JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 19, 45-48
Gloria a ti, Señor.
Aquel día, Jesús entró en el templo y          comenzó a echar fuera a todos los          que vendían y 
          compraban allí, diciéndoles: 
          "Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han          convertido          en cueva de 
          ladrones".
          Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los          sumos sacerdotes,          los escribas y 
          los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban          cómo hacerlo, porque          todo el 
          pueblo estaba pendiente de sus palabras. 
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
vie          33a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Confío,              Señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio.              Cantaré al Señor              por el bien que me ha hecho.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu            Espíritu, para que            realicemos siempre 
            en nuestra vida tu santa voluntad.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Celebraron              la dedicación del altar y ofrecieron holocaustos con alegría            
Lectura              del primer libro de los Macabeos 4, 36-37.52-59
En aquellos días, Judas y            sus hermanos se dijeron: 
            "Nuestros enemigos están vencidos; vamos, pues, a purificar el            templo para            consagrarlo de 
            nuevo". 
            Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.
            El día veinticinco de diciembre del año ciento cuarenta y            ocho, se levantaron            al romper el día y 
            ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían            construido, un            sacrificio conforme 
            a la ley. El altar fue inaugurado con cánticos, cítaras, arpas            y platillos,            precisamente en el 
            aniversario del día en que los paganos lo habían profanado. El            pueblo entero se            postró en tierra 
            y adoró y bendijo al Señor, que los había conducido al            triunfo.
            Durante ocho días celebraron la consagración del altar y            ofrecieron con alegría            holocaustos y 
            sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada            del templo con            coronas de oro y 
            pequeños escudos, restauraron los pórticos y las salas y les            pusieron puertas.            La alegría del 
            pueblo fue grandísima y el ultraje inferido por los paganos            quedó borrado. 
            Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de            Israel, determinó            que cada año, 
            a partir del veinticinco de diciembre, se celebrara durante            ocho días, con            solemnes festejos, el 
            aniversario de la consagración del altar.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      1              Crónicas 29
Bendito              seas, Señor, Dios nuestro.
Bendito            seas, Señor, Dios de nuestro padre Jacob, desde siempre y para            siempre.
            Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Tuya es            la grandeza y el poder, el honor, la majestad y la gloria,            porque tuyo es            cuanto hay en el cielo y en la tierra.
            Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Tuyo,            Señor, es el reino, tú estás por encima de todos los reyes. De            ti provienen las            riquezas y la gloria.
            Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Tú            gobiernas todo, en tu mano están la fuerza y el poder y de tu            mano proceden la            gloria y la fortaleza.
            Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y            ellas me siguen.
            Aleluya.
Evangelio
      Ustedes han convertido la              casa de Dios en cueva de ladrones
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 19, 45-48
Gloria a ti, Señor.
Aquel día, Jesús entró en el            templo y comenzó a echar fuera a todos los que vendían y 
            compraban allí, diciéndoles: 
            "Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han            convertido            en cueva de 
            ladrones".
            Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los            sumos sacerdotes,            los escribas y 
            los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban            cómo hacerlo,            porque todo el 
            pueblo estaba pendiente de sus palabras. 
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Que este sacrificio de            acción de gracias y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos            ayude, Señor, 
            a conseguir nuestra salvación eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio            
      El misterio de nuestra              salvación en Cristo
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre            santo, 
            siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
            Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo            enviaste para            que, hecho hombre por 
            obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera            nuestro Salvador y            Redentor. 
            El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y            manifestar la            resurrección, extendió 
            sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
            Por eso,
            con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:
          
Antífona de la Comunión
      Proclamaré              Señor, todas tus maravillas, me alegraré en ti y entonaré              salmos a tu nombre,              Dios 
altísimo.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo que nos has dado, Señor,            en este            sacramento, sean para 
            todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Dia 22/11          Santa Cecilia (virgen y mártir,          rojo)
      Antífona de          Entrada
      Este santa luchó hasta            la muerte por la ley de Dios y            no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba            afianzada sobre            roca firme.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios omnipotente y misericordioso, que mantuviste firme en medio          de los          tormentos a tu santa mártir Cecilia, protege a quienes          celebramos hoy su          triunfo, para que no caigamos nunca en las tentaciones del          enemigo.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Yo te desposaré conmigo            para siempre
Lectura del libro del            profeta Oseas
            2, 16. 17. 21-22
Esto dice el Señor:
          "Yo conduciré a Israel, mi esposa infiel, al desierto y le          hablaré al          corazón. Ella me responderá allá, como cuando era joven, como el          día en que          salió de Egipto.
          Israel, yo te desposaré conmigo para siempre. Nos uniremos en la          justicia y la          rectitud, en el amor constante y la ternura; yo te desposaré en          la fidelidad y          entonces tú conocerás al Señor".
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo 44
Escúchame, hija mía, y            presta oído.
Escúchame, hija mía, y          presta oído, olvida tu nación y          tu familia: prendado está el rey de tu hermosura, ante él, que          es tu Señor, la          frente inclina. Escúchame, hija mía, y presta oído Revestida de          oro y de          brocados, majestuosa penetra la princesa; la llevan ante el rey          y un grupo de          doncellas va tras ella.
          Escúchame, hija mía, y presta oído.
En gozoso cortejo del          palacio del rey cruzan las          puertas. A cambio de tus padres tendrás hijos que príncipes          harás sobre la          tierra.
          Escúchame, hija mía, y presta oído.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Esta es la joven virgen previsora, a quien el Señor encontró en          vela, y que, al          llegar el Señor, entró con él a la boda.
          Aleluya.
Evangelio
      ¡Ya viene el esposo!            ¡Salgan a su encuentro!
† Lectura del santo            Evangelio según san Mateo
            25, 1-13
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús          dijo a sus discípulos esta          parábola:
          "El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando          sus          lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran          descuidadas y          cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero          no llevaron          aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio,          llevaron cada una un          frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba,          les entró sueño          a todas y se durmieron.
          A medianoche se oyó un grito:
          "¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!"
          Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a          preparar sus          lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras:
          "Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están          apagando.
          Las previsoras les contestaron:
          "No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan          mejor a          donde lo venden y cómprenlo".
          Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que          estaban listas          entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más          tarde llegaron          las otras jóvenes y dijeron:
          "Señor, señor, ábrenos".
          Pero él les respondió:
          "Yo les aseguro que no las conozco".
          Por eso, estén preparados, porque no saben ni el día ni la          hora".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre          las Ofrendas
      Santifica, Señor, con tu          bendición estas ofrendas y          enciende en nosotros ese amor a ti, por el que tu santa mártir          Cecilia fue          capaz de soportar todos los tormentos.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Testimonio y ejemplo de            los mártires
En verdad es justo y          necesario, es nuestro deber y          salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre          santo, Dios          todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor.
          Porque la sangre de la gloriosa mártir santa Cecilia, derramada          como la de          Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable          poder, que          convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece          para que sea          testigo tuyo.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la          tierra te aclamamos,          diciendo sin cesar:
Antífona de la          Comunión
      Si alguno quiere venir            en pos de mí, que se niegue a            sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Que el sacramento que hemos recibido nos dé, Señor, la misma          fortaleza con la que          tu santa mártir Cecilia fue fiel en tu servicio y generosa en el          sufrimiento.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación          diaria
33ª semana. Viernes
CASA DE ORACIóN
— Jesús expulsa a los          mercaderes del Templo.
— El templo, lugar de          oración.
— El culto verdadero.
I. Una de las lecturas          previstas para la Misa de hoy1 nos narra un pasaje          del Libro de            los Macabeos, cuando Judas y sus hermanos, después de          vencer a los          enemigos, decidieron purificar y renovar el santuario del Señor,          que había sido          profanado por los gentiles y por quienes no habían permanecido          fieles a la fe          de sus mayores. Allí se dirigieron llenos de alegría, con            cánticos, con            arpas, con liras y con címbalos. Y se postró todo el pueblo            sobre sus rostros,            y adoraron y bendijeron a Dios. Celebraron durante ocho          días la dedicación          del altar y ofrecieron con gran júbilo holocaustos y sacrificios          de acción de          gracias y de alabanza. Adornaron la fachada del Templo con            coronas de oro y            con escudos, y dedicaron las puertas y las cámaras de los            ministros. Y hubo muy            grande alegría en el pueblo, y fue quitado el oprobio de las            gentes. Judas          Macabeo determinó que se celebrase ese día cada año con gran          solemnidad. El          Pueblo de Dios, después de tantos años de oprobio, manifestó su          piedad y su          amor a su Dios, con un júbilo desbordante.
El Evangelio de la          Misa2 nos muestra a Jesús santamente indignado al ver          la situación          en que se encontraba el Templo, de tal manera que expulsó de          allí a los que          vendían y compraban. En el Éxodo3 Moisés ya había          dispuesto que          ningún israelita se presentase en el Templo sin nada que          ofrecer. Para          facilitar el cumplimiento de esta disposición a los que venían          de lejos, se          había habilitado en los atrios del Templo un servicio de          compra-venta de          animales para ser sacrificados, y terminó siendo un verdadero          mercado de ganado          para el sacrificio. Lo que en un principio pudo ser tolerable y          hasta          conveniente, había degenerado de tal modo que la intención          religiosa del          principio se había subordinado a los beneficios económicos de          aquellos          comerciantes, que quizá eran los mismos servidores del Templo.          Este llegó a          parecer más una feria de ganado que un lugar de encuentro con          Dios4.
El Señor, movido por          el celo de la casa de su Padre5, por una piedad que          nacía de lo más          hondo de su Corazón, no pudo soportar aquel deplorable          espectáculo y los arrojó          a todos de allí con sus mesas y sus ganados. Jesús subraya la          finalidad del          Templo con un texto de Isaías bien conocido por todos6:          Mi casa            será casa de oración. Y añadió: pero vosotros habéis            hecho de ella una            cueva de ladrones. Quiso el Señor inculcar a todos cuál          debía ser el respeto          y la compostura que se debía manifestar en el Templo por su          carácter sagrado.          ¡Cómo habrá de ser nuestro respeto y devoción en el templo          cristiano –en las          iglesias–, donde se celebra el sacrificio eucarístico y donde          Jesucristo, Dios          y Hombre, está realmente presente en el Sagrario! "Hay una          urbanidad de la          piedad. —Apréndela. —Dan pena esos hombres "piadosos", que no          saben asistir a          Misa –aunque la oigan a diario–, ni santiguarse –hacen unos          raros garabatos,          llenos de precipitación–, ni hincar la rodilla ante el Sagrario          –sus genuflexiones          ridículas parecen una burla–, ni inclinar reverentemente la          cabeza ante una          imagen de la Señora"7.
II. Mi casa será            casa de oración. ¡Qué claridad tiene la expresión que          designa el templo          como la casa de Dios! Como tal hemos de tenerla. A ella          hemos de acudir          con amor, con alegría y también con un gran respeto, como          conviene al lugar          donde está, ¡esperándonos!, el mismo Dios.
Con frecuencia          tenemos noticia o asistimos a actos y ceremonias de la vida          política,          académica, deportiva: una recepción, un desfile, unas          Olimpiadas... Y se          advierte enseguida que el protocolo y una cierta solemnidad no          son superfluos.          Estos detalles, a veces mínimos –las precedencias, el modo de          vestir, el ritmo          pausado de andar...– , entran por los ojos y dan al acto una          buena parte de su          valor y de su ser.
También entre las          personas, el cariño se demuestra en pequeños pormenores, en          atenciones y          cuidados. La alianza que se regalan los futuros esposos u otras          atenciones no          son en sí mismas el amor, pero en ellas se manifiesta. Es el          rito sencillo que          el hombre necesita para expresar lo más íntimo de su ser. El          hombre, que no es          solo cuerpo ni solo alma, necesita también manifestar su fe en          actos externos y          sensibles, que expresen bien lo que lleva en su corazón. Cuando          se ve a          alguien, por ejemplo, hincar con devoción la rodilla ante el          Sagrario es fácil          pensar: tiene fe y ama a su Dios. Y este gesto de adoración,          resultado de lo          que se lleva en el corazón, ayuda a uno mismo y a otros a tener          más fe y más          amor. El Papa Juan Pablo II señala en este sentido la influencia          que tuvo en él          la piedad sencilla y sincera de su padre: "El mero hecho de          verle arrodillarse          –cuenta el Pontífice– tuvo una influencia decisiva en mis años          de juventud"8.
El incienso, las          inclinaciones y genuflexiones, el tono de voz adecuado en las          ceremonias, la          dignidad de la música sacra, de los ornamentos y objetos          sagrados, el trato y          decoro de estos elementos del culto, su limpieza y cuidado, han          sido siempre la          manifestación de un pueblo creyente. El mismo esplendor de los          materiales          litúrgicos facilita la comprensión de que se trata ante todo de          un homenaje a          Dios. Cuando se observa de cerca alguna de las custodias de la          orfebrería de          los siglos xvi y xvii se nota cómo casi siempre el arte se hace          más rico y precioso          conforme se acerca el lugar que ocupará la Hostia consagrada. A          veces desciende          a pormenores que apenas se notan a poca distancia: el arte mejor          se ha puesto          donde solo Dios –se diría– puede apreciarlo. Este cuidado hasta          en lo más          pequeño ayuda poderosamente a reconocer la presencia del propio          Dios.
Al Señor tampoco le          es indiferente el que vayamos a saludarle –¡lo primero!– al          entrar en una iglesia,          o el empeño por llegar puntuales a la Santa Misa –mejor unos          minutos antes de          que comience–, la genuflexión bien hecha delante de Él presente          en el Sagrario,          las posturas o el recogimiento que guardamos en su presencia...          ¿Es para nosotros          el templo el lugar donde damos culto a Dios, donde le          encontramos con una          presencia verdadera, real y substancial?
III. Gran parte de          las prescripciones que el Señor comunicó a Moisés en el Sinaí          tienden a fijar,          hasta en sus detalles, la dignidad de todo lo que hacía          referencia al culto.          Así, señala cómo ha de construirse el tabernáculo, el arca, los          utensilios, el          altar, las vestiduras sacerdotales; cómo han de ser las víctimas          que se          ofrezcan; qué fiestas deben guardarse; qué tribu y qué personas          han de ejercer          las funciones sacerdotales...9.
Todas estas          indicaciones muestran que las cosas sagradas están unidas de una          manera          especial a la Santidad divina; con ellas el Señor hace valer la          plenitud de sus          derechos. En aquel pueblo, tentado tan frecuentemente por los          ritos paganos,          Dios trató siempre de infundir un profundo respeto por lo          sagrado. Jesucristo          subrayó esa enseñanza con un espíritu nuevo. Precisamente el celo            por la            casa de Dios, por su honor y su gloria, constituye una          enseñanza central          del Mesías, que Cristo realiza al arrojar enérgicamente a los          mercaderes del          Templo; y en su predicación insistirá en el respeto con que          deben tratarse los          dones divinos, en ocasiones con palabras muy fuertes: no            deis a los perros            las casas santas, no echéis vuestras perlas a los cerdos10.
Hoy asistimos en          muchos lugares a un ambiente de desacralización. En esas          actitudes late una          concepción atea de la persona, para la cual "el sentido          religioso, que la          naturaleza ha infundido en los hombres, ha de ser considerado          como pura ficción          o imaginación, y que debe, por tanto, arrancarse totalmente de          los espíritus          por ser contraria absolutamente al carácter de nuestra época y          al progreso de          la civilización"11. A la vez, vemos cómo crecen,          incluso entre          personas que se llaman cultas, las prácticas adivinatorias, el          culto          desordenado y enfermizo a la estadística, a la planificación...:          la          incredulidad sale por todas partes. Y es que, en lo íntimo de su          conciencia, el          hombre atisba la existencia de Alguien que rige el universo, y          que no es          alcanzable por la ciencia. "No tienen fe. —Pero tienen          supersticiones"12.
La Iglesia nos          recuerda que solo Dios es nuestro único Señor. Y ha querido          determinar muchos          detalles y formas del culto, que son expresión del honor debido          a Dios y de un          verdadero amor. No solo enseña que la Santa Misa es el centro de          toda la          Iglesia y de la vida de cada cristiano, y ha determinado su          liturgia; ha          querido, además, que nuestras iglesias sean verdaderas casas            de oración.          Ha dispuesto que los templos estén abiertos en las horas          convenientes "para que          los fieles puedan fácilmente orar ante el Santísimo Sacramento"13.          Ha señalado14 lo que ha sido práctica constante a          través de los          siglos: el Sagrario ha de ser sólido, ha de estar en lugar          destacado y a la vez          recogido, para que los cristianos puedan honrar al Santísimo          Sacramento también          con culto privado. Ha de saberse, con signos claros, al entrar          en un templo          dónde está el Sagrario; por eso se prescribe el conopeo (el velo          que          ordinariamente debe cubrirlo), y que arda constantemente, en el          altar del          Sagrario, una lámpara de cera..., aunque estos detalles son en          primer lugar          manifestaciones de amor y de adoración a Jesucristo, realmente          presente, y solo          en segundo término señales indicadoras de su presencia. Todos          los fieles,          sacerdotes y laicos, hemos de ser "tan cuidadosos del culto y          del honor divino,          que puedan con razón llamarse celosos más que amantes... para          que imiten al          mismo Jesucristo, de quien son estas palabras: El celo de tu            casa me consume          (Jn 2, 17)"15.
1 Primera lectura.          Año 1. 1 Mac 4, 36-37; 52-59. — 2 Lc 19,          45-48. — 3          Cfr. Ex 23, 15. — 4 Cfr. Sagrada Biblia, Santos            Evangelios,          EUNSA, Pamplona 1983, nota a Mt 21, 12-13. — 5          Cfr. Jn 2,          17. — 6 Is 56, 7. — 7 San Josemaría          Escrivá, Camino,          n. 541. — 8 A. Frossard, No tengáis miedo, Plaza          Janés, Barcelona          1982, pp. 12-13. — 9 Cfr. Ex 25, 1 ss. — 10          Mt 7,          6. — 11 Juan XXIII, Enc. Mater et Magistra,          15-V-1961, 214. — 12          San Josemaría Escrivá, o. c., n. 587. — 13 Pablo          VI, Instr, Eucharisticum            misterium, 25-V-1967. — 14 Ibídem. — 15          Catecismo          Romano, III 2, n. 27.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa Cecilia
          Mártir
           Año 177
Santa          Cecilia bendita, dile a Dios          que también nosotros prefiramos 
          mil muertes antes que ser infieles a nuestra santa religión.
          No ofendas a nadie ni en mucho ni en poco (S. Biblia Ecl. 5,          15).
 
Por más          de mil años Santa Cecilia          ha sido muy venerada en la Iglesia Católica.
          Una tradición muy antigua dice que pertenecía a una de          las principales          familias de Roma, que acostumbraba vestir una túnica de tela muy          áspera y que          había consagrado a Dios su virginidad.
          Sus padres la comprometieron en matrimonio con un joven          llamado Valeriano,          pero Cecilia le dijo a éste que ella había hecho voto de          virginidad y que si él          quería ver al ángel de Dios debía hacerse cristiano. Valeriano          se hizo instruir          por el Papa Urbano y fue bautizado. Luego entre Cecilia y          Valeriano          convencieron a Tiburcio, el hermano de éste, y lograron que          también se hiciera          cristiano.
          Las historias antiguas dicen que Cecilia veía a su ángel          de la guarda.          El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los          cadáveres de los          cristianos. Pero Valeriano y Tiburcio se dedicaron a sepultar          todos los cadáveres          de cristianos que encontraban. Por eso fueron arrestados.          Llevados ante el          alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter.          Ellos le dijeron          que únicamente adoraban al verdadero Dios del cielo y a su Hijo          Jesucristo.          Entonces fueron ferozmente azotados y luego les dieron muerte.          Los dos santos          mártires animaban a los demás cristianos de Roma a sufrir con          gusto todos los          horrores, con tal de no ser infieles a la santa religión.
          En seguida la policía arrestó a Cecilia y le exigió que          renunciara a la religión          de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar          de la          verdadera religión. Entonces fue llevada junto a un horno          caliente para tratar          de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en          vez de          asfixiarse ella cantaba gozosa (quizás por eso la han nombrado          patrona de los          músicos). Visto que con este martirio no podían acabar con ella,          el cruel          Almaquio mandó que le cortaran la cabeza. La santa, antes de          morir le pidió al          Papa Urbano que convirtiera su hermosa casa en un templo para          orar, y así lo          hicieron después de su martirio. Antes de morir, había repartido          todos sus          bienes entre los pobres.
          En 1599 permitieron al escultor Maderna ver el cuerpo          incorrupto de la          santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, muy hermosa,          la cual se          conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma. Está acostada          de lado y parece          que habla.
          En Roma había ya en el año 545 un templo dedicado a esta          gran          Santa.  
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Miguel            de Tver, Santo Mártir, 22 Noviembre   
              
 Noviembre 22  Etimológicamente significa "¿quién como                  Dios?". Viene de la lengua hebrea.  |           
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Filemón            y Apia, Santa Mártires, 22 Noviembre          
              
 Discípulos de San Pablo Etimológicamente significa "lo mismo".                  Viene de la lengua latina.  |           
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Fuente:          Vatican.va 
          Pedro Esqueda Ramírez, Santo Mártir, 22 Noviembre   
              
 Nació en San Juan de los Lagos, Jal.                  (Diócesis de San Juan de los Lagos), el 29 de abril de                  1887.   |           
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Fuente:          Vatican.va 
          Salvador Lilli y compañeros mártires, Beato Mártires, 22          Noviembre            
              
 Salvatore Lilli nació en Capadocia,                  provincia italiana de Aquila, el 19 de junio de 1853. En                  1870 entró en la Orden franciscana. En 1873 tuvo que                  proseguir los estudios en Tierra Santa, pues el Gobierno                  italiano había suprimido las Órdenes religiosas. Recibió                  la ordenación sacerdotal en Jerusalén, el 16 de abril de                  1878.  |           
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Fuente:          ACI Prensa 
          Tomás Reggio, Beato Obispo, 22 Noviembre   
              
 Nació en Génova (Italia) el 9 de Enero de                  1818 de una familia noble. Aunque si podría prever para                  él una carrera brillante, a los 20 años decidió ser                  sacerdote dejando todo para atrás.   |           
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Fuente:          LaSalle.org 
          Elías Julián Torrijo, Beato Mártir Lasallista, 22          Noviembre   
              
 Julián Torrijo Sánchez nació en Torrijo del                  Campo, Teruel, el 17 de noviembre de 1900. Fue bautizado                  el 18 del mismo mes.  |           
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Fuente:          Lasalle.org 
          Beltrán Francisco Lahoz, Beato Mártir Lasallista, 22          Noviembre   
              
 Francisco Lahoz Moliner nació en Campos,                  Teruel, el 15 de octubre de 1912. Fue bautizado al día                  siguiente de su nacimiento.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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