JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 16, 9-15
Gloria a ti, Señor.
          En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
          "Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que,          cuando          ustedes mueran, los 
          reciban en el cielo. El que es fiel en las cosas pequeñas,          también es fiel en          las grandes; y el que 
          es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las          grandes. Si ustedes          no son fieles 
          administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les          confiará los          bienes verdaderos? Y 
          si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les          confiará lo que sí          es de ustedes? 
          No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y          amará al otro, o          se apegará al 
          primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes          servir a Dios y          al dinero".
          Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del          dinero, se burlaron          de Jesús. Pero él 
          les dijo: 
          "Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres, pero          Dios          conoce sus corazones, y 
          lo que es muy estimable para los hombres, es detestable para          Dios".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús. 
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
sab          31a. Ordinario año impar
      Antífona de entrada
      Entremos              y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él              es nuestro Dios.
Oración            Colecta
      Señor, que tu amor            incansable cuide y proteja siempre            a estos hijos tuyos, que has puesto en tu 
            gracia toda su esperanza.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Salúdense              mutuamente con el saludo de paz
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16,              3-9.16.22-27
Hermanos: Saluden a Prisca y            a Aquila, colaboradores míos en el servicio de Cristo Jesús, 
            quienes por salvar mi vida arriesgaron la suya. Al ellos, no            sólo yo, sino            también todas las 
            comunidades cristianas del mundo pagano les debemos gratitud.            Saluden también a            la 
            comunidad que se reúne en casa de ellos.
            Saluden a mi querido Epéneto, el primero que en la provincia            de Asia se hizo            cristiano. Saluden 
            a María, que ha trabajado tanto por ustedes. Saluden a            Andrónico y a Junías,            mis paisanos y 
            compañeros en el apostolado y que se hicieron cristianos antes            que yo. Saluden            a Ampliato, a 
            quien tanto quiero en el Señor. Saluden a Urbano, colaborador            nuestro en el            servicio de Cristo, y 
            a mi querido Estaquio. Salúdense los unos a los otros con el            saludo de paz.            Todas las 
            comunidades cristianas los saludan.
            Yo, Tercio, el escribano de esta carta, también les mandó un            saludo en el            Señor. Los saluda 
            Gayo, que me hospeda a mí y se pone a disposición de la            comunidad. 
            Los saludan Erasto, administrador de la ciudad, y Cuarto,            nuestro hermano.
            Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos            ustedes. Amén. A Aquél            que puede 
            darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado,            predicando a Cristo,            conforme a 
            la revelación del misterio mantenido en secreto durante            siglos, y ahora, en            cumplimiento del 
            designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las            Sagradas Escrituras,            para atraer a 
            todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único,            infinitamente            sabio, démosle gloria por 
            Jesucristo para siempre. Amén.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 144
Dichosos              los que aman al Señor.
Un día            tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.            Muy digno de            alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable.
            Dichosos los que aman al Señor.
Cada            generación a la que sigue anunciará tus obras y proezas. Se            hablará de tus            hechos portentosos, del glorioso esplendor de tu grandeza.
            Dichosos los que aman al Señor.
Que te            alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te            bendigan. Que            proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus            maravillas.
            Dichosos los que aman al Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos 
            con su pobreza. 
            Aleluya.
Evangelio
      Si con el dinero, tan lleno              de injusticias no fueron fieles, ¿quién les confiará los              bienes verdaderos?
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 16, 9-15
Gloria a ti, Señor.
            En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
            "Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que,            cuando            ustedes mueran, los 
            reciban en el cielo. El que es fiel en las cosas pequeñas,            también es fiel en            las grandes; y el que 
            es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las            grandes. Si ustedes            no son fieles 
            administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién            les confiará los            bienes verdaderos? Y 
            si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les            confiará lo que sí            es de ustedes? 
            No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y            amará al otro, o            se apegará al 
            primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden            ustedes servir a Dios y            al dinero".
            Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del            dinero, se burlaron            de Jesús. Pero él 
            les dijo: 
            "Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres,            pero Dios            conoce sus corazones, y 
            lo que es muy estimable para los hombres, es detestable para            Dios".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús. 
Oración            sobre las ofrendas
      Señor, Dios nuestro, tú que            nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras            fuerzas, 
            conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio            Común I
      Restauración universal en              Cristo
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre            y en todo 
            lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por            Cristo nuestro            Señor. A quien hiciste 
            fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que            participáramos todos. 
            El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre            derramada en la            cruz,
            puso en paz todas las cosas.Y así, constituido Señor del            universo, es fuente de            salvación eterna 
            para cuantos creen en Él.
            Por eso, 
            con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos            sin cesar el himno 
            de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Demos              gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que              hace por su              pueblo; porque da de beber al que tiene sed y les da de              comer a los              hambrientos.
Oración después de la comunión
      Señor,            tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un            mismo cáliz,
            concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro            trabajo sea eficaz            para la salvación 
            del mundo.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
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† Meditación diaria
31ª semana. Sábado
SERVIR A UN SOLO          SEÑOR
— Pertenecemos a Dios          por entero.
— Unidad de vida.
— Rectificar la          intención.
I. En la Antigüedad,          el siervo se debía íntegramente a su señor. Su actividad llevaba          consigo una          dedicación tan total y absorbente que no cabía compartirla con          otro trabajo u          otro amo. Así se entienden mejor las palabras de Jesús, que          leemos en el          Evangelio de la Misa1: Ningún criado puede servir            a dos señores,            pues odiará a uno y amará al otro, o preferirá a uno y            despreciará al otro.          Y concluye el Señor: No podéis servir a Dios y al dinero.
Seguir a Cristo          significa encaminar a Él todos nuestros actos. No tenemos un          tiempo para Dios y          otro para el estudio, para el trabajo, para los negocios: todo          es de Dios y a          Él debe ser orientado. Pertenecemos por entero al Señor y a Él          dirigimos          nuestra actividad, el descanso, los amores limpios... Tenemos          una sola vida,          que se ordena a Dios con todos los actos que la componen. "La          espiritualidad no          puede ser nunca entendida como un conjunto de prácticas piadosas          y ascéticas          yuxtapuestas de cualquier modo al conjunto de derechos y deberes          determinados          por la propia condición; por el contrario, las propias          circunstancias, en          cuanto respondan al querer de Dios, han de ser asumidas y          vitalizadas          sobrenaturalmente por un determinado modo de desarrollar la vida          espiritual,          desarrollo que ha de alcanzarse precisamente en y a través de          aquellas circunstancias"2.
Como el hilo sujeta          las cuentas de un collar, así el deseo de amar a Dios, la          rectitud de          intención, dan unidad a todo cuanto hacemos. Por el ofrecimiento          de obras          pertenecen al Señor todas nuestras actividades de la jornada,          las alegrías y          las penas. Nada queda fuera del amor. "En nuestra conducta          ordinaria,          necesitamos una virtud muy superior a la del legendario rey          Midas: él convertía          en oro cuanto tocaba.
"—Nosotros hemos de          convertir –por amor– el trabajo humano de nuestra jornada          habitual, en obra de          Dios, con alcance eterno"3.
El quehacer de todos          los días, el cuidado de los instrumentos que empleamos en el          trabajo, el orden,          la serenidad ante las contradicciones que se presentan, la          puntualidad, el          esfuerzo que supone el cumplimiento del deber... es la materia          que debemos          transformar en el oro del amor a Dios. Todo está dirigido al          Señor, que es          quien da un valor eterno a nuestras obras más pequeñas.
II. El empeño por          vivir como hijos de Dios se realiza principalmente en el          trabajo, que hemos de          dirigir a Dios; en el hogar, llenándolo de paz y de espíritu de          servicio; y en          la amistad, camino para que los demás se acerquen más y más al          Señor. Con todo,          en cualquier momento del día o de la noche debemos mantener ese          empeño por ser,          con la ayuda de la gracia, hombres y mujeres de una pieza, que          no se comportan          según el viento que corre o que dejan el trato con el Señor para          cuando están          en la iglesia o recogidos en oración. En la calle, en el          trabajo, en el deporte,          en una reunión social, somos siempre los mismos: hijos de Dios,          que reflejan          con amabilidad su seguimiento a Cristo en situaciones bien          diversas: ya            comáis, ya bebáis, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo            para la gloria de            Dios4, aconsejaba San Pablo a los primeros          cristianos. "Cuando          te sientes a la mesa –comenta San Basilio a propósito de este          versículo–, ora.          Cuando comas pan, hazlo dando gracias al que es generoso. Si          bebes vino,          acuérdate del que te lo ha concedido para alegría y alivio de          enfermedades.          Cuando te pongas la ropa, da gracias al que benignamente te la          ha dado. Cuando          contemples el cielo y la belleza de las estrellas, échate a los          pies de Dios y          adora al que con su Sabiduría dispuso todas estas cosas. Del          mismo modo, cuando          sale el sol y cuando se pone, mientras duermas y despierto, da          gracias a Dios          que creó y ordenó todas estas cosas para provecho tuyo, para que          conozcas, ames          y alabes al Creador"5. Todas las realidades nobles          nos deben llevar          a Él.
De la misma manera          que cuando se ama a una criatura de la tierra se la quiere las          veinticuatro          horas del día, el amor a Cristo constituye la esencia más íntima          de nuestro ser          y lo que configura nuestro actuar. Él es nuestro único Señor, al          que procuramos          servir en medio de los hombres, siendo ejemplares en el trabajo,          en los negocios,          a la hora de vivir la doctrina social de la Iglesia en los          diversos ámbitos de          nuestra actividad, en el cuidado de la naturaleza, que es parte          de la Creación          divina... No tendría sentido que una persona que tratara al          Señor con intimidad          no se esforzara a la vez, y como una consecuencia lógica, por          ser cordial y          optimista, por ser puntual en su trabajo, por aprovechar el          tiempo, por no          hacer chapuzas en su tarea...
El amor a Dios, si es          auténtico, se refleja en todos los aspectos de la vida. De aquí          que, aunque las          cuestiones temporales tengan su propia autonomía y no exista una          "solución          católica" a los problemas sociales, políticos, etc., tampoco          existan ámbitos de          "neutralidad", donde el cristiano deje de serlo y de actuar como          tal6.          Por eso, el apostolado fluye espontáneo allí donde se encuentra          un discípulo de          Cristo, porque es consecuencia inmediata de su amor a Dios y a          los hombres.
III. Los fariseos que          escuchaban al Señor eran amantes del dinero y trataban          de compaginar su          amor a las riquezas y a Dios, al que pretendían servir. Por eso,          se burlaban          de Jesús. También hoy los hombres tratan, en ocasiones, de          ridiculizar el          servicio total a Dios y el desprendimiento de los bienes          materiales, porque          –como los fariseos– no solo no están dispuestos a ponerlo en          práctica, sino que          ni siquiera conciben que otros puedan tener esa generosidad:          piensan, quizá,          que pueden existir ocultos intereses en quienes de verdad han          escogido, en          medio del mundo o fuera de él, a Cristo como único Señor7.
Jesús pone al          descubierto la falsedad de aquella aparente bondad de los          fariseos: Vosotros          -les dice- os hacéis pasar por justos delante de los            hombres; pero Dios            conoce vuestros corazones; porque lo que parece excelso ante            los hombres, es            abominable delante de Dios. El Señor señala con una          palabra fortísima –abominable–          la conducta de aquellos hombres faltos de unidad de vida que,          con la apariencia          de ser fieles servidores de Dios, estaban muy lejos de Él, como          se reflejaba en          sus obras: gustan pasear vestidos con largas túnicas y            anhelan los saludos            en las plazas, los primeros asientos en las sinagogas y los            primeros puestos en            los banquetes, y devoran las casas de las viudas con el            pretexto de largas            oraciones...8. En realidad, poco o nada amaban          a Dios; se amaban          a sí mismos.
Dios conoce vuestros            corazones. Estas palabras del Señor nos deben llenar de          consuelo, a la vez que nos          llevarán a rectificar muchas veces la intención para rechazar          los movimientos          de vanidad y de vanagloria, de tal modo que nuestra vida entera          esté orientada          a la gloria de Dios. Agradar al Señor ha de ser el gran objetivo          de todas          nuestras acciones. El Papa Juan Pablo I, cuando aún era          Patriarca de Venecia,          escribía este pequeño cuento, lleno de enseñanzas. A la entrada          de la cocina          estaban echados los perros. Juan, el cocinero, mató un ternero y          echó las vísceras          al patio. Los perros las comieron, y dijeron: "Es un buen          cocinero, guisa muy          bien".
Poco tiempo después,          Juan pelaba los guisantes y las cebollas, y arrojó las          mondaduras al patio. Los          perros se arrojaron sobre ellas, pero torciendo el hocico hacia          el otro lado          dijeron: "El cocinero se ha echado a perder, ya no vale nada".
Sin embargo, Juan no          se conmovió lo más mínimo por este juicio, y dijo: "Es el amo          quien tiene que          comer y apreciar mis comidas, no los perros. Me basta con ser          apreciado por mi          amo"9. Si actuamos de cara a Dios, poco o nada nos          debe importar que          los hombres no lo entiendan o que lo critiquen. Es a Dios a          quien queremos          servir en primer lugar y sobre todas las cosas. Luego resulta          que este amor con          obras a Dios es, a la vez, la mayor tarea que podemos llevar a          cabo en favor de          nuestros hermanos los hombres.
Nuestra Madre Santa          María nos enseñará a enderezar nuestros días y nuestras horas          para que nuestra          vida sea un verdadero servicio a Dios. "No me pierdas nunca de          vista el punto          de mira sobrenatural. -Rectifica la intención, como se rectifica          el rumbo del          barco en alta mar: mirando a la estrella, mirando a María. Y          tendrás la seguridad          de llegar siempre a puerto"10.
1 Lc 16, 13-14.          — 2 A. del Portillo, Escritos sobre el sacerdocio,          Palabra, 4ª          ed., Madrid 1976, p. 113. — 3 San Josemaría Escrivá, Forja,          n.          742. — 4 1 Cor 10, 31. — 5 San Basilio,          Homilía in            Julittam martirem. — 6 Cfr. I. Celaya, Unidad            de vida y plenitud            cristiana, Pamplona 1985, p. 335. — 7 Cfr. Sagrada          Biblia, Santos            Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, nota a Lc 16,          13-14. — 8          Cfr. Lc 20, 45-47. — 9 Cfr. A. Luciani, Ilustrísimos            señores,          pp. 12 ss. — 10 San Josemaría Escrivá, Forja, n.          749.
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9 de noviembre
DEDICACIÓN DE LA          BASÍLICA DE LETRÁN*
Fiesta
—          Los templos, símbolo de la presencia de Dios entre los hombres.
—          Jesucristo, realmente presente en nuestras iglesias.
—          La gracia divina nos hace templos vivos de Dios.
I. Los          judíos celebraban cada año la          fiesta de la Dedicación1 en          recuerdo de la purificación y restablecimiento          del culto en el Templo de Jerusalén después de la victoria de          Judas Macabeo          sobre el rey Antíoco2. Durante una          semana se celebraba en toda          Judea este aniversario. Se llamaba también Fiesta            de las luces, porque era costumbre encender lámparas,          símbolo de la Ley,          y ponerlas en las ventanas          de las casas, en número creciente con los días de la fiesta3. Esta          celebración fue recogida por la          Iglesia para conmemorar el aniversario en que los templos fueron          convertidos en          lugares destinados al culto. De modo particular, «cada año se          celebra en el          conjunto del rito romano la dedicación de la Basílica de Letrán,          la más antigua          y la primera en dignidad de las iglesias de occidente». Además,          «en cada          diócesis se celebra la dedicación de la catedral, y cada iglesia          conmemora el recuerdo          de su propia dedicación»4.
La          fiesta que hoy celebramos tiene una especial importancia, pues          la Basílica de          Letrán fue la primera iglesia bajo la advocación del Salvador,          levantada en          Roma por el emperador Constantino. Sigue siendo en la actualidad          la catedral          del Romano Pontífice. La fiesta se celebra en toda la Iglesia          como muestra de          unidad con el Papa.
El          templo siempre fue considerado entre los judíos como lugar de          una particular          presencia de Yahvé. Ya en el desierto se manifestaba en la Tienda del encuentro:          allí          hablaba Moisés con el Señor, como  se            habla con un amigo; la  columna          de nube signo de Su presencia descendía entonces y se detenía a          la          entrada de la Tienda5. Era el          ámbito donde            estará presente su Nombre,          su Ser infinito e inefable, para escuchar y atender a sus          fieles. Cuando          Salomón hubo construido el Templo de Jerusalén, en la fiesta de          su dedicación          pronunció estas palabras: ¿En  verdad            morará Dios sobre la tierra? Los cielos y los cielos de los            cielos no            son capaces de contenerte; ¡cuánto menos esta casa que yo he            edificado! Pero,            con todo, atiende a la plegaria de tu siervo, Yahvé, Dios mío,            y oye la oración            que hoy hace tu siervo ante Ti. Que estén abiertos tus ojos            noche y día sobre            este lugar, del que has dicho: «En él estará mi Nombre»; y            oye, pues, la            oración de tu siervo y la de tu pueblo, Israel; cuando oren en            este lugar,            óyela Tú también desde el lugar de tu morada de los cielos...6.
A          nuestras iglesias vamos al encuentro con nuestro Dios, que nos          espera, con una          presencia real, en la Eucaristía custodiada en el Sagrario.
El          templo, enseña el Papa Juan Pablo II, «es casa de Dios y casa          vuestra.          Apreciadlo, pues, como lugar de encuentro con el Padre común»7. La          iglesia-edificio representa y significa          la Iglesia-asamblea, formada por piedras            vivas, que son los cristianos, consagrados a Dios por su          Bautismo8. «El lugar          donde la comunidad cristiana          se reúne para escuchar la palabra de Dios, elevar preces de          intercesión y de          alabanza a Dios y, principalmente, para celebrar los sagrados          misterios, y          donde se reserva el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, es          imagen peculiar          de la Iglesia, templo de Dios, edificado con piedras vivas;          también el altar,          que el pueblo santo rodea para participar del sacrificio del          Señor y          alimentarse con el banquete celeste, es signo de Cristo,          sacerdote, hostia y          altar de su mismo sacrificio»9. Vamos con          toda reverencia, pues nada más          respetable que la casa del Señor; «¿qué respeto no deben          inspirar nuestras          iglesias, donde se ofrece el sacrificio del Cielo y de la          tierra, la Sangre de          un Dios hecho Hombre?»10. Vamos          también con la confianza de quien          sabe bien que encuentra a Jesucristo, su Amigo, que dio la vida          por amor a él;          allí nos aguarda cada día. Es también la casa común donde          encontramos a          nuestros hermanos.
II. Las          iglesias son el lugar de          reunión de los miembros del nuevo Pueblo de Dios, que se          congregan para rezar          juntos. En ellas encontramos a Jesús, pues donde dos o más se          reúnen en su nombre,          allí está Él en medio de ellos11; allí oímos          su voz. Pero, sobre todo,          allí encontramos a Jesús, real y sustancialmente presente en la          Sagrada          Eucaristía. Está presente con su Divinidad y con su Humanidad          santísima, con su          Cuerpo y con su Alma. Allí nos ve y nos oye, y nos atiende como          socorría a          aquellos que llegaban, necesitados, de            todas las ciudades y aldeas12. A Jesús          presente en el Sagrario podemos          manifestarle nuestros anhelos y preocupaciones, las          dificultades, las          flaquezas, y los deseos de amarle cada día más. El mundo sería          bien distinto si          Jesús no se hubiera quedado con nosotros. ¿Cómo no vamos a amar          nuestros          templos y oratorios, donde Jesús nos espera? ¡Tantas alegrías          hemos recibido          junto al Sagrario! ¡Tantas penas que nos atormentaban las hemos          dejado allí!          ¡En tantas ocasiones hemos vuelto al ajetreo de la vida          ordinaria fortalecidos          y esperanzados! Tampoco podemos olvidar que en el templo se          encuentra el altar          sobre el que se renueva cada día el Sacrificio de valor infinito          que el Señor          realizó en el Calvario. Cada día, en estos lugares dedicados al          culto y a la          oración, nos llegan incontables gracias de la misericordia          divina.
Cuando          un huésped ilustre se queda en una casa, sería una gran          descortesía no atenderlo          bien, o hacer caso omiso de él. ¿Somos siempre conscientes de          que Jesús es nuestro          Huésped aquí en la tierra, de que necesita de nuestras          atenciones? Examinemos          hoy si al entrar en una iglesia nos dirigimos enseguida a          saludar a Jesús en el          Sagrario, si nos comportamos siempre como corresponde a un lugar          donde Dios          habita de una manera particular, si las genuflexiones ante Jesús          Sacramentado          son un verdadero acto de fe, si nos alegramos siempre que          pasamos cerca de un          templo, donde Cristo se halla realmente presente. «¿No te alegra          si has descubierto          en tu camino habitual por las calles de la urbe ¡otro          Sagrario!?»13. Y seguimos          nuestros quehaceres con más          alegría y con más paz.
III. En          la Nueva Alianza, el          verdadero templo ya no está hecho por manos de hombres: es la          santa Humanidad          de Jesús la que en adelante es el Templo de Dios por excelencia.          Él mismo había          dicho:Destruid este Templo y en tres días lo levantaré. Y          explica el Evangelista: Él            hablaba del Templo de su Cuerpo14. Y si el          Cuerpo físico de Jesús es el          nuevo Templo de Dios, también lo es la Iglesia, Cuerpo Místico          de Cristo, en el          que el mismo Jesucristo es la piedra            angular, sobre la que se apoya la nueva edificación.          «Rechazado, desechado,          dejado a un lado, dado por muerto entonces como ahora, el Padre          lo hizo y lo          hace siempre la base sólida e inconmovible de la nueva          construcción. Y lo hace          tal por su resurrección gloriosa (...).
»El          nuevo templo, Cuerpo de Cristo, espiritual, invisible, está          construido por          todos y cada uno de los bautizados sobre la viva piedra angular,          Cristo, en la          medida en que a Él se adhieren y en Él crecenhasta la plenitud de Cristo.          En este          templo y por él, morada            de            Dios en el Espíritu, Él es glorificado, en virtud del sacerdocio santo que ofrece sacrificios          espirituales (1            Pdr 2, 5), y su          Reino se          establece en este mundo»15. San Pablo lo          recordaba frecuentemente a          los primeros cristianos: ¿No  sabéis            que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en            vosotros?16.
Hemos          de considerar frecuentemente que la Santísima Trinidad «por          medio de la gracia          de Dios inhabita en el alma justa como en un templo, de un modo          íntimo y          singular»17. La          meditación de esta realidad          maravillosa nos ayuda a ser más conscientes de la transcendencia          que tiene          vivir en gracia de Dios, y el profundo horror que hemos de tener          al pecado,          «que destruye el templo de Dios», privando al alma de la gracia          y de la amistad          divinas. Mediante esta inhabitación, podemos gozar de un          anticipo de lo que          será la visión beatífica en el Cielo, ya que «esta admirable          unión solo en la          condición y estado se diferencia de aquella en que Dios llena a          los          bienaventurados beatificándolos»18.
La          presencia de Dios en nuestra alma nos invita a procurar un trato          más personal y          directo con el Señor, al que en todo momento buscamos en el          fondo de nuestras          almas.
1 Jn 10,          22. — 2 Cfr. 1 Mac 4, 36-59; 2 Mac 1, 1 ss.; 10, 1-8. — 3 Cfr. 2 Mac 1, 18. — 4 A. G.            Martimort, La            Iglesia en oración, Herder,          3.ª ed., Madrid 1987, pp. 991-992. — 5 Ex 33,          7-11. — 6 1            Rey 8,          27-30. — 7 Juan Pablo            II, Homilía en Orcasitas            (Madrid),          3-XI-1982. — 8 Cfr. Ritual de la            dedicación de iglesias            y de altares, Presentación, 26-X-1978. — 9 Cfr. Decreto 29-V-1977, en el que se          publica el Ritual          citado. — 10 Anónimo, La Santa Misa,          Rialp, Madrid          1975, p. 133. — 11 Mt 18,          20. —12 Cfr. Mc 6, 32. — 13 San            Josemaría Escrivá, Camino,          n. 270. — 14 Jn 2,          20-21. —15 Juan Pablo            II, loc. cit. — 16 1            Cor 3, 16.          — 17 León XIII, Enc. Divinum illud munus,          9-V-1897,          10. — 18 Ibídem, 11.
* Esta          Basílica es uno de los          primeros templos que los cristianos pudieron erigir después de          la época de las          persecuciones. Fue consagrada por el Papa Silvestre el 9 de          noviembre del año          324. Esta fiesta, que al principio solo se celebraba en Roma,          pasó a ser fiesta          universal en el rito romano, en honor de esta iglesia, llamada          «Madre y Cabeza          de todas las iglesias de Roma y de todo el mundo (Urbis et orbis)»,          como signo          de amor y de unidad para con la Cátedra de San Pedro. La          historia de esta          Basílica evoca la llegada a la fe de millares y millares de          personas que allí          recibieron el Bautismo.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
        Nuestra            Señora de la Almudena Fiesta, 9 de noviembre          
              
 
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Orestes            de Capadocia, Santo          Mártir, 9 Noviembre   
              
 Mártir Etimológicamente significa "habitante de                  los montes". Viene de la lengua griega.  |           
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Ursino            y Monaldo, Santos          Biografias, 9 de noviembre            
|                Noviembre                    9 Etimológicamente significan "osito y muy                  feliz". Vienen de la lengua alemana.  |           
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Fuente:          Vatican.va 
        María            del Carmen del Niño Jesús,            Beata          Fundadora, Noviembre 9   
              
 Fundadora                    de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazónes Nació en Antequera, diócesis de Málaga                  (España), el 30 de junio de 1834. Sus padres, Salvador                  González García y Juana Ramos Prieto, buenos cristianos                  y de elevada posición social, la llevaron a bautizar al                  día siguiente de su nacimiento a la parroquia de Santa                  María la Mayor de la ciudad.   |           
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Fuente:          Osanet.org 
        Gracia            (Graciano) de Cáttaro,            Beato          Agustino, 9 Noviembre   
              
 El beato Gracia vino a la luz en Mula                  (Muo), Montenegro, una pequeña aldea en la pintoresca                  bahía de Cáttaro, en las costas dálmatas, a muy poca                  distancia de la capital, hoy Kotor, el centro más                  importante del golfo y de la diócesis. En el año 1423                  Cáttaro se sometió espontáneamente al gobierno de                  Venecia, si bien manteniendo con orgullo una relativa                  independencia, ya que se reservaba el derecho de hacer                  sus propias leyes y elegir sus magistrados. Como                  consecuencia de esta vinculación con la Serenísima,                  pronto se convirtió en un puerto vivaz y rico, poblado                  de numerosos comerciantes, marineros y pescadores.                  Inició así el período de esplendor que aún en la                  actualidad se manifiesta en su arquitectura de claro                  sabor veneciano.  |           
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_Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina04          
        Agripino            de Nápoles, Santo Obispo, 9 Noviembre   
              
 Dice el Martirologio Romano: "En Nápoles de                  Campania, San Agripino, obispo, célebre por sus                  milagros.   |           
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Fuente:            Franciscanos.net 
        Juana            de Signa, Beata Virgen reclusa, 9          Noviembre   
              
 Virgen reclusa de la Tercera Orden                  (1244‑1307). Pío VI concedió en su honor oficio y misa                  el 17 de septiembre de 1798.              
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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