JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 17, 7-10
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo Jesús dijo a sus apóstoles:          
          "¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o          pastorea los          rebaños le dice cuando 
          éste regresa del campo: Entra enseguida y ponte a comer?
          ¿No le dirá más bien: 
          Prepárame de comer, y disponte a servirme para que yo coma y          beba; después          comerás y 
          beberás tú?. ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el          siervo, porque éste          cumplió con su 
          obligación?
          Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les          manda, digan: No          somos más 
          que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos qué hacer".
          Palabra del Señor. 
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
mar          32a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Alégrese              el corazón de los que buscan al Señor, busquen la ayuda del              Señor; busquen              continuamente su presencia.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Aumenta, Señor, en nosotros la fe, la esperanza y la caridad            para que cumplamos            con amor tus 
            mandamientos y podamos conseguir, así, el cielo que nos tienes            prometido.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Los              insensatos pensaban que los justos habían muerto, pero ellos              están en paz 
Lectura              del libro de la Sabiduría 2, 23-24; 3, 1-9
Dios creó al hombre para que            fuera inmortal, lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas,            
            por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la            experimentan quienes            le pertenecen.
            En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios,            y no las            alcanzará ningún 
            tormento.
            Los insensatos pensaban que los justos habían muerto,que su            salida de este            mundo era una 
            desgracia, y su salida de entre nosotros una completa            destrucción. Pero los            justos están en paz.
            La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero            ellos esperaban            confiadamente la 
            inmortalidad. Después de breves sufrimientos, recibirán una            abundante            recompensa, pues Dios 
            los puso a prueba y los halló dignos de él. Los probó como al            oro en el crisol,            y los aceptó como 
            un holocausto agradable.
            En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se            propagan en un            cañaveral.
            Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor            reinará            eternamente sobre ellos.
            Los que confían en el Señor comprenderán la verdad, y los que            son fieles a su            amor 
            permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida            de ellos.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 33
Bendigamos              al Señor a todas horas.
Bendeciré            al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me            siento orgulloso            del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
            Bendigamos al Señor a todas horas.
Los            ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos sus            oídos. Contra el            malvado, en cambio, está el Señor para borrar de la tierra su            recuerdo.
            Bendigamos al Señor a todas horas.
Escucha            el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El            Señor no está            lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
            Bendigamos al Señor a todas horas.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            El que me ama cumplirá mi palabra, y mi Padre lo amará y            haremos en él nuestra            morada, dice 
            el Señor.
            Aleluya.
Evangelio
      No somos más que siervos;              sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 17, 7-10
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo Jesús dijo a            sus apóstoles: 
            "¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o            pastorea los            rebaños le dice cuando 
            éste regresa del campo: Entra enseguida y ponte a comer?
            ¿No le dirá más bien: 
            Prepárame de comer, y disponte a servirme para que yo coma y            beba; después            comerás y 
            beberás tú?. ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el            siervo, porque éste            cumplió con su 
            obligación?
            Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les            manda, digan: No            somos más 
            que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos qué hacer".
            Palabra del Señor. 
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Mira, Señor, con bondad, las            ofrendas que te presentamos, a fin de que esta celebración 
            eucarística sea para tu gloria y alabanza.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Cristo, huésped y peregrino              en medio nosotros
En verdad es justo darte            gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz.
            Porque tú llamaste a Abrahán y le mandaste salir de su tierra,            para            constituirlo padre de todas 
            las naciones. Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y            guiarlo a la            tierra de promisión. 
            Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo,            como huésped y            peregrino en medio de 
            nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has            derramado el            Espíritu, para hacer de 
            todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta            tu reino; como            estado, la libertad 
            de tus hijos; y como ley, el precepto del amor.
            Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a            los santos,            cantamos con gozo el 
            himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Cristo              nos amó y se entregó a la muerte por nosotros, como ofrenda              y víctima agradable              a Dios.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Concédenos, Señor, que este memorial de la muerte y            resurrección de tu Hijo nos            haga morir de 
            veras al pecado y renacer a una nueva vida.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
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† Meditación diaria
32ª semana. Martes
SIERVOS INúTILES
— Sin la gracia          santificante para nada serviríamos.
— El Señor nunca          niega su ayuda.
— Colaboradores de          Dios.
I. En el Evangelio de          la Misa1 nos sitúa hoy el Señor en la realidad de          nuestra vida. Si          uno de vosotros –dice Jesús– tuviera un siervo que anda          guardando el ganado o          en la labranza, no le dirá cuando llegue a casa: entra            enseguida y siéntate            a la mesa. Por el contrario, primero el siervo servirá a          su señor, y él          cenará más tarde. Tampoco el siervo, en las condiciones de          aquella época,          esperaba agradecimiento por su trabajo: ha hecho lo que            debía. De la          misma manera –prosigue el Señor–, vosotros, cuando hayáis            hecho todo lo que            se os ha mandado, decid: somos unos siervos inútiles; no hemos            hecho más que lo            que teníamos que hacer.
Jesús no aprueba la          conducta del señor, quizá abusiva y arbitraria, sino que se          sirve de una          realidad de su tiempo conocida por todos para ilustrar cuál debe          ser la actitud          de la criatura en relación al Creador. Desde nuestra llegada a          este mundo hasta          la vida eterna a la que hemos sido destinados, todo procede del          Señor como un inmenso          regalo. Por tanto, comenta San Ambrosio, "no te creas más de lo          que eres porque          eres llamado hijo de Dios –debes reconocer, sí, la gracia, pero          no debes echar          en olvido tu naturaleza–, ni te envanezcas de haber servido con          fidelidad, ya que          ese era tu deber. El sol realiza su labor, obedece la luna, los          ángeles también          le sirven"2. ¿No le vamos a servir igualmente          nosotros con la          inteligencia y la voluntad, con todo nuestro ser?
No debemos olvidar          que hemos sido elevados, gratuitamente, sin mérito alguno por          nuestra parte, a          la dignidad de hijos de Dios, pero por nosotros mismos no solo          somos siervos,          sino siervos inútiles, incapaces de llevar a cabo lo que          nuestro Padre          nos ha encargado, si Él no nos da su ayuda. La gracia divina es          lo único que          puede potenciar nuestros talentos humanos para trabajar por          Cristo, para ser          sus colaboradores, y para hacer obras meritorias. Nuestra          capacidad no guarda          relación con los frutos sobrenaturales que buscamos. Sin la          gracia santificante          para nada serviríamos. Somos lo que "el pincel en manos del          artista"3.          Las obras grandes que Dios quiere realizar con nuestra vida han          de atribuirse          al Artista, no al pincel. La gloria del cuadro pertenece al          pintor; el pincel,          si tuviera vida propia, tendría la dicha inmensa de haber          colaborado con un          maestro tan grande, pero no tendría sentido que se apropiara el          mérito.
Si somos humildes          –"andar en verdad" es ser conscientes de que somos siervos            inútiles– nos          sentiremos impulsados a pedir la gracia necesaria para cada obra          que          realicemos. Otra consecuencia práctica que podemos sacar de esta          enseñanza que          nos da Jesús es la de rechazar siempre cualquier alabanza que          nos hagan –al          menos en nuestro corazón– y dirigirla al Señor, pues cualquier          cosa buena que          haya salido de nuestras manos hemos de atribuirla en primer          lugar a Dios, que          "puede servirse de una vara para hacer brotar el agua de una          roca, o de un poco          de barro para devolver la vista a los ciegos"4. Somos          el barro que          da la vista a los ciegos, la vara que hace brotar una fuente en          medio del          desierto..., pero es Cristo el verdadero autor de estas          maravillas. ¿Qué haría          el barro por sí mismo...? Solo manchar.
II. El Señor pone de          relieve en la parábola de la vid y los sarmientos5          esta necesidad          del influjo divino para producir frutos. Puesto que Cristo "es          el origen y la          fuente de todo apostolado de la Iglesia, es evidente que la          fecundidad del          apostolado de los laicos depende de la unión vital que tengan          con Cristo"6.          El que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque            sin Mí no            podéis hacer nada7, afirmó rotundamente el          Señor.
San Pablo enseñó que          Dios es quien obra en nosotros el querer y el obrar según su            beneplácito8.          Esta acción divina es necesaria para querer y realizar          obras buenas;          pero ese "querer" y ese "obrar" son del hombre: la gracia no          sustituye la tarea          de la criatura, sino que la hace posible en el orden          sobrenatural. San Agustín          compara la necesidad del socorro divino a la de la luz para ver9.          Es          el ojo el que ve, pero no podría hacerlo si no hubiese luz: la          gracia no          suprime la libertad, pues somos nosotros quienes queremos y            actuamos.          Esta incapacidad humana para realizar, por sí misma, obras          meritorias no nos          debe llevar al desaliento; por el contrario, es una razón más          para estar en una          continua acción de gracias al Señor, pues Él siempre está          pendiente de          enviarnos el auxilio necesario.
La liturgia de la          Iglesia nos hace pedir constantemente esta ayuda divina, de la          que andamos tan          radicalmente necesitados. El Señor no la niega nunca, cuando la          pedimos con          humildad y confianza. San Francisco de Sales ilustra esta          maravilla divina con          un ejemplo: "Cuando la tierna madre enseña a andar a su hijito,          le ayuda y sostiene          cuanto es necesario, dejándole dar algunos pasos por los sitios          menos peligrosos          y más llanos, asiéndole de la mano y sujetándole o tomándole en          brazos y          llevándole en ellos. De la misma manera Nuestro Señor tiene          cuidado continuo de          los pasos de sus hijos"10.
Esta solicitud          divina, lejos de conducirnos a una actitud pasiva, nos llevará a          poner empeño          en la lucha ascética, en el apostolado, en lo que tenemos entre          manos, como si          todo dependiera exclusivamente de nosotros. A la vez,          recurriremos al Señor          como si todo dependiera de Él. Así hicieron los santos. Nunca          quedaron defraudados.
III. San Pablo se          vale de la imagen de las tareas agrícolas para ilustrar nuestra          condición de          instrumentos en la labor apostólica. Yo planté, Apolo regó,            pero es Dios            quien dio el incremento; de tal modo que ni el que planta es            nada, ni el que riega,            sino el que da el incremento, Dios... Porque nosotros somos            colaboradores de            Dios11. ¡Qué maravilla sentirnos cooperadores          de Dios en esta          gran obra de la redención! El Señor, en cierto modo, necesita de          nosotros.          Aunque hemos de tener en cuenta que es Dios, mediante su gracia,          el único que          puede conseguir que la semilla de la fe arraigue y dé fruto en          las almas: el          instrumento "podrá ir echando las semillas entre lágrimas, podrá          cuidar el          campo sin rehuir la fatiga: pero que la semilla germine y llegue          a dar los          frutos deseados depende solo de Dios y de su auxilio          todopoderoso. Hay que          insistir en que los hombres no son más que instrumentos, de los          que Dios se          sirve para la salvación de las almas, y hay que procurar que          estos instrumentos          se encuentren en buen estado para que Dios pueda utilizarlos"12.          El          hombre se capacita para grandes obras cuando es humilde;          entonces cuida también          su unión con Cristo mediante la oración.
Para que el pincel          sea un instrumento útil en manos del pintor ha de recoger bien          los colores y          permitir trazar rasgos gruesos o finos, tonos enérgicos y menos          fuertes. Ha de          subordinar su propia cualidad al uso que de él quiera hacer el          artista, que es          quien compone el cuadro, marca las sombras y las luces, los          tonos vivos con los          más tenues, el que da profundidad y armonía al lienzo hasta          formar un conjunto          coherente, con fuerza. Además, el pincel ha de tener buena          empuñadura y estar          unido a la mano del maestro: si no hay unión, si no secunda          fielmente el          impulso que recibe, no hay arte. Esa es la condición de todo          buen instrumento.          Nosotros, que queremos serlo en manos del Señor, pero que nos          damos cuenta de          tantas cosas que no van, le decimos a Jesús en la intimidad de          nuestra oración:          ""Considero mis miserias, que parecen aumentar, a pesar de tus          gracias, sin duda          por mi falta de correspondencia. Conozco la ausencia en mí de          toda preparación,          para la empresa que pides. Y, cuando leo en los periódicos que          tantos y tantos          hombres de prestigio, de talento y de dinero hablan y escriben y          organizan para          defender tu reinado..., me miro a mí mismo y me encuentro tan          nadie, tan          ignorante y tan pobre, en una palabra, tan pequeño..., que me          llenaría de          confusión y de vergüenza si no supiera que Tú me quieres así.          ¡Oh, Jesús! Por          otra parte, sabes bien cómo he puesto, de buenísima gana, a tus          pies, mi          ambición... Fe y Amor: Amar, Creer, Sufrir. En esto sí que          quiero ser rico y          sabio, pero no más sabio ni más rico que lo que Tú, en tu          Misericordia sin          límites, hayas dispuesto: porque todo mi prestigio y honor he de          ponerlo en          cumplir fielmente tu justísima y amabilísima Voluntad""13.
Nuestra Madre Santa          María, fidelísima colaboradora del Espíritu Santo en la tarea de          la redención,          nos enseñará a ser eficaces instrumentos del Señor. Nuestro          Ángel Custodio          enderezará nuestra intención y nos recordará que somos siervos            inútiles          en manos del Señor.
1 Lc 17, 7-10.          — 2 San Ambrosio, Comentario al Evangelio de san            Lucas, in loc. —          3 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 612. — 4          J.          Pecci-León XIII-, Práctica de la humildad, 45. — 5          Cfr. Jn          15, 1 ss. — 6 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam            actuositatem, 4. —          7 Jn 15, 5. — 8 Cfr. Flp 2, 13. —          9 San          Agustín, Tratado sobre la naturaleza y la gracia, 26,          29. — 10          San Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios, 3, 4.          — 11 1            Cor 3, 6-9. — 12 San Pío X, Enc. Haerent animo,          4-VIII-1908,          9. — 13 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 822.
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Dia 12/11 San          Josafat (obispo y mártir, rojo)
      Antífona de          Entrada
      Este            santo luchó hasta la muerte            por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los            impíos, pues            estaba afianzado sobre roca firme.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios omnipotente y misericordioso, que mantuviste firme en medio          de los          tormentos a tu santo mártir Josafat, protege a quienes          celebramos hoy su          triunfo, para que no caigamos nunca en las tentaciones del          enemigo.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      A            fin de que desempeñando debidamente            su tarea, construyan el cuerpo de Cristo
Lectura            de la carta del apóstol            san Pablo a los Efesios
            4, 1-7. 11-13
Hermanos:          Yo, Pablo, prisionero          por la causa del Señor, los exhorto a que lleven un vida digna          del llamamiento          que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean          comprensivos y          sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos          en el espíritu          con el vínculo de la paz.
          Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es          también sólo          una la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un          solo Señor, una          sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que          reina sobre          todos, actúa a través de todos y vive en todos.
          Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que          Cristo se la ha dado.          El fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser          profetas; a otros, ser          evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para          capacitar a los          fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea,          construyan el cuerpo          de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y          en el conocimiento          del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que          alcancemos en todas          sus dimensiones la plenitud de Cristo.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del            salmo 1
Dichoso            quien ama la ley de Dios.
Dichoso          aquel que no se guía por          mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del          bueno; que ama          la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
          Dichoso quien ama la ley de Dios.
Es          como un árbol plantado junto al          río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo          tendrá éxito.
          Dichoso quien ama la ley de Dios.
En          cambio los malvados serán como          la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino          del justo y al          malo sus caminos acaban por perderlo.
          Dichoso quien ama la ley de Dios.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Permanezcan en mi amor, dice el Señor; el que permanece en mí y          yo en él, ése          da fruto abundante.
          Aleluya.
Evangelio
      Quiero            que donde yo esté, también            estén ellos conmigo
†            Lectura del santo Evangelio            según san Juan
            17, 20-26
Gloria            a ti, Señor.
En          aquel tiempo, Jesús levantó los          ojos al cielo y dijo:
          "Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los          que van a          creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno,          como tú, Padre,          en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y          el mundo crea          que tú me has enviado.
          Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno,          como nosotros          somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea          perfecta y así el          mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas          a mí.
          Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que          me has dado,          para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has          amado desde antes          de la creación del mundo.
          Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y          éstos han          conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre          y se lo seguiré          dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos          y yo también en          ellos".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre          las Ofrendas
      Santifica,          Señor, con tu bendición          estas ofrendas y enciende en nosotros ese amor a ti, por el que          tu santo mártir          Josafat fue capaz de soportar todos los tormentos.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Testimonio            y ejemplo de los            mártires
En          verdad es justo y necesario, es          nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo          lugar, Señor, Padre          santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
          Porque la sangre del glorioso mártir san Josafat, derramada como          la de Cristo          para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder,          que convierte          la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que          sea testigo          tuyo.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la          tierra te aclamamos          diciendo sin cesar:
Antífona de          la Comunión
      Si            alguno quiere venir en pos de            mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga,            dice el Señor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Que el sacramento que hemos recibido nos dé, Señor, la misma          fortaleza con la          que tu santo mártir Josafat fue fiel en tu servicio y generoso          en el          sufrimiento.
        Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San Josafat          de Lituania
        Mártir
           Año 1623
      La sangre de los mártires          es semilla 
          de nuevos cristianos (Tertuliano).
 
Josafat es una palabra          hebrea que significa "Dios          es mi juez". 
La nación de Lituania es          ahora de gran mayoría          católica. Pero en un tiempo en ese país la religión era dirigida          por los          cismáticos ortodoxos que no obedecen al Sumo Pontífice. Y la          conversión de          Lituania al catolicismo se debe en buena parte a San Josafat.          Pero tuvo que          derramar su sangre, para conseguir que sus paisanos aceptaran el          catolicismo.
Nació en 1580, de padres          católicos fervorosos. Su madre          le enseñó a mirar de vez en cuando el crucifijo y pensar en lo          que Jesucristo          sufrió por nosotros, y esto le emocionaba mucho y le invitaba a          dedicar su vida          por hacer amar más a Nuestro Salvador.
De joven entró de ayudante          de un vendedor de telas, y          en los ratos libres se dedicaba a leer libros religiosos. Esto          le disgustaba          mucho al principio al dueño del almacén, pero después, viendo          que el joven se          dedicaba con tanto esmero a los oficios que tenía que hacer, se          dio cuenta de          que las lecturas piadosas lo llevaban a ser más bueno y mejor          cumplidor de su          deber. Y tanto se encariñó aquel negociante con Josafat, que le          hizo dos          ofertas: permitirle casarse con su hija y dejarlo como heredero          de todos sus          bienes. El joven le agradeció sus ofrecimientos, pero le dijo          que había          determinado conseguir más bien otra herencia: el cielo eterno. Y          que para ello          se iba a dedicar a la vida religiosa.
Para su fortuna se encontró          con dos santos sacerdotes          jesuitas que lo fueron guiando en sus estudios, y lo encaminaron          hacia el          monasterio de la Sma. Trinidad en Vilma, capital de Lituania, y          se hizo          religioso, dirigido por los monjes basilianos en 1604. Al          monasterio lo siguió          un gran amigo suyo y personaje muy sabio, Benjamín Rutsky, que          será en adelante          su eficaz colaborador en todo.
En 1595 los principales          jefes religiosos ortodoxos de          Lituania habían propuesto unirse a la Iglesia Católica de Roma,          pero los más          fanáticos ortodoxos se habían opuesto violentamente y se habían          producido          muchos desórdenes callejeros. Ahora llegaba al convento el que          más iba a          trabajar y a sacrificarse por obtener que su nación se pasara a          la Iglesia          Católica. Pero le iba a costar hasta su propia sangre.
Josafat fue ordenado de          sacerdote, pero su vida siguió          siendo como la del monje más mortificado. Muchas horas cada día          y cada noche          dedicadas a la oración. Lectura y meditación en las Sagradas          Escrituras y en          los libros escritos por los santos. Como penitencias aguantaba          los terribles          fríos del invierno y los calores bochornosos del verano sin          quejarse ni buscar          refrescantes. Cuando lo sorprendía una espantosa tormenta de          lluvias, truenos y          rayos en pleno viaje, lo ofrecía todo por sus pecados. Cuando          los pobres          estaban en grave necesidad se iba de casa en casa pidiendo          limosnas para ellos,          y la humillación de estar pidiendo la ofrecía por sus pecados y          por los de los          demás pecadores. Pero su especial mortificación era soportar las          gentes ásperas          e incomprensivas, sin demostrar jamás disgusto ni resentimiento.
Fue nombrado superior del          monasterio, en Vilma, pero          varios de los monjes que allí vivían eran ortodoxos y          antirromanos. Con gran          paciencia, mucha prudencia y caridad llena de finura y de santa          diplomacia, se          los fue ganando a todos. Ellos se dieron cuenta de que Josafat          tenía el don de          consejo, y le iban a consultar sus problemas e inquietudes y sus          respuestas los          dejaban muy consolados y llenos de paz.
Con sus sabias conferencias          los fue convenciendo poco a          poco de que la verdadera Iglesia es la católica y que el sucesor          de San Pedro          es el Sumo Pontífice y que a él hay que obedecer.
Con razón los enemigos de          la religión lo llamaban          "ladrón de almas".
Como jefe de los          monasterios tenía el deber de visitar          las casas que pertenecían a la religión. Una vez fue a visitar          oficialmente una          casa donde vivían unos 200 hombres que decían que se dedicaban a          la religión,          pero que en verdad no llevaban una vida demasiado santa. El jefe          de esa casa          salió furioso a recibirlo con unos perros bravísimos,          anunciándole que si se          atrevía a entrar allí sería destrozado por esas fieras. Pero el          santo no se          acobardó. Les habló de buenas maneras y los logró apaciguar.          Ellos habían          determinado echarlo al río, pero después de escucharlo y al          darse cuenta de que          era un hombre de Dios, santo y amable, aceptaron su visita, se          hicieron sus          amigos y aceptaron sus recomendaciones. Las gentes decían:          "Ahora sí que          se repitió el milagro antiguo: Daniel fue al foso de los leones          y estos no le          hicieron nada".
En 1617, fue nombrado          arzobispo de Polotsk, y se          encontró con que su arzobispado estaba en el más completo          abandono. Se dedicó a          reconstruir templos y a obtener que los sacerdotes se          comportaran de la mejor          manera posible. Visitó una por una todas las parroquias. Redactó          un catecismo y          lo hizo circular y aprender por todas partes. Dedicaba sus          tiempos libres a          atender a los pobres e instruir a los ignorantes. Las gentes lo          consideraban un          gran santo. Algunos decían que mientras celebraba misa se veían          resplandores a          su alrededor. En 1620 ya su arzobispado era otra cosa totalmente          diferente.
Pero sucedió que un tal          Melecio se hizo proclamar de          arzobispo en vez de Josafat (mientras este visitaba Polonia) y          algunos          revoltosos empezaron a recorrer los pueblos atizando una          revuelta contra el          santo, diciendo que no querían obedecer al Papa de Roma. Muchos          relajados se          sentían molestos porque san Josafat atacaba a los vicios y a las          malas          costumbres.
En 1623, sabiendo que la          ciudad de Vitebsk era la más          rebelde y contraria a él, dispuso ir a visitarla para tratar de          hacer las paces          con ellos. Sus amigos le rogaban que no fuera, y varios le          propusieron que          llevara una escolta militar. Él no admitió esto y exclamó: "Si          Dios me          juzga digno de morir mártir, no temo morir". El recibimiento fue          feroz.          Insultos, pedradas, amenazas. Cuando una chusma agresiva lo          rodeó insultándolo,          él les dijo: "Sé que ustedes quieren matarme y que me atacan por          todas          partes. En las calles, en los puentes, en los caminos, en la          Plaza Central, en          todas partes me han insultado. Yo no he venido en son de guerra          sino como          pastor de las ovejas, buscando el bien de las almas. Pero me          considero          verdaderamente feliz de poder dar la vida por el bien de todos          ustedes. Sé que          estoy a punto de morir, y ofrezco mi sacrificio por la unión de          todas las          iglesias bajo la dirección del Sumo Pontífice".
Los enemigos se propusieron          poner una trampa al santo          para poderlo matar. Le enviaron un individuo que todos los días          llegaba a su          casa, mañana y tarde a insultarlo. Al fin uno de los secretarios          del arzobispo          detuvo al insultante para que no faltara más al respeto al          prelado, y esta era          la señal que los asesinos buscaban. Inmediatamente dieron voz de          alarma en toda          la ciudad, reunieron la chusma y se lanzaron a despedazar a          todos los ayudantes          de San Josafat.
Cuando él vio que iban a          linchar a sus colaboradores,          salió al patio y gritó a los atacantes: "Por favor, hijos míos,          no golpeen          a mis ayudantes, que ellos no tienen la culpa de nada. Aquí          estoy yo para          sufrir en vez de ellos".
Al oír esto los jefes de la          sedición gritaron:          "¡Que muera el amigo del Papa!" y se lanzaron contra él. Le          atravesaron          de un lanzazo, le pegaron un balazo, y arrastraron su cuerpo por          las calles de          la ciudad y lo echaron al río Divna. Era el 12 de noviembre de          1623. Meses          después los verdugos se convirtieron a la fe católica y pidieron          perdón de su          terrible crimen.
El Papa ha declarado a San          Josafat, Patrono de los que          trabajan por la unión de los cristianos. 
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Emiliano            de la Cogolla, Santo          Monje, 12 de noviembre   
|                Monje Etimológicamente significa "amable".                  Viene de la lengua latina.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina04          
        Gabriel            Ferretti, Beato Franciscano, 12 Noviembre            
              
 Gabriel Ferretti nació en Ancona                  hacia el año 1385, hijo de los condes Liberotto y Alvisa                  Sacchetti. A los 18 años contra la voluntad de sus                  padres tomó el hábito de los hermanos Menores en el                  convento anconitano de San Francisco ad Alto, donde se                  consagró totalmente a Dios emitiendo los votos de                  pobreza, castidad y obediencia.   |           
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Fuente:          Vatican.va 
        Margarito            Flores García, Santo Mártir, 12 Noviembre   
              
 Nació en Taxco, Gro. (Diócesis de                  Chilapa), el 22 de febrero del 1899.  |           
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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