JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 17, 5-10
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al          Señor: 
          "Auméntanos la fe". 
          El Señor les contestó: 
          "Si tuvieran fe como una semilla de mostaza, podrían decir a ese          árbol          frondoso: 
          "Arráncate de raíz y plántate en el mar", y los obedecería.
          ¿Quién de ustedes, si tiene un trabajador que labra la tierra o          pastorea los          rebaños, 
          le dice cuando regresa del campo: "Entra enseguida y ponte a          comer?"          ¿No le dirá más bien: "Prepárame de comer y sírveme para que yo          coma y          beba; y después comerás y beberás tú?"¿Tendrá acaso que          mostrarse          agradecido con el trabajador, porque ha hecho lo mandado?
          Así también ustedes: cuando hayan cumplido todo lo mandado,          digan: 
          "No somos más que siervos, hemos hecho lo que teníamos que          hacer"".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
27a.          Dom Ord Ciclo C
      Antífona de Entrada
      Todo              depende de tu voluntad, Señor, y nadie puede resistirse a              ella. Tú has hecho              los cielos y la tierra y las maravillas que contienen. Tú              eres el Señor del              universo.
Oración Colecta
      Oremos:
            Padre lleno de amor, que nos concedes siempre más de lo que            merecemos y            deseamos; perdona misericordiosamente nuestras ofensas y            otórganos aquellas            gracias que no hemos sabido pedirte y tú sabes que            necesitamos. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      El              justo vivirá por su fe
Lectura              del libro del profeta Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4
"¿Hasta cuándo, Señor,            pediré auxilio sin que me escuches? ¿Te denunciaré a gritos la            violencia que            reina, sin que vengas a salvarme? ¿Por qué me dejas ver la            injusticia y te quedas            mirando la opresión? Ante mí no hay más que asaltos y            violencias, y surgen            rebeliones y desórdenes".
            El Señor me respondió así: 
            "Escribe la visión que te he manifestado, grábala en            tablillas, para que            se pueda leer de corrido. Es todavía una visión de algo            lejano, pero que viene            corriendo y no fallará; si tarda, espera, pues llegará sin            falta. El malvado            sucumbirá sin remedio, pero el justo vivirá por su fe". 
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              Salmo 94
Señor,              que no seamos sordos a tu voz.
Vengan,            lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva.            Acerquémonos a él,            llenos de júbilo, y démosle gracias.
            Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan,            y puestos de rodillas adoremos y bendigamos al Señor, que nos            hizo, pues él es            nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él nuestro pastor y            nosotros, sus ovejas.
            Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Hagámosle            caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como            el día de la            rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí,            aunque habían visto            mis obras".
            Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Segunda            Lectura
      No te              avergüences de dar testimonio de nuestro Señor
Lectura              de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,              6-8.13-14
Querido hermano: Te            recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te            impuse las            manos; porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor,            sino un espíritu de            fortaleza, amor y moderación.
            No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni te            avergüences de mí,            que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo            los sufrimientos            por la predicación del Evangelio sostenido por la fuerza de            Dios. 
            Conforma tu predicación a la sólida doctrina que recibiste de            mí acerca de la            fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Guarda            este tesoro con            la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya. 
            La palabra de Dios permanece para siempre. Y ésa es la palabra            que se les ha            anunciado.
            Aleluya.
Evangelio
      ¡Si ustedes tuvieran fe...!
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 17, 5-10
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los            apóstoles dijeron al Señor: 
            "Auméntanos la fe". 
            El Señor les contestó: 
            "Si tuvieran fe como una semilla de mostaza, podrían decir a            ese árbol            frondoso: 
            "Arráncate de raíz y plántate en el mar", y los obedecería.
            ¿Quién de ustedes, si tiene un trabajador que labra la tierra            o pastorea los            rebaños, 
            le dice cuando regresa del campo: "Entra enseguida y ponte a            comer?"            ¿No le dirá más bien: "Prepárame de comer y sírveme para que            yo coma y            beba; y después comerás y beberás tú?"¿Tendrá acaso que            mostrarse            agradecido con el trabajador, porque ha hecho lo mandado?
            Así también ustedes: cuando hayan cumplido todo lo mandado,            digan: 
            "No somos más que siervos, hemos hecho lo que teníamos que            hacer"".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
      Celebrante:
            Hermanos, por, todos los hombres y por sus necesidades, para            que nunca falte a            nadie la ayuda de nuestra caridad:
            Respondemos:
            Señor, ten piedad.
Para que la Iglesia viva en            paz, crezca constantemente, se extienda por todo el mundo y            persevere con            alegría en la presencia del Señor, confortada por el Espíritu            Santo, roguemos            al Señor.
            Señor, ten piedad.
Para que el Señor conceda a            los que gobiernan el espíritu sabiduría y de prudencia, a fin            de que rijan a            sus pueblos pensando en la paz común ya en el bien y la            prosperidad de sus            súbditos, roguemos al Señor.
            Señor, ten piedad.
Para que Dios Padre libere            al mundo de toda falsedad, hambre y miseria, y auxilie a los            perseguidos, a los            encarcelados y a los que son tratados injustamente, roguemos            al Señor
            Señor, ten piedad.
Para que todos nosotros            realicemos nuestro trabajo con espíritu cristianos y            consigamos frutos            abundantes por nuestras obras.
            Señor, ten piedad.
Celebrante:
            Señor Dios, dueño supremo de la vida y autor de la            resurrección, delante del            cual hasta los muertos viven, escuchan nuestras oraciones y            haz que la palabra            de tu Hijo, sembrada en nuestros corazones, germine y dé fruto            abundante y que            todos seamos confirmados en la esperanza de la resurrección y            la vida eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor, este            sacrificio de alabanza que tú mismo instituiste, y realiza en            nosotros la obra de            santificación que con su muerte nos mereció tu Hijo, que vive            y reina por los            siglos de los siglos.
Prefacio
      Las maravillas de la              creación
En verdad es justo y necesario,            es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo            lugar, Señor,            Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Porque creaste el universo entero, estableciste el continuo            retorno de las            estaciones, y al ser humano, formado a tu imagen y semejanza,            sometiste las            maravillas del mundo, para que, en nombre tuyo, dominara la            creación, y, al            contemplar tus grandezas, en todo momento te alabara, por            Cristo, Señor            nuestro.
            A quien cantan los ángeles y los arcángeles, proclamando sin            cesar:
Antífona de la Comunión
      Nosotros,              aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos              participamos de un              mismo pan y de un mismo cáliz.
Oración después de la Comunión
      Que            esta comunión, Señor, sacie nuestra hambre y nuestra sed de ti            y nos transforme            en tu Hijo, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los            siglos.
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† Meditación diaria
Vigésimo          séptimo Domingo
          ciclo c
AUMENTAR          LA FE
—          Avivar continuamente el amor a Dios.
— Pedir          al Señor una fe firme, que influya en todas nuestras obras.
— Actos          de fe.
I. La          liturgia de este domingo se centra en la virtud de la fe, En la          Primera            lectura1 el Profeta Habacuc se lamenta ante el          Señor del triunfo          del mal, tanto en el pueblo castigado por medio del invasor,          como por los          mismos escándalos de este. ¿Hasta cuándo clamaré, Señor...?          (...). ¿Por            qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias            y catástrofes...",          se queja el Profeta. El Señor le responde al fin con una visión          en la que le          exhorta a la paciencia y a la esperanza, pues llegará el día en          que los malos          serán castigados: la visión espera su momento, se acerca su            término y no fallará;            si tarda, espera, porque ha de llegar sin echarse atrás.          Sucumbirá quien no          tenga su alma recta, pero el justo vivirá por la fe. Aun          cuando en          ocasiones pueda parecer que triunfa el mal y quienes lo llevan a          cabo, como si          Dios no existiese, llegará a cada uno su día y se verá que          realmente ha salido          vencedor quien ha mantenido su fidelidad al Señor. Vivir de fe          es entender que          Dios nos llama cada día y en cada momento a vivir, con alegría,          como hijos          suyos, siendo pacientes y teniendo puesta la esperanza en Él.
En la Segunda            lectura2, San Pablo exhorta a Timoteo a          mantenerse firme en la          vocación recibida y a llenarse de fortaleza para proclamar la          verdad sin          respetos humanos: Aviva el fuego de la gracia de Dios...;            porque Dios no nos            ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor            y buen juicio.            No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su            prisionero. Toma            parte en los duros trabajos del Evangelio... Santo Tomás          comenta que "la          gracia de Dios es como un fuego, que no luce cuando lo cubre la          ceniza"; y así          ocurre cuando la caridad está cubierta por la tibieza o por los          respetos          humanos3. La fortaleza ante un ambiente adverso y la          capacidad de          dar a conocer, en cualquier lugar, la doctrina de Cristo, de          participar en            los duros trabajos del Evangelio, viene determinada por la          vida interior,          por el amor a Dios, que hemos de avivar continuamente, como una          hoguera, con          una fe cada vez más encendida. Esto es lo que le pedimos al          Señor: Dios            todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los            méritos y los deseos            de los que te suplican: derrama sobre nosotros tu            misericordia...4,          concédenos aun aquello que no nos atrevemos a pedir5,          una fe          firme que avive nuestro amor, para superar nuestras propias          flaquezas y para          ser testimonios vivos allí donde se desarrolla nuestra vida.          "¡Qué diferencia          entre esos hombres sin fe, tristes y vacilantes en razón de su          existencia          vacía, expuestos como veletas a la "variabilidad" de las          circunstancias, y          nuestra vida confiada de cristianos, alegre y firme, maciza, en          razón del          conocimiento y del convencimiento absoluto de nuestro destino          sobrenatural!"6.          ¡Qué fuerza comunica la fe! Con ella superamos los obstáculos de          un ambiente          adverso y las dificultades personales, con frecuencia más          difíciles de vencer.
II.          Existe una fe muerta, que no salva: es la fe sin obras7,          que se          muestra en actos llevados a cabo a espaldas de la fe, en una          falta de          coherencia entre lo que se cree y lo que se vive. Existe también          una "fe          dormida", "esa forma pusilánime y floja de vivir las exigencias          de la fe que          todos conocemos con el nombre de tibieza. En la          práctica, la tibieza es          la insidia más solapada que puede hacerse a la fe de un          cristiano, incluso de          lo que muchos llamarían un buen cristiano"8.          Necesitamos nosotros          una fe firme, que nos lleve a alcanzar metas que están por          encima de nuestras          fuerzas y que allane los obstáculos y supere los "imposibles" en          nuestra tarea          apostólica. Es esta virtud la que nos da la verdadera dimensión          de los          acontecimientos y nos permite juzgar rectamente de todas las          cosas. "Solamente          con la luz de la fe y con la meditación de la Palabra divina es          posible          reconocer siempre y en todo lugar a Dios, en quien vivimos,            nos movemos y            existimos (Hech 17, 28), buscar su voluntad en          todos los          acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres,          próximos o extraños,          y juzgar con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las          realidades          temporales, tanto en sí mismas como en orden al fin del hombre"9.
En          ocasiones Jesús llama a los Apóstoles hombres de poca fe10,          pues no estaban a la altura de las circunstancias. Está el          Mesías con ellos y          tiemblan de miedo ante una tempestad en el mar11 o se          preocupan          excesivamente por el futuro12, cuando es el mismo          Creador el que les          ha llamado a seguirle. El Evangelio de la Misa nos presenta a          los Apóstoles          que, conscientes de su fe escasa, le piden a Jesús: Auméntanos            la fe13.          Así lo hizo el Señor, pues todos terminarían dando su vida,          supremo testimonio          de la fe, por atestiguar su firme adhesión a Cristo y a sus          enseñanzas. Se          cumplió la Palabra del Señor: Si tuvierais fe como un grano            de mostaza,            diríais a este árbol: arráncate y plántate en el mar, y os            obedecería. La          transformación de las almas de quienes se cruzaron en su camino          fue un milagro          aún mayor.
También          nosotros nos encontramos en ocasiones faltos de fe, como los          Apóstoles, ante          dificultades, carencia de medios... Tenemos necesidad de más fe.          Y esta se          aumenta con la petición asidua, con la correspondencia a las          gracias que          recibimos, con actos de fe. "Nos falta fe. El día en que vivamos          esta virtud          –confiando en Dios y en su Madre–, seremos valientes y leales.          Dios, que es el          Dios de siempre, obrará milagros por nuestras manos.
"—¡Dame,          oh Jesús, esa fe, que de verdad deseo! Madre mía y Señora mía,          María Santísima,          ¡haz que yo crea!"14.
III. ¡Señor,            auméntanos la fe! ¡Qué estupenda jaculatoria para que se          la repitamos al          Señor muchas veces! Y junto a la petición, el ejercicio          frecuente de esta          virtud: cuando nos encontremos en alguna necesidad, en el          peligro, cuando nos          veamos débiles, ante el dolor, en las dificultades del          apostolado, cuando          parece que las almas no responden... cuando nos encontremos          delante del Sagrario.
Muchos          actos de fe hemos de hacer en la oración y en la Santa Misa. Se          cuenta de Santo          Tomás que cuando miraba la Sagrada Forma, al elevarla en el          momento de la          Consagración, repetía: Tu rex gloriae, Christe; tu Patris            sempiternus es            Filius, "Tú eres el rey de la gloria, Tú eres el Hijo          sempiterno del          Padre". Y San Josemaría Escrivá solía decir interiormente en          esos mismos          instantes: Adauge nobis fidem, spem et charitatem,          "auméntanos la fe, la          esperanza y la caridad", y Adoro te devote, latens deitas,          "Te adoro con          devoción, Dios escondido", mientras hacía la genuflexión15.          Muchos          fieles tienen la costumbre de repetir devotamente en ese          momento, con la mirada          puesta en el Santísimo Sacramento, aquella exclamación del          Apóstol Tomás ante          Jesús resucitado: ¡Señor mío y Dios mío! De cualquier forma, no          podemos dejar          que pase esa oportunidad sin manifestar al Señor nuestra fe y          nuestro amor.
A pesar          del afán por formarnos, por conocer cada vez mejor a Cristo, es          posible que          alguna vez nuestra fe vacile o tengamos temores y respetos          humanos para          manifestarla. La fe es un don de Dios que nuestra poquedad a          veces no puede          sostener. En ocasiones es tan pequeña como un granito de          mostaza. No nos          sorprendamos por nuestra debilidad, pues Dios cuenta con ella.          Imitemos a los          Apóstoles cuando se dan cuenta de que todo aquello que ven y          oyen les supera.          Pidámosle entonces, a través de Nuestra Señora y con la humildad          de los discípulos,          que aumente nuestra fe, para que, como ellos, podamos ser fieles          hasta el final          de nuestros días y llevemos a muchos hasta Él, como hicieron          quienes le han          seguido de cerca en todos los tiempos.
Nuestra          Madre Santa María será siempre el punto de apoyo donde          encontrará firmeza la fe          y la esperanza, pero de modo muy particular cuando nos sintamos          más débiles y          necesitados, cuando nos veamos con menos fuerzas. "Nosotros, los          pecadores,          sabemos que Ella es nuestra Abogada, que jamás se cansa de          tendernos su mano          una y otra vez, tantas cuantas caemos y hacemos ademán de          levantarnos;          nosotros, los que andamos por la vida a trancas y barrancas, que          somos débiles          hasta no poder evitar que nos lleguen a lo más vivo esas          aflicciones que son          condición de la humana naturaleza, nosotros sabemos que es el          consuelo de los          afligidos, el refugio donde, en último término, podemos          encontrar un poco de          paz, un poco de serenidad, ese peculiar consuelo que solo una          madre puede dar y          que hace que todo vuelva a estar bien de nuevo. Nosotros sabemos          también que,          en esos momentos en que nuestra impotencia se manifiesta en          términos casi de          exasperación o de desesperación, cuando ya nadie puede hacer          nada y nos          sentimos absolutamente solos con nuestro dolor o nuestra          vergüenza,          arrinconados en un callejón sin salida, todavía Ella es nuestra          esperanza,          todavía es un punto de luz. Ella es aún el recurso cuando ya no          hay a quien          recurrir"16.
1 Hab          1, 2-3; 2, 2-4. — 2 2 Tim 1, 6-8; 13-14. — 3          Santo Tomás, Comentario            a la Segunda Carta a los Corintios, 1, 6. — 4          Misal Romano, Oración            colecta de la Misa. — 5 Ibídem. — 6          San Josemaría          Escrivá, Surco, n. 73 . — 7 Cfr. Sant          2, 17. — 8          P. Rodríguez, Fe y vida de fe, p. 138. — 9 Conc.          Vat. II, Decr. Apostolicam            actuositatem, 4. — 10 Mt 8, 26; 6, 30. — 11          Cfr. Mt          8, 26. — 12 Cfr. Mt 6, 30. — 13 Lc          17, 5. — 14          San Josemaría Escrivá, Forja, n. 235. — 15 Cfr.          A.Vázquez de          Prada, El fundador del Opus Dei, Rialp, Madrid 1983, p.          267 ss. — 16          F. Suárez, La puerta angosta, Rialp, 9ª ed. Madrid 1985, pp.          227-228.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
              San Bruno             |           
Bruno significa: "fuerte          como una coraza o          armadura metálica" (Brunne, en alemán es coraza).
Este santo se hizo famoso          por haber fundado la          comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes          cartujos, que viven en          perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas          alcohólicas.
Nació en Colonia, Alemania,          en el año 1030. Desde joven          demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y          especialísimas aptitudes          para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era          director          espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus          dirigidos fue el          futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote fue          profesor de teología durante 18          años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir          éste, un hombre          indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa          ciudad, y ante sus          comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión          de obispos, y el          Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de          Arzobispo a          nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía          indigno de tan alto          cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos          sus bienes y          quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo          oyó Bruno una narración que          le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía          fama de ser buena          persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando          le estaban celebrando          su funeral, habló tres veces. La primera dijo: "He sido          juzgado". La          segunda: "He sido hallado culpable". La tercera: "He sido          condenado". Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo          y habían          huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un          río caudaloso.          Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían          en su mente,          llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse          totalmente a la vida          de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes          riquezas y gozando de la          amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la          gente, y          pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno          renunció a todo          esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes.          Pero luego          sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos,          sin embargo lo          que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo          del mundo. Por          eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una          nueva fundación.
San Hugo, obispo de          Grenoble, vio en un sueño que siete          estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá          construían un          faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente          llegaron Bruno y          seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado          para ellos          dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en          ellos los que          había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había          sido indicado en          la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos          religiosos recibieron          el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus          monjes un reglamento que es          quizás el más severo que ha existido para una comunidad.          Silencio perpetuo.          Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30          de la mañana          ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo          mismo a          mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar          licores. Recibir visitas          solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al          estudio o a          labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente          incomunicados          con el mundo... Es un reglamento propio para hombres que quieren          hacer gran          penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de          santidad.
San Hugo llegó a admirar          tanto la sabiduría y la          santidad de San Bruno, que lo eligió como su director          espiritual, y cada vez          que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en          silencio y          oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde          Rogerio, quien          desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió          hacia él una          veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía          problemas muy          graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le          tenían preparada          una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a          decirle que          tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido          nombrado Papa Urbano II, el          cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su          santidad y su          gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que          le sirviera de          consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía          que dejar su          vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en          medio del mundo y          sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la          tristeza tan          grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas          tierras. Varios de          ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a          acompañarlo a          Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en          Italia y allá fundó          el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La          Cartuja.
Los últimos años del santo          los pasó entre misiones que          le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el          convento dedicado a la          contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy          grande.
Murió el 6 e octubre del          año 1101 dejando en la tierra          como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo          el mundo por          su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el          ser capaces de          apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a          lo que es          espiritual y lleva a la santidad.
Que sean pocas tus palabras          (S. Biblia).
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Fe (Foy), Santa Virgen          y Mártir, Octubre 6   
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Fuente: ACI Prensa 
        María Francisca de las            Cinco Llagas de Jesús, Santa          Religiosa, Octubre 6   
              
 María Francisca de Nápoles              Nació en Nápoles, Italia en 1715. Su                    padre era un tejedor, hombre de terrible mal genio, y                    la madre era una mujer extraordinariamente piadosa.                    Desde muy pequeñita fue obligada por su padre a                    trabajar muchas horas cada día en su taller de                    hilados, pero la mamá aprovechaba todo rato libre para                    leerle libros piadosos y llevarla al templo a orar. El                    párroco, admirado de su piedad y viendo que se sabía                    de memoria el catecismo, la admitió a los 8 años a la                    Primera Comunión, y al año siguiente la encargó de                    preparar a varios niños.   |           
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Fuente:            ar.geocities.com/misa_tridentina04 
        Magno Obispo de Odezzo,            Santo Obispo          y Confesor, 6 Octubre   
              
 Según la tradición, Magno nació en Altino                    en una familia noble, probablemente en el último                    cuarto del siglo VI. Después de realizar estudios                    humanísticos en su ciudad natal, se retiró para hacer                    vida eremítica a una isla de una laguna cercana, donde                    se preparó para el sacerdocio. Fue ordenado en la                    ciudad de Oderzo, donde ejerció su sacerdocio                    combatiendo a los últimos propagadores del paganismo y                    a la infiltración arriana proveniente de la diócesis                    (Ceneda), ocupada por los Lombardos.  |           
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Fuente: Passiochristi.org 
        Isidoro de San José De            Loor, Beato          Presbítero Pasionista, 6 Octubre   
              
 Los santos pueden parecer todos iguales,                    pero al final vemos que no existe uno igual a otro.                    También Isidoro ofrece su vida al Señor en sacrificio                    y escribe a los suyos: "Los he dejado para vivir solo                    para el Señor y trabajar mucho por la salvación de mi                    alma, de la de ustedes y de las de muchos otros".  |           
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Maria Rosa Durocher, Beata          Virgen, Fundadora, 6 Octubre   
              
 Batizada con el nombre de Eulalie                    Durocher nació en San Antoine-sur-Richelieu (Canadá)                    el 6 de octubre de 1811. Ella vió la gran necesidad de                    instrucción para la juventud. Sobre todo las jóvenes                    recibían muy poca instrucción.  |           
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Fuente: Santiebeati.it 
        Artaldo de Belley, Santo Monje          y Obispo, 6 de octubre   
              
 Monje y Obispo              Martirologio Romano: En la Cartuja de Arvières, en la                      Borgoña, fundada por él mismo, san Artaldo, obispo                      de Belley, que tenía cerca de noventa años cuando, a                      pesar suyo, fue elegido obispo, pero a los dos años                      renunció, volviendo a la vida monástica, y falleció                      a la edad de ciento seis años (1206).  El "Martyrologium Romanum" lo recuerda al                    6 de octubre con el nombre de Artaldo, en Francia se                    lo conoce como Arthaud o Arthold. Nació hacia el 1101                    en el castillo de Sothonod, parroquia de Songieu, en                    Valromey (Departamento francés de Ain cuya capital es                    Bourg-en-Bresse).   |           
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 San Román, obispo  |           
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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