JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 20, 1-16
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos          esta parábola: 
          "Con el Reino de los cielos sucede lo mismo que con el dueño de          una          hacienda que salió muy de mañana a contratar trabajadores para          su viña. Después          de contratar a los trabajadores por un denario al día, los envió          a su viña.          Salió a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin          trabajo, y les          dijo:
          "Vayan también ustedes a la viña, y les daré lo que sea justo".
          Ellos fueron. Salió de nuevo a mediodía y a primera hora de la          tarde e hizo lo          mismo. Salió por fin a media tarde, encontró a otros que estaban          sin trabajo y          les dijo:
          "¿Porque están aquí todo el día sin hacer nada?"
          Le contestaron:
          "Porque nadie nos ha contratado".
          El les dijo:
          "Vayan también ustedes a la viña".
          Al atardecer, el dueño de la viña dijo a su administrador:
          "Llama a los trabajadores y págales el jornal, empezando por los          últimos          hasta los primeros".
          Vinieron los de media tarde y recibieron un denario cada uno.          Cuando llegaron          los primeros, pensaban que recibirían más; pero también ellos          recibieron un          denario cada uno. Al recibirlo, se quejaban contra el dueño          diciendo:
          "Estos últimos han trabajado sólo un rato y les has pagado igual          que a          nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor".
          Pero el respondió a uno de ellos:
          "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un          denario? Toma lo          tuyo y vete. Si yo quiero decir dar a éste último lo mismo que a          ti, ¿no puedo          hacer lo que quiera con lo mío? ¿O es que tienes envidia porque          yo soy          bueno?"
          Así, los últimos serán primeros, y los primeros serán últimos".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
mie          20a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Señor              Dios, tú eres mi auxilio y el único apoyo de mi vida; te              ofrezco de corazón un              sacrificio y te daré gracias, Señor, porque eres bueno.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Míranos, Señor, con amor y multiplica en nosotros los dones de            tu gracia para            que, llenos de fe, esperanza y caridad, permanezcamos siempre            fieles en el            cumplimiento de tus mandatos.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén. 
Primera            Lectura
      Les              arrancaré mis ovejas de la boca y no se las volverán a comer
Lectura              del libro del profeta Ezequiel 34, 1-11
En aquellos días recibí esta            palabra del Señor:
            "Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel,            profetiza y            diles: Esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que            se apacientan a sí            mismos! ¿Acaso no es el rebaño lo que deben apacentar los            pastores? Ustedes se            beben su leche, se visten con su lana, matan las ovejas            gordas, pero no            apacientan el rebaño. No han robustecido a las flacas, ni            sanado a las            enfermas, ni han vendado a las heridas; no han reunido a las            descarriadas, ni            buscado a las perdidas, sino que las han tratado con crueldad            y violencia. Y            así, a falta de pastor, andan dispersas y son presa fácil de            las fieras            salvajes. Mi rebaño anda errante por montañas y colinas,            dispersas mis ovejas            por todo el país sin que nadie las busque ni las cuide.
            Por eso, escuchen, pastores, la palabra del Señor: Por mi            vida, lo juro,            palabra del Señor: por falta de pastor mis ovejas han sido            expuestas al robo y            han sido fácil presa de las fieras; mis pastores no se han            preocupado de mi            rebaño; se han apacentado a sí mismos en lugar de apacentar mi            rebaño.
            Pues bien, pastores, escuchen la palabra del Señor: Esto dice            el Señor: Aquí            estoy yo para reclamar mis ovejas a los pastores; no los            dejaré apacentar más a            mis ovejas y así no se apacentarán más ellos mismos. Les            arrebataré mis ovejas            de su boca para que no les sirvan de alimento. 
            Porque esto dice el Señor: Yo mismo buscaré a mis ovejas y las            apacentaré".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 22,              1-3a.3b-4.5.6
El              Señor es mi pastor, nada me falta.
            El Señor es mi pastor, nada me falta. En prados de hierba              fresca me hace              descansar, me conduce junto a aguas tranquilas y renueva mis              fuerzas.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Me guía            por la senda del bien, haciendo honor a su nombre. Aunque pase            por un valle            tenebroso, ningún mal temeré, porque tú estas conmigo; tu vara            y tu bastón me            dan seguridad.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Me            preparas un banquete para envidia de mis adversarios, perfumas            con ungüento mi cabeza            y mi copa está llena.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Tu amor            y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré            por siempre en            la casa del Señor.
            El Señor es mi pastor, nada me falta.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los            pensamientos e intenciones            del corazón.
            Aleluya.
Evangelio
      ¿Vas a tenerme rencor porque              yo soy bueno?
† Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 20, 1-16
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a            sus discípulos esta parábola: 
            "Con el Reino de los cielos sucede lo mismo que con el dueño            de una            hacienda que salió muy de mañana a contratar trabajadores para            su viña. Después            de contratar a los trabajadores por un denario al día, los            envió a su viña.            Salió a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin            trabajo, y les            dijo:
            "Vayan también ustedes a la viña, y les daré lo que sea            justo".
            Ellos fueron. Salió de nuevo a mediodía y a primera hora de la            tarde e hizo lo            mismo. Salió por fin a media tarde, encontró a otros que            estaban sin trabajo y            les dijo:
            "¿Porque están aquí todo el día sin hacer nada?"
            Le contestaron:
            "Porque nadie nos ha contratado".
            El les dijo:
            "Vayan también ustedes a la viña".
            Al atardecer, el dueño de la viña dijo a su administrador:
            "Llama a los trabajadores y págales el jornal, empezando por            los últimos            hasta los primeros".
            Vinieron los de media tarde y recibieron un denario cada uno.            Cuando llegaron            los primeros, pensaban que recibirían más; pero también ellos            recibieron un            denario cada uno. Al recibirlo, se quejaban contra el dueño            diciendo:
            "Estos últimos han trabajado sólo un rato y les has pagado            igual que a            nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor".
            Pero el respondió a uno de ellos:
            "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un            denario? Toma lo            tuyo y vete. Si yo quiero decir dar a éste último lo mismo que            a ti, ¿no puedo            hacer lo que quiera con lo mío? ¿O es que tienes envidia            porque yo soy            bueno?"
            Así, los últimos serán primeros, y los primeros serán            últimos".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Dios nuestro, que con la            muerte de tu Hijo llevaste a término y perfección los            sacrificios de la antigua            alianza, acepta y bendice estos dones, como aceptaste y            bendijiste los de Abel,            para que lo que cada uno te ofrece sea de provecho para la            salvación de todos.
            Por Jesucristo, nuestro Señor. 
            Amén.
Prefacio            
      Cristo, huésped y peregrino              en medio de nosotros 
En verdad es justo darte            gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz.            Porque tú llamaste            a Abrahán y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo            padre de todas            las naciones. Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y            guiarlo a la            tierra de promisión.
            Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo,            como huésped y            peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y            de la muerte; y            has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un            solo pueblo            nuevo, que tiene como meta tu reino; como estado, la libertad            de tus hijos; y            como ley, el precepto del amor.
            Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a            los santos,            cantamos con gozo el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Para              perpetuar su amor, el Señor nos ha dejado el memorial de sus              prodigios, y ha              dado a sus amigos el signo de un banquete que les recuerde              para siempre su              alianza.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía,            míranos con            bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana para            poder vivir como            hijos tuyos.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
Dia          20/08 San Bernardo (abad          y doctor de la Iglesia, blanco)
      Antífona          de Entrada
      En la asamblea le da palabra el Señor, lo            llena de espíritu de sabiduría            e inteligencia, lo viste con un traje de honor.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios todopoderoso y eterno, que le has dado un doctor a tu          Iglesia en la figura          de san Bernardo; haz que todo cuanto él enseñó bajo el          magisterio del Espíritu,          arraigue para siempre en nuestros corazones; y el que, por          gracia tuya, es          nuestro protector, sea también nuestro abogado y atraiga sobre          nosotros tu          misericordia.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Liturgia de la Palabra 
Primera          Lectura
      Lo llenará con un espíritu de inteligencia
Lectura del libro del Eclesiástico 15, 1-6
El que teme al Señor hará siempre el bien y          quien es fiel a la ley          obtendrá sabiduría.
          Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como          una esposa recién          casada; lo nutrirá con el pan de la sensatez y le dará a beber          el agua de la          prudencia; si se apoya en ella, no vacilará; si confía en ella,          no quedará          defraudado; la sabiduría lo hará destacar entre sus compañeros y          le dará          elocuencia en la asamblea; lo llenará con un espíritu de          inteligencia, lo          revestirá con túnica de gloria; lo colmará de gozo y alegría y          le dará en herencia          un nombre perdurable.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo 118
Enséñame, Señor, a gustar tus            mandamientos.
Sólo cumpliendo todos tus mandatos puede un          joven vivir honestamente.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Con todo el corazón te estoy buscando, de tu          ley no permitas que me          aleje.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Guardo tus mandamientos en mi pecho para          nunca ofenderte.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Bendito eres, Señor, enséñale a tu siervo lo          que ordenas.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Todos los mandamientos de tu boca mis labios          enumeran.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Me gozo más cumpliendo tus preceptos, que          teniendo riquezas.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Aclamación          antes del          Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Permanezcan en mi amor, dice el Señor; el que permanece en mí y          yo en él, ése          da fruto abundante.
          Aleluya.
Evangelio
      Quiero que donde yo esté, también estén            ellos conmigo
† Lectura del santo Evangelio según san            Juan 17, 20-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al          cielo y dijo:
          "Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los          que van a          creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno,          como tú, Padre,          en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y          el mundo crea          que tú me has enviado.
          Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno,          como nosotros          somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea          perfecta y así el          mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas          a mí.
          Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que          me has dado,          para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has          amado desde antes          de la creación del mundo.
          Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y          éstos han          conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre          y se lo seguiré          dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos          y yo también en          ellos".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Sea agradable a tus ojos, Señor, el          sacrificio que te ofrecemos con gozo          en la fiesta de san Bernardo, abad, cuya vida y doctrina nos          impulsan a          alabarte con todo nuestro ser.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      La gloria de los santos
En verdad es justo darte gracias y deber          nuestro glorificarte, Padre          Santo, porque manifiestas tu gloria en la asamblea de los          santos, y, al coronar          sus méritos, coronas tu propia obra.
          Tú nos ofreces el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión          y la participación          en su destino, para que, animados por su presencia alentadora,          luchemos sin          desfallecer en la carrera y alcancemos, como ellos, la corona de          gloria que no          se marchita, por Cristo, Señor nuestro.
          Por eso,
          con los ángeles y arcángeles y con la multitud de los santos, te          cantamos sin          cesar el himno de tu alabanza:
Antífona          de la Comunión
      Este es el criado fiel y solícito a quien            el señor ha puesto al frente            de su familia, para que les reparta la ración a sus horas.
Oración          después de la          Comunión
      Oremos:
          Señor, que cuantos hemos sido fortalecidos con Cristo, verdadero          pan de vida y          único maestro de los hombres, aprendamos en la fiesta de san          Bernardo, abad, a          conocer tu verdad y vivirla con amor.
        Por          Jesucristo,          nuestro Señor.
          Amén
† Meditación          diaria
20ª          semana. Miércoles
A TODAS          LAS HORAS
— Para          todos hay una llamada del Señor a trabajar en su viña. Nos llama          a corredimir          con Él en el mundo.
—          Cualquier hora y circunstancia son buenas para el apostolado. El          ejemplo de los          primeros cristianos.
— Todo          el que haya pasado cerca de nuestra vida debería poder decir que          se sintió          movido a vivir más cerca de Cristo.
I. El          Señor se compara en el Evangelio de la Misa1 a un          padre de familia          que sale a distintas horas a contratar obreros para trabajar en          su viña: al          amanecer, a la hora de tercia, de sexta, de nona... Con los          primeros –los que          fueron contratados en primer lugar– se ajustó el salario en un          denario. Los          demás fueron contratados por lo que fuera justo. A última hora,          cuando ya          estaba próximo el final de la jornada laboral, a la hora          undécima, salió de          nuevo el padre de familia y encontró a otros que estaban sin          trabajar, y les          dijo: ¿Cómo es que estáis aquí todo el día parados? Y le          contestaron: Porque            nadie nos ha contratado. Y los envió también a trabajar en          su viña.
El          Señor quiere darnos una enseñanza fundamental: para todos los          hombres hay una          llamada de parte de Dios. Unos reciben la invitación de Cristo          en el amanecer          de su vida, en una edad muy temprana, y recae sobre ellos una          particular          predilección divina por haber sido llamados tan pronto. Otros,          cuando ya han          recorrido una buena parte del camino. Y todos en circunstancias          bien distintas:          las que presenta el mundo en que vivimos. El denario que todos          reciben al          terminar el día es la gloria eterna, la participación en la          misma vida de Dios2,          en una felicidad sin término al concluir la jornada de la vida,          y la          incomparable alegría, ya aquí, de trabajar para el Maestro, de          gastar la vida          por Cristo.
Trabajar          en la viña del Señor, en cualquier edad en que nos encontremos,          es colaborar          con Cristo en la Redención del mundo: difundiendo su doctrina,          con ocasión y          sin ella; facilitando a otros el sacramento de la Confesión,          quizá enseñándoles          el modo de hacer el examen de conciencia, exponiendo los grandes          bienes que se          derivan de este sacramento; llamando a otros a que sigan a          Cristo más de cerca          a través de una vida de oración; participando en alguna          catequesis o labor de          formación; colaborando económicamente para crear nuevos          instrumentos          apostólicos; apartando a alguno de una situación en la que puede          ofender a          Dios, con el oportuno consejo o mediante la corrección fraterna;          planteando a          algún amigo, con la prudencia necesaria y después de pedir          insistentemente          luces en la oración, la posibilidad de entregarse más plenamente          a Dios...
Quien          se siente llamado a trabajar en la viña del Señor debe, de muy          diversos modos,          "participar en el designio divino de la salvación. Debe marchar          hacia la          salvación y ayudar a los demás a fin de que se salven. Ayudando          a los demás se          salva a sí mismo"3.
No          sería posible seguir a Cristo, si a la vez no transmitimos la          alegre nueva de          su llamada a todos los hombres, "pues el que en esta vida          procura solo su          propio interés no ha entrado en la viña del Señor"4.          Trabajan para          Cristo quienes "se desvelan por ganar almas y se dan prisa por          llevar a otros a          la viña"5; prisa, porque el tiempo de la vida es          escaso.
II. El          Señor sale a contratar obreros para su viña a horas muy diversas          y en          situaciones distintas. Cualquier hora, cualquier momento es          bueno para el          apostolado, para llevar obreros a la viña del Señor, para que          sean útiles y den          frutos. Dios llama a cada uno de acuerdo con sus circunstancias          personales, con          su modo de ser peculiar, con sus defectos y también con la          capacidad de nuevas          virtudes. Pero son incontables quienes quizá mueran sin saber          apenas que Cristo          vive y que trae la salvación a todos, porque nadie les          transmitió la llamada          del Señor. ¿Vamos nosotros a estar parados, sin hablar de Dios?          "Me dirás,          quizá: ¿y por qué habría de esforzarme? No te contesto yo, sino          San Pablo: el            amor de Cristo nos urge (2 Cor 5, 14). Todo el          espacio de una          existencia es poco, para ensanchar las fronteras de tu caridad"6.
Los          primeros cristianos aprendieron bien que el apostolado no tiene          limitaciones de          personas, lugares o situaciones. Con frecuencia comenzaban por          la propia          familia: "a los siervos y siervas y a los hijos, si los tienen,          les persuaden a          hacerse cristianos por el amor que hacia ellos tienen, y cuando          se hacen tales,          los llaman hermanos sin distinción"7. Fueron          incontables las          familias que, desde el menor de los siervos hasta los hijos, o          los padres,          recibieron la fe y vivieron en el amor a Cristo. Después quizá          fueron los          vecinos, los clientes o los compañeros de oficio o de armas...          La vida de los          campamentos, las mismas virtudes castrenses y bien pronto el          testimonio de los          mártires favoreció la expansión del Evangelio entre soldados. El          ejército          proporciona mártires en Italia, en África, en Egipto y hasta en          las orillas del          Danubio. Incluso la última persecución comenzó por una          depuración de las          legiones8.
Todas          las situaciones eran buenas para acercar las almas a Cristo,          incluso las que          humanamente podrían parecer menos adecuadas, como la de          comparecer ante un          tribunal. San Pablo, prisionero en Cesarea, habla en defensa          propia ante el          procurador Festo y el rey Agripa. Les desvela los misterios de          la fe de tal          forma que mientras se defendía de este modo (anunciando          la resurrección          de Cristo), el rey dijo en alta voz: Estás loco, Pablo, las            muchas letras te            han hecho perder el juicio. Y comenta San Beda:          "Consideraba locura que un          hombre encadenado no hablara de las calumnias que le hostigaban          desde fuera          sino de las convicciones que le iluminan por dentro"9.
Más          tarde, Agripa dirá a Pablo: Un poco más y me convences de            que me haga            cristiano. Y Pablo le respondió: Quisiera Dios que,            con poco o con            mucho, no solo tú sino todos los que me escuchan hoy se            hicieran como yo...            pero sin estas cadenas10.
Y          nosotros, ¿no sabremos llevar, con paciencia, con cordialidad, a          nuestros          parientes, vecinos, amigos... hasta el Señor? El sentido          apostólico de nuestra          vida nos indicará el amor que tenemos a Cristo. No          desaprovechemos ninguna          ocasión: todas las horas son buenas para llevar obreros hasta la          viña del          Señor. Todas las edades son buenas para llenar las manos de          frutos.
III.          Sorprende que el padre de familia saliera a última hora, cuando          ya apenas          quedaba tiempo para trabajar; y sorprende también la razón que          dieron aquellos          que fueron contratados a esta hora tardía: Nadie nos ha            contratado,          ninguno nos hizo llegar la buena noticia de que el dueño del          campo buscaba          obreros para que trabajaran en su viña. Es la misma respuesta          que darían ahora          muchos que fueron bautizados, pero que se encuentran con una fe          que languidece          por momentos, porque nadie se ocupó de ellos. "Has tenido una          conversación con          este, con aquel, con el de más allá, porque te consume el celo          por las almas.          —Persevera: que ninguno pueda después excusarse afirmando "quia          nemo nos          conduxit" -nadie nos ha llamado"11. Ninguno de          nuestros parientes,          de los amigos, de los vecinos..., de quien estuvo con nosotros          una sola tarde,          o realizó un mismo viaje, o trabajó en la misma empresa, o          estudió en la misma          Facultad... debería decir que no se sintió contagiado de nuestro          amor a Cristo.          Cuando el querer es grande se manifiesta en la más pequeña          oportunidad.
Muchos          se sentirán movidos por nuestras palabras que hablan con vigor y          con alegría          del Maestro, a otros les ayudará el ejemplo de un trabajo bien          acabado, o la          serenidad ante el dolor y la dificultad, o quizá el trato          cordial que hunde sus          raíces en la virtud de la caridad..., y todos se sentirán          urgidos por nuestra          oración y por una honda alegría, consecuencia de seguir a          Cristo. Nadie que nos          haya conocido en cualquier circunstancia debería poder decir al          final de sus          días que no hubo quien se ocupara de él.
Algunos          de los contratados a la viña protestaron a la hora de recibir el          salario. Sin          razón, pues se le dio a cada uno lo que se había ajustado con          él: un denario.          No comprendieron que servir al Señor es ya un honor inmerecido.          Trabajar para          Cristo es reinar, y motivo de acción de gracias por haber sido          llamados de la          plaza pública a la propiedad de Dios. En el mismo servicio a          Dios, siendo          apóstoles en medio del mundo, encontramos la recompensa, porque          en realidad          nada buscamos para nosotros mismos: solo amar cada vez más a          Cristo y servirle,          llamando a otros para que vayan a trabajar en su campo. El Señor          no nos          olvidará jamás. Debemos tener en cuenta que en el denario del          salario "está          incisa la imagen del Rey"12: se nos da Dios mismo en          esta vida. Y,          al atardecer, nos dará una gloria sin fin: cada uno recibirá            a la medida de            su trabajo13.
"Acude          conmigo a la Madre de Cristo. Madre Nuestra, que has visto          crecer a Jesús, que          le has visto aprovechar su paso entre los hombres: enséñame a          utilizar mis días          en servicio de la Iglesia y de las almas; enséñame a oír en lo          más íntimo de mi          corazón, como un reproche cariñoso, Madre buena, siempre que sea          menester, que          mi tiempo no me pertenece, porque es del Padre Nuestro que está          en los Cielos"14.          Pidamos ayuda a San José para que nos enseñe a gastar la vida en          el servicio a          Jesús, mientras realizamos con alegría nuestro quehacer en el          mundo.
1 Mt          20,1-16. — 2 Cfr. F. M. Moschner, Las Parábolas del            reino de los            cielos, p. 215. — 3 Juan Pablo II, Sobre la            virtud de la            prudencia, 25-X-1978. — 4 San Gregorio Magno, Homilías            sobre los            Evangelios, 19, 2. — 5 Ibídem. — 6          San Josemaría          Escrivá, Amigos de Dios, 43. — 7 Arístides, cit.          por D. Ramos, El            testimonio de los primeros cristianos, p. 195. — 8          A. G. Hamman, La            vida cotidiana de los primeros cristianos, Palabra, 2ª          ed., Madrid 1986, p.          81. — 9 San Beda, Comentario a los Hechos de los            Apóstoles, in          loc. — 10 Hech 26, 24-32. — 11 San          Josemaría Escrivá, Surco,          n. 205. — 12 San Jerónimo, Comentario al Evangelio            de San Mateo,          4, 3. — 13 1 Cor 3, 8. — 14 San          Josemaría Escrivá, Amigos            de Dios, 54.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
|                |                           San Bernardo               |                            |           |
|                              ACORDAOS  de                      San Bernardo  |                            Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que                  jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya                  acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado                  vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado                  con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen,                  Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de                  mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra                   presencia Soberana. No desechéis oh purísima Madre de                  Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas                  favorablemente. Amén  |           ||
Bernardo          significa: "Batallador            y valiente". (Bern=batallador; Nard=valiente)
En          orden cronológico, o sea en          cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados          Padres de la          Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido          en el pensamiento          católico en todo el mundo.
Nace en          Borgoña, Francia (cerca de          Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos          los formaron          estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y,          muy bien aprendida,          la religión.
La            familia que se fue con Cristo
Esta          familia ha sido un caso único          en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó          consigo a sus 4          hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará          al papá (la mamá          ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las          posesiones que          tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que          ellos se iban          de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes          se van a          ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra?          Esto no lo          puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de          religioso. Y más          tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la          hermana (y ella          también se fué de monja). Casos como este son más únicos que          raros.
La            personalidad de Bernardo
Pocos          individuos han tenido una          personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El          poseía todas las          ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un          joven.          Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre,          se ganaba la          simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de          vigor y lozanía          era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por          eso durante          algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia          lo mundano y lo          sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las          amistades mundanas por          más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno          de hastío.          Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del          mundo y de sus          placeres.
A mal            grave, remedio terrible
Como          sus pasiones sexuales lo          atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo          hasta quedar casi          congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.
Una            visión cambia su rumbo: una          noche de Navidad, mientras          celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó          dormido y le pareció          ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa          Madre le ofrecía          al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por          los demás. Desde          este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al          apostolado.
Un            hombre que arrastra con todo lo que encuentra
Bernardo          se fue al convento de          monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El          superior, San Esteban,          lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15          años que no          llegaban religiosos nuevos.
Bernardo          volvió a su familia a          contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que          esto era          desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo          en un convento.          La familia no aceptaba de ninguna manera.
Pero          aquí sí que apareció el poder          tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los          demás e influir en          ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan          maravillosamente de las          ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró          llevarse al          convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos          los jóvenes de          los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de          los          Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en          su finca los          había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca          del modo como          debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el          año 1112, a la          edad de 22 años, se fue de religioso al convento.
El          papá, el hermano Nirvardo, el          cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser          recibidos como          religiosos.
Formidable            poder de atracción. En          toda la historia de la Iglesia          es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios          de un poder de          atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades          religiosas, como el          que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su          novio hablara con          el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso.          En las          universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al          oírle hablar de          las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en          numerosos          grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos.          Durante su vida          fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran          santidad a muchos          de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y          vocaciones".          Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión          religiosa.
Fundador            de Claraval. En el          convento del Císter          demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años          (con sólo tres          de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo          convento. Escogió un          sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes          tuvieran que derramar          el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el          nombre de          Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el          sol ilumina          fuerte todo el día.
Supo          infundir del tal manera fervor          y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo          comenzado con sólo 20          compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este          convento de Claraval          salieron monjes a fundar otros 63 conventos.
La            oratoria de santo.          Después de San Juan Crisóstomo y          de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que          haya obtenido          tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El  Doctor            boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la          predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para          los que la          escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su          deseo de salvar          almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que          iba a          pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha          oración y de          grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes.          Escuchar a San          Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.
Su            amor a la Virgen Santísima.
Los que          quieren progresar en su          amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los          escritos de San Bernardo,          porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha          hablado con más          cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran          santo. Él fue          quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh            clemente, oh            piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella          oración que dice: "Acuérdate            oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya            acudido, sin tu            auxilio recibir".
El          pueblo vibraba de emoción cuando          le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e          impresionante. "Si            se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la            Estrella, invoca a            María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la            barca de tu espíritu,            levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María.            Si el recuerdo            de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la            desesperación, lánzale            una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de            Dios. Siguiéndola, no            te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y            guiado por Ella            llegarás seguramente al Puerto Celestial". Sus bellísimos          sermones son          leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción          y gran          provecho.
Viajero            incansable. El          más profundo deseo de San          Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a          la meditación.          Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los          gobernantes le pedían          continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto          a prestar su          ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente          débil (porque          los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a          hacer demasiadas penitencias          y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz          donde había          guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo          errores, animando          desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa          religión          católica. Era el árbitro aceptado por todos.
Exclamaba:          A veces no me dejan          tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero          estas gentes          están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla,          que es necesario          atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a          la oración y a          la meditación).
De            carbonero a Pontífice. Un          hombre muy bien preparado le          pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar          su virtud lo          dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo          hizo de muy          buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más          tarde fue          nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un          famoso libro          llamado "De consideratione", en el cual propone una          serie de          consejos importantísimos para que los que están en puestos          elevados no vayan a          cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades          exteriores          descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: "Malditas  serán            dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la            oración y a            la meditación".
Despedida            gozosa.          Después de haber llegado a ser el          hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido          varios milagros          (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos          pecados que tenía          sin perdonar) y después de haber llenado varios países de          monasterios con          religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para          que pidiera a          Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: "Mi            gran            deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor            hacia mis            discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor            Dios haga lo que            a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había          sufrido y          trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el          premio preparado          para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz          el 20 de agosto          del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como          si tuviera más          de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
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Samuel, Santo Juez y          Profeta de Israel, 20 de agosto   
              
 Juez y Profeta de Israel              Martirologio Romano: Conmemoración de san Samuel,                      profeta, quien llamado por Dios, siendo aún niño,                      fue después juez en Israel y, por mandato divino,                      ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero rechazado                      éste por su falta de fidelidad, confirió también la                      unción real a David, de cuya descendencia había de                      nacer Cristo. 
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Fuente:            ar.geocities.com/misa_tridentina01 
        Filiberto de Jumièges,            Santo Abad,          20 de agosto   
              
 Abad              Martirologio Romano: En el monasterio de Noirmoutier, en                      la isla de Hero, en la costa de Aquitania, san                      Filiberto, abad, que, educado en la corte del rey                      Dagoberto, y todavía adolescente, se hizo monje.                      Fundó y dirigió primeramente el cenobio de Jumièges                      y después el de Hero (c. 684). San                    Filiberto nació en Eauze en Gascogne (Francia), en 617                    o 618. Era hijo de Filibaud, conde y obispo de Vic o                    de Aire en Gers. A los diez y seis años, partió para                    la corte de Dagoberto, donde fue colocado entre los                    "pajes". Allí recibió una educación palaciega y se                    relacionó con Dadon, el futuro obispo de Rouen, al que                    se le conoce mejor como San Ouen. Después de cuatro                    años de formación al lado de Dagoberto, podría haber                    accedido a un cargo real importante que le hubiera                    asegurado un sobresaliente porvenir social, pero                    Filiberto no es hombre de contentarse con una herencia                    de facilidades debidas a su nacimiento. Rechaza                    entonces las comodidades y abandona los fastos de la                    corte.   |           
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Fuente: Vatican.va 
        Bernardo Tolomei, Santo Abad y          Fundador, 20 de agosto   
              
 Abad y Fundador Martirologio                    Romano: En Siena, de la Toscana, muerte del                    san Bernardo Tolomei, abad y fundador de la                    Congregación Olivetana según la Regla de san Benito.                    Trabajó con gran empeño por la disciplina monástica y,                    cuando la peste asolaba Italia, murió entre los monjes                    de Siena, expuestos al mismo peligro (1348). Nació en Siena el 10 de mayo de 1272. En el                  bautismo recibió el nombre de Giovanni. Fue educado en                  el colegio de Santo Domingo de Camporeggio, en Siena,                  por los frailes predicadores (dominicos). Estudió                  derecho en su ciudad de origen, donde también formó                  parte de la Cofradía de los Disciplinados de Santa María                  de la Noche, que asistían a los enfermos en el hospital                  del lugar. Una ceguera progresiva, casi total, le obligó                  a renunciar a una carrera pública.   |           
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Fuente: Vatican.va 
        Maria de Mattias, Santa          Fundadora, 20 de agosto   
              
 Fundadora Martirologio                    Romano En Roma, santa María de Matías,                    virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas de la                    Adoración de la Preciosísima Sangre del Señor (1866). Nació el 4 de febrero de 1805 en Vallecorsa                  (Italia) en una familia acomodada y de profunda fe                  cristiana. Ya desde niña se familiarizó con la Sagrada                  Escritura, y sintió un gran amor a Jesús, Cordero                  inmolado por la salvación de la humanidad. Tuvo especial                  devoción por la Sangre de Cristo, derramada por amor a                  los hombres.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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