JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san            Mateo 5, 21-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la          comarca de Tiro y Sidón. Entonces          una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar:          "Señor, hijo          de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente          atormentada por un          demonio". 
          Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se          acercaron y le          rogaban: 
          "Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". 
          El les contestó: 
          "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa          de          Israel".
          Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo:          "¡Señor,          ayúdame!" 
          El le respondió: 
          "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los          perritos". Pero ella replicó: 
          "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las          migajas que caen          de la mesa de sus amos". 
          Entonces Jesús le respondió: 
          "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". 
          Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y          comunidad-comunión. Con Dios es          igual: las "palabras          de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario visitarse,          y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en          la Eucaristía,          que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer          la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d)          pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la          salvación del          mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación:          http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          "Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso".            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser felices            para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección            del amor, es            necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide            la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar            debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,              come y bebe su propia              condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a            decidir, derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
20o.          Dom Ord Ciclo A
      Antífona de Entrada
      Dios              nuestro y protector nuestro, un solo día en tu casa es más              valioso para tus              elegidos, que mil días en cualquier otra parte.
Oración Colecta
      Oremos:
            Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a            fin de que,            amándote en todo y sobre todo, podamos obtener aquellos bienes            que no podemos            nosotros ni siquiera imaginar 
            y has prometido tú a los que te aman. 
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera            Lectura
      Conduciré              a los extranjeros a mi monte santo
Lectura              del libro del profeta Isaías 56, 1. 6-7
Esto dice el            Señor:
            "Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia,            porque mi            salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de            manifestarse. 
            A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo,            amarlo y darle            culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se            mantienen fieles a mi            alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de            alegría en mi casa de            oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi            altar, porque mi casa            será casa de oración para todos los pueblos".
            Palabra de Dios.
            Ta alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Del              salmo 66
Que              te alaben, Señor, todos los pueblos.
Ten            piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a            nosotros. Que            conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
            Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Las            naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con            justicia; con equidad            tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
            Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Que            te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te            aclamen todos juntos.            Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
            Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Segunda            Lectura
      Dios              no se arrepiente de sus dones ni de su elección
Lectura              de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15.              29-32
Hermanos: Tengo            algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de            desempeñar lo            mejor posible este ministerio. Pero esto lo hago también para            ver si provoco            los celos de los de mi raza y logro salvar a algunos de ellos.            Pues, si su            rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su            reintegración,            sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se            arrepiente de sus            dones ni de su elección.
            Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han            alcanzado su            misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la            misma forma, los            judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de            que ustedes            alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la            alcanzarán. En efecto,            Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para            manifestarnos a            todos su misericordia.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Aclamación            antes del Evangelio
      Aleluya, aleluya.
            Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las            enfermedades y dolencias            del pueblo.
            Aleluya.
Evangelio
      Mujer, ¡qué              grande es tu fe!
† Lectura del              santo Evangelio según san Mateo 5, 21-28
Gloria a ti,              Señor.
En aquel tiempo,            Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una            mujer cananea le            salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David,            ten            compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un            demonio". 
            Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se            acercaron y le            rogaban: 
            "Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". 
            El les contestó: 
            "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la            casa de            Israel".
            Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo:            "¡Señor,            ayúdame!" 
            El le respondió: 
            "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a            los            perritos". Pero ella replicó: 
            "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las            migajas que caen            de la mesa de sus amos". 
            Entonces Jesús le respondió: 
            "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". 
            Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
      Celebrante:
            Presentemos, hermanos, nuestras súplicas al Señor y pidámosle            que atienda a sus            hijos, según las necesidades de cada uno de ellos:
            Respondemos: Te rogamos Señor.
Roguemos al Señor            por quienes, a causa de su enfermedad, porque están al            servicio de sus hermanos            o por cualquier otro motivo, no han podido venir a celebrar            con nosotros el            domingo; a fin de que, ya que no pueden participar de la            alegría de esta            celebración, no se vean privados nunca del gozo del Señor.
            Te rogamos Señor.
Roguemos por los            que ayudan a los pobres o hacen obras de misericordia en favor            de sus hermanos,            para que Dios premie abundantemente el bien que hacen, y lo            que reparten a sus            hermanos el Señor lo multiplique y lo convierta para ellos en            premio de vida            eterna.
            Te rogamos Señor.
Roguemos por los            que están de viaje, por los que tienen que vivir fuera de su            hogar o alejados            de sus familiares y amigos, para que Dios los proteja de todo            peligro, los            ayude en sus dificultades y les conceda retornar, sanos y            salvos, a sus            hogares.
            Te rogamos Señor.
Roguemos            finalmente por nosotros mismos, para que el Señor nos haga            perseverar en la fe            cristiana, nos ayude a conocer más y más el Evangelio de            Cristo, fortalezca            nuestra voluntad en el bien, nos guarde de todo mal y nos            conceda alcanzar la            vida eterna.
            Te rogamos Señor.
Celebrante:
            Dios nuestro, que con el ejemplo de tu Hijo, manso y humilde            de corazón, nos            has manifestado tu designio de salvar a todos los hombres,            escucha nuestras            oraciones y revístenos de los mismos sentimientos de Cristo,            para que, con            nuestras obras y palabras, demos siempre testimonio de tu amor            fiel. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Oración            sobre las Ofrendas
      Acepta, Señor,            los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de            que, a cambio de            ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti tu            misma vida. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      El día del Señor
En verdad es            justo bendecirte y darte gracias, Padre santo, fuente de la            verdad y de la            vida, porque nos has convocado en tu casa en este día de            fiesta.
            Hoy, tu familia reunida en la escucha de tu Palabra, y en la            comunión del pan            único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado,            mientras espera el            domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en tu            descanso.            Entonces contemplaremos tu rostro y alabaremos por siempre tu            misericordia.
            Con esta gozosa esperanza, y unidos a los ángeles y a los            santos, cantamos            unánimes el himno de tu gloria:
          
Antífona de la Comunión
      Mi              alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el              amanecer, porque con              el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.
Oración después de la            Comunión
      Oremos:
            Tú que nos hecho partícipes de la vida de Cristo en este            sacramento,            transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que            participemos también de su            gloria en el cielo. 
          Por            Jesucristo,            nuestro Señor.
            Amén
† Meditación          diaria
Vigésimo          Domingo
          ciclo a
EL          VALOR DE LA ORACIÓN
— Cómo          pedir. El Señor atiende con especial solicitud la oración por          los hijos.
—          Cualidades de la oración: perseverancia, fe y humildad. Buscar          la ayuda de          otros para que unan su oración a la nuestra.
— Pedir          en primer lugar por las necesidades del alma, y por las          materiales en la medida          en que nos acerquen a Dios.
I. En          el Evangelio de la Misa1, San Mateo nos dice que          Jesús se retiró con          sus discípulos a la región de Tiro y Sidón. Pasó de la ribera          del mar de          Galilea a la del Mediterráneo. Allí se le acercó una mujer          gentil,          perteneciente a la antigua población de Palestina –el país de          Canaán– donde se          asentaron los israelitas. Y a grandes voces le decía: ¡Señor,            Hijo de David,            apiádate de mí! ¡Mi hija es cruelmente atormentada por el            demonio!
El          Evangelista consigna que Jesús, a pesar de los gritos de la          mujer, no            respondió palabra. Este primer encuentro tuvo lugar, según          indica San          Marcos, en una casa, y allí la mujer se postró a sus            pies2.          El Señor, aparentemente, no le hizo el menor caso.
Después,          Jesús y sus acompañantes debieron de salir de la casa, pues San          Mateo escribe          que los discípulos se le acercaron para decirle: Atiéndela            para que se vaya,            pues viene gritando detrás de nosotros. La mujer persevera          en su clamor,          pero Jesús se limita a decirle: No he sido enviado sino a            las ovejas            perdidas de Israel. Esta madre, sin embargo, no se dio por          vencida: se            acercó y se postró ante Él diciendo: ¡Señor, ayúdame!          ¡Cuánta fe!, ¡cuánta          humildad!, ¡qué interés tan grande en su petición!
Jesús          le explica mediante una imagen que el Reino había de ser          predicado en primer          lugar a los hijos, a quienes componían el pueblo elegido: No            está bien -le          dice- tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos.          Pero la          mujer, con profunda humildad, con fe sin límites, con una          constancia a toda          prueba, no se echó atrás: Es verdad, Señor -le          contesta-, pero            también los perrillos comen de las migajas que caen de las            mesas de sus amos.          Se introduce en la parábola, conquista el Corazón de Cristo,          provoca uno de los          mayores elogios del Señor y el milagro que pedía: ¡Oh mujer,            grande es tu            fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel            instante. Fue el          premio a su perseverancia.
Las          buenas madres que aparecen en el Evangelio manifiestan siempre          solicitud por          sus hijos. Saben dirigirse a Jesús en petición de ayuda y de          dones. Una vez          será la madre de Santiago y de Juan la que se acerque al Señor          para pedirle que          reserve un buen puesto para sus hijos. Otra vez será aquella          viuda de Naín que          llora detrás de su hijo muerto y consigue de Cristo, quizá con          una mirada, que          se lo devuelva con vida... La mujer que nos presenta el          Evangelio de hoy es el          modelo acabado de constancia que deben meditar quienes se cansan          pronto de          pedir.
San          Agustín nos cuenta en sus Confesiones cómo su madre, Santa          Mónica, santamente          preocupada por la conversión de su hijo, no cesaba de llorar y          de rogar a Dios          por él; y tampoco dejaba de pedir a las personas buenas y sabías          que hablaran          con él para que abandonase sus errores. Un día, un buen obispo          le dijo estas          palabras, que tanto la consolaron: "¡Vete en paz, mujer!, pues          es imposible que          se pierda el hijo de tantas lágrimas"3. Más tarde, el          propio San          Agustín dirá: "si yo no perecí en el error, fue debido a las          lágrimas          cotidianas llenas de fe de mi madre"4.
Dios          oye de modo especial la oración de quienes saben amar; aunque          alguna vez          parezca que guarda silencio. Espera a que nuestra fe se haga más          firme, más          grande la esperanza, más confiado el amor. Quiere de todos un          deseo más          ferviente –como el de las madres buenas– y una mayor humildad.
II. La          oración de petición ocupa un lugar muy importante en la vida de          los hombres.          Aunque el Señor nos concede de hecho muchos dones y beneficios          sin haberlos          pedido, otras gracias ha dispuesto otorgarlas a través de          nuestra oración, o de          la de aquellos que se encuentran más cerca de Él. Enseña Santo          Tomás5          que nuestra petición no se dirige a cambiar la voluntad divina,          sino a obtener          lo que ya había dispuesto que nos concedería si se lo pedíamos.          Por eso es          necesario pedir al Señor incansablemente, pues no sabemos cuál          es la medida de          oración que Dios espera que colmemos para otorgarnos lo que          quiere darnos.          Hemos de solicitar también a otras personas que rueguen por las          intenciones          santamente ambiciosas que tenemos en nuestro corazón, y por todo          aquello que          deseamos obtener del Señor. El mismo Santo Tomás explica que una          de las causas          de que Jesús no respondiera enseguida a esta mujer fue porque          quería que los          discípulos intercedieran por ella, para hacernos ver de esta          manera lo          necesaria que es, para conseguir algunas cosas, la intercesión          de los santos6.          El milagro extraordinario que le pedía esta mujer gentil          necesitó también una          oración excepcional, acompañada de mucha fe y de mucha humildad.          Perseverar            es la condición primera de toda petición: es preciso            orar siempre y no            desfallecer7, enseñó el mismo Jesús. "Persevera          en la oración.          –Persevera, aunque tu labor parezca estéril. –La oración es          siempre fecunda"8.          La petición de la mujer cananea fue eficaz desde el primer          momento. Jesús solo          esperó a que se dispusiera su corazón para recibir el gran don          que solicitaba.
Hemos            de pedir con fe. La misma fe "hace brotar          la oración y la oración, en          cuanto brota, alcanza la firmeza de la fe"9; ambas          están íntimamente          unidas. Esta mujer tenía una fe grande: "cree en la Divinidad de          Cristo, cuando          le llama Señor; y en su Humanidad cuando le dice Hijo de David.          No pide ella          nada en nombre de sus méritos; invoca solo la misericordia de          Dios diciendo:          "Ten piedad". Y no dice ten piedad de mi hija, sino de mí,          porque el dolor de          la hija es el dolor de la madre; y a fin de moverle más a          compasión, le cuenta          todo su dolor; por eso sigue: Mi hija es malamente            atormentada por el            demonio. En estas palabras descubre al Médico sus heridas          y la magnitud y          especie de su enfermedad; la magnitud, cuando le dice: Es            atormentada            malamente; la especie, por las palabras: por el            demonio"10.
La          constancia en la oración nace de una vida de fe, de confianza en          Jesús que nos          oye incluso cuando parece que calla. Y esta fe nos llevará a un          abandono pleno          en las manos de Dios. "Dile: Señor, nada quiero más que lo que          Tú quieras. Aun          lo que en estos días vengo pidiéndote, si me aparta un milímetro          de la Voluntad          tuya, no me lo des"11 Solo quiero lo que Tú quieres y          porque Tú lo          quieres.
III. Esta          mujer que pide y recibe nos enseña con su ejemplo una cualidad          más de la buena          oración: la humildad. La oración debe brotar de un corazón          humilde y          arrepentido de sus pecados: Cor contritum et humiliatum,            Deus, non despicies12,          el Señor, que nunca desprecia un corazón contrito y arrepentido,          resiste a los          soberbios y da su gracia a los humildes13. A quien se          sabe servus            pauper et humilis14.
El          Señor desea que le pidamos muchas cosas. En primer lugar, lo que          se refiere al          alma, pues "grandes son las enfermedades que la aquejan, y estas          son las que          principalmente quiere curar el Señor. Y, si cura las del cuerpo,          es porque          quiere desterrar las del alma"15. Suele suceder que          "apenas nos          aqueja una enfermedad corporal, no dejamos piedra por mover          hasta vernos libres          de su molestia; estando, en cambio, enferma nuestra alma, a          veces todo son          vacilaciones y aplazamientos (...): hacemos de lo necesario          accesorio, y de lo          accesorio necesario. Dejamos abierta la fuente de los males y          pretendemos secar          los arroyuelos"16. Para el alma podemos pedir gracia          para luchar          contra los defectos, más rectitud de intención en lo que          hacemos, fidelidad a          la propia vocación, luz para recibir con más fruto la Sagrada          Comunión, una          caridad más fina, docilidad en la dirección espiritual, más afán          apostólico...          También quiere el Señor que roguemos por otras necesidades:          ayuda para          sobreponernos a un pequeño fracaso; trabajo, si nos falta; la          salud... Y todo          en la medida en que nos sirva para amar más a Dios. No queremos          nada que, quizá          con el paso del tiempo, nos alejaría de lo que verdaderamente          nos debe importar:          estar siempre junto a Cristo.
A Jesús          le es especialmente grato que pidamos por otros. "La necesidad          nos obliga a          rogar por nosotros mismos, y la caridad fraterna a pedir por los          demás. Es más          aceptable a Dios la oración recomendada por la caridad que          aquella que está          motivada por la necesidad"17, enseña San Juan          Crisóstomo.
Hemos          de orar, en primer lugar, por aquellas personas a quienes nos          une un vínculo          más fuerte, y por aquellas que el Señor ha puesto a nuestro          cuidado. Los padres          tienen una especial obligación de pedir por sus hijos; mucho más          si estos          estuvieran alejados de la fe o el Señor hubiera manifestado una          particular predilección          por ellos llamándolos a un camino de entrega. Y para que Dios          nos oiga con más          prontitud, acompañemos con obras nuestra petición: ofreciendo          horas de trabajo          o de estudio por esa intención, aceptando por Dios el dolor y          las          contrariedades, ejerciendo la caridad y la misericordia en toda          oportunidad.
Los          cristianos de todos los tiempos se han sentido movidos a          presentar sus          peticiones a través de santos intercesores, del propio Ángel          Custodio, y muy          singularmente a través de Nuestra Madre Santa María. Dice San          Bernardo que          "subió al Cielo nuestra Abogada, para que, como Madre del Juez y          Madre de          Misericordia, tratara los negocios de nuestra salvación"18.          No          dejemos de acudir cada día a Nuestra Señora; mucho nos va en          ello.
1 Mt          15, 21-28. — 2 Mc 7, 24-25. — 3 San          Agustín, Las            Confesiones, 3, 12, 21. — 4 ídem, Tratado            sobre el don de la            perseverancia, 20, 53. — 5 Santo Tomás, Suma            Teológica, 2-2,          q. 83, a. 2. — 6 ídem, Catena Aurea, vol. II, p.          338. — 7 Lc          18, 1. — 8 San Josemaría Escrivá, Camino, n.          101. — 9 San          Agustín, Sermón 115. — 10 Santo Tomás, Catena            Aurea, vol.          II, pp. 336-337. — 11 San Josemaría Escrivá, Forja,          n. 512. — 12          Sal 50, 19. — 13 Cfr. Pdr 5, 5; Sant          4, 6. — 14          Cfr. Liturgia de las Horas. Himno del oficio de lecturas en            la Solemnidad            del "Corpus et Sanguis Christi". — 15 San Juan          Crisóstomo, Homilías            sobre San Mateo, 14, 3. — 16 Ibídem. — 17          ídem, en Catena            Aurea, vol. I, p. 354. — 18 San Bernardo, Sermón            en la Asunción            de la B. Virgen María, 1. 1.
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† Santoral               (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Jacinto de Polonia, Santo Patrono de Polonia, 17 de          agosto   
              
 Patrono de                    Polonia Martirologio                    Romano: En Cracovia, en Polonia, san Jacinto,                    presbítero de la Orden de Predicadores, que fue                    designado por santo Domingo para propagar la Orden en                    aquella nación y, teniendo por compañeros al beato                    Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en                    Bohemia y Silesia (1257).  La Iglesia está en                  plena era feudal propia de la época. Los obispos y                  abades son grandes señores con mucho poder e influencia                  incluso en las decisiones políticas de los nobles y                  reyes. También un Francisco de Asís habla a las aves y                  un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido                  centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la                  obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho                  por arreglar las complicadas cosas de los reinos y                  algunas se escapan a su control.  |           
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Fuente:          Archidiócesis de Madrid 
          Beatriz de Silva y Meneses, Santa Fundadora,17 de agosto            
              
 Fundadora de la                    Orden Martirologio                    Romano: En Toledo, en España, santa Beatriz da                    Silva Meneses, virgen, que fue dama noble de corte de                    la reina Isabel, pero, después, prefiriendo una vida                    de mayor perfección, se retiró a las religiosas de la                    Orden de Santo Domingo durante muchos años y fundó,                    finalmente, una nueva Orden con el título de Orden de                    la Concepción de la Bienaventurada Virgen María                    (1490). El padre de                  Beatriz había luchado con las fuerzas portuguesas en la                  conquista de Ceuta en el año 1415, a las órdenes del                  capitán Pedro Meneses, conde de Viana y descendiente de                  los reyes de Castilla. De esa conquista parte el origen                  de amistad, conocimiento y posterior unión de las                  familias Silva y Meneses por el matrimonio entre don Rui                  Gomes de Silva y doña Isabel Meneses. Tuvieron once                  hijos y dos de ellos están en los altares; Amadeo, el quinto de los hermanos, que tomó el                  hábito franciscano, fundó la Orden llamada de los                  "amadeístas" y se dedicó a implantar la reforma en la                  Iglesia y Beatriz que fue canonizada por el Papa Pablo                  VI el día 3 de  
 octubre del año                  1976. A esta gloriosa                  orden de la familia franciscana pertenece las místicas                  Venerable María de Jesús de Ágreda (incorrupta) y                  Mariana de Jesús Torres (Ecuador), vidente de Nuestra                  Señora del Buen Suceso.  |           
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Bartolomé            Días-Laurel, Beato          Mártir, 17 de agosto   
              
 Religioso y                    Mártir Martirologio                    Romano: En Nagasaki, en Japón, beatos                    Francisco de Santa María, presbítero de la orden de                    los Hermanos Menores, y sus catorce compañeros,                    mártires, que por orden del gobernador de la ciudad                    sufrieron el martirio en odio al nombre cristiano                    (1627). Nacido en                    Acapulco y Mártir en Japón Nació en la ciudad                  de los Reyes y Puerto de Acapulco, en el Barrio del Pozo                  de la Nación, aproximadamente en 1599.  |           
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Juana            de la Cruz (Delanoue), Santa Fundadora, 17 de agosto          
              
 Fundadora del                    Instituto Martirologio                    Romano: En Saumur, cerca de Angers, en                    Francia, santa Juana Delanoue, virgen, que, apoyada                    totalmente en la ayuda de la divina Providencia,                    acogió primeramente en su casa a huérfanas, ancianas y                    mujeres enfermas y de mala vida. Posteriormente, puso                    con sus compañeras los cimientos del Instituto de                    Hermanas de Santa Ana de la Divina Providencia (1763). Juana Delanoue                  nació el 18 de junio de 1666 en Saumur, Anjou (Francia),                  fue la más pequeña de los doce hermanos. Su padre vendía                  paños, su madre era propietaria y atendía una tienda de                  artículos religiosos. Su madre murió en 1691, y Juana se                  hizo cargo de la empresa. Inteligente y con gran                  capacidad de trabajo, hizo de la pequeña empresa todo un                  suceso.  |           
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Clara            de la Cruz de Montefalco, Santa Abadesa, 17 de agosto   
              
 Abadesa Martirologio                    Romano: En Montefalcone, de la Umbría, santa                    Clara de la Cruz, virgen de la Orden de los Eremitas                    de San Agustín, que estuvo al frente del monasterio de                    la Santa Cruz con un amor ardiente a la pasión de                    Cristo (1308). Nació en                  Montefalco, Umbría (Italia), alrededor de 1268; sus                  padres fueron Damiano e Iacopa Vengente. Su hermana                  Giovanna vivía como ermitaña. En 1274, cuando Clara                  tenía 6 años, el obispo de Spoleto permitió a Giovanna                  recibir a mas hermanas y fue cuando Clara entra a la                  Tercera Orden de San Francisco, movida a ser ermitaña                  adopta el hábito franciscano. En 1278, la comunidad                  creció lo suficiente que tuvieron que construir una                  ermita más grande a las afueras del pueblo.  |           
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Fuente:          misa_tridentina.t35.com 
          Eusebio, Santo XXXI Papa, 17 de agosto   
              
 XXXI Papa Martirologio                    Romano: En Sicilia, muerte de san Eusebio,                    papa, valeroso testigo de Cristo, que fue deportado                    por el emperador Majencio a esa isla, donde dejó la                    patria terrena para merecer la patria celestial.                    Trasladado su cuerpo a Roma, fue enterrado en el                    cementerio de Calixto (310). Fue el 31º Papa de                  la Iglesia Católica, desde abril de 309 hasta agosto de                  309.   |           
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Mamés            (o Mamante o Mameto), Santo Mártir, 17 de agosto   
              
 Mártir Martirologio                    Romano: En Cesarea de Capadocia, san Mamés o                    Mamante o Mameto, mártir, que, siendo pastor de                    condición muy humilde, vivió solitario en los bosques                    con la máxima frugalidad y, proclamando su fe en                    Cristo, consumó el martirio durante el imperio de                    Aureliano (273/274). Según cuenta la                  leyenda, Mamés ("el que fue amamantado") nació en el                  seno de una familia modesta. Algunos historiadores datan                  la fecha de su nacimiento en el 259 y la de su martirio                  en el 275.  |           
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Miróin,            Santo          Presbítero y Mártir, Santo   
              
 Presbítero y                    Mártir Martirologio                    Romano: En Cizico, en el Helesponto, san                    Mirón, presbítero y mártir, que, según una tradición,                    durante el imperio de Decio y bajo el prefecto, fue                    decapitado tras sufrir muchos tormentos (s. III). San Mirón vivió en                  la época del Emperador Decio (201-251), provenía de una                  familia de buena posición viviendo cómodamente. El Santo                  tenía un gran amor a Cristo que lo impulsó a estudiar                  hasta ser ordenado sacerdote. Se dedicaba todos los días                  a atender a los pobres, viudas y huérfanos. El prefecto                  Antípatro fue a la región donde oficiaba Mirón y                  encarceló a numerosos cristianos para presionar al                  Santo, y lo llevó ante un gentío y le dijo que negara a                  Cristo pero el Santo no lo negó, siendo luego torturado                  y decapitado.   |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com;          Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es ,          misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/ 
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