JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 14, 13-21
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la          muerte de Juan el Bautista, se          marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al          saberlo la gente,          lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús          a la          muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como          ya se hacía          tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: 
          "Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente          para que          vayan a las aldeas y compren algo de comer". 
          Pero Jesús les replicó: 
          "No hace falta que vayan; denles ustedes de comer".
          Ellos le replicaron: 
          "No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados".
          El les dijo: 
          "Tráiganmelos".
          Luego mandó que la gente se recostara en la hierba. Tomó los          cinco panes y los          dos pescados, alzó la mirada al cielo, pronunció una bendición,          partió los          panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a          la gente. Todos          comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado se          llenaron doce          canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin          contar a las          mujeres y a los niños.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
18o.          Dom Ord Ciclo A
      Antífona de Entrada
      Dios              mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú              eres mi auxilio y mi              salvación; Señor, no tardes.
Oración Colecta
      Oremos:
            Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad            inagotable sobre los que            te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor            de los que te            alaban como creador y como guía.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Dense              prisa y coman
Lectura              del profeta Isaías 55, 1-3
Esto dice el Señor:
            "Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que            no tienen dinero,            vengan, tomen trigo y coman; tomen leche y vino sin pagar.
            ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en            lo que no            alimenta? Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán            platillos sustanciosos.            Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré            con ustedes una            alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David". 
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 144
Abres,              Señor, tu mano, y nos sacias de favores.
El            Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y            generoso para            perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se            extiende a todas sus            criaturas.
            Abres, Señor, tu mano, y nos sacias de favores.
A ti,            Señor, sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo.            Abres, Señor, tus            manos, generosas y cuantos viven quedan satisfechos.
            Abres, Señor, tu mano, y nos sacias de favores.
Siempre            es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor            todas sus obras. No está            lejos de aquéllos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de            quien lo invoca.
            Abres, Señor, tu mano, y nos sacias de favores.
Segunda            Lectura
      Ninguna              criatura podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en              Cristo
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 35.37-39
Hermanos: 
            ¿Quién podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las            tribulaciones? 
            ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El            peligro? ¿La            espada? 
            Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias            a Aquél que nos            ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la            vida, ni los ángeles            ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes            de este mundo, ni            lo alto ni lo bajo, ni criatura alguna podrá apartarnos del            amor que nos ha            manifestado Dios en Cristo Jesús. 
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya
            No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra            que sale de la boca            de Dios.
            Aleluya.
Evangelio
      Comieron todos hasta quedar              satisfechos
† Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 14, 13-21
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al            enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de            allí en barca a            un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió            por tierra desde            los pueblos. Al desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se            compadeció de ella y            curó a los enfermos. Como ya se hacía tarde, se acercaron sus            discípulos a            decirle: 
            "Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la            gente para que vayan            a las aldeas y compren algo de comer". 
            Pero Jesús les replicó: 
            "No hace falta que vayan; denles ustedes de comer".
            Ellos le replicaron: 
            "No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados".
            El les dijo: 
            "Tráiganmelos".
            Luego mandó que la gente se recostara en la hierba. Tomó los            cinco panes y los            dos pescados, alzó la mirada al cielo, pronunció una            bendición, partió los            panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran            a la gente.            Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían            sobrado se llenaron            doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres,            sin contar a las            mujeres y a los niños.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
      Celebrante:
            Invoquemos y hermanas, hermanos, a Dios Padre, pidámosle que            escuche nuestras            oraciones y roguémosle con fe que venga en auxilio de nuestras            necesidades:
            Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor.
Oremos por el Papa, por            nuestros obispos y sacerdotes, para que el Señor los haga            santos y les conceda            el espíritu de la sabiduría, a fin de que proclamen con            rectitud la verdadera            Palabra, roguemos al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Oremos por los que están            lejos de sus hogares, por los viajeros, por los que se            encuentran en peligro,            para que el Señor les conceda un ángel que los proteja y los            aleje de todo mal,            roguemos al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Oremos por hombres y mujeres            de todos los pueblos y todas las religiones, para que el Señor            les revele su bondad            y dirija su camino hacia el conocimiento de la verdad plena,            roguemos al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Oremos por nuestros hermanos            que han muerto en el Señor; que Dios perdone sus pecados,            acoja sus almas junto            a él y los conduzca al descanso de la luz y de la paz,            roguemos al Señor.
            Escúchanos, Señor.
Celebrante:
            Señor Dios, que con el ejemplo de compasión de tu Hijo hacia            los pobres y los            que sufren nos manifiestas tu amor de Padre; escucha nuestras            oraciones y haz            que el pan, que tu providencia multiplica, nuestra caridad lo            reparta, y que la            participación en tus sacramentos nos abra siempre al diálogo y            al servicio de            los necesitados. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Oración            sobre las Ofrendas
      Santifica, Señor, estos            dones y por medio del sacrificio de tu Hijo, transforma toda            nuestra vida en            una continua ofrenda. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      El misterio pascual y el              pueblo de Dios
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y 
            en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,            por Cristo,            Señor nuestro. 
            Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de            llamarnos del            pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida,            sacerdocio real, nación            consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de            las tinieblas a tu            luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. 
            Por eso, 
            con todos los ángeles y arcángeles y con todos los coros            celestiales, cantamos            sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Nos has              enviado, Señor, un pan del cielo que encierra en sí toda              delicia y satisface              todos los gustos.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Protege, Señor, continuamente a quienes renuevas y fortaleces            con esta            Eucaristía y hazlos dignos de alcanzar la salvación eterna.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
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† Meditación diaria
Décimo octavo Domingo
ciclo a
LOS BIENES MESIÁNICOS
— Multiplicación de los          panes. Jesús cuida de quienes          le siguen.
— Este milagro es, además,          figura de la Sagrada          Eucaristía, en la que el Señor se da como alimento.
— Buscar al Señor en la          Comunión como aquellas gentes          que se olvidaban hasta de lo indispensable para no perderle.          Preparar cada          Comunión como si fuera la única de nuestra vida.
I. Nos has dado, Señor,          Pan del Cielo que encierra en          sí toda delicia1.
El Evangelio de la Misa2          relata cómo el Señor se alejó          en una barca, Él solo, hacia un lugar desierto. Pero muchos se          enteraron y le          siguieron a pie desde las ciudades. Al desembarcar vio a esta          multitud que le          busca y se llenó de compasión por ella y curó a los enfermos.          Los sana sin que          se lo pidan, porque, para muchos llegar hasta allí llevando          incluso enfermos          impedidos, ya era suficiente petición y expresión de una fe          grande. San Marcos3          señala, a propósito de este pasaje, que Jesús se detuvo          largamente enseñando a          esta multitud que le sigue, porque andaban como ovejas sin          pastor, de tal          manera que se hizo muy tarde. Se le pasa el tiempo al Señor con          aquellas          gentes, y los discípulos, no sin cierta inquietud, se sienten          movidos a          intervenir, porque la hora es avanzada y el lugar desierto:          despide a la gente          para que vayan a las aldeas a comprarse alimentos, le dicen. Y          Jesús les          sorprende con su respuesta: No tienen necesidad de ir, dadles          vosotros de          comer. Y obedecen los Apóstoles; hacen lo que pueden: encuentran          cinco panes y          dos peces. Es de notar que eran como unos cinco mil hombres, sin          contar mujeres          y niños. Jesús realizará un portentoso milagro con estos pocos          panes y peces, y          con la obediencia de quienes le siguen.
Después de mandar que se          acomodaran en la hierba,          Jesús, tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos          al cielo,          recitó la bendición, partió los panes y los dio a los          discípulos, y los          discípulos a la gente. Comieron todos hasta que quedaron          satisfechos. El Señor          cuida de los suyos, de quienes le siguen, también en las          necesidades materiales          cuando es necesario, pero busca nuestra colaboración, que es          siempre pobre y          pequeña. "Si le ayudas, aunque sea con una nadería, como          hicieron los          Apóstoles, Él está dispuesto a obrar milagros, a multiplicar los          panes, a          cambiar las voluntades, a dar luz a las inteligencias más          oscuras, a hacer –con          una gracia extraordinaria– que sean capaces de rectitud los que          nunca lo han          sido.
"Todo esto... y más, si le          ayudas con lo que tengas"4.          Entonces comprendemos mejor lo que nos dice San Pablo en la          Segunda lectura:          ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la          angustia, la          persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?          (...). Mas en todas          estas cosas vencemos por aquel que nos amó. Porque persuadido          estoy que ni la          muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo          presente, ni lo          futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni          ninguna otra          criatura podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús,          nuestro Señor5.
Ni las adversidades en la          vida personal (pequeños o          grandes fracasos, dolor, enfermedad...), ni las dificultades que          podamos          encontrar en el apostolado (resistencia de las almas en          ocasiones a recibir la          doctrina de Cristo, hostilidad de un ambiente que huye de la          Cruz y del          sacrificio...) podrán separarnos de Cristo, nuestro Maestro,          pues en Él          encontramos siempre la fortaleza.
II. El relato del milagro          comienza con las mismas          palabras y con las mismas actitudes con que los Evangelios y San          Pablo nos han          transmitido la institución de la Eucaristía6. Tal coincidencia          nos hace ver7          que el milagro, además de ser una muestra de la misericordia          divina de Jesús          con los necesitados, es figura de la Sagrada Eucaristía, de la          cual hablará el          Señor poco después, en la sinagoga de Cafarnaún8. Así lo han          interpretado          muchos Padres de la Iglesia. El mismo gesto del Señor –elevar          los ojos al          cielo– lo recuerda la Liturgia en el Canon Romano de la Santa          Misa: Et elevatis          oculis in caelum, ad Te Deum Patrem suum omnipotentem... Al          recordarlo nos          preparamos para asistir a un milagro mayor que la multiplicación          de los panes:          la conversión del pan en su propio Cuerpo, que es ofrecido sin          medida como          alimento a todos los hombres.
El milagro de aquella          tarde junto al lago manifestó el          poder y el amor de Jesús a los hombres. Poder y amor que harán          posible también          que encontremos el Cuerpo de Cristo bajo las especies          sacramentales, para          alimentar, a todo lo largo de la historia, a las multitudes de          los fieles que acuden          a Él hambrientas y necesitadas de consuelo. Como expresó Santo          Tomás en la          secuencia que compuso para la Misa del Corpus Christi: Sumit          unus, sumunt          mille... "Lo tome uno o lo tomen mil, lo mismo tomen este que          aquel, no se          agota por tomarlo...".
"El milagro adquiere así          todo su significado, sin          perder nada de su realidad. Es grande en sí mismo, pero resulta          aún mayor por          lo que promete: evoca la imagen del buen pastor que alimenta a          su rebaño. Se          diría que es como un ensayo de un orden nuevo. Multitudes          inmensas vendrán a          tomar parte del festín eucarístico, en el que serán alimentadas          de manera mucho          más milagrosa, con un manjar infinitamente superior"9.
Esta multitud que acude al          Señor revela la fuerte          impresión que su Persona había producido en el pueblo, pues          tantos se disponen          a seguir a Jesús hasta las alturas desiertas, a gran distancia          de los caminos          importantes y de las aldeas. Suben sin provisiones, no quieren          perder tiempo en          ir a procurárselas por miedo a perder de vista al Señor. Un buen          ejemplo para          cuando nosotros tengamos alguna dificultad para visitarle o          recibirle. Por encontrar          al Maestro vale la pena cualquier sacrificio.
San Juan nos indica que el          milagro causó un gran          entusiasmo en aquella multitud que se había saciado10. "Si          aquellos hombres,          por un trozo de pan –aun cuando el milagro de la multiplicación          sea muy          grande–, se entusiasman y te aclaman, ¿qué deberemos hacer          nosotros por los          muchos dones que nos has concedido, y especialmente porque te          nos entregas sin          reserva en la Eucaristía?"11.
En la Comunión recibimos          cada día a Jesús, el Hijo de          María, el que realizó aquella tarde este grandioso milagro.          "Nosotros poseemos,          en la Hostia, al Cristo de todos los misterios de la Redención:          al Cristo de la          Magdalena, del hijo pródigo y de la Samaritana, al Cristo          resucitado de entre          los muertos, sentado a la diestra del Padre (...). Esta          maravillosa presencia          de Cristo en medio de nosotros debería revolucionar nuestra vida          (...); está          aquí con nosotros: en cada ciudad, en cada pueblo (...)"12. Nos          espera y nos          echa de menos cuando nos retrasamos.
III. Los ojos de todos te          están aguardando, // tú les          das la comida a su tiempo; // abres la mano, // y sacias de          favores a todo          viviente, leemos en el Salmo responsorial13.
Jesús, realmente presente          en la Sagrada Eucaristía, da          a este sacramento una eficacia sobrenatural infinita. Nosotros,          cuando deseamos          expresar nuestro amor a una persona le damos algún objeto,          nuestros          conocimientos, le hacemos favores y le prestamos ayudas,          procuramos estar          pendientes de la persona amada..., pero siempre encontramos un          límite: no          podemos darnos nosotros mismos. Jesucristo sí puede: se nos da          Él mismo, uniéndonos          a Él, identificándonos con Él. Y nosotros, que le buscamos con          más deseos y más          necesidad que aquellas gentes que se olvidan incluso del          alimento hasta          hallarle, le encontramos cada día en la Sagrada Comunión. Él nos          espera, a cada          uno. No aguarda a que le pidamos: nos cura de nuestras          flaquezas, nos protege          contra los peligros, contra las vacilaciones que pretenden          separarnos de Él, y          aviva nuestro andar. Cada Comunión es una fuente de gracias, una          nueva luz y un          nuevo impulso que, a veces sin notarlo, nos da fortaleza para la          vida diaria,          para afrontarla con garbo humano y sobrenatural, y para que          nuestros quehaceres          nos lleven a Él.
La participación de estos          beneficios depende, sin          embargo, de la calidad de nuestras disposiciones interiores,          porque los          sacramentos "producen un efecto mayor cuanto más perfectas son          las          disposiciones en que se los recibe"14. Disposiciones habituales          de alma y          cuerpo, de deseos cada vez mayores de limpieza y de          purificación, acudiendo a          la Confesión con la periodicidad que hemos establecido en la          dirección          espiritual, o antes si fuera necesario o solo conveniente. El          amor nos llevará          a una honda piedad eucarística. "Esta –señalaba Juan Pablo II en          su primer          viaje a España– os acercará cada vez más al Señor; y os pedirá          el oportuno          recurso a la Confesión sacramental, que lleva a la Eucaristía,          como la          Eucaristía lleva a la Confesión"15. Los dos sacramentos, que          hacen al alma más          delicada y más fino y puro el amor, están íntimamente          relacionados.
Cuanto más se acerca el          momento de comulgar, más vivo          se ha de hacer el deseo de preparación, de fe y de amor. "¿Has          pensado en alguna          ocasión cómo te prepararías para recibir al Señor, si se pudiera          comulgar una          sola vez en la vida?
"—Agradezcamos a Dios la          facilidad que tenemos para          acercarnos a Él, pero... hemos de agradecérselo preparándonos          muy bien, para          recibirle"16, como si fuera la única Comunión de toda nuestra          vida, como si          fuera la última; una vez será la última, y poco después nos          encontraremos cara          a cara con Jesús, con quien tan íntimamente unidos estuvimos en          el sacramento.          ¡Cómo nos alegrarán las muestras de fe y de amor que le          manifestamos!
A quienes has alimentado          con este Pan del Cielo,          Señor, protégelos con tu auxilio y concédeles alcanzar la          redención eterna, le          pedimos con la liturgia de la Misa17.
1 Is 55, 1-3. — 2 Mt 14,          13-21. — 3 Mc 6, 33-44. — 4          San Josemaría Escrivá, Forja, n. 675. — 5 Rom 8, 35; 37-39. — 6          Cfr. Mt 26, 26;          Mc 14, 22; Lc 22, 19; 1 Cor 11, 25. — 7 Cfr. Sagrada Biblia,          Santos Evangelios,          EUNSA, Pamplona 1983, nota a Jn 6, 11 y Mc 6, 41. — 8 Cfr. Jn 6,          26-59. — 9 M.          J. Indart, Jesús en su mundo, Herder, Barcelona 1963, pp.          265-266. — 10 Jn 6,          14. — 11 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 304. — 12 M. M.          Philipon, Los sacramentos          en la vida cristiana, Palabra, Madrid 1980, p. 116. — 13 Sal          144, 15-16. 14 San          Pío X, Decr. Sacra Tridentina Synodus, 20-XII-1905. — 15 Juan          Pablo II,          Alocución 31-X-1982. — 16 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 828.          — 17 Oración          después de la Comunión.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa Juana de Chantal
        Fundadora
          Año 1641
      Que Santa Juana nos consiga          de Dios la gracia 
          de dedicar totalmente nuestra vida y nuestras fuerzas
           y capacidades a propagar el Reino de Dios y 
          a conseguir la salvación de muchas almas.
Nadie tiene mayor amor que          quien sacrifica
           su vida por los demás (Jesucristo Jn. 15, 13).
 
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Fuente: Mercaba.org 
        Lidia de Tiatira, Santa          Comerciante, 3 de agosto   
              
 Comerciante              Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lidia de                      Tiatira, vendedora de púrpura, que fue la primera                      que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia,                      cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I). Ser el primero en hacer algo es un                    modo seguro de hacer que tu nombre figure en el libro                    de los récords. La primera persona en dar la vuelta al                    globo. La primera persona en correr la milla en menos                    de tres minutos. La primera persona en llegar al Polo                    Sur. Lidia también fue una de las primeras. Su familia                    fue la primera en Europa en convertirse al                    cristianismo y ser bautizada.  |           
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Fuente:            ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Agustín Kazotic, Beato          Obispo, 3 de agosto,   
              
 Obispo              Martirologio Romano: En Lucera, en la Apulia, beato                      Agustín Kazotic, obispo, de la orden de                      Predicadores, que en un principio estuvo al frente                      de la Iglesia de Zagreb y, posteriormente, por la                      hostilidad del rey de Dalmacia, asumió la sede de                      Lucera, donde desarrolló una gran obra de ayuda en                      favor de los pobres y los necesitados (1323). Agustín Kazotic nació en Trogir,                    ciudad de la Dalmacia, en 1260. Tomó el hábito de los                    frailes predicadores antes de cumplir los veinte años.                    Estudió en la Universidad de París. El beato predicó                    con gran fruto a sus compatriotas y fundó en su patria                    varios conventos de su orden, a los que dio por lema                    las palabras de San Agustín: "Desde que estoy al                    servicio de Dios no he conocido hombres más buenos que                    los monjes que viven santamente, pero tampoco he                    conocido hombres más malos que los monjes que no viven                    como debieran".   |           
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Fuente: Santiebeati.it 
        Asprenato, Santo          Obispo, 3 de agosto   
              
 Obispo              Martirologio Romano: En Nápoles, de la Campania, san                      Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III).  Muchos napolitanos, por la gran                    devoción para el patrón principal de la ciudad san                    Genaro y de su espectacular milagro anual de la                    licuefacción de la sangre, ha olvidado o hasta ignoran                    que el primer obispo de la naciente comunidad                    cristiana de Nápoles fue san Asprenato, mientras san                    Genaro fue obispo de Benevento y mártir en Pozzuoli en                    las proximidades de Nápoles.   |           
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Fuente: Franciscanos.org 
        Alfonso López López y            Miguel Ramón Salvador, Beatos          Mártires, 3 de agosto   
              
 Martirologio Romano: En la aldea de Samalús, cerca de                      Barcelona, en España, beatos mártires Alfonso López                      López, presbítero, y Miguel Remón Salvador,                      religiosos de la Orden de Hermanos Menores                      Conventuales, que en el furor de la persecución                      contra la fe recibieron la corona del martirio por                      dar testimonio de Cristo (1936). El 11 de marzo del año 2001, el                    papa Juan Pablo II beatificó a 233 mártires de la                    persecución religiosa en España (1936-39). Son el Beato José Aparicio y 232 compañeros. Entre ellos hay 49 miembros de la                    Familia Franciscana.  |           
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Fuente: Santiebeati.it 
        Pedro de Anagni, Santo Obispo,          3 de agosto   
              
 Obispo              Martirologio Romano: En Anagni, en el Lacio, san Pedro,                      obispo, que brilló primeramente en la observancia                      monástica y después en el celo pastoral, y llevó a                      término la construcción de la iglesia catedral                      (1105).  
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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