JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 24, 42-51
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
          "Estén atentos, porque no saben que día llegará su Señor.          Entiendan bien          que si el amo de casa supiera a qué hora de la noche iba a venir          el ladrón,          estaría en vela y lo dejaría asaltar su casa. Lo mismo ustedes,          estén          preparados, porque a la hora en que menos piensen, vendrá el          Hijo del hombre.
          Pórtense como el criado fiel y prudente, a quien el señor pone          al frente de su          servidumbre para que les dé de comer a su debido tiempo. Dichoso          ese criado si,          al llegar su señor, lo encuentra haciendo lo que debe. Les          aseguro que lo          pondrá al frente de todos sus bienes. Pero, si ese criado es          malo y piensa: "Mi          señor tarda", y comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y          a beber          con los borrachos, su señor llegará el día en que menos lo          piense, lo castigará          con todo rigor y lo tratará como se merecen los hipócritas.          Entonces llorará y          le rechinarán los dientes".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
jue          21a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Dios              nuestro y protector nuestro, un sólo día en tu casa es más              valioso para tus              elegidos, que mil días en cualquier otra parte.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor; a            fin de que,            amándote en todo sobre todo, podamos obtener aquellos bienes            que no podemos            nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te            aman.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén. 
Primera            Lectura
      Por              Cristo, Dios los ha enriquecido en todo
Lectura              de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,              1-9
Pablo, llamado por voluntad            de Dios a ser apóstol de Cristo Jesús, y el hermano Sóstenes,            a la Iglesia de            Dios que está en Corinto.
            A ustedes que, consagrados por Cristo Jesús, han sido llamados            a ser pueblo de            Dios en comunión con todos los que invocan en cualquier lugar            el nombre de            Jesucristo, que es Señor de ellos y de nosotros, gracia y paz            de parte de Dios            nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor.
            Doy gracias a Dios continuamente por ustedes pues les ha            concebido su gracia            mediante Cristo Jesús, en quien han sido enriquecidos            abundantemente con toda            palabra y con todo conocimiento. Y es tal la firmeza que ha            conseguido el            testimonio de Cristo entre ustedes, que no les falta ningún            don, mientras que            esperan que nuestro Señor Jesucristo se manifieste.
            El también los mantendrá firmes hasta el fin, para que nadie            tenga de qué            acusarlos en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios            que los ha            llamado a vivir en unión con su Hijo Jesucristo, nuestro            Señor.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial 
      Sal              144, 2-3.4-5.6-7
Siempre,              Señor, bendeciré tu nombre.
Todos            los días te bendeciré, alabaré tu nombre sin cesar. Grande es            el Señor y digno            de toda alabanza, inmensa su grandeza.
            Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Cada            generación celebra tus acciones y anuncia tus hazañas a la            siguiente. Ellos            hablan del esplendor de tu gloria, y yo repetiré tus            maravillas.
            Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Ellos            cuentan tus hazañas maravillosas, y yo narraré tus grandezas.            Celebran el            recuerdo de tu inmensa bondad y cantan tus victorias.
            Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el            Hijo del hombre.
            Aleluya.
Evangelio
      Estén preparados
† Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 24, 42-51
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a            sus discípulos:
            "Estén atentos, porque no saben que día llegará su Señor.            Entiendan bien que            si el amo de casa supiera a qué hora de la noche iba a venir            el ladrón, estaría            en vela y lo dejaría asaltar su casa. Lo mismo ustedes, estén            preparados,            porque a la hora en que menos piensen, vendrá el Hijo del            hombre.
            Pórtense como el criado fiel y prudente, a quien el señor pone            al frente de su            servidumbre para que les dé de comer a su debido tiempo.            Dichoso ese criado si,            al llegar su señor, lo encuentra haciendo lo que debe. Les            aseguro que lo            pondrá al frente de todos sus bienes. Pero, si ese criado es            malo y piensa:            "Mi señor tarda", y comienza a golpear a sus compañeros, y a            comer y            a beber con los borrachos, su señor llegará el día en que            menos lo piense, lo            castigará con todo rigor y lo tratará como se merecen los            hipócritas. Entonces            llorará y le rechinarán los dientes".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor, los dones que            te presentamos para esta Eucaristía, a fin de que, a cambio de            ofrecerte lo que            tú nos has dado, podamos recibir de ti tu misma vida.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén. 
Prefacio            
      La salvación por Cristo 
En verdad es justo y            necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre            y en todo lugar,            Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
            Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado            justamente, lo redimiste            por tu misericordia, por Cristo, Señor nuestro.
            Por él,
            los ángeles y arcángeles y todos los coros celestiales            celebran tu gloria,            unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces            cantando            humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
      Mi alma              espera al Señor con más ansia que los centinelas el              amanecer, porque con el              Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Tú que nos has hecho partícipes de la vida de Cristo en este            sacramento,            transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo para que            participemos también de su            gloria en el cielo.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
Dia          28/08 San Agustín          (obispo y doctor de la Iglesia, blanco)
      Antífona          de Entrada
      Buscaré a mis ovejas, dice el Señor, y            suscitaré un pastor que las            apaciente: yo, el Señor, seré su Dios.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Dios todopoderoso y eterno, que has puesto al obispo san Agustín          al frente de          tu pueblo; te rogamos que por la eficacia de su méritos concedas          a tu pueblo tu          amor y tu perdón.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Si nos amamos los unos a los otros, Dios            permanece en nosotros
Lectura de la primera carta del apóstol            san Juan 4, 4-16
Queridos hijos: Amémonos los unos a los          otros, porque el amor viene de          Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que          no ama, no          conoce a Dios, porque Dios es amor. El amor que Dios nos tiene,          se ha          manifestado en que envió al mundo a su Hijo unigénito para que          vivamos por él.
          El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a          Dios, sino en que          él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de          expiación por          nuestros pecados.
          Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los          unos a los          otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si nos amamos los          unos a los otros,          Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.
          En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en          que nos ha dado          su Espíritu. Nosotros hemos visto y de ello damos testimonio,          que el Padre          envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien confiesa que          Jesús es el Hijo de          Dios, permanece en Dios y Dios en él.
          Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos          creído en ese amor.          Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios y          Dios en él.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo 118
Enséñame, Señor, a gustar tus            mandamientos.
Sólo cumpliendo todos tus mandatos puede un          joven vivir honestamente.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Con todo el corazón te estoy buscando, de tu          ley no permitas que me          aleje.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Guardo tus mandamientos en mi pecho para          nunca ofenderte.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Bendito eres, Señor, enséñale a tu siervo lo          que ordenas.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Todos los mandamientos de tu boca mis labios          enumeran.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Me gozo más cumpliendo tus preceptos, que          teniendo riquezas.
          Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.
Aclamación          antes del          Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          Su maestro es uno solo, Cristo, y su Padre es uno solo, el del          cielo, dice el          Señor.
          Aleluya.
Evangelio
      Que el mayor de ustedes sea su servidor
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 23, 8-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
          "No dejen que los llamen "maestros", porque no tienen más que un          Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la          tierra lo llamen          "padre", porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial.          No se          dejen llamar "guías", porque el guía de ustedes es solamente          Cristo.
          Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se          enaltece será          humillado y el que se humilla será enaltecido".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Señor, dirige tu mirada propicia sobre las          ofrendas que te presentamos en          la festividad de san Agustín; que ellas nos merezcan tu perdón y          glorifiquen tu          piedad y tu nombre.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      La presencia de los santos pastores en la            Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro          deber y salvación, darte          gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios          todopoderoso y          eterno, por Cristo, Señor nuestro.
          Porque nos concedes la alegría de celebrar hoy la fiesta de san          Agustín,          fortaleciendo a tu Iglesia con el ejemplo de su vida,          instruyéndola con su          palabra y protegiéndola con su intercesión.
          Por eso,
          como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la          tierra te aclamamos          diciendo sin cesar:
Antífona          de la Comunión
      No son ustedes los que me han elegido,            dice el Señor; soy yo quien los            he elegido, y os he destinado para que vayan y den fruto, y            sus fruto dure.
Oración          después de la          Comunión
      Oremos:
          Reanimados por estos sacramentos te rogamos, Señor, humildemente          que, a ejemplo          de san Agustín, nos esforcemos en dar testimonio de aquella          misma fe que él          profesó en su vida, y en llevar a la práctica todas sus          enseñanzas.
        Por          Jesucristo,          nuestro Señor.
          Amén
† Meditación          diaria
21ª          semana. Jueves
CARIDAD          VIGILANTE
—          Necesidad de mantener despierta siempre la vida espiritual.
— La          caridad de los primeros cristianos: el día de guardia.
— Cómo          vivir el día de guardia.
I. Todo          el Evangelio es una llamada a estar despiertos, vigilantes y en          guardia ante el          enemigo, que no descansa, y ante la llegada del Señor, que no          sabemos cuándo          tendrá lugar; ese momento decisivo en el que debemos          presentarnos ante Dios con          las manos llenas de frutos... Velad, pues, ya que no sabéis            en qué día            vendrá vuestro Señor, nos dice el Evangelio de la Misa1.          Sabed            esto, que si el amo supiera a qué hora de la noche habría de            venir el ladrón,            estaría ciertamente velando, y no le dejaría que le horadase            su casa.
Para el          cristiano que se ha mantenido en vela no vendrá ese último día como            el            ladrón en la noche2, no habrá estupor y          confusión, porque cada          día habrá sido un encuentro con Dios a través de los          acontecimientos más          sencillos y ordinarios. San Pablo compara esta vigilia a la          guardia (statio)          que hace el soldado bien armado que no se deja sorprender3;          con          frecuencia habla de la vida cristiana como un estar de guardia,          como el soldado          en campaña4, que vive sobriamente y no le sorprende          fácilmente el          enemigo porque está despierto mediante la oración y la          mortificación.
El          Señor nos previene de muchas maneras, con parábolas distintas,          contra la          negligencia, la dejadez y la falta de amor. Un corazón que ama          es un corazón          vigilante, sobre sí mismo y sobre los demás. Dios nos encomienda          estar también          en vigilia, en guardia, sobre aquellos que especialmente están          unidos a          nosotros por lazos de fe, de sangre, de amistad...
Al          referirse al ladrón en la noche, que leemos en el          Evangelio de la Misa,          el Señor quiere enseñarnos a no distraer la atención del gran          negocio de la salvación,          y quiere que no consideremos la vigilancia como algo meramente          negativo:          vigilar no significa solo abstenernos del sueño por miedo a que          pueda ocurrir          algo desagradable mientras estamos durmiendo. Vigilar "quiere          decir estar          siempre en espera; significa estar con la cabeza asomada fuera          de la ventana          con la esperanza de ser el primero en dar la voz, "¡Mirad, ya          vienen!""5.          Vigilar es estar pendientes, con inmensa alegría, de la venida          del Señor; es          procurar con todas las fuerzas que quienes tenemos encomendados          y más queremos          encuentren también a Jesús, porque mediante la Comunión de los          Santos podemos          ser como el centinela que avista al enemigo y protege a los          suyos, o el vigía          que aguarda esperanzado la llegada de su Señor, para dar la          buena noticia a los          demás. Esperarle como aquel siervo prudente que cuida de la          hacienda,          realizando mientras tanto "todos los trabajos pequeños para          aprovechar el          tiempo: limpiar el polvo aquí, sacar brillo del suelo allí,          encender fuego          allá, de manera que la casa esté confortable cuando el amo          entre. Cada uno          tiene una tarea que cumplir; cada uno de nosotros debe          ingeniárselas para          hacerla lo mejor posible, mucho más si al parecer no nos queda          mucho tiempo"6.
Vigilar,          estar alerta, rechazar el sueño de la tibieza. Esto lo          conseguimos cuando          luchamos en aquellos puntos que nos indicaron en la dirección          espiritual,          cuando tenemos un examen particular concreto, cuando          llevamos bien a          término el examen general diario.
II. Los          primeros cristianos, que supieron cumplir bien el Mandamiento            nuevo del          Señor7, hasta tal punto que los paganos los          distinguían por el amor          que se tenían y por el respeto con que trataban a todos,          vivieron la caridad          preocupándose por las necesidades de los demás y, en tiempos          difíciles,          ayudando a los hermanos para que todos fueran fieles a la fe.          Existía entre          ellos la costumbre –Tertuliano la llama statio, término          castrense que          significa estar de guardia8– de ayunar y hacer          penitencia dos días a          la semana, con el ánimo de prepararse para recibir con el alma          más limpia la          Sagrada Eucaristía y para pedir por aquellos que estaban en          algún peligro o          necesidad mayor. Sabemos, por ejemplo, que San Fructuoso sufrió          martirio en un          día en que ayunaba porque era su statio, su guardia9.          Otros          documentos de los primeros siglos nos hablan de esta costumbre.
El          Señor espera que vivamos la caridad de modo particular con          quienes tienen los          mismos lazos de la fe: ""Ved cómo se aman, dicen, dispuestos a          morir los unos          por los otros" En cuanto al nombre de hermanos con que nosotros          nos llamamos,          ellos se forman una idea falsa (...). Por derecho de la          naturaleza, nuestra          madre común, también nosotros somos vuestros hermanos..., pero,          ¡con cuánta          mayor razón son considerados y llamados hermanos los que          reconocen a Dios como          a único Padre, los que beben del mismo Espíritu de santidad, y          los que, salidos          del mismo seno de la ignorancia, han quedado maravillados ante          la misma luz de          la verdad!"10.
Si nos          han de doler las necesidades de todos los hombres, ¡cómo no          vamos a vivir una          caridad vigilante con quienes tienen los mismos ideales! También          puede          ayudarnos a nosotros, como a aquellos primeros cristianos, el          fijarnos un día          semanal en el que procuremos estar más pendientes de nuestros          hermanos en la          fe, ayudándoles con una oración mayor, con más mortificación,          con más muestras          de aprecio, con la corrección fraterna. Es estar especialmente          vigilantes en la          caridad por aquellos con quienes tenemos un deber más grande de          estarlo, como          el centinela que guarda el campamento, como el vigía que alerta          ante la llegada          del enemigo.
""Custos,          quid de nocte!" -¡Centinela, alerta!
"Ojalá          tú también te acostumbraras a tener, durante la semana, tu día          de guardia: para          entregarte más, para vivir con más amorosa vigilancia cada          detalle, para hacer          un poco más de oración y de mortificación.
"Mira          que la Iglesia Santa es como un gran ejército en orden de          batalla. Y tú, dentro          de ese ejército, defiendes un "frente", donde hay ataques y          luchas y          contraataques. ¿Comprendes?
"Esa          disposición, al acercarte más a Dios, te empujará a convertir          tus jornadas, una          tras otra, en días de guardia"11.
III. Ven          -dice el Profeta Isaías-, pon uno en la atalaya que            comunique lo que            vea. Si ve un tropel de caballos, de dos en dos, un tropel de            asnos, un tropel            de camellos, que mire atentamente, muy atentamente, y que            grite: ¡ya los veo!            Así estoy yo, Señor, en atalaya, sin cesar todo el día, y me            quedo en mi puesto            toda la noche12. El centinela está en constante          vigilancia, de          día y de noche, ante los destructores de Babilonia que lo          arrasarán todo e          impondrán sus ídolos. El vigía está atento para salvar a su          pueblo; así hemos          de estar nosotros.
Para          vivir esta vigilia y para crecer en la fraternidad nos puede          ayudar, como a los          primeros cristianos, ese día en el que estamos particularmente          pendientes de          los demás. En esa jornada deberemos decir con especial hondura:          Cor meum            vigilalt, mi corazón está vigilante13. Todos          nos necesitamos,          todos nos podemos ayudar; de hecho, estamos participando          continuamente de los          bienes espirituales de la Iglesia, de la oración, de la          mortificación, del          trabajo bien hecho y ofrecido a Dios, del dolor de un enfermo...          En este          momento, ahora, alguien está rezando por nosotros, y nuestra          alma se vitaliza          por la generosidad de personas que quizá desconocemos, o de          alguna que está muy          cercana. Un día, en la presencia de Dios, en el momento del          juicio particular,          veremos esas inmensas ayudas que nos mantuvieron a flote en          muchas ocasiones, y          en otras nos ayudaron a situarnos un poco más cerca del Señor.          Si somos fieles,          también contemplaremos con un gozo incontenible cómo fueron          eficaces en otros          hermanos nuestros en la fe todos los sacrificios, trabajos,          oraciones, incluso          lo que en aquel momento nos pareció estéril y de poco interés.          Quizá veremos la          salvación de otros, debida en buena parte a nuestra oración y          mortificación, y          a nuestras obras.
Todo          cuanto hacemos tiene repercusiones y efectos de mucho peso en la          vida de los          demás. Esto nos debe ayudar a cumplir con fidelidad nuestros          deberes,          ofreciendo a Dios nuestras obras, y a orar con devoción,          sabiendo que el          trabajo, enfermedades y oraciones –bien unidos a la oración y al          Sacrificio de          Cristo, que se renueva en el altar– constituyen un formidable          apoyo para todos.          En ocasiones, esta ayuda que prestamos será uno de los motivos          fundamentales de          fidelidad a Dios, para recomenzar muchas veces, para ser          generosos en la          mortificación. Entonces podremos decir como el Señor: pro            eis sanctifico ego            meipsum..., por ellos me santifico14, este es          el motivo de          recomenzar hoy de nuevo, de acabar bien este trabajo, de vivir          aquella          mortificación. Jesús nos mirará entonces con particular ternura,          y no nos          dejará de su mano. Pocas cosas le son tan gratas como aquellas          que de modo          directo se refieren a sus hermanos, nuestros hermanos.
Esa          caridad vigilante, ese "día de guardia", es fortaleza para          todos. ""Frater qui          adjuvatur a fratre quasi civitas firma" -El hermano ayudado por          su hermano es          tan fuerte como una ciudad amurallada.
"—Piensa          un rato y decídete a vivir la fraternidad que siempre te          recomiendo"15.
Día de            guardia. Una jornada para estar          más vibrantes en la caridad,          con el ejemplo, con muchas obras sencillas de servicio a todos,          con pequeñas          mortificaciones que hagan la vida más amable; un día para          examinar si ayudamos          con la corrección fraterna a quienes lo necesitan, una jornada          para acudir más          frecuentemente a María, "puerto de los que naufragan, consuelo          del mundo,          rescate de los cautivos, alegría de los enfermos"16,          con el santo          Rosario, con la oración Acordaos, pidiéndole por quien          sabemos quizá que          tiene necesidad de una particular ayuda.
1 Mt          24, 42-51. — 2 1 Tes 5, 2. — 3 Cfr. 1            Tes 5, 4-11.          — 4 Cfr. J. Precedo, El cristiano en la metáfora            castrense de San            Pablo, S.P.C.I.C., Roma 1963, pp. 343-358. — 5 R.          A. Knox, Ejercicios            para seglares, Rialp, 2ª ed., Madrid 1962, p. 77. — 6          Ibídem,          p. 79. — 7 Cfr. Jn 13, 34. — 8 Cfr. A.          G. Hamman, La            vida cotidiana de los primeros cristianos, p. 200. — 9          Cfr. Martirio            de San Fructuoso, en Actas de los mártires, BAC,          Madrid 1962, p.          784. — 10 Tertuliano, Apologético, 39. — 11          San Josemaría          Escrivá, Surco, n. 960. — 12 Is 21, 6-8.          — 13 Cant          5, 2. — 14 Cfr. Jn, 17, 19. — 15 San          Josemaría Escrivá, Camino,          n. 460. — 16 San Alfonso Mª de Ligorio, Visitas al            Santísimo Sacramento,          2.
28 de          agosto
SAN          AGUSTÍN*
Memoria
— La          vida, una continua conversión.
— Comenzar            y recomenzar.
—          Valorar lo pequeño que nos separa del Señor. La Virgen y la          conversión.
I. San          Agustín había sido educado cristianamente por su madre, Santa          Mónica. Como          consecuencia de este desvelo materno, aunque hubo unos años en          que estuvo lejos          de la verdadera doctrina, siempre mantuvo el recuerdo de Cristo,          cuyo nombre          "había bebido", dice él, "con la leche materna"1.          Cuando, al cabo de          los años, vuelva a la fe católica afirmará que regresaba "a la          religión que me          había sido imbuida desde niño y que había penetrado hasta la          médula de mi ser"2.          Esa educación primera ha sido, en innumerables casos, el          fundamento firme de la          fe, a la que muchos han vuelto después de una vida quizá muy          alejada del Señor.
El amor          a la verdad que siempre estuvo en el alma de Agustín, y          especialmente el leer          algunas obras de los clásicos3, no le libró de caer          en errores          graves y en llevar una vida moral lejos de Dios. Sus errores          consistieron principalmente          "en el planteamiento equivocado de las relaciones entre la razón          y la fe, como          si hubiera que escoger necesariamente entre una y otra; en el          presunto          contraste entre Cristo y la Iglesia, con la consiguiente          persuasión de que para          adherirse plenamente a Cristo hubiera que abandonar la Iglesia;          y en el deseo          de verse libre de la conciencia de pecado no mediante su          remisión por obra de          la gracia, sino mediante la negación de la responsabilidad          humana del pecado          mismo"4.
Después          de años de buscar la verdad sin encontrarla, con la ayuda de la          gracia que su          madre imploró constantemente llegó al convencimiento de que solo          en la Iglesia          católica encontraría la verdad y la paz para su alma. Comprendió          que fe y razón          están destinadas a ayudarse mutuamente para conducir al hombre          al conocimiento          de la verdad5, y que cada una tiene su propio campo.          Llegó al          convencimiento de que la fe, para estar segura, requiere la          autoridad divina de          Cristo que se encuentra en las Sagradas Escrituras, garantizadas          por la Iglesia6.
Nosotros          también recibimos muchas luces en la inteligencia para ver          claro, para conocer          con profundidad la doctrina revelada, y abundantes ayudas en la          voluntad para          mantener en nuestra alma un estado de continua conversión, para          estar cada día          un poco más cerca del Señor, pues "para un hijo de Dios, cada          jornada ha de ser          ocasión de renovarse, con la seguridad de que, ayudado por la          gracia, llegará          al fin del camino, que es el Amor.
"Por          eso, si comienzas y recomienzas, vas bien. Si tienes moral de          victoria, si          luchas, con el auxilio de Dios, ¡vencerás! ¡No hay dificultad          que no puedas          superar!"7. El Señor nunca niega su ayuda. Y si          tuviéramos la          desgracia de separarnos de Él gravemente, nos esperará cada          instante como el          padre del hijo pródigo, como aguardó durante tantos años la          vuelta de San          Agustín.
II.          Aunque Agustín veía claro dónde estaba la verdad, su camino no          había terminado.          Buscaba excusas para no dar ese paso definitivo, que para él          significaba,          además, una entrega radical a Dios, con la renuncia, por          predilección a Cristo,          de un amor humano8. "No es que le estuviera prohibido          casarse -esto          lo sabía muy bien Agustín, lo que no quería era ser cristiano          solamente de esta          manera: renunciando al ideal acariciado de la familia y          dedicándose con toda          su alma al amor y a la posesión de la Sabiduría (...). Con gran          rubor se          preguntaba a sí mismo: ¿No podrás tú hacer lo que hicieron            estos jóvenes y            estas jóvenes? (Conf. 8, 11, 27). De ello se          originó un drama          interior, profundo, lacerante, que la gracia divina condujo a          buen desenlace"9.          Dio ese paso definitivo en el verano del año 386, y nueve meses          más tarde, en          la noche del 24 al 25 de abril del año siguiente, durante la          vigilia pascual,          tuvo su encuentro para siempre con Cristo, al recibir el          Bautismo de manos de          San Ambrosio. Así cuenta el Santo la serena pero radical          decisión que cambiaría          completamente su vida: "Fuimos (él, su amigo Alipio y su hijo          Adeodato) donde          mi madre y le revelamos la decisión que habíamos tomado. Ella se          alegró. Le contamos          el desarrollo de los hechos. Se alegró y triunfó. Y empezó a          bendecir porque            Tú, Señor, concedes más de lo que pedimos y comprendemos (Ef          3, 20).          Veía que le habías otorgado, con relación a mí, más de lo que          había pedido con          sus gemidos y lágrimas conmovedoras. De hecho, me volviste a Ti          tan          absolutamente, que ya no buscaba ni esposa ni carrera en este          mundo"10.          Cristo llenó por entero su corazón.
Nunca          olvidó San Agustín aquella noche memorable. "Recibirnos el          bautismo recuerda al          cabo de los años y se disipó en nosotros la inquietud de la vida          pasada.          Aquellos días no me hartaba de considerar con dulzura admirable          tus profundos          designios sobre la salvación del género humano". Y añade:          "Cuántas lágrimas          derramé oyendo los acentos de tus himnos y cánticos, que          resonaban dulcemente          en tu Iglesia"11.
La vida          del cristiano nuestra vida está acompañada de frecuentes          conversiones. Muchas          veces hemos tenido que hacer de hijo pródigo y volver a          la casa del          Padre, que siempre nos espera. Todos los santos saben de esos          cambios íntimos y          profundos, en los que se han acercado de una manera nueva, más          sincera y          humilde, a Dios. Para volver al Señor es necesario no excusar          nuestras flaquezas          y pecados, no hacer componendas con aquello que no va según el          querer de Dios.          ¡Cómo recordaría San Agustín su conversión cuando años más          tarde, siendo ya          Obispo, predicaba a sus fieles!: "Pues yo reconozco mi            culpa, tengo presente            mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos,          sino que se          examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien          palpa, sino          profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por          esto precisamente          puede atreverse a pedir perdón"12.
Fiados          de la misericordia divina, no nos debe importar estar siempre          comenzando. "Me          dices, contrito: "¡cuánta miseria me veo! Me encuentro, tal es          mi torpeza y tal          el bagaje de mis concupiscencias, como si nunca hubiera hecho          nada por          acercarme a Dios. Comenzar, comenzar: ¡oh, Señor, siempre en los          comienzos!          Procuraré, sin embargo, empujar con toda mi alma en cada          jornada".
"Que Él          bendiga esos afanes tuyos"13.
III. "Buscad            a Dios, y vivirá vuestra alma. Salgamos a su encuentro          para alcanzarle, y          busquémosle después de hallarlo. Para que le busquemos, se          oculta, y para que          sigamos indagando, aun después de hallarle, es inmenso. Él llena          los deseos          según la capacidad del que investiga"14.
Esta          fue la vida de San Agustín: una continua búsqueda de Dios; y          esta ha de ser la nuestra.          Cuanto más le encontremos y le poseamos, mayor será nuestra          capacidad para          seguir creciendo en su amor.
La          conversión lleva siempre consigo la renuncia al pecado y al          estado de vida          incompatible con las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia, y la          vuelta sincera          a Dios. Hemos de pedir con frecuencia a Nuestra Madre Santa          María que nos          conceda la gracia de prestarle importancia aun a lo que parece          pequeño, pero          que nos separa del Señor, para apartarlo y arrojarlo lejos de          nosotros. Este          camino de conversión parte siempre de la fe: el cristiano mira          la infinita          misericordia de Dios, movido por la gracia, y reconoce su culpa          o su falta de          correspondencia a lo que Dios esperaba de él. Y, a la vez, nace          en el alma una          esperanza más firme y un amor más seguro.
Al          terminar hoy nuestra oración, no olvidemos que "a Jesús siempre          se va y se          "vuelve" por María"15. Dirígete a Ella, "pídele que          te haga el          regalo prueba de su cariño por ti de la contrición, de la          compunción por tus          pecados, y por los pecados de todos los hombres y mujeres de          todos los tiempos,          con dolor de Amor.
"Y, con          esa disposición, atrévete a añadir: Madre, Vida, Esperanza mía,          condúceme con          tu mano... y si algo hay ahora en mí que desagrada a mi          Padre-Dios, concédeme          que lo vea y que, entre los dos, lo arranquemos.
"Continúa          sin miedo: ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen Santa          María!, ruega          por mí, para que, cumpliendo la amabilísima Voluntad de tu Hijo,          sea digno de          alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesús"16.          No          olvidemos que también Dios, pacientemente, nos espera a          nosotros. Nos llama a          una vida de fe y de entrega más plenos. No retrasemos nuestra          llegada.
1 San          Agustín, Confesiones, 3, 4, 8. — 2 ídem,            Tratado contra los            Académicos, 2, 2, 5. — 3 ídem, Confesiones,          3, 4, 7. — 4          Juan Pablo II, Carta Apost. Agustinum hipponensem,          28-VIII-1986. — 5          San Agustín Tratado contra los Académicos, 3, 20, 43. —          6 ídem,            Confesiones, 6, 5, 7; 7, 7, 11. — 7 San Josemaría          Escrivá, Forja,          n. 344. — 8 Cfr. San Agustín, Confesiones, 6,          15, 25. — 9          Juan Pablo II, loc. cit. — 10 San Agustín, Confesiones,          8,          12, 30. — 11 Ibídem, 8, 9, 14. — 12 ídem,            Sermón 19.          — 13 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 378. — 14          San          Agustín, Tratado sobre el Evangelio de San Juan, 61, 1.          — 15 San          Josemaría Escrivá, Camino, n. 495. — 16 ídem,            Forja, n.          161.
* San          Agustín nació en Tagaste (África) el año 354. Después de una          juventud azarosa          se convirtió a los 33 años en Milán, donde fue bautizado por el          Obispo San          Ambrosio. Vuelto a su patria y elegido Obispo de Hipona,          desarrolló una enorme          actividad a través de la predicación y de sus escritos          doctrinales en defensa          de la fe. Durante treinta y cuatro años, en los que estuvo al          frente de su          grey, fue un modelo de servicio para todos y ejerció una          continua catequesis oral          y escrita. Es uno de los grandes Doctores de la Iglesia. Murió          el año 430.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San            Agustín
          Obispo, Confesor y Doctor de            la Iglesia
"Doctor            de la Gracia"
            "La Gran Lumbrera de Occidente"
 
            "Si queréis recibir la vida del Espíritu Santo,
            conservad la caridad, amad la verdad y desead la unidad
            para llegar a la eternidad" .
"Tarde            te amé, hermosura tan antigua  y tan nueva...¡Tarde te amé!
            Tú estabas dentro de mí y yo fuera..., y por fuera te            buscaba...".
            
             "Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón
            estará insatisfecho hasta que descanse en Tí...".
            
             "La medida del amor es el amor sin medida...".
  
          San Agustín de Hipona (354-430), es el más grande de los Padres          de la Iglesia y          uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental,          nació en el año 354          en Tagaste (Argelia actual).
Sus padre, Patricio, un          pagano de cierta estación          social acomodada, que luego de una larga y virulenta resistencia          a la fe, hacia          el final de su vida se convierte al cristianismo. Mónica, su          madre, natural de          África, era una 
devota cristiana, nacida a          padres cristianos. Al          enviudar, se consagró totalmente a la conversión de su hijo          Agustín. Lo primero          que enseñó a su hijo Agustín fue a orar, pero luego de verle          gozar de esas          santas lecciones sufrió al ver como iba apartándose de la Verdad          hasta que su          espíritu se infectó con los errores maniqueos y, su corazón, con          las costumbres          de la disoluta Roma."Noche y día oraba y gemía con más lágrimas          que las          que otras madres derramarían junto al féretro de sus hijos",          escribiría          después Agustín en sus admirables Confesiones. Pero Dios no          podía consentir se          perdiese para siempre un hijo de tantas lágrimas. Mónica murió          en Ostia, puerto          de Roma, el año de 387, asistida por su hijo.
Juventud y estudios
          Agustín se educó como          retórico en las ciudades          norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los          30 años vivió          con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con quien          tuvo un hijo en          el año 372, llamado Adeodatus, que en latín significa regalo de          Dios.
Contienda intelectual
          Inspirado por el tratado Hortensius          de Cicerón,          Agustín se convirtió en un ardiente buscador de la verdad, que          le llevó a          estudiar varias corrientes filosóficas. Durante nueve años, del          373 al 382, se          adhirió al maniqueísmo, filosofía dualista persa, muy extendida          en aquella          época por el imperio romano. Su principio fundamental es el          conflicto entre el          bien y el mal, y a Agustín el maniqueísmo le pareció una          doctrina que parecía          explicar la experiencia y daba respuestas adecuadas sobre las          cuales construir          un sistema filosófico y ético. Además, su código moral no era          muy estricto;          Agustín recordaría posteriormente en sus Confesiones: "Concédeme          castidad          y continencia, pero no ahora mismo". Desilusionado por la          imposibilidad de          reconciliar ciertos principios maniqueístas contradictorios,          Agustín, abandona          la doctrina y decide por el escepticismo. En el año 383 se          traslada de Cartago          a Roma, y un año más 
tarde se va a Milán como          profesor de retórica. Allí se          mueve en círculos neoplatónicos. Allí también conoce al obispo          de la ciudad, al          gran Ambrosio, la figura eclesial de mayor renombre por santidad          y conocimiento          de aquel momento en Italia. Ambrosio le recibió con bondad y le          ilustró en las          ciencias divinas. Y así, poco a poco, renace en Agustín un nuevo          interés por el          cristianismo. Su mente, tan prodigiosa, inquita y curiolsa, va          descubriendo la          Verdad que hasta ahora le había eludido, sin embargo, vacilaba          en su compromiso          por debilidades de la carne, temía comprometerse porque sabía          que tendría que          reformar su vida disoluta, y dejar atrás muchos gustos y          placeres que tanto le          atraían. Rezaba a menudo, "Señor, dame castidad, pero no ahora.          "Pero          un día, según su propio relato, escuchó una voz, como la de un          niño, que le          decía:  Tolle et legge (toma y lee). Pero, al darse          cuenta que          estaba completamente 
solo, le pareció          inspiración del cielo y una          exhortación divina a leer las Santas Escrituras. Abrió y leyó el          primer pasaje          que apareció al azar: "…no deis vuestros miembros, como armas de          iniquidad          al pecado, sino ofreceos más bien a Dios como quienes, muertos,          han vuelto a la          vida, y dad vuestros miembros a Dios como instrumentos de          justicia. Porque el          pecado no tendrá ya dominio sobre vosotros, pues que no estaís          bajo la Ley,          sino bajo la gracia" (Rom 13, 13-14). Es entonces cuando          Agústín se          decide, y sin reserva, se entrega en alma y cuerpo a Dios,          siguiendo su ley y          explicandola a otros. A los 33 años de edad recibe el santo          bautismo en la          Pascua del año 387. Su madre que se había trasladado a Italia          para estar cerca          de él, se llenó de gran gozo.
Agustín, ya convertido, se          dispuso volver con su madre          a su tierra en África, y juntos se fueron al puerto de Ostia a          esperar el          barco. Pero Mónica ya había obtenido de Dios lo que más anhelaba          en esta vida y          podía morir tranquila. Sucedió que estando ahí en una casa junto          al mar, por la        
noche, mientras ambos          platicaban debajo de un cielo          estrellado de las alegrías que esperaban en el cielo, Mónica          exclamó entusiasmada          : "¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido          mi gran          deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he          conseguido de          Dios". Poco días después le invadió una fiebre y murió. Murió          pidiendo a          su hijo "que se acordara de ella en el altar del Señor". Murió          en el          año 387, a los 55 años de edad.
Obispo y teólogo
          Agustín regresó al norte          de África y fue ordenado          sacerdote el año 391, y consagrado obispo de Hipona (ahora          Annaba, Argelia) en          el 395, a los 41 años, cargo que ocuparía hasta su muerte. Fue          un periodo de          gran agitación política y teológica; los bárbaros amenazaban el          imperio romano          llegando incluso a saquear a Roma en el 410, y el cisma y la          herejía amenazaban          internamente la unidad de la Iglesia. Agustín emprendió con          entusiasmo la batalla          teológica y refutó brillantemente los argumentos paganos que          culpaban al          cristianismo por los males que afectaban a Roma. Combatió la          herejía          maniqueísta y participó en dos grandes conflictos religiosos, el          uno contra los          donatistas, secta que sostenía que eran inválidos los          sacramentos administrados          por eclesiásticos en pecado. El otro, contra las creencias          pelagianos,          seguidores de un monje británico de la época que negaba la          doctrina del pecado          original. Durante este conflicto, que duró por mucho tiempo,          Agustín desarrolla          sus doctrinas sobre el pecado original y la gracia divina,          soberanía divina y          predestinación. Sus argumentos sobre la gracia divina, le          ganaron el título por          el cual también se le conoce, Doctor de la Gracia. La doctrina          agustiniana se          situaba entre los extremos del pelagianismo y el maniqueísmo.          Contra la          doctrina de Pelagio mantenía que la desobediencia espiritual del          hombre se          había producido en un estado de pecado que la naturaleza humana          era incapaz de          cambiar. En su teología, los hombres y las mujeres son salvos          por el Don de la          Gracia Divina. Contra el maniqueísmo defendió con energía el          papel del libre          albedrío en unión con la gracia.
Agustín murió en Hipona el          28 de agosto del año 430.
Obras
            La          importancia de San          Agustín entre los Padres y Doctores de la Iglesia es comparable          a la de San          Pablo entre los Apóstoles. Como prolífico escritor, apologista y          brillante          estilista. Su obra más conocida es su autobiografía Confesiones          (400),          donde narra sus primeros años y su conversión. En su gran obra          apologética            La Ciudad de Dios (413-426), formula una filosofía          teológica de la          historia, y compara en ella la ciudad de Dios con la ciudad del          hombre. De los          veintidós libros de esta obra diez están dedicados a polemizar          sobre el          panteísmo. Los doce libros restantes se ocupan del origen,          destino y progreso          de la Iglesia, a la que considera como oportuna sucesora del          paganismo. Sus          otros escritos incluyen las Epístolas, de las que 270 se          encuentran en la          edición benedictina, fechadas entre el año 386 y el 429; sus          tratados De libero          arbitrio (389-395), De doctrina Christiana          (397-428), De            Baptismo, Contra Donatistas (400-401), De            Trinitate          (400-416), De natura et gratia (415), Retracciones          (428) y          homilías sobre diversos libros de la Biblia.
(información recopilada de          varias fuentes)
  San              Agustín y el niño
        La historia de San Agustín          con el niño es por muchos          conocida. La misma surge del mucho tiempo que dedicó este gran          santo y teólogo          a reflexionar 
sobre el misterio de la          Santísima Trinidad, de cómo          tres personas diferentes podían constituir un único Dios. 
Cuenta la historia que          mientras Agustín paseaba un día          por la playa, pensando en el misterio de la Trinidad, se          encontró a un niño que          había hecho un hoyo en la arena y con una concha llenaba el          agujero con agua de          mar. El niño corría hasta la orilla, llenaba la concha con agua          de mar y depositaba          el agua en el hoyo que había hecho en la arena. Viendo esto, San          Agustín se          detuvo y preguntó al niño por qué lo hacía, a lo que el pequeño          le dijo que          intentaba vaciar toda el agua del mar en el agujero en la arena.          Al escucharlo,          San Agustín le dijo al niño que eso era imposible, a lo que el          niño respondió          que si aquello era imposible hacer, más imposible aún era el          tratar de decifrar          el misterio de la Santísima Trinidad.
  Oración
            Renueva,          Señor, en tu          Iglesia el espíritu que infundiste en San Agustín para que,          penetrados de ese          mismo espíritu, tengamos sed de Tí, fuente de sabiduría, te          busquemos como el          único amor verdadero y sigamos los pasos de tan gran santo. Por          Jesucristo,          Nuestro Señor. Amén. 
Oración por las              Vocaciones
            Glorioso Padre San Agustín, que          abriste un camino de          entrega a Dios 
          al descubrir la hermosura de la vida religiosa; concédeme a mí,          que me creo          también llamado por Él, a  ver claramente mi camino; ayúdame a          ser fiel a          esa vocación divina; que la estime en todo su valor, que huya de          las personas y          cosas que me la pueden arrebatar; que sea desde hoy muy generoso          para decir sí          el día de mi total entrega. Amén.
¡San Agustín! ¡ruega por          nosotros! Y por todos los          agustinos, agustinas (monjas como www.emmerick.org) y por          los agustines y agustinas (los que se llaman así)
Obras completas de San          Agustín, doctor de la Iglesia          (se recomienda comenzar por "Confesiones"):
Castellano:
http://www.augustinus.it/spagnolo/index.htm
Latín:
http://www.augustinus.it/latino/index.htm
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Fuente: Franciscanos.org 
        Junípero Serra, Beato          Presbítero, 28 de agosto   
              
 Apóstol de California              Martirologio Romano: En Monterrey, en California, beato                      Junípero (Miguel) Serra, presbítero de la Orden de                      los Hermanos Menores, que pasó por muchas                      dificultades y pesares predicando el Evangelio entre                      las tribus todavía paganas de aquella región, en su                      propia lengua, y defendió con gran valentía los                      derechos de los pobres y de los humildes (1784). 
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Florentina de Cartagena,            Santa Abadesa, 28 de agosto   
              
 Abadesa              Martirologio Romano: En Sevilla, en la región hispánica                      de Andalucía, santa Florentina, virgen, a la que,                      por su gran conocimiento de las disciplinas                      eclesiásticas, sus hermanos Isidoro y Leandro le                      dedicaron tratados de alta doctrina (s. VII). Florentina. Nació en el seno de                    una familia visigoda en Cartagena, España, fue la                    tercera de cinco hermanos, cuatro de los cuales (entre                    ellos Florentina) fueron considerados santos por la                    Iglesia Católica. Los otros hermanos canonizados son                    San Isidoro, San Leandro y San Fulgencio. Todos ellos                    son conocidos como los Cuatro Santos de Cartagena.  |           
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Fuente: clairval.com 
        Celia Guerin, Beata Madre          y Esposa, 28 de agosto   
              
 Madre de Santa Teresita de Lisieux              Martirologio Romano: En Burdeos, Francia, beatos Celia                      Guérin y Luis Martin, matrimonio cristiano,                      fallecidos respectivamente el 28 de agosto de 1877 y                      el 29 de julio de 1894. Luis Martin nació en Burdeos el 22                    de agosto de 1823, segundo hijo de una familia de                    cinco hermanos. Su padre, militar de carrera, se                    encuentra por esa época en España; los primeros años                    de infancia de los hermanos Martin transcurren a                    merced de las guarniciones de su padre: Burdeos,                    Aviñón y Estrasburgo (Francia). Llegada su jubilación,                    en diciembre de 1830, el capitán Martin se establece                    en Alençon, en Normandía. Durante su actividad de                    militar había destacado por su piedad ejemplar. En una                    ocasión, al decirle el capellán de su regimiento que,                    entre la tropa, se extrañaban de que, durante la Misa,                    permaneciera tanto tiempo de rodillas después de la                    consagración, él respondió sin pestañear: "¡Dígales                    que es porque creo!". Tanto en el seno de su familia                    como con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, Luis                    recibe una fuerte educación religiosa. Al contrario de                    la tradición familiar, no escoge el oficio de las                    armas, sino el de relojero, que casa mejor con su                    temperamento meditabundo y silencioso, y con su gran                    habilidad manual. Primeramente aprende el oficio en                    Rennes y, luego, en Estrasburgo.  |           
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Moisés el Etíope, Santo          Mártir, 28 de agosto   
              
 Mártir              Martirologio Romano: En Egipto, san Moisés Etíope.                      Después de haber sido un conocido ladrón, se hizo                      anacoreta, convirtió a muchos de los suyos y los                      llevó con él al monasterio (c. 400). Moisés, que era originario de                    Etiopía, fue el más pintoresco de los Padres del                    Desierto. En sus primeros años era criado o esclavo de                    un cortesano egipcio. Su amo se vio obligado a                    despedirle a causa de la inmoralidad en la que vivía y                    de los robos que había cometido.  |           
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Alfonso María del Espíritu            Santo (Jósé Mazurek), Beato Presbítero y Mártir, 28          de agosto   
              
 Presbítero y Mártir              Martirologio Romano: En la ciudad de Nawojowa Góra, en                      Polonia, beato Alfonso María Mazurek, presbítero y                      mártir, que durante la guerra, por su confesión                      cristiana, recibió la muerte a manos de los                      invasores de su patria (1944). Jósef Mazurek nació el 1 de marzo                    de 1891 en Baranówka, diócesis de Lublin, en Polonia.                    En 1908 recibió el hábito carmelitano en Wadowice, con                    el nombre de Alfonso María del Espíritu Santo. En                    Viena (Austria) recibe la ordenación sacerdotal el 16                    de julio de 1916.  |           
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Fuente: Franciscanos.org 
        Aurelio de Vinalesa            (José Ample Alcaide), Beato          Presbítero y Mártir, 28 de agosto   
              
 Presbítero y Mártir              Martirologio Romano: Cerca de la localidad de Vinalesa,                      en la región de Valencia, España, beato Aurelio                      (José) Ample Alcaide, presbítero de la Orden de los                      Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que, en la                      persecución religiosa en España, dio un fruto de                      gloria a través de la prueba de su fe (1936). Beato Aurelio de Vinalesa (en el                    siglo, José Ample Alcaide), sacerdote, nació en                    Vinalesa (Valencia) el 3 de febrero de 1896, y fue                    fusilado en el cercano Barranco del Carraixet el 28 de                    agosto de 1936. Profesó en la Orden Capuchina el 10 de                    agosto de 1910, y fue ordenado sacerdote en Roma el 26                    de marzo de 1921. A lo largo de su vida religiosa fue                    Director del Estudio filosófico-teológico que los                    capuchinos tenían en Orihuela (Alicante), profesor en                    el Seminario, director de la Tercera Orden                    Franciscana, confesor y predicador. Bien pudo decir:                    "¡Siempre he cumplido mi misión, como religioso y como                    sacerdote!" Cuando las circunstancias le obligaron a                    dejar el convento, se refugió en casa de sus padres,                    donde fue detenido por los milicianos el 28 de agosto                    de 1936. Conducido de madrugada al Barranco del                    Carraixet, confortó y exhortó a los laicos compañeros                    de martirio a morir en paz, les impartió la absolución                    sacramental y luego añadió: "Gritad fuerte: ¡Viva                    Cristo Rey!"  |           
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Fuente: ArchiValencia.org 
        Juan Bautista Faubel            Cano, Beato Mártir          Laico, 28 de agosto   
              
 Mártir              Martirologio Romano: En la región de Valencia, España,                      beatos mártires Juan Bautista Faubel Cano y Arturo                      Ros Montalt, padres de familia que, durante la                      persecución contra la Iglesia, recibieron la muerte                      por parte de los hombres, pero la vida eterna por                      parte de Dios (1936). Nació el 3 de enero de 1889 en la                    ciudad de Liria, provincia y diócesis de Valencia, y                    fue bautizado en la iglesia parroquial de la Asunción                    de Nuestra Señora de la ciudad de Liria. Recibió el                    sacramento de la Confirmación y el sacramento de la                    Eucaristía en la iglesia arciprestal de Liria.                    Frecuentó la escuela nacional y aprendió la profesión                    de pirotécnico de sus padres y completó su formación                    estudiando privadamente. Estaba considerado uno de los                    mejores pirotécnicos de la región. Obtuvo premios en                    Valencia y Zaragoza. Contrajo matrimonio con                    Patrocinio Beatriz Olba Martínez. De dicho matrimonio                    nacieron tres hijos: Patrocinio, Josefina y Juan                    Bautista.  |           
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Fuente: EWTN.com 
        Joaquina de Vedruna,            Santa Viuda          y Fundadora, 28 de agosto   
              
 Viuda y Fundadora               |           
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Fuente: CPALSJ.org 
        Edmundo Arrowsmith,            Santo          Presbítero y Mártir, 28 de agosto   
              
 Presbítero y Mártir              Martirologio Romano: En Lancaster, Inglaterra, san                      Edmundo Arrowsmith, presbítero de la Compañía de                      Jesús y mártir, oriundo del mismo ducado, que,                      después de pasar muchos años entregado al cuidado                      pastoral en su patria, por ser sacerdote y haber                      llevado a muchos a la fe católica, con la oposición                      de los mismos protestantes del lugar, murió en la                      horca durante el reinado de Carlos I (1628). Edmundo nace en Haydock, cerca de                    St. Helens, en Inglaterra, el año 1585. En el bautismo                    católico recibe el nombre de Brian.   |           
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Fuente:            /www.comune.sarsina.fo.it          
        Vicinio de Sarsina,            Santo          Obispo, 28 de agosto   
              
 Obispo              Martirologio Romano: En Sarsina, de la Romagnola, san                      Vicinio, primer obispo de esta ciudad (s. IV/V). Hacia finales del III siglo y el                    comienzo del IV , con las persecuciones de                    Diocleciano, Vicinio salió desde Liguria y llegó a la                    ciudad de Sarsina donde lo ordenaron obispo.  |           
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Fuente:            misa_tridentina.t35.com 
        Alejandro de            Constantinopla, Santo          Obispo, 28 de agosto   
              
 Obispo              Martirologio Romano: En Constantinopla, san Alejandro,                      obispo, cuyas apostólicas súplicas, según escribe                      san Gregorio Nazianceno, lograron vencer al jefe de                      la herejía arriana (c. 336). Alejandro contaba ya con setenta y                    tres años cuando fue elegido obispo de Constantinopla.                    Ejerció ese cargo durante doce años, en los días                    turbulentos de Arrio el hereje.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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