamá          rezaba por su          hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta          mundanidad. Y Dios la          escuchó.
Un día          en una fiesta social          resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un          golpe durísimo.          Quedó muda y con grave peligro de enloquecerse. Entonces la mamá          le hizo este          ofrecimiento a Dios: "Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio          esta          muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a          mí a la          eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la          vida".
Y Dios          le aceptó esta petición. La          mamá se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el habla, y la          salud física y          mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo.
Poco          después, un día entró a un          templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo          pasajeros que son los          goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades de          la vida. Después          del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le          aconsejó: "Deje          las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a ganarse          el cielo con          humildad y muchas buenas obras". Desde aquel día ya nunca más          Paulina          vuelve a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar dinero          en lo que          solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos son          sumamente modestos,          hasta el extremo que las antiguas amigas le critican por ello.          Ahora en vez de          ir a bailes se va a visitar enfermos pobres en los hospitales.
Y es          entonces cuando nace la nueva          obra llamada Propagación de la fe. Son grupitos de 10 personas,          las cuales se          comprometen a dar cada una alguna limosna para los misioneros, y          ofrecer          oraciones y pequeños sacrificios por ellos. Paulina va          organizando numerosos          grupos (llamados coros) entre sus amistades y las gentes de su          alrededor y pronto          empiezan ya a recoger buenas ayudas para enviar a lejanas          tierras.
Su          hermano, que se acaba de          ordenar de sacerdote, propone la idea de Paulina a otros          sacerdotes en París y          a muchos les agrada y empiezan a fundar coros de Propagación de          la Fe. La idea          se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los          misioneros se          aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la          fundadora de este          movimiento, pero lo importante era ayudar a extender nuestra          santa religión.
Para          poder conseguir más oraciones          con menos dificultad, Paulina formó grupitos de 15 personas, de          las cuales cada          una se comprometía a rezar un misterio del rosario al día por          los misioneros.          Así entre todos rezaban cada día un rosario completo por las          misiones. Fue una          idea muy provechosa.
Paulina          se fue a Roma a contarle          al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación de la Fe.          El Sumo          Pontífice aprobó plenamente tan hermosa idea y se propuso          recomendarla a toda          la Iglesia Universal.
Al          volver a Francia fue a          confesarse con el más famoso confesor de ese tiempo, el Santo          Cura de Ars. El          santo le dijo proféticamente: "Sus ideas misioneras son muy          buenas, pero          Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener          más éxito".          Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los          sufrimientos e          incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron          enormes.
Al          principio recogía ella misma          las limosnas para las misiones, pero varios avivados le robaron          descaradamente.          Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a sacerdotes y          laicos          especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente.
Después          recibió ayudas para fundar          obras sociales en favor de los obreros pobres, pero varios          negociantes sin          escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero. Paulina se          dio cuenta de          que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía          dejar la          administración de lo material a manos de expertos que supieran          mucho de eso.
En          1862, después de haber          perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y          hecho sufrir, y contenta          porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy          extendida murió          santamente y satisfecha de haber podido contribuir eficazmente a          favor de las          misiones católicas.
Veinte          años después, en 1882, el          Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la Fe a          todo el mundo, y          ahora cada año, el mes de octubre (y especialmente en el tercer          domingo de este          mes) los católicos fervorosos ofrecen oraciones, sacrificios y          limosnas por las          misiones y los misioneros del mundo entero.
¡Gracias          Paulina Jaricot!.
La          bendición de Dios será siempre          tu mejor recompensa 
          (S. Biblia Ecl. 11, 22).
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Evaristo, Santo 5to Papa y Mártir, 26 Octubre  
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Tadeo            Machar, Santo Obispo, 26 de octubre  
|                              Etimológicamente significa "el que alaba".                  Viene de la lengua hebrea.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina04          
          Damián de Finario, Beato Monje dominico, 26 Octubre  
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Celina            Chludzinska Borzecka, Beata Viuda y fundadora, 26          Octubre  
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Fuente:          Wikipédia 
          Alfredo el Grande, Santo Rey de Wessex, 26 Octubre  
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Fuente:          Vidasejemplares.org 
          Buenaventura de Potenza, Beato Franciscano conventual, 26          Octubre  
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Fuente:          Newadvent.org 
          Cedda (Cedd), San Obispo, 26 Octubre  
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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