JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Mateo 18,1-5. 10
Gloria a            ti, Señor.
En cierta          ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
          "¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?"
          Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo          les          aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los          niños, no entrarán          en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como          este niño, ése          es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un          niño como éste          en mi nombre, me recibe a mí.
          Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo          que sus ángeles,          en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está          en el          cielo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Dia 2/10          Los santos Angeles Custodios (blanco)
      Antífona          de Entrada
      Angeles            del Señor, bendigan a Señor; alábenlo y glorifíquenlo            eternamente.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios nuestro, que con amorosa providencia has enviado a tus          santos ángeles para          que nos guarden, concédenos experimentar su protección aquí en          la tierra y          disfrutar, junto con ellos, la felicidad del cielo.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Voy a            enviar a un ángel que vaya delante de ti
Lectura del            libro del Exodo 23, 20-23
Esto dice          el Señor:
          "Voy a enviar a un ángel que vaya delante de ti, para que te          cuide en el          camino y te lleve al lugar que te he preparado. Respétalo y          obedécelo. No te          rebeles, porque lleva mi nombre, y no perdonará tu rebeldía. Si          lo obedeces          fielmente y haces lo que yo te diga, tus enemigos serán mis          enemigos, y tus          adversarios, mis adversarios. Mi ángel irá delante de ti".
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            90
Dios les            ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
Tú, que          vives al amparo del Altísimo y descansas a la sombra del          todopoderoso, dile al          Señor: "Tú eres mi refugio y fortaleza; tú eres mi Dios y en ti          confío".
          Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
El te          librará de la red del cazador y de la peste funesta. Te cubrirá          con sus alas y          te refugiarás bajo sus plumas.
          Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
No te          sucederá desgracia alguna, ninguna calamidad caerá sobre tu          casa, pues el Señor          ha dado a sus ángeles la orden de protegerte a dondequiera que          vayas.
          Dios les ha ordenado a sus ángeles que nos cuiden.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Que bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores fieles que          cumplen su          voluntad.
          Aleluya.
Evangelio
      Sus            ángeles en el cielo ven continuamente el rostro de mi Padre,            que está en el            cielo
† Lectura            del santo Evangelio según san Mateo 18,1-5. 10
Gloria a            ti, Señor.
En cierta          ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
          "¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?"
          Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo          les          aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los          niños, no entrarán          en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como          este niño, ése          es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un          niño como éste          en mi nombre, me recibe a mí.
          Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo          que sus ángeles,          en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está          en el          cielo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Recibe,          Señor, las ofrendas que te presentamos en la festividad de tus          santos ángeles,          y concédenos que su continua protección nos libre de los          peligros presentes y          nos guíe a la vida eterna.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Venerar a            los ángeles es glorificar a Dios
En verdad          es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte          gracias siempre y en          todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y          alabarte,          celebrando a tus ángeles y arcángeles, ya que el honor que          tributamos a los que          te fueron fieles, redunda en tu gloria y proclama tu grandeza;          pues, si es          digna de admiración la criatura angélica, lo es inmensamente más          aquel que la          creó, por Cristo, Señor nuestro.
          Por él,
          adoran tu majestad todos los ángeles, y nosotros, a una con          ellos, te adoramos          llenos de júbilo diciendo:
Antífona          de la Comunión
      En            presencia de los ángeles cantaremos, Dios nuestro, tu            alabanza.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Señor, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de          nuestro Redentor,          condúcenos por medio de tus santos ángeles, al encuentro          glorioso con Cristo,          que vive y reina por los siglos de los siglos.
        Amén.
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mie          26a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Firmeza              es el Señor para su pueblo, defensa y salvación para sus              fieles. Sálvanos, Señor,              vela sobre nosotros y guíanos siempre.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Padre misericordioso, que nunca dejas de tu mano a quienes has            hecho arraigar            en tu amistad, concédenos vivir siempre movidos por tu amor y            un filial temor            de ofenderte.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Si le              parece bien a mi señor, déjeme ir para reconstruir la ciudad              de mis padres
Lectura              del libreo de Nehemías 2, 1-8 
En el primer mes del año            veinte del reinado de Artajerjes, siendo yo, Nehemías, el            copero mayor, serví            una copa de vino y se la ofrecía al rey. Nunca me había            presentado ante él con            cara triste, por lo que el rey me preguntó:
            "¿Por qué estás tan triste si no estás enfermo? ¿Qué es lo que            te            preocupa?"
            Sentí entonces un gran temor y le respondí:
            "Que viva el rey para siempre. ¿Cómo no he de estar triste            cuando la            ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas y            sus puertas            consumidas por el fuego?"
            El rey me dijo:
            "¿Qué es, pues, lo que quieres?"
            Me encomendé al Dios del cielo y le contesté al rey:
            "Si le bien a mi señor, el rey, y si está satisfecho de mi,            déjeme ir a            Judá para reconstruir la ciudad donde están enterrados mis            padres".
            El rey, con las reina sentada a su lado , preguntó: 
            "¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás?"
            Al rey le pareció bien el plazo que le indiqué, y me permitió            ir. Entonces yo            añadí:
            "Ruego a mi señor, el rey, que me dé cartas para los            gobernantes de la            región del otro lado del río, para que me faciliten el viaje            hasta Judá; y una            carta dirigida a Asaf, encargado de los bosques reales, par            que me suministre            madera para las puertas de la ciudadela del templo, para el            muro de la ciudad y            para la casa donde me voy a instalar".
            Gracias a Dios, el rey me concedió todo lo que le pedí. 
            Palabra de Dios. 
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 136
Tu              recuerdo, Señor, es mi alegría.
Junto a            los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de            los sauces que            estaban en la orilla colgamos nuestras arpas.
            Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.
Aquellos            que cautivos nos tenían, pidieron que cantáramos.Decían los            opresores:            "Algún cantar de Sión, alegres cantemos".
            Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.
Pero,            ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña?            ¡Que la mano            derecha se me seque si de ti, Jerusalén, yo me olvidara!
            Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.
¡Que se            me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara,            o si, fuera de            ti, alguna otra alegría yo buscara!
            Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para            ganar a Cristo y vivir            unido a él.
            Aleluya.
Evangelio
      Te seguiré adondequiera que              vayas
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 9, 57-62
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras            iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo:
            "Te seguiré adondequiera que vayas". 
            Jesús le respondió: 
            "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos; pero el            Hijo del            hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza". 
            A otro, Jesús le dijo: 
            "Sígueme". 
            Pero él le respondió: 
            "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre". 
            Jesús le replicó: 
            "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia            el Reino de            Dios".
            Otro le dijo: 
            "Te seguiré, Señor, pero déjame despedirme de mi familia". 
            Jesús le contestó: 
            "El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el            Reino de            Dios".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor, este sacrificio            de reconciliación y alabanza que vamos a ofrecerte, a fin de            que purifique            nuestros corazones y podamos corresponder a tu amor con            nuestro amor.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Restauración universal en              Cristo
En verdad es justo y            necesario,es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo            Señor nuestro.
            A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste            que            participáramos todos.
            El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre            derramada en la            cruz, puso en paz todas las cosas. Y así, constituido Señor            del universo, es            fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
            Por eso, 
            con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos            sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Los              ojos de todos los hombres te miran, Señor, llenos de              esperanza, y tú das a cada              uno su alimento. 
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Señor, tú que nos has renovado con el Cuerpo y la Sangre de tu            Hijo, concédenos            que la participación en esta Eucaristía nos ayude a obtener la            plenitud de la            redención.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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† Meditación diaria
2 de          octubre
SANTOS          ÁNGELES CUSTODIOS*
Memoria
—          Existencia.
—          Continuos servicios que nos prestan los Ángeles 
          Custodios.
—          Tratarlos como a amigos entrañables.
I. Ángeles            del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los            siglos1.
Los          Ángeles aparecen frecuentemente en la Sagrada Escritura como          ministros          ordinarios de Dios. Son las criaturas más perfectas de la          Creación, penetran          con su inteligencia donde nosotros no podemos, y contemplan cara          a cara a Dios,          como criaturas ya glorificadas.
En los          momentos más importantes de la historia humana, un ángel,          manifestándose a          veces en forma corpórea, ha sido embajador de Dios para anunciar          sus designios,          para señalar un camino, para comunicar la voluntad divina. Los          vemos          constantemente actuar como mensajeros del Altísimo, iluminando,          exhortando,          intercediendo, preservando del peligro, castigando. El mismo          significado de la          palabra Ángel enviado expresa su función de mensajero de          Dios ante los          hombres2. Siempre recibieron veneración y respeto en          el Pueblo          elegido. ¿Acaso no son todos ellos espíritus destinados al            servicio,            enviados para asistir a los que han de heredar la salvación?3.
La fe          en esta misión protectora de los ángeles, vinculados a personas          particulares,          es lo que hizo exclamar a Israel, en el momento de bendecir a          sus nietos, los          hijos de José: que el Ángel que me ha librado de todo mal,            bendiga a estos            niños4. Y la Primera lectura de la Misa5          recoge las palabras del Señor a Moisés, que hoy podemos ver como          dirigidas a          cada uno de nosotros: Yo mandaré un Ángel ante ti para que            te defienda en el            camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto. Y el          Profeta Eliseo          dirá a su sirviente, asustado al ver los enemigos que les          rodeaban por todas          partes: Nada temas, que los que están con nosotros son más            que los que están            con ellos. Eliseo oró y dijo: ¡Oh Yahvé!, ábrele los ojos para            que vea. Y Yahvé            abrió los ojos del siervo, y vio la montaña llena de caballos            y carros de fuego            que rodeaban a Eliseo6. ¡Qué seguridad nos          tiene que dar la          presencia en nuestra vida de los Ángeles Custodios! Ellos nos          consuelan, nos          iluminan, pelean en favor nuestro: en lo más duro del combate se            le            aparecieron en el cielo a los adversarios cinco varones            resplandecientes,            montados en caballos con frenos de oro, que poniéndose a la            cabeza de los            judíos y tomando dos de ellos en medio al Macabeo, le            protegían con sus armas,            le guardaban incólume y lanzaban flechas y rayos contra el            enemigo, que, herido            de ceguera y espanto, caía7. De formas y modos          muy diferentes,          los santos ángeles intervienen todos los días en nuestra vida          corriente. ¡Qué providencia          tan singular y llena de bondad y cuánta solicitud la de Dios con          nosotros, sus          hijos, a través de estos santos protectores! Busquemos en ellos          fortaleza en la          lucha ascética ordinaria y ayuda para que enciendan en nuestros          corazones las          llamas del Amor de Dios.
II. Delante            de los ángeles tañeré para Ti, Dios mío8.
La vida          y la enseñanza de Jesús está poblada de la presencia ministerial          de los          ángeles. Gabriel comunica a María que va a ser Madre del          Salvador. Un ángel          ilumina y serena el alma de José; también hay ángeles que          anuncian el          Nacimiento de Jesús a los pastores de Belén. La huida a Egipto,          las tentaciones          del Señor en el desierto, los sufrimientos de Getsemaní, la          Resurrección y la          Ascensión son presenciadas igualmente por estos servidores de          Dios, que, a su          vez, velan constantemente por la Iglesia y por cada uno de sus          miembros, como          atestiguan los Hechos de los Apóstoles9 y la          Tradición          primitiva. En verdad os digo que veréis abrirse los cielos y            a los ángeles            de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre10.
Muchos          santos y muchas almas que han estado muy cerca de Dios se          distinguieron en su          vida aquí en la tierra por su amistad con su Ángel Custodio, al          que acudían muy          frecuentemente11. San Josemaría Escrivá tuvo una          particular devoción          a los Ángeles Custodios. Y precisamente en la fiesta que hoy          celebra la          Iglesia, el Señor le hizo ver con toda claridad la fundación del          Opus Dei, a          través del cual resonaría en gentes de toda condición humana y          social la          llamada a la santidad en el mundo, en medio de sus quehaceres, a          través de las          circunstancias en las que se desarrolla una vida normal. Trataba          a su Ángel          Custodio y saludaba al de la persona con la que conversaba12,          decía          del Ángel Custodio que era "un gran cómplice" en las tareas          apostólicas, y le          pedía también favores materiales. En una época de su vida, le          llamó en alguna          ocasión mi relojerico, pues su reloj se le paraba con          frecuencia y,          careciendo del dinero necesario para arreglarlo, le encargaba          que lo pusiera en          marcha13. Dedicaba un día de la semana el martes a          tratarle con más          empeño14. En cierta ocasión, viviendo en Madrid, en          medio de un          ambiente de persecución religiosa, difícil y agresivamente          anticlerical, se le          abalanzó en la calle un sujeto de mal aspecto con clara          intención de agredirle.          De improviso, se interpuso inexplicablemente otra persona, que          repelió al          agresor. Fue cosa de un instante. Ya a salvo, su protector,          acercándose, le          dijo quedamente al oído: "¡burrito sarnoso, burrito sarnoso!",          palabras con las          que San Josemaría Escrivá se definía a sí mismo, con humildad,          en la intimidad          de su alma, y que solo conocía su confesor. La paz y el gozo de          reconocer la          visible intervención de su Custodio le llenaron el alma15.          "Te          pasmas escribía más tarde- porque tu Ángel Custodio te ha hecho          servicios          patentes. Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor          junto a ti"16.          Hoy puede ser un día para reafirmar nuestra devoción al Ángel          Custodio, pues es          mucha la necesidad que tenemos de él: Oh Dios, que en tu            providencia amorosa            te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos            ángeles le decimos          al Señor con una oración de la Liturgia de la Misa, concédenos,            atento a            nuestras súplicas, vernos siempre defendidos por su protección            y gozar            eternamente de su compañía17.
III. A            sus ángeles ha dado orden para que te guarden en tus            caminos... Y comenta          San Bernardo en una de las lecturas de la Liturgia de las            Horas de hoy:          "Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben          infundirte una gran          devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la          presencia de los          ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su          custodia. Porque ellos          estarán junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes          para protegerte,          lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les          ha dado esta          orden, no por ello debemos de estarles menos agradecidos, pues          cumplen con          tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que          son tan          grandes"18.
Te            llevarán en sus manos para que no tropiece tu pie en piedra            alguna19. Nos          sostienen en sus manos como un preciado tesoro que Dios les ha          encomendado.          Como los hermanos mayores cuidan de los pequeños, así los          ángeles nos asisten a          nosotros hasta introducirnos felizmente en la casa paterna.          Entonces habrán          cumplido su misión. Nuestro trato con el Ángel Custodio ha de          tener un carácter          amistoso, que reconozca a la vez su superioridad en naturaleza y          gracia. Aunque          su presencia sea menos sensible que la de un amigo de la tierra,          su eficacia es          mucho mayor. Sus consejos y sugerencias vienen de Dios y          penetran más          profundamente que la voz humana. Y, a la vez, su capacidad para          oírnos y          comprendernos es muy superior a la del amigo más fiel; no solo          porque su          permanencia a nuestro lado es continua, sino porque entra más          hondo en nuestras          intenciones, deseos y peticiones. El Ángel puede llegar a          nuestra imaginación          directamente sin palabra alguna, suscitando imágenes, recuerdos,          impresiones,          que nos señalan el camino a seguir. ¡Cuántas veces nos habrán          ayudado a          continuar nuestro camino como a Elías que, perseguido por          Jezabel, se disponía          a morir, tal era su cansancio, bajo un arbusto del trayecto! Es          bien seguro que          nuestro Ángel, como el de Elías, se acercará a nosotros y nos          hará entender: levántate            y come porque te queda todavía mucho camino20.
Nunca          nos sentiremos solos si nos acostumbramos a tratar a ese amigo          fiel y generoso,          con el que podemos conversar familiarmente21. Él,          además, une su          oración a la nuestra y la presenta a Dios22. Es          necesario, sin embargo,          que mentalmente le hablemos, porque no puede penetrar en nuestro          entendimiento          como lo hace Dios. Y entonces, él podrá deducir de nuestro          interior más de lo          que nosotros mismos somos capaces. "No podemos tener la          pretensión de que los          Ángeles nos obedezcan... Pero tenemos la absoluta seguridad de          que los Santos          Ángeles nos oyen siempre"23. Ya es suficiente.
Nuestro          Ángel Custodio nos acompañará hasta el final del camino y, si          somos fieles, con          él contemplaremos a Nuestra Señora, Reina de los ángeles,          a quien todos          alaban en una eternidad sin fin. A ese coro angélico, con la          ayuda de la          gracia, nos uniremos también nosotros.
1 Antífona            de entrada. Dan 3, 58. — 2 cfr. Juan Pablo II, Audiencia            general          30-VII-1986. — 3 Heb 1, 14. — 4 Gen          48, 16. — 5          Ex 23, 20-23. — 6 4 Rey 6, 16-17. — 7          4 Rey          10, 29-30. — 8 Antífona de comunión — 9          Hch 5,          19-20; 12, 7-17. — 10 Jn 1, 51. — 11          Cfr. G. Huber, Mi            ángel marchará delante de ti, Palabra, 7.ª ed., Madrid          1985, pp. 33 y ss. —          12 A. Vázquez de Prada, El fundador del Opus Dei,          Rialp, Madrid          1983, p. 121. — 13 Ibídem. — 14 Ibídem,          p. 502,          nota 40. — 15 Cfr. ibídem, p. 136 — 16          San Josemaría          Escrivá, Camino, n. 565. — 17 Oración            colecta. — 18          Liturgia de las Horas, Segunda lectura, San Bernardo, Sermón            12 sobre            el Salmo "Qui habitat", 3, 6-8. — 19 Sal          90, 12. — 20 1            Rey 19, 7, — 21 Cfr. Tanquerey, Compendio de            Teología ascética y            mística, Palabra, Madrid 1990, n. 187, pp. 131-132. — 22          Cfr.          Orígenes, Contra Celso, 5, 4. — 23 San Josemaría          Escrivá, Forja,          n. 339.
* La          devoción a los Ángeles Custodios está atestiguada desde los          mismos comienzos          del Cristianismo. La fiesta con carácter universal para toda la          Iglesia fue          instituida por el Papa Clemente X en el siglo xvii. Los Ángeles          Custodios son          los mensajeros del Señor encargados de velar por cada uno de          nosotros,          protegiendo nuestro camino en la tierra y compartiendo con los          cristianos el          afán apostólico de acercar las almas a Dios.
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26ª semana. Miércoles
PARA SEGUIR A CRISTO
— Desprendimiento          para seguir a Cristo. Los bienes materiales son solo medios.          Aprender a vivir          la pobreza cristiana.
— Consecuencias de la          pobreza: el uso del dinero, evitar los gastos innecesarios, el          lujo, el          capricho...
— Otras          manifestaciones de la pobreza cristiana: rechazar lo superfluo,          las falsas necesidades...          Llevar con alegría la escasez y la necesidad.
I. Relata el          Evangelio de la Misa1 que Jesús se disponía a pasar a          la otra orilla          del lago. Se le acerca entonces un escriba que se siente movido          a acompañar al          Maestro: te seguiré a donde quiera que vayas, le dice. Y          Jesús le expone          en breves palabras el panorama que se le presenta si emprende el          camino: la          renuncia a la comodidad, el desprendimiento de las cosas, una          disponibilidad          completa al querer divino: las raposas tienen sus            madrigueras y los pájaros            del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde            reclinar su cabeza.
Jesús pide a sus          discípulos, a todos, un desasimiento habitual: la costumbre          firme de estar por          encima de las cosas que necesariamente hemos de usar, sin que          nos sintamos          atados por ellas. Para quienes hemos sido llamados a permanecer          en medio del          mundo, mantener el corazón desprendido de los bienes materiales          requiere una          atención constante, sobre todo en un momento en que el deseo de          poseer y de          gustar de todo lo que apetece a los sentidos se muestra como un          afán desmedido          y, para muchos –da esa impresión–, el fin principal de la vida2.
Vivir la pobreza que          Cristo pide a los suyos requiere un gran desprendimiento          interior: en el deseo,          en el pensamiento, en la imaginación; exige vivir con el mismo          espíritu del          Señor3. Una de las primeras manifestaciones de la          pobreza evangélica          es utilizar los bienes como medios4, no como fines en          sí mismos; y,          al considerar esta enseñanza concreta del Maestro, pedimos al          Señor no dejarnos          llevar por el deseo desmedido de tener más, de aparentar, de          poner en ellos la          seguridad de la vida. Los medios materiales son bienes          cuando se          utilizan para un fin superior: sostener la familia, educar a los          hijos,          adquirir una mayor cultura en provecho de la sociedad, ayudar a          obras de          apostolado y a quienes están más necesitados... Pero esto no es          fácil a la hora          de la práctica, porque el hombre tiende a dejar que el corazón          se apegue a los          medios materiales sin medida ni templanza. Es necesario aprender          en la vida          real cómo hemos de comportarnos para no caer en esos duros lazos          que impiden          subir hasta el Señor. Y esto tanto si tenemos muchos bienes como          si no poseemos          ninguno, pues no se confunde la pobreza con el no tener: "la          pobreza que Jesús          declaró bienaventurada es aquella hecha a base de          desprendimiento, de confianza          en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros"5.          Esta es          la pobreza al menos de quienes han de vivir v santificarse en          medio del mundo.
También San Pablo nos          dice que sostuvo ese aprendizaje para vivir desprendido en toda          circunstancia: he            aprendido -dice a los cristianos de Filipo- a vivir            en pobreza; he            aprendido a vivir en abundancia; estoy acostumbrado a todo y            en todo: a la            hartura y a la escasez; a la riqueza y a la pobreza. Todo lo            puedo en Aquel que            me conforta6. Su seguridad y su confianza          estaban puestas en          Dios.
II. No podemos dejar          de contemplar a Cristo, que no tenía dónde reclinar la            cabeza..., porque          si queremos seguirle hemos de imitarle. Aunque debamos utilizar          medios          materiales para cumplir nuestra misión en el mundo, nuestro          corazón ha de estar          como el del Señor: libre de ataduras.
La verdadera pobreza          cristiana es incompatible, no solo con la ambición de bienes          superfluos, sino          con la inquieta solicitud por los necesarios. Si esto le          ocurriera a una          persona que, respondiendo a la llamada del Señor, lo ha dejado          todo para          seguirle más de cerca, indicaría que su vida interior se está          llenando de          tibieza, que está intentando servir a dos señores7.          Por el          contrario, la aceptación de las privaciones y de las          incomodidades que la pobreza          lleva consigo, une estrechamente a Jesucristo, y es señal de          predilección por          parte del Señor, que desea el bien para todos, pero de modo muy          particular para          quienes le siguen.
Un aspecto de la          pobreza cristiana se refiere al uso del dinero. Hay cosas que          son objetivamente          lujosas, y desdicen de un discípulo de Cristo especialmente          cuando tantos          padecen necesidad y escasez, aun cuando resulten corrientes en          el medio en el          que cada uno se mueve. Son objetos, comodidades, caprichos...,          que no deben entrar          en los gastos ni en el uso –aunque no suponga desembolso alguno–          de quien desea          tener por Maestro a Aquel que no tenía dónde reclinar su cabeza.          El prescindir          de esas comodidades o de lujos y caprichos chocará quizá con el          ambiente y          puede ser en no pocas ocasiones el medio que utilice el Señor          para que muchas          personas se sientan movidas a salir de su aburguesamiento.
Los gastos motivados          por el capricho son, por otro lado, lo más opuesto al espíritu          de          mortificación, a un sincero anhelo de imitar a Jesús. Es lógico          pensar que          tampoco tendría el espíritu de Cristo quien se dejara llevar por          esos deseos          por el solo hecho de que quien los paga es el Estado, la empresa          o un amigo...          Es el corazón el que seguiría a ras de tierra, incapaz de          levantar el vuelo          hasta los bienes sobrenaturales. Una persona así se iría          incapacitando incluso          para entender que existen otros bienes superiores a los del          cuerpo, a los de          los sentidos.
Pobres, por amor a          Cristo, en la abundancia y en la escasez. En cada una de estas          situaciones el          uso de los bienes adquirirá unas formas quizá distintas, pero          con los mismos          sentimientos y disposiciones en el corazón. "Copio este texto,          porque puede dar          paz a tu alma: "Me encuentro en una situación económica tan          apurada como cuando          más. No pierdo la paz. Tengo absoluta seguridad de que Dios, mi          Padre,          resolverá todo este asunto de una vez.
"Quiero, Señor, abandonar          el cuidado de todo lo mío en tus manos generosas. Nuestra Madre          –¡tu Madre!– a          estas horas, como en Caná, ha hecho sonar en tus oídos: ¡no          tienen!... Yo creo          en Ti, espero en Ti, Te amo, Jesús: para mí, nada; para ellos""8.          Quizá muchas veces tendremos necesidad de hacer nuestra esta          oración.
III. Nosotros          queremos seguir de cerca a Cristo, vivir como Él vivió, en medio          del mundo, en          las circunstancias particulares en las que nos toca vivir. Un          aspecto de la          pobreza que el Señor nos pide es el de cuidar, para que duren,          los objetos que          usamos. Esta actitud requiere mortificación, un sacrificio          pequeño, pero          constante, porque es más cómodo dejar la ropa en cualquier sitio          y de cualquier          forma, o dejar para más tarde –sin fecha fija– ese pequeño          arreglo que, si se          hace pronto, evita un gasto mayor.
También quien procura          no tener nada superfluo está cerca del desprendimiento que          Cristo nos pide.          Para esto es necesario que nos preguntemos muchas veces:          ¿necesito realmente          estos objetos?, ¿dos plumas o dos bolígrafos?... "Lo superfluo          de los ricos          –afirma San Agustín– es lo necesario de los pobres. Se poseen          cosas ajenas          cuando se poseen cosas superfluas"9. ¿Tengo yo muchas          cosas          superfluas que para nada necesito?: calzado, utensilios, ropa de          deporte,          vestidos... ¿Tengo presente que, en buena parte, el          desprendimiento cristiano          consiste en "no considerar –de verdad– cosa alguna como propia"10,          y          actúo en consecuencia?
Es evidente que la          pobreza cristiana es compatible con esos adornos de la casa de          una familia          cristiana, que se distingue más por el buen gusto y por la          limpieza (¡hacer que          las cosas luzcan y rindan!) y sencillez, que por lo ostentoso y          llamativo. La          casa debe ser un lugar donde la familia se siente a gusto y a          donde todos los          miembros desean llegar cuanto antes por el cariño que en ella se          respira, pero          no un lugar que sea una continua ocasión de aburguesamiento, de          falta de          sacrificio en los pequeños y en los mayores... Privarse de lo          superfluo          significa, sobre todo, no crearse necesidades. "Hemos de          exigirnos en la vida          cotidiana, con el fin de no inventarnos falsos problemas,          necesidades          artificiosas, que en último término proceden del engreimiento,          del antojo, de          un espíritu comodón y perezoso. Debemos ir a Dios con paso          rápido, sin pesos          muertos ni impedimentos que dificulten la marcha"11.
No tener cosas          superfluas o innecesarias significa aprender a no crearnos          falsas necesidades,          de las que se puede prescindir con un poco de buena voluntad. Y,          a la vez,          agradecer al Señor constantemente los medios necesarios para el          trabajo, para          el sostenimiento de las personas que tenemos a nuestro cargo y          poder ayudar en          las necesidades de las obras apostólicas en las que colaboramos;          estando          dispuestos a prescindir de ellos, si Dios así lo permite; sin          quejarnos cuando          falte lo necesario, ni perder la alegría profunda de quien se          sabe en las manos          de Dios, pero poniendo los medios para salir de esa situación.
La Virgen Santa María          nos ayudará a llevar a la práctica, de verdad, este consejo: "No          pongas el          corazón en nada caduco: imita a Cristo, que se hizo pobre por          nosotros, y no          tenía dónde reclinar su cabeza.
"—Pídele que te          conceda, en medio del mundo, un efectivo desasimiento, sin          atenuantes"12.
1 Lc          9, 57-62. — 2 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 63. — 3 Cfr,          San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota,          III, 15. — 4          A. Tanquerey, Compendio de Teología ascética y mística,          Palabra, Madrid          1990, n. 897. — 5 S. Congregación para la Doctrina de la          Fe, Instrucción            sobre la libertad cristiana y liberación, 22-III-1986, 66.          — 6 Flp          4, 12-13. — 7 Cfr. Mt 6, 24. — 8 San          Josemaría Escrivá, Forja,          n. 807. — 9 San Agustín, Comentarios sobre el Salmo            147. — 10          San Josemaría Escrivá, o. c., n. 524. — 11 Ídem,          Amigos de            Dios, 125. — 12 ídem, Forja, n. 523.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Los            Santos Ángeles de la Guarda
Angel            de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche            ni de día, 
            hasta que me pongas en los brazos de Jesús, José y María.
En la          S. Biblia la palabra Ángel          significa "Mensajero". Un espíritu purísimo que está cerca de          Dios          para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los          seres humanos.          
Ya          en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: "Los cristianos          creemos que a          cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".
Y          se basa esta creencia en la frase del Salmo 90: "A sus ángeles          ha dado          órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos". Y en aquella          otra frase          tan famosa de Jesús: "Cuidad de no escandalizar a ninguno de          estos pequeñuelos,          porque sus ángeles están siempre contemplando el rostro de mi          Padre Celestial".          Y Judit en la Biblia al ser recibida como libertadora de Betulia          exclamaba:          "El ángel del Señor me acompañó en el viaje de ida, en mi          estadía allá , y          en el viaje de venida".
En          el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno          tiene un ángel custodio,          que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a          la puerta de          la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos          creen al principio,          que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos          12,          15).
Ya          en el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los          Ángeles de la Guarda          y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la          Guarda. Dice          así: "Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia          eres mi          guardián, custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi          entendimiento,          dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás          ofenda a Dios          Señor. Amen.
En          el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia          universal la fiesta de          los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.
Consejos          de un santo: San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy          célebre acerca del          Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases: Respetemos su          presencia          (portándonos como es debido). Agradezcámosle sus favores (que          son muchos más de          los que nos podemos imaginar). Y confiemos en su ayuda (que es          muy poderosa          porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a          nuestras pasiones          que nos traicionan).
San          Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda,          un dos de          octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de          peligro invocaran a          su Ángel Custodio y que en esa semana dos jóvenes obreros          estaban en un andamio          altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y          se vinieron          abajo. Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: "Ángel de          mi          guarda!". Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo          encontraron          muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había invocado al          Ángel          Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la escalera          del andamio          como si nada le hubiera pasado. Preguntado luego exclamó:          "Cuando vi que          me venía abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y sentí como si          me pusieran por          debajo una sábana y me bajaran suavecito. Y después ya no          recuerdo más".          Así lo narra el santo.
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Saturio, Santo Eremita, Octubre 2   
              
 Eremita Martirologio                    Romano: En Numancia, en la Hispania Cartaginense,                      san Saturio, eremita (606).  |           
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Fuente:          Franciscanos.net 
          Antonio Chevrier, Beato Presbitero y Fundador, Octubre 2            
              
 Fundador de la                    Obra de la Providencia del Prado Martirologio                    Romano: En Lyon, en Francia, beato Antonio                      Chevrier, presbítero, que instituyó la Obra de la                      Providencia del Prado, para preparar sacerdotes                      destinados a enseñar la doctrina cristiana a jóvenes                      pobres (1879).  |           
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Fuente:          Vatican.va 
          Juan Beyzym, Beato Presbítero Jesuita, 2 de octubre   
              
 Apóstol de los                    lebrosos en Madagascar Martirologio                    Romano: En Fianarantsoa, en la isla de                    Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero de la                    Compañía de Jesús, que ejerció su ministerio junto a                    los leprosos, a los que prodigó una obra de caridad en                    favor de sus cuerpos y de sus espíritus (1912).  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
          Leodegario de Autun, Santo Obispo y Mártir, Octubre 2   
              
 Obispo y Mártir Martirologio                    Romano: n Sarcing, en el territorio de Arras, en                      Neustria, Francia septemtrional, muerte de san                      Leodegario, obispo de Autun, el cual, sometido a                      varios suplicios y cegado, fue condenado a muerte                      injustamente por Ebroino, mayordomo de palacio del                      rey Teodorico. Con él se venera la memoria de su                      hermano Gerino, mártir, que dos años antes, por                      orden del mismo Ebroino, había sido lapidado (679-                      680 y 677).  |           
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Jeanne            Emilie de Villeneuve, Beata Fundadora, 2 de octubre            
              
 Fundadora de la                    Congregación 
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Fuente:          Martirologio Romano 
          Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este          día, Octubre 2            
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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