JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 17, 26-37
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, Jesús dijo a sus          discípulos: 
          "Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el          tiempo del Hijo          del hombre: 
          comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en          que Noé entró en          el arca; 
          entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. 
          Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban          y vendían,          sembraban y 
          construían; pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego          y azufre del          cielo y los hizo 
          perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo          del hombre se manifieste.          
          Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la          casa, que no baje a          recogerlas; y el 
          que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la          mujer de Lot.          Quien intente 
          conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.          
          Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será          tomado y el          otro abandonado; 
          habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra          abandonada". 
          Entonces, los discípulos le preguntaron: 
          "¿Dónde sucederá eso, Señor?" 
          Y él les respondió: 
          "Donde hay un cadáver, allí se juntan los buitres".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
vie          32a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Que se              postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten              himnos en tu honor y              alabanzas a tu nombre.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos            y la tierra;            escucha 
            paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de            nuestra vida            transcurran en tu paz.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Si              pudieron investigar el universo, ¿cómo no descubrieron a su              creador? 
Lectura              del libro de la Sabiduría 13, 1-9
Insensatos han sido todos            los hombres que no han conocido a Dios y no han sido capaces            de 
            descubrir, a través de las cosas buenas que se ven a            "Aquél-que-es";            que no han reconocido al 
            artífice, fijándose en sus obras, sino que han considerado            como dioses al            fuego, al viento, al aire 
            sutil, al cielo estrellado, al agua impetuosa o al sol y a la            luna, que rigen            el mundo. 
            Si fascinados por la belleza de las cosas, pensaron que éstos            eran dioses,            sepan cuánto los 
            aventaja el Señor de todas ellas, pues fue el autor mismo de            la belleza quien            las creó.Y si fue su 
            poder y actividad lo que los impresionó, deduzcan de ahí            cuánto más poderoso es            Aquél que las 
            hizo; pues reflexionando sobre la grandeza y hermosura de las            criaturas, se            puede llegar a 
            contemplar a su creador. 
            Sin embargo, no son estos hombres tan dignos de reprensión,            pues tal vez andan            desorientados, 
            buscando y queriendo encontrar a Dios. Como viven entre sus            obras, se esfuerzan            por 
            conocerlas y se dejan fascinar por la belleza de las cosas que            ven. Pero no por            eso tienen 
            excusa, pues si llegaron a ser tan sabios para investigar el            universo, ¿cómo no            llegaron a 
            descubrir fácilmente a su creador?
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 18
Los              cielos proclaman la gloria de Dios.
Los            cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la            obra de sus            manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se            lo trasmite a la            otra noche.
            Los cielos proclaman la gloria de Dios.
Sin que            pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la            tierra llega su sonido            y su mensaje hasta el fin del mundo.
            Los cielos proclaman la gloria de Dios.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora            de su liberación,            dice el Señor.
            Aleluya.
Evangelio
      Lo mismo sucederá el día en              que el Hijo del hombre se manifieste
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 17, 26-37
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, Jesús dijo            a sus discípulos: 
            "Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el            tiempo del Hijo            del hombre: 
            comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en            que Noé entró en            el arca; 
            entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. 
            Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían,            compraban y vendían,            sembraban y 
            construían; pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió            fuego y azufre del            cielo y los hizo 
            perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo            del hombre se            manifieste. 
            Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la            casa, que no baje a            recogerlas; y el 
            que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de            la mujer de Lot.            Quien intente 
            conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la            conservará. 
            Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno            será tomado y el            otro abandonado; 
            habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra            abandonada". 
            Entonces, los discípulos le preguntaron: 
            "¿Dónde sucederá eso, Señor?" 
            Y él les respondió: 
            "Donde hay un cadáver, allí se juntan los buitres".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Concédenos, Señor,            participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que            celebramos 
            el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra            de nuestra            redención.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Alabanza a Dios por la              creación y redención del género humano
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo 
            lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues            por medio de tu            amado Hijo, eres el 
            creador del género humano, y también el autor bondadoso de la            nueva creación.
            Por eso, 
            con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te            alaban todos los            redimidos y unánimes te 
            bendicen tus santos. Con ellos, también nosotros, a una con            los ángeles,            cantamos tu gloria 
            gozosos diciendo:
Antífona de la Comunión
      Para              mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta              los bordes.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad para que,            alimentados del mismo            pan del cielo, 
            permanezcamos siempre unidos por el mismo amor.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
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Dia 15/11 San          Alberto Magno (obispo y          doctor de la Iglesia, blanco)
      Antífona de          Entrada
      Buscaré            a mis ovejas, dice el            Señor, y suscitaré un pastor que las apaciente: yo, el Señor,            seré su Dios.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios todopoderoso y eterno, que has dado un doctor a tu Iglesia          en la figura de          tu obispo san Alberto Magno; has que todo cuanto él enseñó bajo          el magisterio          de Espíritu, arraigue para siempre en nuestros corazones; y que,          por gracia tuya,          es nuestro protector, sea también nuestro abogado y atraiga          sobre nosotros tu          misericordia.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Lo            llenará con un espíritu de            inteligencia
Lectura            del libro del Eclesiástico
            15, 1-6
El que          teme al Señor hará siempre          el bien y quien es fiel a la ley obtendrá sabiduría.
          Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como          una esposa recién          casada.
          Lo nutrirá con el pan de la sensatez y le dará a beber el agua          de la prudencia.
          Si se apoya en ella, no vacilará; si confía en ella, no quedará          defraudado.
          La sabiduría lo hará destacar entre sus compañeros y le dará          elocuencia en la          asamblea.
          Lo llenará con un espíritu de inteligencia, lo revestirá con una          túnica de          gloria.
          Lo colmará de gozo y alegría y le dará en herencia un nombre          perdurable.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del            salmo 118
Enséñame,            Señor, a gustar tus            mandamientos.
Sólo          cumpliendo todos tus mandatos          puede un joven vivir honestamente.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Con          todo el corazón te estoy          buscando, de tu ley no permitas que me aleje.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Guardo          tus mandamientos en mi          pecho para nunca ofenderte.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Bendito          eres, Señor, enséñale a tu          siervo lo que ordenas.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Todos          los mandamientos de tu boca          mis labios enumeran.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Me          gozo más cumpliendo tus          preceptos, que teniendo riquezas.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Abre, Señor, nuestros corazones, para que comprendamos las          palabras de tu Hijo.
          Aleluya.
Evangelio
      Cosas            nuevas y cosas antiguas
†            Lectura del santo Evangelio            según san Mateo
            13, 47-52
Gloria            a ti, Señor.
En          aquel tiempo, Jesús dijo a la          multitud:
          "El Reino de los cielos se parece a la red que los pescadores          echan en el mar          y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los          pescadores la sacan a          la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos          en canastos y          tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos:          vendrán los          ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al          horno          encendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han          entendido todo          esto?"
          Ellos le contestaron:
          "Sí".
          Entonces él les dijo:
          "Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los          cielos es          semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas          nuevas y cosas          antiguas".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre          las Ofrendas
      Cuya          vida y doctrina nos impulsan          a alabarte con todo nuestro ser.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Los            santos pastores siguen            presentes en la Iglesia
En          verdad es justo y necesario, es          nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo          lugar, Señor, Padre          Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor.
          Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad          de San Alberto          Magno, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con          su palabra y          protegernos con su intercesión.
          Por eso,
          con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza,          diciendo sin          cesar:
Antífona de la          Comunión
      Este            es el criado fiel y solicito            a quién el Señor ha puesto al frente de su familia, para que            les reparta la            ración a sus horas.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Reanimados por estos sacramentos te rogamos, Señor, humildemente          que, a ejemplo          de san Alberto Magno nos esforcemos en dar testimonio de aquella          misma fe que          él profesó en su vida, y en llevar a la práctica todas sus          enseñanzas.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
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† Meditación diaria
32ª semana. Viernes
EL SENTIDO CRISTIANO          DE LA MUERTE
— No podemos vivir de          espaldas a ese momento supremo. Nos preparamos día a día.
— La muerte adquiere          un sentido nuevo con la Muerte y Resurrección de Cristo.
— Lecciones para la          vida que nos da la muerte.
I. El Evangelio de la          Misa1 nos habla de la segunda venida de Cristo a la          tierra, que será          inesperada. Pues como el relámpago fulgurante brilla de un            extremo al otro            del cielo, así será en su momento el día del Hijo del hombre.          En este          discurso del Señor se interponen diversos planos de sucesos, y          en todos ellos          se hace hincapié en la repentina llegada de Jesús glorioso al          fin de los          tiempos.
Los discípulos,          llevados por una curiosidad natural, preguntan dónde y cuándo          tendrán lugar los          acontecimientos que acaban de oír. El Señor les responde con un          proverbio          conocido ya seguramente por ellos: Donde quiera que esté el            cuerpo, allí se            reunirán las águilas. Quiere poner de manifiesto Jesús          que, con la misma          rapidez con que las aves de rapiña se dirigen a su presa, así          será el encuentro          del Hijo de Dios con el mundo al fin de los tiempos y con cada          hombre al fin de          sus días. Porque vosotros sabéis muy bien -escribe San          Pablo a los          primeros cristianos de Tesalónica- que como el ladrón en la            noche, así            vendrá el día del Señor2. Es una llamada, una          vez más, a la vigilancia,          a no vivir de espaldas a esa jornada definitiva –el día del            Señor– en la          que por fin veremos cara a cara a Dios. San Agustín, comentando          este Evangelio,          enseña que la razón por la que estas cosas permanecen ocultas es          para que          estemos siempre preparados3.
En algunos ambientes          no es fácil hoy hablar de la muerte; solo el hecho de          mencionarla parece un          asunto desagradable, de mal gusto. Sin embargo, es el          acontecimiento que          ilumina la vida, y la Iglesia nos invita a meditarlo;          precisamente para que no          nos encuentre desprevenidos ese momento supremo. El modo pagano          de pensar y de          vivir de muchos –incluso de algunos que externamente se dicen          cristianos– les          lleva a vivir de espaldas a esta realidad y a borrar, en lo          posible, las          señales indicadoras de que caminamos deprisa a un fin. Y toman          esta actitud          porque ignoran el sentido verdadero de la muerte. En vez de          considerarla como          una "amiga" o incluso como una "hermana"4, se la ve          como una          catástrofe, la gran catástrofe que un día ha de llegar y que          echa por tierra          los planes y las ilusiones en los que se ha puesto todo el          sentido del vivir;          por tanto –piensan–, es preciso ignorarla, como si no hubiera de          afectarnos          personalmente. En lugar de verla como lo que en realidad es, la            llave de          la felicidad plena, se la ve como el fin del bienestar          que tanto cuesta          amasar aquí abajo. Ignoran, en su falta de fe operativa y          práctica, que el          hombre seguirá existiendo, aunque haya de "cambiar de casa"5.          Como          nos recuerda frecuentemente la liturgia, vita mutatur, non            tollitur6,          la vida se cambia, pero no se pierde. Para el cristiano, la          muerte es el final          de una corta peregrinación y la llegada a la meta definitiva,          para la que nos          hemos preparado día a día7, poniendo el alma en las          tareas          cotidianas. Con ellas, y a través de ellas, nos hemos de ganar          el Cielo. Por          eso, para él ese momento no llegará como el ladrón en la            noche, porque          cuenta, serenamente, con ese encuentro definitivo con su Señor.          Sabe bien que          la muerte "es un paso y traslado a la eternidad, después de          correr en esta          carrera temporal"8.
Con todo, "si alguna          vez te intranquiliza el pensamiento de nuestra hermana la          muerte, porque ¡te          ves tan poca cosa!, anímate y considera: ¿qué será ese Cielo que          nos espera,          cuando toda la hermosura y la grandeza, toda la felicidad y el          Amor infinitos          de Dios se viertan en el pobre vaso de barro que es la criatura          humana, y la          sacien eternamente, siempre con la novedad de una dicha nueva?"9.
II. La Sagrada          Escritura nos enseña expresamente que Dios no hizo la            muerte, ni se alegra            en la perdición de los seres vivos10. Antes del          pecado original          no había muerte, tal y como hoy la conocemos, con ese sentido          doloroso y          difícil con que tantas veces la hemos visto, quizá de cerca, La          rebelión del          primer hombre trajo consigo la pérdida de dones extraordinarios          que Dios le          había concedido al crearlo. Y así, ahora, para llegar a la casa            del Padre,          nuestra definitiva morada, hemos de atravesar esa puerta: es el          tránsito de            este mundo al Padre11. La desobediencia de Adán          llevó consigo,          junto a la pérdida de la amistad con Dios, la pérdida del don          gratuito de la          inmortalidad.
Pero Jesucristo destruyó            la muerte e iluminó la vida12, le quitó su          maldad esencial, el          aguijón, el veneno; y, gracias a Él, adquiere un sentido nuevo;          se convierte en          el paso a una Vida nueva. Su victoria se transmite a todos los          que creen en Él          y participan de su Vida. Yo soy –afirmó el Maestro– la            resurrección y            la Vida; el que cree en Mí, aun cuando hubiere muerto, vivirá,            y todo el que            vive y cree en Mí, no morirá para siempre13.          Aunque la muerte es          el enemigo del hombre en su vida natural, en Cristo se convierte          en "amiga" y          "hermana". Aunque el hombre sea derrotado por ese enemigo, sale          al fin vencedor          porque mediante ella, mediante la muerte, adquiere la plenitud          de la Vida. Se          entiende bien que para una sociedad que tiene como fin casi          exclusivo, o          exclusivo, los bienes materiales, la muerte siga siendo el          fracaso total, el          último enemigo que acaba de golpe con todo lo que dio sentido a          su vivir:          placer, gloria humana, goce de los sentidos, ansias desordenadas          de bienestar          material... Quienes tienen el alma pagana siguen viviendo como          si Cristo no          hubiera realizado la Redención, transformando completamente el          sentido del dolor,          del fracaso y de la muerte.
La muerte de los            pecadores es pésima14, afirma la Sagrada Escritura; en cambio, es            preciosa, en la            presencia de Dios, la muerte de los santos15.          En este mismo          sentido, la Iglesia celebró desde los primeros tiempos el día de          la muerte de          los mártires y de los santos como un día de alegría; era el dies            natalis,          el día del nacimiento a la nueva Vida, a la felicidad sin          término, el día en          que contemplaron, radiantes, el rostro de Jesús. Bienaventurados            los muertos            que mueren en el Señor, nos recuerda el Apocalipsis.          Sí, dice el            Espíritu, que descansen de sus trabajos, pues sus obras los            acompañan16.          No solamente serán premiados por su fidelidad a Cristo, hasta en          lo más pequeño          –hasta un vaso de agua dado por Cristo recibirá su recompensa17–,  sino          que, como enseña la Iglesia, permanecerán con ellos, de algún          modo, "los          bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad,          en una palabra,          los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo,          después de          haberlos propagado por la tierra con el Espíritu del Señor y de          acuerdo con su          mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha,          iluminados y          transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino            eterno y            universal..."18. Todo lo demás se perderá:          volverá a la tierra y          al olvido... Sus buenas obras le acompañan.
III. La muerte nos da          grandes lecciones para la vida. Nos enseña a vivir con lo          necesario,          desprendidos de los bienes que hemos de usar, pero que dentro de          un tiempo,          siempre corto, habremos de dejar; llevaremos, para siempre, el          mérito de          nuestras buenas obras.
La muerte nos enseña          a aprovechar bien cada día: carpe diem19,          goza del presente,          decían los antiguos; y nosotros, con sentido cristiano, podemos          darle un          sentido nuevo: aprovechemos gozosamente cada día como si fuera          el único,          sabiendo que ya no se repetirá jamás. Hoy, a la hora del examen          de conciencia,          nos dará gran alegría pensar en las jaculatorias, actos de amor          al Señor, trato          con el Ángel Custodio, favores a los demás, pequeños servicios,          vencimientos en          el cumplimiento del deber, paciencia quizá..., que el Señor ha          convertido en          joyas preciosas para la eternidad. Con la muerte termina la          posibilidad de          merecer para la vida eterna20. No dejemos escapar          estos días,          numerados y contados, que faltan para llegar al final del          camino.
La incertidumbre del          momento de nuestro encuentro definitivo con Dios nos impulsa a          estar          vigilantes, como quien aguarda la llegada de su Señor21,          cuidando          con esmero el examen de conciencia, con contrición verdadera por          las flaquezas          de esa jornada; aprovechando bien la Confesión frecuente para          limpiar el alma          aun de pecados veniales y de las faltas de amor. El recuerdo de          la muerte nos          ayuda a trabajar con más empeño en la tarea de la propia          santificación, viviendo          no como necios, sino como prudentes, redimiendo el tiempo22,          recuperando tantos días y tantas oportunidades perdidas; a veces          puede ocurrir          lo que escribió el clásico: "No es que tengamos poco tiempo, es          que hemos          perdido mucho"23. Aprovechemos el que nos queda.
Hemos de desear vivir          largo tiempo, para rendir mayores servicios a Dios, para          presentarnos delante          del Señor con las manos más llenas..., y porque amamos la vida,          que es un          regalo de Dios. Y cuando llegue nuestro encuentro con el Señor,          hasta esos          últimos instantes nos han de servir para purificar nuestra vida          y ofrecernos          con un acto de amor a Dios Padre. Para ese trance escribió San          Ignacio de          Loyola: "Como en la vida toda, así también en la muerte, y mucho          más, debe cada          uno (...) esforzarse y procurar que Dios nuestro Señor sea en          ella glorificado          y servido, y los prójimos edificados, a lo menos del ejemplo de          su paciencia y          fortaleza, con fe viva, esperanza y amor de los bienes          eternos..."24.          El último instante aquí en la tierra debe ser también para la          gloria de Dios.          ¡Qué alegría nos dará entonces todo lo que nos afanamos en          llevar a cabo en la          vida por el Señor!: el trabajo ofrecido, las personas que          procuramos acercar al          sacramento de la Confesión, los mil pequeños detalles de          servicio a quien          trabajó tantas horas con nosotros, la alegría que llevamos a la          familia y a          todos, las intemperancias que procuramos disculpar y olvidar...
Después de haber          dejado aquí frutos que perdurarán hasta la vida eterna,          partiremos. Entonces          podremos decir con el poeta:
"—Dejó mi amor la          orilla
          y en la corriente canta.
          —No volvió a la ribera
          que su amor era el agua"25.
1 Lc 17, 26-37.          — 2 1 Tes 5, 2. — 3 Cfr. San Agustín, Comentario            al            Salmo 120, 3. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino,          nn. 735          y 739, — 5 Cfr. Ibídem, n. 744. — 6          Misal Romano, Prefacio            de difuntos. — 7 Cfr. C. Pozo, Teología del            más allá, BAC,          Madrid 1980, pp. 468 ss. — 8 San Cipriano, Tratado            sobre la            mortalidad, 22. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco,          n. 891. — 10          Sab 1, 13. — 11 Jn 13, 1. — 12 2            Tim 1, 10.          — 13 Jn 11, 25. — 14 Sal 33, 22.          — 15 Sal          15, 15. — 16 Apoc 14, 13. — 17 Mt          10, 42. — 18          Conc Vat. II, Const. Gaudium et spes, 39. — 19          Horacio, Odas, 1,          11, 7. — 20 Cfr. León X, Bula Exsurge Domine,          15-VI-1520, prop. 38. — 21 Cfr. Lc          12, 35-42. — 22 Ef 5, 15-16. — 23          Séneca, De brevitate            vitae, 1, 3. — 24 San Ignacio de Loyola, Constituciones          S.          I., p. 6ª. c, 4, n. 1. — 25 B. Llorens, Secreta            fuente, Rialp,          Madrid 1948, p. 86.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San Alberto          Magno
        Doctor          de la Iglesia
           Año 1280
      La Virgen Santísima nos          conceda como a su buen devoto          San Alberto, 
          el don de la sabiduría, para hacer mucho bien.
El primer paso para          adquirir sabiduría es 
          tener un gran deseo de instruirse 
          (S. Biblia. Proverbios).
 
Alberto significa: "de          buena familia" (Al =          familia. Bert = buena).
Ya en su tiempo la gente lo          llamaba "El          Magno", el grande, el magnífico, por la sabiduría tan admirable          que había          logrado conseguir. Lo llamaban también "El Doctor Universal"          porque          sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, de          filosofía,          etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. La          gente decía          "Sabe todo lo que se puede saber" y le daba el título de          "milagro          de la época", "maravilla de conocimientos" y otros más.
Tuvo el honor San Alberto          de haber sido el maestro del          más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás          de Aquino, y          esto le aumentó su celebridad. El descubrió el genio que había          en el joven          Tomás.
Nació en Alemania en 1206.          Era de familia rica y de          importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era          Conde, o sea          gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua.          Allí se encontró          con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de          Sajonia, sucesor          de Santo Domingo, y aunque el papá de Alberto se oponía a que su          hijo se          hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan          impresionante          para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre          de mundo, y          entró de religioso con los Padres Dominicos.
Él mismo contaba que de          joven le costaban los estudios          y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba.          Pero al tratar de          huir por una escalera colgada de una pared, en la parte de          arriba, le pareció          ver a Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: "Alberto, ¿por          qué en          vez de huir del colegio, no me rezas a Mí que soy 'Trono de la          Sabiduría?'.
Si me tienes fe y          confianza, yo te daré una memoria          prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí,          cuando ya te          vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías". Y así sucedió. Y          al final de          su vida, un día en un sermón se le olvidó todo lo que sabía, y          dijo: "Es          señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la          Virgen Santísima".          Y se retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse          para morir, y a          los pocos meses murió.
En Colonia, en París y en          varias otras universidades          fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes          a escuchar sus          clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la          filosofía, y de          haber descubierto que el filósofo Aristóteles tiene un gran          parecido con las          ideas cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo          Tomás).
Escribió 38 volúmenes, de          todos los temas. Teología,          filosofía, geografía, química, astronomía, etc. Era una          verdadera enciclopedia          viviente.
Fue nombrado superior          provincial de su comunidad de          Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona,          pero a los dos          años renunció a ese cargo para dedicarse a dar clases y          escribir, que eran sus          oficios preferidos.
Habiendo sido de familia          muy rica y de alta posición          social, recorrió Alemania predicando, y viajando de limosna y          hospedándose          donde le dieran posada como a un limosnero. Era una buena          práctica para aumentar          la virtud de la humildad.
El 15 de noviembre de 1280,          mientras charlaba          tranquilamente con unos religiosos de su comunidad, quedó muerto          plácidamente.          Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido más sabio que todos los          sabios de su          tiempo. Todas las enseñanzas tenían por fin llevar el alma hacia          Dios que es          amor.
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Fuente:          Wikipédia 
        Eugenio            de Toledo, Santo Obispo y mártir, 15          Noviembre   
              
 Obispo,                  escritor y poeta español de la época visigoda. Es uno de                  los Padres de la Iglesia hispánica.  |           
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Leopoldo            de Austria, Santo          Príncipe, 15 Noviembre   
              
 Noviembre                    15 
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Fuente:            Vatican.va 
        María            de la Pasión, Beata Religiosa fundadora, 15          de noviembre   
              
 Maria della Passione                  (1839-1904)                |           
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José            Mkasa Balikuddembé, Santo          Mártir, 15 Noviembre   
              
 En                  Mengo, lugar de Uganda, san José Mkasa Balikuddembé,                  mártir, que siendo al consejero del rey por lo                  administraba el palacio real, recibió el bautismo y ganó                  a muchos jóvenes para Cristo y defendió a los niños de                  la corte de las pasiones viciosas del rey Mwenga, y,                  debido a esto, el rey, enfurecido, ordenó degollarle a                  los veinticinco años de edad (1885).  |           
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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