JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 13, 31-35
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos          fariseos y le dijeron: 
"Vete de aquí, porque Herodes quiere          matarte".
El les contestó: 
"Vayan a decirle a ese zorro que seguiré          expulsando demonios y          haciendo curaciones hoy y mañana, y que al tercer día terminaré          mi obra. Sin          embargo, hoy, mañana y pasado tengo que seguir mi camino, porque          no conviene          que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas          a los profetas que Dios te          envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la          gallina reúne a          sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido! Así pues, la          casa de          ustedes quedará abandonada. 
Yo les digo que no me volverán a ver hasta          el día en que digan:          "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!""
Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
jue          30a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      El              Señor es mi protector; él me libro de las manos de mis              enemigos y me salvó,              porque me ama.
Oración            Colecta
      Oremos:
Concédenos, Señor, que            el curso de los acontecimientos            del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y            en la paz, y que            tu Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría.
Por nuestro Señor            Jesucristo...
Amén.
Primera            Lectura
      Ninguna              criatura podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado              Dios en Cristo Jesús
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-39
Hermanos: Si Dios está a            nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? El que no nos            escatimó a su            propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no            va a estar            dispuesto a dárnoslo todo junto a su Hijo? ¿Quién acusará a            los elegidos de            Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que            los condene?¿Acaso            Jesucristo, que murió, resucitó y está a la derecha de Dios            para interceder por            nosotros?
¿Qué cosa podrá apartarnos            del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las            angustias? ¿La persecución?            ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?
Ciertamente de todo esto            salimos más que victoriosos, gracias a Aquél que nos ha amado.            Pues estoy            convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni            los demonios, ni            el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo            alto ni lo bajo,            ni criatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha            manifestado Dios en            Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te              alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 108
Sálvame,              Señor, por tu bondad.
Trátame            bien, Señor, por ser quien eres y por ser grande tu            misericordia, porque yo soy            un pobre miserable que lleva el corazón atribulado.
Sálvame,              Señor, por tu bondad.
Ayúdame,            Señor, Dios mío, sálvame por tu bondad. Que reconozcan aquí tu            mano y que tú,            Señor, lo has hecho.
Sálvame,              Señor, por tu bondad.
Mi boca            le dará muchas gracias al Señor, lo alabará en medio de la            multitud.Porque se            puso en favor del pobre para salvarle la vida de sus jueces.
Sálvame,              Señor, por tu bondad.
Aclamación            antes del Evangelio 
      Aleluya, aleluya.
¡Bendito el rey que            viene en el nombre del Señor! ¡Paz            en el cielo y gloria en las alturas!
Aleluya.
Evangelio
      No conviene que un profeta              muera fuera de Jerusalén
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 13, 31-35
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se            acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: 
"Vete de aquí, porque            Herodes quiere matarte".
El les contestó: 
"Vayan a decirle a ese            zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo curaciones            hoy y mañana, y que            al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy, mañana y            pasado tengo que            seguir mi camino, porque no conviene que un profeta muera            fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que            matas y apedreas a los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas            veces he querido            reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo            las alas, pero tú            no has querido! Así pues, la casa de ustedes quedará            abandonada. 
Yo les digo que no me            volverán a ver hasta el día en que digan: "¡Bendito el que            viene en el            nombre del Señor!""
Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Que este pan y este vino que            tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor,
convertidos en el Cuerpo y            Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad            eterna.
Por Jesucristo, nuestro            Señor.
Amén.
Prefacio
      Proclamación del misterio de              Cristo
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo            Señor nuestro.
Cuya muerte celebramos            unidos en caridad, cuya resurrección proclamamos con viva fe,            y cuyo            advenimiento glorioso aguardamos con firmísima esperanza.
Por eso, 
con todos los ángeles y            santos, te alabamos proclamando sin cesar:
Antífona de la Comunión
      Cantaré              al Señor por el bien que me ha hecho; y entonaré un himno de              alabanza
al Dios              altísimo.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
Te            pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que            ahora nos            fortaleces, nos hagas algún día participar de la vida eterna.
Por            Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
30ª semana. Jueves
EL AMOR DE JESúS
— Nuestro refugio y protección están en el          amor a Dios. Acudir al          Sagrario.
— Jesús Sacramentado nos prestará todas las          ayudas necesarias.
— Cerca del Sagrario, ganaremos todas las          batallas. Almas de            Eucaristía,
I. En el camino hacia Jerusalén, que con          tanto detalle describe San          Lucas, Jesús dejó escapar del fondo de su corazón esta queja          hacia la Ciudad          Santa que rehusó su mensaje: Jerusalén, Jerusalén...,            cuántas veces he            querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos            bajo las alas...1.          Así nos sigue protegiendo el Señor: como la gallina a sus            polluelos          indefensos. Desde el Sagrario, Jesús vela nuestro caminar y está          atento a los          peligros que nos acechan, cura nuestras heridas y nos da          constantemente su          Vida. Muchas veces le hemos repetido: Pie pellicane, Iesu            Domine, me            immundum munda tuo sanguine... Señor Jesús, bondadoso            pelícano, límpiame, a mí,            inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar            de todos los            crímenes al mundo entero2. En Él está nuestra          salud y nuestro          refugio.
La imagen del justo que busca protección en          el Señor "como los polluelos          se cobijan bajo las alas de su madre" se encuentra con          frecuencia en la Sagrada          Escritura: Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme            bajo la sombra de            tus alas3, pues Tú eres mi refugio, la            torre fortificada            frente al enemigo. Sea yo tu huésped por siempre en tu            tabernáculo, me acogeré            bajo el amparo de tus alas4, leemos en los Salmos.          El          Profeta Isaías recurre a esta imagen para asegurar al Pueblo          elegido que Dios          lo defenderá contra los sitiadores. Así como los pájaros            despliegan sus alas            sobre sus hijos, así el Eterno todopoderoso protegerá a            Jerusalén5.
Al final de nuestra vida, Jesús será nuestro          Juez y nuestro Amigo.          Mientras vivía aquí en la tierra, y también mientras dure          nuestro peregrinar,          su misión es salvarnos, dándonos todas las ayudas que          necesitemos. Desde el          Sagrario Jesús nos protege de mil formas. ¿Cómo podemos tener la          imagen de un          Jesús distanciado de las dificultades que padecemos, indiferente          a lo que nos          preocupa?
Ha querido quedarse en todos los rincones          del mundo para que le          encontremos fácilmente y hallemos remedio y ayuda al calor de su          amistad. "Si          sufrimos penas y disgustos, Él nos alivia y nos consuela. Si          caemos enfermos, o          bien será nuestro remedio, o bien nos dará fuerzas para sufrir,          a fin de que          merezcamos el cielo. Si nos hacen la guerra el demonio y las          pasiones, nos dará          armas para luchar, para resistir y para alcanzar victoria. Si          somos pobres, nos          enriquecerá con toda suerte de bienes en el tiempo y en la          eternidad"6.          No dejemos cada día de acompañarle. Esos pocos minutos que dure          la Visita          serán los momentos mejor aprovechados del día. "¡Ah!, y ¿qué          haremos,          preguntáis algunas veces, en la presencia de Dios Sacramentado?          Amarle, alabarle,          agradecerle y pedirle. ¿Qué hace un pobre en la presencia de un          rico? ¿Qué hace          un enfermo delante del médico? ¿Qué hace un sediento en vista de          una fuente          cristalina?"7.
II. Nuestra confianza en que saldremos          adelante en todas las pruebas,          peligros y padecimientos no está en nuestra fuerzas, siempre          escasas, sino en          la protección de Dios, que nos ha amado desde la eternidad y no          dudó en entregar          a su Hijo a la muerte para nuestra salvación. El mismo Jesús se          ha quedado          cerca, en el Sagrario, quizá a no mucha distancia de donde          vivimos o          trabajamos, para ayudarnos, curar las heridas y darnos nuevos          ánimos en ese          camino que ha de acabar en el Cielo. Basta que nos acerquemos a          Él, que espera          siempre. Nada de lo que nos puede ocurrir podrá separarnos de          Dios, como nos          enseña San Pablo en una de las lecturas de la Misa8,          pues si Dios            está con nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no perdonó a            su propio Hijo,            sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará en            Él todas las            cosas?... ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La            tribulación, o la            angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el            peligro, o la            espada? Nada nos podrá separar de Él, si nosotros no nos          alejamos.
"Revestidos de la gracia, cruzaremos a          través de los montes (cfr. Sal          103, 10), y subiremos la cuesta del cumplimiento del deber          cristiano, sin          detenernos. Utilizando estos recursos, con buena voluntad, y          rogando al Señor          que nos otorgue una esperanza cada día más grande, poseeremos la          alegría          contagiosa de los que se saben hijos de Dios: si Dios está            con nosotros,            ¿quién nos podrá derrotar? (Rom 8, 31)"9.
Aunque el Señor permita tentaciones muy          fuertes o que crezcan las          dificultades familiares, y llegue la enfermedad o se haga más          costoso el          camino..., ninguna prueba por sí misma es lo suficientemente          fuerte para separarnos          de Jesús. Es más, con una visita al Sagrario más próximo, con          una oración bien          hecha, nos encontraremos con la mano poderosa de Dios y podremos          decir: Omnia            possum in eo qui me confortat10. Todo lo puedo          en Aquel que me          conforta. Porque estoy convencido –continúa San Pablo en          la Primera            lectura de la Misa– de que ni la muerte, ni la vida,            ni los ángeles, ni            los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni            las potestades, ni            la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá            separarnos del            amor de Dios, que está en Cristo Jesús. Es un canto de          confianza y de          optimismo que hoy podemos hacer nuestro.
San Juan Crisóstomo nos recuerda que "Pablo          mismo tuvo que luchar contra          numerosos enemigos. Los bárbaros le atacaban, sus propios          guardianes le tendían          trampas, hasta los fieles, a veces en gran número, se levantaron          contra él, y          sin embargo Pablo triunfó de todo. No olvidemos que el cristiano          fiel a las          leyes de su Dios vencerá tanto a los hombres como a Satanás          mismo"11.          Si nos mantenemos muy cerca de Jesús, presente en la Eucaristía,          venceremos en          todas las batallas, aunque a veces parezca que perdemos... El          Sagrario será          nuestra fortaleza, pues Jesús se ha querido quedar para          ampararnos, para          ayudarnos en cualquier necesidad. Venid a Mí... nos          llama todos los          días.
III. La serenidad que hemos de tener no nace          de cerrar los Ojos a la          realidad o de pensar que no tendremos tropiezos y dificultades,          sino de mirar          el presente y el futuro con optimismo, porque sabemos que el          Señor ha querido          quedarse para socorrernos.
De las mismas pruebas de la vida resultará          un gran bien, y nunca          estaremos solos en las circunstancias más difíciles. Si en estas          ocasiones se          agradece tanto la cercanía de un amigo, ¿cómo será la paz que          alcanzaremos          junto al Amigo, en el Sagrario más próximo? Allí hemos de ir          enseguida a          encontrar el consuelo, la paz y las fuerzas necesarias. "¿Qué          más queremos          tener al lado que un tan buen Amigo, que no nos dejará en los          trabajos y tribulaciones,          como hacen los del mundo?"12, escribe Santa Teresa de          Jesús.
Cuando ya podía vislumbrarse que iba a ser          perseguido, Santo Tomás Moro          fue llamado a comparecer ante el tribunal de Lambeth. Moro se          despidió de los          suyos, pero no quiso que le acompañaran, como era su costumbre,          hasta el          embarcadero. Solo iban con él William Roper, esposo de su hija          mayor y          predilecta, Margaret, y algunos criados. Nadie en el bote se          atrevía a romper          el silencio. Al cabo de un rato, y de improviso, susurró Tomás          al oído de          Roper: Son Roper, I thank our Lord the field is won:          "Hijo mío Roper,          doy gracias a Dios, porque la batalla está ganada". Roper          confesaría más tarde          no haber entendido bien el significado de esas palabras. Más          tarde comprendió          que el amor de Moro había crecido tanto que le daba esta          seguridad de triunfar          sobre cualquier obstáculo13. Era la certeza del que,          sabiéndose          cercano a su último combate, esperaba que el Señor no le          abandonaría en el          momento supremo. Si nos mantenemos cerca de Jesús, si somos almas            de            Eucaristía, Él nos cobijará, como las aves a sus          polluelos, y siempre, ante          los mayores obstáculos, podremos decir de antemano: la            batalla está ganada.
"¡Sé alma de Eucaristía!
"—Si el centro de tus pensamientos y          esperanzas está en el Sagrario,          hijo, ¡qué abundantes los frutos de santidad y de apostolado!"14.
Santa María, que tantas veces habló con Él          aquí en la tierra y ahora le          contempla para siempre en el Cielo, nos pondrá en los labios las          palabras          oportunas si alguna vez no sabemos muy bien qué decirle. Ella          acude siempre          prontamente para remediar nuestra torpeza.
1 Lc 13, 34. — 2 Himno Adoro            te devote. — 3 Sal          17, 8. — 4 Sal 61, 45. — 5 Is          31, 5. — 6          Santo cura de Ars, Sermón sobre el Jueves Santo. — 7          San Alfonso          Mª de Ligorio, Visitas al Santísimo Sacramento, 1. — 8          Primera            lectura. Año I. Rom 8, 31-39. — 9 San          Josemaría Escrivá, Amigos            de Dios, 219. — 10 Fil 4, 13. — 11          San Juan Crisóstomo,          Homilías sobre la Epístola a los Romanos, 15. — 12          Santa Teresa, Vida,          22, 6-7. — 13 Cfr. Santo Tomás Moro, La agonía de            Cristo, Rialp,          Madrid 1988, Introducc., p. XXXII. — 14 San Josemaría          Escrivá, Forja,          n. 835. 
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Wolfgang            de Ratisbona, Santo          Obispo de Ratisbona, 31 Octubre            
              
 Obispo de Ratisbona               |           
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Lucilla            de Roma, Santa          Virgen y mártir, 31 Octubre            
              
 Octubre 31               Etimológicamente                  significa "luminosa, resplandeciente". Viene de la                  lengua latina.  |           
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Foilán            de Fosses. Santo          Abad y misionero, 31 Octubre            
              
 Nació en el siglo VII en Irlanda.  |           
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León            Nowakowski, Beato          Sacerdote y Mártir, 31 Octubre            
              
 El beato León Nowakowski,                    sacerdote diocesano polaco, nace en Byton el 28 de                    junio de 1913 y murió en la localidad de Piotrkow                    Kujawski, durante la ocupación militar de Polonia, por                    su fe fue fusilado a manos de un régimen contrario a                    Dios.  |           
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Fuente:            Sjmex.org 
        Domingo            Collins, Beato Mártir Jesuita, 31          Octubre   
              
 Domingo Collins nació hacia 1566                    en la ciudad de Youghal, del condado de Cork, en                    Irlanda.  |           
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Cristóbal            de Romagna, Beato          Sacerdote, 31 Octubre   
              
 Fue inicialmente sacerdote                    diocesano, ejercía el ministerio de párroco quizás en                    Cesena en Romagna.  |           
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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