JMJ
Pax
† Lectura            del santo Evangelio según san Lucas 11, 37-41
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Jesús fue a su casa y          se sentó a la          mesa. 
          El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la          ceremonia de          lavarse las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo: 
          "Ustedes, los fariseos, limpian por fuera el vaso y el plato,          mientras por          dentro están llenos de robos y maldades. 
          ¡Insensatos! El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de          dentro? Den limosna          de lo de dentro, y entonces quedarán limpios".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su            oración: Esto es          gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos          un Avemaría de          corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres          de Gracia, el          Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y          bendito es el fruto          de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por          nosotros pecadores,          ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus          intenciones y          misas! 
Aclaración: una          relación muere sin comunicación y comunidad-comunión.          Con Dios es igual:          las “palabras          de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son          fuente de vida espiritual          (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es          necesario          visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan          presente en la          Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la          Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO          (Dios) a          Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos          el daño que          hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los          Corazones de Jesús y          de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c)          agradecemos y d) pedimos          y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación          del mundo entero…          ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no          ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película          completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se            apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús            está aquí y lo            ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si              no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su              sangre, no tenéis vida              en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn            5,12). Si comulgamos en            estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con            el Amor y            renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas            del Cordero            (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo            que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su            Sangre por nuestros            pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente            sin Amor: si una            novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del            Novio para            siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar.            Idolatramos aquello            que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía,            flojera). Por eso, es            pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y            fiestas (Catecismo            2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).          “Te amo,            pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”.            ¿Qué pensaríamos si            un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en            el mundo para ser            felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la            perfección del amor,            es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como            pide la Cátedra de            Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de            comulgar debemos confesar todos los pecados mortales:            “quien              come y bebe sin discernir el                Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1            Cor 11,29; Rm 14,23).            ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados            graves al menos una vez al año (CDC            989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos            los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto            (derecho a            decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial),            planificación            natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio            por iglesia,            demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso            de razón,            borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio            o deseo de            venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de            lo sagrado, etc. Si no            ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos            sorprende la muerte            sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno            (Catecismo 1033-41;            Mt. 5,22; 10,            28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son            pecados mortales              objetivamente, pero subjetivamente,            pueden ser menos graves,            si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes,            ya no hay excusa.
† Misal
mar 28a.          Ordinario año Par
      Antífona de Entrada
      Tengo los ojos              puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro.              Mírame, Dios mío, y              ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración Colecta
      Oremos:
            Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se equivoca; y            te pedimos            humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas            aquello que pueda            contribuir a nuestro bien.
            Por nuestro Señor Jesucristo...
            Amén.
Primera Lectura
      La circuncisión no              tiene valor, solamente la fe, que se manifiesta por medio de              la caridad
Lectura de la carta              del apóstol según Pablo a los Gálatas 5, 1-6
Hermanos:            Para vivir en libertad, Cristo            nos ha liberado. Por eso, manténganse firmes, y no se sometan            de nuevo al yugo            de la esclavitud.
            Soy yo, Pablo, quien les advierto: Si se circuncidan, Cristo            no les servirá de            nada. Y vuelvo a declarar: Todo el que se deja circuncidar,            queda obligado a            cumplir la ley entera. Los que buscan alcanzar la salvación            por medio de la            ley, han perdido a Cristo, han rechazado la gracia.
            Nosotros, en cambio, movidos por el Espíritu, esperamos            ansiosamente la salvación            por medio de la fe. Porque para los cristianos da lo mismo            estar circuncidados            que no estarlo; lo único que vale es la fe que actúa por medio            del amor.
            Palabra de Dios.
            Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
      Sal 118,              41.4344.45.47.48
Señor, ten misericordia              de mí.
Dame, Señor, tu amor            y tu salvación conforme a tu promesa. Déjame hablar con            sinceridad, pues confío            en tus mandamientos.
            Señor, ten misericordia de mí.
Cumpliré tu ley            continuamente, por siempre. Caminaré con libertad, porque            busco tus decretos.
            Señor, ten misericordia de mí.
Me deleitaré en tus            mandatos, los amo profundamente. Extiendo mis manos hacia ti,            y medito tus            normas.
            Señor, ten misericordia de mí.
Aclamación antes del Evangelio
      Aleluya,              aleluya.
            La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los            pensamientos e intenciones            del corazón.
            Aleluya.
Evangelio
      Den              limosna de lo que tienen y todo lo de              ustedes quedará limpio
† Lectura              del santo Evangelio según san              Lucas 11, 37-41
Gloria a              ti, Señor.
En aquel            tiempo, un fariseo invitó a Jesús            a comer. Jesús fue a su casa y se sentó a la mesa. 
            El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la            ceremonia de            lavarse las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo: 
            "Ustedes, los fariseos, limpian por fuera el vaso y el plato,            mientras por            dentro están llenos de robos y maldades. 
            ¡Insensatos! El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de            dentro? Den limosna            de lo de dentro, y entonces quedarán limpios".
            Palabra del Señor.
            Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
      Confiados en            tu misericordia, Señor,            venimos a tu altar con nuestros dones, a fin de que te dignes            purificarnos por            este memorial que estamos celebrando. 
            Por Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén.
Prefacio
      La              salvación por Cristo
En verdad es            justo y necesario, es nuestro            deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar,            Señor, Padre santo,            Dios todopoderoso y eterno, que por amor creaste al hombre, y,            aunque condenado            justamente, lo redimiste por tu misericordia, por Cristo,            Señor nuestro.
            Por él, 
            los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales            celebran tu gloria,            unidos en común alegría. 
            Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu            alabanza: 
          
Antífona            de            la Comunión
      Yo les aseguro, dice              el Señor, que todo cuanto pidan en la oración, si tienen fe              en obtenerlo, les              será concedido.
Oración después de la Comunión
      Oremos:
            Padre Santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la            Sangre de tu Hijo,            guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con            palabras, sino con            toda nuestra vida, podamos 
            demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de            los cielos.
          Por            Jesucristo, nuestro Señor.
            Amén
Dia          16/10-1 Santa Eduvigis (Religiosa, blanco)
      Antífona          de Entrada
      El Señor            es la parte que me ha tocado en herencia; la parte que he            recibido es la más            hermosa. El mismo Señor es mi recompensa.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Señor, tú que otorgaste a santa Eduvigis la gracia de imitar con          fidelidad a          Cristo pobre y humilde, ayúdanos a vivir fielmente nuestra          vocación cristiana,          para que reproduzcamos cada día mejor, en nosotros, la imagen de          tu Hijo, que          vive y reina contigo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Como el            sol que brilla en el cielo del Señor, así es la mujer bella en            su casa bien            arreglada
Lectura            del libro del Eclesiástico
            26, 1-4. 16-21
Dichoso          el marido de una mujer buena: se doblarán los años de su vida.          La mujer          hacendosa es la alegría de su marido, y él vivirá su vida en          paz. La mujer          buena es un tesoro: lo encuentran los que temen al Señor; sean          ricos o pobres,          estarán contentos y siempre vivirán con alegría.
          La mujer servicial alegra a su marido; la que es cuidadosa le          causa bienestar.          La mujer discreta es un don del Señor; y la bien educada no          tiene precio. La          mujer modesta duplica su encanto y la que es dueña de sí supera          toda alabanza.
          Como el sol que brilla en el cielo del Señor, así es la mujer          bella en su casa          bien arreglada. Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            127
Dichosos            los que temen al Señor.
Dichosos          los que temen al Señor y siguen los caminos de su ley. Comerán          del trabajo de          sus manos, serán felices y les irá bien.
          Dichosos los que temen al Señor.
Será su          esposa como vid fecunda en la paz hogareña; serán sus hijos como          olivos nuevos          en torno de su mesa.
          Dichosos los que temen al Señor.
Así          bendecirá el Señor al hombre que le teme y lo respeta. Que el          Señor te bendiga          desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días          de tu vida: que          veas a los hijos de tus hijos.
          Dichosos los que temen al Señor.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Si se mantienen fieles a mi palabra, dice el Señor, serán          verdaderamente          discípulos míos y conocerán la verdad.
          Aleluya.
Evangelio
      El que            cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi            madre
† Lectura            del santo Evangelio según san Marcos
            3, 31-35
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, la madre y los parientes de Jesús llegaron a la casa          donde se          encontraba él, se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno          a él estaba          sentada una multitud, cuando le dijeron: "Ahí fuera están tu          madre y tus          hermanos, que te buscan".
          El les respondió:
          "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
          Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo:
          "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la          voluntad de          Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús
Oración          sobre las Ofrendas
      Señor,          por este sacrificio que te presentamos en la fiesta de santa          Eduvigis,          concédenos los bines de la paz y la unidad.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      Acción de            los santos en la Iglesia
En verdad          es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias          siempre y en          todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por          Cristo, Señor          nuestro.
          Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con          formas siempre          nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu          amor por          nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su          intercesión nos ayuda a          colaborar en el misterio de la salvación.
          Por eso,
          ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles          y los santos          diciendo:
        
Antífona          de la Comunión
      Yo les            aseguro, dice el Señor, que los que han dejado todo para            seguirme, recibirán            cien veces más y alcanzarán la vida eterna.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Dios omnipotente, que por medio de este sacramento nos comunicas          la fuerza del          tu Espíritu, haz que, a ejemplo de santa Eduvigis, te amemos          sobre todas las          cosas y vivamos siempre como verdaderos hijos tuyos.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
Día          16/10-2 Santa Margarita María de Alacoque (Virgen, blanco)
      Antífona          de Entrada
      Como las            vírgenes prudentes, santa Margarita Alacoque conserva su            lámpara encendida para            salir al encuentro de Cristo.
Oración          Colecta
      Oremos:
          Concédenos, Dios, salvador nuestro, que al conmemorar hoy a          santa Margarita          Alacoque, virgen, aprendamos, a ejemplo suyo, a servirte con          amor y alegría.
          Por nuestro Señor Jesucristo...
          Amén.
Primera          Lectura
      Experimentar            el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento humano
Lectura            de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
            3, 14-19
Hermanos:          Me arrodillo ante el Padre, de quien procede toda paternidad en          el cielo y en          la tierra, para que, conforme a los tesoros de su bondad, les          conceda que su          Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo habite por la          fe en sus          corazones.
          Así, arraigados y cimentados en el amor, podrán comprender con          todo el pueblo          de Dios, la anchura y la longitud, la altura y la profundidad          del amor de          Cristo, y experimentar ese amor que sobrepasa todo conocimiento          humano, para          que así queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios.
          Palabra de Dios.
          Te alabamos, Señor.
Salmo          Responsorial
      Del salmo            22
El Señor            es mi pastor, nada me faltará.
El Señor          es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar          y hacia fuentes          tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. Por ser un Dios          fiel a sus          promesas, me guía por el sendero recto.
          El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Así,          aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás          conmigo. Tu vara          y tu cayado me dan seguridad.
          El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo          me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la          cabeza con          perfume y llenas mi copa hasta los bordes. 
          'El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad          y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y          viviré en la casa          del Señor por años sin término.
          El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Aclamación          antes del Evangelio
      Aleluya,            aleluya.
          Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque          has revelando los          misterios del Reino a la gente sencilla.
          Aleluya.
Evangelio
      Has            escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has            revelado a la            gente sencilla
† Lectura            del santo Evangelio según san Mateo
            11, 25-30
Gloria a            ti, Señor.
En aquel          tiempo, Jesús exclamó:
          "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque          has          escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has          revelado a la gente          sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! El          Padre ha puesto          todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el          Padre, y nadie          conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo          quiera revelar.
          Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la          carga, y yo los          aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy          manso y humilde          de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y          mi carga          ligera".
          Palabra del Señor.
          Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración          sobre las Ofrendas
      Acepta,          Señor, los dones que te presentamos, en reconocimiento de las          maravillas          realizadas por tu amor en la vida de santa Margarita de          Alacoque, virgen, y haz          que nuestro sacrificio de alabanza sea grato a tus ojos.
          Por Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén.
Prefacio
      La vida            consagrada a Dios es un signo Del Reino de los cielos
En verdad          es justo y necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del          cielo y de la          tierra.
          Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino de los          cielos se          consagraron a Cristo,
          reconocemos tu Providencia admirable, que no cesa de llamar al          hombre a la          santidad primera,
          para hacerlo participar ya desde ahora de la vida que gozará en          el cielo, por          Cristo, nuestro Señor.
          Por eso,
          con todos los ángeles y santos, te alabamos proclamando sin          cesar:
        
Antífona          de la Comunión
      Ya viene            el esposo; salgamos al encuentro de Cristo, el Señor.
Oración          después de la Comunión
      Oremos:
          Señor, que este sacramento fortalezca en nosotros tu amor, para          que aceptemos          los sufrimientos de nuestra vida como una forma de participar en          la pasión de          Cristo y nos esforcemos por vivir unidos a ti, a ejemplo de          santa Margarita          María Alacoque..
        Por          Jesucristo, nuestro Señor.
          Amén
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† Meditación diaria
28ª semana. Martes
EL PERDÓN DE          NUESTRAS OFENSAS
— Somos pecadores.          El pecado es          siempre y ante todo una ofensa a Dios.
— Al Señor le          encontramos siempre          dispuesto para el perdón. Todo pecado puede ser perdonado si el          pecador se          arrepiente.
— Una condición          para ser perdonados:          perdonar de corazón a los demás. Cómo ha de ser nuestro perdón.
I. Padre, perdónanos            nuestras            ofensas, pedimos todos los días en el Padrenuestro.
Somos pecadores, y          si decimos que            no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la            verdad no está en            nosotros1, escribe San Juan          en su primera Carta.          La universalidad del pecado aparece con frecuencia en el Antiguo          Testamento2 y es            enseñada también en el            Nuevo3. Cada día tenemos          necesidad de pedir perdón al          Señor por nuestras faltas y pecados. Le ofendemos quizá en cosas          pequeñas y sin          una expresa voluntariedad actual, con nuestras acciones y con          omisiones; de          pensamiento, de palabra y de obra. “Lo que la revelación nos          dice coincide con          la experiencia. El hombre, cuando examina su corazón, comprueba          su tendencia al          mal, se ve anegado por muchos males. Esto explica la división          íntima del hombre”4.
Hoy, mientras          hacemos nuestra          oración con el Señor, y a lo largo del día, podemos hacer          nuestra aquella          jaculatoria del publicano que no se atrevía a levantar la vista          en el Templo, y          que reconocía, como nosotros, haber ofendido al Señor: ¡Oh Dios!          –decía, lleno          de humildad y de arrepentimiento–, ¡ten compasión de mí, que            soy un pecador!5. ¡Cuánto bien nos          puede hacer esta breve          oración, repetida con un corazón humilde! La puso el Señor en          boca del          publicano de la parábola, pero para que la repitiéramos          nosotros.
Muchas veces, los          hombres suelen          confundir el pecado con sus consecuencias. Y les entristece          entonces el fracaso          que introduce en su vida personal, o la humillación de haber          faltado a un deber          o los daños producidos a otras personas. Ven el pecado en          relación a su propio          ideal roto o al mal causado a otros. Sin embargo, no hay pecado          sino en cuanto          ofensa a Dios; secundariamente, también en relación a uno mismo,          a los demás y          a toda la sociedad. He pecado contra Yahvé6, afirma el rey          David cuando se da cuenta del          delito que cometió contra Urías. Había cometido un adulterio,          procurando          después la muerte, de forma vergonzosa, al marido de la          adúltera, un amigo y          uno de sus mejores generales. Sin embargo, el adulterio, el          crimen perpetrado,          el abuso de poder, el escándalo dado al pueblo, por graves que          hubieran sido,          los juzgaba superados en malicia por la ofensa a Dios.
Del incumplimiento          de la ley pueden          derivarse desastres y sufrimientos, pero pecado propiamente solo          existe ante          Dios. He pecado contra el Cielo y contra Ti7, proclamará el          hijo pródigo cuando vuelve          arrepentido a la casa paterna. “Sin estas palabras: He            pecado, el hombre          no puede entrar verdaderamente en el misterio de la muerte y de          la resurrección          de Cristo, para sacar de ella los frutos de la redención y de la          gracia. Estas          son palabras-clave. Evidencian sobre todo la gran apertura          interior del hombre          hacia Dios: Padre, he pecado contra Ti (...).
“El Salmista habla          aún más          claramente: Tibi soli peccavi, contra Ti solo pequé (Sal          50, 6).
“Ese “Tibi soli” no          anula las demás          dimensiones del mal moral, como es el pecado en relación a la          comunidad humana.          Sin embargo, “el pecado” es un mal moral de modo principal y          definitivo en          relación con Dios mismo, con el Padre en el Hijo. Así, pues, el            mundo          (contemporáneo) y el príncipe de este mundo trabajan          muchísimo para          anular y aniquilar este aspecto en el hombre,
“En cambio, la          Iglesia (...) trabaja          sobre todo para que cada uno de los hombres se encuentre a sí          mismo con el          propio pecado ante Dios solo, y en consecuencia para que acoja          la penitencia          salvífica del perdón contenida en la pasión y en la resurrección          de Cristo”8.
¡Qué gran don del          Cielo es poder          reconocer nuestros pecados, sin excusas ni mentiras, y          acercarnos hasta la          fuente inagotable de la misericordia divina y poder decir:          Padre, perdónanos            nuestras ofensas! ¡Qué paz tan grande da el Señor!
II. No basta con          reconocer nuestros          pecados, “es preciso que su recuerdo sea doloroso y amargo, que          hiera el          corazón, que mueva el alma al arrepentimiento; de modo que,          sintiéndonos          angustiados interiormente, nos movamos a recurrir a Dios nuestro          Padre,          pidiéndole con humildad que nos saque las espinas de los          pecados, clavadas en          nuestra alma”9.
El Señor está          dispuesto a perdonarlo          todo de todos. Al que viene a Mí -nos dice- Yo no            lo echaré fuera10. No es            voluntad de vuestro Padre que está            en los cielos -nos enseña en otro lugar- que se            pierda ni uno solo de            estos pequeñuelos11. Es más: como          enseña Santo Tomás, la          Omnipotencia de Dios se manifiesta, sobre todo, en el hecho de          perdonar y usar          de misericordia, porque la manera que Dios tiene de mostrar que          tiene el          supremo poder es perdonar libremente12. En el Evangelio          aparece la misericordia de          Jesús para con los pecadores como una constante que se repite          una y otra vez:          los recibe, los atiende, se deja invitar por ellos, los          comprende, los perdona.          A veces los fariseos lo criticaban por esto, pero Él los          recrimina diciéndoles          que no necesitan médico los sanos sino los enfermos, y          que el Hijo            del hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido13.
La ofensa ha de ser          perdonada por el          ofendido. El pecado solamente puede ser perdonado por el mismo          Dios. Así lo          hicieron notar a Jesús unos fariseos: ¿Quién puede perdonar            los pecados sino            solo Dios?14. El Señor no          rechazó estas palabras, sino que          se sirvió de ellas para mostrarles que Él tiene ese poder          precisamente porque          es Dios. Después de la Resurrección, lo transmitió a su Iglesia,          para que Ella,          por medio de sus ministros, lo pudiese ejercer hasta el fin de          los tiempos: Recibid            el Espíritu Santo -dijo a los Apóstoles-; a quienes            perdonéis los            pecados, les serán perdonados, a quienes se los retuvierais            les serán retenidos15.
Al Señor le          encontramos siempre          dispuesto al perdón y a la misericordia en el sacramento de la          Confesión. “Podemos          estar absolutamente ciertos –enseña el Catecismo Romano– de que          Dios está inclinado          hacia nosotros de tal modo que con muchísimo gusto perdona a los          que de veras          se arrepienten. Es verdad que pecamos contra Dios (...), pero          también es verdad          que pedimos perdón a un Padre cariñosísimo, que tiene poder para          perdonarlo          todo, y no solo dijo que quería perdonar, sino que además anima          a los hombres          para que le pidan perdón, y hasta nos enseña con qué palabras lo          hemos de          pedir. Por consiguiente, nadie puede tener duda de que –porque          Él lo ha          dispuesto– en nuestra mano está, por así decir, recobrar la          gracia divina”16.
III. Perdona            nuestras ofensas,            como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,          rezamos cada día,          quizá muchas veces. El Señor espera esta generosidad que nos          asemeja al mismo          Dios. Porque si vosotros perdonáis a otro sus faltas,            también os perdonará            vuestro Padre celestial17. Esta disposición          forma parte de una norma          frecuentemente afirmada por el Señor a lo largo del Evangelio: Absolved            y            seréis absueltos. Dad y se os dará... La medida que uséis con            otros, esa se            usará con vosotros18.
Dios nos ha          perdonado mucho, y no          debemos guardar rencor a nadie. Hemos de aprender a disculpar          con más          generosidad, a perdonar con más prontitud. Perdón sincero,          profundo, de          corazón. A veces nos sentimos heridos sin una razón objetiva;          solo por          susceptibilidad o por amor propio lastimado por pequeñeces que          carecen de          verdadera entidad. Y si alguna vez se tratara de una ofensa real          y de          importancia, ¿no hemos ofendido nosotros mucho más a Dios? Él          “no acepta el          sacrificio de quienes fomentan la división: los despide del          altar para que          vayan primero a reconciliarse con sus hermanos: Dios quiere ser          aplacado con          oraciones de paz. La mayor obligación para Dios es nuestra paz,          nuestra          concordia, la unidad de todo el pueblo fiel en el Padre, el Hijo          y el Espíritu          Santo”19.
Con frecuencia          debemos hacer examen          para ver cómo son nuestras reacciones ante las molestias que en          alguna ocasión          la convivencia puede llevar consigo. Seguir a Cristo en la vida          corriente es          encontrar, también en este punto, el camino de la paz y de la          serenidad.          Debemos estar vigilantes para evitar la más pequeña falta de          caridad externa o          interna. Las pequeñeces diarias –normales en toda convivencia–          no pueden ser          motivo para que disminuya la alegría en el trato con quienes nos          rodean. Si          alguna vez tenemos que perdonar alguna ofensa real, entendamos          que esa es una          ocasión muy particular de imitar a Jesús, que pide perdón para          los que le          crucifican; nos hará saborear el amor de Dios, que no busca su          propia ventaja;          se enriquece el propio corazón, que se hace más grande, con          mayor capacidad de          amar. No debemos olvidar entonces que “nada nos asemeja tanto a          Dios como estar          siempre dispuestos al perdón”20. La generosidad          con los demás conseguirá que          la misericordia divina perdone tantas flaquezas nuestras.
1 1 Jn 8. — 2 Cfr. Job 9, 2; 14, 4; Prov 20, 9; Sal 13, 1-4; 50, 1 ss.; etc. — 3 Cfr. Rom 3, 10-18. — 4 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 13. — 5 Lc 18, 13. — 6 2 Sam 12, 13. — 7 Lc 15, 18, — 8 Juan Pablo II, Ángelus 16-III-1980. — 9 Catecismo Romano, IV, 14, n. 6. — 10 Jn 10, 37. — 11 Mt 18, 14. — 12 Santo Tomás, Suma Teológica, 1. q. 25 a. 3 ad 3. — 13 Lc 19, 10. — 14 Cfr. Lc 5, 18-25. — 15 Cfr. Jn 20, 19-23. — 16 Catecismo Romano, IV, 24, n. 11. — 17 Mt 14, 15. — 18 Cfr. Lc 6, 37-38. — 19 San Cipriano, Tratado de la oración del Señor, 23. — 20 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 19, 7.
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† Santoral             (si          GoogleGroups corta el texto,          lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa Margarita María            Alacoque
            Año 1690
Digamos de vez en cuando            las dos oraciones tan            queridas para los devotos del Sagrado Corazón: "Jesús manso y            humilde de            corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo"."Sagrado            Corazón de            Jesús. En voz confío".
Margarita          nace el 22 de julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour en          Francia. 
Su padre Claudio Alacoque,          juez y notario. La mamá          Filiberta Lamyn. Los hijos son cinco. La menor es Margarita. El          párroco,          Antonio Alacoque, tío suyo, la bautiza a los tres días de          nacida. Ella dice en          su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que          Jesucristo fuera el          único dueño de su corazón. Y le concedió otro gran favor: un          gran horror al          pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba          insoportable.
Dice que siendo todavía          una niña, un día en la elevación          de la Santa Hostia en la Misa le hizo a Dios la promesa de          mantenerse siempre          pura y casta. Voto de castidad.
Aprendió a rezar el          rosario y lo recitaba con especial          fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola          de muchos          peligros.
La llevan al colegio de          las Clarisas y a los nueve          años hace La Primera Comunión. Dice "Desde ese día el buen Dios          me          concedió tanta amargura en los placeres mundanos, que aunque          como jovencita          inexperta que era a veces los buscaba, me resultaban muy amargos          y          desagradables. En cambio encontraba un gusto especial en la          oración".
Vino una enfermedad que la          tuvo paralizada por varios          años. Pero al fin se le ocurrió consagrarse a la Virgen          Santísima y ofrecerle          propagar su devoción, y poco después Nuestra Señora le concedió          la salud.
Era muy joven cuando quedó          huérfana de padre, y          entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos hermanas de él,          se vinieron a la          casa y se apoderaron de todo y la mamá de Margarita y sus cinco          niños se          quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el          permiso de las tres          mandonas mujeres no salía nadie de la casa. Así que a Margarita          no le permitían          ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se retiraba a          un rincón y          allí rezaba y lloraba. La regañaban continuamente.
En medio de tantas penas          le pareció que Nuestro Señor          le decía que deseaba que ella imitara lo mejor posible en la          vida de dolor al          Divino Maestro que tan grandes penas y dolores sufrió en su          Pasión y muerte. En          adelante a ella no sólo no le disgusta que le lleguen penas y          dolores sino que          acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor          posible a Cristo          sufriente.
Lo que más la hacía sufrir          era ver cuán mal y          duramente trataban a su propia madre. Pero le insistía en que          ofrecieran todo          esto por amor de Dios. Una vez la mamá se enfermó tan gravemente          de erisipela          que el médico diagnosticó que aquella enfermedad ya no tenía          curación.          Margarita se fue entonces a asistir a una Santa Misa por la          salud de la enferma          y al volver encontró que la mamá había empezado a curar de          manera admirable e          inexplicable.
Lo que más le atraía era          el Sagrario donde está Jesús          Sacramentado en la Sagrada Hostia. Cuando iba al templo siempre          se colocaba lo          más cercana posible al altar, porque sentía un amor inmenso          hacia Jesús          Eucaristía y quería hablarle y escucharle.
A los 18 años por deseo de          sus familiares empezó a          arreglarse esmeradamente y a frecuentar amistades y fiestas          sociales con          jóvenes. Pero estos pasatiempos mundanales le dejaban en el alma          una profunda          tristeza. Su corazón deseaba dedicarse a la oración y a la          soledad. Pero la          familia le prohibía todo esto.
El demonio le traía la          tentación de que si se iba de          religiosa no sería capaz de perseverar y tendría que devolverse          a su casa con          vergüenza y desprestigio. Rezó a la Virgen María y Ella le alejó          este engaño y          tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y          defendería.
Un día después de comulgar          sintió que Jesús le decía:          "Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a          dedicarte a          mi servicio tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo          tendrás tristeza y          amargura". Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo          que          costara.
En el año 1671 fue          admitida en la comunidad de La          Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al          convento de          Paray-le=Monial. Una de sus compañeras de noviciado dejó          escrito:          "Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad;          jamás dijo          una sola palabra que pudiera molestar a alguna, y demostraba una          gran paciencia          al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía          frecuentemente".
La pusieron de ayudante de          una hermana que era muy          fuerte de carácter y ésta se desesperaba al ver que Margarita          era tan tranquila          y callada. La superiora empleaba métodos duros y violentos que          hacían sufrir          fuertemente a la joven religiosa, pero esta nunca daba la menor          muestra de          estar disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor          para que se          hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.
El 27 de diciembre de 1673          se le apareció por primera          vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para          ir los jueves          de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento del          altar, en          recuerdo de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en          el Huerto de          Getsemaní.
De pronto se abrió el          sagrario donde están las hostias          consagradas y apareció Jesucristo como lo vemos en algunos          cuadros que ahora          tenemos en las casas. Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado          de llamas y          con una corona de espinas encima, y una herida. Jesús señalando          su corazón con          la mano le dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a la          gente y en          cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar          desagraviarme".          Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a propagar la          devoción al Corazón de          Jesús porque el mundo es muy frío en amor hacia Dios y es          necesario          enfervorizar a las personas por este amor.
Durante 18 meses el          Corazón de Jesús se le fue          apareciendo. Le pidió que se celebrara la Fiesta del Sagrado          Corazón cada año          el Viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la          Sangre de Cristo          (Corpus).
El Corazón de Jesús le          hizo a Santa Margarita unas          promesas maravillosas para los que practiquen esta hermosa          devoción. Por          ejemplo "Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la          imagen de mi          Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los          volveré buenos y          a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora          de la muerte a          los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para          pedirme perdón por          tantos pecados que se cometen", etc.
Margarita le decía al          Sagrado Corazón: "¿Por qué          no elige a otra que sea santa, para que propague estos mensajes          tan          importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi          Dios".          Jesús le dijo: "Te he escogido a ti que eres un abismo de          miserias, para          que aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad para amar a          Dios, te          regalo una chispita del amor de mi Corazón". Y le envió una          chispa de la          llama que ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa          empezó a sentir un amor          grandísimo hacia Dios y era tal el calor que le producía su          corazón que en          pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía que abrir la          ventana de su          habitación porque sentía que se iba a quemar con tan grande          llama de amor a          Dios que sentía en su corazón (¡Ojalá Dios nos diera a nosotros          una chispita de          esas!)
Nuestro Señor le decía:          "No hagas nada sin          permiso de las superioras. El demonio no tiene poder contra las          que son          obedientes".
Margarita enfermó          gravemente. La superiora le dijo:          "Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el          Corazón de          Jesús le concede la curación". Ella le pidió al Sagrado Corazón          que la          curara y sanó inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó          que sí en verdad          se le aparecía Nuestro Señor.
Dios permitió que enviaran          de capellán al convento de          Margarita a San Claudio de la Colombiere y este hombre de Dios          que era jesuita,          obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al          Corazón de          Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el          mundo.
Margarita fue nombrada          Maestra de novicias. Enseñó a          las novicias la devoción al Sagrado Corazón (que consiste en          imitar a Jesús en          su bondad y humildad y en confiar inmensamente en Él, en ofrecer          oraciones y          sufrimientos y misas y comuniones para desagraviarlo, y en          honrar su santa          imagen) y aquellas jóvenes progresaron rapidísimo en santidad.          Luego enseñó a          su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre hizo          admirables progresos en          santidad. Los jesuitas empezaron a comprobar que en las casas          donde se          practicaba la devoción al Corazón de Jesús las personas se          volvían mucho más          fervorosas.
El Corazón de Jesús le          dijo: "Si quieres          agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si          quieres          agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".
Antes de morir obtuvo que          en su comunidad se celebrara          por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
El 17 de octubre de 1690          murió llena de alegría porque          podía ir a estar para siempre en el cielo al lado de su          amadísimo Señor Jesús,          cuyo Corazón había enseñado ella a amar tanto en este mundo.
DEVOCIÓN AL              SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 
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|                Santa Eduvigis    |           
Una          viuda con tres hijos y tres          hijas, que se dedica a restaurar conventos y repartir ayudas con          gran          generosidad a los pobres, esa es Eduvigis, santa muy antigua          pero muy popular          todavía en muchas regiones de la tierra.
Nació en          Baviera, Alemania en 1174. Era          hermana de Santa Gertrudis y tía de Santa Isabel de Hungría.
Desde sus          tiernos años colocó Dios en          Santa Eduwigis todos sus afectos; no obstante que le lisonjeaban          los aplausos y          delicias de la corte de Bertoldo, su padre, Marqués de Moravia          (en la actual          República Checa).
Puesta en          estado de matrimonio con          Enrique, Duque de Polonia, igual suyo así en la soberanía como          en la piedad,          movió a éste con sus ejemplos a cultivar las virtudes propias de          un príncipe          cristiano. Por consejo de ella, su marido fundó varios conventos          de religiosas,          y para construirlos llevaba a los bandidos que estaban en las          cárceles, y así          les hacía ser útiles a la patria.
Educó a sus          hijos en el temor divino y          logró que todos vivieran arreglados a la Ley del Señor.
Alcanzó de su          esposo licencia para vivir en          castidad y el buen Enrique, a imitación de su esposa, se obligó          también a          guardarla. Casi treinta años vivieron estos consortes como          ángeles. Luego de la          muerte de su esposo, se hizo religiosa. 
Los largos          años de su vejez los empleó en          fundar conventos y en ayudar pobres. En los conventos pasaba          muchas temporadas          viviendo como la más observante de las monjas. Oraba sin          intermisión y          derramando su corazón cierta vez ante un crucifijo, vio que,          desclavando de la          cruz la mano diestra, Jesús le daba su bendición y oyó que le          decía : "He          escuchado tu oración, alcanzarás lo que pidas".
Todo lo daba          para los necesitados.          Mortificaba su cuerpo con sangrientas penitencias. Andaba          descalza sobre la          nieve y los pies le sangraban. Llevaba un par de zapatos en la          cintura por si          venía alguna persona, calzárselos y que así no se dieran cuneta          de la          penitencia que hacía. Un día un sacerdote le dio un par de          zapatos nuevos y le          dijo: "le pongo como penitencia el llevarlos siempre puestos".          Días          más tarde la encontró descalza. "¿No le dije que debía llevar          los zapatos          puestos?" Ella le respondió: "Sí, los llevo puestos en un          maletín que          llevo a las espaldas". Y los sacó de allí.
Aseguró          doncellas, dotó monjas, amparó          religiosas y en el mundo, por su caritativa compasión, se          constituyó deudora de          los desvalidos; pero especialmente se esmeró con trece pobres,          que en la honra          de su Divino Jesús y sus doce apóstoles, agregó a su familia y a          los cuales          llevaba siempre consigo, para servirles y regalarles. Le llevó a          la Santa gran
          parte de su misericordia la tribulación de aquellos miserables          que, hallándose          cargados de deudas, no podían por su pobreza satisfacerlas; ella          las pagaba,          los liberaba de ellas.
A una          religiosa ciega la curó al          imponerle las manos y rezar por ella. A varias personas les          anunció lo que les          iba a suceder en lo futuro. Ella misma supo con anticipación la          fecha de su          muerte. Pidió la Unción de los enfermos, cuando no parecía          sufrir de enfermedad          grave. Y en verdad que sí ya se iba a morir y nadie lo          imaginaba.
Amó          tiernísimamente a María Santísima, de          quien traía siempre consigo una pequeña imagen que le cabía en          el puño, y fue          caso prodigioso que habiendo muerto con ella en la mano, no fue          posible          quitársela. Lo más admirable fue que, trasladándose el cadáver          después de          muchos años, se le halló con la imagen empuñada, y los dedos con          los
          que la tenía, incorruptos. Murió el 15 de octubre de 1243 a los          65 años de          edad.
Las grandes          riquezas que le dejó su          esposo las repartió entre los pobres. En Polonia ha sido siempre          muy estimada          por los católicos.
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Galo,            Santo          Sacerdote, 16 de octubre   
              
 Sacerdote Felipe Santos  |           
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Fuente: Corazones.org 
          Gerardo Mayela, Santo Patrono de las parturientas, 16          Octubre   
              
 Gerardo quiere                  decir: "Valiente para la defensa" (Del alemán: Ger:                  defensa, ard: valiente)   |           
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Fuente:          Franciscanos.org 
          Aniceto Koplinski, Beato Mártir Capuchino, 16 Octubre   
              
 Nació en Alemania                  en 1875, mártir en Polonia 1971, uno de los 108 mártires                  en Polonia durante la segunda guerra mundial.  |           
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Fuente:          Palloti-sac.org 
          Jozef Jankowski, Beato Mártir Polaco, 16 Octubre   
              
 Es uno de los 108                  mártires de Polonia durante la segunda guerra mundial  |           
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Fuente: Vatican.va 
          Agustín Thevarparampil "Kunjachan", Beato "El          Padrecito", 16 Octubre   
              
 Agustín                  Thevarparampil fue un sacerdote humilde, que se entregó                  en favor de sus hermanos dalit marginados de la                  sociedad. Ejerció su ministerio en la parroquia durante                  47 años. Aunque su verdadero nombre era Agustín, todos                  lo conocían como "Kunjachan" ("el padrecito"), porque                  era bajo de estatura.  |           
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Fuentes:          IESVS.org; EWTN.com; Colección          Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org          de www.edicionespalabra.es          , misalpalm.com,          Catholic.net
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