JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 19, 13-15
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo le presentaron unos niños a          Jesús para que les impusiera          las manos y orara por ellos. Los discípulos los reprendían, pero          Jesús dijo: 
          "Dejen a los niños y no les 
          impidan que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el          Reino de los          cielos". 
          Después de imponerles las manos se fue de allí.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
sab          19a. Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Yo soy              la salvación del pueblo, dice el Señor. Cuando me llamen              desde el peligro, yo              los escucharé, y seré para siempre su Señor.
Oración            Colecta
      Oremos:
            Dios nuestro, que has puesto la plenitud de la ley en el amor            a ti y al            prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a            la vida eterna.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén. 
Primera            Lectura
      Yo              juzgaré a cada uno según su proceder
Lectura              del libro del profeta Ezequiel 18, 1-10.13b. 30-32
Recibí esta palabra del            Señor: 
            "¿Por qué repiten este refrán en Israel: "Los padres comieron            uvas            verdes y a los hijos les toca el amargor?" Por mi vida,            palabra del Señor,            que no dirán más este refrán en Israel. Pues todas las vidas            son mías; la vida            del padre y la del hijo. El que peque, ése morirá.
            Si un hombre es intachable y se comporta recta y honradamente,            si no participa            en banquetes idolátricos, ni acude a los ídolos de Israel, si            no deshonra a la            mujer de su prójimo, si no oprime a nadie, devuelve la prenda            al deudor, no            roba, da su pan al hambriento y viste al desnudo, si no presta            a interés con            usura, si evita hacer el mal y es justo cuando juzga, si se            comporta según mis            preceptos y cumple mis leyes, actuando rectamente, ese hombre            es intachable y            vivirá, palabra del Señor. Pero si éste tiene un hijo violento            y sanguinario,            que hace alguno de estas cosas que él mismo no había hecho,            este hijo no            vivirá, porque ha cometido todos estas abominaciones; morirá y            será responsable            de su propia muerte.
            Pues bien, yo juzgaré a cada cual según su comportamiento,            palabra del Señor.            Conviértanse de todos sus pecados, y el pecado dejará de ser            su ruina. Aparten            de ustedes todos los pecados que han cometido contra mí,            renueven su corazón y            su espíritu. ¿Por qué habrás de morir, pueblo de Israel? Yo no            me complazco en            la muerte de nadie, palabra del Señor. Conviértanse y            vivirán".
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 50,              12-13.14-15.18-19
Crea en              mí, Señor, un corazón puro.
Crea en            mí, Señor, un corazón limpio, renueva dentro de mí un espíritu            firme, no me            arrojes de tu presencia, no retires de mí tu santo espíritu.
            Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Devuélveme            la alegría de tu salvación, fortaléceme con tu espíritu            generoso; enseñaré a los            malvados tus caminos, los pecadores se convertirán a ti.
            Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Pues no            es el sacrificio lo que te complace, y si ofrezco un            holocausto no lo            aceptarías. El sacrificio que Dios quiere es un espíritu            arrepentido: un            corazón arrepentido y humillado tú, Señor, no lo desprecias.
            Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque            has revelado los            misterios del Reino a la gente sencilla.
            Aleluya.
Evangelio
      No les impidan a los niños              que se acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el              Reino de los              cielos
† Lectura del santo              Evangelio según san Mateo 19, 13-15
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo le            presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las            manos y orara por            ellos. Los discípulos los reprendían, pero Jesús dijo: 
            "Dejen a los niños y no les 
            impidan que vengan a mí, porque de los que son como ellos es            el Reino de los            cielos". 
            Después de imponerles las manos se fue de allí.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta propicio, Señor, las            ofrendas de tu pueblo, para que alcance en el sacramento            eucarístico los bienes            en que ha creído por la fe.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio            
      Jesús, buen samaritano
En verdad es justo darte            gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios            todopoderoso y eterno, en            todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y            en la enfermedad,            en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro            Redentor.
            Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando            a los oprimidos            por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a            todo hombre que            sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el            aceite del            consuelo y el vino de la esperanza. 
            Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos            en la noche del            dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y            resucitado.
            Por eso,
            unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el            himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
      Yo soy              el Buen Pastor, dice el Señor, que conozco a mis ovejas, y              mis ovejas me              conocen.
Oración después de la Comunión
      Oremos:            
            Que tu auxilio, Señor, nos acompañe siempre a los que            alimentas con tus            sacramentos, para que por ellos y en nuestra propia vida            recibamos los frutos            de la redención.
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
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Dia 16/08          Esteban de Hungría (santo, rojo)
      Antífona de          Entrada
      El justo se alegra con            el Señor, se refugia en él y se            felicitan los rectos de corazón.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Proclamamos, Señor, que sólo tú eres santo, sólo tú eres bueno y          nadie puede          serlo sin tu gracia; por eso te pedimos que, mediante la          intercesión de san          Esteban de Hungría, nos ayudes a vivir de tal forma en el mundo,          que nunca nos          veamos privados tu gloria.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      El Señor es su heredad
Lectura del libro del            Deuteronomio 10, 8-9
Moisés habló al pueblo y          dijo:
          "El Señor apartó a la tribu de Leví para que llevara el arca de          la alianza          del Señor, estuviera en presencia del Señor, a su servicio, y          bendijera en su          nombre, y así hacen todavía hoy. Por eso el levita no recibe          parte en la          heredad de sus hermanos, sino que el Señor es su heredad, como          le dijo el Señor          tu Dios".
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del Salmo 111
Dichoso quien teme al            Señor.
Dichoso quien teme al          Señor y ama de corazón sus          mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia          del justo será          poderosa en la tierra, la descendencia del justo será bendita.
          Dichoso quien teme al Señor.
En su casa habrá riquezas          y abundancia; su caridad es          constante, sin falta. En las tinieblas brilla como luz el que es          justo,          clemente y compasivo.
          Dichoso quien teme al Señor.
Dichoso el que se apiada y          presta y administra          rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará; su recuerdo          será perpetuo; no          temerá las malas noticias.
          Dichoso quien teme al Señor.
Su corazón está firme en          el Señor. Su corazón está seguro,          sin temor, hasta ver derrotados a sus enemigos.
          Dichoso quien teme al Señor.
Reparte limosna a los          pobres, sus caridad es          constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.
          Dichoso quien teme al Señor.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
          El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y          vendremos a él y          haremos morada en él.
          Aleluya.
Evangelio
      Has sido fiel en lo            poco, pasa al banquete de tu señor
+ Lectura del santo            Evangelio según san Mateo 25,            14-30
Gloria ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús          a sus discípulos esta          parábola:
          "Un hombre que iba al extranjero llamó a sus empleados y los          dejó          encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata,          a otro dos, a          otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
          El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos          y ganó otros          cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En          cambio el que          recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su          señor.
          "Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y          se puso a          ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido          cinco talentos,          y le presentó otros cinco diciendo:
          "Señor cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco".
          Su señor le dijo:
          "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel          en lo          poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu          señor".
          Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo:
          "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos".
          Su señor le dijo:
          "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor: como has sido fiel          en lo          poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu          señor".
          Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo
          "Señor, sabía que eres exigente, que sigas donde no siembras y          recoges          donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo          tierra. Aquí          tienes lo tuyo".
          El Señor le respondió:
          "Eres un empleado negligente y holgazán; ¿conque sabias que          siego donde no          siembre y recojo donde no esparzo. Pues debías hacer puesto mi          dinero en el          banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los          intereses.          Quítenle el talento y désenlo al que tiene diez. Porque al que          tiene se le dará          y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que          tiene. Y a ese          empleado inútil échenlo fuera, a las tinieblas: allí será el          llanto y el          rechinar de dientes.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre          las Ofrendas.
      Te suplicamos, Dios          todopoderoso, que este sacrificio,          ofrecido humildemente en honor de tus santos, sea grato a tus          ojos y purifique          nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Acción de los santos en            la Iglesia
En verdad es justo y          necesario, nuestro deber y          salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre          Santo, Dios          todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
          Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con          formas siempre          nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu          amor por          nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su          intercesión nos ayuda a          colaborar en el misterio de la salvación.
          Por eso,
          ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles          y santos          diciendo:
Antífona de la          Comunión
      El que quiera servirme,            que me siga dice el Señor; y            donde esté yo, allí también estará mi servidor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          En el aniversario de la glorificación de tus santos, te          suplicamos, Señor, que,          robustecidos con los sacramentos, alcancemos plenamente en el          cielo los bienes          con que ahora nos ayudas por tu misericordia.
          Por Jesucristo, Señor nuestro.
          Amén
† Meditación          diaria
19ª          semana. Sábado
LA          BENDICIÓN DE LOS NIÑOS
— El          amor de Jesús por los niños y por quienes, por ser hijos de          Dios, se hacen como          tales.
— Vida          de infancia y filiación divina.
—          Infancia espiritual y humildad.
I.          Jesús amó con predilección –así nos lo muestra el Evangelio en          repetidas          ocasiones– a los enfermos, a quienes más le necesitaban y a los          niños. A estos          los amó con verdadera ternura porque, además de estar siempre          precisados de          ayuda, reúnen las cualidades que Él exige como condiciones          indispensables para          formar parte de su Reino.
Dos          veces en el Evangelio de la vida pública aparece Jesús          bendiciendo a los niños          y presentándolos a sus discípulos como ejemplo. Una fue en          Galilea, en          Cafarnaún, y la otra en Judea, probablemente cerca de Jericó,          cuando se          disponía a subir a Jerusalén. El relato de esta última lo leemos          en el          Evangelio de la Misa1: le presentaron unos niños,          refiere San          Mateo. Quienes los llevan son, seguramente, las mujeres: las          madres, abuelas o          hermanas. Han entrado en la casa donde está Jesús, empujando          probablemente a          los pequeños delante de ellas, y los colocan cerca del Señor, para            que les            impusiera las manos y orase por ellos, como si fueran los          gestos y atenciones          habituales de Jesús con los niños. Quizá han distraído a los          oyentes que          escuchan al Maestro; por eso, los discípulos les reñían.          Pero el Señor          interviene: Dejad a los niños y no les impidáis que vengan a            Mí, porque de            estos es el Reino de los Cielos. Y después de imponerles las            manos, se marchó            de allí.
Al          declarar que el Reino de los Cielos pertenece a los niños, en          primer lugar nos          enseña, con el sentido propio de las palabras, que los niños no          están excluidos          en absoluto del Reino y que, por tanto, hemos de tener gran          cuidado en          prepararlos y conducirlos a Él. Ante todo, deben ser bautizados          cuanto antes,          como repetidas veces, en todas las épocas2, ha urgido          Nuestra Madre          la Iglesia, que desea tenerlos cuanto antes en su seno. "El          común sentir y la          autoridad de los Santos Padres –enseña el Catecismo Romano–          prueba que esta ley          debe entenderse no solo de los que están en edad adulta, sino          también de los          niños en la infancia, y que esta la ha recibido la Iglesia por          Tradición          apostólica. Se debe creer, además, que Cristo Nuestro Señor no          quiso que se          negase el sacramento y la gracia del Bautismo a los niños, de          quienes decía: dejad            a los niños y no les impidáis que vengan a Mí..."3.          El deber de          los padres se inicia con "la obligación de hacer que los hijos          sean bautizados          en las primeras semanas"4.
En el          Bautismo reciben la misma vida de Cristo, se hacen hijos de Dios          de una manera          completamente nueva, y reciben el Cielo como herencia. El Señor          mirará con          especial aprecio y benevolencia a las madres que procuraron que          sus hijos          recibieran este sacramento con prontitud y, más tarde, supieron          poner todos los          medios, incluso extraordinarios, para que recibieran la oportuna          catequesis de          los misterios de la fe.
Nos          dice el Señor también en este pasaje del Evangelio que su Reino          pertenece a          quienes, como los niños, tienen una mirada limpia y un corazón          puro, sin          complicaciones, sencillo, sin pretensiones ni orgullo: ante Dios          somos como          niños pequeños, y así nos debemos comportar ante Él. "El niño          está, al          principio de la vida, abierto a cualquier aventura. También tú;          no pongas          ningún obstáculo para avanzar en la vida del Evangelio y para          continuar durante          tu vida en esa novedad"5.
II. En          su primera venida a la tierra, en la Encarnación, el Hijo de          Dios se nos          presenta no como un ángel, ni como un poderoso; viene bajo la          débil y frágil          condición de un niño. Aunque pudo manifestarse de otra forma,          quiso escoger la          debilidad de un niño; como si necesitara protección y amor.
Dios ha          querido que nosotros, a imitación de su Hijo, nos comportemos          como aquello que          somos: hijos débiles, que necesitan continuamente su ayuda. El            Padre quiere            que nos llamemos hijos de Dios y que lo seamos6,          y en estas pocas          palabras se encierra uno de los puntos centrales de nuestra fe,          que nos da la          pauta para comportarnos ante Dios. Para ser como niños, se          requiere un cambio          profundo, que comporta dejar de pensar, de juzgar, de actuar de          aquel modo          menos propio de un hijo pequeño; y asimilar la enseñanza divina,          para          ejercitarse en ella de continuo. ¿Qué se nos pide en este          proceso de hacernos          como niños? En primer lugar, una firme voluntad de comportarse          como hijos de          Dios, dócil a su Voluntad, con pureza de mente y de cuerpo,          humilde y sencillo          de espíritu. Ese empeño se manifiesta en la lucha que vivieron          los Apóstoles y          los santos: a medida que iban siendo transformados por el          Espíritu Santo, se          iban reconociendo, cada vez más claramente, como hijos de Dios.          Hacerse como          niños en la vida espiritual es más que una buena devoción: es un          querer expreso          del Señor. Aunque no todos los santos lo hayan manifestado de          una manera          explícita, esa ha sido la actitud de todos ellos, porque el          Espíritu Santo la          origina siempre, inspirándonos esa rectitud de corazón que los          niños tienen en          su inocencia7.
"El          niño bobo llora y patalea, cuando su madre cariñosa hinca un          alfiler en su dedo          para sacar la espina que lleva clavada... El niño discreto,          quizá con los ojos          llenos de lágrimas –porque la carne es flaca–, mira agradecido a          su madre          buena, que le hace sufrir un poco, para evitar mayores males.
"—Jesús,          que sea yo un niño discreto"8, le pedimos en este          rato de oración:          que sepa comprender que en la enfermedad, el dolor, el aparente          fracaso          profesional..., se encuentra la mano providente de un Padre que          nunca ha dejado          de velar por sus hijos. Aceptemos con corazón alegre y          agradecido todo cuanto          la vida quiera ofrecernos, lo dulce y lo amargo, como enviado, o          permitido, por          quien es infinitamente sabio, por quien más nos quiere.
Esta          vida de infancia espiritual comporta sencillez, humildad,          abandono, pero no es          inmadurez. "El niño bobo llora y patalea...": el infantilismo es          inmadurez de          la mente, del corazón, de las emociones, está estrechamente          ligado a la falta          de autodisciplina, a la falta de lucha. Esa actitud puede          acompañar a muchas          personas durante toda su vida, hasta la vejez, hasta la muerte,          sin ser de          verdad niños delante de Dios. La verdadera infancia espiritual          lleva consigo          madurez en la mente –visión sobrenatural, ponderación de los          acontecimientos a          la luz de la fe y con la asistencia de los dones del Espíritu          Santo– y, junto a          esta madurez, la sencillez, la descomplicación: "El niño          discreto mira          agradecido...". Por contraste, no progresa en esa senda de la          vida de infancia          quien vive en la maraña de la complicación, con todas las          fluctuaciones de la          inmadurez en sus deseos, sus ideas, sus ocurrencias, sus          emociones, con una          conducta variable a cada momento y permanentemente preocupada          por su "yo"... En          cambio, el niño discreto, en su sencillez, en su debilidad, está          totalmente          ocupado en la gloria de su Padre Dios, como vivió siempre su          Maestro en su vida          terrena: el verdadero niño, el hijo verdadero, vive y habla con          su "Abba", con          su Padre9.
III.          Nuestra piedad debe ser filial, llena de amor, y ¿cómo podríamos          servir a Dios          con amor, si no se comienza por reconocerle como un Padre lleno          de amor hacia          sus hijos? Quizá muchos cristianos viven alejados de Dios, o con          unas          relaciones obstaculizadas por la inmadurez de los caprichos o          señaladas por la          rigidez y la frialdad, porque no han descubierto en su vida el          sentido de la          filiación divina y el camino de la infancia espiritual, que para          tantas almas          ha sido el comienzo definitivo de una verdadera vida interior.          Danos, Señor, el          sentido de la filiación divina, ayúdanos a considerarla          frecuentemente.
En            verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño,            no entrará en él10. "¿Por          qué se dice –se pregunta San Ambrosio– que los niños son aptos          para el Reino de          los Cielos? Quizá porque de ordinario no tienen malicia, ni          saben engañar, ni          se atreven a engañarse; desconocen la lujuria, no apetecen las          riquezas e          ignoran la ambición. Pero la virtud de todo esto no consiste en          el          desconocimiento del mal, sino en su repulsa; no consiste en la          imposibilidad de          pecar, sino en no consentir en el pecado. Por tanto, el Señor no          se refiere a          la niñez como tal, sino a la inocencia que tienen los niños en          su sencillez"11.
En la          vida cristiana, la madurez se da precisamente cuando nos hacemos          niños delante          de Dios, hijos suyos que confían y se abandonan en Él como un          niño pequeño en          brazos de su padre. Entonces vemos los acontecimientos del mundo          como son, en          su verdadero valor, y no tenemos otra preocupación que agradar a          nuestro Padre          y Señor.
Hacerse          como niños, la vida de infancia, es un camino espiritual que          exige la virtud          sobrenatural de la fortaleza para vencer la tendencia al orgullo          y a la          autosuficiencia, que impide que nos comportemos como hijos de          Dios y conduce,          al ver una y otra vez los propios fracasos, al desaliento, a la          aridez y a la          soledad. La piedad filial, por el contrario, fortalece la          esperanza, la certeza          de llegar a la meta, y da la paz y la alegría en esta vida. Ante          las dificultades          de la vida no nos sentiremos jamás solos, por muy grandes que          sean. El Señor no          nos abandona, y esta confianza será para nosotros como el agua          para el viajero          en el desierto. Sin ella no podríamos seguir adelante.
Pidamos          a la Virgen, nuestra Madre, que nos lleve siempre de la mano          como a hijos          pequeños, con más cuidado cuanto mayor sea la madurez que los          años y la          experiencia nos van dando.
1 Mt          19, 13-15. — 2 Cfr. S. C. Para la Doctrina de la Fe, Instrucción  sobre            el bautismo de los niños, 20-X-1980. — 3 Catecismo          Romano, II,          2, 32. — 4 Código de Derecho Canónico, can. 867.          1. — 5          Ch. Lubich, Palabras para vivir, Ciudad Nueva, Madrid          1981, p. 47. — 6          1 Jn 3, 1. — 7 Cfr. B. Perquin, Abba, Padre,          p. 142. — 8          San Josemaría Escrivá, Forja, n. 329. — 9 Cfr.          B. Perquin, o.            c., p. 143. — 10 Lc 18, 17. — 11          San Ambrosio, Comentario            al Evangelio de San Lucas, 18, 17.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
San            Esteban rey          de Hungría Año 1038
Esteban          significa:          "coronado" (estebo= corona).
Este          santo tiene el honor de haber          convertido al catolicismo al reino de Hungría.
Fue          bautizado por San Adalberto y          tuvo la suerte de casarse con Gisela, la hermana de 
San          Enrique de Alemania, la cual          influyó mucho en su vida.
Valiente          guerrero y muy buen          organizador, logró derrotar en fuertes batallas a todos los que          se querían          oponer a que él gobernara la nación, como le correspondía, pues          era el hijo del          mandatario anterior.
Cuando          ya hubo derrotado a todos          aquellos que se habían opuesto a él cuando quiso propagar la          religión católica          por todo el país y acabar la idolatría y las falsas religiones,          y había          organizado la nación en varios obispados, envió al obispo          principal, San Astrik,          a Roma a obtener del Papa Silvestre II la aprobación para los          obispados y que          le concediera el título de rey. El sumo Pontífice se alegró          mucho ante tantas          buenas noticias y le envío una corona de oro, nombrándolo rey de          Hungría. Y así          en el año 1000 fue coronado solemnemente por el enviado del Papa          como primer          rey de aquel país.
El          cariño del rey Esteban por la          religión católica era inmenso; a los obispos y sacerdotes los          trataba con          extremo respeto y hacía que sus súbditos lo imitaran en          demostrarles gran          veneración. Su devoción por la Virgen Santísima era          extraordinaria. Levantaba          templos en su honor y la invocaba en todos sus momentos          difíciles. Fundaba          conventos y los dotaba de todo lo necesario. Ordenó que cada 10          pueblos debían          construir un templo, y a cada Iglesia se encargaba de dotarla de          ornamentos,          libros, cálices y demás objetos necesarios para mantener el          personal de          religiosos allá. Lo mismo hizo en Roma.
La          cantidad de limosnas que este          santo rey repartía era tan extraordinaria, que la gente          exclamaba: "¡Ahora          sí se van a acabar los pobres!". El personalmente atendía con          gran bondad          a todas las gentes que llegaban a hablarle o a pedirle favores,          pero prefería          siempre a los más pobres, diciendo: "Ellos representan mejor a          Jesucristo,          a quien yo quiero atender de manera especial".
Para          conocer mejor la terrible          situación de los más necesitados, se disfrazaba de sencillo          albañil y salía de          noche por las calles a repartir ayudas. Y una noche al          encontrarse con un          enorme grupo de menesterosos empezó a repartirles las monedas          que llevaba.          Estos, incapaces de aguardar a que les llegara a cada quien un          turno para recibir,          se le lanzaron encima, quitándole todo y lo molieron a palos.          Cuando se          hubieron alejado, el santo se arrodilló y dio gracias a Dios por          haberle          permitido ofrecer aquel sacrificio. Cuando narró esto en el          palacio, sus empleados          celebraron aquella aventura, pero le aconsejaron que debía andar          con más          prudencia para evitar peligros. El les dijo: " Una cosa sí me he          propuesto:          no negar jamás una ayuda o un favor. Si en mí existe la          capacidad de hacerlo".
A su          hijo lo educó con todo esmero          y para él dejó escritos unos bellos consejos, recomendándole          huir de toda impureza          y del orgullo. Ser paciente, muy generoso con los pobres y en          extremo          respetuoso con la santa Iglesia Católica.
La          gente al ver su modo tan          admirable de practicar la religión exclamaba: " El rey Esteban          convierte          más personas con buenos ejemplos, que con sus leyes o palabras".
Dios,          para poderlo hacer llegar a          mayor santidad, permitió que en sus últimos años Esteban tuviera          que sufrir muchos          padecimientos. Y uno de ellos fue que su hijo en quien él tenía          puestas todas          sus esperanzas y al cual había formado muy bien, muriera en una          cacería,          quedando el santo rey sin sucesor. El exclamó al saber tan          infausta noticia:          "El Señor me lo dio, el Señor me los quitó. Bendito sea Dios".          Pero          esto fue para su corazón una pena inmensa.
Los          últimos años de su vida tuvo          que padecer muy dolorosas enfermedades que lo fueron purificando          y santificando          cada vez más.
El 15          de agosto del año 1038, día          de la Asunción, fiesta muy querida por él, expiró santamente.          Desde entonces la          nación Húngara siempre ha sido muy católica. A los 45 años de          muerto, el Sumo          Pontífice permitió que lo invocaran como santo y en su sepulcro          se obraron          admirables milagros.
Que          nuestro Dios Todopoderoso nos          envíe en todo el mundo muchos gobernantes que sepan ser tan          buenos católicos y          tan generosos con los necesitados como lo fue el santo rey          Esteban.
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Fuente:          EWTN.com 
          Roque, Santo Peregrino, 16 de agosto   
              
 Peregrino y                    Taumaturgo Martirologio                    Romano: En la Lombardía, san Roque, que,                    nacido en Montpellier, del Languedoc, en Francia,                    adquirió fama de santidad peregrinando piadosamente y                    curando por toda Italia a los afectados de peste (c.                    1379) Este                  santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes                  favores que consigue a favor de pobres y enfermos. Su                  popularidad ha sido verdaderamente extraordinaria cuando                  a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias,                  porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a                  muchísimos de los que se encomiendan a él. Quizás él                  pueda librarnos de epidemias peligrosas.  |           
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Fuente:          vidasejemplares.org 
          Serena, santa Emperatriz Romana, 16 de agosto   
              
 Emperatriz Martirologio                    Romano: Santa Serena de Roma, emperatriz,                    mujer del emperador Diocleciano. Convertida y                    bautizada por San Ciriaco, practicó la religión                    católica en el palacio del emperador y salvó las vidas                    de muchos cristianos, interponiendo su valimiento ante                    aquel monstruo de crueldad.  Santa                  Serena fue emperatriz romana de finales del siglo III.                  Fue esposa nada menos que de Diocleciano. La cruelísima                  persecución que desencadenó este emperador contra los                  cristianos en los últimos años de su reinado, después de                  un largo período de paz, movió a piedad el corazón de                  Serena, que intercedió repetidamente ante su esposo para                  que pusiera fin a tantos y tan crueles martirios. Pero                  no amainó la tormenta, sino que fue in crescendo. Y                  llegó a ser tal la admiración que despertó en Serena el                  valor de los cristianos, que acabó sintiéndose atraída                  por aquella fe tan recia y se convirtió al cristianismo,                  siendo bautizada por san Ciríaco. A pesar de la                  severidad con que se perseguía a los cristianos, Serena                  pudo practicar su fe en la corte sin ser molestada por                  nadie. La corte imperial era inaccesible a los jueces, y                  el emperador amaba demasiado a su esposa como para                  incomodarse por su fe después de haberla tolerado tantos                  años. Pudo por tanto Serena acabar sus días en paz,                  reconfortando a los cristianos perseguidos. La Iglesia                  la elevó al honor de los altares y conmemora su fiesta                  el 16 de agosto, el día siguiente de la Asunción   |           
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Fuente:          ACIprensa.com 
          Gabriel Mª de Benifayó (José María Sanchís Mompó), Beato          Religioso y          Mártir, 16 de agosto   
              
 Religioso y                    Mártir Martirologio                    Romano: En la localidad de Picasent, en el                    territorio de Valencia, en España, beato Gabriel María                    de Benifayo (José María Sanchís Mompó), religioso de                    los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores                    y mártir, que, por la violencia de los enemigos de la                    Iglesia, emigró al Señor (1936). José                  María Sanchis Mompó, su verdadero nombre, nace el 8 de                  octubre de 1866 en Benifayó de Espioca, diócesis y                  provincia de Valencia. Fueron sus padres Gabriel y                  Vicenta.  |           
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Fuente:          Franciscanos.org 
          Enrique de Almazora (Enrique García Beltrán), Beato          Diácoo y Mártir, 16          de agosto   
              
 Diácono y Mártir Martirologio                    Romano: En la localidad de Benicasim, cerca de                    Castellón, España, beato Enrique de Almazora (Enrique                    García Beltrán), diácono de la Orden de los Hermanos                    Menores Capuchinos y mártir, que, sufriendo el                    martirio, tuvo parte en la victoria de Cristo (1936). Nació                  en Almassora (Castellón) el 16 de marzo de 1913, y fue                  fusilado el 16 de agosto de 1936 en La Pedrera                  (Castellón) a la edad de 23 años.   |           
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Fuente:          Franciscanos.org 
          Plácido García Gilabert, Beato Sacerdote y Mártir, 16 de          agosto   
              
 Sacerdote y                    Mártir Martirologio                    Romano: En Denia, en el territorio de                    Alicante, España, beato Plácido García Gilabert,                    religioso de la Orden de los Hermanos Menores y                    mártir, que llevó a cabo un glorioso combate por su                    amor a Cristo (1936). Nació                  el día 1 de enero de 1895 en Benitachell, provincia de                  Alicante y diócesis de Valencia. Al día siguiente fue                  bautizado y se le impuso el nombre de Miguel. Su                  familia, profundamente cristiana, gozaba de gran estima,                  y en ella aprendió a amar y servir al Señor. Hizo los                  estudios primarios en las escuelas nacionales de su                  pueblo, destacando entre sus compañeros por sus dotes                  intelectuales y por su carácter bondadoso, avispado y                  organizador; era siempre el primero de clase. En 1907, a                  los doce años, ingresó en el Seminario menor franciscano                  de Benissa (Alicante), donde cursó las Humanidades con                  notable aprovechamiento.  |           
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Fuente:          MadresDeDesamparados.org 
          Petra de San José (Ana Josefa Pérez Florido), Beata          Fundadora, 16 de          agosto   
              
 Fundadora de la                    Congregación Martirologio                    Romano: En Barcelona, en España, beata Petra                    de San José (Ana Josefa) Pérez Florido, virgen, que                    ofreció con alegría un cuidado asiduo a los ancianos                    abandonados y fue fundadora de la Congregación de                    Hermanas Madres de los Desamparados (1906). La                  Beata Petra de San José nació el 7 de diciembre de 1845,                  en el Valle de Abdalajís (Málaga). En el bautismo                  recibió el nombre de Ana Josefa. Fue la más pequeña de                  cinco hermanos. Sus padres, José Pérez Reina y María                  Florido González, la educaron en un ambiente familiar                  verdaderamente cristiano.  |           
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Fuente:          Santiebeati.it 
          Tomás Gengoro y compañeros, Beatos Mártires, 16 de agosto            
              
 Mártires Martirologio                    Romano: En Kokura, también en Japón, beatos                    mártires Simón Bokusai Kiota, catequista, y Magdalena,                    su esposa; Tomás Gengoro y su esposa María, y el hijo                    de ambos, Jacobo, todavía niño, que, por orden del                    prefecto Yetsundo y por odio hacia el nombre de                    Cristo, fueron crucificados cabeza abajo (1620). Simón                  Bokusai Kiota y Magdalena su esposa, Tommaso Gengoro,                  María su esposa y su Jacobo paro, bajo la acusación de                  haber enseñado la doctrina cristiana a pesar de los                  edictos del emperador, fueron condenados a ser                  crucificados a cabeza abajo, como san Pedro, la orden                  fue dada por Yetsundo, prefecto de Kokura, capital de                  Bougen.   |           
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Fuente:          Franciscanos.net 
          Juan de Santa Marta, Beato Presbítero y Mártir, 16 de          agosto   
              
 Presbítero y                    Mártir Martirologio                    Romano: En Kioto, de Japón, beato Juan de                    Santa Marta, presbítero de la orden de los Hermanos                    Menores y mártir, que, mientras era conducido al lugar                    del suplicio, iba predicando al pueblo y cantando el                    salmo Alabad al Señor, todas las gentes (1618). (1578‑1618) Beatificado                  por Pío IX el 7 de julio de 1867.  |           
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Fuente:          Ocarm.org 
          Ángel Agustín Mazzinghi, Beato Presbítero, 16 de agosto          
              
 Presbítero Martirologio                    Romano: En Florencia, de la Toscana, beato                    Ángel Agustín Mazzinghi, presbítero de la Orden de los                    Carmelitas (1438). Nació                  en Florencia, de la ilustre familia de los Mazinghi,                  alrededor de 1386. Ya grandito, a sus 25 años, allá por                  1414, abrazó la vida del Carmelo en la recién iniciada                  "Observancia de Las Selvas", que intentaban vivir la                  Regla carmelita en toda su pureza.  |           
Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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