JMJ
Pax
Lectura            del santo Evangelio según san Mateo 24,37-44
Gloria            a ti, Señor
En          aquel tiempo. Jesús dijo a sus discípulos: "Así como sucedió en          tiempos de          Noé, así también 
          sucederá cuando venga el Hijo de hombre. Antes del diluvio, la          gente comía, bebía          y se 
          cansaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando          menos lo esperaban,          sobrevino el 
          diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el          Hijo del hombre.          Entonces, de 
          dos hombres que están en el campo, uno será llevado y el otro          será dejado; de          dos mujeres que 
          estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.
          Velen pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a          venir su Señor.          Tengan por cierto 
          que si un padre de familia supiera a qué hora va avenir el          ladrón, estaría          vigilando y no dejaría 
          que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes          estén preparados,          porque a la 
          hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Adviento (1er.dom) Ciclo A
Escuchen, pueblos, la              palabra del Señor, anúncienla en los confines de la tierra:              Miren a nuestro 
salvador que viene; no              teman.
Oración Colecta
Oremos:
            Concédenos, Señor Dios nuestro, permanecer alerta a la venida            de tu Hijo, para            que cuando llegue y llame a la puerta, nos en vela encuentre,            en vela y con            nuestras lámparas encendidas.
            Por nuestro Señor Jesucristo ...
            Amén.
El Señor reúne a todos los              pueblos en la paz eterna del Reino de Dios
Lectura del libro del              profeta Isaías 2, 1-5
Visión de Isaías, hijo            de Amós, acerca de Judá y de            Jerusalén: El días futuros, el monte de la 
            casa del Señor será elevado en la cima de los montes,            encumbrado sobre las            montañas y hacia 
            él confluirán todas las naciones.
            Acudirán pueblos numerosos, que dirán: "Vengan, subamos al            monte del            Señor, a la casa del 
            Dios de Jacob, para que él nos instruya en sus caminos y            podamos marchar por            sus sendas. 
            Porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del            Señor".
            El será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos            numerosos. De las            espadas forjarán 
            arados y de las lanzas, podadera; ya no alzará la espada            pueblo contra pueblo,            ya no se 
            adiestrarán para la guerra.
            ¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Del Salmo 121
Vayamos con alegría al              encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando            me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy estamos aquí,            Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.
            Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
A ti, Jerusalén suben las            tribus, las tribus del Señor según lo que a Israel se le ha            ordenado, para            alabar el nombre del Señor.
            Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Digan de todo corazón:            "Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman, que haya            paz dentro            de tus murallas y que reine la paz en cada casa".
            Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Por el amor que tengo a mis            hermanos, voy a decir: "La paz esté contigo". Y por la casa            del            Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes.
            Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Ya está cerca a nuestra              salvación
Lectura de la carta del              apóstol san Pablo a los Romanos 13, 11-14a
Hermanos: tomen en            cuenta el momento en que vivimos.            Ya es hora de que despierten del 
            sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que            cuando empezamos a            creer. La 
            noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, todo            la obras de las            tinieblas y 
            revistámonos con las armas de la luz.
            Comportémonos honestamente, como se hace en pleno día. Nada de            comilonas ni            borracheras, 
            nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias.            Revistase más            bien, nuestro Señor 
            Jesucristo y que el cuidado de su cuerpo no dé ocasión a los            malos deseos.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Aclamación              antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
            Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos, tu salvación.
            Aleluya.
Velad y estad              preparados.
Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 24,37-44
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo. Jesús            dijo a sus discípulos:            "Así como sucedió en tiempos de Noé, así también 
            sucederá cuando venga el Hijo de hombre. Antes del diluvio, la            gente comía,            bebía y se 
            cansaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando            menos lo esperaban,            sobrevino el 
            diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el            Hijo del hombre.            Entonces, de 
            dos hombres que están en el campo, uno será llevado y el otro            será dejado; de            dos mujeres que 
            estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.
            Velen pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a            venir su Señor.            Tengan por cierto 
            que si un padre de familia supiera a qué hora va avenir el            ladrón, estaría            vigilando y no dejaría 
            que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes            estén preparados,            porque a la 
            hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor.
Oración de los Fieles
Celebrante:
            Oremos, hermanos y hermanas, al Señor, y pidámosle            confiadamente que despierte            su poder y venga a salvarnos:
            Respondemos a cada petición: Ven, Señor, a salvarnos con tu            poder.
Para que los fieles            despierten del sueño de sus            indolencias y reciban con alegría la salvación que se acerca,            roguemos al            Señor.
            Ven, Señor, a salvarnos con tu poder.
Para que se afiance la            paz en el mundo, y las riquezas            de la creación se transformen en instrumento de progreso y            bienestar para todos            los seres humanos, roguemos al Señor.
            Ven, Señor, a salvarnos con tu poder.
Para que el Señor, con            su venida, alivie los dolores            de los enfermos, dé paz y alegría a los que sufren en su            espíritu y libre al            mundo de sus males, roguemos al Señor.
            Ven, Señor, a salvarnos con tu poder.
Para que nosotros mismos            vivamos siempre alerta sin            que las preocupaciones de la vida nos impidan mantenernos en            pie cuando llegue            el Hijo del hombre, roguemos al Señor.
            Ven, Señor, a salvarnos con tu poder.
Celebrante:
            Dios misericordioso, que enviaste a tu Hijo al mundo para que            nos instruyera en            tus caminos, andáramos por tus sendas y todas las naciones se            reunieran en la            montaña santa de tu reino; escucha nuestra oración y despierta            en nosotros un            deseo tan vivo de tu venida, que avanzando por la senda de tus            mandatos,            lleguemos a contemplar en su gloria al que ha de venir,            Jesucristo nuestro            Señor.
            El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Acepta, Señor, este pan            y este vino escogidos de entre            los bienes que hemos recibido de ti, y 
            concédenos que esta Eucaristía, que nos permites celebrar            ahora en nuestra vida            mortal, sea 
            para nosotros prenda de salvación eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
La doble expectación              de Cristo
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y            salvación, darte gracias siempre y en todo 
            lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por            Cristo, Señor            nuestro.
            A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con            inefable amor de            Madre, Juan lo 
            proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El            mismo Señor nos            concede ahora 
            prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para            encontrarnos así,            cuando llegue, 
            velando en oración y cantando su alabanza. 
            Por eso, 
            con los ángeles y arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos sin            cesar el himno de 
            tu gloria:
Ven, Señor, visítanos con tu              paz y nos alegraremos en tu presencia de todo corazón.
Oración después de la Comunión.
Oremos:
            Señor, que fructifique en nosotros la celebración de estos            sacramentos con los            que tú nos 
            enseñas, ya en nuestra vida mortal, a descubrir el valor de            los bienes eternos            y a poner en ellos 
            nuestro corazón.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
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† Meditación diaria
Adviento. Primer domingo
ADVIENTO: EN LA          ESPERA DEL SEÑOR
—          Vigilantes ante la llegada del Mesías.
—          Principales enemigos de nuestra santidad: las tres          concupiscencias. La          Confesión, medio para preparar la Navidad.
—          Vigilantes mediante la oración, la mortificación y el examen de          conciencia.
I. Dios todopoderoso,            aviva en tus fieles, al            comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro con            Cristo, acompañados            por las buenas obras1.
Quizá          hayamos tenido la experiencia          –decía R. Knox en un sermón sobre el Adviento2– de lo          que es caminar          en la noche y arrastrar los pies durante kilómetros, alargando          ávidamente la          vista hacia una luz en la lejanía que representa de alguna forma          el hogar. ¡Qué          difícil resulta apreciar en plena oscuridad las distancias! Lo          mismo puede          haber un par de kilómetros hasta el lugar de nuestro destino,          que unos pocos          cientos de metros. En esa situación se encontraban los profetas          cuando miraban          hacia adelante en espera de la redención de su pueblo. No podían          decir, con una          aproximación de cien años ni de quinientos, cuándo habría de          venir el Mesías.          Solo sabían que en algún momento la estirpe de David retoñaría          de nuevo, que en          alguna época se encontraría una llave que abriría las puertas de          la cárcel; que          la luz que solo se divisaba entonces como un punto débil en el          horizonte se          ensancharía al fin, hasta ser un día perfecto. El pueblo de Dios          debía estar a          la espera.
Esta          misma actitud de expectación          desea la Iglesia que tengamos sus hijos en todos los momentos de          nuestra vida.          Considera como una parte esencial de su misión hacer que sigamos          mirando al futuro,          aunque ya se ha cumplido el segundo milenio de aquella primera          Navidad, que la          liturgia nos presenta inminente. Nos alienta a que caminemos con          los pastores,          en plena noche, vigilantes, dirigiendo nuestra mirada hacia          aquella luz que sale          de la gruta de Belén.
Cuando          el Mesías llegó, pocos le          esperaban realmente. Vino a los suyos, y los suyos no le            recibieron3.          Muchos de aquellos hombres se habían dormido para lo más          esencial de sus vidas          y de la vida del mundo.
Estad            vigilantes, nos dice el Señor en el          Evangelio de la Misa.Despertad,          nos repetirá San Pablo4. Porque también nosotros          podemos olvidarnos          de lo más fundamental de nuestra existencia.
Convocad            a todo el mundo, anunciadlo            a las naciones y decid: Mirad a Dios nuestro Salvador, que            llega. Anunciadlo y            que se oiga; proclamadlo con fuerte voz5.          La Iglesia nos alerta con cuatro semanas de antelación para que          nos preparemos          a celebrar de nuevo la Navidad y, a la vez, para que, con el          recuerdo de la          primera venida de Dios hecho hombre al mundo, estemos atentos a          esas otras venidas          de Dios, al final de la vida de cada uno y al final de los          tiempos. Por eso, el          Adviento es tiempo de preparación y de esperanza.
"Ven,            Señor, y no tardes". Preparemos el camino          para el Señor que llegará          pronto; y si advertimos que nuestra visión está nublada y no          vemos con claridad          esa luz que procede de Belén, de Jesús, es el momento de apartar          los          obstáculos. Es tiempo de hacer con especial finura el examen de          conciencia y de          mejorar en nuestra pureza interior para recibir a Dios. Es el          momento de          discernir qué cosas nos separan del Señor, y tirarlas lejos de          nosotros. Para          ello, este examen debe ir a las raíces mismas de nuestros actos,          a los motivos          que inspiran nuestras acciones.
II. Como en este tiempo          queremos de verdad acercarnos          más a Dios, examinaremos a fondo nuestra alma. Allí          encontraremos los          verdaderos enemigos que luchan sin tregua para mantenernos          alejados del Señor.          De una forma u otra, allí están los principales obstáculos para          nuestra vida          cristiana: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia            de los ojos            y el orgullo de la vida6.
"La          concupiscencia de la carne no es          solo la tendencia desordenada de los sentidos en general (...),          no se reduce          exclusivamente al desorden de la sensualidad, sino también a la          comodidad, a la          falta de vibración, que empuja a buscar lo más fácil, lo más          placentero, el          camino en apariencia más corto, aun a costa de ceder en la          fidelidad a Dios          (...).
"El otro          enemigo (...) es la          concupiscencia de los ojos, una avaricia de fondo, que lleva a          no valorar sino          lo que se puede tocar (...).
"Los          ojos del alma se embotan; la          razón se cree autosuficiente para entender todo, prescindiendo          de Dios. Es una          tentación sutil, que se ampara en la dignidad de la          inteligencia, que Nuestro          Padre Dios ha dado al hombre para que lo conozca y lo ame          libremente.          Arrastrada por esa tentación, la inteligencia humana se          considera el centro del          universo, se entusiasma de nuevo con el seréis como dioses (Gen 3,  5)          y, al llenarse de amor por sí misma, vuelve la espalda al amor          de Dios.
"La          existencia nuestra puede, de          este modo, entregarse sin condiciones en manos del tercer          enemigo, de la superbia            vitae. No se trata solo de pensamientos efímeros de          vanidad o de amor          propio: es un engreimiento general. No nos engañemos, porque          este es el peor de          los males, la raíz de todos los descaminos"7.
Puesto          que el Señor viene a          nosotros, hemos de prepararnos. Cuando llegue la Navidad, el          Señor debe encontrarnos          atentos y con el alma dispuesta; así debe hallarnos también en          nuestro          encuentro definitivo con Él. Necesitamos enderezar los caminos          de nuestra vida,          volvernos hacia ese Dios que viene a nosotros. Toda la          existencia del hombre es          una constante preparación para ver al Señor, que cada vez está          más cerca, pero          en el Adviento la Iglesia nos ayuda a pedir de una manera          especial;Señor,            enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine            con lealtad:            enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador8.
Prepararemos          este encuentro en el          sacramento de la Penitencia. Cercana ya la Navidad de 1980, el          Papa Juan Pablo          II estuvo con más de dos mil niños en una parroquia romana. Y          comenzó la catequesis: ¿Cómo            os preparáis para la Navidad? Con la oración, responden          los chicos          gritando. Bien, con la oración, les dice el Papa, pero            también con la Confesión. Tenéis que confesaros para acudir            después a la            Comunión. ¿Lo haréis? Y los millares de chicos, más fuerte          todavía,          responden: ¡Lo haremos! Sí, debéis hacerlo, les dice Juan          Pablo II.          Y en voz más baja: El Papa también se confesará para recibir            dignamente            al Niño Dios.
Así lo          haremos también nosotros en          las semanas que faltan para la Nochebuena, con más amor, con más          contrición          cada vez. Porque siempre podemos recibir con mejores          disposiciones este sacramento          de la misericordia divina, como consecuencia de examinar más a          fondo nuestra          alma.
III. En aquel tiempo,            dijo Jesús a sus            discípulos: Estad sobre aviso, velad y orad, porque no sabéis            cuándo será el            tiempo (...). Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el            dueño de la casa:            si a la tarde, o a media noche, o al canto del gallo, o a la            mañana. No sea que            cuando viniere de repente, os halle durmiendo. Y lo que a            vosotros digo a todos            digo, velad9.
Para          mantener este estado de vigilia          es necesario luchar, porque la tendencia de todo hombre es vivir          con los ojos          puestos en las cosas de la tierra. Especialmente en este tiempo          de Adviento, no          vamos a dejar que se ofusquen nuestros corazones con la            glotonería y            embriaguez y los cuidados de esta vida, y perder de vista          así la dimensión          sobrenatural que deben tener todos nuestros actos. San Pablo          compara esta          vigilia sobre nosotros a la guardia que hace el soldado bien            armado que            no se deja sorprender10. "Este adversario          enemigo nuestro por          dondequiera que pueda procura dañar; y pues él no anda          descuidado, no lo          andemos nosotros"11.
Estaremos          alerta si cuidamos con          esmero la oración personal, que evita la tibieza y, con ella, la          muerte de los          deseos de santidad; estaremos vigilantes si no descuidamos las          mortificaciones          pequeñas, que nos mantienen despiertos para las cosas de Dios.          Estaremos          atentos mediante un delicado examen de conciencia, que nos haga          ver los puntos          en que nos estamos separando, casi sin darnos cuenta, de nuestro          camino.
"Hermanos          –nos dice San Bernardo–, a          vosotros, como a los niños, Dios revela lo que ha ocultado a los          sabios y          entendidos: los auténticos caminos de la salvación. Meditad en          ellos con suma          atención. Profundizad en el sentido de este Adviento. Y, sobre          todo, fijaos          quién es el que viene, de dónde viene y a dónde viene, para qué,          cuándo y por          dónde viene. Tal curiosidad es buena. La Iglesia universal no          celebraría con          tanta devoción este Adviento si no contuviera algún gran          misterio"12.
Salgamos            con corazón limpio a            recibir al Rey supremo, porque está para venir y no tardará, leemos en las antífonas          de la liturgia.
Santa          María, Esperanza nuestra, nos          ayudará a mejorar en este tiempo de Adviento. Ella espera con          gran recogimiento          el nacimiento de su Hijo, que es el Mesías. Todos sus          pensamientos se dirigen a          Jesús, que nacerá en Belén. Junto a Ella nos será fácil disponer          nuestra alma          para que la llegada del Señor no nos encuentre dispersos en          otras cosas, que          tienen poca o ninguna importancia ante Jesús.
1 Colecta de            la Misa del día. — 2 Cfr. R. A.          Knox, Sermón            sobre el Adviento,          21-XII-1947. — 3 Jn 1, 11.— 4 Cfr. Rom 13, 11. — 5 Salmo            responsorial. Lunes de la I Semana            de Adviento.          — 6 1 Jn 2, 16. — 7 San Josemaría Escrivá, Es Cristo            que pasa, 5-6.          — 8Salmo            responsorial de la Misa del día.            Ciclo C. Sal 24.          — 9 Mc 13, 33-37. Evangelio            de la Misa del día. Ciclo B. — 10 Cfr. 1 Tes 5, 4-11. — 11 Santa Teresa, Camino de            perfección, 19,          13. — 12 San Bernardo, Sermón            sobre los seis aspectos del            Adviento, 1.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San Eloy
        Orfebre
          Año 660
       
Eloy (o Eligio, que es lo          mismo) significa: "el          elegido, el preferido".
San Eloy fue el más famoso          orfebre de Francia en el          siglo VII (orfebre es el que labra objetos de plata u oro).
Dios le concedió desde muy          pequeño unas grandes          cualidades para trabajar con mucho arte el oro y la plata. Nació          en el año 588          en Limoges (Francia). Su padre, que era también un artista en          trabajar metales,          se dio cuenta de que el niño tenía capacidades excepcionales          para el arte y lo          puso a aprederlo bajo la dirección de Abon, que era el encargado          de fabricar          las monedas en Limoges.
Cuando ya aprendió bien el          arte de la orfebrería se fue          a París y se hizo amigo del tesorero del rey. Clotario II le          encomendó a Eloy          que le fabricara un trono adornado con oro y piedras preciosas.          Pero con el          material recibido el joven artista hizo dos hermosos tronos. El          rey quedó          admirado de la honradez, de la inteligencia, la habilidad y las          otras          cualidades de Eloy y lo nombró jefe de la casa de moneda          (todavía se conservan          monedas de ese tiempo que llevan su nombre).
Nuestro santo fabricó          también los preciosos relicarios          en los cuales se guardaron las reliquias de San Martín, San          Dionisio, San          Quintín, Santa Genoveva y San Germán. La habilidad del artista y          su amistad con          el monarca hicieron de él un personaje muy conocido en su siglo.
Eloy se propuso no dejarse          llevar por las costumbres          materialistas y mundanas de la corte. Y así, aunque vestía muy          bien, como alto          empleado, sin embargo era muy mortificado en el mirar, comer y          hablar. Y era          tan generoso con los necesitados que cuando alguien preguntaba:          "¿Dónde          vive Eloy?", le respondían: "siga por esta calle, y donde vea          una          casa rodeada por una muchedumbre de pobres, ahí vive Eloy".
Un día Clotario le pidió a          nuestro santo que como todos          los demás empleados jurara fidelidad al rey. Él se negaba porque          había leído          que Cristo recomendaba: "No juren por nada". Y además tenía          miedo de          que de pronto al monarca se le antojara mandarle cosas que          fueran contra su          conciencia. Al principio el rey se disgustó, pero luego se dio          cuenta de que un          hombre que tenía una conciencia tan delicada no necesitaba hacer          juramentos          para portarse bien.
Eloy se propuso ayudar a          cuanto esclavo pudiera. Y con          el dinero que conseguía pagaba para que les concedieran          libertad. Varios de          ellos permanecieron ayudándole a él durante toda su vida porque          los trataba          como un bondadoso padre.
Al santo le llamaba mucho          la atención alejarse del          gentío a dedicarse a rezar y meditar. Y entonces el nuevo rey          Dagoberto le          regaló un terreno en Limousin, donde fundó un monasterio de          hombres. Luego el          rey le regaló un terreno en París y allá fundó un monasterio          para mujeres. Y a          sus religiosos les enseñaba el arte de la orfebrería y varios de          ellos llegaron          a ser muy buenos artistas. Al cercar el terreno que el rey le          había regalado en          París, se apropió de unos metros más de los concedidos, y al          darse cuenta fue          donde el monarca a pedirle perdón por ello. El rey exclamó:          "Otros me          roban kilómetros de terreno y no se les da nada. En cambio este          bueno hombre viene          a pedirme perdón por unos pocos metros que se le fueron de más".          Con esto          adquirió tan grande aprecio por él que lo nombró embajador para          tratar de          obtener la paz ante un gobierno vecino que le quería hacer la          guerra.
Por sus grandes virtudes          fue elegido obispo de Rouen, y          se dedicó con todas sus energías a obtener que las gentes de su          región se          convirtieran al cristianismo, porque en su mayoría eran paganas.          Predicaba          constantemente donde quiera que podía. Al principio aquellos          bárbaros se          burlaban de él, pero su bondad y su santidad los fueron ganando          y se fueron          convirtiendo. Cada año el día de Pascua bautizaba centenares de          ellos. Se          conservan 15 sermones suyos, y en ellos ataca fuertemente a la          superstición, a          la creencia en maleficios, sales, lectura de naipes o de las          manos, y          recomienda fuertemente dedicar bastante tiempo a la oración,          asistir a la Santa          Misa y comulgar; hacer cada día la señal de la cruz, rezar          frecuentemente el          Credo y el Padrenuestro y tener mucha devoción a los santos.          Insistía muchísimo          en la santificación de las fiestas, en asistir a misa cada          domingo y en descansar          siempre en el día del Señor. Prohibía trabajar más de dos horas          los domingos.
Cuando ya llevaba 19 años          gobernando a su diócesis,          supo por revelación que se le acercaba la hora de su muerte y          comunicó la          noticia a su clero. Poco después le llegó una gran fiebre.          Convocó a todo el          personal que trabajaba en su casa de obispo y se despidió de          ellos dándoles las          gracias y prometiéndoles orar por cada uno. Todos lloraban          fuertemente y esto          lo conmovió a él también. Y el 1º. de diciembre del año 660          murió con la          tranquilidad de quien ha dedicado su vida a hacer el bien y a          amar a Dios.
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Blanca de Castilla, Santa Reina          y Religiosa, Diciembre 1   
              
 Reina de Francia              La corte ha dado también santos. Blanca                    era hija de Alfonso IX, rey de Castilla y de Eleonora                    de Inglaterra.  |           
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Fuente: Vatican.va 
        Charles (Carlos de            Jesús) de Foucauld, Beato          Religioso, 1 Diciembre   
              
 Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia,                    en Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a                    los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo los                    cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera                    militar.   |           
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Clementina Anuarite            Nengapeta, Beata Virgen y Mártir, 1          Diciembre   
              
 Diciembre 1               |           
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Alejandro Briant, Santo Mártir          Inglaterra, 1 Diciembre   
              
 Es descrito como un apuesto joven                    protestante, que estudió en Oxford.  |           
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Fuente:            ar.geocities.com/misa_tridentina04 
        Juan Garbella de            Vercelli, Beato          Sacerdote dominico, Diciembre 1   
              
 Sacerdote Dominico              Martirologio Romano: En                        Montpellier, de la Provenza, en Francia, beato                        Juan de Verceli, presbítero, maestro general de la                        Orden de Predicadores, que predicó incansablemente                        la reverencia al nombre de Jesús (1283).  |           
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Fuente: www.cpalsj.org 
        Edmundo Campion, Santo          Mártir, 1 Diciembre   
              
 Es el primer santo inglés de la Compañía                    de Jesús. Con su simpatía, alegría contagiosa, con su                    patriotismo y oratoria supo dar, a los ingleses                    perseguidos, el entusiasmo que les faltaba para                    defender su fe.  
 al escucharlo, hacen concebir en Campion                    una protección y un porvenir muy seguro. 
 asiste, en Westminster Hall, atónito                    entre la muchedumbre, al despiadado juicio contra el                    Bienaventurado John Storey. Este se había exiliado en                    Flandes. Al poco tiempo, ya anciano, en el Colegio de                    Douai, recibió la ordenación sacerdotal. Sir William                    Cecil lo había hecho raptar y traer desde Amberes,                    acusándolo de traición.  |           
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Fuente: Vatican.va 
        Liduina (Elisa Ángela)            Meneguzzi, Beata          Religiosa Misionera, 1 de diciembre   
              
 Religiosa              Martirologio Romano: En la ciudad de Dire-Daua, en                      Etiopía, beata Liduina (Elisa Anagela) Meneguzzi,                      virgen del Instituto de San Francisco de Sales, que,                      cual espejo de humildad y caridad cristiana, mostró                      la misericordia de Dios entre los pobres, enfermos y                      cautivos (1941). Elisa Angela Meneguzzi (la futura Hermana                    Liduina) nace el 12 de septiembre del 1901 en Giarre,                    barrio de Abano Terme, provincia de Padua.  |           
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Fuente: Vatican.va 
        María Rosa de Jesús            Pellesi, Beata          Religiosa Franciscana, 1 Diciembre   
              
 Nació en Prignano sulla Secchia (Italia)                    el 11 de noviembre de 1917. Era la última de nueve                    hermanos. Desde el inicio, la vida le dio belleza,                    elegancia, buen humor, dulzura, alegría y mucha paz. A                    los 17 años llegó también el amor. Su existencia                    parecía haber tomado el camino de la plena realización                    y de la felicidad. El binomio amor-felicidad era el                    sueño que perseguía con todo su entusiasmo. Pero Dios                    tenía otros planes.   |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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