JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio            según san Lucas 12, 54-59
En          aquel tiempo, Jesús dijo a          la gente: 
          "Cuando ven que una nube se va levantando por el occidente, en          seguida          dicen que va a llover, y así sucede. Cuando el viento sopla del          sur dicen que          hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas!: si saben interpretar el          aspecto del          cielo y de la tierra, ¿cómo no saben interpretar los signos del          tiempo presente?          ¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que conviene hacer?
          Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad,          procura llegar          a un acuerdo con él en el camino; no sea que te lleve ante el          juez, el juez te          entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te          aseguro que no          saldrás de allí hasta que no pagues el último centavo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración:          Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones:          al menos un          Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María,          llena eres de          Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las          mujeres y bendito          es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios,          ruega por          nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.          ¡Recuérdenos en          sus intenciones y misas!
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y comunidad-comunión.          Con Dios es igual:          las “palabras          de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario          visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan          presente en la          Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por          leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos          TODO          (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a)          co-reparamos el          daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye          los Corazones          de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b)          adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras          necesidades y para la          salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5          minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo          que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si              no coméis la carne del              Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en              vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos            en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)            con el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          “Te            amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de            descanso”. ¿Qué            pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama            realmente? Estamos en el            mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la            santidad, la            perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es            posible, diaria,            como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en            la tierra (Canon            904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            “quien come y bebe sin              discernir el Cuerpo, come              y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm            14,23). ¿Otros pecados            mortales? no            confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989),            no comulgar al            menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos            son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir,            derechos            (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación            natural sin causa            grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por            iglesia, demorar en            bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón,            borrachera,            drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de            venganza, ver            pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado,            etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22;            10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados            mortales objetivamente,            pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay            excusa.
† Misal
vie 29a.          Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Recordaremos,            Señor, los dones de tu amor            en medio de tu templo. Que todos los seres humanos de la            tierra te conozcan y            alaben, porque es infinita tu justicia.
Oración Colecta
      Oremos:
          Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido          al mundo de la          esclavitud del pecado; concédenos participar ahora de una santa          alegría y,          después en el cielo, de la felicidad eterna. 
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera Lectura
      Un solo            cuerpo, un solo Señor, una sola            fe, un solo bautismo
Lectura de            la carta del apóstol san Pablo            a los Efesios 4, 1-6
Hermanos:          Yo, Pablo,          prisionero por amor al Señor, les ruego que lleven una vida          digna de la          vocación a la que han sido llamados. Sean siempre humildes y          amables, sean          comprensivos; sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en          mantenerse unidos          en el Espíritu, con el vínculo de la paz.
          Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como          también una sola          es la esperanza de la vocación a la que han sido llamados. Un          solo Señor, una          fe, un bautismo. Un Dios Padre de todos, que reina sobre todos,          actúa en todos          y vive en todos.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
                  Del Señor es          la tierra y cuanto la llena,          el mundo y todos los habitantes, pues él la estableció sobre los          mares, él la          fundó sobre los ríos.
          Haz, Señor, que te            busquemos.
¿Quién subirá          al monte del Señor? ¿Quién          podrá estar en su recinto sagrado? El hombre de manos puras y          limpio corazón,          el que no da culto a los ídolos, ni jura en falso.
          Haz, Señor, que te            busquemos.
Este recibirá          la bendición del Señor, y          Dios, su salvador, lo proclamará inocente. Así es Jacob, la          generación de los          que buscan al Señor, de aquellos que viene a tu presencia.
          Haz, Señor, que te            busquemos.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque          has revelado los          misterios del Reino a la gente sencilla.
          Aleluya.
Evangelio
      Si saben            interpretar el aspecto que tienen            el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los            signos del tiempo            presente?
† Lectura            del santo Evangelio            según san Lucas 12, 54-59
En          aquel tiempo, Jesús dijo a          la gente: 
          "Cuando ven que una nube se va levantando por el occidente, en          seguida          dicen que va a llover, y así sucede. Cuando el viento sopla del          sur dicen que          hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas!: si saben interpretar el          aspecto del          cielo y de la tierra, ¿cómo no saben interpretar los signos del          tiempo          presente? ¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que conviene          hacer?
          Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad,          procura llegar          a un acuerdo con él en el camino; no sea que te lleve ante el          juez, el juez te          entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te          aseguro que no          saldrás de allí hasta que no pagues el último centavo".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Que          el sacrificio que vamos a          ofrecerte nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día          más nuestra          vida con los ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina          por los siglos de          los siglos.
          Amén.
Prefacio
      La gloria de            Dios es el hombre viviente
En          verdad es justo y          necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y          en todo lugar,          Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
          Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu          presencia, pero          sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre,          creado a tu          imagen. 
          Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto          de la creación          y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz,          en Cristo, el          hombre nuevo.
          Por eso,
          unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el          himno de tu          alabanza:
          
          
Antífona de la Comunión
      Prueben            y vean qué bueno es el            Señor; dichoso el que se acoge a él.
Oración después de la          Comunión
      Oremos:
          Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el          sacramento de tu amor,          concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente          tu          misericordia.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación          diaria
29ª semana. Viernes
LOS          SIGNOS Y LOS TIEMPOS
— Reconocer a          Cristo que pasa cerca de          nuestra vida.
— La fe y la          limpieza de alma.
— Encontrar a          Jesús y darlo a conocer.
I. Desde          siempre los hombres se han          interesado por el tiempo y por el clima. De modo muy particular,          los labradores          y los hombres de la mar han interrogado el estado del cielo, la          dirección del          viento, la forma de las nubes, para aventurar un pronóstico en          razón de sus          tareas. Nuestro Señor, en el Evangelio de la Misa1,          lo hace notar a quienes le          escuchan, pescadores y gentes del campo en su mayoría: Cuando          veis que sale una          nube por el poniente, en seguida decís: va a llover. Y cuando          sopla el sur,          decís: viene bochorno. Jesús se encara con ellos, pues saben          prever la lluvia y          el buen tiempo a través de los signos que aparecen en el          horizonte y, sin          embargo, no saben discernir las señales, más abundantes y más          claras, que Dios          envía para que averigüen y conozcan que ha llegado ya el Mesías:          ¿cómo no          sabéis interpretar este tiempo?, les interpela. A muchos les          faltaba buena          voluntad y rectitud de intención, y cerraban sus ojos a la luz          del Evangelio.          Las señales de la llegada del Reino de Dios son suficientemente          claras en la          Palabra de Dios, que les llega tan directamente, en los milagros          tan abundantes          que realizó el Señor, y en la Persona misma de Cristo que tienen          ante sus ojos2.          A pesar de tantos signos,          muchos de ellos ya anunciados por los Profetas, no supieron          enjuiciar la          situación presente. Dios estaba en medio de ellos y muchos no se          dieron cuenta.
El          Señor sigue pasando cerca          de nuestra vida, con suficientes referencias, y cabe el peligro          de que en          alguna ocasión no le reconozcamos. Se hace presente en la          enfermedad o en la          tribulación, que nos purifica si sabemos aceptarla y amarla;          está, de modo          oculto pero real, en las personas que trabajan en la misma tarea          y que          necesitan ayuda, en aquellas otras que participan del calor del          propio hogar,          en las que cada día encontramos por motivos tan diversos...          Jesús está detrás          de esa buena noticia, y espera que vayamos a darle las gracias,          para          concedernos otras nuevas. Son muchas las ocasiones en que se          hace          encontradizo... ¡Qué pena si no supiésemos reconocerle por ir          excesivamente          preocupados o distraídos, o faltos de piedad, de presencia de          Dios!
¿No          sería nuestra vida bien          distinta si fuéramos más conscientes de esa presencia divina?          ¿No es cierto que          desaparecería mucha rutina, malhumor, penas y tristezas...? ¿Qué          nos importaría          entonces representar un papel u otro, si sabemos que a Dios le          gusta y aprecia          el que nos ha tocado? «Si viviéramos más confiados en la          Providencia divina,          seguros –¡con fe recia!– de esta protección diaria que nunca nos          falta, cuántas          preocupaciones o inquietudes nos ahorraríamos. Desaparecerían          tantos desasosiegos          que, con frase de Jesús, son propios de los paganos, de los          hombres mundanos          (Lc 12, 30), de las personas que carecen de sentido          sobrenatural»3,          de quienes viven como si el          Maestro no se hubiera quedado con nosotros.
II. La fe se          hace más penetrante cuanto          mejores son las disposiciones de la voluntad. Quien quisiere          hacer la voluntad          de Él (de mi Padre) conocerá si mi doctrina es de Dios o si es          mía4,          dirá el Señor en otra          ocasión a los judíos. Cuando no se está dispuesto a cortar con          una mala          situación, cuando no se busca con rectitud de intención solo la          gloria de Dios,          la conciencia se puede oscurecer y quedarse sin luz para          entender incluso lo          que parece evidente. «El hombre, llevado por sus prejuicios, o          instigado por          sus pasiones y mala voluntad, no solo puede negar la evidencia,          que tiene          delante, de los signos externos, sino resistir y rechazar          también las          superiores inspiraciones que Dios infunde en las almas»5.          Si falta buena voluntad, si          esta no se orienta a Dios, entonces la inteligencia encontrará          muchas          dificultades en el camino de la fe, de la obediencia o de la          entrega al Señor6.          ¡Cuántas veces hemos          experimentado en el apostolado personal cómo han desaparecido          muchas dudas de          fe en amigos nuestros cuando por fin se han decidido a hacer una          buena          Confesión! «Dios se deja ver de los que son capaces de verle,          porque tienen          abiertos los ojos de la mente. Porque todos tienen ojos, pero          algunos los          tienen bañados. en tinieblas y no pueden ver la luz del sol. Y          no porque los          ciegos no la vean deja por eso de brillar la luz solar, sino que          ha de          atribuirse esta oscuridad a su defecto de visión»7.
Para          percibir la claridad          penetrante de la fe, «hacen falta las disposiciones humildes del          alma          cristiana: no querer reducir la grandeza de Dios a nuestros          pobres conceptos, a          nuestras explicaciones humanas, sino comprender que ese          misterio, en su          oscuridad, es una luz que guía la vida de los hombres (...). Con          este          acatamiento, sabremos comprender y amar; y el misterio será para          nosotros una          enseñanza espléndida, más convincente que cualquier razonamiento          humano»8.
Son          tan importantes las          disposiciones morales (la limpieza de corazón, la humildad, la          rectitud de          intención...) que a veces se puede decir que la oscuridad ante          la voluntad de          Dios, el desconocimiento de la propia vocación, las dudas de fe,          incluso la          misma pérdida de esta virtud teologal, tienen sus raíces en el          rechazo de las          exigencias de la moral o de la voluntad divina9.          Cuenta San Agustín su          experiencia cuando aún estaba lejos del Señor: «Yo llegué a          encontrarme –afirma          el Santo– sin deseo alguno de los alimentos incorruptibles; pero          no porque          estuviera lleno de ellos, sino porque mientras más vacío me          encontraba, más los          rechazaba»10.          Purifiquemos nosotros la          mirada, aun de esas motas que dañan la visión, aunque sean          pequeñas;          rectifiquemos muchas veces la intención –¡para            Dios toda la gloria!–, con el fin de ver a Jesús que nos          visita con tanta          frecuencia.
III. El          Evangelio de la Misa de hoy          termina con estas palabras de Jesús: Cuando            vayas con tu adversario al magistrado, procura ponerte de            acuerdo con él en el            camino, no sea que te obligue a ir al juez, y el juez te            entregue al alguacil y            el alguacil te meta en la cárcel... Todos vamos por el          camino de la          vida hacia el juicio. Aprovechemos ahora para olvidar agravios y          rencores, por          pequeños que sean, mientras queda algo de trayecto por recorrer.          Descubramos          los signos que nos señalan la presencia de Dios en nuestra vida.          Luego, cuando          llegue la hora del juicio, será ya demasiado tarde para poner          remedio. Este es          el tiempo oportuno de rectificar, de merecer, de amar, de          reparar. El Señor nos          invita hoy a descubrir el sentido profundo del tiempo, pues es          posible que todavía          tengamos pequeñas deudas pendientes: deudas de gratitud, de          perdón, incluso de          justicia...
A          la vez, hemos de ayudar a          otros que nos acompañan en el camino de la vida a interpretar          esas huellas que          señalan el paso del Señor cerca de sus familias, de sus lugares          de trabajo...          Es posible que algunos, quizá los más alejados, no sigan al          Maestro porque le          ven con una mirada miope, como muchos de aquellos que le          rodeaban en Palestina,          pues «lo que muchos combaten no es al verdadero Dios, sino la          falsa idea que se          han hecho de Dios: un Dios que protege a los ricos, que no hace          más que pedir y          acuciar, que siente envidia de nuestro progreso, que espía          continuamente desde          arriba nuestros pecados para darse el placer de castigarlos          (...). Dios no es          así: es justo y bueno a la vez; Padre también de los hijos          pródigos, a los que          desea ver no mezquinos y miserables, sino grandes, libres,          creadores de su          propio destino. Nuestro Dios es tan poco rival del hombre, que          ha querido          hacerle su amigo, llamándole a participar de su misma naturaleza          divina y de su          misma eterna felicidad. Ni tampoco es verdad que nos pida          demasiado; al          contrario, se contenta con poco, porque sabe muy bien que no          tenemos gran cosa          (...). Este Dios se hará conocer y amar cada vez más; y de          todos, incluidos los          que hoy lo rechazan, no porque sean malos (...), sino porque le          miran desde un          punto de vista equivocado. ¿Que ellos siguen sin creer en Él? Él          les responde:          soy Yo el que cree en vosotros»11.          Dios, como buen Padre, no se          desanima ante sus hijos. No perdamos la esperanza nosotros:          mostremos a los          demás tantas indicaciones y referencias como Él deja a su paso.          Si el campesino          conoce bien la evolución del tiempo, los cristianos hemos de          saber descubrir a          Jesús, Señor de la historia, presente en el mundo, en medio de          los grandes          acontecimientos de la humanidad, y en los pequeños sucesos de          los días sin          relieve. Entonces sabremos darlo a conocer a los demás.
1 Lc 12, 54-59. — 2 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 5. — 3 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 116. — 4 Jn 7, 17. — 5 Pío XII, Enc. Humani generis, 12-VIII-1950. — 6 Cfr. J. Pieper, La fe, hoy, Palabra, Madrid 1968, pp. 107-117. — 7 San Teófilo de Antioquía, Libro 1, 2, 7. — 8 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 13.          — 9 Cfr. J. Pieper, loc. cit. — 10 San Agustín, Confesiones, 3, 1, 1. — 11 A. Luciani, Ilustrísimos señores, pp. 18-19.
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† Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo          encontrará en www.iesvs.org)
Sierva de Dios Paulina            María Jaricot (¡reza por su pronta          canonización y pídele un          milagro!)
          Fundadora de la Propagación de la Fe y del Rosario Viviente
          Año 1862
En cada parroquia del          mundo, el tercer domingo de          octubre se celebra el Día de las Misiones, una fecha para          ofrecer oraciones,          sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros de todo          el mundo. Hoy          vamos a hablar de la joven a la cual se le ocurrió esa idea.
La          idea feliz nació de una          simple charla con la sirvienta de la casa. Un día llegó Paulina          Jaricot de su          trabajo, cansada y con deseos de escuchar alguna narración que          le distrajera          amenamente. Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le          contara algo          ameno y agradable. La buena mujer le respondió: "si me ayuda a          terminar          este trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le          agradará          mucho". La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el          oficio la          cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones          se puso a          leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas          tierras, en medio de          terribles penurias económicas, y con grandes peligros y          dificultades, escribían          narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les          ayudaran con sus          oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con          éxito su difícil          labor misionera.
En          ese momento pasó por la          mente de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas          piadosas y          obtener que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas          oraciones y algún          pequeño sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar          después todo esto          a los que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Y se          propuso empezar a          llevar a cabo esa mima semana tan bella idea.
Paulina          había nacido en la          ciudad de Lyon (Francia) y desde muy niña había demostrado un          gran espíritu          religioso. Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser          misionero y (quizás          por falta de suficiente información) le pintaban las misiones          como algo          terrorífico donde los misioneros tenían que viajar por los ríos          sobre el cuello          de terribles cocodrilos y por las selvas en los hombros de          feroces tigres. Esto          la emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de          misionera. Sin          embargo sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de          alguna manera,          y pedía a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminó por medio          de una simple          lectura hecha por una sirvienta.
De          pequeñita aprendió que un          gran sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer          las propias          inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se          propuso          ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños          sacrificios.
Cuando          en 1814 el Papa Pío          VII quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el          pueblo entero          salió en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje          hacia Roma. Paulina          tuvo el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su          casa la bendijera          y le pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo          bellísimo que nunca          olvidó.
De          joven se hizo amiga de          una muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía          dedicarse a la          coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena          de adornos, de          coloretes y de joyas (pero nada de esto la satisfacía). Su mamá          rezaba por su          hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta          mundanidad. Y Dios la          escuchó.
Un          día en una fiesta social          resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un          golpe durísimo.          Quedó muda y con grave peligro de enloquecerse. Entonces la mamá          le hizo este          ofrecimiento a Dios: "Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio          esta          muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a          mí a la          eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la          vida".
Y          Dios le aceptó esta          petición. La mamá se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el          habla, y la          salud física y mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo.
Poco          después, un día entró a          un templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo          pasajeros que son          los goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades          de la vida.          Después del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le          aconsejó:          "Deje las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a          ganarse el          cielo con humildad y muchas buenas obras". Desde aquel día ya          nunca más          Paulina vuelve a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar          dinero en lo          que solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos son          sumamente          modestos, hasta el extremo que las antiguas amigas le critican          por ello. Ahora          en vez de ir a bailes se va a visitar enfermos pobres en los          hospitales.
Y          es entonces cuando nace la          nueva obra llamada Propagación de la fe. Son grupitos de 10          personas, las          cuales se comprometen a dar cada una alguna limosna para los          misioneros, y          ofrecer oraciones y pequeños sacrificios por ellos. Paulina va          organizando          numerosos grupos (llamados coros) entre sus amistades y las          gentes de su          alrededor y pronto empiezan ya a recoger buenas ayudas para          enviar a lejanas          tierras.
Su          hermano, que se acaba de          ordenar de sacerdote, propone la idea de Paulina a otros          sacerdotes en París y          a muchos les agrada y empiezan a fundar coros de Propagación de          la Fe. La idea          se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los          misioneros se          aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la          fundadora de este          movimiento, pero lo importante era ayudar a extender nuestra          santa religión.
Para          poder conseguir más oraciones          con menos dificultad, Paulina formó grupitos de 15 personas, de          las cuales cada          una se comprometía a rezar un misterio del rosario al día por          los misioneros.          Así entre todos rezaban cada día un rosario completo por las          misiones. Fue una          idea muy provechosa.
Paulina          se fue a Roma a          contarle al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación          de la Fe. El          Sumo Pontífice aprobó plenamente tan hermosa idea y se propuso          recomendarla a          toda la Iglesia Universal.
Al          volver a Francia fue a          confesarse con el más famoso confesor de ese tiempo, el Santo          Cura de Ars. El          santo le dijo proféticamente: "Sus ideas misioneras son muy          buenas, pero          Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener          más éxito".          Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los          sufrimientos e          incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron          enormes.
Al          principio recogía ella          misma las limosnas para las misiones, pero varios avivados le          robaron          descaradamente. Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a          sacerdotes y          laicos especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente.
Después          recibió ayudas para          fundar obras sociales en favor de los obreros pobres, pero          varios negociantes          sin escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero.          Paulina se dio cuenta          de que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía          dejar la          administración de lo material a manos de expertos que supieran          mucho de eso.
En          1862, después de haber          perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y          hecho sufrir, y contenta          porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy          extendida murió          santamente y satisfecha de haber podido contribuir eficazmente a          favor de las          misiones católicas.
Veinte          años después, en          1882, el Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la          Fe a todo el          mundo, y ahora cada año, el mes de octubre (y especialmente en          el tercer          domingo de este mes) los católicos fervorosos ofrecen oraciones,          sacrificios y          limosnas por las misiones y los misioneros del mundo entero.
¡Gracias          Paulina Jaricot!.
La          bendición de Dios será          siempre tu mejor recompensa 
          (S. Biblia Ecl. 11, 22).
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Fuente:          Archidiócesis de          Madrid 
          Evaristo, Santo 5to Papa y Mártir, 26 Octubre  
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Tadeo Machar, Santo Obispo, 26 de octubre  
|                              Etimológicamente significa “el que alaba”.                  Viene de la lengua hebrea.  |           
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Fuente:  ar.geocities.com/misa_tridentina04          
          Damián de Finario, Beato Monje dominico, 26 Octubre  
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Celina Chludzinska Borzecka,            Beata          Viuda y fundadora, 26          Octubre  
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Fuente:          Wikipédia 
          Alfredo el Grande, Santo Rey de Wessex, 26 Octubre  
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Fuente:          Vidasejemplares.org 
          Buenaventura de Potenza, Beato Franciscano conventual, 26          Octubre  
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Fuente:          Newadvent.org 
          Cedda (Cedd), San Obispo, 26 Octubre  
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Fuentes: IESVS.org;          EWTN.com; Colección Hablar con Dios          de www.FranciscoFCarvajal.org          de www.edicionespalabra.es          , misalpalm.com,          Catholic.net
Mensajes          anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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