lunes, 22 de octubre de 2012

Lunes 22 de Octubre de 2012. San Donato ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, uno entre la gente dijo a Jesús:
"Maestro, di a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
Jesús le contestó:
"Amigo, ¿quién me ha hecho juez o árbitro entre ustedes?"
Y dijo a la gente:
"Eviten toda clase de avaricia; que aunque se nade en la abundancia, su vida no depende de riquezas".
Después les propuso una parábola:
"Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y se puso a pensar: ¿Qué haré? Porque no tengo dónde almacenar mi cosecha. Y se dijo: Ya sé lo que haré: derribaré mis graneros, construiré otros más grandes y guardaré allí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: "Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida".
Pero Dios le dijo:
"¡Insensato! Esta misma noche morirás. ¿Para quién serán todos tus bienes?"
Lo mismo le pasa a quien amontona riquezas para sí y no se hace rico ante Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

lun 29a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan mis enemigos, tropiezan y caen.

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, de quien todo bien procede; inspíranos propósitos de justicia y santidad y concédenos tu ayuda para poder cumplirlos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Nos dio la vida en Cristo y nos ha reservado un sitio en el cielo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 1-10

Hermanos: Hubo un tiempo en que estaban muertos por sus culpas y pecados, cuando seguían las corrientes de este mundo, sometidos al príncipe de las potestades maléficas, ese espíritu que continúa eficazmente su obra entre los rebeldes a Dios. Y entre éstos estábamos también nosotros, los que en otro tiempo hemos vivido bajo el dominio de nuestros apetitos desordenados , dejándonos llevar de esos deseos desordenados y de las malas intenciones, y estando, como los demás, destinados a la ira divina por nuestra condición.
Pero Dios, que es rico en misericordia y nos tiene un inmenso amor, aunque estábamos muertos por nuestros pecados, nos volvió a la vida junto con Cristo -¡Por pura gracia han sido salvados!-, nos resucitó y nos sentó junto a Cristo Jesús en el cielo. De este modo quiso mostrar a los siglos venideros la inmensa riqueza de su gracia, por la bondad que nos manifiesta en Cristo Jesús. Por la gracia, en efecto, han sido salvados mediante la fe; y esto no es algo que venga de ustedes, sino que es un don de Dios; no viene de las obras, para que nadie pueda enorgullecerse.
Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para realizar las buenas obras que Dios nos señaló de antemano como norma de conducta.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 99, 2.3.4.5

Dios nos hizo y somos suyos.

¡Aclamen al Señor, habitantes de toda la tierra, den culto al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos festivos!
Dios nos hizo y somos suyos.

Reconozcan que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas que él apacienta.
Dios nos hizo y somos suyos.

Entren por las puertas de su templo dándole gracias, crucen sus atrios entonando himnos; alábenlo y bendigan su nombre.
Dios nos hizo y somos suyos.

Porque el Señor es bueno y su amor es eterno, su fidelidad permanece de generación en generación.
Dios nos hizo y somos suyos.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.

Evangelio

¿Para quién serán todos tus bienes?

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, uno entre la gente dijo a Jesús:
"Maestro, di a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
Jesús le contestó:
"Amigo, ¿quién me ha hecho juez o árbitro entre ustedes?"
Y dijo a la gente:
"Eviten toda clase de avaricia; que aunque se nade en la abundancia, su vida no depende de riquezas".
Después les propuso una parábola:
"Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y se puso a pensar: ¿Qué haré? Porque no tengo dónde almacenar mi cosecha. Y se dijo: Ya sé lo que haré: derribaré mis graneros, construiré otros más grandes y guardaré allí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: "Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida".
Pero Dios le dijo:
"¡Insensato! Esta misma noche morirás. ¿Para quién serán todos tus bienes?"
Lo mismo le pasa a quien amontona riquezas para sí y no se hace rico ante Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, con bondad estos dones que te presentamos humildemente, para que sean gratos a tus ojos y nos hagan crecer en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Proclamación del misterio de Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque, unidos en la caridad, celebramos la muerte de tu Hijo, con la fe viva proclamamos su resurrección, y con esperanza firme anhelamos su venida gloriosa.
Por eso,
con todos los ángeles y santos, te alabamos proclamando sin cesar:

Antífona de la Comunión

Señor, tú eres mi amor, mi fuerza, mi refugio, mi liberación y mi ayuda. Tú eres mi Dios.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que la fuerza redentora de esta Eucaristía nos proteja, Señor, de nuestras malas inclinaciones y nos guíe siempre por el camino de tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

29ª semana. Lunes

LA ESPERANZA DE LA VIDA

— Los bienes temporales y la esperanza sobrenatural.

— El desprendimiento cristiano.

— Nuestra esperanza está en el Señor.

I. Se acercó uno al Señor1 para pedirle que interviniera en un asunto de herencias. Por las palabras de Jesús, parece que este hombre estaba más preocupado por aquel problema de bienes materiales que atento a la predicación del Maestro. La cuestión planteada, ante el Mesías que les habla del Reino de Dios, da la impresión de ser al menos inoportuna. Jesús le responderá: Hombre, ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros? A continuación, aprovecha la ocasión para advertir a todos: Estad alerta y guardaos de toda avaricia, porque aunque alguien tenga abundancia de bienes, su vida no depende de aquello que posee. Y para que quedara bien clara su doctrina les expuso una parábola. Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha, hasta tal punto que no cabía en los graneros, Entonces, el propietario pensó que sus días malos se habían acabado y que tenía segura su existencia. Decidió destruir los graneros y edificar otros más grandes, que pudieran almacenar aquella abundancia. Su horizonte terminaba en esto; se reducía a descansar, comer, beber y pasarlo bien, puesto que la vida se había mostrado generosa con él. Se olvidó –¡como tantos hombres!– de unos datos fundamentales: la inseguridad de la existencia aquí en la tierra y su brevedad. Puso su esperanza en estas cosas pasajeras y no consideró que todos estamos en camino hacia el Cielo.

Dios se presentó de improviso en la vida de este rico labrador que parecía tener todo asegurado, y le dijo: Necio, esta misma noche te reclaman el alma; lo que has preparado, ¿para quién será? Así ocurre al que atesora para sí y no es rico ante Dios.

La necedad de este hombre consistió en haber puesto su esperanza, su fin último y la garantía de su seguridad en algo tan frágil y pasajero como los bienes de la tierra, por abundantes que sean. La legítima aspiración de poseer lo necesario para la vida, para la familia y su normal desarrollo no debe confundirse con el afán de tener más a toda costa. Nuestro corazón ha de estar en el Cielo, y la vida es un camino que hemos de recorrer. Si el Señor es nuestra esperanza, sabremos ser felices con muchos bienes o con pocos. “Así, pues, el tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin último. Todo crecimiento tiene dos sentidos bien distintos. Necesario para permitir que el hombre sea más hombre, lo encierra en una prisión desde el momento en que se convierte en el bien supremo, que impide mirar más allá. Entonces los corazones se endurecen y los espíritus se cierran; los hombres ya no se unen por amistad, sino por interés, que pronto les hace oponerse unos a otros y desunirse. La búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser, y se opone a su verdadera grandeza. Para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral”2. El amor desordenado ciega la esperanza en Dios, que se ve entonces como algo lejano y falto de interés. No cometamos esa necedad: no hay tesoro más grande que tener a Cristo.

II. La Sagrada Escritura nos amonesta con frecuencia a tener nuestro corazón en Dios: Tened dispuesto el ánimo, vivid con sobriedad y poned vuestra esperanza en la gracia que os ha traído la revelación de Jesucristo3, exhortaba San Pedro a los primeros cristianos. Y San Pablo aconseja a Timoteo: A los ricos de este mundo encárgales... que no pongan su confianza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que abundantemente nos provee de todo para que lo disfrutemos4. El mismo Apóstol afirma que la avaricia está en la raíz de los males y muchos, por dejarse llevar de ella, se extravían en la fe y se atormentan a sí mismos con muchos dolores5. La Iglesia lo sigue recordando en el momento presente: “Estén todos atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las cosas del mundo, y un apego a las riquezas contrario al espíritu de pobreza evangélica, les impida la prosecución de la caridad perfecta. Acordándose de la advertencia del Apóstol: Los que usan de este mundo no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan (cfr. 1 Cor 7, 31)”6.

El desorden en el uso de los bienes materiales puede provenir de la intención, cuando se desean las riquezas por sí mismas, como si fueran bienes absolutos; de los medios que se emplean para adquirirlas, buscándolas con ansiedad, con posibles daños a terceros, a la propia salud, a la educación de los hijos, a la atención que requiere la familia... El desorden que da lugar a la avaricia puede estar también en la manera de usar de ellas: si se emplean solo en provecho propio, con tacañería, sin dar limosna.

El amor desordenado a los bienes materiales, pocos o muchos, es un grave obstáculo para seguir al Señor. El desprendimiento y el recto uso de lo que se posee, de aquello que es necesario para el sostenimiento de la familia, de los instrumentos de trabajo, de aquello que es lícito poseer para el descanso, de lo que se debe prever para el futuro –sin agobios, con la confianza siempre puesta en Dios–, es un medio para disponer el alma a los bienes divinos. “Si queréis actuar a toda hora como señores de vosotros mismos, os aconsejo que pongáis un empeño muy grande en estar desprendidos de todo, sin miedo, sin temores ni recelos. Después, al atender y al cumplir vuestras obligaciones personales, familiares... emplead los medios terrenos honestos con rectitud, pensando en el servicio a Dios, a la Iglesia, a los vuestros, a vuestra tarea profesional, a vuestro país, a la humanidad entera. Mirad que lo importante no se concreta en la materialidad de poseer esto o de carecer de lo otro, sino en conducirse de acuerdo con la verdad que nos enseña nuestra fe cristiana: los bienes creados son solo eso, medios. Por lo tanto, rechazad el espejuelo de considerarlos como algo definitivo”7.

Si estamos cerca de Cristo, poco nos bastará para andar por la vida con la alegría de los hijos de Dios. Si no nos acercamos a Él, nada bastará para llenar un corazón siempre insatisfecho.

III. “En cierta ocasión –cuenta un amigo sacerdote–, hace ya muchos años estaba pasando una corta temporada de prácticas militares en el pueblo más alto de Navarra. Estas prácticas las hacíamos aprovechando la pausa de nuestros estudios. Recuerdo que cuando estaba yo en aquel pueblecito llamado Abaurrea, se presentó allí un alférez nuevo, flamante. Se presentaba al jefe para que le dijera a qué unidad iba destinado. Volvió diciendo que el jefe le había dicho que tenía que ir a Jaurrieta y que, así, como sin darle importancia, le había insinuado que tenía que tomar un caballo e irse en él (...). El nuevo estaba muy inquieto y toda la cena estuvo hablando del caballo, preguntando cosas, pidiendo algún consejo práctico. Entonces, uno de los que había allí dijo:

“—Tú lo que tienes que hacer es montarte sereno, con tranquilidad y que no se dé cuenta el caballo de que es la primera vez que montas. Esto es lo decisivo (...).

“Al día siguiente, por la mañana, muy temprano, estaban en la puerta, esperando al oficial recién incorporado, un soldado con su caballo y con otra cabalgadura para llevar la maleta, El alférez montó en el caballo y, por lo visto, el caballo se dio cuenta en el acto de que era la primera vez que montaba, porque, sin más, se lanzó a una especie de pequeño trote, con cara de alarma del alférez. El caballo se paró cuando quiso, y se puso a comer en uno de los lados de la carretera... por más que el alférez tiraba de las riendas inútilmente. Cuando el caballo lo creyó oportuno, se puso de nuevo a caminar por la carretera y, de cuando en cuando, se paraba; luego daba un trotecito, mientras el jinete miraba a los lados, con cara de susto. En esta situación venían en dirección contraria un equipo de Ingenieros que estaba enrollando un cable, para un tendido de luz. Y entonces los del cable le preguntaron:

“—¿Tú, a dónde vas? Y dijo el jinete con gran verdad y con una filosofía verdaderamente realista:

“—¿Yo? Yo iba a Jaurrieta; lo que no sé es dónde va este caballo... (...).

“Quizá también si a nosotros se nos preguntase de sopetón: “¿Tú a dónde vas?”, podríamos decir: “Yo, yo iba al amor, yo iba a la verdad, yo iba a la alegría; pero no sé dónde me está llevando la vida”“8.

¡Qué estupendo sería –si alguien nos preguntara, “¿tú a dónde vas?”– poder decir: Yo voy a Dios, con el trabajo, con las dificultades de la vida, con la enfermedad quizá!... ¡este es el objetivo, donde han de llevarnos los bienes de la tierra, la profesión,...! ¡todo! ¡Qué pena si hubiéramos constituido en un bien absoluto, lo que solo debe ser un medio! Examinemos hoy al terminar nuestra oración si la profesión es un medio para encontrar a Dios, si los bienes, cualesquiera que sean, nos ayudan a ser mejores...

Jesucristo nos enseña continuamente que el objeto de la esperanza cristiana no son los bienes terrenos, que la herrumbre y la polilla corroen y los ladrones desentierran y roban9, sino los tesoros de la herencia incorruptible. Cristo mismo es nuestra única esperanza10. Nada más puede llenar nuestro corazón. Y junto a Él, encontraremos todos los bienes prometidos, que no tienen fin. Los mismos medios materiales pueden ser objeto de la virtud de la esperanza en la medida en que sirvan para alcanzar el fin humano y el fin sobrenatural del hombre. Solo son eso: medios. No los convirtamos en fines.

Nuestra Señora, Esperanza nuestra, nos ayudará a poner el corazón en los bienes que perduran, ¡en Cristo!, si acudimos a Ella con confianza. Sancta Maria, Spes nostra, ora pro nobis.

1 Lc 12, 13-21. — 2 Pablo VI, Enc. Populorum progressio, 26-III-1967, 19. — 3 1 Pdr 1, 13. — 4 1 Tim 6, 17. — 5 1 Tim 6, 10. — 6 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 42. — 7 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 118. — 8 A. G. Dorronsoro, Tiempo para creer, pp. 111-112. — 9 Mt 6, 19. — 10 1 Tim 1, 1.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Autor: Archidiócesis de Madrid
Abercio de Hierápolis, Santo Obispo, 22 Octubre  

Abercio de Hierápolis, Santo

Obispo
Octubre 22

 


Algunos que sólo ven lo que ven tienen la manía de poner en tela de juicio todo aquello que escapa a su visión y así les va por la vida; no ven más allá de sus narices y se pasan el tiempo mostrando una aversión malsana contra todo lo que no pueden experimentar, pesar, medir, tocar, meter bajo la lente del microscopio, o aplicar la prueba del carbono 14. Se podría decir que son unos desconfiados.

Si tengo que hablar de cómo se comportan con la Iglesia, afirmo que son terribles, implacables. Y es que según su modo de pensar (dicen que no hay realidad que no pueda explicarse por la razón), acaban sin llegar a conocerla de modo completo, ya que ella es sobrenatural en su comienzo, en su misión, en sus medios, y en su fin. ¡Cómo se va a explicar al Espíritu Santo y toda su acción con la limitada cabeza de los hombres! A lo más que llegan es a dar una visión parcial -por tanto equivocada y errónea- de la Iglesia que se ve: dirán que es un grupo filantrópico, o un club de ingenuos que se dejan engañar, una rama de discapacitados a punto de extinguirse, cuando no un grupo de presión al servicio de no se sabe qué fuerzas políticas o intereses de los hombres.

Al toparse con la realidad de los santos se pierden, porque algunas de las reacciones de estos hombres y mujeres, sus modos de vivir, incluso esas realidades que se llaman milagros que algunos de ellos hicieron, son imposibles de encorsetarse dentro de los moldes comunes con los que uno de ordinario se maneja. No tienen remedio. Y mira que los veinte siglos que se les lleva de delantera por el mundo podía ser ya una razón que les diera garantía. Pero no les valen las razones. Esta casta de sabihondos racionalistas los hubo antes y los hay ahora. No aprenden.

Dicen que valoran la razón y, a veces, lo que termina por suceder es que, en su empecinamiento, acaban por decidir en contra de la misma razón.

Y si no, veamos lo que pasó con San Abercio.

Fue un Obispo de Hierápolis en la segunda mitad del siglo II y comienzos del III. Allí desempeñó su misión de pastoreo de sus fieles, aunque trotó algo por el mundo también. Fue tan celoso de los intereses de Dios y tan enamorado del bien para los hombres, que Dios lo utilizó como un apto instrumento evangelizador para transmitir fidelísimamente la doctrina de Jesucristo. Resulta que a Dios le pareció conveniente para los hombres hacer, a través del santo obispo de Hierápolis, obras a su medida, que lógicamente no son explicables para la inteligencia humana sin recurrir a la fuerza de Dios. Como refieren las memorias que San Abercio hizo algunos de esos milagros y los racionalistas no supieron encontrar una explicación a la medida humana, no sólo negaron los milagros afirmando que era una invención, sino que llegaron incluso a negar la existencia de San Abercio. Y total, porque se enfrentó públicamente contra los cultos idolátricos, destrozó los ídolos y salió ileso de su acción cosa que provocó la catequezación y bautismo de muchos; porque dio la vista instantáneamente a una matrona ciega llamada Frigela; porque curó a cantidad de enfermos y lisiados que recurrían a él en demanda de auxilio a entremedias de sus catequesis y porque, sobre todo, expulsaba exitosamente y con relativa frecuencia al demonio de los posesos, entre ellos a la mismísima hija del emperador.

Todo esto les pareció demasiado; a falta de pruebas fehacientes después de dieciséis siglos, dijeron que ni siquiera existió San Abercio, se mofaron de la Iglesia y descansaron tan tranquilos hinchados de razones.

¡Qué lástima —para ellos- que la arqueología de finales del siglo XIX, justo por W. M. Ramsay, haya descubierto cerca de Esmirna y en el lugar del emplazamiento de la antigua Hierápolis la tumba de un tal Abercio, obispo de Hierápolis, cuyo epitafio grabado en piedra y en griego resume la historia del santo!

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Bertario de Montecasino, Santo Abad y Mártir, 22 Octubre  

Bertario de Montecasino, Santo

Octubre 22
Abad

 

Etimológicamente significa “ejército célebre, ejército brillante: Viene de la lengua alemana.

Dice Miqueas: “El pueblo que te has elegido Señor, mora solitario en un campo feraz: sé su pastor”.

Era de origen noble. Le entró la vocación en una peregrinación a Montecasino.

Al ver la devoción y la alegría de los monjes benedictinos, pensó en quedarse con ellos. Entró efectivamente. Cuando murió aquel abad al que tanto admiró al contemplarlo en su peregrinación, le tocó en suerte ser su heredero en la célebre abadía.

Era el 19º sucesor del santo fundador. Su período de abad estaba complicado por las invasiones de los sarracenos. Ya en el año 846 lo habían destruido. Eran piratas dedicados al pillaje.

Antes habían saqueado los monasterios de san Andrés y san Apolinar.

Lo primero que hizo Bertario fue fortificar la abadía con murallas y torres.

El propio emperador Luis II estuvo varias veces allá conduciendo sus tropas contra los musulmanes. También estuvo la emperatriz Engelberga.

Intentó que los príncipes formaran una Liga para luchar con los invasores.

Mientras hacía esto, el Papa Gregorio VIII no estaba de acuerdo. Poco antes de morir, dio al monasterio una serie de exenciones y privilegios
Que constituyen la organización del patrimonio de la abadía.

Promovió los estudios sagrados y profanos escribiendo textos de gramática, medicina, prosa y verso.

Otra vez tuvieron que refugiarse cerca porque los invasores les obligaron.

A otros los cogieron y, ante el altar, les dieron muerte. Entre ellos estaba el abad Bertario. Su cuerpo descansa en la abadía. Era el 22 de octubre del 883. La última destrucción tuvo lugar en la II Guerra Mundial.

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Fuente: ACI Prensa
Donato de Fiésole, Santo Obispo, 22 Octubre  

Donato de Fiésole, Santo

Según la tradición, cuando el santo emprendió una peregrinación a Roma hacia el siglo IX y de regreso pasó por Fiésole, encontró al clero y el pueblo reunidos para la elección de un obispo.

Cuando éste entró a la catedral, los cirios se encendieron solos y las campanas comenzaron a sonar. El pueblo interpretó aquello como una señal del cielo e inmediatamente fue elegido obispo por aclamación.

La fiesta de este santo se celebra actualmente en toda Irlanda.

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Esclaramunda de Foix, Beata Reina de Mallorca, 22 Octubre  

Esclaramunda de Foix, Beata

Ella había nacido en el Castillo de Foix en 1255 y fue bautizada con el mismo nombre que su bisabuela, Esclaramunda la Mayor, quien fuera archidiaconesa de los cátaros. Esclaramunda contaba sólo veinte años cuando se casó, el 4 de Octubre de 1275, en Perpiñán, con el heredero del trono de Mallorca, que ya había cumplido los treinta y dos.

Jaime II Rey de Mallorca, a quien se le conocería como El Buen Rey Jaime, fueron condes del Rosellón y la Cerdaña, señores de Montpellier y vizcondes de Carlat y fundadores de una dinastía que, por espacio de tres cuartos de siglo, hasta 1343, gobernaría este “reino en medio del mar”, como sería denominado, con una franja continental en la actual Francia.

Se sabe que ella se hizo cargo de la tutela de su nieto Jaime III de Mallorca.

Fue parte de la Orden Mercedaria de San Pedro de Amer a la cual fue admintida en el año 1291.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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