JMJ
Pax
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas (4,          16-30) 
Gloria a ti, Señor.
En          aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado.
Entró          en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura.
Se          le dio el volumen del          profeta Isaías,          lo desenrolló y encontró          el pasaje en que estaba          escrito: El Espíritu del            Señor está sobre mí, porque            me ha ungido para llevar            a los pobres la buena nueva,            para anunciar la liberación            a los cautivos y la curación            a los ciegos, para dar            libertad a los oprimidos y            proclamar el año de gracia del            Señor.
Enrolló          el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la          sinagoga estaban fijos en él.          Entonces comenzó a hablar,          diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la          Escritura, que ustedes acaban de          oír".
Todos          le daban su aprobación y admiraban la sabiduría          de las palabras que salían de sus labios, y se          preguntaban: "¿No es éste el hijo de          José?" Jesús les dijo:          "Seguramente me dirán aquel refrán:          'Médico, cúrate a ti mismo, y haz          aquí, en tu propia tierra, todos          esos prodigios que hemos oído          que has hecho en Cafarnaúm' ".
Y          añadió: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente          en Israel muchas viudas en          los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante          tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a          ninguna de ellas fue enviado          Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de          Sidón.
Había          muchos leprosos en Israel, en tiempos del          profeta Eliseo; sin embargo,          ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria".
Al          oír esto, todos los que estaban en la sinagoga          se llenaron de ira, y          levantándose, lo sacaron de la ciudad y          lo llevaron hasta una          barranca del monte, sobre el que estaba construida la          ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
Lunes 22a. semana del Tiempo              Ordinario 
El Señor es mi pastor, nada              me falta   
Antífona          de Entrada 
Que          llegue hasta ti mi          súplica, Señor,          y encuentren acogida mis plegarias.
Oración          Colecta 
Oremos: Ayúdanos, Señor, a dejar            en tus manos paternales            todas nuestras preocupaciones,            a fin de que podamos            entregarnos con mayor libertad a tu servicio.
Por nuestro Señor            Jesucristo… Amén.
  
Primera Lectura 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (2, 1-5)
Hermanos:          Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado.
Me          presenté ante ustedes débil y temblando de miedo.
Cuando          les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del          poder de Dios y no de la          sabiduría de los hombres.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
  
Salmo Responsorial 
Salmo 118 
¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad! 
¡Cuánto amo tu voluntad! Todo el día la estoy            meditando.
Tus mandatos me hacen más sabio que mis            enemigos, porque siempre me            acompañan.
¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad! 
Soy más prudente que todos mis maestros, porque medito tus            preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes.
¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad! 
Aparto mis pies de toda senda mala para cumplir tus palabras.
No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.
¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!   
Aclamación          antes del          Evangelio 
Aleluya, aleluya.
El          Espíritu del Señor está sobre mí; él me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva.
Aleluya.
  
Evangelio 
† Lectura del santo              Evangelio según san Lucas (4,          16-30) 
Gloria a ti, Señor.
En          aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado.
Entró          en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura.
Se          le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El            Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la            buena nueva, para anunciar la liberación a los            cautivos y la curación a los ciegos,            para dar libertad a los            oprimidos y proclamar el año de            gracia del Señor.
Enrolló          el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la          sinagoga estaban fijos en él.          Entonces comenzó a hablar,          diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la          Escritura, que ustedes acaban de          oír".
Todos          le daban su aprobación y admiraban la sabiduría          de las palabras que salían de sus labios, y se          preguntaban: "¿No es éste el hijo de          José?" Jesús les dijo:          "Seguramente me dirán aquel refrán:          'Médico, cúrate a ti mismo, y haz          aquí, en tu propia tierra, todos          esos prodigios que hemos oído          que has hecho en Cafarnaúm' ".
Y          añadió: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente          en Israel muchas viudas en          los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante          tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a          ninguna de ellas fue enviado          Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de          Sidón.
Había          muchos leprosos en Israel, en tiempos del          profeta Eliseo; sin embargo,          ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria".
Al          oír esto, todos los que estaban en la sinagoga          se llenaron de ira, y          levantándose, lo sacaron de la ciudad y          lo llevaron hasta una          barranca del monte, sobre el que estaba construida la          ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
  
Oración          sobre las Ofrendas 
Mira, Señor, con bondad los dones que te presentamos, a fin de que el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo, nos alcance de ti la vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro            Señor.
Amén.
Prefacio Común I 
Restauración universal en            Cristo 
El          Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos          el corazón.
Lo tenemos levantado hacia              el Señor.
Demos          gracias al Señor,          nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En          verdad es justo y necesario, es nuestro          deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
A          quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que          participáramos todos.
El          cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas          las cosas.
Y          así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para          cuantos creen en él.
Por          eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros          celestiales, cantamos sin cesar el          himno de tu gloria:          
Santo, Santo, Santo… 
Antífona          de la Comunión 
El          Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas para reparar          mis fuerzas.
Oración después de la Comunión 
Oremos: Te damos. gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y            te rogamos que la fuerza            del Espíritu Santo, que nos has comunicado en este sacramento, permanezca en nosotros y transforme toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro            Señor.
Amén.
† Meditación          diaria
22ª          semana. Lunes
OBRAS          DE MISERICORDIA
— Jesús          misericordioso. Imitarle.
—          Preocuparnos por la situación espiritual de quienes nos rodean.
— Otras          manifestaciones de la misericordia.
I.          Volvió Jesús de Nazaret, donde se había criado, y según su            costumbre entró            en la sinagoga el sábado1. Allí le entregaron          el libro del          Profeta Isaías para que leyera. Jesús abrió el libro por un          pasaje directamente          mesiánico: El Espíritu Santo está sobre mí, por lo cual me            ha ungido para            evangelizar a los pobres; me ha enviado para anunciar la            redención a los            cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en            libertad a los            oprimidos, y para promulgar el año de gracia del Señor.
Jesús,          enrollando el libro, lo devolvió y se sentó. Había una gran          expectación entre          sus vecinos, con los que había convivido tantos años: Todos            en la sinagoga            tenían los ojos fijos en Él. Muy probablemente estaría          presente la Virgen.          Entonces, el Señor les dijo con toda claridad: Hoy se ha            cumplido esta            Escritura que acabáis de oír.
Isaías2          anunciaba en este pasaje la llegada del Mesías que libraría a su          pueblo de sus          aflicciones. Las palabras del Señor "son su primera declaración          mesiánica, a la          que siguen los hechos y palabras conocidas a través del          Evangelio. Mediante          tales hechos y palabras, Cristo hace presente al Padre entre los          hombres. Es          altamente significativo –sigue comentando Juan Pablo II– que          estos hombres sean          en primer lugar los pobres carentes de medios de subsistencia,          los privados de          libertad, los ciegos que no ven la belleza de la creación, los          que viven en          aflicción de corazón o sufren a causa de la injusticia social, y          finalmente los          pecadores. Con relación a estos especialmente, Cristo se          convierte sobre todo          en signo legible de Dios que es amor"3.
Más          tarde, cuando los enviados del Bautista le preguntan si Él es el          Cristo o si          han de esperar a otro, Jesús les responde que comuniquen a Juan          lo que han          visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos            quedan limpios,            los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son            evangelizados...4.
El amor          de Cristo se expresa particularmente en el encuentro con el          sufrimiento, en          todo aquello en que se manifiesta la fragilidad humana, tanto          física como          moral. De esta manera revela la actitud continua de Dios Padre          hacia nosotros,          que es amor5 y rico en misericordia6.
La          misericordia será el núcleo fundamental de su predicación y la          razón principal          de sus milagros. También la Iglesia "abraza con su amor a todos          los afligidos          por la debilidad humana; más aún, en los pobres y en los que          sufren reconoce la          imagen de su Fundador, pobre y paciente, se esfuerza en remediar          sus          necesidades y procura servir en ellos a Cristo"7.
¿Y qué          otra cosa haremos nosotros si queremos imitar al Maestro y ser          buenos hijos de          la Iglesia? Cada día se nos presentan incontables ocasiones de          poner en          práctica la enseñanza de Jesús acerca de nuestro comportamiento          ante el dolor y          la necesidad. Y esta actitud compasiva y misericordiosa ha de          ser en primer          lugar con los que habitualmente tratamos, con quienes Dios ha          puesto a nuestro          cuidado y con los más necesitados. Pensemos hoy junto al Señor          cómo es nuestro          trato con estas personas y con todos. ¿Sé darme cuenta de su          dolor –físico o          moral–, de su cansancio o de la necesidad que padecen? ¿Me          presto con solicitud          a darles la ayuda que precisan? ¿Procuro aliviarles de sus males          o de la carga          que llevan, sobre todo cuando les resulta excesivamente pesada?
II. ...me            ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para            anunciar la            redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos,            para poner en            libertad a los oprimidos... No hay pobreza mayor que la          que provoca la          falta de fe, ni cautividad y opresión más grandes que las que el          demonio ejerce          en quien peca, ni ceguera más completa que la del alma que ha          quedado privada          de la gracia: "el pecado produce la más dura tiranía", afirma          San Juan          Crisóstomo8.
Si la          mayor desgracia, el peor de los desastres, es alejarse de Dios,          nuestra mayor          obra de misericordia será en muchas ocasiones acercar a los          sacramentos,          fuentes de Vida, y especialmente a la Confesión, a nuestros          familiares y          amigos. Si sufrimos con sus penas, enfermedades y desgracias,          ¿cómo no nos          dolerá si vemos que no conocen a Jesucristo, que no le tratan o          que le han          dejado? La verdadera compasión comienza por la situación          espiritual de su alma,          que hemos de procurar remediar con la ayuda de la gracia. ¡Qué          gran obra de          misericordia es el apostolado!
Toda          miseria moral, cualquiera que sea, reclama nuestra compasión.          Así, entre estas          obras que, por vía de ejemplo, ha señalado desde antiguo la          Iglesia, está          "enseñar al que no sabe". Cuando el número de analfabetos ha            decrecido          en tantos países, ha aumentado en proporciones          asombrosas la ignorancia          religiosa, incluso en naciones de antigua tradición cristiana.          "Por imposición          laicista o por desorientación y negligencia lamentables,          multitudes de jóvenes          bautizados están llegando a la adolescencia con total          desconocimiento de las          más elementales nociones de la Fe y de la Moral y de los          rudimentos mínimos de          la piedad. Ahora, enseñar al que no sabe significa, sobre todo,          enseñar a los          que nada saben de religión, significa "evangelizarles", es          decir, hablarles de          Dios y de la vida cristiana. La catequesis ha pasado a ser en la          actualidad una          obra de misericordia de primera importancia"9.
¡Cuánto          bien hace la madre que enseña el catecismo a sus hijos, y quizá          a los amigos de          sus hijos! ¡Qué recompensa tan grande dará el Señor a quienes          prestan con          generosidad su tiempo en una labor de catequesis, y a quienes          aconsejan el          libro oportuno que ilustra la inteligencia y mueve los afectos          del corazón! Es          abrirles el camino que lleva a Dios; no tienen una necesidad          mayor.
III.          Imitar a Jesús en su actitud misericordiosa hacia los más          necesitados nos          llevará en muchas ocasiones a dar consuelo y compañía a quienes          se encuentran          solos, a los enfermos, a quienes sufren una pobreza vergonzante          o descarada.          Haremos nuestro su dolor, les ayudaremos a santificarlo, y          procuraremos          remediar ese estado en el modo en que nos sea posible. Cuánto          puede confortar a          estas personas un rato de compañía –buscado quizá con espíritu          de sacrificio, a          la salida del trabajo, cuando lo que apetecía era descansar,          etc.–, con una          conversación sencilla y amable, bien preparada, en la que el          sentido          sobrenatural que procuramos dar a nuestras palabras y          comentarios –de noticias          positivas, de iniciativas de apostolado– deja en el enfermo o en          el anciano una          luz de fe y confianza en Dios; con delicadeza y oportunidad, nos          atreveremos a          prestar algunos servicios, a arreglarle la cama, a leer un rato          algún libro          piadoso ameno, incluso divertido10.
Cada          día es más necesario pedir al Señor un corazón misericordioso          para todos, pues          en la medida en que la sociedad se deshumaniza, los corazones se          vuelven duros          e insensibles. La justicia es virtud fundamental; pero la          justicia sola no          basta: se precisa además la caridad. Por mucho que mejorase la          legislación          laboral y social, siempre será necesario el calor del corazón          humano, fraternal          y amigo, que se acerca a esas situaciones a las que la mera          justicia no llega,          pues la misericordia "no se limita a socorrer al necesitado de          bienes          económicos; se dirige, antes que nada, a respetar y comprender a          cada individuo          en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre y de hijo del          Creador"11.
La          misericordia nos lleva a perdonar con prontitud y de corazón,          aunque quien          ofende no manifieste arrepentimiento por su falta o rechace la          reconciliación.          El cristiano no guarda rencores en su alma; no se siente enemigo          de nadie. Nos          esforzaremos en querer a quienes son desgraciados por su propia          culpa, incluso          por su propia maldad. El Señor solo nos preguntará si esa          persona es          desgraciada, si sufre, "pues eso basta para que sea digno de su          interés.          Esfuérzate sin duda en protegerlo contra sus malas pasiones,          pero desde el          momento en que sufre, sé misericordioso. Amarás a tu prójimo, no          cuando lo          merezca, sino porque es tu prójimo"12.
El          Señor nos pide una actitud compasiva que se extienda a todas las          manifestaciones de la vida. También en el juicio sobre el          prójimo, a quien          hemos de mirar desde el ángulo en el que queda más favorecido.          "Aunque vierais          algo malo –aconseja San Bernardo– no juzguéis al instante a          vuestro prójimo,          sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la          intención, si no podéis          excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o          por sorpresa, o          por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis          disimularla, aun entonces          creedlo así, y decid para vuestros adentros: la tentación habrá          sido muy          fuerte"13.
Frecuentemente          hemos de recordar que, si somos misericordiosos, obtendremos del          Señor esa          misericordia para nuestra vida que tanto necesitamos,          particularmente para esas          flaquezas, errores y fragilidades, que Él bien conoce. Esa          confianza en la          infinita compasión de Dios nos llevará a permanecer siempre muy          cerca de Él.
María, Reina            y Madre de Misericordia, nos dará un corazón capaz de          compadecerse          eficazmente de quienes sufren a nuestro lado.
1 Evangelio            de la Misa. Lc 4, 16-30. — 2 Cfr. Is 61,          1-2 — 3 Juan          Pablo II, Enc. Dives  in            misericordia,          30-XI-1980, 3. — 4 Lc 7, 22 ss. — 5 1            Jn 4, 16. — 6          Ef 2, 4. — 7 Conc. Vat. II,          Const. Lumen gentium,          8. — 8 San Juan Crisóstomo, Comentario al Salmo 126.          — 9          J. Orlandis, 8 Bienaventuranzas, pp. 104-105. — 10          Cfr. Santo          Cura de Ars, Sermón sobre la limosna, en F.          Fernández-Carvajal, Antología            de textos, Palabra, 14ª ed., Madrid 2003, n. 355-1. — 11          San          Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 72. — 12          G. Chevrot, Las            Bienaventuranzas, Rialp, 8ª ed., Madrid 1981, p. 170. — 13          San          Bernardo, Sermón sobre el Cantar de los Cantares, 40.
___________________________________________________________________________________________
† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San          Gil o Egidio
      
("El Protegido o          Defendido" en latín; o          "cabrito" en griego). 
Ermitaño          de origen griego que vivió          entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas piadosas lo          consideraban un rico          heredero emigrado de Marsella y establecido como anacoreta en un          bosque, en la desembocadura          del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio.
Se le          atribuyen algunos milagros y          la piedad en el Medioevo lo llamó: Abogado de los pecadores, por          haber ayudado          en su conversión al Rey Carlos; Protector de pobres, tullidos,          arqueros, por          haber sido herido por una flecha; Abogado contra el miedo y el          incubo, por ayudar          a una cierva en peligro; y Defensor contra las enfermedades del          cáncer y la          epilepsia, llamada "mal de San Gil".
Se le          consideró uno de los "14          santos auxiliares". Se le representa como anacoreta, con varios          atributos:          cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas (regalo          del Papa a su monasterio)          y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un          pecado oculto          del Rey Carlos y hacérselo confesar.
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Archiciócesis de          Madrid. 
        Josué, Santo          Patriarca del A.T., Septiembre 1   
              
 Patriarca Martirologio Romano: Conmemoración                    de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al                    recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno                    del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés                    introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel,                    cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1,                    1).Muerto Moisés, Josué es el capitán que                  introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora                  de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas                  al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años. Es un                  pueblo joven el que está en las proximidades de Canán.                  Son los hijos de los que Yavé sacó con mano poderosa. Se                  han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido                  del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas.                  Tienen esculpida en su alma la idea de que sólo en la                  fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección                  de Dios.  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Terenciano de Todi,            Santo Obispo          y Mártir, Septiembre 1   
              
 Obispo y Mártir Martirologio Romano: En Todi, de                    la Umbría, san Terenciano, obispo (c. s. IV).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Zenit.org 
        José Samsó i Elias,            Beato          Sacerdote y Mártir, 1 de septiembre   
              
 Sacerdote y Mártir              En Mataró, Cataluña, España,                      Beato José Samsó i Elías, sacerdote y mártir durante                      la persecución religiosa en España. († 1936)                   José Samsó Elías nació en                    Castellbisbal el 17 de enero de 1887. Cursó la carrera                    sacerdotal en el Seminario Conciliar de Barcelona,                    distinguiéndose en todos los cursos por su talento                    privilegiado y piedad ejemplar, todo lo cual le hacía                    acreedor de las mejores calificaciones. En los últimos                    años de su carrera sacerdotal, habiendo fijado en él                    su atención el Obispo José Laguarda, lo distinguió                    como su secretario particular, cargo en el cual estuvo                    hasta que fue consagrado Presbítero el 12 de marzo de                    1910, celebrando su primera misa el día de San José,                    en la Capilla del Centro Obrero de la Sagrada Familia                    de la calle Calabria de Barcelona.  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuente:          ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Lupo de Sens, Santo          Obispo, Septiembre 1   
              
 Obispo Martirologio Romano: En Sens, de                    Neustria, san Lupo, obispo, que fue desterrado por                    haber dicho ante un jerarca local que convenía al                    pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios                    antes que a los príncipes (c. 623).  |           
___________________________________________________________________________________________
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
Si NO desea el evangelio,          santoral y meditación diaria          y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la          mayoría), unos 4 por          semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de          confirmación).
Para de-suscribirse          escribir desde su casilla de email          a:
Evangelio+unsubscribe@googlegroups.com
Si no se desuscribe es          porque recibe el mensaje en su          otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese          otro email.




