JMJ
Pax
+ Lectura del santo Evangelio según san            Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado            apresar a Juan el Bautista y lo            había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había            casado con Herodías,            esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía:
"No está permitido tener por mujer a la          esposa de tu hermano".
          Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
          Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería          quitarle la vida,          pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan,          pues sabía que          era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo          oía hablar,          quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
          La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a          sus oficiales y a          la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños la          hija Herodías          bailó durante la fiesta y su baile le gustó a mucho a Herodes y          a sus          invitados. El rey le dijo entonces a la joven:
          "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré".
          Y le juró varias veces:
          "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
          Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le          contestó:
          "La cabeza de Juan el Bautista".
          Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo:
          "Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de          Juan el          Bautista".
          El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y los          convidados, no          quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que          trajera la cabeza          de Juan. El verdugo fue,
          lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja, se la          entregó a la          joven y ella se la entregó a su madre.
          Al enterarse de esto, lo discípulos de Juan fueron a recoger el          cadáver y lo          sepultaron.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Dia          29/08 Martirio de san Juan          Bautista (blanco)
      Antífona          de Entrada
      Comentaré tus preceptos ante los reyes,            Señor, y no me avergonzaré;            serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese          el precursor          del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por tu          intercesión, que,          así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos          nosotros          valerosamente por la confesión de nuestra fe.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén
Primera          Lectura
      Diles todo lo que yo te mando. No temas            delante de ellos
Lectura del libro del profeta Jeremías 1,            17-19
En aquellos días, el Señor me dirigió estas          palabras:
          "Cíñete y prepárate; ponte en pie y diles lo que yo te mando. No          temas, no          titubees delante de ellos, para que yo no te quebrante.
          Mira: hoy te hago ciudad fortalecida, columna de hierro y          muralla de bronce,          frente a toda esta tierra, así se trate de los reyes de Judea,          como de sus          jefes, de sus sacerdotes o de la gente del campo; te harán la          guerra, pero no          podrán contigo, porque yo estoy a tu lado para salvarte".
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del Salmo 70
Proclamaré, Señor, tu misericordia.
A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca          defraudado; tú que eres          justo, ayúdame y defiéndeme, escucha mi oración y ponme a salvo.
          Proclamaré, Señor, tu misericordia.
Sé para mí, refugio y salvación, pues eres          tú mi roca y mi baluarte; del          poder del inicuo y del violento, ven, Dios mío, a librarme.
          Proclamaré, Señor, tu misericordia.
Desde mi juventud, Señor, mi esperanza tú          fuiste; desde antes de nacer          me apoyé en ti y tú me protegiste.
          Proclamaré, Señor, tu misericordia.
Yo proclamaré siempre tu justicia, y tu gran          compasión, a todas horas.          Me enseñaste a alabarte desde joven y no he dejado de anunciar          tus obras.
          Proclamaré, Señor, tu misericordia.
Yo proclamaré siempre tu justicia, y tu gran          compasión, a todas horas.          Me enseñaste a alabarte desde joven y no he dejado de anunciar          tus obras.
          Proclamaré, Señor, tu misericordia.
Yo proclamaré siempre tu justicia, y tu gran          compasión, a todas horas.          Me enseñaste a alabarte desde joven y no he dejado de anunciar          tus obras.
          Proclamaré, Señor, tu misericordia.
Aclamación          antes del          Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de          ellos es el Reino          de los cielos, dice el Señor.
          Aleluya.
Evangelio
      Quiero que me des ahora mismo, en una            charola, la cabeza de Juan el            Bautista
+ Lectura del santo Evangelio según san            Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado            apresar a Juan el Bautista y lo            había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había            casado con Herodías,            esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía:
"No está permitido tener por mujer a la          esposa de tu hermano".
          Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
          Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería          quitarle la vida, pero          no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues          sabía que era un          hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía          hablar, quedaba          desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
          La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a          sus oficiales y a          la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños la          hija Herodías          bailó durante la fiesta y su baile le gustó a mucho a Herodes y          a sus          invitados. El rey le dijo entonces a la joven:
          "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré".
          Y le juró varias veces:
          "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
          Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le          contestó:
          "La cabeza de Juan el Bautista".
          Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo:
          "Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de          Juan el          Bautista".
          El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y los          convidados, no          quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que          trajera la cabeza          de Juan. El verdugo fue,
          lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja, se la          entregó a la          joven y ella se la entregó a su madre.
          Al enterarse de esto, lo discípulos de Juan fueron a recoger el          cadáver y lo          sepultaron.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Por estos dones que te presentamos,          concédenos, Señor, seguir tus          caminos rectamente, como san Juan Bautista, voz que clama en el          desierto, nos          enseñó de palabra y selló con su sangre.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      En verdad es justo y necesario, es nuestro          deber y salvación, darte          gracias siempre y en todo lugar, Señor Padre santo, Dios          todopoderoso y eterno,          por Cristo, Señor nuestro.
          Y al celebrar hoy la gloria de Juan el Bautista, Precursor de tu          Hijo y el          mayor de los nacidos de mujer, proclamamos tu grandeza. Porque          él saltó de          alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de los          hombres, y su          nacimiento fue motivo de gozo para muchos.
          El fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las          gentes el Cordero          que quita el pecado del mundo. El bautizó en el Jordán al autor          del Bautismo, y          el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los          hombres. Y él          dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de          Cristo.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, te aclamamos nosotros en          la tierra          diciendo sin cesar:
Antífona          de la Comunión
      Contestó Juan: El tiene que crecer y yo            tengo que menguar.
Oración          después de la          Comunión
      Oremos:
          Concédenos, Señor, al celebrar el martirio de san Juan Bautista,          comprender y          venerar estos sacramentos que hemos recibido y percibir en          nosotros su fruto          abundante.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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vie          21a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Vi al              Señor sentado en un trono excelso; lo adoraban una multitud              de ángeles que              cantaban a una sola voz: "Este es Aquél cuyo poder permanece              eternamente".
Oración            Colecta
      Oremos:
            Escucha, Señor, con bondad las súplicas de tu pueblo, y            concédenos luz para            conocer tu voluntad y fortaleza para cumplirla.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Predicamos              a Cristo crucificado: escándalo para los hombres, pero              sabiduría de Dios para              los llamados
Lectura              de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,              17-25
Hermanos: No me envió Cristo            a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y esto no con            sabiduría de palabras            para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. En efecto, la            predicación de la cruz            es locura para los que van por el camino de la perdición; en            cambio, para los            que van por el camino de la salvación, para nosotros, es            fuerza de Dios. Por            eso dice la Escritura: Anularé la sabiduría de los sabios e            inutilizaré la            inteligencia de los inteligentes.
            ¿Acaso hay entre ustedes algún sabio, erudito o filósofo?            ¿Acaso no ha            demostrado Dios que tiene por locura la sabiduría de este            mundo? En efecto,            puesto que mediante su propia sabiduría el mundo no reconoció            a Dios en las            obras de su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los            creyentes mediante la            predicación de la locura del Evangelio.
            Por su parte, los judíos exigen señales milagrosas y los            paganos piden            sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que            es escándalo para            los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los            llamados, sean judíos            o paganos, Cristo es fuerza y sabiduría de Dios. Porque la            locura de Dios es            más sabia que la sabiduría de los hombres; y la debilidad de            Dios es más fuerte            que la fuerza de los hombres.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 32,              1-2.4-5.10ab y 11
El amor              del Señor llena la tierra.
Que los            justos aclamen al Señor, es propio de los justos alabarlo;            demos gracias a Dios            al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos.
            El amor del Señor llena la tierra.
Sincera            es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales; él            ama la justicia y            el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
            El amor del Señor llena la tierra.
Frustra            el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus            designios; los            proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor,            todos los siglos.
            El amor del Señor llena la tierra.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el            Hijo del hombre.
            Aleluya.
Evangelio
      Ya viene el esposo, salgan a              su encuentro
† Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 25, 1-13
Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo, Jesús dijo            a sus discípulos esta parábola: 
            "El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes que            tomando sus lámparas            salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran            descuidadas y cinco            previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no            llevaron aceite para            llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron            frascos de aceite con            sus lámparas. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas            y se durmieron. A            medianoche se oyó un grito: 
            "¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!" 
            Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a            preparar sus            lámparas. Y las descuidadas dijeron a las previsoras: 
            "Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se            están            apagando". 
            Las previsoras les contestaron:
            "No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras;            vayan mejor a            donde lo venden y cómprenlo".
            Mientras aquéllas iban a comprarlo llegó el esposo, y las que            estaban listas            entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más            tarde llegaron            las otras jóvenes y dijeron: 
            "Señor, señor, ábrenos". 
            Pero él les respondió: 
            "Yo les aseguro que no las conozco".
            Por eso, estén preparados, porque no saben el día ni la hora".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor, el sacrificio            que vamos a ofrecerte, y, por sus méritos, escucha nuestras            filiales 
            oraciones y santifica toda nuestra vida.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      Restauración universal en              Cristo
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo,            Señor nuestro.
            A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste            que            participáramos todos. El cual, siendo Dios, se anonadó a sí            mismo, y por su            sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y            así, constituido Señor            del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen            en el.
            Por eso, 
            con los ángeles y arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos sin            cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Señor,              en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la              luz.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            A quienes has alimentado con tus sacramentos, concédeles, Dios            todopoderoso,            servirte con una vida que te sea agradable.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor. 
            Amén
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† Meditación diaria
21ª          semana. Viernes
EL          ACEITE DE LA CARIDAD
— El          aceite que mantiene encendida la luz de la caridad es la          intimidad con Jesús.
— El          brillo de las buenas obras.
— Ser          luz para los demás.
I. El          Evangelio de la Misa1 nos relata una costumbre judía;          el Señor la          emplea para darnos una enseñanza acerca de la vigilancia que          hemos de tener          sobre nosotros mismos y sobre los demás. Nos dice Jesús: El            Reino de los            Cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando sus            lámparas salieron a            recibir al esposo... Estas vírgenes son las jóvenes no          casadas, damas de          honor de la novia, que esperan en casa de esta al esposo. La          enseñanza se          centra en la actitud que se ha de tener a la llegada del Señor.          Él viene a          nosotros, y debemos aguardarle con espíritu vigilante, despierto          el amor, pues          –dice San Gregorio Magno comentando esta parábola– "dormir es          morir"2.
Cinco          de estas vírgenes –leemos en la parábola– eran necias,          pues no llevaron          consigo el aceite necesario, por si tardaba en llegar el esposo.          Las otras          cinco fueron previsoras, prudentes, y junto con las            lámparas llevaron            aceite en sus alcuzas. Unas y otras se durmieron, pues la          espera fue larga.          Pero cuando a medianoche se oyó la voz: Ya está ahí el            esposo, solo las          que habían llevado el aceite se encontraron preparadas y          pudieron participar en          las bodas. Las otras, a pesar de sus esfuerzos, quedaron fuera.
El          Espíritu Santo nos enseña que no basta haber iniciado el camino          que nos lleva a          Cristo: es preciso mantenernos en él con un alerta continuo,          porque la tendencia          de todo hombre, de toda mujer, es la de suavizar la entrega que          lleva consigo          la vocación cristiana. Casi sin darnos cuenta, se introduce en          el alma el deseo          de hacer compatible el seguir de cerca a Cristo con un ambiente          aburguesado. Es          necesario estar atentos porque puede ser muy fuerte la presión          de un ambiente          que tiene como norma de vida la búsqueda insaciable del confort          y de la          comodidad. Entonces seríamos semejantes a esas vírgenes,          inicialmente llenas de          buen espíritu, pero que se cansan pronto y no pueden salir a          recibir al Esposo,          para lo que se habían estado preparando toda la jornada. Si no          estuviéramos          alerta, el Señor nos encontraría sin el brillo de las buenas          obras, dormidos,          con la lámpara apagada. ¡Qué pena si un cristiano, después de          años y años de          lucha, se encontrara al final de su vida con que sus actos          carecieron de valor          sobrenatural porque les faltó el aceite del amor y de la          caridad! No olvidemos          que la luz de la caridad debe informar las relaciones          familiares, sociales...,          el trato con los amigos, con los clientes, con esas personas que          encontramos          ocasionalmente.
La          virtud teologal de la caridad debe alumbrar siempre nuestros          actos, en toda          circunstancia, en todo momento: cuando nos encontramos bien y en          la enfermedad,          y en el cansancio, y en el fracaso; entre personas de trato          amable y con          quienes la convivencia resulta más áspera o difícil; en el          trabajo, en la          familia..., siempre. "En el alma bien dispuesta hay siempre un          vivo, firme y          decidido propósito de perdonar, sufrir, ayudar y una actitud que          mueve siempre          a realizar actos de caridad. Si en el alma ha arraigado este          deseo de amar y          este ideal de amar desinteresadamente, tendrá con ello la prueba          más          convincente de que sus comuniones, confesiones, meditaciones y          toda su vida de          oración están en orden y son sinceras y fecundas"3.
El          aceite que mantiene encendida la caridad es la oración cuidada y          llena de amor:          la intimidad con Jesús. No es difícil observar que la caridad no          se vive          frecuentemente, incluso entre muchos que tienen el nombre de          cristianos. "Pero,          considerando las cosas con sentido sobrenatural, descubrirás          también la raíz de          esa esterilidad: la ausencia de un trato intenso y continuo, de          tú a Tú, con          Nuestro Señor Jesucristo; y el desconocimiento de la obra del          Espíritu Santo en          el alma, cuyo primer fruto es precisamente la caridad"4.
II. El          seguimiento de Cristo nace del Amor y en el Amor encuentra su          alimento. El          aburguesamiento constituye un fracaso de esos deseos grandes de          seguir al          Maestro; tenemos que ser muy sinceros con Dios y con nosotros          mismos, para          estar siempre abiertos a sus requerimientos, combatiendo el          egoísmo. Quien se          apega a una vida cómoda, quien rehúye la abnegación y el          sacrificio o se deja          llevar solo por ansias de satisfacciones personales, no          encontrará las fuerzas          necesarias para darse a Dios y a los demás con todo el corazón y          con toda el          alma.
"Hay          también otros que afligen su cuerpo con la abstinencia, pero de          esa misma          abstinencia suya solicitan favores humanos; se dedican a          enseñar, dan muchas          cosas a los indigentes; pero en realidad son vírgenes necias,          porque          solo buscan la retribución de la alabanza pasajera"5.          Son aquellos a          quienes falta rectitud de intención: sus obras quedan vacías.
El          Señor nos pide perseverancia en el amor, que ha de ir creciendo          siempre,          sintiendo en cada época y situación la alegría de servir a          Cristo. Esforzaos            y fortaleced vuestro corazón todos los que esperáis en Yahvé6,          nos aconseja el Espíritu Santo. Sin desánimos, perseverantes en          el esfuerzo          diario, para que el Amor nos encuentre preparados cuando venga.          "¿Acaso no son          estas vírgenes prudentes –comenta San Agustín– las que          perseveran hasta el fin?          Por ninguna otra causa, por ninguna otra razón se las habría          dejado entrar sino          por haber perseverado hasta el final... Y porque sus lámparas          arden hasta el          último momento, se les abren de par en par las puertas y se les          dice que          entren"7: han alcanzado el fin de sus vidas.
Cuando          el cristiano pierde esa actitud atenta, cuando cede al pecado          venial y deja que          se enfríe el trato de amistad con Cristo, se queda a oscuras;          sin luz para sí          mismo y para los demás, que tenían derecho al influjo de su buen          ejemplo.          Cuando se va dejando a un lado el espíritu de mortificación y se          descuida la          oración..., la luz languidece y acaba por apagarse, "y después          de tantos          trabajos, después de tantos sudores, después de aquella valiente          lucha y de las          victorias conseguidas contra las malas inclinaciones de la          naturaleza, las          vírgenes fatuas hubieron de retirarse avergonzadas, con sus          lámparas apagadas y          la cabeza baja"8. No está el amor a Dios en haber          comenzado –incluso          con mucho ímpetu–, sino en perseverar, en recomenzar una y otra          vez.
Las          fatuas "no es que hayan permanecido inactivas: han intentado          algo... Pero          escucharon la voz que les responde con dureza: no os conozco          (Mt          25, 12). No supieron o no quisieron prepararse con la solicitud          debida, y se          olvidaron de tomar la razonable precaución de adquirir a su hora          el aceite. Les          faltó generosidad para cumplir acabadamente lo poco que tenían          encomendado.          Quedaban en efecto muchas horas, pero las desaprovecharon.
"Pensemos          valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces          esos minutos,          para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el          medio de          nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones          familiares? ¿Por          qué se mete la precipitación en el momento de rezar, de asistir          al Santo          Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la          calma, para          cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin          ninguna prisa en          ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son          pequeñeces. Sí,          verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro          aceite, que          mantiene viva la llama y encendida la luz"9.
El          deseo de amar siempre más a Cristo, la lucha contra los defectos          y flaquezas,          recomenzando una y otra vez, es lo que mantiene encendida la          llama, es el          aceite de la vasija, que no permite que se apague el brillo de          la caridad. El          Señor nos espera en el trabajo, en la familia, en la          diversión... Somos todo de          Él, en cualquier situación en la que nos hallemos. El brillo de          la caridad debe          lucir siempre.
III. De          esa actitud vigilante que el Señor desea que mantengamos en el          corazón han de          beneficiarse quienes están más cerca. Es mucho lo que pesa en          ocasiones un          ambiente movido por una concepción puramente material de la vida          y los malos          ejemplos de quienes tendrían que ser señales indicadoras; es          mucha, a veces, la          inclinación de las pasiones "que tiran para abajo"..., pero          puede más la fuerza          de la caridad bien vivida. Frater qui adiuvatur a fratre,            quasi civitas            firma10, el hermano ayudado por su hermano es          tan fuerte corno          una ciudad amurallada, que el enemigo no puede asaltar. Es mayor          el poder del          bien que el del mal. De aquí la importancia de nuestra vida: es          necesario que          seamos como lámparas encendidas, que alumbren el camino de          muchos.
Debemos          amparar y proteger a esas personas con las que el Señor ha          querido que tengamos          unos vínculos más estrechos y un trato particular..., y a la          humanidad entera,          con los cuidados de una fraternidad bien vivida: ayudándoles          diariamente con la          oración, avisándoles oportuna y delicadamente a través de la          corrección          fraterna cuando nos demos cuenta de que en su vivir se están          introduciendo          modos y costumbres que desdicen de un buen cristiano, con un          consejo que les          ayuda a mejorar su vida familiar o profesional, con una palabra          de aliento en          momentos de desánimo, comprendiendo sus errores y defectos y          ayudándoles a superarlos...          Hasta con el saludo podemos hacerles bien, pues "el saludo –dice          Santo Tomás–          es cierta especie de oración"11: en él deseamos la          paz de su alma,          que Dios esté con ellos...
Frater            qui adiuvatur a fratre quasi civitas firma, el          hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad          amurallada. Si nos          dejamos ayudar y nos damos de verdad a quienes están a nuestro          lado podremos esperar          a Cristo que llega y nos introducirá en el banquete de bodas,          en el Amor          sin medida y sin fin.
1 Mt          25, 1-13. — 2 San Gregorio Magno, Homilías sobre los            Evangelios,          12, 2. — 3 B. Baur, En la intimidad con Dios, p.          247. — 4          San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 236. — 5          San Gregorio          Magno, o. c., 12, 1. — 6 Sal 30, 25. — 7          San          Agustín, Sermón 93, 6. — 8 San Juan Crisóstomo,          Homilías sobre            los Evangelios, 78, 2. — 9 San Josemaría Escrivá,          o. c., 41 —          10 Cfr. Liturgia de las Horas, II, p. 221. Preces            Visperae. Prov          18, 19. — 11 Santo          Tomás, Catena Aurea, vol. I, p. 334.
29 de          agosto
MARTIRIO          DE SAN JUAN BAUTISTA*
Memoria
—          Fortaleza de Juan.
— Su          martirio.
—          Llevar con alegría las contradicciones que podamos encontrar por          seguir          fielmente a Cristo.
I. Comentaré            tus preceptos ante los reyes, Señor, y no me avergonzaré;            serán mi delicia tus            mandatos, que tanto amo1.
El día          24 de junio celebró la Iglesia el nacimiento de San Juan          Bautista; hoy          conmemora su dies natalis, el día de su muerte, ordenada          por Herodes.          Este rey, como lo llama San Marcos, es uno de los          personajes más tristes          del Evangelio. Durante su gobierno Cristo predicó y se manifestó          como el Mesías          esperado. También tuvo la ocasión de conocer a Juan, el          encargado de señalar al          Mesías: Este es el Cordero de Dios, había indicado a          algunos de sus          discípulos. Herodes llegó incluso a oírle con gusto2.          Y por él podía          haber conocido a Jesús, a quien mostró deseos de ver. Pero          cometió la enorme          injusticia de mandar decapitar al que le podía haber llevado          hasta Él. La          inmoralidad de sus costumbres, sus malas pasiones, le cegaron          para descubrir la          Verdad y no solamente le llevaron a cometer este gran crimen,          sino que cuando          realmente se encontró frente a frente con el Señor de cielos y          tierra3,          con gran ceguera de mente y de corazón, pretendió que          entretuviera con alguno          de sus prodigios a él y a sus amigos.
San          Juan predicaba a cada cual lo que necesitaba: a la multitud del          pueblo, a los          publicanos, a los soldados4; a los fariseos y          saduceos5,          y al mismo Herodes. Con su ejemplo humilde, íntegro y austero,          avalaba su          testimonio sobre el Mesías, que ya había llegado6. Juan            decía a            Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano7.          Y no          temió a los grandes y a los poderosos, ni le importaron las          consecuencias de          sus palabras. Tenía presente en su alma la advertencia del Señor          al Profeta          Jeremías, que hoy nos recuerda la Primera lectura de la          Misa: Tú            cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que Yo te mando. No            les tengas miedo,            que si no, Yo te meteré miedo de ellos. Mira: Yo te convierto            hoy en plaza            fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a            todo el país: frente            a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la            gente del campo;            lucharán contra ti, pero no te podrán, porque Yo estoy contigo            para librarte8.
El          Señor nos pide también a nosotros esa fortaleza y coherencia en          lo ordinario,          para que sepamos dar un testimonio sencillo, a través, en primer          lugar, de una          vida ejemplar, y también con la palabra, manifestando nuestro          amor a Cristo y a          su Iglesia, sin miedos ni respetos humanos.
II. San          Marcos nos narra cómo el tetrarca había mandado prender a            Juan y le había            encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su            hermano Filipo, a            la cual había tomado como mujer9. Herodías          odiaba a Juan porque          este reprochaba a Herodes su ilegítima unión y el escándalo          notorio para el          pueblo; por esto, buscaba la ocasión para matarlo. Pero Herodes            temía a            Juan, sabiendo que era un varón justo y santo, y le protegía,            y al oírlo tenía            muchas dudas pero le escuchaba con gusto. La ocasión se          presentó cuando el          rey dio un banquete en su cumpleaños, al que invitó a los          hombres principales          de la región. Bailó la hija de Herodías delante de todos, y          gustó a Herodes y a          los comensales. Entonces el rey le prometió: Pídeme lo que            quieras y te lo            daré. Y le juró varias veces: Cualquier cosa que me pidas te            daré, aunque sea            la mitad de mi reino. Y por instigación de su madre, le          demandó la cabeza          de Juan el Bautista. El rey se entristeció; pero, a causa            del juramento y de            los comensales, no quiso contrariarla. Los discípulos del          Bautista          recogieron luego su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro. Muchos          de ellos, con          toda seguridad, serían más tarde fieles seguidores de Cristo.
Juan lo          dio todo por el Señor: no solo dedicó todos sus esfuerzos a          preparar su llegada          y a los primeros discípulos que tendría el Maestro, sino la vida          misma. "No          debemos poner en duda comenta San Beda- que San Juan sufrió la          cárcel y las          cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de          quien fue          precursor, ya que si bien su perseguidor no lo forzó a que          negara a Cristo, sí          trató de obligarlo a que callara la verdad: ello fue suficiente          para afirmar          que murió por Cristo (...). Y la muerte que de todas maneras          había de acaecerle          por ley natural era para él algo deseable, teniendo en cuenta          que la sufría por          la confesión del nombre de Cristo y que con ella alcanzaría la          palma de la vida          eterna. Bien lo dice el Apóstol: Dios os ha dado la gracia            de creer en            Jesucristo y aun de padecer por Él. El mismo Apóstol          explica, en otro          lugar, por qué sea un don el hecho de sufrir por Cristo: los            padecimientos            de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en            comparación con la            gloria futura que se ha de revelar en nosotros"10.
A lo          largo de los siglos, quienes han seguido de cerca a Cristo se          han alegrado          cuando por su fe han tenido que sufrir persecución,          tribulaciones o contrariedades.          Muchos han sido los que siguieron el ejemplo de los Apóstoles:          después que          fueron azotados, los conminaron a no hablar del nombre de            Jesús y los            soltaron. Ellos salían gozosos de la presencia del Sanedrín            porque habían sido            dignos de ser ultrajados a causa del Nombre11.          Y, lejos de vivir          acobardados y temerosos, todos los días, en el Templo y en            las casas, no            cesaban de enseñar y anunciar el Evangelio12.          Seguramente se          acordaron de las palabras del Señor, recogidas por San Mateo: Bienaventurados  seréis            cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier            modo por mi            causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será            grande en el            Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os            precedieron13.
¿Vamos          nosotros a entristecernos o a quejarnos si alguna vez tenemos          que padecer algo          por nuestra fe, o por ser fieles a la llamada que hemos recibido          del Señor?
III. La          historia de la Iglesia y de sus santos nos muestra cómo todos          aquellos que han          querido seguir de cerca las pisadas de Cristo se han encontrado,          de un modo u          otro, con la Cruz y la contradicción. Para subir al Calvario y          corredimir con          Cristo no se encuentran caminos fáciles y cómodos. Ya en los          primeros tiempos,          San Pedro escribe a los cristianos, dispersos por todas partes,          una Carta          con acentos claros de consuelo por lo que sufrían. No se trataba          de la          persecución sangrienta que vendría más tarde, sino de la          situación incómoda en          la que muchos se encontraban por ser consecuentes con su fe:          unas veces era en          el ámbito familiar, donde los esclavos tenían que soportar las          injusticias de          sus amos14 y las mujeres intolerancias de sus maridos15;          otras, eran calumnias o injurias, o discriminaciones... San          Pedro les recuerda          que las contrariedades que padecen no son inútiles: han de          servirles para          purificarse, sabiendo que Dios es quien juzga, no los hombres.          Sobre todo, han          de tener presente que a imitación de Jesucristo atraerán muchos          bienes, incluso          la fe, a sus mismos perseguidores, como así sucedió. Les llama          bienaventurados          y les anima a soportar con gozo los sufrimientos. Les hace          considerar que el          cristiano está incorporado a Cristo y participa de su misterio          pascual: por sus          padecimientos participa de su Pasión, Muerte y Resurrección. Él          es el que da          sentido y plenitud a la Cruz de cada día16.
Desde          San Juan el Bautista, muchos han sido los que han dado la vida          por su fidelidad          a Cristo. También hoy. "El entusiasmo que Jesús despertó entre          sus seguidores y          la confianza que infundió el contacto inmediato con Él, se          conservaron vivos en          la comunidad cristiana y constituyeron la atmósfera en la que          vivían los          primeros cristianos; era la que otorgaba a su fe denuedo y          firmeza...          Jesucristo tiene a su favor el testimonio de una historia casi          bimilenaria. El          cristianismo ha producido frutos buenos y magníficos. Ha          penetrado en el          interior de los corazones, a pesar de todas las oposiciones          externas y todas          las resistencias ocultas. El cristianismo ha cambiado el mundo y          se ha          convertido en la salvaguarda de todos los valores nobles y          sagrados. El          cristianismo ha superado con el mayor éxito la prueba de su          persistencia de la          cual habló un día Gamaliel (Hech 5, 28). No es, por          tanto, obra de los          hombres, ya que, de ser así, se hubiera desmoronado y extinguido          hace ya mucho          tiempo"17. Por el contrario, vemos la fuerza que la          fe y el amor a          Cristo tiene en nuestras almas y en millones de corazones que le          confiesan y le          son fieles, a pesar de dificultades y contradicciones, a veces          graves y          difíciles de llevar.
Es muy          posible que el Señor no nos pida a nosotros una confesión de fe          que nos lleve a          la muerte por Él. Si nos la pidiera, la daríamos con gozo. Lo          normal será,          quizá, que quiera de cada uno la paz y la alegría en medio de          las resistencias          que opone a la fe un ambiente muchas veces pagano: la calumnia,          la ironía, el          ser dejados a un lado... Nuestro gozo será grande aquí en la          tierra, y mucho          más en el Cielo. Estos inconvenientes los vemos también con          sentido positivo.          "Crécete ante los obstáculos. La gracia del Señor no te ha de          faltar: "inter          medium montium pertransibunt aquae!" ¡pasarás a través de los          montes!"18.          Pero hace falta fe, "fe viva y penetrante. Como la fe de Pedro.          Cuando la          tengas lo ha dicho Él apartarás los montes, los obstáculos,          humanamente insuperables,          que se opongan a tus empresas de apóstol"19. Además,          nunca nos          faltará el consuelo de Dios. Y si alguna vez se nos hace más          duro el caminar          cerca de Cristo acudiremos a Nuestra Señora, Auxilio de los            cristianos,          y nos dará amparo y cobijo.
1 Antífona            de entrada. Sal 118, 46-47. — 2 Mc          6, 17-20. — 3          Lc 23, 6-9. — 4 Lc 3, 10-14. — 5          Mt 3, 7-12.          — 6 Jn 1, 29; 36-37. — 7 Mc 6,          18. — 8 Jer          1, 17-19. — 9 Mc 6, 17 ss. — 10          Liturgia de las          Horas, Segunda lectura. San Beda, Homilía 23. —          11 Hech          5, 40-41. — 12 Hech 5, 42. — 13 Mt          5, 11-12. — 14          Cfr. 1 Pdr 2, 18-25. — 15 Cfr. 1 Pdr 3,          1-3. — 16          Cfr. Sagrada Biblia, Epístolas Católicas, EUNSA,          Pamplona 1988, pp.          116-117. — 17 A. Lang, Teología fundamental,          Rialp, Madrid 1966,          vol. 1, pp. 319-320. — 18 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino,          n.          12. — 19 Ibídem, n. 489.
* San          Juan es el único santo de quien la Iglesia conmemora el          nacimiento y la muerte.          Con su ejemplo lleno de fortaleza, el Precursor nos enseña a          cumplir, a pesar          de todos los obstáculos, la misión que cada uno hemos recibido          de Dios.
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† Santoral             (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
El            martirio de San Juan Bautista
        Año 30
Señor: te rogamos por            tantas parejas que viven sin            casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera            conversión. Y te            suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes            predicadores, que como Juan            Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida            de pecado por que            los puede llevar a la perdición, y que despierten las            conciencias de sus            oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.
El evangelio de San Marcos          nos narra de la siguiente          manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes          había          mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado          encadenado a la          prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos,          con la cual          Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le          decía a Herodes:          "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano".          Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería          hacerlo matar,          pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan          y lo          consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se          quedaba          pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto". 
"Pero llegó          el día oportuno, cuando          Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los          principales de la          ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile          le gustó mucho          a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y          te lo          daré, aunque sea la mitad de mi reino".
La muchacha          fue donde su madre y le          preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de          Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le          dijo:          "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan          Bautista".
El rey se          llenó de tristeza, pero para          no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía          cumplir ese vano          juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y          le trajera la          cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y          la trajo en una          bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su          madre. Al          enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura          (S. Marcos          6,17).
Herodes          Antipas había cometido un pecado          que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la          Santa Biblia y          por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su          hermano. Juan          Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor          para hacer una          denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy          déspotas y mandaban          matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus          errores.
Herodes al          principio se contentó          solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto          por él. Pero la          adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera          ocasión que se          le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa          vida que          estaban llevando.
Cuando          pidieron la cabeza de Juan          Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a          Juan y estaba          convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de          Dios y del alma          se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con          sus compinches          que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía          obligar,          porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir          eso que ha          jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo          precursor.
Este es un          caso típico de cómo un pecado          lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo          adúlteros y          terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al          crimen, al          asesinato de un santo.
Juan murió          mártir de su deber, porque él          había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los          predicadores:          "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando          llegan los          ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del          alma a          robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló          fuertemente. Ese era          su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es          necesario          cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero          mártir.
Una antigua          tradición cuenta que          Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado          y el hielo se          abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y          la mató. Puede          haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes          Antipas fue          desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el          padre de su          primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con          Herodías) invadió          con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes          daños. Es que no          hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.
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Eufrasia del Sagrado Corazón            de Jesús Eluvathingal, Beata          Carmelita Indú, 29 de          agosto   
              
 Mártir              Nació el 17 de octubre de 1877 en                    la aldea de Kattoor (India), en la parroquia de                    Edathuruthy, que formaba parte del entonces vicariato                    de Trichur (posteriormente pasó a ser diócesis y fue                    dividida) y que actualmente pertenece a la diócesis de                    Irinjalakuda. Era hija de Antony y Kunjethy de                    Eluvathingal Cherpukaran. Fue bautizada con el nombre                    de Rose.   |           
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Fuente: Santiebeati.it 
        Sancja Szymkowiak, Beata          Religiosa, 29 de agosto   
              
 Religiosa              Martirologio Romano: En Poznan, ciudad de Polonia, beata                      Sancja (Joanina) Szymkowiak, virgen, de la                      Congregación de la Hijas de la Bienaventurada Virgen                      María de los Dolores, que, en medio de las                      dificultades de la guerra, se ocupó con gran entrega                      de los detenidos en las cárceles (1942). Sor Sancja Szymkowiak, nació el 10                    de julio de 1910 en Możdżanów (Ostrów Wielkopolski,                    Polonia). Fue la última de los hijos que tuvieron                    Agostino y Maria Duchalska, luego de haber procreado a                    cuatro varones, de los que uno se hiso sacerdote. El                    día del bautismo recibió el nombre de Giannina. De su                    familia, acomodada e intensamente creyente, recibe una                    sólida educación. Desde la primera juventud se                    distinguió por la excepcional bondad y la auténtica                    devoción, fascinando con su serenidad y sencillez.                    Después de la escuela superior estudió en la Facultad                    de Lenguas y Literatura Extranjeras en la universidad                    de Poznan, empeñándose intensamente tanto en el                    crecimiento intelectual como en el espiritual. Toma                    parte activa en la Asociación Mariana, desarrollando                    un apostolado discreto y eficaz y transmitiéndoles a                    los jóvenes la alegría de vivir. Encuentra tiempo para                    prestarle atención a todo, de modo particularmente                    sensible en ayudar a los más débiles y abatidos, se                    dedica con fervor a las obras de caridad en el barrio                    más pobre de la ciudad. La eucaristía fue el centro y                    el manantial de su gran celo apostólico.  |           
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Sabina de Roma, Santa          Mártir, 29 de agosto   
              
 Mártir              Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa                      Sabina, cuya iglesia titular construida en el monte                      Aventino lleva su venerable nombre (122-132). 
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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