JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas          (21, 12-19)
Gloria a              ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta          sus padres y hermanos,          sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen          firmes, conseguirán la vida".
Palabra del Señor.
Gloria a              ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera
Feria de la 34a. S. T. O o memoria libre de san Clemente I, Papa y mártir o san Columbano, Abad
Bendito seas para siempre, Señor
Antífona de Entrada
Que se          postre ante ti, Señor,          la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y          alabanzas a          tu nombre.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la          tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
 
Primera Lectura
Lectura del          libro del profeta
Daniel (5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28)
En aquellos días, el rey Baltasar dio un gran banquete en          honor de mil funcionarios suyos y se puso a beber con ellos. Animado por el          vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y de plata que su padre, Nabucodonosor, había robado del templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey          y sus funcionarios, sus mujeres y sus concubinas.
Trajeron, pues, los vasos de oro y de plata robados del templo de Jerusalén, y en ellos bebieron el rey y sus funcionarios, sus mujeres y sus concubinas. Bebieron          y comenzaron a alabar a sus dioses de oro y plata, de bronce y          de hierro, de madera y de piedra.
De repente aparecieron los dedos de una mano, que se pusieron a escribir en          la pared del palacio, detrás del candelabro, y el rey veía cómo iban escribiendo los dedos. Entonces el          rey se demudó, la mente          se le turbó, le faltaron las fuerzas y las rodillas le empezaron          a          temblar.
Trajeron a Daniel y el rey le dijo: "¿Eres tú          Daniel, uno de los judíos desterrados, que mi padre Nabucodonosor trajo de Judea?          Me han dicho que posees el espíritu          de Dios, inteligencia, prudencia y sabiduría extraordinarias. Me han dicho que puedes interpretar los sueños y          resolver los problemas.
Si logras leer estas palabras          y me las interpretas, te pondrán un vestido de púrpura y un collar de oro y serás el tercero en mi reino".
Daniel le respondió al rey:
"Puedes quedarte con tus regalos y darle a otro tus obsequios. Yo te voy a          leer esas palabras y te las voy          a interpretar.
Tú te has rebelado contra el Señor del cielo: has mandado traer los vasos de su          casa, y tú y tus funcionarios, tus mujeres y tus concubinas han bebido en ellos; has alabado a dioses de plata y de oro,          de bronce y de hierro, de madera y          de piedra, que no ven ni oyen ni entienden, pero no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu vida y tu actividad. Por eso Dios ha enviado          esa mano para          que escribiera.
Las palabras escritas son:
'Contado,          Pesado, Dividido' y ésta es su          interpretación.
'Contado': Dios          ha contado los días de tu reinado y les ha puesto límite. 'Pesado': Dios te ha        pesado en la balanza y te falta peso. 'Dividido': Tu reino          se ha dividido y se          lo entregarán a los medos y a los persas".
Palabra de            Dios.
Te alabamos, Señor.
 
Salmo Responsorial Daniel 3
Bendito seas para siempre,
Señor.
Sol y luna, bendigan al Señor. Estrellas            del cielo,            bendigan al Señor.
Bendito seas para siempre,
Señor.
Lluvia            y rocío, bendigan al            Señor. Todos            los vientos, bendigan            al Señor.
Bendito seas para siempre,
Señor.
Fuego            y calor, bendigan al            Señor. Fríos            y heladas, bendigan al            Señor.
Bendito seas para siempre,
Señor.
 
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya,            aleluya.
Sé fiel hasta          la muerte y te daré como premio la vida,dice el Señor.
Aleluya.
 
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas          (21, 12-19)
Gloria a              ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta          sus padres y hermanos,          sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen          firmes, conseguirán la vida".
Palabra del Señor.
Gloria a              ti, Señor Jesús.
 
Oración sobre las Ofrendas
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
 
Prefacio Común V
Proclamación del misterio
de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos          el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos          gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte          gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo,          Dios todopoderoso y eterno, por Cristo        nuestro Señor.
Cuya muerte celebramos unidos en caridad, cuya resurrección proclamamos con viva fe, y cuyo advenimiento glorioso aguardamos con firmísima esperanza.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
 
Antífona de la Comunión
Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta          los bordes.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Infúndenos, Señor, el          espíritu de tu caridad para que, alimentados del mismo pan del cielo, permanezcamos siempre unidos por el mismo amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Dia 27/11          Virgen de la Medalla Milagrosa          (blanco)
      Antífona          de Entrada
      Dichosa eres, Virgen María, que llevaste            en tu seno al autor del            universo, engendraste al que te creó y permaneces Virgen para            siempre.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios de misericordia: fortalece nuestra débil condición y, al          recordar en este          día a la Madre de tu Hijo, concédenos por su intercesión vernos          libres de todas          nuestras culpas.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      María, trono de la sabiduría
Lectura del libro del Eclesiástico 24,            1-2. 5-7.12-16
La sabiduría hace su propio elogio, se          gloría en medio de su pueblo.          Abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de          sus potestades.          Yo salí de la boca del Altísimo y como niebla cubrí la tierra;          habité en el          cielo con mi trono sobre columna de nubes.
          Entonces el Creador del universo me ordenó, el Creador          estableció mi morada:
          "Habita en Jacob, sea Israel tu heredad".
          Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré          jamás. En la          santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me          estableció; en la          ciudad escogida, me hizo descansar, en Jerusalén reside mi          poder. Eché raíces          en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.          Vengan a mí los          que me aman, y sáciense de mis frutos; mi nombre es más dulce          que la miel, y mi          herencia mejor que los panales. El que me come tendrá más          hambre, el que me          bebe tendrá más sed. El que me escucha no fracasará, el que me          pone en práctica          no pecará.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo 112
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y            por siempre.
Alaben, siervos del Señor, alaben el nombre          del Señor:
          Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
          Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado          sea el nombre del Señor. El          Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el          cielo.
          Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
¿Quién como el Señor Dios nuestro, que se          eleva en su trono, y se abaja          para mirar al cielo y a la tierra?
          Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Levanta del polvo al desvalido, alza de la          basura al pobre, para          sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo.
          Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Alégrate María, llena de gracia que has creído, porque lo que te          ha dicho el          Señor se cumplirá.
          Aleluya.
Evangelio
      Dio a luz a su hijo primogénito
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 2, 1-14
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días salió un decreto del          emperador Augusto, ordenando hacer          un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo          siendo Cirino          gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su          ciudad.
          También José, que era de la casa y familia de David, subió desde          la ciudad de          Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén,          para inscribirse          con su esposa, María, que estaba encinta. Y mientras estaban          allí le llegó el          tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió          en pañales y lo          acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
          En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al          aire libre,          velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les          presentó: la gloria          del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor.          El ángel les          dijo:
          "No teman, les traigo la buena noticia, la gran alegría para          todo el          pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador:          el Mesías, el          Señor. Y aquí tienen la señal: encontrarán un niño envuelto en          pañales y          acostado en un pesebre".
          De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército          celestial, que          alababa a Dios, diciendo:
          "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que          Dios          ama".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Al venerar la memoria de la Madre de tu          Hijo, te rogamos, Señor, que la          ofrenda que te presentamos nos transforme a nosotros, por tu          gracia, en ofrenda          viva y perenne.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      María, signo de consuelo y esperanza
En verdad es justo darte gracias, es bueno          cantar tu gloria, Padre          santo, Dios todo poderoso y eterno. Te alabamos y te bendecimos,          por          Jesucristo, tu Hijo, en esta memoria de la bienaventurada Virgen          María.
          Ella, como humilde sierva, escuchó tu palabra y la conservó en          su corazón;          admirablemente unida al misterio de la redención, perseveró con          los apóstoles          en la plegaria, mientras esperaban al Espíritu Santo, y ahora          brilla en nuestro          camino como signo de consuelo y de firme esperanza.
          Por este don de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los          santos, te          entonamos nuestro canto y proclamamos tu alabanza:
        
Antífona          de la Comunión
      El Poderoso ha hecho obras grandes por mí:            su nombre es Santo.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Como partícipes de la redención eterna, te rogamos, Señor, que          al celebrar la          memoria de la Madre de tu Hijo nos gloriemos en la abundancia de          tu gracia y          sintamos el aumento continuo de la salvación.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación diaria
34ª semana. Miércoles
PACIENTES EN LAS          DIFICULTADES
— La paciencia, parte          de la virtud de la fortaleza.
— Paciencia con          nosotros mismos, con los demás y en las contrariedades de la          vida corriente.
— Pacientes y          constantes en el apostolado.
I. Los textos de la          Misa de hoy, cuando ya faltan pocos días para que termine el año          litúrgico,          recogen una parte del discurso del Señor en el que hace          referencia a los          acontecimientos finales de la historia. En esta larga alocución          se entremezclan          diversas cuestiones relacionadas entre sí: la destrucción de          Jerusalén          –ocurrida cuarenta años después–, el final del mundo y la          segunda venida de          Cristo, llena de gloria y majestad. Jesús anuncia también las          persecuciones que          sufrirá la Iglesia y las tribulaciones de sus discípulos. Este          es el pasaje que          nos propone el Evangelio de la Misa1, al final del          cual el Señor nos          exhorta a la paciencia, a la perseverancia, a pesar de los          obstáculos que se          puedan presentar: In patientia vestra possidebitis animas            vestras, con          vuestra paciencia salvaréis vuestras almas.
Los Apóstoles          recordarían más tarde la advertencia del Señor: No es el            siervo mayor que su            señor. Si me han perseguido a Mí también a vosotros os            perseguirán2.          Con todo, estas tribulaciones no escapan a la Providencia          divina. Dios las          permite porque serán ocasión de bienes mayores. La Iglesia se          enriqueció en el          amor a Dios y salió siempre vencedora y fortalecida en todas sus          adversidades,          como lo había anunciado el Señor: en el mundo tendréis            grandes            tribulaciones; pero tened confianza, Yo he vencido al mundo3.
En este caminar en          que consiste la vida vamos a sufrir pruebas diversas, unas que          parecen grandes          y otras de poco relieve, en las cuales el alma debe salir          fortalecida, con la          ayuda de la gracia. Estas contradicciones vendrán unas veces de          fuera, con          ataques directos o velados, de quienes no comprenden la vocación          cristiana, de          un ambiente paganizado adverso o de quienes expresan una          verdadera oposición a          todo lo que a Dios se refiere; en otras ocasiones, surgirán de          las limitaciones          propias de la naturaleza humana, que no permiten, ¡tantas          veces!, alcanzar un          objetivo si no es a base de un empeño continuado, de sacrificio,          de tiempo...          Pueden venir dificultades económicas, familiares...; pueden          llegar la          enfermedad, el cansancio, el desaliento... La paciencia es          necesaria para perseverar,          para estar alegres por encima de cualquier circunstancia; esto          será posible          porque tenemos la mirada puesta en Cristo, que nos alienta a          seguir adelante,          sin fijarnos demasiado en lo que querría quitarnos la paz.          Sabemos que, en          todas las situaciones, la victoria está de nuestra parte.
La paciencia, según          San Agustín, es "la virtud por la que soportamos con ánimo          sereno los males". Y          añadía: "no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos          bienes que nos          han de llevar a conseguir otros mayores"4. Esta          virtud lleva a          soportar con buen ánimo, por amor a Dios, sin quejas, los          sufrimientos físicos          y morales de la vida. Frecuentemente tendremos que ejercerla          sobre todo en lo          ordinario, quizá en cosas que parecen triviales: un defecto que          no se acaba de          vencer, aceptar que las cosas no salgan como nosotros          querríamos, los imprevistos          que surgen, el carácter de una persona con la que hemos de          convivir en el          trabajo, gentes bien dispuestas pero que no entienden,          aglomeraciones en el          tráfico, retraso de los medios públicos de transporte, llamadas          imprevistas que          impiden terminar el trabajo a su hora, olvidos... Son ocasiones          para afirmar la          humildad, para hacer más fina la caridad.
II. La paciencia es          una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el          sufrimiento; no es un no          reaccionar, ni un simple aguantarse: es parte de la virtud de la          fortaleza, y          lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida,          grandes o          pequeñas, como venidos del amor de Dios. Identificamos entonces          nuestra          voluntad con la del Señor, y eso nos permite mantener la          fidelidad en medio de las          persecuciones y pruebas, y es el fundamento de la grandeza de          ánimo y de la          alegría de quien está seguro de recibir unos bienes futuros          mayores5.
Son diversos los          campos en los que el cristiano debe ejercitar esta virtud. En          primer lugar consigo            mismo, puesto que es fácil desalentarse ante los propios          defectos que se          repiten una y otra vez, sin lograr superarlos del todo. Es          necesario saber          esperar y luchar con perseverancia, convencidos de que, mientras          nos          mantengamos en el combate, estamos amando a Dios. La superación          de un defecto o          la adquisición de una virtud, de ordinario, no se logra a base          de violentos          esfuerzos, sino de humildad, de confianza en Dios, de petición          de más gracias,          de una mayor docilidad. San Francisco de Sales afirmaba que es          necesario tener          paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar, con uno          mismo6.
Paciencia también con          quienes nos relacionamos más a menudo, sobre todo si, por          cualquier motivo,          hemos de ayudarles en su formación, en su enfermedad... Hay que          contar con los defectos          de las personas que tratamos –muchas veces están luchando con          empeño por          superarlos–, quizá con su mal genio, con faltas de educación,          suspicacias...          que, sobre todo cuando se repiten con frecuencia, podrían          hacernos faltar a la          caridad, romper la convivencia o hacer ineficaz nuestro interés          en socorrerles.          La caridad nos ayudará a ser pacientes, sin dejar de corregir          cuando sea el          momento más indicado y oportuno. Esperar un tiempo, sonreír, dar          una buena          contestación ante una impertinencia puede hacer que nuestras          palabras lleguen          al corazón de esas personas, y siempre llegan al Corazón del          Señor, que nos          mirará con especial aprecio y amistad.
Paciencia con          aquellos acontecimientos que llegan y que nos son contrarios: la          enfermedad, la          pobreza, el excesivo calor o frío..., los diversos infortunios          que se presentan          en un día corriente: el teléfono que no funciona o no deja de          comunicar, el          excesivo tráfico que nos hace llegar tarde a una cita          importante, el olvido del          material de trabajo, una visita que se presenta en el momento          menos oportuno...          Son las adversidades, quizá no muy trascendentales, que nos          llevarían a          reaccionar quizá con falta de paz. Ahí nos espera el Señor; en          esos pequeños          sucesos se ha de poner la paciencia, manifestación del ánimo          fuerte de un          cristiano que ha aprendido a santificar todas las menudas          incidencias de un día          cualquiera.
III. Caritas            patiens est7, la caridad está llena de          paciencia. Y al mismo          tiempo esta virtud es el gran soporte de la caridad, sin el cual          no podría subsistir8.          Para el apostolado, singular manifestación de la caridad, la          paciencia es          absolutamente imprescindible. El Señor quiere que tengamos la          calma del          sembrador que echa su semilla sobre el terreno que ha preparado          previamente y          sigue los ritmos de la estaciones, esperando el momento          oportuno, sin          desánimos, con la confianza puesta en que aquel pequeño tallo          que acaba de          aparecer será un día espiga granada.
El Señor nos da          ejemplo de una paciencia indecible. De las muchedumbres que se          le acercan dice          en ocasiones que viendo no miran, y oyendo no escuchan, ni            entienden9;          a pesar de todo le vemos incansable en su predicación y          dedicación a las          gentes, recorriendo siempre los caminos de Palestina. Ni          siquiera los Doce que          le acompañan en todo momento demuestran un gran aprovechamiento:          aún tengo            muchas cosas que enseñaros -les dice la víspera de su          partida-, pero por            ahora no podéis comprenderlas10. El Señor          contaba con sus          defectos, con su manera de ser, y no se desalienta. Más tarde,          cada uno a su          manera, será un testigo fiel de Cristo y del Evangelio.
La paciencia y la          constancia son imprescindibles en esta labor que, en          colaboración con el          Espíritu Santo, hemos de llevar a cabo en nuestra propia alma y          en las de          nuestros amigos y familiares que queremos acercar al Señor. La          paciencia va de          la mano de la humildad, se acomoda al ser de las cosas y respeta          el tiempo y el          momento de las mismas, sin romperlas; cuenta con las          limitaciones propias y las          de los demás. "Un cristiano que viva la virtud recia de la          paciencia, no se          desconcertará al advertir que quienes le rodean dan muestra de          indiferencia por          las cosas de Dios. Sabemos que hay hombres que, en las capas          subterráneas,          guardan –como en la bodega los buenos vinos– unas ansias          incontenibles de Dios          que tenemos el deber de desenterrar. Ocurre, sin embargo, que          las almas –la          nuestra también– tienen sus ritmos de tiempo, su hora, a la que          hay que          acomodarse como el labrador a las estaciones y al terruño. ¿No          ha dicho el          Maestro que el reino de Dios es semejante a un amo que salió a          distintas horas          del día a contratar obreros a su viña (Mt 20, 1-7)?"11.          ¿Y          cómo no vamos a ser pacientes con los demás, si el Señor ha          derrochado tanta          paciencia con nosotros y sigue haciéndolo? Caritas omnia            suffert, omnia            credit, omnia sperat, omnia sustinet12, la          caridad a todo se          acomoda, cree todo, todo lo espera y todo lo soporta, enseñó San          Pablo. Y          también lo escribió para nosotros. Si tenemos paciencia, seremos          fieles,          salvaremos nuestras almas y también las de muchos otros que la          Virgen Nuestra          Madre pone constantemente en nuestro camino,
1 Lc 21, 12-19.          — 2 Jn 15, 20. — 3 Jn 16, 33. —          4 San          Agustín, Sobre la paciencia, 2. — 5 Cfr. Santo          Tomás, Comentario            a la Epístola a los Hebreos, 10, 35. — 6 Cfr. San          Francisco de Sales,          Epistolario, frag. 139, en Obras selectas de...,          p. 774. — 7          1 Cor 13, 4. — 8 Cfr. San Cipriano, Sobre el            bien de la            paciencia, 15, en Folletos M. C., nº 321. — 9 Mt          13, 13. — 10          Jn 16, 12. — 11 J. L. R. Sánchez de Alva, El            Evangelio de San            Juan, Palabra. 3ª ed., Madrid 1987, nota 4, 1-44. —12          1 Cor          13, 7.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
La            Virgen de la Medalla Milagrosa
El 27 de noviembre de 1830          la Virgen Santísima se          apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa          vicentina, y se le apareció de          esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella          había un globo luciente          sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y          de sus dedos          fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la          tierra. María          Santísima dijo entonces a Sor Catalina: 
"Este globo que has visto es el mundo            entero donde viven mis hijos.            Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo            expando sobre todos            aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al            poder ayudar a            los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no            me invocan jamás!            Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque            pocas veces me            rezan".
Entonces alrededor de la          cabeza de la Virgen se formó          un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh            María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos            a Ti". Y una voz dijo a          Catalina: "Hay            que hacer una medalla semejante a esto que estas viendo. Todas            las personas que            la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre          la M una cruz, y debajo los          corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla          Milagrosa.
El Arzobispo de París          permitió fabricar la medalla tal          cual había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron          los milagros. (lo          que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal          muerto, sino          nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la          Virgen Santa,          llevando su sagrada imagen).
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Fuente: Franciscanos.net 
        Bernardino Amici de            Fossa, Beato          Predicador y Escritor Franciscano, 27 Noviembre   
              
 Sacerdote de la Primera Orden                      (1420‑1503).  |           
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Francisco Antonio Fasani,            Santo Presbítero Franciscano,          27 de noviembre   
              
 En la segunda mitad del siglo XVII vivía                    en Lucera (Italia), una familia muy pobre: la familia                    Fasani. En su seno nació, el 16 de agosto de 1681, un                    niño que recibió los nombres de Donato Antonio Juan                    Nicolás. Comúnmente le llamaban Juan. Antes de cumplir                    los diez años murió su padre, que era campesino. Su                    madre volvió a casarse con Francisco Farinacci, que                    fue también un buen padre para Juan y lo envió a                    estudiar en el convento de los frailes menores                    conventuales de Lucera. Su madre era una mujer muy                    piadosa. 
 orden de los frailes menores                    conventuales tomando el hábito franciscano y el nombre                    de Francisco Antonio en el noviciado de Monte San                    Ángel. Allí mismo hizo los votos. Después estudió                    filosofía y teología en los colegios de Venafro,                    Agnone, Montella, Aversa y Asís, donde fue ordenado                    sacerdote el 19 de septiembre de 1705. Se doctoró en                    teología con las máximas calificaciones, y en 1707 fue                    destinado a enseñar filosofía en el convento de                    Lucera, su ciudad natal.  |           
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Teodosio,            Santo          Biografía, 27 de          noviembre   
              Noviembre 27               Etimológicamente significa "don de                  Dios". Viene de la lengua griega.  |           
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Delfina,            Beata          Viuda, 27 de          noviembre   
              
 Viuda              
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Bronislao  Kostkowski,            Beato          Seminarista, 27 Noviembre   
              
 Nació en Slupsk, Polonia, el 11                    marzo de 1915; murió en Dachau, Alemania, 27 de                    novembre de 1942.  |           
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Fuente: acoantioquena.com 
        Jacobo de Persia, Santo          Mártir, 27 Noviembre   
              
 El gran mártir Jacobo el Persa                    (conocido como "el amputado") nació en el siglo IV en                    el seno de una piadosa familia cristiana, conocida por                    su riqueza y su honorabilidad.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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