JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Lucas 21, 34-36
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos:          
          "Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las          preocupaciones de          esta vida no 
          entorpezcan su mente, y aquel día los sorprenda desprevenidos:          porque caerá de          repente como 
          una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
          Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan          escapar de todo lo          que ha de 
          suceder y comparecer ante el Hijo del hombre".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
sab          34a. Ordinario año impar
      Antífona de Entrada
      Sálvanos,              Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para              que podamos              agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria alabarte.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón y,            con el mismo            amor, amar a 
            nuestros prójimos. Por nuestro Señor Jesucristo...
Primera            Lectura
      El              poder real y el dominio serán entregados al pueblo de los              elegidos del Altísimo
Lectura              del libro del profeta Daniel 7, 15-27
Yo, Daniel, me sentía            angustiado y perturbado por las visiones que había tenido. Me            acerqué a 
            uno de los presentes y le pedí que me explicara todo aquello,            y él me explicó            el sentido de las 
            visiones.
            "Esas cuatro bestias gigantescas significan cuatro reyes que            surgirán en            el mundo. 
            Pero los elegidos del Altísimo recibirán el reino y lo            poseerán por los siglos            de los siglos".
            Quise saber lo que significaba la cuarta bestia, diferente de            las demás, la            bestia terrible con 
            dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y            trituraba, y pisoteaba lo            sobrante con las 
            patas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza y el            otro cuerno que,            al salir, eliminaba 
            a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería            blasfemias, y era más            grande que las otras.
            Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los            elegidos y los            derrotó. Hasta que 
            llegó el anciano para hacer justicia a los elegidos del            Altísimo, para que            éstos poseyeran el reino.
            Después me dijo: 
            "La cuarta bestia es un cuarto rey que habrá en la tierra,            mayor que todos            los reyes; devorará, 
            trillará y triturará toda la tierra. Sus diez cuernos son diez            reyes que habrá            en aquel reino; y 
            después vendrá otro, más poderoso que ellos, el cual            destronará a tres reyes;            blasfemará contra 
            el Altísimo e intentará aniquilar a los elegidos y cambiar las            fiestas y la            ley. Los elegidos estarán 
            bajo su poder durante tres años y medio. Pero al celebrarse el            juicio, se le            quitará el poder y será 
            destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio            sobre todos los            reinos bajo el cielo 
            serán entregados al pueblo de los elegidos del Altísimo. Será            un reino eterno,            al que temerán y 
            se someterán todos los soberanos".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Daniel              3
Bendito              seas siempre, Señor.
Hombres            todos, bendigan al Señor; pueblo de Israel, bendice al Señor.
            Bendito seas siempre, Señor.
Sacerdotes            del Señor, bendigan al Señor; siervos del Señor, bendigan al            Señor.
            Bendito seas siempre, Señor.
Almas y            espíritus justos, bendigan al Señor; santos y humildes de            corazón, bendigan al            Señor.
            Bendito seas siempre, Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el            Hijo del hombre.
            Aleluya.
Evangelio
      Velen para que puedan              escapar de todo lo que ha de suceder
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas 21, 34-36
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo Jesús dijo a            sus discípulos: 
            "Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las            preocupaciones de            esta vida no 
            entorpezcan su mente, y aquel día los sorprenda desprevenidos:            porque caerá de            repente como 
            una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
            Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan            escapar de todo lo            que ha de 
            suceder y comparecer ante el Hijo del hombre".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor, estos dones            que te presentamos en señal de sumisión a Ti, y conviértelos            en el 
            sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro            Señor.
Prefacio
      La alabanza, don de Dios
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre            y en todo 
            lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues,            aunque no            necesitas de nuestra 
            alabanza, es don tuyo el que seamos agradecidos; y aunque            nuestras bendiciones            no aumentan 
            tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación, por Cristo,            nuestro Señor.
            Por eso, unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
Antífona de la Comunión
      Ven,              Señor, en ayuda de tu siervo y sálvame por tu misericordia.              Que no me              arrepienta nunca de 
haber              invocado.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que            acabamos de recibir ,            nos ayude, 
            Señor, a vivir más profundamente nuestra fe. Por Jesucristo,            nuestro Señor.
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† Meditación diaria
34ª semana. Sábado
HACIA LA CASA DEL          PADRE
— Anhelo del Cielo.
— La "divinización"          del alma, de sus potencias y del cuerpo glorioso.
— La gloria          accidental. Estar vigilantes.
I. Me mostró el            río del agua de la vida claro como un cristal, procedente del            trono de Dios y            del Cordero. En medio de su plaza, y en una y otra orilla del            río, está el            árbol de la vida, que produce frutos doce veces (...). En ella            estará el trono            de Dios y del Cordero, y sus siervos le darán culto, verán su            rostro y llevarán            su nombre grabado en sus frentes1. La Sagrada          Escritura acaba          donde comenzó: en el Paraíso. Y las lecturas de este último día          del año          litúrgico nos señalan el fin de nuestro caminar aquí en la          tierra: la Casa del          Padre, nuestra morada definitiva,
El Apocalipsis          nos enseña, mediante símbolos, la realidad de la vida eterna,          donde se verá          cumplido el anhelo del hombre: la visión de Dios y la felicidad          sin término y          sin fin. San Juan nos presenta en esta lectura el          encuentro de quienes          fueron fieles en esta vida: el agua es el símbolo del Espíritu          Santo, que          procede del Padre y del Hijo, representado por el río que surge          del trono de          Dios y del Cordero. El nombre de Dios sobre las frentes de los          elegidos expresa          su pertenencia al Señor2. En el Cielo ya no habrá            noche: no será            necesaria luz ni lámparas ni el sol, porque el Señor Dios            alumbrará sobre ellos            y reinará por los siglos de los Siglos3.
La muerte de los          hijos de Dios será solo el paso previo, la condición          indispensable, para          reunirse con su Padre Dios y permanecer con Él por toda la          eternidad. Junto a          Él ya no habrá noche. En la medida en que vamos          creciendo en el sentido          de la filiación divina, perdemos el miedo a la muerte, porque          sentimos con más          fuerza el anhelo de encontrarnos con nuestro Padre, que nos          espera. Esta vida          es solo el camino hasta Él; "por eso es necesario vivir y          trabajar en el tiempo          llevando en el corazón la nostalgia del Cielo"4.
Muchos hombres, sin          embargo, no tienen en su corazón esta "nostalgia del Cielo"          porque se          encuentran aquí satisfechos de su prosperidad y confort material          y se sienten          como si estuvieran en casa propia y definitiva, olvidando que no            tenemos            aquí morada permanente5 y que nuestro corazón          está hecho para          los bienes eternos. Han empequeñecido su corazón y lo han          llenado de cosas que          poco o nada valen, y que dejarán para siempre dentro de un          tiempo no demasiado          largo.
Los cristianos amamos          la vida y todo lo que en ella encontramos de noble: amistad,          trabajo, alegría,          amor humano..., y no debe extrañarnos que a la hora de dejar          este mundo          experimentemos cierto temor y desazón, pues el cuerpo y el alma          fueron creados          por Dios para estar unidos y solo tenemos experiencia de este          mundo. Sin embargo,          la fe nos dará el consuelo inefable de saber que la vida se            transforma, no se            pierde; y al deshacerse la casa de nuestra habitación terrena,            se nos prepara            en el Cielo una eterna morada6. Después nos          espera la Vida.
Los hijos de Dios          quedarán maravillados en la gloria al ver todas las perfecciones          de su Padre,          de las que solo tuvieron un anticipo en la tierra. Y se sentirán          plenamente en          su casa, en su morada ya definitiva, en el seno de la Trinidad          Beatísima7.
Por eso, podemos          exclamar: "¡Si no nos morimos!: cambiamos de casa y nada más.          Con la fe y el          amor, los cristianos tenemos esta esperanza; una esperanza          cierta. No es más          que un hasta luego. Nos debíamos morir despidiéndonos          así: ¡hasta luego!"8.
II. Los santos del            Altísimo recibirán el reino y lo poseerán por los siglos de            los siglos9.
En el Cielo todo nos          parecerá enteramente joven y nuevo. Y esta novedad será tan          impresionante que          el viejo universo habrá desaparecido como un volumen            enrollado10;          y, sin embargo, el Cielo no será extraño a nuestros ojos. Será          la morada que          aun el corazón más depravado siempre anheló en el fondo de su          ser. Será la          nueva comunidad de los hijos de Dios, que habrán alcanzado allí          la plenitud de          su adopción. Estaremos con nuevos corazones y voluntades nuevas,          con nuestros          propios cuerpos transfigurados después de la resurrección. Y          esta felicidad en          Dios no excluirá las genuinas relaciones personales. "Ahí entran          todos los          amores humanos verdaderos, auténticamente personales: El amor de          los esposos,          aquel entre padre e hijos, la amistad, el parentesco, la limpia          camaradería...
"Vamos todos caminando          por la vida y, según pasan los años, son cada vez más numerosos          los seres          queridos que nos aguardan al otro lado de la barrera de          la muerte. Esta          se convierte en algo menos temeroso, incluso en algo alegre,          cuando vamos          siendo capaces de advertir que es la puerta de nuestro verdadero          hogar          en el que nos aguardan ya los que nos han precedido en el            signo de la fe.          Nuestro común hogar no es la tumba fría; es el seno de          Dios"11.
Aquí nos encontramos          con una pobreza desoladora para hacernos cargo de lo que será          nuestra vida en          el Cielo junto a nuestro Padre Dios. El Antiguo Testamento          apunta la vida del          Cielo evocando la tierra prometida, en la que ya no se sufrirán          la sed y el          cansancio, sino que, por el contrario, abundarán todos los          bienes. No            padecerán hambre ni sed, ni les afligirá el viento solano ni            el sol, porque los            guiará el que se ha compadecido de ellos, y los llevará a            manantiales de agua12.          Jesús, en el que tiene lugar la plenitud de la revelación, nos          insiste una y          otra vez en esta felicidad perfecta e inacabable. Su mensaje es          de alegría y de          esperanza en este mundo y en el que está por llegar.
El alma y sus          potencias, y el cuerpo después de la resurrección, quedarán como          divinizados,          sin que esto suprima la diferencia infinita entre la creatura y          su Creador.          Además de contemplar a Dios tal como es en sí mismo, los          bienaventurados          conocen en Dios de modo perfectísimo a las criaturas          especialmente relacionadas          con ellos, y de este conocimiento obtienen también un inmenso          gozo. Afirma          Santo Tomás que los bienaventurados conocen en Cristo todo lo          que pertenece a          la belleza e integridad del mundo, en cuanto forman parte del          universo. Y por          ser miembros de la comunidad humana, conocen lo que fue objeto          de su cariño o          interés en la tierra; y en cuanto criaturas elevadas al orden de          la gracia,          tienen un conocimiento claro de las verdades de fe referentes a          la salvación:          la encarnación del Señor, la maternidad divina de María, la          Iglesia, la gracia          y los sacramentos13.
"Piensa qué grato es          a Dios Nuestro Señor el incienso que en su honor se quema;          piensa también en lo          poco que valen las cosas de la tierra, que apenas empiezan ya se          acaban...
"En cambio, un gran          Amor te espera en el Cielo: sin traiciones, sin engaños: ¡todo          el amor, toda la          belleza, toda la grandeza, toda la ciencia ... ! Y sin empalago:          te saciará sin          saciar"14.
III. En el Cielo          veremos a Dios y gozaremos en Él con un gozo infinito, según la          santidad y los          méritos adquiridos aquí en la tierra. Pero la misericordia de          Dios es tan          grande, y tanta su largueza, que ha querido que sus elegidos          encuentren también          un nuevo motivo de felicidad en el Cielo a través de los bienes          legítimos          creados a los que el hombre aspira; es lo que llaman los          teólogos gloria            accidental. A esta bienaventuranza pertenecen la compañía          de Jesucristo, a          quien veremos glorioso, al que reconoceremos después de tantos          ratos de          conversación con Él, de tantas veces como le recibimos en la          Sagrada          Comunión..., la compañía de la Virgen, de San José, de los          Ángeles, en          particular del propio Ángel Custodio, y de todos los santos.          Especial alegría          nos producirá encontrarnos con los que más amamos en la tierra:          padres,          hermanos, parientes, amigos..., personas que influyeron de una          manera decisiva          en nuestra salvación...
Además, como cada          hombre, cada mujer, conserva su propia individualidad y sus          facultades          intelectuales, también en el Cielo es capaz de adquirir otros          conocimientos          utilizando sus potencias15. Por eso será un motivo de          gozo la          llegada de nuevas almas al Cielo, el progreso espiritual de las          personas          queridas que quedaron en la tierra, el fruto de los propios          trabajos          apostólicos a lo largo del tiempo, la fecundidad sobrenatural de          las contrariedades          y dificultades padecidas por servir al Maestro... A esto se          añadirá, después          del juicio universal, la posesión del propio cuerpo, resucitado          y glorioso,          para el que fue creada el alma. Esta gloria accidental          aumentará hasta          el día del juicio universal16.
Es bueno y necesario          fomentar la esperanza del Cielo; consuela en los momentos más          duros y ayuda a          mantener firme la virtud de la fidelidad. Es tanto lo que nos          espera dentro de          poco tiempo que se entienden bien las continuas advertencias del          Señor para          estar vigilantes y no dejarnos envolver por los asuntos de la          tierra de tal manera          que olvidemos los del Cielo. En el Evangelio de la Misa de hoy17,          el          último del año litúrgico, nos advierte Jesús: Tened cuidado:            no se os embote            la mente con el vicio, la bebida, la preocupación del dinero y            se os eche            encima aquel día... Estad siempre despiertos... y manteneos en            pie ante el Hijo            del Hombre.
Pensemos con          frecuencia en aquellas otras palabras de Jesús: Voy a            prepararos un lugar18.          Allí, en el Cielo, tenemos nuestra casa definitiva, muy cerca de          Él y de su          Madre Santísima. Aquí solo estamos de paso. "Y cuando llegue el          momento de          rendir nuestra alma a Dios, no tendremos miedo a la muerte. La          muerte será para          nosotros un cambio de casa. Vendrá cuando Dios quiera, pero será          una          liberación, el principio de la Vida con mayúscula. Vita            mutatur, non            tollitur (Prefacio I de Difuntos) (...). La vida se          cambia, no nos          la arrebatan. Empezaremos a vivir de un modo nuevo, muy unidos a          la Santísima          Virgen, para adorar eternamente a la Trinidad Beatísima, Padre,          Hijo y Espíritu          Santo, que es el premio que nos está reservado"19.
Mañana comienza el          Adviento, el tiempo de la espera y de la esperanza; esperemos a          Jesús muy cerca          de María.
1 Primera lectura.          Año II. Apoc 22, 1-6. — 2 Cfr. Sagrada Biblia,          EUNSA, Pamplona          1989, vol. XII, Apocalipsis, in loc. — 3 Apoc          22, 5. — 4          Juan Pablo II, Alocución 22-X-1985. — 5 Heb          13, 14. — 6          Misal Romano, Prefacio de difuntos. — 7 Cfr. B.          Perquin, Abba,            Padre, p. 343. — 8 San Josemaría Escrivá, en Hoja            informativa sobre            el proceso de beatificación de este Siervo de Dios, n. 1,          p. 5. — 9 Primera            lectura. Año I. Dan 7, 18. — 10 Apoc          6, 14. — 11          C. López-Pardo, Sobre la vida y la muerte, Rialp, Madrid          1973, p. 358. —          12 Is 49, 10. — 13 Cfr. Santo Tomás, Suma            Teológica,          1, q. 89, a. 8. — 14 San Josemaría Escrivá, Forja,          n. 995. — 15          Cfr. Santo Tomás, o. c., 1, q. 89, ad 1 ad 3, aa. 5 y 6;          3, q. 67, a. 2.          — 16 Cfr. Catecismo Romano, 1, 13, n. 8. — 17 Lc          21,          34-36. — 18 Jn 14, 2. — 19 A. del          Portillo, Homilía          15-VIII-1989, en Romana, n. 9, VII-XII-89, p. 243.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Everardo, Santo          Sacerdote, 30 de noviembre   
|                Noviembre 30  Etimológicamente                  significa "audaz, fuerte". Viene de la lengua alemana.  |           
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José            Otín Aquilué, Beato          Mártir salesiano, 30 Noviembre   
              
 Nacido en Huesca                  el 22 de Diciembre de 1901.  |           
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José Marchand, Santo          Mártir, 30 Noviembre   
              
 Presbítero de la                  Sociedad de las Misiones Extranjeras de París.  |           
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Fuente:          Osanet.org 
          Federico de Ratisbona, Beato Leñador, 30 Noviembre   
              
 Nació en Ratisbona                  (Alemania). Sus padres pertenecían a la clase media.                  Entró como hermano no clérigo en el convento de los                  agustinos, y sirvió a la comunidad como carpintero, con                  el encargo de proveer a la casa la leña necesaria para                  el uso cotidiano, un modesto trabajo llevado a cabo                  durante años unido a una profunda vida de oración.  |           
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Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina04 
          Cutberto (Cuthbert) Mayne, Santo Mártir, 30 Noviembre   
              
 Nació en Yorkston,                  cerca de Barnstaple, Devonshire (bautizado el 20 de                  marzo de 1543 o 15444); murió en Launceston, Cornwall,                  el 29 Noviembre de 1577.  |           
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Ludovico            Roch Gietyngier, Beato Sacerdote y Mártir, 30          Noviembre   
              
 Sacerdote                  diocesano, nacido en Zarki, Polonia, el 16 de Agosto de                  1904.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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