JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 24-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida? ¿O qué puede dar uno a cambio de su vida? El Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles. Entonces tratará a cada uno según su conducta. Les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin ver antes al Hijo del hombre venir como rey".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
vie 18a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración Colecta
Oremos:
Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se equivoca, y te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquello que pueda contribuir a nuestro bien.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
¡Ay de la ciudad sanguinaria!
Lectura del libro del profeta Nahum 2, 1.3; 3, 1-3.6-7
Miren, ya se acerca por los cerros el mensajero que anuncia la paz. Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus promesas; porque no volverá a invadirte el hombre siniestro; está totalmente aniquilado. Sí, el Señor restablece el orgullo de Jacob, la viña de Israel, que los saqueadores habían saqueado, destruyendo su ramaje.
¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, repleta de fraude, llena de violencia, colmada de rapiña! Escuchen: chasquidos de látigos, estruendos de ruedas, galopes de caballos, rodar de carros, cargas de caballería, brillar de espadas, destellar de lanzas, multitud de heridos, montones de muertos, infinidad de cadáveres con los que se tropiezan al andar.
Te cubriré de basura y de infamia, y te pondré como espectáculo público. Todo el que te vea huirá de ti y dirá: "Nínive está desolada. ¿Quién la compadecerá? ¿Dónde encontrar quién la consuele?"
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Dt 32, 35cd-36ab.39abcd.41
Yo doy la muerte y la vida.
Está cerca el día de su ruina, se precipita su desenlace. El Señor hará justicia a su pueblo, tendrá misericordia de sus siervos.
Yo doy la muerte y la vida.
Vean ahora que yo soy el único Dios, que no hay otro fuera de mí. Yo doy la muerte y la vida, yo causo la herida y la curo.
Yo doy la muerte y la vida.
Cuando yo afile mi espada reluciente y comience a impartir justicia, me vengaré de mis enemigos y daré su merecido a mis adversarios.
Yo doy la muerte y la vida.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 24-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida? ¿O qué puede dar uno a cambio de su vida? El Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles. Entonces tratará a cada uno según su conducta. Les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin ver antes al Hijo del hombre venir como rey".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Confiados en tu misericordia, Señor, venimos a tu altar con nuestros dones, a fin de que te dignes purificarnos por este memorial que estamos celebrando.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de Dios es el hombre viviente
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen. Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Yo te invoco, porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Padre Santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que no sólo con palabras, sino con toda nuestra vida, podamos demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de los cielos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 8/08 Santo Domingo de Guzmán (presbítero, blanco)
Antífona de Entrada
Que toda tus criaturas te den gracias, Señor; que te bendigan tus santos; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que en santo Domingo de Guzmán otorgaste a tu Iglesia un predicador insigne de tu Evangelio y del amor a la Virgen María, concédenos una inquebrantable fidelidad a tu Hijo y una sólida devoción a su santísima Madre.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 1-10a.
Hermanos: Cuando vine a ustedes a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre ustedes me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a ustedes débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo que quedan desvanecidos, sino enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino como está escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman". Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 95
Alégrese el cielo y goce la tierra.
Cantemos al Señor un canto nuevo, cantemos al Señor, toda la tierra; cantemos al Señor, bendecid su nombre.
Alégrese el cielo y goce la tierra.
Proclamemos día tras día su victoria. Cantemos a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.
Alégrese el cielo y goce la tierra.
el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.
Alégrese el cielo y goce la tierra.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; quien me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.
Evangelio
Te seguiré a donde vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62.
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno:
"Te seguiré a donde vayas".
Jesús le respondió:
"Las zorras tiene madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
A otro le dijo:
"Sígueme".
El respondió:
"Déjame primero ir a enterrar a mi Padre".
Le contestó:
"Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo:
"Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia".
Jesús le contestó:
"El que echa mano al arado sigue y mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte y, por intercesión de santo Domingo, concédenos dar a conocer nuestra fe con nuestra conducta diaria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con formas siempre nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio de la salvación.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios rebosando de alegría.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Sacramento que hemos recibido en esta festividad aumente, Señor, en nosotros el amor por tu Iglesia, a cuyo servicio consagró su vida y su predicación santo Domingo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
18ª semana. Viernes
EL AMOR Y LA CRUZ
— La muestra de amor más grande.
— El sentido y los frutos del dolor.
— Mortificaciones voluntariamente buscadas.
I. Jesús había llamado a sus discípulos y estos, dejándolo todo, le siguieron. Iban tras el Maestro por los caminos de Palestina, recorriendo ciudades y aldeas, compartiendo con Él alegrías, fatigas, hambre, cansancio... También, en ocasiones, expusieron su vida y su honra por Jesús. Pero esta compañía externa se fue convirtiendo, poco a poco, en un seguimiento interior, se fue realizando una transformación de sus almas. Este seguimiento más hondo requiere algo más que el desprendimiento, e incluso el abandono efectivo de casa, hogar, familia, bienes... Así se lo manifestó el Señor, como leemos en el Evangelio de la Misa1: si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Negarse a sí mismo significa renunciar a ser uno el centro de sí mismo. El único centro del verdadero discípulo solo puede ser Cristo, a Quien se dirigen constantemente los pensamientos, los afanes, el quehacer ordinario que se convierte en una verdadera ofrenda al Señor.
Cargar con la Cruz indica que se está dispuesto a morir. El que coge el madero y lo pone sobre sus hombros acepta su destino, sabe que su vida terminará en esa cruz. Tomar la cruz expresa una decisión resuelta, indica que estamos dispuestos a seguirle, si fuera preciso, hasta la muerte, que queremos imitarle en todo, sin poner límite alguno. Para seguir a Cristo hemos de identificar nuestra voluntad con la suya, que tomó con decisión el madero y lo llevó hasta el Calvario, donde se ofrecería a Dios Padre en una oblación de valor y amor infinitos.
Hemos de considerar frecuentemente que la Pasión y Muerte en la Cruz es la máxima expresión de su entrega al Padre y de su amor por nosotros. Ciertamente, el menor acto de amor de Jesús, la más pequeña de sus obras, aun niño, tenía un valor meritorio infinito para obtener a todos los hombres, pasados y presentes y los que habrían de venir a lo largo de los siglos, la gracia de la redención, la vida eterna y todas las ayudas necesarias para llegar a ella. Pero, a pesar de todo, quiso sufrir todos los horrores de la Pasión y de la Muerte en la cruz para mostrarnos cuánto amaba al Padre, cuánto nos amaba a cada uno de nosotros. En ocasiones, manifestó a sus discípulos esta urgencia de amor que le llenaba el alma: Tengo que recibir un bautismo, y ¡cómo me siento urgido hasta que se cumpla!2. El Espíritu Santo nos ha dejado escrito a través de San Juan que tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito3. Jesús entregó voluntariamente su vida por amor hacia nosotros, pues nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos4.
Jesucristo revela las ansias incontenibles de entregar su vida por amor. Y si queremos seguirle, no ya externamente sino hondamente, identificándonos con Él, ¿cómo podremos rechazar la Cruz, el sacrificio, que tan íntimamente está relacionado con el amor y con la entrega? El seguir a Cristo de cerca nos llevará a la abnegación más completa, a la plenitud del amor, a la alegría más grande. La abnegación, la identificación con su santa voluntad en todo, limpia, purifica, clarifica el alma y la diviniza. "Tener la Cruz, es tener la alegría: ¡es tenerte a Ti, Señor!"5.
II. Se cuenta de un alma santa que al ver cómo todos los sucesos le eran contrarios y a una prueba le sucedía otra, y a una calamidad un desastre mayor, se volvió con ternura al Señor y le preguntó: Pero, Señor, ¿qué te he hecho?, y oyó en su corazón estas palabras: Me has amado. Pensó entonces en el Calvario y comprendió un poco mejor cómo el Señor quería purificarla y asociarla a Él en la redención de tantas gentes que andaban perdidas, lejos de Dios. Y se llenó de paz y de alegría6.
En nuestra vida vamos a encontrar penas, como todos los hombres. "Si vienen contradicciones, está seguro de que son una prueba del amor de Padre, que el Señor te tiene"7. Son ocasiones inmejorables para mirar con amor un crucifijo y contemplar a Cristo y comprender que Él, desde la Cruz, nos está diciendo: "a ti te quiero más", "de ti espero más". Quizá sea una enfermedad dolorosa que rompe todos nuestros proyectos, o la desgracia que llega a esas personas que más queríamos, o el fracaso profesional... Señor, ¿qué te he hecho? Y nos responderá calladamente que nos quiere y que desea una entrega sin límites a su santa voluntad, que tiene una "lógica" distinta a la humana. Llega el momento de la aceptación y del abandono, y comprendemos, quizá más tarde, ese inmenso bien. ¡Cuántas gracias daremos entonces al Señor!8.
Muchas veces, sin embargo, la Cruz la encontraremos en asuntos pequeños, que salen a nuestro paso los más de los días: el cansancio, el no disponer del tiempo que desearíamos, el tener que renunciar a un plan más agradable que nos habíamos forjado, el llevar con caridad los defectos de otras personas con las que convivimos o trabajamos, una pequeña humillación que no esperábamos, la aridez en la oración... Ahí nos espera también el Señor; nos pide que sepamos aceptar esas contradicciones, pequeñas o grandes, sin quejas estériles, sin malhumor, sin rebeldía. Nos pide amor, recoger eso que nos contraría y ofrecerlo como una joya de mucho valor. Nuestros pequeños sufrimientos, unidos a los de Cristo en la Cruz, cobran un valor infinito para reparar por tantos pecados que se cometen cada día en la tierra, y por los nuestros también.
El dolor, llevado con y por amor, tiene otros muchos frutos: satisface por nuestros pecados, purifica el alma, "y profundiza y refuerza nuestro carácter y nuestra personalidad. Nos da una comprensión y una capacidad de simpatía por nuestro prójimo que no puede adquirirse de otra manera. De hecho nos abre la vida interior del mismo Cristo, y al hacerlo así nos une más estrechamente a Él. A menudo el sufrimiento profundo es también un punto decisivo en nuestras vidas, y conduce al principio de un nuevo fervor y una nueva esperanza"9, a una nueva manera, más honda y más llena, de entender la propia existencia. Pero dolor y sufrimiento no son tristeza. La Cruz, llevada junto a Cristo, llena el alma de paz y de una profunda alegría en medio de las tribulaciones. La vida de los santos está llena de alegría; un júbilo que el mundo no conoce porque hunde sus raíces en Dios.
III. Si alguno quiere venir en pos de Mí... Nada en el mundo deseamos más que seguir a Cristo de cerca; ninguna otra cosa, ni la propia vida, amamos más que esta: identificarnos con Él, hacer nuestros sus deseos y los sentimientos que tuvo aquí en la tierra. Estamos junto a Él no solo cuando todo nos va bien, sino también al aceptar con paciencia las adversidades, contentos de poder acompañarle en su camino hacia la Cruz, uniendo nuestros sufrimientos a los suyos10.
Pero si nos limitáramos solamente a esperar las tribulaciones, las contrariedades, el dolor que no podemos evitar, faltaría generosidad a nuestro amor. Sería una actitud que escondería el deseo de contentarnos con lo mínimo. "Sería actuar con una disposición remisa, que bien podría expresarse con estas palabras: ¿Mortificación? ¡Bastantes sinsabores tiene ya la vida! ¡Ya tengo suficientes preocupaciones!
"Sin embargo, la vida interior necesita demasiado de la mortificación, como para no buscarla activamente. La mortificación que nos viene dada es importante y valiosa, pero no debe ser excusa para rehuir una generosa expiación voluntaria, que será señal de un verdadero espíritu de penitencia: Yo te ofreceré voluntario sacrificio; cantaré, ¡oh Yahvé!, tu nombre, porque es bueno (Sal 53, 8)"11.
Precisamente la Iglesia nos propone un día a la semana, el viernes, para que examinemos el sentido penitencial de nuestra vida, a la luz de la Pasión de Cristo. En este día, muchos cristianos consideran más detenidamente los misterios de dolor de la vida de Cristo, o hacen el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o meditan o leen la Pasión del Señor... Es un día para que examinemos cómo llevamos habitualmente las contradicciones, y la generosidad, fruto del amor, con que buscamos esa mortificación voluntaria, en cosas quizá pequeñas, que vence constantemente el egoísmo, la pereza, el deseo de quedar bien en todo, de ser habitualmente el centro... Mortificaciones pequeñas para hacer más amable la vida a los demás: ser cordiales en el trato, vencer los estados de ánimo que nos llevarían quizá a tener un tono más adusto en el trato, sonreír cuando quizá tendemos a mostrarnos serios, cuidar la puntualidad en el trabajo o estudio, comer algo menos de aquello que más nos gusta o tomar un poco más de aquello que menos nos apetece, no comer entre horas, mantener el orden en la mesa de trabajo, en el armario, en la habitación... Mortificar la curiosidad, cuidar con particular esmero la guarda de los sentidos, no quejarse ante el calor, el frío o el excesivo tráfico...
Al terminar hoy la meditación sobre las palabras de Jesús: si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sigame, le decimos en la intimidad de nuestra oración: "Dame, Jesús, Cruz sin cirineos. Digo mal: tu gracia, tu ayuda me hará falta, como para todo; sé Tú mi Cirineo. Contigo, mi Dios, no hay prueba que me espante...
"—Pero, ¿y si la Cruz fuera el tedio, la tristeza? -Yo te digo, Señor, que Contigo estaría alegremente triste"12. "No perdiéndote a Ti, para mí no habrá pena que sea pena"13.
1 Mt 16, 24-25. — 2 Lc 12, 50. — 3 Jn 3, 16. — 4 Jn 15, 13. — 5 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 766. — 6 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, El Salvador, p. 311. — 7 San Josemaría Escrivá, o, c., n. 815. — 8 Cfr. J. Tissot, La vida interior, p. 318. — 9 E. Boylan, El amor supremo, vol. II, p. 119. — 10 Cfr. Pablo VI, Const. Paenitemini, 17-II-1966, I. — 11 R. Balbín, Sacrificio y alegría, Rialp, 2ª ed., Madrid 1975, p. 130. - 12 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 252. — 13 Ibídem, n. 253.
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8 de agosto
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN*
Memoria
— Necesidad de la sana doctrina. La ayuda de la Virgen.
— El Rosario, arma poderosa.
— La consideración de los misterios del Santo Rosario.
I. A principios del siglo xiii algunas sectas causaban estragos en la Iglesia, sobre todo en el Sur de Francia. Durante un viaje que realizó Santo Domingo, acompañando a su Obispo por esa región, pudo comprobar por sí mismo los daños que esas nuevas doctrinas originaban en el Pueblo de Dios, falto de formación como en tantas ocasiones. ¡Cuántos males ha causado la ignorancia! Durante su viaje, el Santo comprendió la necesidad de enseñar las verdades de la fe con claridad y sencillez, y con gran celo y amor a las almas se entregó del todo a este quehacer. Poco tiempo más tarde, se determinó a fundar una nueva Orden religiosa que tenía como fin la difusión de la doctrina cristiana y su defensa del error en cualquier parte de la Cristiandad. Así surgió la Orden de Predicadores, que tendría en el estudio de la Verdad uno de sus pilares fundamentales1. Desde entonces, «en cualquier actividad apostólica en servicio de la Iglesia pueden encontrarse dominicos ocupados en llevar la verdad a las inteligencias de sus hermanos, los hombres (...), actuando con el carisma peculiar, que es el mismo de su fundador: iluminar las conciencias con la luz de la palabra de Dios»2.
La tarea de enseñar a todos el contenido de la fe no ha sido solo una necesidad del pasado. En las circunstancias actuales, esta misión de la Iglesia entera se hace quizá más urgente que en épocas pretéritas. El Papa Juan Pablo II ha alertado ante esa situación de ignorancia generalizada de las verdades más elementales, y ante la difusión de muchos errores doctrinales, cuyas consecuencias no han tardado en hacerse notar en las almas: la falta de amor y de piedad hacia la Sagrada Eucaristía; el olvido de la Confesión, sacramento imprescindible para obtener el perdón de Dios y para formar la conciencia; el desconocimiento del fin trascendente al que hemos sido llamados...; arrinconar la fe al ámbito de la vida privada, sin que tenga manifestaciones públicas; el matrimonio parece haber sido privado en algunos casos de su íntimo y natural significado y valor; la introducción de la legislación permisiva del aborto es el triunfo del principio del bienestar material y del egoísmo sobre el valor más sacro, el de la vida humana; la disminución de la natalidad y la senectud demográfica han llevado a algún responsable europeo a hablar de un suicidio demográfico de Europa y aparece como el grave síntoma de un profundo empobrecimiento espiritual3. No es difícil darse cuenta de cómo en muchos se ha perdido el sentido de la amistad con Dios, del pecado, de la vida eterna, del sentido cristiano del dolor... A la vez, se puede comprobar cómo el mundo se hace menos humano en la medida en que deja de ser cristiano. Y esta ola de materialismo, de pérdida del sentido de lo sobrenatural, afecta también, y a veces en gran medida, a esas personas que todos los días vemos, y a las que quizá el Señor ha puesto a nuestro cuidado, por unas u otras razones.
Meditemos hoy junto al Señor si sentimos en nuestro corazón esa llamada del Papa a recristianizar el mundo que nos rodea, según nuestras fuerzas y con nuestro modo cristiano de estar en medio de la sociedad. Pensemos hoy junto al Señor si nos esforzamos por conocer a fondo la doctrina de Jesucristo, si ajustamos a ella nuestra conducta personal, familiar, profesional, social, política, etcétera; si nos empeñamos en difundirla; si procuramos mantener esos signos externos –que tanto empeño hay en eliminar– de religiosidad y sentido cristiano: el escapulario, la bendición de la mesa, de la nueva casa que habitamos, el tener alguna imagen del Señor o de la Virgen en nuestro hogar, en el lugar de trabajo...
II. Santo Domingo de Guzmán, como tantos otros después de él, contó además con un arma poderosa4 para vencer en esta batalla, que al principio parecía perdida, pues «emprendió con ánimo esforzado la guerra contra los enemigos de la Iglesia católica, no con la fuerza ni con las armas, sino con la más acendrada fe en la devoción del Santo Rosario, que fue el primero en propagar, y que personalmente y por sus hijos llevó a los cuatro ángulos del mundo»5. «Con razón, pues, mandó Domingo a sus hijos que, al predicar al pueblo la palabra de Dios, se entretuvieran con frecuencia y con cariño en inculcar en las almas de los oyentes esta manera de orar, de cuya utilidad tenía mucha experiencia. Pues sabía bien que María, por una parte, tenía tanta autoridad delante de su Hijo divino que las gracias que confiere a los hombres las provee siempre Ella como administradora y dispensadora; y, por otra parte, es de natural tan benigna y clemente que, habiendo acostumbrado a socorrer espontáneamente a los necesitados, no puede, en modo alguno, rehusar la ayuda a los que se la piden. Así, pues, la Iglesia, por medio principalmente del Rosario, siempre ha encontrado en Ella a laMadre de la gracia y a la Madre de la misericordia, como tiene costumbre de saludarla; por lo cual los romanos pontífices no dejaron pasar jamás ocasión alguna hasta el presente de ensalzar con las mayores alabanzas el Rosario mariano y de enriquecerlo con indulgencias apostólicas»6.
Los cristianos, por instinto filial y por esta recomendación expresa de los Papas, han acudido al rezo del Santo Rosario en los momentos ordinarios y en las circunstancias más difíciles (calamidades públicas, guerras, herejías, problemas familiares importantes...) y como medio excelente de acción de gracias. Los consejos de los últimos Papas han sido constantes, principalmente en lo que se refiere al Rosario en familia. El Concilio Vaticano II advertía a todos los fieles cristianos «que tengan muy en consideración las prácticas y los ejercicios piadosos hacia Ella recomendados por el Magisterio a lo largo de los Siglos»7. Y Pablo VI interpretaba auténticamente estas palabras como referidas al Santo Rosario8.
Examinemos nosotros hoy, cuando tantas necesidades padece la Humanidad, con qué amor y confianza acudimos a Nuestra Señora a través de esta devoción tan cargada de gracias. Pensemos si a la hora de difundir la sana doctrina a nuestro alrededor, y especialmente si vemos que alguno de los más cercanos a nosotros se va separando del Señor, acudimos con fe a nuestra Madre del Cielo.
III. Si procuramos rezar cada día con amor el Santo Rosario atraeremos, como Santo Domingo, muchas gracias sobre aquellos que queremos llevar hasta el Señor y sobre nuestra alma. En él, consideramos los principales misterios de nuestra salvación: desde la Anunciación de la Virgen hasta la Resurrección y Ascensión a los Cielos del Señor, pasando por su Pasión y Muerte.
Los cinco primeros, que llamamos de gozo, recogen la vida oculta de Jesús y de María y nos enseñan a santificar las realidades de la vida ordinaria. Los cinco siguientes, los misterios de dolor, nos permiten contemplar y vivir la Pasión y nos enseñan a santificar el dolor, la enfermedad, la cruz que se hace presente en la vida de cada hombre a su paso por este mundo. En los cinco últimos, los gloriosos, contemplamos el triunfo del Señor y de su Madre, y nos llenan de alegría y de esperanza al meditar la gloria que Dios nos tiene reservada si somos fieles.
En la consideración de estos misterios vamos a Jesús por María: gozamos con Cristo, al contemplarlo hecho Hombre como nosotros, nos dolemos con Cristo paciente, vivimos anticipadamente su gloria. Para que esa contemplación sea posible hemos de procurar rezar de tal manera «que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, a través del corazón de Aquella que estuvo cerca de Él, y que desvelen su insondable riqueza»9. Rezar así el Santo Rosario, «con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y amor, de adoración y reparación»10.
En tiempos de Santo Domingo se saludaba a la Virgen con el título de rosa, símbolo de la alegría. Se adornaban ya las imágenes con una corona de rosas, y se cantaba a María como jardín de rosas (en latín medieval Rosarium). Y de ahí parece provenir el nombre que ha llegado hasta nosotros11. No olvidemos que cada Avemaría es como una rosa que ofrecemos a Nuestra Madre del Cielo. No dejemos que, por falta de interés o de atención, salga marchita de nuestros labios. No dejemos de emplear esta arma poderosa ante tantos obstáculos como en ocasiones encontramos. Acudamos también a Nuestra Señora, a través de esta devoción, cuando sintamos más el peso de nuestras flaquezas: «"Virgen Inmaculada, bien sé que soy un pobre miserable, que no hago más que aumentar todos los días el número de mis pecados...". Me has dicho que así hablabas con Nuestra Madre, el otro día.
»Y te aconsejé, seguro, que rezaras el Santo Rosario: ¡bendita monotonía de avemarías que purifica la monotonía de tus pecados!»12.
1 Cfr. J. M. Macías, Santo Domingo de Guzmán, BAC, Madrid 1979, pp. 230 ss. — 2Ibídem, p. 260. — 3 Cfr. Juan Pablo II, Alocución 11-X-1985. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, Rialp, 24.ª ed., Madrid 1979, p. 7. — 5 León XIII, Enc.Supremi apostolatus, I-IX-1883. — 6 Benedicto XV, Enc. Fausto appetente, 29-VI-1921. — 7 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 67. — 8 Cfr. Pablo VI, Enc. Christi Matri Rosarii, 15-IX-1966; Exhort. Apost. Marialis cultus, 2-II-1974. — 9 ídem, Exhort. Apost. Marialis cultus, cit., 46. — 10 San Josemaría Escrivá, o. c., p. 9. — 11 J. Corominas-J. A. Pascual, Diccionario crítico etimológico, Gredos, Madrid 1986, vol. V, voz Rosa. — 12 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 475.
* Santo Domingo de Guzmán nació en Caleruega, alrededor del año 1170. Combatió con su predicación y su vida ejemplar la herejía albigense. Fundó la Orden de Predicadores (Dominicos) y extendió la devoción del Santo Rosario. Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santo Domingo de Guzmán
Fundador
Año 1221.
Domingo significa: "Consagrado al Señor".
La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.
También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También había factores políticos envueltos.
Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La Virgen acude en ayuda de Santo Domingo de Guzmán
La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito por que muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Lamentablemente la situación entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.
Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (más conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
Biografía de Santo Domingo
El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6,800 en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana de Aza, era una mujer admirable en virtudes y ha sido declarada Beata. Lo educó en la más estricta formación religiosa.
A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer libros religiosos, y hacer caridad a los pobres.
Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir) y con el precio de la venta ayudó a los menesterosos. A quienes lo criticaban por este desprendimiento, les decía: "No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos".
En un viaje que hizo, acompañando a su obispo por el sur de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y estaban haciendo un gran mal a las almas. Y el método que los misioneros católicos estaban empleando era totalmente inadecuado. Los predicadores llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor santidad. Y así de esa manera las conversiones de herejes que conseguían, eran mínimas. Domingo se propuso un modo de misionar totalmente diferente.
Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo. Que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo. Y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos.
Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Cuando algunos católicos trataron de acabar con los herejes por medio de las armas, o de atemorizarlos para que se convirtieran, les dijo: "Es inútil tratar de convertir a la gente con la violencia. La oración hace más efecto que todas las armas guerreras. No crean que los oyentes se van a conmover y a volver mejores por que nos ven muy elegantemente vestidos. En cambio con la humildad sí se ganan los corazones".
Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia y convirtiendo herejes y enfervorizando católicos, y a su alrededor había reunido un grupo de predicadores que él mismo había ido organizando e instruyendo de la mejor manera posible. Entonces pensó en formar con ellos una comunidad de religiosos, y acompañado de su obispo consultó al Sumo Pontífice Inocencio III.
Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas de nuestro santo.
Y cuentan las antiguas tradiciones que Santo Domingo vio en sueños que la ira de Dios iba a enviar castigos sobre el mundo, pero que la Virgen Santísima señalaba a dos hombres que con sus obras iban a interceder ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido, vestido casi como un pordiosero. Y al día siguiente estando orando en el templo vio llegar al que vestía como un mendigo, y era nada menos que San Francisco de Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: "Los dos tenemos que trabajar muy unidos, para conseguir el Reino de Dios". Y desde hace siglos ha existido la bella costumbre de que cada año, el día de la fiesta de San Francisco, los Padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos muy fraternalmente la fiesta, y el día de la fiesta de Santo Domingo, los padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una alegre celebración de buenos hermanos.
En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de predicadores, con 16 compañeros que lo querían y le obedecían como al mejor de los padres. Ocho eran franceses, siete españoles y uno inglés. Los preparó de la mejor manera que le fue posible y los envió a predicar, y la nueva comunidad tuvo una bendición de Dios tan grande que a los pocos años ya los conventos de los dominicos eran más de setenta, y se hicieron famosos en las grandes universidades, especialmente en la de París y en la de Bolonia.
El gran fundador le dio a sus religiosos unas normas que les han hecho un bien inmenso por muchos siglos. Por ejemplo estas:
- Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible.
- Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo en predicar y enseñar catecismo.
La experiencia le había demostrado que las almas se ganan con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente.
Los santos han dominado su cuerpo con unas mortificaciones que en muchos casos son más para admirar que para imitar. Recordemos algunas de las que hacía este hombre de Dios.
Cada año hacía varias cuaresmas, o sea, pasaba varias temporadas de a 40 días ayunando a pan y agua.
Siempre dormía sobre duras tablas. Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos de nieve. No se colocaba nada en la cabeza ni para defenderse del sol, ni para guarecerse contra los aguaceros. Soportaba los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra. Cuando llegaban de un viaje empapados por los terribles aguaceros mientras los demás se iban junto al fuego a calentarse un poco, el santo se iba al templo a rezar. Un día en que por venganza los enemigos los hicieron caminar descalzos por un camino con demasiadas piedrecitas afiladas, el santo exclamaba: "la próxima predicación tendrá grandes frutos, porque los hemos ganado con estos sufrimientos". Y así sucedió en verdad. Sufría de muchas enfermedades, pero sin embargo seguía predicando y enseñando catecismo sin cansarse ni demostrar desánimo.
Era el hombre de la alegría, y del buen humor. La gente lo veía siempre con rostro alegre, gozoso y amable. Sus compañeros decían: "De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la meditación". Pasaba noches enteras en oración.
Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas mundanos, pero cuando había que hablar de Nuestro Señor y de temas religiosos entonces sí que charlaba con verdadero entusiasmo.
Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer alguna página del Nuevo Testamento o del Antiguo.
Los que trataron con él afirmaban que estaban seguros de que este santo conservó siempre la inocencia bautismal y que no cometió jamás un pecado grave.
Totalmente desgastado de tanto trabajar y sacrificarse por el Reino de Dios a principios de agosto del año 1221 se sintió falto de fuerzas, estando en Bolonia, la ciudad donde había vivido sus últimos años. Tuvieron que prestarle un colchón porque no tenía. Y el 6 de agosto de 1221, mientras le rezaban las oraciones por los agonizantes cuando le decían: "Que todos los ángeles y santos salgan a recibirte", dijo: "¡Qué hermoso, qué hermoso!" y expiró.
A los 13 años de haber muerto, el Sumo Pontífice lo declaró santo y exclamó al proclamar el decreto de su canonización: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".
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Maria de la Cruz (María Elena MacKillop), Beata Fundadora, 8 de agosto
Fundadora de las Hermanas de San José y del Sagrado Corazón Martirologio Romano: En Sydney, en Australia, beata María de la Cruz (María Elena) Mac- Killop, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanas de San José y del Sagrado Corazón, y la dirigió entre múltiples fatigas y vejaciones (1909). |
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Fuente: Franciscanos.org
María Margarita del Sagrado Corazón (María Ana Rosa Caiani), Beata Fundadora, Agosto 8
Fundadora de las Hermanas Mínimas Franciscanas del Sagrado Corazón Martirologio Romano: En Poggio a Caiano, en la Toscana, beata Margarita María (María Ana Rosa) Caiani, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas Mínimas Franciscanas del Sagrado Corazón, para la formación de la juventud y para la ayuda a los enfermos (1921). |
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Fuente: Vatican.va
Bonifacia Rodríguez Castro, Beata Fundadora, Agosto 8
Fundadora de las Siervas de San José Martirologio Romano: En la ciudad de Zamora, en España, beata Bonifacia Rodríguez Castro, virgen, que fundó la Congregación de las Siervas de San José, para promover cristiana y socialmente a la mujer mediante la oración y el trabajo, según el ejemplo de la Sagrada Familia (1905). |
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Fuente: Escolapias.org
María del Niño Jesús Baldillou y compañeras, Beatas Mártires Escolapias, 8 de agosto
Religiosas Mártires Martirologio Romano: En Valencia, España, beatas María del Niño Jesús Baldillou y Bullit y sus compañeras, vírgenes del Instituto de las Hijas de María de las Escuelas Pías y mártires, que, en la persecución contra la fe, salieron gloriosamente al encuentro de Cristo, su Esposo, martirizadas por la violencia de los enemigos de la Iglesia (1936).
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Fuente: Mercaba.org
Juan Felton, Beato Mártir Laico, 8 de agosto
Mártir Laico Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beato Juan Felton, mártir, que fijó en público la sentencia de excomunión lanzada por el papa san Pío V contra la reina Isabel I y, por este motivo, fue despedazado cruelmente junto a la iglesia de San Pablo, mientras invocaba el nombre del Salvador, consumando así gloriosamente su martirio (1570). El santoral encierra sus sorpresas. Muchas veces tenemos la idea de que es sólo un monótono e interminable desfile de religiosos y religiosas que se santificaron entre las cuatro paredes de su convento. Pero de vez en cuando nos encontramos con que figuran en los altares, expuestos a la veneración de los fieles, quienes, mientras estuvieron en la tierra, participaron de nuestro mismo género de vida y como nosotros contrajeron un día matrimonio y vieron alegrado su hogar con la sonrisa de un nuevo ser. |
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Cruz Laplana y Laguna, Beato Obispo y Mártir, 8 de agosto
Obispo y Mártir Nació en Casa Alonso de Plan, (Huesca) 3 de mayo de 1875. A la edad de once años escogió la carrera eclesiástica. Estuvo en el Seminario de Barbastro. Cursó tres años de Derecho canónico y uno de Teología en la Universidad Pontificia de Zaragoza. Se ordenó presbítero el 25 de septiembre de 1898. |
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_Fuente: www3.planalfa.es/diocesiscuenca
Fernando Español Berdié, Beato Presbítero y Mártir, 8 de agosto
Presbítero y Mártir
Nació en Anciles, Diócesis de Barbastro y Provincia de Huesca, el 11 de octubre de 1875. |
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Fuente: dominicos.org
Antero Mateo García, Beato Laico Mártir, 8 de agosto
Mártir Laico
Antero Mateo García, nació en Valdevimbre (León), el 4 de marzo de 1875, primogénito de nueve hermanos. Fue bautizado el 6 de marzo con los nombres de Antero Marcelino Lucio y confirmado el 24 de mayo de 1887. Contrajo matrimonio con Manuela Trabadelo Malagón el 27 de enero de 1902 y se estableció por razones de trabajo en Cembranos (León), pero tuvo que emigrar a Barcelona en 1916 y se empleó en los Ferrocarriles del Norte. Junto con su esposa, ingresó en la orden seglar dominicana y fue miembro de la "Adoración Nocturna". En algunas peregrinaciones a Lourdes hizo de camillero para los enfermos y ejercitaba la virtud de la caridad visitando a los necesitados. Padre de ocho hijos, uno de los cuales fue Dominico y una Carmelita Descalza. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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